Partida Rol por web

- Debería de poder localizar la sala de máquinas sin demasiada dificultad para ver si puedo echar a andar los sitemas de emergencia, en caso de que estén completamente inutilizados, esto no es como ir con las pinzas para baterías entre un par de coches, eso si, si no venís todos necesito a alguien que me eche un cable, literalmente.- Comentó Rye. Notó la incomodidad en la voz de la capitana y llevaba muchos años trabajando en estas circunstancias, lo que le permitía saber a qué se debía ese malestar. A Kayla le gustaba usar los trajes de vacío y trabajar en condiciones extremas, le recordaba a cuando buceaba con su padre, la única afición que habían compartido y algo a lo que recurrían cuando las dificultades por las que pasaba su hermano les superaban más allá del espectro de impotencia ocupado por las palabras y el piso en que vivían.

Cuando el fuego del soldador de Rye se consume y se apaga las puertas de "La Cronus" se abren, es en ese momento como si se sintiera la exhalación de una bestia dormida, unas fauces que se abren hacia la oscuridad y lo desconocido. Al igual que el mecanismo de la puerta, los sensores de proximidad y los recicladores de aire parecen o reconocer nuestra presencia, eso descartaba en gran manera la supervivencia de la tripulación. Ya no sería una misión de rescate, era una misión de recuperación, cosa que alegraba a Cham, ya que su amiga podría regresar a casa con los bolsillos repletos de dinero.  

Son los haces de luz del casco de nuestros trajes lo que ilumina los pasillos por los que hemos de acceder al monstruo mecánico, cabía la posibilidad de que nos perdiésemos algo de camino al puente si no andábamos con cuidado. Señalando con la mano hacia las marcas en las mamparas, el técnico hace una pregunta de la que podría depender la supervivencia de todos. - ¿Llamamos a eso falta de mantenimiento o decimos que algo con lo que trasteaban se les fué de las manos?. Antes de que respondan a su pregunta, Cham avanza un paso hacia Rye. - Mas o menos he venido para eso, aunque supongo que otro par de manos no estarían de mas. 

La oscuridad atravesada por rayos de luz provinentes de los cascos del traje espacial se extendía por aquel sarcófago flotante. Nadie en décadas había pisado esa nave a la deriva, llena de secretos, que una corporación fascista les había enviado a reclamar para su imperio. Y ellos eran los que penetrarían en la oscuridad, a merced de los rebeldes, los experimentos fallidos o la muerte que se había adueñado de aquella nave que habría albergado decenas de almas.

Era como el depredador adentrándose en terreno desconocido. Trató de agudizar la vista atento a cualquier movimiento en los oscuros pasillos que se abrían ante ellos. Con el arma bien sujeta entre sus manos y dispuesto a abrirse paso en esa jungla de metal y oscuridad impenetrable.

- Puedo escoltaros hasta la sala de máquinas. ¿Alguien puede orientarse en esta chatarra?

-Hmm... ¿Creéis que es buena idea que nos separemos? Davis, ¿cuánto tiempo crees que aguantarán las dos naves en esta posición? -Dijo Wilson haciendo de tripas corazón al encontrarse en el interior de la Cronus. 

Previamente estaba decidido, pero al cruzar aquella pasarela con vistas, al esperar en silencio a que Rye abriera la puerta durante unos tensos minutos mientras miraba de vez en cuando a la Montero, la valentía se fue diluyendo ¿Volvería a pisarla? Era algo que le preocupaba, ya que era vital que así fuera.

-Bueno, en tal caso, me iré con la capitán. Será mejor que nadie ande sólo por ahí. Ojalá que este trasto funcione. 

- Yo puedo.- Comentó Rye por si la respuesta no era obvia. Comenzó a moverse despacio, esperando a que, quienes fuesen con ella, no la perdiesen de vista. - Tenemos que bajar hasta la cubierta c. Allí se encuentra el reactor y su sistema de control. Veremos si podemos reactivarlo, cosa que dudo tras todos estos años, o si al menos queda algo de energía para activar los sistemas de emergencia.

- El puente está en la cubierta B. Le puedo dar instrucciones de cómo llegar sin problema una vez que bajemos, si es que prefiere intentar revisar cómo está la cosa por allí.- Comento Rye a la capitana, sin girarse, mientras comenzaba a bajar por la escalerilla que bajaba a dicha cubierta intermedia. - Una vez bajemos solo tiene que caminar hacia el norte hasta darse de morros con el parabrisas.- No pudo evitar contener una sonrisa.

Tras confirmar el plan a seguir y comprobar que los comunicadores funcionaban correctamente, el grupo al completo comenzó a descender lentamente por la escalera que tenían frente a ellos. La habitación en la que se encontraban cumplía la función de enlace entre las distintas cubiertas. Tal y como habían visto en el mapa, era una sala idéntica en las cuatro cubiertas y unidas entre si por las escaleras que ahora recorrían poco a poco.

Llegaron así a la sala de enlace de la cubierta B, una habitación mucho más amplia que la anterior, de planta rectangular, paredes grises con tuberías que las recorrían por completo. Un mensaje en la pared anunciaba “Deck B”. Según había comentado Rye, en esta planta era donde se encontraba el puente de mando por lo que la capitana y el hombre de la compañía se separaron de la escalera y tras hacer un gesto al resto del grupo, vieron como el resto del equipo seguía su descenso a las tinieblas. Cuando el último haz de luz procedentes de las linternas desapareció por el hueco de la escalera, las sombras los envolvieron, rotas solo por los pequeños focos de sus cascos que intentaban combatir aquella inmensa negritud.

Nuevamente, disponían de varias puertas, situadas al norte, al sur, al este y al oeste. Los mapas indicaban que el puesto de mando se situaba al norte por lo que ese fue el rumbo que pusieron. Una negra puerta les impedía el paso. De manera instintiva, Miller pulsó el botón de apertura y el acceso se abrió a ellos lo cual los reconfortó algo. Parecía que la nave no estaba sin energía, solo operando con la de emergencia. Tal vez hubiera esperanza.

Un ancho pasillo se abrió ante ellos, que discurría perpendicularmente a ellos, recorriendo la nave de izquierda a derecha. En frente, la puerta que llevaba al puente de mando, pero no fue eso lo que les llamó la atención, sino lo que se encontraba en el suelo frente a ellos. La misma extraña neblina parecía invadir ese lugar y por el suelo podían ver unos extraños hongos pequeños, como hinchados, de color gris azulado claro que parecían palpitar como si respirasen. Ambos se miraron intentando encontrar una respuesta a eso pero ninguno había visto algo así jamás. Lo que si era cierto es que se encontraban entre ellos y el puesto de mando.

Y siguieron descendiendo por aquel camino, como si se estuvieran introduciendo en las tripas de alguna bestia, el silencio era casi absoluto, roto solo por el crujir de algún metal o un eco producido seguramente por alguna máquina. Finalmente llegaron a la Cubierta de carga tal y como anunciaba pintado en la pared “Deck C”. La sala era igual que por la que habían entrado, de forma octogonal y con puertas al sur, al este y al oeste. Al norte podía verse la puerta de un elevador que llevaría seguramente hasta la bahía de atraque.

Rye comprobó los mapas descargados de La Montero e hizo unas señas al grupo para que avanzasen por la puerta sur. El camino se abría entonces a izquierda y derecha, para luego girar ambos hacia el sur, donde también se encontraba su objetivo. Alguna luz de emergencia parpadeaba esporádicamente, dibujando formas en las sombras que les rodeaban.

Todo parecía en calma y eso era lo que ponía más nervioso al grupo ¿Qué había ocurrido aquí? ¿Dónde estaba todo el mundo? ¿Y por qué les tocaba a ellos comerse semejante mierda? Entonces giraron la esquina y la luz de sus linternas alumbró algo que les hizo contener la respiración y ahogar un grito.

Frente a ellos, con la espalda apoyada contra la pared, se encontraba un cuerpo aparentemente humano, con los brazos caídos a los lados y las piernas en una posición extraña. Pero lo que les hizo aguantar una arcada era el hecho de que le faltaba gran parte de la cabeza que estaba reventada. Trozos de cráneo y masa encefálica permanecían pegados a la pared, congelados en el tiempo por las bajas temperaturas de la nave.

Junto al cuerpo, muy cerca de su mano derecha, pudieron ver una escopeta modelo 37A2 y por la posición, bien parecía que el pobre diablo la había usado para dispararse.

Rye había visto a incautos morir por culpa de un mal sellado durante la despresurización e incluso (solo una vez, y desde lejos) por culpa de la extrema gravedad y atmósfera de un planeta. Son imágenes que recordaría toda su vida, pero el resto de difuntos a los que había visto, habían muerto por enfermedad o por causa de la propia vida. Nunca había visto a muertos por arma de fuego, menos a suicidas (Al tío Martin solo lo vio un par de veces en su vida y... No lamentaba que se hubiese ahorcado). 

Ella no iba a tocar el arma.

¿Qué diablos le habría llevado a aquello? 

Los efectos del tiempo y la iluminación daban un aspecto casi poético a los restos, pero Kayla sacudió la cabeza. Una persona normal NO piensa cosas así. Una escenita con su padre, cuando era adolescente le vino a la cabeza, antes de bajar la vista y abrir el canal de comunicación con el resto de la tripulación.

El chisporroteo de la radio hizo dar un respingo a Miller y Wilson que les pilló de improviso la comunicación. Era la voz de Rye la que sonaba

- Capitana. Hemos encontrado los restos de... De un suicida. Parece haberse volado la tapa de los sesos con una escopeta en mitad de un corredor.-

Tras dar tan inquietante mensaje, el silencio volvió ha hacerse

Separarse no era agradable ante la tensión del momento, pero acompañar al resto a la sala de máquinas para ser solo sus palmeros no tenía ningún sentido, así que su sitio estaba con Wilson en en puente intentando descubrir qué había pasado. Confiaba en que los técnicos pudieran hacerse cargo de los generadores.

Descubrir que seguían teniendo un mínimo de energía fue un soplo de aire fresco. Justo cuando empezaba a cuestionarse si estaría funcionando el soporte vital se encontró de frente con una formación extraña de hongos. Eran de un color grisáceo y como nada que hubiera visto en su vida. Era como si estuviera respirando. En cualquier caso, tocarlo sería una estupidez, así que la capitana intentó abrirse paso hacia el puente de mando sin tocarlo.

- Ten cuidado con eso, Wilson. No tenemos ni idea de si es algún cultivo de laboratorio que se haya liberado. - Fue entonces cuando les llegó una transmisión de Rye. Habían encontrado a un tripulante que se había suicidado con una escopeta. Sacar conclusiones tenía poco sentido ahora mismo ya que podía haberlo hecho por cualquier motivo, o eso se decía a sí misma Miller mientras abría la comunicación.

- Joder. Recabad toda la información que podáis, pero centraos en conseguirnos algo de energía. Nosotros hemos descubierto que de camino al puente hay energía de emergencia, pero también hemos encontrado algo. Se trata de unos hongos muy raros, de un color gris y parece que... palpitan. Si os lo encontráis evitad el contacto, no sabemos si algún cultivo del laboratorio se liberó por la nave ni si puede ser nocivo.

Ninguna respuesta llegó a los oídos del técnico, ninguno de sus compañeros quería conjeturar que había hecho esas marcas en los metálicos pasillos de la nave. Impelidos por la necesidad de abarcar la mayor parte de "La Cronus"  en el menor tiempo posible, la tripulación había tomado distintas direcciones una vez habían llegado a uno de los enlaces de entre cubiertas. La nave era enorme, y Lyron se alegraba de que Rye supiese orientarse también solo observando el bosquejo de un mapa.

El silencio se había implantado entre nosotros, siquiera Davis hacía una de sus típicas bromas para romper el hielo, éramos solitarias luces en una inmensidad de oscuridad, pero eso cambiaría si conseguíamos despertar a la bestia dormida. Nuestro primer encuentro con la tripulación, no era el que Cham esperaba, aunque hacía mucho que el técnico había descartado la idea de encontrar alguno vivo, el espectáculo dantesco que se presentaba ante ellos, hacía que se le revolviesen las tripas.

Lo primero que hace el técnico es negar con la cabeza ante el cuerpo del hombre muerto. - Si ha buscado el suicidio, es que ha perdido su fe en el señor. Añade Lyron mientras piensa como pasarían las cuentas de su rosario entre las manos. - Deberíamos recoger el arma, supongo que la capitana querrá controlar todas las armas de fuego de esta y nuestra nave. Sabía bien lo restrictivas que eran las corporaciones con el transporte y uso de armas en el interior de sus naves, no quería que un malentendido diese al traste con nuestra expedición de recuperación.

Tras una breve pausa, el intercomunicador resonó con la voz de la capitana:

- Joder. Recabad toda la información que podáis, pero centraos en conseguirnos algo de energía. Nosotros hemos descubierto que de camino al puente hay energía de emergencia, pero también hemos encontrado algo. Se trata de unos hongos muy raros, de un color gris y parece que... palpitan. Si os lo encontráis evitad el contacto, no sabemos si algún cultivo del laboratorio se liberó por la nave ni si puede ser nocivo.

Tras este mensaje, el comunicador queda en silencio

Kayla tomó buena nota de aquel enigmático comentario sobre los hongos. Puta corporación, putos experimentos en el espacio profundo. Putas armas biológicas. Puto TODO. 

No era raro que en las secciones públicas de los muelles se encontrase con testigos de Jeová, born again christians o miembros de nuevos cultos codeándose con conspiranóicos y sindicalistas quemados repartiendo panfletos sobre creencias, derechos vulnerados o extraños rumores sobre los experimentos que las distintas corporaciones llevaban a cabo en el anónimo y silencioso manto infinito de aquel tapete de terciopelo negro lleno de agujeros por el que se deslizaban con sus ridículas planchas humeantes a las que llamaban naves. 

Solía coleccionar aquellos panfletos, a veces eran de gran ayuda para echarse unas risas entorno a la mesa del comedor, bebiendo los horribles destilados que algún otro mecánico se había dedicado a elaborar aprovechando sus largas estancias en sueño criogénico, pero ahora mismo la idea de capear con 'Hongos sintéticos que haciendo enloquecer a una tripulación arrastrándola al homicidio, canibalismo y suicidio' no era capaz de soportarla por mucho alcohol que le ofreciesen. 

- Estamos muy por encima de la cabeza de tu dios, Cham.- Comentó a su amigo, tratando de que su arranque de sinceridad no le molestase. - Hay lugares a los que la fe no llega sin una fuerte señal de wifi.- Aquello era una referencia a los beatos adictos a ls representaciones virtuales de la Pasión y otros capítulos truculentos de la Biblia, que gastaban todo su ancho de banda en conseguir la mejor definición de la sangre de Cristo golpeando sus mejillas. 

Mientras tomaban la escopeta, ella dio la espalda a sus compañeros y continuó avanzando por el camino despacio, ahora prestando mucha atención a no pisar posibles brotes de aquellos hongos a los que se había referido la capitana. - Vamos, chicos.- Ahora mismo el dinero no le podía importar menos, solo le importaba todo el puto tiempo que estaban perdiendo, y los posibles peligros a los que se exponían.

John iba mirando hacia todas partes. Caminaba tras Miller en dirección al puente después de bajar a la cubierta B. Se alegró como la capitana al ver que aún quedaba energía de emergencia. Eso facilitaba muchos las cosas. Se oyó a sí mismo expulsar aire por el alivio experimentado. 

Un poco más adelante, aquellos extraños hongos. -Joder, ¿has visto eso? ¿En qué narices estarían trabajando? -Se detuvo frente a ellos. Cubrían una gran zona y había que pasar por allí obligatoriamente. Miró cómo Miller se movía ágilmente y los evitaba.

Al oír lo del suicidio, John tragó saliva. Aquello empezaba a ser serio ¿Por qué alguien se suicidaría en mitad de un pasillo? Sin embargo, justo cuando la capitana terminó de hablar por radio con los demás, ésta pudo oír un "Oh, oh... Mierda" proveniente de Wilson. El hombre había saltado para salvar los obstáculos, pero durante el trayecto se dió cuenta de que no había calculado la altura correctamente y había golpeado un par de hongos con una de sus botas, aunque no fue consciente hasta que no terminó su movimiento. -Miller. -Hizo una pausa de un par de segundos. -Creo que los he tocado.

Avanzaron por las salas metálicas surcadas de tuberías, como los nervios y arterias de un gigante dormido. Cuando se separaron un infinito de oscuridad apenas iluminado por los focos del casco los recibió con su frío abrazo. estaba adentrándose en lo ignoto, podía sentir cada fibra de su ser en alerta. Trataba de escuchar los ruidos de ese gigante muerto y sus ojos atentos a cada sombra que podía convertirse de golpe con un enemigo.

Esos momentos le hacían sentirse vivo, y cuando apareció el cuerpo con los sesos convertidos en puré de gelatina estuvo a un segundo de convertirlo en cerdo asado. Levantó la boquilla de su incinerador y sonrió ante los comentarios de sus compañeros.

- Hay leyendas de pilotos que pierden la cabeza en el espacio profundo. La fiebre del piloto lo llamaban. Aunque la presencia de los hongos palpitantes pueden ser la causa de sus delirios. Con suerte podremos ver algunas de esas monstruosas setas palpitantes. Puede que sean el motivo de todo este lío. Hongos utilizados como armas biológicas y bueno, algo salio realmente mal.

Siguió a sus compañeros dispuesto a adentrarse en lo que fuera que escondían esos laboratorios. Una simple misión de carga y descarga se había convertido en una misión peligrosa de recuperación de material peligroso. Solo faltaba un buen tiroteo con algún tripulante enajenado. Dios a veces amaba los métodos draconianos de la corporación.

- Te cubro las espaldas Rye, lo que se mueva lo frío. Luego ya nos preocuparemos de saber que o quien era.