Partida Rol por web

No me esperaba el beso y cuando se produjo, abrí los ojos como platos y miré al informático con gesto de sorpresa, sin mover los labios ni tampoco el resto del cuerpo.

La confusión momentánea hizo que permaneciera en posición de estatua, echada hacia delante, mientras Neil terminaba con su particular broma, y durante unos instantes, sospesé si romperle la nariz o propinarle una buena patada entre las piernas. Sin embargo, me encontraba en aquellos momentos más relajada, incluso aliviada, tras la conversación con Kahris, por lo que en lugar de reaccionar de manera agresiva, simplemente lo miré y adopté gesto de animal abandonado.

-Oh, eso es... terrible. Tendré que aprender a vivir con ello -dije, manteniéndome muy seria. En el fondo, Neil era como un crío y no era capaz de comportarme con él como si fuese un adulto -. Jamás te olvidaré, cariño. Espero que encuentres lo que buscas.

Tras decirle aquello, me di la vuelta para reunirme con Kharis, sonriéndole en modo "es solo un niño".

No esperaba nada de aquello y todo me resultaba difícil de digerir, más aún cuando Neil besó a Chandrelle. No solo me quedé blanco, sino que sentí como mi alma se me caía a los pies. Mi cuerpo pedía salir de allí, pero era incapáz de moverme. Nuevamente aquellos sentimientos se alzaron dentro de mí y, simplemente, quería estar solo.

Y tras aquel beso escuché las pablabras del informático despreciándola de manera sutil, cuando hacía dos minutos se la comía con los ojos y sentí la necesidad de decirle que valía mucho más de lo que él pensaba. Pero mi corazón se agitaba con fuerza en mi pecho y sabía que no debía hablar.

Y escuchar a Chandrelle soltar aquella respuesta, como si realmente hubiese habido algún chispazo en ellos. Yo no podía hacer ni decir nada. Ella era tan libre como yo y no podía meterme en eso, pero dolía. - Gracias agente Pjakovsky. Ya me avisará de los resultados. - Dije tratando de mantener al menos un tono neutro.

Sólo quedaba hablar con la jefa y volver a Sarnis y me giré para abrir la puerta y vi la sonrisa de Jones, la cual, dolido como estaba no supe ni quise buscar interpretación alguna. No sabía que había pasado entre los dos y quizás ella estaba feliz tras aquel beso, pero no quería saber nada al respecto.

No quería hablar, pues sabía que mi tono de voz me delataría, pero debía informarle a Jones de lo que hicieron aquellos dos cabrones y de lo siguientes pasos a seguir. Amabilidad no iba a salir de mí. Por mucho que la tuviese marcada en mi cabeza, esta vez había dolor de verdad en mí. Así que mi voz sonó en un tono neutral, casi frío. - Después de ver a la jefa para que nos de cohartada frente a asuntos internos por el motivo por el cual regresamos a Sarnis, iremos en busca de los nombres de la lista que nos dió... - El traidor. - ... Neil y esperemos que todo salga bien, sin más muertes.

» Y hablando de muertes. Grikhvili y Mills, cuando nos visitaron en el piso del asesino... debieron hacer que el equipo de asalto detuviese el RCP del por aquel momento, mortalmente herido, dejándole morir y sin su testimonio, pues el agentre Crews me recordó que el protocolo es hacer el RCP hasta que el equipo sanitario llegue al lugar y diga si se puede seguir o no... y lo detuvieron mucho antes... así que debemos andarnos con cuidado con ellos. Irán borrando todo lo que puedan a su paso... - Le dije a Jones sin atreverme a mirarla ni una sola vez.

La imagen de la toalla se había esfumado y ahora en mi mente solo estaba una y otra vez aquel asqueroso beso con Neil.

Neil hizo un gesto tratando de simular un puchero y entonces, justo después, soltó una risotada.

- Me gusta su compañera, agente Daeric. - Le dijo sonriente. - Tiene mucho más sentido del humor que usted. ¡Ja, Ja! - Asintió varias veces con la cabeza. - Suerte con lo suyo. En cuanto tenga algo encenderé el haz de luz con la silueta del murciélago. - Bromeó eufórico. 

Finalmente salieron del oscuro zulo con olor a cerrado de Pjakovsky y se dirigieron a estancias superiores de la OFI, allí donde los jefes tenían sus despachos con amplios ventanales, iluminación adecuada y un aire para nada viciado. Al llegar frente a la puerta de la jefa de la División de Homicidios, ésta estaba cerrada y cuando Kharis tocó a la misma y abrió, Thaallasvashj estaba reunida con el Director de la OFI Thertor A. Cas. Phiachel les hizo esperar un rato, casi media horas hasta que Cas salió de su despacho y al pasar por el lado de los agentes, les saludó con un leve cabeceo de cabeza, para finalmente perderse hacia el fondo del pasillo.

- Pasen agentes. - Les invitó a entrar en su despacho la jefa y eso hicieron. - ¿Hay novedades? - Les preguntó, pero entonces, al examinar sus rostros se puso más seria. - No... quieren pedirme algo... - Tomó aire profundamente. - Suéltenlo...

Cuando me volví hacia Kharis vi que su rostro estaba particularmente estoico. Aún lo conocía poco, pero en el tiempo que habíamos estado juntos, había sido capaz de percibir en él ansiedad, irritación, confusión, comprensión... y en aquel momento, no era capaz de entender su significado. ¿Estaría molesto? Todo aquello había sido una broma, lo que al final había dejado claro el propio Neil, que actuaba como un niño. 

Entonces lo pensé, de pasada. ¿Le habría molestado que me besara? ¿Serían celos?

Aquella posibilidad estaba ahí, desde luego, y mientras caminábamos por los pasillos, lo miré de reojo, intentando discernir lo que le sucedía.

-¿Se encuentra bien, agente Daeric? -le pregunté finalmente.

Pero teníamos trabajo que hacer. Aquello podía ser personal y quizás lo que estuviese haciendo era intentar separar ambas cosas. En ese caso, era mejor centrarse en nuestra obligación.

Asentí en silencio a lo que me iba diciendo, al estar de acuerdo con él.

-Está claro que cuanto más los empujemos, medidas más drásticas se verán obligados a tomar. Necesitamos mantenernos al margen hasta que lo tengamos todo atado -comenté, fijándome en que Kharis no me había mirado de una sola vez.

De verdad que parece que esté molesto conmigo. Sí que da la sensación de estar irritado por ese beso.

El despacho de la jefa estaba ocupado en aquellos momentos, así que tuvimos que esperar, a la vista de todos, fuera. Normalmente, eso no era un problema, pero me pregunté si el que los demás nos viesen así sería algo bueno. Quizás la jefa estuviese recibiendo alguna clase de presión desde más arriba. Al ver salir al Director de la OFI, temí que se tratase efectivamente, de algo así.

La jefa nos recibió con amabilidad, pero parecía esperar nuestra llegada.

-Tenemos algunos nombres nuevos, Jefa, pero aún debemos investigarlos. De todas maneras, lo que nos preocupan son esos dos agradables agentes. Debemos asegurarnos de que sepan que... no somos una amenaza, como por ejemplo, si tenemos que regresar a Sarnis. Deberíamos hacerlo por algún motivo concreto.

Caminaba molesto por lo ocurrido y Jones, a quien no se le escapaban muchas cosas, se dio cuenta de que algo me ocurría.

- No se preocupe, agente Jones. Es solo algo... pasajero. - Dije manteniendo mi mirada al frente, tratando de borrar de mi cabeza lo ocurrido. Al menos Neil solo se burló de mi poco sentido del humor y no fue capaz de ver más allá.

Claro, que estaba ocupado comiéndole la boca a Chandrelle y ella a él para darse cuenta de lo que ocurría junto a ellos... - Olvídala, es tu compañera y son solo dos años más los que te quedan para jubilarte y empezar tu vida. No la cagues ahora. - Me dije a mí mismo tratado así de evadir aquellos pensamientos intrusivos.

Desde luego, prefería la imagen de verla con la toalla puesta. Era infinitamente menos molesta.

- Sí, así es. - Respondí a Chandrelle a sus palabras. Era como una respuesta automática a algo que no había escuchado si quiera. Iba a ser difícil lidiar con aquella nueva imagen.

La espera en el exterior del despacho de la jefa, no hizo más que alterar mis nervios. Yo, que era siempre un remanso de paz, comenzaba a pasear de un lado a otro como un león enjaulado. Inquieto e incapaz de sentarme y relajarme un poco. - Y el día acaba de empezar...

Y por fin salió el director a quien saludé con un escueto buenos días y entré detrás de Jones, quien habló antes que yo, mientras que en mi cabeza trataba de poner de nuevo algo de orden. - No es que sea que por ejemplo tengamos que volver a Sarnis. Es que debemos volver a Sarnis. - Corregí con algo de tensión en mis palabras a Jones. No quería hacerlo pero mi estado me superaba. - Lo que tenemos aquí está atado, las pruebas y todo, no podrán acceder a ello. Esta vez no. Además, estoy seguro de que hicieron que las fuerzas especiales detuvieran el RCP al sospechoso y le dejasen morir para tener el cabo atado, pues el protocolo indica que solo los sanitarios son quienes deben decidir si se para y cuando. Así que debemos ir a Sarnis, con la cohartada de que vamos a hablar con la familia de Marie y a poner en orden el resto de cosas, como hablar con los testigos para que sepan que no necesitaremos su testimonio y agradecerle a la policía de Sarnis su colaboración, mientras vamos a por los nombres que tenemos.

» Son tres personas, pero no tenemos realmente nada con lo que detenerlas, salvo a dos de ellas, que se les podría acusar de comprar sustacias de dudosa legalidad. Pero en cuanto saliese esa orden, los agentes aparecerían en Sarnis... así que tendremos que hacerlo todo de una manera menos... creo que sabe por donde voy. Es el precio a pagar por sacar la basura, jefa Thaallasvashj. Pero todo quedará legítimo y se podrá llevar a juicio al terminar... Solo que esta vez necesitaremos un coche preparado para que a quien se le arreste, se le pueda dejar atrás encerrado sin temor a que escape y que conste que nos llevamos un turismo normal en los papeles... esos errores pasan...

La jefa de la División de Homicidios escuchó atentamente a sus dos agentes de campo. Era cierto, estaba todo bastante atado. El caso de Marie Penwater parecía resulto y con suerte, resolverían también el caso de las desapariciones de prostitutas en las que la policía local de Sarns les había pedido colaboración. Tan solo quedaba acabar de comprobar las pruebas con las que contaban, las marcas de sangre en los disfraces, los cd's con posible contenido inculpatorio y por supuesto la búsqueda de posibles pistas biológicas en el camión del presunto asesino. 

Y sin embargo, para aquellos dos agentes, el caso no acababa más que empezar a ver la luz, pues creían que algo mucho más gordo estaba detrás. ¿Una secta? ¿Una serie de asesinatos rituales? ¿Juegos de magia oscura? ¿Un sacrificio? ¿Una invocación? Todo podía ser y también podía ser cualquier otra cosa. No obstante, las pistas eran las que mandaban y por el momento, los polvos de Ibn-Ghazi, las marcas arcanas de los marcos de las puertas ventanas, el círculo protector del suelo de la granja o los restos de una persona "estallada", en aquel extraño escenario, indicaban que el caso no estaba todavía resuelto.

- Tiene mi permiso, claro. - Les dijo la jefa. - La coartada es perfecta. Manténgame informada. - Se llevó la mano al mentón pensativa. - ¿Y esas tres personas... - Se mantuvo unos instantes en silencio. - ...se puede saber quienes son?

- Arti Gumshoe y Anna Vixen son quienes están vinculadas a una web y sus nombres relacionados con el círculo digamos, especial de quien paga todo eso: el señor Warren Bedford. - Le dije en confianza a nuestra jefa. - Por supuesto hay un par de nombres más que podrían ser investigados, pero nos dieron esos dos en relación a Bedford.

Y miré a Jones por un segundo y la imagen de ambos besándose volvió a mi cabeza.

- Por... por eso necesitamos un coche... - Tibuteé un tanto hasta que aquella imagen se disipó del todo. - ... en el cual podamos mantener a los detenidos dentro. Así, cuando la detención sea oficial, ya tendremos a los tres con sus declaraciones hechas y no podrán venir a rescatarlos ni a ejecutarlos, como me temo que pasarán. A fin de cuentas, creo que son quienes están detrás de las prostitutas desaparecidas.

» El asesino de Marie Penwater era quien las escogía y se las llevaba con él, se divertía con ellas y luego se las entregaba a Warren Bedford y no se volvía a saber de ellas. - Dije evitando hablar de magia, aquelarres, zombis y cosas por las cuales la jefa acabase quitándome el caso. Pero en el fondo sabía que eso era lo que hacían con ellas. Usarlas para esos rituales mágicos en la granja de Herbs. Su confesión nos bastaría. - Salvo que encontremos otra manera de detenerles sin que los agentes de asuntos internos involucadros en esto, se enteren y en Sarnis no tenemos tanto poder como aquí. - A Neil le iba a costar tapar aquello pero es que además, ahora no me apetecía verle y menos acompañado de Jones...

- Bien. - Dijo mientras asentía con la cabeza. - Evidentemente pueden coger un vehículo con mampara para detenidos, pero... - Negó con la cabeza. - Siguen siendo tres y ustedes únicamente son dos agentes. - Chasqueó la lengua. - Quizás debiéramos involucrar a la policía de Sarns. Al fin y al cabo, creo que nos deben una. - Dijo seriamente. - Aunque les dejo a ustedes la decisión. Y... - Se puso a teclear en el ordenador en busca de datos sobre los tres individuos. - Voy a comprobar que no tengan antecedentes. 

La jefa estuvo buscando durante unos momentos, hasta que finalmente se llevó la mano a la boca y se quedó unos instantes en silencio. Luego alzó la vista y miró a sus subordinados con expresión de cierta confusión.

- Warren Bedford y Anna Vixen no tienen nada. - Dio varios golpecitos con el dedo sobre su mesa. - Arthur Gumshoe en cambio, fue... - Tomó aire. - Fue agente de la OFI. Me sonaba su nombre. Ahora lo recuerdo. Ya hará unos quince años, quizás alguno más... - Miró a Kharis. - ¿No le suena a usted? - Negó con la cabeza. 

Y no, no le sonaba. Si hacía unos quince años o quizás más desde que ese hombre dejara el cuerpo, él estaría empezando y sus primeros años fueron mucho de documentación y prácticamente no se codeó con nadie.

- Él era precisamente el compañero de Mills. - Desveló. - Esto se complica... - Chasqueó preocupada la lengua. Entonces abrió un cajón de su escritorio y sacó un paquete de tabaco, agarró un pitillo y lo encendió dando una profunda calada. Lo cual dejó desconcertado a ambos investigadores, pues no sabían que su jefa fumaba. - Artie se metió en una serie de casos extraños. Sucesos paranormales y esas cosas. Artie era el Daeric de la época, para que nos entendamos. - Miró fijamente a Kharis. - Mills logró que acabase fuera y así se ganó su plaza en asuntos internos. De hecho Mills debería estar jubilado ya, lleva más de treinta años de servicio en la OFI y aún así, no parece que el día de su jubilación vaya a ser pronto. - Miró entonces a Chanderlle. - Deben ir con mucho más cuidado del que han tenido hasta ahora. Esto se ensucia. - Entonces pareció recordar algo. - Ahora que pienso... - Asintió con la cabeza. - Creo que... - Tecleó en el ordenador y tras unos momentos asintió de nuevo con la cabeza. - Artie tiene una agencia de detectives privados y en ella están en nómina un tal Warren Bedford, una tal Anna Vixen y... - Volvió a llevarse la mano al mentón. - ...otra mujer de la que nada sabemos. Rachel Hemingway. - Miró a los dos agentes. - Todos ellos tienen carné de detectives privados. 

Guardé silencio ante las palabras de la jefa y negué con la cabeza cuando mencionó a Arthur. Ni me sonaba y de haberle conocido no me acordaba. De hecho ni recordaba que Mills estuviese en la OFI como agente.

Entonces habló de Arthur y los casos extraños, comparándolo conmigo, pero en otro tiempo...  - No me digas más. Arthur el Espeluznante. - Dije visiblemente molesto. 

Primero Jones, luego Neil y ahora la jefa. - ¿Es el día de las puñaladas a Daeric? ¿Cómo va? ¿Pides un café en la cafetería de la OFI y ves si te ha tocado el boleto? - Apretaba los puños, tenso. Tanto que mi mandíbula chirrió y cuando sentí que iba a quebrarme, opté por salir de allí.

- Con permiso, creo que me sentó mal el desayuno. - Y sin esperar respuesta, con la visión de Neil besando a Jones y ahora con el indulto por parte de mi superior, salí disparado del despacho cerrando de un portazo.

Apresuré mi paso hasta el baño y me aseguré de que no había nadie antes de golpear con mi puño izquierdo en una de las puertas. Sentí como algunos de mis dedos se desencajaban y el dolor que sentía dentro de calmaba.

Pero eso no impidió que rompiese a llorar ni que siguiese sintiéndome una mierda. Hasta Jones prefería a Neil antes que a mí.

Estiré mis dedos uno a uno, volviéndolos a colocar en su sitio y entré en un baño. No quería que nadie me viese así, solo me faltaba eso.

Para justificar mis lágrimas me provoqué el vómito y allí me quedé, llorando como un niño al que le habían quitado la pelota y ahora todos se burlaban de él.

Si formaba parte de la OFI, tenía sentido entonces todo lo que estaba sucediendo. Cuando confirmó que había sido compañero de Mills, todo quedó bastante bien atado. Debía haber una razón por la cual se nos había empujado y empujado para que dejásemos el caso tranquilo, y eso era algo para preocuparse.

Sin embargo, tampoco dispuse de mucho tiempo para darle más vueltas, porque la reacción de Daeric fue... inesperadamente rabiosa. Parecía haberse irritado por el comentario de la jefa, cuando realmente, había dejado claro que nos apoyaba, hasta el final, y en la medida de sus posibilidades. Entonces, ¿a qué se debía aquello?

OBservé fijamente a Daeric mientras parecía descomponerse por segundos. Fui a agarrarle el brazo, preocupada, cuando de pronto, salió del despacho dando un portazo.

Confundida, me giré hacia la jefa.

No iba a darle vueltas sobre lo mismo de antes, pero cada vez estaba más convencida de que la reacción de Kharis se debía a un asunto de celos. Quizás no me viese solo como una compañera sino también como mujer. Eso en parte me satisfizo... pero también despertó los nervios en mi estómago.

¿Qué debía hacer con eso?

Ya lo resolvería más tarde, porque en esos momentos, había mucho que hacer.

-Es culpa mía, jefa -le dije finalmente -. El agente Daeric ha estado sometido a mucha tensión y ha sido muy paciente y comprensivo conmigo. El caso está siendo muy complejo y más peligroso de lo que esperábamos y... bueno, a veces el cansancio nos vence. Pero estoy segura de que estaremos bien. Dígame, tenemos alguna información adicional sobre esa Hemingway. En todo caso, quizás deberíamos hacerle una visita, o realizar una pequeña vigilancia para ver qué se trae entre manos. ¿Tiene su dirección?

Con todo lo que teníamos que hacer en Sarns, ahora descubríamos que también había mucho que investigar por allí, porque era tan importante acabar con el caso como detener a aquellos que intentaban desviarnos de él. Pero sobre todo, estaba el averiguar la razón que había detrás de todo aquello.

- Ahora lo miro... - Tecleó varias veces en el ordenador. - Ella es natural de Burt y... - Se concentró en la pantalla. - Al parecer sigue viviendo allí. Su dirección es en la calle "Trece"" número 24. - Asintió. - Es una planta baja. Tenemos un teléfono 555-763903, por si quiere llamarle. 

Thaallasvashj siguió tecleando en el ordenador durante un rato y el silencio. Fue entonces cuando sonrió levemente tras el monitor de televisión. 

- Tengo otra cosa. -  Miró por encima del monitor a Jones. - "Tras el Telón". - Dijo sin que aquello aportase demasiado a Chandrelle. - Curiosamente está en Bleach, misma comarca que Burt. Es donde está la agencia de detectives de esta gente. "Tras el Telón" se llama. Su sede está en calle Madre Perla 143 PBJ. Y tenemos un teléfono también. El 555-465002. 

Y allí estaba Kharis Daeric, hecho un manojo de celos. Toda su rocosa personalidad sin aparentes fisuras se había venido abajo en un abrir y cerrar de ojos. Había logrado mantener el tipo hasta ese momento, pero quizás la presión que había estado sufriendo durante las últimas horas había acabado de hacer mella en él. Por suerte, o por desgracia, nadie se había dado cuenta de como se encontraba realmente y si se habían dado cuenta de ello, nadie había salido tras de él con la intención de hacerle reflexionar, comprenderle o simplemente tratar de calmarle. Se encontraba solo y con los ojos enrojecidos en aquel maldito lavabo de la OFI, una OFI que parecía que cuanto más daba, más se empeñaba en destruirle...

Saqué una libreta y anoté las direcciones y todos los números correctamente. No me apetecía mucho pero siempre podíamos fingir contratarles para ver cómo eran y qué salidas ofrecían. También podíamos vigilarles para observar sus movimientos, que había sido mi primera idea.

Me pregunté por qué tardaba tanto Kharis. Debía intentar normalizar las cosas con él, pero resultaba difícil hablar de lo que había pensado, entre otras cosas, porque tenía menos práctica en situaciones como aquella que en montar en bicicletas con una sola rueda. Además, siempre había sido una nulidad en esas cuestiones.

Me guardé la libreta y miré a la jefa. Sus ojos parecían ver más allá de lo evidente, algo que era de esperar, pues por algo era nuestra superior. Tener aquel despacho no era solo cuestión de oportunidad, sino de habilidad. Yo, por ejemplo, nunca me sentiría preparada para asumir un cargo así. En cambio a Daeric sí que lo veía en aquel papel.

Intenté volver a centrarme en el caso.

-¿No tenemos nada sobre esa agencia de detectives, algún caso en el que se haya cruzado con nosotros, quizás, varios años atrás? No me creo que no haya nada en los informes sobre ellos, a no ser que se trate de una agencia relativamente nueva.

¿Por qué no vuelve Kharis?

Una vez me desquité lo suficiente, tiré de la cadena y miré mi mano. Se iba inflamando por momentos. Salí a lavarme y despejarme y de paso enjuagarme la boca, aunque no sabía para qué, puesto que nadie besaría a este sapo llorón y cobarde.

Dejé un rato mi mano bajo el agua fría del grifo, con la estúpida esperanza de que no se hinchase más. Pero solamente era otra ilusión más en mi vida. Otra que se iría por el retrete.

Más sereno, saqué un chicle de menta del bolsillo y me miré al espejo. Si antes era penoso, ahora sí era un perdedor. Dos años. Eso quedaba para jubilarme y pretendía meterme en un lío que de salir mal acabaría con mi carrera por completo, porque lo que era mi reputación ya estaba en entredicho por todos. Hasta la jefa me lo lanzaba a la cara.

No había respeto hacia mí.

¿Debería yo respetar al resto? Dos años... Toda mi vida en ese oscuro y húmedo sótano al que llamaba oficina. Resolviendo más casos que cualquiera, sobre todo cuando mi compañero me dejó por el bar y la botella. Dejándome el pellejo en las calles y agradeciendomelo así tras mis años de servicio. Con insultos y reproches.

Suspiré hondo y opté por regresar a la oficina. Pedirle disculpas a la jefa por mi comportamiento y mi malestar y acabar con todo aquello. Me debían vacaciones que nunca cogía, así pues terminar el caso y cogerlas sería lo más apropiado. 

Alejarme de Jones y olvidarla, deseándola suerte con Neil.

Y con eso en mente, llamé a la puerta de la oficina de la jefa, esperando a que me indicase que podía entrar. Luego descendería a mi basurero a por mí chaqueta y mis cosas e iría con Jones a finalizar el caso.

Al menos que no se dijese que no fui un perro fiel hasta vel final.