Partida Rol por web

Lo cierto fue que el primer caso de Daeric y Jones no llegó de forma inmediata. Pasaron varios días sin que les encomendasen caso alguno. De hecho, Chandrelle tuvo que regresar a ver al doctor Ellidor sin haber comenzado a investigar nada. Claro que salieron a la calle. Pasaban más tiempo entre los muros de la jefatura, que en la calle, archivando pruebas y expedientes, revisando casos y poco más, pero también salieron a patrullar, algo que hacía tiempo que ninguno de los dos hacía. Lo cierto fue que aquellas patrullas consistieron más bien en ir a merendar, tomar café o hacer recados de cada uno de ellos, pero sirvió para algo; empezaron a conocerse mejor.

Fuera como fuera, habían pasado unos diez días desde aquella reunión, cuando la Jefa de División los mandó llamar a su despacho. Ambos recibieron la noticia con expectación. Podía ser que por fin iban a tener algo que hacer, pero también podían ser malas noticias. Igual Cas se había replanteado el tema de dejarles salir juntos a la calle, o podía ser que habían hecho algo comprometido sin darse cuenta.

No lo sabían. Chandrella estaba más nerviosa que Daeric, pero estaba casi segura de que si les mandaban a llamar era para asignarles finalmente un caso y no para echarles la bronca. Al menos eso esperaba. Los dos se encaminaron hacia el despacho de su mando directo, no sin antes recibir la agente Jones unas palabras tranquilizadoras por parte de su compañero y finalmente, una vez frente a la puerta, tocaron y escucharon un "adelante".

El despacho de Phiachel Thaallasvashj ya lo conocían. Era un despacho como la mayoría. Estanterías llenas de archivos en las paredes, una ventana que daba al exterior con la típica persiana blanca que dejaba pasar la luz entre sus listones gracias a una varilla. Lo cierto era que el despacho de la Jefa estaba muy ordenado y su mesa, salvo por el ordenador, una lamparita, un cuaderno con anotaciones y su bolígrafo, estaba del todo despejado.

- Buenos días. - Les dijo muy seriamente, como era habitual en ella y lo hizo sin levantar la mirada de sus apuntes. 

La mujer estaba leyendo algo en voz baja, murmurando, mientras iba señalando con el dedo las palabras que iba leyendo. Alzó la mirada un instante, pero no la cruzó con las de los recién llegados. Apuntó algo en el ordenador. Tecleó con el ratón y entonces si, atendió a los agentes.

- Disculpen. - Dijo entonces. - Estaba acabando una cosa... - Se rascó la barbilla. - Tengo algo para ustedes. Es algo fresco. - Les reveló. - Tienen que ir a Herbs. - Herbs era una pequeña población a cuarenta kilómetros de distancia aproximadamente. Una zona rural donde raramente sucedía nada. - Han aparecido unos cuerpos. Dos, un hombre y una mujer. - Les aclaró. - La policía local ya ha acordonado la zona. Es en una granja, apartada del pueblo. La granja llevaba años abandonada. Pregunten al llegar allí. La granja de Rivks. - Carraspeó. - ¿Alguna duda?

Nuestro primer caso tardó en llegar.

En realidad, por momentos me dio por pensar que aquella reunión que tan positivamente había terminado, no había sido más que una forma de camuflar el desagrado que la agencia sentía por nosotros, por Daeric al no seguir lo que se esperaba de él y moverse en busca de quimeras y de mí, una agente caída en desgracia y poco confiable.

Cuando volví a la consulta de Ellidor, intenté no mostrarme demasiado pesimista, pero sin duda debió notarlo; tuvo que darse cuenta de que me sentía algo defraudada por al espera. La rutina del trabajo de papeleo no era precisamente una buena compañía para mi ánimo y no tardé en empezar a sentirme exactamente igual que antes de regresar: no parecía que estar allí fuese a marcar la diferencia.

Sin embargo, me mantuve en tensión y activa, y confiada, sobre todo gracias al agente Daeric. Él parecía estar más acostumbrado que yo a parones como aquel, así que le seguí la corriente y esperé... hasta que por fin llegó el día, o eso esperaba, porque tampoco las tenía todas conmigo.

Thaallasvashi era una agente que había ascendido a base de trabajo duro y determinación, así que cuando tenía que tomar decisiones difíciles, era muy capaz de tomarlas. El saber eso y mi propia inseguridad, fue lo que hizo que nada más entrar, empezase a notar aquel temblor tan característico en mis manos que a veces me daba; solía ocurrirme cuando algo me recordaba a mi pequeño, pero también en momentos de ansiedad, como aquel, y tan útil me resultaba tomar mis pastillas como mirar el sosegado rostro de Daeric, que fue lo que hice al entrar. Intenté concentrarme en su paz interior y esperar. No tenía nada que perder, después de todo.

Finalmente, tras una espera demasiado larga a que hablase con nosotros, nos dijo lo que queríamos oír... y respiré aliviada.

-Eh... sí, señora. Muertos... ¿cómo, según las primeras hipótesis? Y... ¿sabemos algo de ese lugar? Quiero decir... si hay alguna información en nuestra base de datos en relación a Herbs con otros casos similares -le pregunté.

Obviamente, ella no tenía por qué saberlo, pero como llevaba más tiempo que nosotros, quizás si lo hubiera, recordase algún problema parecido o que le hubiese llamado la atención. Por otro lado, cuanto más supiéramos antes de ir, mucho mejor, tanto en lo que se refería a lo que íbamos a encontrarnos como a cualquier otra cosa de interés.

- Aún no hay análisis del forense. - Respondió la Jefa de Divisón. - Pero según han dicho los agentes de la policía local, parece que... - Tomó aire. - Bueno, el caso es que el cadáver del hombre parece reciente. El de la mujer estaba en un avanzado estado de descomposición. Ambos cuerpos presentaban disparos en la cabeza. Recientes por lo que parece ser... - Puso los ojos en blanco y resopló. - Y no, no parece que Herbs sea el típico lugar donde pasan este tipo de cosas. Pero compruébenlo por si acaso en las bases de datos. Aunque lo primero es acudir al escenario del crimen. Les están esperando.

Diez días sin un caso nuevo al que poder seguir era demasiado tiempo. Seguía revisando casos antiguos sin cerrar, mirando archivos, reorganizando ideas e incluso a ratos investigando sobre Gea y su pasado olvidado. Me gustaba estar entre cuatro paredes, pero desde que probé la calle, era donde mejor me encontraba puesto que era donde podía aprovechar mi agilidad mental.

Durante aquel tiempo de encierro, observaba en silencio a la agente Jones. Eso no era lo que necesitaba para recuperarse. Lo sabía, lo veía en sus ojos. Necesitaba el aire fresco en la cara y que todo delante suyo cambiase con frecuencia para no sentirse como yo: encerrada y sin salida. Ya tenía bastante con lo suyo, como para que permaneciésemos más tiempo del necesario encerrados en la OFI.

Por fortuna, la primera vez que la sugerí salir a desayunar, aceptó con facilidad y desde entonces, nuestras salidas del edificio se hicieron más constantes y cómodas. Ambos necesitábamos respirar algo más que el aire viciado de la OFI y al menos en el exterior, nuestras mentes se aclaraban y compartíamos, no solo información sobre los casos que nos íbamos empapando de nuevo, sino que sobre nosotros mismos.

Eso nos venía bien, sobre todo a ella a quien enseguida vi como su seguridad iba mejorando poco a poco, al menos cuando se apoyaba en mí si la notaba menos nerviosa y eso era bueno para ambos.

Y llegó por fin el día en el cual nos asignaron un nuevo caso. Sabía que tarde o temprano nos darían uno, pero la verdad es que llegados a este punto, comencé a perder la esperanza y a creer que seguiríamos así el resto de nuestras carreras.

- Buenos días. - Dije nada más entrar detrás dela agente Jones y cerrar la puerta tras de mí y sonreí en silencio a mi compañera viendo que nuestra superior nos tendría aún un tiempo esperando allí.

La explicación de Thaallasvashj  fue escueta. Siempre lo era, sobre todo cuando no tenía más información que darnos en aquel momento. Algo que Jones no sabía y aún debía aprender. - Creo saber donde está. Cerca de ella hay un pequeño mercado donde venden productos locales.

De vez en cuando me gustaba pasear con mi coche por las carreteras y los pueblos vecinos y Herbs era uno de los que frecuentaba. Sobre todo aquel mercado al cual me gustaba ir de vez en cuando a comprar fruta o verdura de temporada.

- Podemos revisar esos datos por el camino, agente Jones. - Le dije con una sonrisa invitándola así a abandonar la conversación que estaba perdida desde que nos dio el caso. - Nos pondremos en camino ya mismo. - Le indiqué a mi superior para luego mirar con calma a Chandrelle. - ¿Conduces o conduzco?

Salvo con mi coche, me daba igual ir de conductor o no. Era más que evidente que si teníamos que llevar el mío no le permitiría a Jones ni a nadie, llevarlo. Jamás. Pero esperaba que nos diesen un coche de la agencia y al menos un portátil decente con el que trabajar, no como el último que me dieron. Debieron pensar que porque Fortnigar se pasase el día en el bar, yo estaría haciendo algo similar.

- Recojamos lo necesario y marchémonos. - Tenía ganas de llegar y empezar ya.

- Muy bien agentes. - Les dijo la Jefa. - Tengan cuidado allí afuera. Sin más, Thaallasvashj se despidió de ellos con un leve cabeceo y se giró de nuevo hacia la pantalla de su ordenador. Enseguida empezó a teclear y los dos agentes especiales.

Daeric y Jones salieron del despacho camino del aparcamiento subterráneo. Daeric ya llevaba las llaves de un coche oficial, un FORD que habían incautado años atrás y que el departamento se había quedado para el servicio de paisano. No era el mejor coche, pero les llevaría hasta Herbs en un abrir y cerrar de ojos... o puede que en un poco más que eso.

Ya en el garaje, se introdujeron en el vehículo y salieron del aparcamiento. Tenían casi una hora de camino en la que podrían tratar de buscar algo de información, aunque solo fuera por internet. El ordenador portatil que les había proporcionado la Agencia, sólo tenía intranet si estaba conectado a la línea wifi de la oficina, por lo que no iban a poder consultar expedientes internos sobre el lugar. Aunque lo cierto era que ya tendrían tiempo para ello cuando regresaran.

La ausencia de información era una de las cosas que peor llevaba. Me ponía nerviosa no saber qué era lo que iba a encontrarme y no disponer de una biblioteca de recursos con la cual responder ante ello. Sin embargo, Daeric parecía sentirse bastante cómodo con ello. Quizás era de los que argumentaban todo el rato que no deseaban desarrollar ninguna clase de idea preconcebida para poder analizar con la máxima objetividad los hechos, a partir de lo que encontrase directamente.

Era muy del tipo Sherlock Holmes.

Yo, en cambio, prefería prepararme al máximo.

Dos escuelas diferentes de pensamiento y de agentes de campo, si es que podía englobarme yo misma en esa categoría, algo que quizás fuese demasiado pronto para hacer.

En cualquier caso, sin mucho más que añadir, seguí a mi compañero afuera, asintiendo ante su sugerencia de que buscásemos más información fuera del despacho, como si no mereciese la pena entretenerse allí dentro más allá de lo que lo habíamos hecho.

Mientras salíamos, me preguntó sobre quién conduciría. Yo no estaba preparada para llevar un coche, no porque no pudiera hacerlo, sino porque no confiaba en que no me diese uno de aquellos ataques de ansiedad en cualquier momento o simplemente, porque después de tanto tiempo, quizás no estuviese preparada para una eventual persecución a toda velocidad.

-Será mejor que lo hagas tú. Si lo hiciera yo, puede que llegáramos dentro de una semana -le dije, intentando bromear al respecto, aunque con unas razones más que respetables sobre mi decisión.

Ni siquiera me fijé en que clase de coche era. ¿Un Ford? Había podido ser un Cadillac y ni siquiera habría notado la diferencia. El motor no era lo mío. Entramos y me dejé llevar por Daeric fuera del garaje y de camino hacia Herb. Era una sensación extraña; refrescante, pero que también me hacía sentirme algo nerviosa.

No se trataba tanto de lo que fuésemos a encontrar en aquel lugar, sobre lo que fuese, como de saber enfrentarme a un caso después de tanto tiempo, y hacerlo bien, para cumplir con mi compañero.

-¿Qué crees que encontraremos allí? Quiero decir... Dos asesinatos, uno de hace algún tiempo, otro reciente... en un lugar en el que nunca ocurre nada... ¿Alguna vez has tenido algo así?

Daeric tenía más experiencia que yo y sobre todo, después de estar siete años en trabajo de campo, sin duda podía haber visto cosas parecidas... o al menos, que pudieran guiarnos.

Estaba todo dicho. La información nos iría llegando poco a poco. Hacía tiempo que me había acostumbrado a eso, a trabajar sobre el campo dejando la oficina de lado. Allí solo paraba cuando no había nada más que buscar en el escenario o con los testigos. Solo me permitía hacer aquello cuando el caso se enfriaba y sabía que en la calle no encotraría nada. Por eso no perdí el tiempo y bajé al garaje en cuanto nos dieron luz verde.

El coche no estaba mal, aunque me arrepentía de no haber soliciotado a la OFI poder usar el mío, con los cargos correspondientes a la agencia, claro. Puesto que el viaje era corto y dudaba que pasásemos allí la noche.

- No se preocupe, agente Jones. Yo conduciré entonces. Aunque hay gente a quien le relaja y cuando salgamos a carretera, será más placentero que cruzar la ciudad. No dude en pedir el cambio si lo desea. - Le dije con una amable sonrisa para sacar mis gafas de sol y ponérmelas antes de subir al coche. - Cuando quiera.

- ¿Se refiere a algún asesino en serie? - Pregunté a Jones. - Sí, alguna vez he trabajado en un caso similar. Pero cuando se certifica que es un asesino en serie que es potencialmente peligroso o que se mueve por varias localidades, suelen dar ese caso a otro grupo más... especializado.

» Te dan una palmadita en la espalda, te dan las gracias por tu colaboración y el caso pasa a sus manos. - Dije con cierto astío por ello.- Y por supuesto, quedas fuera del caso. Pero si recuerdo uno, fue un matrimonio el que apareció asesinado. Primero fue la mujer, la encontraron en el bosque cercano a su casa, también en una zona rural. La policía local investigó y sospechó de su marido. Los vecinos hablaban de malos tratos y de infidelidades... dos semanas después, fue el hombre quien apareció asesinado. Mismo lugar, misma manera...

» Y ahí fue cuando nos llamaron. Fortnigar me instruyó bien en aquellos días y me enseñó que no debía fiarme de nada ni de nadie y menos aún del círculo más íntimo de las víctimas. Resultó que tenían un hijo, con problemas con las drogas a quien habían echado de casa hacía años. Volvió a pedirles ayuda para conseguir recuperarse, el cuento de siempre... y los padres le dijeron que no volviese y le amenazaron con desheredarle.

Conducía con calma por la carretera, pendiente de los gestos de Jones y del tráfico. - El chico comprobó cual sería su herencia y, antes de que pudiesen mover un solo papel... se cargó a su madre y desapareció del pueblo.

» Esperaba que culpasen al padre y al no ser así, decidió matarle a él también. Con sus progenitores muertos, cobraría la herencia. Pero le salió mal. - Sonreí. - Se le vio en el pueblo en ambos días. La primera vez no le dieron más importancia que la que tenía, fue a ver a sus padres y se marchó. Pero la segunda vez... y de ahí tiramos y salió todo poco a poco.

El coche se movía bastante bien, pero no era mi coche y me disgustaba su conducción. - Pero dudo que esta vez sea algo igual. Los tiros en la cabeza no son muy habituales salvo en ejecuciones, normalmente lo usan los sicarios, las mafias o los adolescentes flipados por ser sus héroes de videojuegos. Por fortuna de lo segundo ha poco... y dudo que en un lugar como Herbs encontremos algo de eso.

Pero todo era posible.

Herbs resultó estar en la cosa. No era un lugar turístico ni mucho menos, pero si que se encontraba en primera línea de mar. El pueblo había sido construido alrededor de un viejo faro que en la actualidad ya no funcionaba. Ochenta años atrás, los hijos del farero, un tal Matthias Herbs, habían montado una granja y las fértiles tierras de la región, habían atraído a más gente formando un pequeño núcleo de población.

A día de hoy, aún se conservaban algunas granjas, pues la agricultura era el principal motor económico el pueblo, pero la mayor parte de sus residentes, simplemente dormían allí pues trabajaban y hacían vida en la gran ciudad. El faro se había convertido en un museo sobre el propio faro y el oficio de farero. El negocio era evidentemente de la familia Herbs. De hecho, y como no podía ser de otra forma, la mayor parte de los habitantes autóctonos de pueblo, respondían al apellido Herbs, aunque con el paso de los años y sobre todo en los últimos veinte años con la llegada de mucha población de la ciudad, la sangre había empezado a cruzarse un poco más.

Tardaron poco menos de una hora en vislumbrar la aldea. Se trataba de un pueblo pequeño, de casas bajas con tejados de madera. Muchas de ellas además, estaban construidas en piedra hasta media altura, siendo el piso superior enteramente de madera. Nada más entrar en la zona habitada del pueblo, se encontraron con un cartel. Se trataba de un mapa con alguna indicaciones sobre los lugares de interés y negocios del pueblo.

HERBS

Avanzaron por la avenida principal de la aldea. Todo era tranquilidad. Se escuchaba el canto de los pájaros, se olía el perfume de los árboles y una brisa fresca procedente del mar rozaba su piel de forma agradable. El asfaltado de la carretera por la que circulaban era bastante deficiente, sin duda necesitaban arreglar los baches, pero a nadie parecía preocuparle. De hecho, pocos eran los vehículos con los que se cruzaron, incluso había muy pocos coches estacionados. Tampoco había demasiada gente por la calle y todos parecían ir a sus asuntos.

No vieron un solo bar, cafetería o restaurante abierto en toda la avenida principal, lo que les resultó extraño. Lo cierto era que el mapa de la entrada tampoco decía que hubiera ninguno, por lo que podía ser que simplemente no hubiera. Muchas de las casas parecían deshabitadas y eran antiguas. Algunas sin embargo eran chalets con muy buena pinta, nuevos y recién pintados como quien dice. 

Finalmente, tras pasar un pequeño supermercado que quedaba a su derecha y de vislumbrar también a su derecha, la que parecía ser la oficina de información, se detuvieron ante una encrucijada. De frente tenían un camino pedregoso que conducía al faro y la carretera se abría en dos, hacia ambos costados. No tenían ni la más remota idea de por donde continuar y tampoco habían visto ninguna granja en su camino.

Nuestra llegada a Herbs no fue como si hubiésemos alcanzado el arcoiris ni mucho menos. Una bruma de origen inequívocamente marino, se alzaba como una extraña frontera entre aquel lugar y el resto del mundo. Por un momento, era como si constituyese una barrera capaz de separar dos mundos que apenas tenían nada que ver el uno con el otro. Por un lado, la ciudad, llena de ruido y desenfreno, con atracos y muertes en las esquinas y muestras de que la civilización parecía estar derrumbándose a nuestro alrededor y que únicamente era mantenida gracias a los brazos de unos pocos que, con sus principios y valores, a duras penas conseguían justificar un día a día que cada vez adquiría un sabor más amargo.

Y por el otro, aquel lugar, ese pueblo que parecía estar anclado en otra época, no solo por su forma de vida sino también por su estructura, basada en un crecimiento horizontal y no vertical, alejado de la masificación de las capitales, y que podía cruzarse en su totalidad rápidamente.

Mientras atravésabamos la avenida principal, observaba las casas sintiéndome como una intrusa. Supuse que la muerte de aquellas dos personas, quizás no solo había significado un golpe porque serían, indudablemente, gente conocida y probablemente, hasta apreciada, sino porque debido a ello, su ritmo normal se vería interrumpido, y sobre todo, a causa de la presencia de dos extraños como nosotros, que ya éramos extranjeros en nuestra propia tierra y entre los nuestros, pero que allí seríamos vistos como auténticos intrusos.

No había gente apenas en las calles, ni circulando por la carretera, ni hablando en las aceras, y apenas vi algún que otro comercio, como si en realidad, allí todavía se estilase el trueque como forma de obtener cosas.

Daeric detuvo el coche y entonces miré hacia delante para ver por qué lo había hecho. La carretera se desviaba, por un lado hacia el faro y por el otro, hacia otro lugar, sin que supiésemos por donde tirar.

-Creo que deberíamos bajarnos y preguntar en información. Vamos a la granja, vemos la escena y después nos acercamos al hostal para coger una habitación y descansar un rato. ¿Qué le parece el plan, agente Daeric?

Era una sugerencia, pero al mismo tiempo, tampoco es que nos sobraran ideas así que no había mucho donde escoger. Si no sabíamos por dónde ir... tendríamos que preguntar.

El viaje resultó más ameno de lo que esperaba y mientras conducía me di cuenta de mi error. No era en Herbs donde me acercaba a comprar de vez en cuando, era en una granja que se encontraba a unos kilómetros del lugar. Jamás había estado en aquella población y la verdad era que, para estar tan cerca de la gran ciudad, el lugar estaba prácticamente vacío.

- No parece mal sitio para jubilarse. - Le dije a mi compañera cuando entramos en el lugar. La carretera daba pena pero la paz invadía todo.

Me detuve frente al mapa y enseguida me llamaron la atención dos de los puntos de la ciudad: las ruinas élficas y las cuevas naturales. Pero no estábamos allí de turismo ni para investigar aquello en lo que parecía que solo los locos creíamos posible. Teníamos que localizar la granja donde se habían encontrado los cuerpos y no parecía que hubiese a nadie a quien preguntar.

Me sorprendió que en aquel mapa no marcasen la oficina de policía del lugar.

Avanzamos unos metros más con el coche por aquel lugar casi fantasmal donde decir que no había nada, era quedarse corto y lo detuve en medio de un cruce. Jones no tardó en darse cuenta de mi dilema. - Sí, será lo mejor. - Dije algo molesto a la mujer por andar tan perdido en aquel lugar.

La idea del hostal no me gustó nada. No estábamos tan lejos de casa como para tener que quedarnos allí. Una cosa era encontrar el lugar ideal para una jubilación y otra comprobarlo faltando aún tantos años para que llegase ese momento. Además, me costaba dormir en sitios extraños y aquel pueblo lo era por completo.

Estacioné el vehículo en las cercanías de la oficina de información y descendí del vehículo. - Espero que tengamos suerte aquí. Sino... preguntaremos en el supermercado. - Dije señalando con la cabeza hacia el local mientras me encaminaba hacia la entrada del lugar.

Estacionaron el vehículo frente a la oficina de información y descendieron del mismo. Al llegar frente a la puerta descubrieron que estaba abierta y accedieron a su interior. Allí les esperaba un hombre tras un mostrador. Por su forma de mirarles, dedujeron de forma inmediata, que su cociente intelectual no era de los más altos. Más bien parecía que le habían puesto allí para cumplir el cupo de personas con limitaciones que toda administración tenía que tener.

- Buenos días... - Saludó aquel hombre. - Bienvenidos a Herbs. - Les miró de arriba abajo como sorprendido por algo. - ¿Vienen a ver el faro? ¿Las cuevas? ¿Las ruinas élficas? - Sonrió. - ¿Saben...? Los elfos no existen, pero si que existieron. Lo dicen las leyendas.  - Y soltó una carcajada.

- Buenos días. - Respondí al hombre tras mirarle fijamente unos segundos. - Gracias. - Le dije tras su bienvenida, quitándome las gafas de sol. No pasó desapercibida su forma de mirarnos. No debía ser habitual ver a nadie vestido con traje y corbata en aquel lugar, pero nuestra vestimenta no le dejó claro a donde íbamos, pues nos ofreció varios puntos turísticos a visitar.

- No, por el momento no venimos a hacer turismo. - Le dije con una amable sonrisa para luego mirar a Chandrelle tras la afirmación del muchacho sobre que no existían los elfos. - Y yo pensaba que lo mío no era normal.

- Sí, bueno... buscamos una granja. - Miré fijamente al hombre en silencio, esperando que se centrase un poco.- La granja de Rivks. ¿Sabría indicarnos como llegar?

Lo que sí que era cierto es que no había problemas para aparcar, lo cual era un alivio viniendo de la ciudad. Desde luego, tal y como dijo Daeric, no era un mal lugar para jubilarse y dejar los fantasmas de lado. Los míos todavía rondaban a mi alrededor, por lo que era demasiado pronto para planteárselo siquiera, pero anoté mentalmente el lugar, la paz que irradiaba y el aspecto de ser de otro mundo.

En el interior de la oficina, un hombre nos siguió con la mirada desde que abrimos la puerta, esperando a que dijésemos algo, como si fuese incapaz de tomar la iniciativa. El caso es que cuando lo hizo, yo tuve que aguantarme una pequeña sonrisa, y otra cuando vi la mirada de Daeric, que más o menos debía pensar que a la primera de cambio, había dado con un escéptico, justo lo que más necesitaba.

Por si acaso, saqué mi placa y se la mostré.

Estuve tentada en decirle muchas cosas, como que abandonase esa estúpida sonrisa y nos respondiese antes de que su mirada quedase grabada en mi memoria y me produjese pesadillas, pero en lugar de eso, lo miré entrecerrando los ojos y esperando su respuesta, y por supuesto, deseando que fuese lo suficientemente rápida como para terminar allí lo más deprisa posible.

- ¿La granja de Rivks? - Preguntó extrañado. - No es un sitio al que quiera ir mucha gente. - Se encogió de hombros. - Hace años que no funciona. Quiero decir, cuando murió el viejo... - Abrió los ojos de par en par y tomó aire. - Aunque supongo que si conocen de su existencia es porque tienen que ir allí por algún motivo. - Sonrió. - La han dejado atrás. Tienen que coger la carretera de Sarnis y salir del pueblo. El tercer camino a la izquierda. Es un camino de tierra. Estará a dos kilómetros o menos del pueblo. Al fondo del camino lo encontraran... - Se volvió a encoger de hombros y les miró con los ojos bien abiertos. - ¿Necesitan algo más? - Les preguntó.

Al parecer se habían pasado el sitio. Si se trataba de una granja abandonada, como parecía que tenía toda la pinta, posiblemente no hubiera indicaciones en la carretera que les indicaran por done ir. Tendrían que dar media vuelta y volver tras sus pasos. Por suerte, parecía que el lugar indicado no estaba demasiado lejos del pueblo.

- Exacto. - Respondí ante su pregunta sin borrar mi gesto amable en el rostro. - Supongo que se referirá al señor Rivks. - Le dije refiriéndome a "el viejo". Por el comentario pudo ser perfectamente por ser un hombre mayor, pero ya preguntaría a quienes me diesen información más directa y veraz sobre aquel hombre.

- Esta bien. Carretera de Sarnis y salir del pueblo. El tercer camino a la izquierda. Creo que lo tengo. - Miré a Jones ante la pregunta del hombre. 

- Sí, me llevaré unos folletos y... ¿tiene un mapa el lugar? Ya sabe... uno amplio, donde salgan los lugares de interés e incluso todo lo que abarque Herbs, no solo el pueblo. - Si bien el portátil era una herramienta muy buena y poderosa, para otras cosas siempre prefería el uso del papel y el lápiz de toda la vida.

Y tener un lugar donde empezar a marcar lugares, ya de interés o no para la investigación, era algo que me interesaba tener en mis manos. Pagué por ello y miré a mi compañera nuevamente. - Si no desea añadir nada más, por mí podemos irnos, agente Jones.

Iba a marcharme cuando pensé que quizás aquel hombre podía saber algo, si no sobre los asesinatos, sí sobre cualquier otra cosa de interés, así que me atrevía a hablar antes de irme.

-Eh, pues la verdad es que no, pero sí que me gustaría preguntarle... este parece un lugar tranquilo. ¿Siempre está así? Quiero decir. Ha ocurrido algo últimamente que haya llamado su atención, o ha visto algo o a alguien que no sea habitual por estos lugares.

Quizás fuese una tontería o quizás no. Quizás aquel hombre simplemente no saliese de aquel local y si quiera supiese que día era... o a lo mejor era consciente de más cosas de lo que sospechábamos.

No era habitual en mí hablar o tomar la iniciativa, pero si podíamos evitar tener que verle de nuevo, era un viaje menos que hacer y un punto más de la investigación en el que avanzar.