Partida Rol por web

- No señora... - Dijo con una sonrisa en los labios. - Aquí nunca pasa nada. - Se encogió de hombros. - Fíjese si es así, que cuando hace algunos años apareció un cuerpo flotando en el mar, se estuvo hablando de ello durante tres meses seguidos... - Negó con la cabeza. - Nada reseñable, no...

Tras aquella conversación de la que poco o nada habían sacado en claro, se introdujeron de nuevo en su vehículo y se marcharon rumbo a la granja Rivks. Condujeron durante no más de cinco minutos hasta dar con la salida de la que aquel buen hombre les había hablado y giraron a la izquierda. Avanzaron por aquel camino de tierra, donde las plantas de los laterales invadían el carril y chocaban contra espejos retrovisores y techo del vehículo. Era evidente que por allí transitaba realmente muy poca gente.

Avanzaron por aquel camino durante casi cinco minutos más hasta que empezaron a ver las luces rotativas azules de los vehículos de la policía local, resplandeciendo al fondo junto a una construcción. Se trataba de una construcción estilo saltbox de principios del siglo pasado. Los agentes abandonaron el camino para aproximarse hasta la puerta de entrada y dejar el automóvil a una distancia prudencial. De cerca pudieron observar cómo las ventanas comenzaban a ceder. Su estructura contaba con lo que parecía una única planta, aunque arriba parecía tener un desván sin ventanas, típico de aquel tipo de construcciones.

El cielo cubierto de nubes grises que se movían hacia el sur como un amenazante y ondulado océano invertido arrebataba el color del paisaje, como una vieja foto en la que los tonos se habían reducido a la mínima expresión y el resultado era una sombra difusa a través del tiempo de lo que realmente fue. El terreno que rodeaba la casa estaba plagado de hierba y arbustos que habían crecido sin control hasta la altura de la rodilla y un nauseabundo olor que provenía de algún sitio les removió las tripas de tal manera que Chandrelle pensó por un momento que acabaría vomitando.

Desde la posición donde se encontraban, pudieron ver los dos coches patrulla de la policía local. Habían acordonado la zona con cinta policial y dos agentes se encontraban de pie mirando hacia la casa, hasta que escucharon el motor del vehículo que se aproximaba y finalmente se detenía frente a ellos. Una vez estacionaron, los dos agentes se miraron el uno a la otra y se encaminaron a recibir a los recién llegados, esperando que no se tratara de curiosos o periodistas.

- Buenos días. - Se dirigió a ellos una mujer de raza negra. - Emma Thako. - Se presentó cuando casi a la vez, Daeric y Jones mostraron sus placas de agentes de la OFI. - Jefa de la policía local de Sarns. - Sarns era un municipio que englobaba algunas zonas rurales de las afueras de Sarnis. Posiblemente en Herbs no hubiera ni una sola oficina de policía. - ¿Ustedes son? - Les ofreció la mano.

- Othar McDenis. - Se presentó el agente que estaba junto a la jefa. - Hemos acordonado toda la zona para evitar que se corrompan las posibles pruebas. - Les comunicó. Parecía que aquel joven entusiasta acababa de salir de la academia de policía. - Tenemos a otros dos agentes en la parte trasera, están con... - Entonces la jefa le fulminó con la mirada y éste calló. Sin duda era la jefa Thako quien debía dar las novedades y no él.

Al parecer, aún no se había dado publicidad a las muertes. Si como nos había dicho aquel hombre, lo poco que pasara sería objeto de comentarios durante meses, solo se explicaba que no nos preguntase nada porque aún se mantenía en secreto.

Salimos de allí y no tardamos, gracias a sus indicaciones, en llegar al lugar. Los dos policías que estaban en la entrada, eran lo único que evidenciaba que allí ocurría algo más que un simple problema doméstico.

-Buenos días. Soy la agente Jones. Él es el agente Daeric -dije, presentándonos mientras enseñábamos nuestras placas -. Jefa Thako. Agente McDenis.

Sarns... Por eso no había policías allí y por eso nadie sabía nada. Caía bajo la autoridad de alguien de fuera del pueblo. Agité la cabeza pensando en que era algo que debía haber sabido. Estaba oxidada, muy oxidada.

-Está bien. Vamos a ver lo que tenemos -le dije a aquella oficial que parecía actuar como si fuese el caso de su vida... lo cual podía ser, efectivamente, cierto, mientras me adelantaba para ver los cuerpos, pasando por delante de ella y del otro agente -. ¿Quién dio el aviso?

Sin dejar de caminar, extraje un par de guantes de látex de mi bolsillo y me los coloqué sin perder tiempo. Siempre llevaba dos para las investigaciones de campo. En mis buenos tiempos, hasta arrastraba un equipo forense completo, pero eso ya formaba parte del pasado.

- El que encontró los cuerpos es un cazador de la localidad. - Respondió la jefa Thako. - Un lugareño que vive casi como ermitaño en una caseta en la colina. Es un enano alcohólico. Tubo algunos problemas hace unos años por su alcohólismo, pero lleva unos años muy bien. - Se encogió de hombros. - Si me siguen a la parte trasera...

Accedieron a la parte trasera del inmueble. Allí se encontraban otros dos agentes custodiando una zona delimitada también mediante cinta policial. Los dos agentes saludaron de forma reglamentaria mientras Thako se aproximaba junto con los dos agentes de la OFI. Los dos agentes se abrieron en abanico dejando sitio para que los dos investigadores pudieran presenciar la escena.

En el suelo había dos cuerpos. Uno de ellos era el de una mujer y el otro el de un hombre. El hombre vestía ropas rasgadas y viejas, bastante sucias. Tenía un disparo en la cabeza. Se encontraba bastante cerca de una puerta trasera que daba acceso a la granja. La mujer en cambio, presentaba un estado bastante peor. Sus ropas estaban muy desgastadas, rodias y llenas de tierra. Además, se apreciaban gusanos y larvas de insectos a simple vista. Su piel había empezado a desaparecer y su cuerpo estaba en un avanzado estado de putrefacción. Al igual que el hombre, presentaba una herida de bala en la cabeza.

- Agente Breit Vimont. - Se presentó uno de los dos policías locales de Sarns. - No hemos tocado nada. Hemos tratado de preservar el espacio hasta que llegaran ustedes. - Dijo. - Parece que la hayan desenterrado o algo... - Dijo en referencia al cadáver de la mujer. - Él creo que lleva poco tiempo muerto, pero ella...

- Agente Danil Erflog... - Se presentó el último de los agentes. Se trataba de un hombre bajito. No debía alzar más de un metro y medio de altura. De no ser porque no tenía barba hubieran pensado que se trataba de un miembro de la raza enana. Podía ser que se tratara de un mestizo. - Creo que le tengo visto. - Señaló el cadáver del hombre. - Es un vagabundo de la zona. Pero... - Sonrió. - No podría asegurarlo. Tiene la cara destrozada por el disparo...

De vuelta al coche, dejé los planos y folletos en el asiento de atrás y me volví a colocar las gafas de sol.

- Era evidente que no sabía nada. - Le comenté a Jones con una sonrisa. - Se moría por hablar con alguien. De haber sabido lo de los muertos en la granja, nos lo hubiera dicho nada más entrar.

Y en aquella abandonada calle di la vuelta con el Ford, siguiendo la ruta que nos indicó el chico.

No tardamos en meternos en un camino bastante poco transitado y respiré tranquilo pensando en que no había traído mi coche hasta aquel lugar. Solo de pensar como acabaría su pintura de rayada por aquellas ramas, me enfermaba.

El cielo acompañaba sin duda a la noticia y no tardé en ver las luces de los coches de la policía de la zona. Al detenernos, me acerqué al maletero. Normalmente nos debajan siempre preparado allí un maletín con lo básico para recoger pruebas y demás*. No era gran cosa, pero si se le escapaba algo a alguien siempre podíamos cogerlo nosotros detrás.

Tras mirar, alcancé a mi compañera y mostré mi placa con una amable y tranquila sonrisa. Parecía que Jones se había animado a hablar, así que preferí no interrumpirla.

Vi como Jones sacaba sus guantes del bolsillo y yo saqué una petaca de la chaqueta. Los ojos se clavaron en ella y sonreí al tiempo que la abría. Por donde se suponía que debía salir el alcohol, asomaba un guante morado de latex**. Tiré y un nuevo dedo salió. Me hice con un par de ellos y cerré la petaca, guardándola en el bolsillo de nuevo. - La ofrecería agente Jones, pero ya vi que llevaba los suyos. - Le dije con una sonrisa para ponerme los guantes a continuación.

Siempre me habían gustado las petacas y no bebía. No desde que tuve aquel bache hacía algunos años... Siempre la llevaba conmigo, cargada de cualquier licor. Cuando dejé de beber, la llevé a que la adaptasen para poder meter los guantes de latex en ella y poder sacarlos sin problemas. Por una parte mi vieja amiga seguía a mi lado, por otra me recordaba donde no debía volver a caer.

Me acerqué con cuidado siguiendo las indicaciones de los demás.

- ¿Han encontrado huellas de vehículo, pisadas...? Algo que esté fuera de lugar... como ... una pala en las cercanías. - Pregunté mirando a mi alrededor. No sabía si habían empezado a buscar algo o simplemente se habían quedado allí mirando como los gusanos se comían el cuerpo de la mujer. - ¿Cúanto tardará en llegar el forense? Tenemos que hacer algo para preservar estos cuerpos... están demasiado cerca y acabarán contaminándose uno con el otro, si es que no lo han hecho ya. - Miré el cuerpo del hombre, buscando las mismas larvas o insectos de la mujer en él.

Al menos nos iban llegado algunos datos. - Agente Danil Erflog, ¿de que zona hablamos? De donde patrulla habitualmente, de esta localidad, ¿del lugar donde tienen su oficina? Necesito que sea más concreto.

Entonces miré al cielo. - Y si tienen un campamento móvil, quizás deberían traerlo. Si llueve, adios pruebas.

Guiados por la Jefa Thako, llegamos a la parte trasera de la casa, en donde otros dos agentes protegían el acceso. Llamó poderosamente mi atención que se necesitaran cuatro agentes de policía para guardar una escena del crimen, sobre todo en un lugar tan tranquilo.

A pesar de todo, no dije nada. Seguí caminando junto a Daeric hasta llegar al lugar que nos interesaba, pensando en las preguntas que se me agolpaban.

¿Por qué cuatro agentes?

¿Qué hacía ese cazador por aquí? Debemos entrevistarlo, sin duda

Daeric estaba igual o más preparado que yo. Era perro viejo en el trabajo de campo, así que me sentí bien al darme cuenta de que no me había perdido tanto después de dos años. Aún mantenía frescos los métodos.

Cuando los agentes se apartaron, la visión de aquellos dos cuerpos me asaltó con fuerza, aunque no era nada que no hubiese visto con anterioridad. El hombre tenía todo el aspecto de ser un pobre desgraciado. La mujer era evidente que llevaba más tiempo muerta, pero sobre todo, estaba más sucia. En ambos casos, la bala en la cabeza parecía mostrar una ejecución.

Uno de los agentes indicó que efectivamente, el hombre podía ser un vagabundo, pero nadie dijo nada de la mujer. 

Los cementerios. Tenemos que mirar los cementerios.

Me moví alrededor de los cuerpos, observando de lejos la posición de sus cuerpos, sus ropas, sus rostros o lo que quedaba de ellos, y sobre todo, todo lo que les rodeaba, la tierra, las piedras, la hierba... cualquier cosa.

Daeric solicitó, muy acertadamente, un campamento móvil. Todo podía irse al traste en cuestión de minutos, pero mucho me temía que tendríamos que ser nosotros quienes lo hiciéramos todo.

-Está bien. Si le parece a usted bien, agente Daeric, comenzaré a hacer un análisis preliminar. Tomaremos muestras del terreno circundante a los cuerpos y también restos biológicos alrededor de las heridas de bala y de la boca. Si me trae de ese maletín el material que necesito, no tardaré nada. Y si dispone de una regla, puedo medir el calibre de la bala.

Mientras hablaba, me agaché para mirar más de cerca los cuerpos.

-Y díganme, agentes. Todos ustedes vienen de Sarns, ¿verdad? Pues debe haberse quedado desierto. ¿Por qué cuatro agentes? Creía que este lugar era tranquilo. Con dos hubiese bastado -les dije, mirando a la Jefa Thako con frialdad -. ¿Por qué no está aquí el cazador que encontró el cuerpo? Y ya que estamos, ¿han investigado los cementerios cercanos para ver si hay alguna tumba que haya sido profanada?

- No señor, no hay huellas. - Respondió el agente Vimont. - Por desgracia los cadáveres deben llevar aquí no menos de veinticuatro horas y ayer noche llovió. Si había huellas de neumáticos, me temo que se hayan borrado. Al menos en la parte trasera, claro... - Se encogió de hombros. - En el camino desde la carretera había huellas si. Pero seguramente sean de la camioneta del cazador y por supuesto de los coches patrulla y ahora del suyo... - Hizo una breve pausa. - Hemos buscando en los alrededores, pero nada. Eso sí, en el interior de la granja si si  hay algo interesante... - Esbozó una sonrisa.

- El forense tendría que haber llegado ya... - Respondió McDenis. - Yo mismo hablé con él. Estaba acabando una autopsia. Una chica joven... - Aclaró. - No creo que tarde demasiado en llegar. - Hizo una breve pausa. - En cuanto al campamento móvil... - Alzó las cajas y torció el gesto. - No tenemos de eso...

- Somos un cuerpo de veintisiete agentes, agente Jones. - Respondió entonces la jefa Thako aparentemente molesta con el tono de Jones. - Seis estamos de servicio está mañana. Si le parece que dos cadáveres en medio de un bosque es algo habitual en mi demarcación y sin demasiada relevancia, se equivoca. - Se acercó unos pasos a los cuerpos. - No, agente Jones, no solemos hacer este tipo de cosas y lo hemos hecho lo mejor que hemos sabido. Los especialistas son ustedes y ahora el caso es suyo. - Era evidente que Emma no se había tomado bien que Chandrelle cuestionara o simplemente insinuara su falta de profesionalidad. - El cazador está en nuestra oficina de Sarns esperando sus órdenes. ¿Quieren interrogarle?

- No hemos ido a ningún cementerio, pero tampoco hay denuncias de ese tipo... - Comentó. - El hombre ese... Solía estar en la zona costera de Herb. Si es el mismo claro... - Dudó un instante. - Ya le digo que con la cara así... - Negó con la cabeza. - No puedo estar seguro, pero si es quien digo, tengo sus datos. Tuvo una rellerta hace menos de un mes en el hostal de Herbs... Fui con Efilfor, jefa... - Carraspeó. - Lo podemos mirar luego. - Afirmó.

Cuando Daeric se acercó al cuerpo del varón, detectó lo que a simple vista no pudo ver. Sobre el cuerpo del varón también había algunos gusanos, aunque por la proximidad de ambos, apenas dos metros de distancia, podían ser perfectamente, gusanos procedentes del cuerpo de la mujer. 

Fue entonces Jones quien se agachó junto a los cuerpos. No es observó demasiado en ellos que pudiera dar luz al asunto. El agujero de bala podía corresponder al de una bala de 9 mm, pero estaba por confirmar. Lo que si tenía bastante claro era que no había sido un disparo a quemarropa, porque no había piel quemada entorno a la herida. 

Echaron entonces un vistazo al interior de la granja. Desde allí podían verse unas marcas grabadas en el suelo. Parecía una estrella de seis puntas y algunas velas entorno a ella a medio consumir.

Bufé en silencio al ver las larvas en el cuerpo del hombre. La única manera que tenía de saber si se había contaminado con el cuerpo vecino era mandando muestras a la OFI y que un entomólogo lo comprobase. A malas y por el tipo de insecto en el cuerpo de la mujer, sabríamos cuanto tiempo llevaba desenterrada. Pero para eso necesitábamos que llegase el forense, revisase los cuerpos y se los llevase.

Pero las malas noticias no acababan ahí. Había llovido y muchas pruebas se habían perdido. Para colmo, parecía que empezaban los primeros roces con la policía local. Jones era aún demasiado ruda con sus palabras y si se encontraba con alguien muy sensible pues... se alteraban las cosas.

- No se lo tome a mal, jefa Thako. Era solamente una observación por parte de mi compañera. Están haciendo muy buen trabajo aquí. - Le dije con voz calmada y con un gesto amable, tratando de calmar los ánimos.

Luego escuché las palabras del agente que creía haber identificado a uno de los cuerpos y volví a mirar a su superior. - Jefa Thako, ¿sería posible que su agente fuese a comprobar si el vagabundo que menciona se encuentra en la zona? Quién mejor que él que sabrá reconocerle y por donde se mueve para buscarle.

Jones quería hacer cosas imposibles en aquel momento. Extraer balas era cometido del forense, no nuestro y no podíamos tocar los cuerpos ni moverlos hasta que no llegase*. Por lo tanto, estar a su alrededor y ver las ganas de meter mano que tenía Jones me preocuparon.

Opté por llevármela hacia la granja. Quizás allí encontrásemos algo, sobre todo en su interior. La lluvia no podría arrasar dentro de la vivienda, por muy destartalada que estuviese. - Agente Jones, luego cogeremos lo que necesitemos. Sigamos mirando. - La dije con una sonrisa apartándola del resto de policías.

Mientras caminaba vi una especie de estrella grabada y unas velas a medio consumir y me agaché. - Vaya... esto si que es raro. - Dije para luego levantarme y mirar alrededor nuestro.

- Por supuesto... - Respondió la jefa Thako. - Ahora el caso es suyo y pueden disponer de nuestra total colaboración. - Confirmó. Entonces buscó con la mirada al agente Danil Erflog. - Danil... - Llamó su atención. - ¿Puedes comprobar que la víctima sea quien dices creer que es? - Le solicitó, a lo que esté asintió con la cabeza. 

Entonces la jefa se dispuso a acceder al inmueble siguiendo a los dos agentes de la OFI.

Kharis empujó con suavidad la puerta trasera de la granja y con un pañuelo en la mano para no dejar sus huellas. La puerta chirrió lastimosamente mientras se abría para dejar a la vista el interior. Dentro de esas cuatro paredes, el aire se tornó rancio, ofreciendo una mezcla de sudor, abandono y comida y la temperatura de la habitación es de unos cuantos grados superior al exterior, lo que os podía reconfortar en cierta manera.

Una vez dentro, los agentes descubrieron un interior cubierto de polvo en algunas zonas del suelo, mientras que en otras, se había apartado a patadas e incluso podían apreciarse huellas de diferentes suelas de zapatos. La habitación contaba con una doble puerta cerrada en la pared de enfrente y con dos ventanas, a izquierda y derecha respectivamente, por las que entraba una luz tenue pero suficiente para perfilar los relieves de la habitación con un aura fantasmal.

Sobre los marcos de madera de ambas ventanas y también de la puerta de entrada y frontal, se habían grabado con alguna herramienta punzante símbolos ocultistas, los cuales parecían viejos, pues estaban incrustados de mugre, como el resto del edificio. Muy cerca de la puerta por la que entraron observaron una estrecha abertura en el suelo desde la que un empinado tramo de escaleras descendía hasta sumergirse en la oscuridad de lo que les pareció ser un sótano frío y húmedo. Además, en el techo de la sala, había una trampilla de madera típica que conducía presumiblemente al desván. El marco de madera de dicha trampilla también estaba decorado con los mismos grabados que podían verse sobre el resto de puertas y ventanas de la casa.

A un par de metros de la puerta, se encontraba una gran chimenea de ladrillo en la que se observaban cenizas y maderos carbonizados. Frente a la chimenea se encontraba una gruesa manta de lana y cerca de ella, una lata de judías con carne ahora vacía, una caja de cerillas, un abrelatas, una navaja deslustrada, una cuchara sucia, el cabo de una vela y varias fotos arrugadas de anuncios de jovencitas atractivas. En la pared de la derecha se encontraba una estantería alta con algunos objetos cubiertos de polvo.

El suelo era de madera y estaba grabado con algún objeto cortante, posiblemente un cuchillo muy afilado, con una estrella de seis puntas. Había velas a medio consumir en cada una de sus puntas y un extraño polvo esparcido por todas partes y junto al símbolo del suelo, una vieja caja de puros de madera llena de extraños polvos y un fajo de papeles amarillentos. Sin duda alguna allí había tenido lugar algún tipo de reunión ocultista.