Partida Rol por web

El Cementerio de Perlas [+18]

Directo a los Dioses

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17/06/2020, 23:55
Tlatoani

Notas de juego

 — Pero no seguiré una ruta directa, por si me siguen. Iré en dirección contraria, hacia Uxmal, dando un rodeo podría alcanzar la costa en pocos días...y habré puesto tierra de por medio. — Aunque arriesgado, era el mejor modo de burlar a sus perseguidores que había sido capaz de idear en esos momentos

Me refería a que el fallo en la tirada anterior de Bernardo no es muy relevante, pues el fraile ya sabe hacia dónde pretendía dirigirse Ambrosio, según lo que cito más arriba de la conversación entre ambos :) 

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18/06/2020, 00:09
Miguel Hermoso del Álamo

—Pues nos han pillao, me cago en satanás— Pensó Miguel de manera agria, mientras se colocaba, despacio, muy despacio, delante de la señora Mencía. Podían agujerearla los arqueros con facilidad, pero si ese indio cabrón gigante se atrevía, antes pasaría por encima de él, y bien seguro que le iba a dar un poco de plomo antes de acercarse lo suficiente.

Con el rostro sereno, el arcabuz firmemente sujeto apuntando al suelo, listo para ser alzado y descerrajar al primer indio que se le cruzasen aún más las malas intenciones que llevaban, y reprimiendo el nervio que le subía por el estómago, Miguel habló como cualquier español hacía con gente que no conocía su idioma, a voz alta y palabras cortas. Porque él no tenía ni idea del habla de los indios de occidente.

-Chico, ven aquí, ¡Venga!- Ordenó primero con firmeza al perro, hasta que este se puso a su lado.

-AMIGOS- Le respondió al indio con pinta de jefe, tocándose el pecho y señalando a la señora Mencía.

-AMIGOS- Repitió -ESPAÑOLES. VAMOS A. UXMAL- Decía las palabras por separado, por si acaso lograban entenderle -UXMAL. NO PELEA. NO PIUM PIUM. AMIGOS-

Quizá aquel indio tampoco supiera una mierda de español, pero rezó para que entendiera su lenguaje corporal de 'Todos tranquilos o habrá ostias'. 

Por si acaso, con toda la serenidad posible, se quedó allí plantado, listo para lo que llegara a continuación.

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18/06/2020, 00:17
Ambrosio de la Nao

La fortuna quiso que el buen juicio se impusiera en el joven guerrero y accediera a acompañarle en la búsqueda de respuestas. O al menos en ese pretexto se había convertido su huída, y confiaba que entretanto al chamán Balam se le pasaran las ganas de sacrificar a personas.
Al cabo de un rato, Iktan le advirtió para obrar con cautela pues se encontraban próximos al territorio de los Tutul Xiúes, enemigos de la gente de Iktan. Oculto entre la maleza, Ambrosio contempló con amarga sorpresa la talla del cabecilla de aquella banda de guerreros que acechaban más adelante. Resultaba asombroso encontrar a un indígena de aquella envergadura, bien podría ser un gigante de los de las leyendas que circulaban sobre el interior. Por si fuera poco, iba bien armado y seguro de lo que estaba haciendo.
Sin embargo, no fue equiparable en absoluto al hecho de ver una mujer por aquellas tierras, cosa que consideró tan insólita como imprudente. Aunque con ella iba un soldado, su siervo y un perro de guerra, dudaba de que tuvieran opción alguna frente a los indios.

Fuera como fuera, Ambrosio apuntó con la ballesta al cuello del cabecilla. Un virote bien guiado y no importarían ni la altura ni las plumas. Mas, se abstuvo de disparar hasta no estar seguro de qué era lo que se proponían. El perro olfateaba sin una postura amenazadora al gigante. Quizá no estuviera siendo hostil y únicamente daba el alto por entrar en sus tierras. 

¿Quién es ese? — Preguntó en un susurro a Itkan — ¿Y qué ha dicho? 

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18/06/2020, 02:00
Anayatzin

Canoas con cien hombres, armas atronadoras y tremendamente eficaces. Si Anayatzin había podido en algún momento sentirse aliviada de saber que Ambrosio no había huído, sino que había emprendido un viaje en busca de su hermana de la forma más impulsiva y disruptora posible, esa posibilidad había sido arrancada de raíz al entender que el marino había ido por sí solo a enfrentarse a lo imposible.

Esta vez no intercede ante las miradas de su hermana, pues considera al fraile merecedor de la dureza que se reflejaba en sus ojos. Le costaba imaginar que hubiese hombres tan motivados por la codicia para causar tal daño con tan bestial irresponsabilidad e ignorancia, pero era Bernardo mismo quien confirmaba aquello sobre su propia gente.

Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones que pudieran tener el fraile y el marino, le era imposible sentir culpa por lo que había pensado con anterioridad. Aún si era un engaño con una finalidad bondadosa, rescatar a su hermana de un horripilante destino en la isla de Jali-na, seguía siendo un engaño. Uno innecesario, que mermaba su confianza en ambos, aún si no la hacía desaparecer por completo.

Sí, tengo que - contestó determinada, esforzándose por sonreír con la comisura de los labios a su hermana, pues entendía y agradecía su preocupación. Aún enfadada, le habría sido imposible quedarse en la tribu sabiendo a los peligros que estaban expuestos ahora no solo uno de sus seres queridos, sino tres en caso de que su hermana y Bernardo partieran - ¿O...cuatro? - se preguntó al escuchar al sacerdote preguntar por Iktan, momento en el que notó su ausencia. Pensar que su hermano podría haber resentido igual que ella la huida de Ambrosio, e ir tras él con intenciones de regar su sangre igualmente en venganza, la llenó de preocupación. Por supuesto, no le deseaba ningún daño mortal al marino, así que solo podía esperar que su hermano hubiese ido a detenerlo sin más.

Por último, asintió a las órdenes de su padre, dispuesta a salir en su búsqueda cuando Itzia lo hiciera. Si algo tenía claro ahora mismo era que, cuando de tres hermanos solo le quedaba la certeza del bienestar de una, no se separaría de ella por nada en el mundo.

 

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18/06/2020, 09:40
Bernardo de Sarmiento

Asi se hará, Balam -le dije asintiendo sin decir mucho más-. Partiremos cuanto antes.

Notas de juego

No sé si hemos de añadir algo más para partir ya.

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18/06/2020, 21:49
Mencía Guzmán de Herrera

La retahila de blasfemias que dejó ir Miguel llamó tanto la atención de Mencía que por unos momentos fue capaz de olvidar el horror que los rodeaba hasta que el negro Juanito tomó las riendas de la mula para tratar de hacer que el animal virase. La joven, llevándose una mano al pecho para tratar de calmar su agitación, contempló con horror cómo su acompañante decidía recurrir al arma de fuego.

Pero Miguel, ¿y si disparas a un indio y luego nos persigue toda su tribu? Por la Santa Madre de Dios, siempre pensé que estas cosas eran fanfarronadas que cuentan los hombres para adornar un viaje aburrido —comentó dándose aire con la mano y hablando para dejar ir los nervios, aunque sentía los muslos tensos apretados contra la mula —Busquemos otro camino.

Y el otro camino era la selva, silenciosa, amenazante y en penumbra, albergando quién sabía qué pero, al menos, todavía no habían topado con montañas de muertos. Mencía dejaba ir comentarios hacia Miguel en voz baja para desahogar su nerviosismo y cuando empezaba a acostumbrarse a la inquietante calma de la selva, aquellos indios aparecieron de entre unos arbustos.

¿Qué... qué le pasa, qué quiere? —preguntó la joven sobrecogida por el miedo, sin poder apartar los ojos de aquellos guerreros tribales cubiertos de plumas y pinturas. Juanito el negro aprovechó para retroceder unos pasos, tan muerto de miedo como su señora.

Miguel no decepcionó en el ejercicio de sus funciones y no dudó en colocarse frente a ella, algo que provocó un gran alivio a Mencía aunque también cierta culpabilidad. ¿Y si le pasaba algo por protegerla? Entonces el extremeño empezó a hablar casi a gritos con aquellos indios en una propuesta de paz algo burda.

YO MUJER, NO ARMAS, NO NADA —exclamó entonces imitando a su guardaespaldas, soltando las riendas de la mula y levantando las manos en el aire. Después, esbozó una sonrisa que quiso ser amistosa pero que acabó siendo una mueca extraña debido al nerviosismo.

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19/06/2020, 02:30
Iktan

La escena que ofrecían aquellos castellanos, gesticulando y hablando como dos anormales, hubiera resultado graciosa de no ser por el peligro inminente en el que se encontraban. Itkan, escondido tras unos arbustos, continuaba observando con ojos entornados. Pese a su español defectuoso, había captado la esencia del mensaje de paz que aquellos extranjeros predicaban. Sin embargo, aquel era el mensaje incorrecto. Los Tutul Xiúes eran una tribu sanguinaria, y estaban a punto de hacer constar su reputación. 

A un lado de Iktan, Ambrosio aguardaba la respuesta sobre el significado de las palabras del guerrero.

—Significa... el perro está muerto.

El alano, ignorando aquella aseveración, continuaba moviendo la cola gentilmente, tras posicionarse a un lado de su dueño.

—Apunta al guardia de la derecha. No conviene herir a Akyaabil. Esto sólo deparara guerra hacia mi tribu.

Si bien Ambrosio no sabía quien era Akyaabil, supuso acertadamente que se trataba del indio líder de aspecto feroz.

—Cuando dé un grito, dispara, y luego corre detrás mío. Mi padre nos protegerá.

Se alejó unos metros del marino, con movimientos que no tenían nada que envidiar a los de un jaguar.

—Ahora —le indicó a Ambrosio, para luego saltar al camino y gritar a todo pulmón— ¡CORRED! ¡ENEMIGOS!

La súbita aparición de un indio hablando español distrajo a los Tutul Xiúes, otorgando unos segundos preciosos a Mencía, Miguel y el ciervo moreno para intentar huir de aquel lugar.

Notas de juego

Ambrosio: comienza leyendo hacia atrás, que he hecho públicos el último turno de Mencía y Miguel, pues lo has presenciado desde tu escondite.

Notas

Un PIUM PIUM de cobertura por parte de Miguel puede ser esencial para ganar distancia en la huída :D

También necesito la tirada de ballesta de Ambrosio, en caso de que éste obedezca a Iktan.

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19/06/2020, 02:51
Tlatoani

Las hermanas y el fraile se internaron en la selva, en búsqueda de Ambrosio, y, si los dioses acompañaban, también de Iktan.

El terreno, bajo aquellos gigantescos árboles, era completamente infértil, producto de la falta de luz. Aquella circunstancia era ventajosa para el grupo, pues significaba que habían pocas raíces u otros impedimentos naturales que pudieran atrasar su marcha en pos del marino. Si bien la bondad del terreno era la misma para todos, Anayatzin e Itzia reconocían en la jungla un segundo hogar, e incluso el fraile estaba bastante más habituado a aquellas tierras que el propio explorador.

Tras poco más de una hora de caminata, captaron el olor acre del humo, reconociendo aquella circunstancia como una inequívoca señal de granjeros; en las cercanías, alguna tribu de indios estaría despejando el terreno para cultivo. El humo parecía provenir de la misma dirección a la cual conducía un rastro de pequeñas pisadas sobre el barro. La dirección de aquel rastro no daba lugar a dudas; el marino había partido rumbo a la ancestral ciudad de Uxmal. Aquella circunstancia era desafortunada, pues Uxmal formaba parte de los dominios de los Tutul Xiúes, una tribu enemiga.

Los aullidos de los monos, que se habían intensificado por momentos, se fueron apagando conforme la arboleda se distanciaba, hasta que llegaron al inicio de un camino singular.

Aquel era un camino pavimentado, cubierto por estuco blanco o cal. También se ensanchaba en varios metros, lo cual permitía que el fraile y las hermanas pudieran transitar codo a codo con comodidad, si así lo disponían. Se trataba de un Sacbé, o "blanco camino". Estas rutas conectaban plazas y templos dentro de las ciudades mayas, aunque otros conectaban las ciudades entre sí. Varios tramos del camino se encontraban cubiertos por tierra y maleza, pues la jungla todo lo envolvía y el camino, desde la ruptura de la alianza del Mayapán, era poco transitado, debido al cese del comercio entre aquellas regiones.

Pronto al primer par de huellas, que parecían corresponder a las botas de un castellano, se sumaron otras dos, de pies descalzos. Uxmal estaba peligrosamente cerca, y el recelo de las hermanas se hacía patente.

Notas de juego

¿Seguís? Podéis tirar sigilo si os parece prudente.

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19/06/2020, 04:22
Itzia

Itzia deja escapar una sonrisa ante la decisión de Anayatzin. - No es que quiera insistir mucho. No del todo. - Confiesa, en su forma de decir que aunque por una parte quiere protegerla, por otra no encontraría mejor compañía en la que confiar y apoyarse. 

Y con tal determinación, las hermanas y el fraile parten al encuentro de Ambrosio e Iktan. Itzia no deja de preguntarse, tras las últimas palabras de su padre, si no ha sido él mismo quien se haya encargado premeditadamente de que el marino estuviese bajo la supervisión del guerrero. Pero entonces, ¿Por qué no lo habría detenido? Solo puede seguir el Sacbé y las huellas para averiguarlo... Hacia Uxmal ¿Por cuanto más? - Tenemos que darnos prisa. No deberíamos estar aquí. Iktan tampoco.- Apremia. Había estado callada un buen rato, encontrando difícil el cómo dirigirse a Bernardo, o hablar con su hermana frente a este tras el enfado con el fraile. Llevaba un rato dándole vueltas en silencio, llegando a encontrar cierta lógica y comprensión en sus acciones, pero aun sin disculpar la ofensa en estas.

Reconocer el camino que toman sólo le supone más presión y urgencia. Se acercan a la gente, a los enemigos. Si bien no tenían problemas que solucionar con el tiempo a su contra, ahora encima tienen otros que prevenir. ¿Acaso se trae algo Ambrosio con los Tutul Xiues? Más preguntas, con la misma conclusión: Sólo puede esperar su encuentro para obtener las respuestas, antes de que sus enemigos se les adelanten.

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19/06/2020, 18:29
Bernardo de Sarmiento

Hermanas -les pregunté mientras andábamos por el sacbé-, cuando fui a hablar con Ambrosio, antes de su partida... ¿Vísteis marcharse a Iktán? ¿Porqué se fue en realidad?

No habia tenido oportunidad de divisar las razones o el comportamiento antes de la marcha y por eso tenía dudas hacia el hijo de Balam. No obstante, tal vez se fuera por vergüenza a ser el último en regresar, y estar ahora su hermana en manos de los extranjeros de Castilla... Resoplé.

Tenéis razón, Itzia, estamos lejos de territorio enemigo -le dije-. Tal vez debamos salir de este camino blanco. ¿Y si está transitado por guerreros o cualesquier otro?

- Tiradas (1)
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19/06/2020, 20:52
Ambrosio de la Nao

En tales circunstancias, Ambrosio confió en el juicio de Iktan, quien conocía mucho mejor el temperamento de sus vecinos. Quizá estaba en lo cierto, abatir a un guerrero cualquiera podría quedarse en una riña fronteriza, pero herir a un indio insigne podría traer mayores consecuencias para los de Balam, que bastantes problemas acarreaban ya.

Si los Tutul Xiúes no optaban por el diálogo y el razonamiento, habría que actuar en consecuencia. No quedaban más opciones, o jugársela volviendo a la aldea o lidiar con aquellos sanguinarios vecinos. Despejada toda duda, Ambrosio apuntó y accionó el mecanismo de la ballesta, confiando en hacer blanco en uno los escoltas de Akyaabil.

Ignorando el posible resultado debido a la premura del momento, se puso en pie junto a Itkan agitando los brazos para llamar la atención de los otros. — ¡Eehhh! — gritó, en un acento y tono que difícilmente se confundiría con un nativo. — ¡Aprestaos por vuestra vida! — 

- Tiradas (2)

Notas de juego

Perdón, que me he puesto bonificador en la primera de +20 (me lie a rellenar, fallo igual).

Luego la segunda tirada por destreza tiene +10.

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20/06/2020, 02:26
Miguel Hermoso del Álamo

Era soldado veterano de las indias occidentales, y no le hizo falta saber nada más. Aquellos indios no iban precisamente a dejarlos irse de allí de ninguna de las maneras, cosa que ya se olía, aunque no quería empezar una pelea que no podía ganar. Pero ahora era distinto, tenían apoyo y Miguel un arcabuz listo para disparar, aquello quizás le diese tiempo a la señora Mencía para huir con los recién llegados. Él ya vería como.

El objetivo, claro. Aquel puto gigante indio no iba a irse de rositas, le daría un susto como mínimo -Indio cabrón hideputa- Masculló.

Alzó el arcabuz y disparó contra el indio que parecía el jefe.

-¡CORRA SEÑORA!- Gritó mientras accionaba el disparador de su arma. La deflagración, el humo y el ruido atronador resonó por la jungla. Esperó a que fuese suficiente como para, al menos, asustarles unos segundos valiosos para huir.

Ahora tocaba huir con los recién llegados. 

-¡TENEMOS QUE IRNOS YA!- Volvió a gritar listo para salir por piernas.

- Tiradas (2)

Notas de juego

+20% por destreza con arcabuz, +10% por profesión. De puto milagro jaja. 13 de daño.

Miguel no entiende de cultura Maya, así que como buen soldado y español, le pega el tiro al jefe, a ver si se apaciguan.

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20/06/2020, 05:43
Anayatzin

Definitivamente había encontrado un inevitable alivio al escuchar, aunque en otras palabras, que su hermana se alegraba de que decidiera ir con ellos. Era plenamente consciente de que no era la persona más hábil en situaciones peligrosas, pero simplemente no podía permitirse esperar sentada mientras Itzia arriesgaba la vida por detener a Ambrosio e Iktan.

El camino se tornó más preocupante a medida que avanzaban, según pudieron discernir la dirección del marinero. Esperaba que el conocimiento de aquellas tierras, y el rastro claro que habían seguido, les permitiera ir suficientemente rápido para alcanzarlo antes de que se metiera en problemas y, en consecuencia, lo hicieran todos.

Si supieramos, Bernardo, lo habríamos dicho antes de partir. - contestó, claramente aún enfadada por el innecesario engaño del fraile - Las buenas intenciones no necesitan esconderse, menos de quienes las comparten - añadió sin dejar de mirar al frente. ¿Por qué no habrían de compartir información que pudiera a ayudar a alguien que querían?

En cuanto a salirse un poco del camino, asintió de acuerdo con el fraile y con su hermana, pues ciertamente aquello no disimulaba en absoluto su presencia - Solo no nos alejemos demasiado. No quiero que perdamos el rastro de las pisadas. - porque aunque fuera de suponer hacia donde iba, si por alguna razón cambiaba de dirección repentinamente, quería ser capaz de notarlo antes de que fuera demasiado tarde.

- Tiradas (1)
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20/06/2020, 17:40
Itzia

Anayatzin contesta por las dos a Bernardo, y es que la propia Itzia no se habría pronunciado mejor. Tal vez por ello había pasado parte del camino en silencio, sin querer distraerse de la tarea que los atañe. 

Mira a su hermana. En cualquier otra persona, tal vez le parecería divertido, pero ver a Anayatzin abandonar su lado dulce y amable se trataba de un evento de considerable rareza, y eso le preocupa. Una mayor confianza significa una mayor decepción, y aunque ella misma también tiene que lidiar con ello, una parte de sí se preocupa también por la herida en el ánimo de su hermana. A pesar de ello, no interviene, simplemente dejándole su espacio.

- Apartémonos a uno de los lados. Cada vez estaremos más cerca de los Tutul Xiúes y nuestro padre nos está esperando. No podemos perder el ritmo ni el rastro. - Apremia de nuevo, dando más prioridad a la urgencia que a la discreción. Como bien ha indicado Bernardo, es un riesgo, pero... - Si estas pisadas son las de Iktan y no se pierda el rastro, - Habla mientras señala a las que acompañan a las de Ambrosio. - no veo por qué no podremos llegar hasta donde lleguen las suyas sin problemas. Además, es el camino más directo hasta ellos. - Expone, sin olvidar como Bernardo bien ha indicado, los riesgos de continuar por el sacbé en esa dirección.

- Tiradas (1)
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20/06/2020, 22:50
Akyaabil

Los disparos de los castellanos fueron certeros y letales. El primero en caer fue el indio a la diestra de Akyaabil, atravesado por el virote de Ambrosio a la altura de la garganta. La sangre brotó de su boca sorprendida, y con un pobre quejido cayó sobre los pies de Akyaabil.

Sin embargo fue el disparo del arcabuz de Miguel lo que causó mayor impresión entre los guerreros indígenas. El tiro había sido concebido para el líder, pero este se movió lateralmente con destreza, alertado un segundo antes por el virote de Ambrosio. De esta manera el disparo despedazó el pecho del otro guardia, que momentos antes se encontrara a espaldas de Akyaabil. Por un momento la batalla pareció ganada, pues los gritos de los indios, escondidos a ambos lados del camino, eran de profunda aprensión. Fue entonces cuando Akyaabil intervino, con un grito furioso.

-¡K’óoch! ¡K’óoch!

Aquello detuvo la estampida de los indios, que se lanzaron al unísono desde ambos lados del camino en pos de Miguel, golpeándolo con sendas lanzas. Mientras caía al suelo, pinchado por una docena de lanzas, el soldado pudo comprobar como, a varios metros de distancia, una mula montada se alejaba a toda prisa. Antes de caer inconsciente tuvo tiempo aún para contemplar aquel fino pavimento blanco del camino, ahora salpicado de rojo.

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20/06/2020, 22:54
Cadmael

El virote fue disparado con pericia, y la maniobra de distracción tampoco había salido mal, o tal vez el desconcierto de sus atacantes se debiera al sonido atronador del arcabuz que el compatriota de Ambrosio había disparado. En todo caso, tal cuestión revestía poca importancia, considerando lo apremiante de las circunstancias.

Cuando Ambrosio se dio la vuelta para correr, vio cómo uno de los indios tenía sujeto a Iktan por los pelos, mientras que con la otra mano apoyaba una daga de obsidiana en su garganta. No se había recuperado aún de la sorpresa cuando un golpe certero, en medio de su nuca, le hizo trastabillar y perder el conocimiento.

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20/06/2020, 23:00
Tlatoani

De alguna manera, entre la polvareda y el humo ocasionado por el disparo de Miguel —y posiblemente el terror que aquella arma les había inspirado— Mencía de Guzmán se vio libre de aquella emboscada, cabalgando a toda velocidad en sentido contrario.

Volteando sobre su hombro alcanzó a distinguir como levantaban a Miguel y como se llevaban sujeto por los pelos a aquel indio que hablaba español y que había tratado de ayudarles, así como el otro castellano misterioso que portaba una ballesta.

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20/06/2020, 23:01
Tlatoani

Pese a que el sonido de sus perseguidores se había apagado poco después de emprender la huída, Mencía continuó cabalgando  todo lo rápido que la mula podía soportar, hasta llegar, extenuada, a un tramo donde el camino se ensanchaba levemente. Para su sorpresa, en aquel claro se encontró con el tercer castellano de la tarde; un hombre anciano de cabellos blancos, cara labrada y horadadas las orejas. Junto a él se encontraban dos indias jóvenes, de indudable belleza, vestidas de manera más elaborada que la habitual entre aquellas gentes.

Tal vez a causa de la desesperación de la huída, o por lo abrupto de la emboscada, pero lo cierto es que fue recién entonces que se percató que la mula era su única compañía. Su siervo negro tampoco se encontraba a su lado.

El calor no cedía, y aún así la jungla parecía haber despertado tras el breve y sangriento encuentro. Los tucanes ruidosos, de plumas de color rojo oscuro, negro y amarillo, con sus enormes picos parecían condenar aquel encuentro. Los loros de plumas azules, verdes y rojas acompañaron el sentimiento. El único ave ausente era el quetzal, representante de los mayas por su espíritu orgulloso y fiero; de las tres especies mencionadas, era la única que moriría irremediablemente si era encerrada en una jaula.

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20/06/2020, 23:07
Tlatoani

Volvía a notar aquel camino cubierto por estuco blanco. Recorría el sacbé sin comprender cómo, pues sus piernas no se movían, ni su entendimiento había retornado del todo. Pronto el recuerdo de lo acontecido le asaltó con mayor celeridad que la emboscada de los indios. Mencía. Había logrado escapar. Sin embargo, sus dos ayudantes misteriosos, el indio que hablaba español y había intentado ayudar, así como Ambrosio, el castellano que había perforado la garganta de uno de sus enemigos con un virote, no habían corrido tanta suerte.

Entre ambos se encontraba Miguel. A sus espaldas iba el marino y por delante Iktan. Ellos sí que caminaban. Lo cierto es que todos se encontraban atados por una especie de tronco fino que llevaban sobre sus espaldas, volteado horizontalmente. Tampoco eran los únicos. Por delante y por detrás —aunque le costaba trabajo al castellano voltearse— filas de indios capturados y en distintos estados de maltrato caminaban de manera coordinada, cautivos del mismo dispositivo.

A los lados caminaban guerreros pintados con aquellas pinturas de colores vivos, custodiando a los cautivos y cada tanto azotando a los rezagados que dificultaban el andar del resto. Al frente de la fila se distinguía la fornida figura de Akyaabil, que con orgullo trasladaba a los prisioneros hacia su ciudad.

—Camina, o te azotaran —le indicó Iktan al desorientado soldado.

Otros prisioneros hablaban entre sí al tiempo que los guardias les vigilaban con indiferencia.

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21/06/2020, 13:16
Mencía Guzmán de Herrera

Nadie había hecho ningún movimiento todavía cuando una voz de más que reconocible acento castellano surgió de entre la vegetación instándoles a huir. Mencía agarró de nuevo las riendas de la mula con fuerza, apretando los tobillos contra el vientre duro del animal, pero cuando quiso mirar a Miguel para tomar una decisión al respecto todo se precipitó. Un disparo, la humareda, gritos y carreteras provocaron que la mula de Mencía cogiera la iniciativa ante el miedo paralizador de su señora. Antes de que pudiera asumir el mando, Mencía cabalgaba a toda velocidad en dirección contraria a la pelea entre los castellanos y los indios. Tan solo se permitió mirar hacia atrás una vez y apretó los ojos con fuerza al ver a Miguel arrastrado por los enemigos junto al otro castellano y un joven indio. 

Jadeante y llena de miedo, siguió avanzando sin rumbo, casi abrazada a la mula que se había convertido en su única compañía, mirando en todas direcciones con los ojos llenos de lágrimas y tratando de mantener la cabeza fría para tomar decisiones. Tenía que encontrar algo o alguien para estar a salvo antes de que cayera la noche en aquel lugar extraño, inhóspito y lleno de peligros. 

Como si Dios o quizá alguno de lo temibles dioses de aquellas gentes se hubiera apiadado de ella tres personas aparecieron ante Mencía. La dama sintió un gran alivio al ver el rostro blanco del hombre que encabezaba la pequeña comitiva y que se hacía acompañar de dos hermosas indias. Aún sujetando con inusitada fuerza las riendas de la mula, Mencía logró decir:

Gracias a Dios... Ayudadme, por favor, han capturado a mi escolta y a otros dos hombres... No continuéis en esa dirección —agregó señalando con una mano temblorosa el camino que había recorrido al galope.

Notas de juego

Siento mucho el retraso