Partida Rol por web

El Cementerio de Perlas [+18]

Directo a los Dioses

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25/06/2020, 19:44
Miguel Hermoso del Álamo

-Migué- Respondió a la pregunta de aquel tipo. 

-Ibamos a pasá por Uxmal pa ir al pueblo costero del que dicen que hay perlas, mi señora es comerciante e iba a hacer negocio, hasta que nos topamos con estos indios hideputas, jodé hasta vimos un trozo de selva donde había cráneos de niños muertos y deformes- Comentó con repulsión.

Miró a los indios que hablaban sobre algún extraño juego de entretenimiento para sus captores, seguramente la sangre correría en ese evento, así que les advirtió.

-Podéis sé los mejores picaores de la plaza, pero tened en cuenta una cosa, nuestra principá meta es escaparnos de aquí como sea, si lo conseguí en Tenositán*, lo haré aquí igual, así que todos atentos a cualquier oportunidá, la única forma de sobreviví es escapá, no hay otra-

Miguel ya estaba empezando a entrar en dinámica, observando hasta cada más ínfimo detalle, cualquier cosa podía salvarles el pellejo, o quitárselo si lo pasaban de largo.

-Tú- Le dijo a Iktan -Ve pensando en hacé el equipo, que eres el que sabe-

-Y tú- Señaló a Ambrosio, el cual no se había presentado aún y por lo tanto desconocía su nombre -¿Eres soldado, misionero o qué? Necesito sabé que habilidades posees pa trazar un plan-

En situación de peligro, y con su habitual pragmatismo, ya estaba intentando encajar las piezas del puzle que iba a sacarlos de ahí. O quizás no, pero había que hacer algo y solo estaba escuchando tonterías.

Notas de juego

*Tenochtitlan

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28/06/2020, 22:00
Iktan

La explicación del pitz le tomaría tiempo, y era preciso que comprendieran las reglas, por lo cual prefirió postergarlo para cuando los equipos estuvieran conformados.

—Se los explicaré cuando me escogáis, si hace falta.

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28/06/2020, 22:42
Uxmal

La cúspide de una gran pirámide de piedra comenzó a verse en el horizonte, en medio de un mar de jungla verde. En un punto donde convergían varios caminos se encontraron largas filas de cautivos atados, quienes soportaban el peso de los troncos sobre sus hombros lacerados.

Una gran celebración tendría lugar durante la noche. La gente en las afueras de la ciudad comenzaba a matar a sus últimos patos y pavos, y casi todos sus perros, con excepción de los mejores, para el gran banquete. Mientras Iktan les relataba todo aquello, unas mujeres de aspecto singular se acercaron, entonando extrañas canciones.

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28/06/2020, 23:09
Sacerdotisa

Sus vestidos se asemejaban a la piel de una serpiente, en cuyas escamas habían incrustadas piezas de jade que brillaban al sol. Las indias comenzaron a moverse y rodear al grupo de cautivos de Akyaabil al tiempo que movían los brazos como pájaros, con un movimiento ondulante e hipnótico durante el cual su mirada permaneció clavada en la de los prisioneros. Pronto el baile comenzó a replicarse entre los otros grupos de capturados.

Por fin la danza cesó. Una de las sacerdotisas, que tenía en su mano una naranja a medio comer, se aproximó a Ambrosio, y dijo algo que ocasionó risas entre sus compañeras. Al cabo se acercaron otras dos, con una especie de pintura azul, y, tras desprenderle la camisa al marino, comenzaron a untarle en el cuerpo aquel pigmento, hasta que finalmente tanto el rostro como el torso y la espalda del español quedaron impregnados por la sustancia. Luego fue el turno de Iktan, y, finalmente, de Miguel.

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29/06/2020, 01:04
Iktan

—Nos vamos —murmuró Iktan con una sonrisa triste en el rostro— Directo a los dioses.

Y es que el azul era el color del sacrificio.

Así, bajo el sol abrasador de la mañana, pintados de la cintura hacia arriba y aún cargando el tronco sobre la espalda, los prisioneros se dirigieron al centro de la ancestral ciudad de Uxmal.

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29/06/2020, 01:21
Tlatoani

Recorrieron en paralelo y bajo el cobijo de la vegetación el camino blanco cuyo destino era la ancestral ciudad de Uxmal. No vieron rastros del negro que acompañaba a Mencía ni del alano de Miguel, aunque sí descubrieron su arcabuz junto a las municiones en el preciso lugar donde habían sido capturados.

Salvo por unas pocas manchas de sangre, tampoco había rastro de los indios abatidos por Ambrosio y Miguel.

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29/06/2020, 01:25
Uxmal

La cúspide de una gran pirámide de piedra comenzó a verse en el horizonte, en medio de un mar de jungla verde. En un punto donde convergían varios caminos se encontraron largas filas de cautivos atados, quienes soportaban el peso de los troncos sobre sus hombros lacerados.

Una gran celebración tendría lugar durante la noche. La gente en las afueras de la ciudad comenzaba a matar a sus últimos patos y pavos, y casi todos sus perros, con excepción de los mejores, para el gran banquete. Con la excepción de doña Mencía, esto era evidente para todos los allí presentes, agazapados entre los arbustos.

A las afueras de la ciudad encontraron lo que buscaban. Iktan, Ambrosio y Miguel se encontraban de pie, en fila y con las manos atadas sobre el tronco de un árbol que debían cargar sobre sus espaldas. No eran los únicos en aquel tronco, ni aquel tronco el único que llevaba consigo a prisioneros de guerra. Algunos de los cautivos apenas podían caminar, de lo malheridos que se encontraban. De esta manera iban arrastrando los pies, suponiendo una carga más ardua para sus acompañantes, que, sin embargo, no se quejaban. Fue fácil dar con Ambrosio y Miguel; el resto de los prisioneros eran indios, en su mayoría hombres en edad adulta.

Unas mujeres de aspecto singular se acercaron al grupo de vuestro interés, entonando canciones extrañas.

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29/06/2020, 01:34
Sacerdotisa

Sus vestidos se asemejaban a la piel de una serpiente, en cuyas escamas habían incrustadas piezas de jade que brillaban al sol. Las indias comenzaron a moverse y rodear al grupo de cautivos de Akyaabil al tiempo que movían los brazos como pájaros, con un movimiento ondulante e hipnótico durante el cual su mirada permaneció clavada en la de los prisioneros. Pronto el baile comenzó a replicarse entre los otros grupos de capturados.

Por fin la danza cesó. Una de las sacerdotisas, que tenía en su mano una naranja a medio comer, se aproximó a Ambrosio, y dijo algo que ocasionó risas entre sus compañeras. Al cabo se acercaron otras dos, con una especie de pintura azul, y, tras desprenderle la camisa al marino, comenzaron a untarle en el cuerpo aquel pigmento, hasta que finalmente tanto el rostro como el torso y la espalda del español quedaron impregnados por la sustancia. Luego fue el turno de Iktan, y, finalmente, de Miguel.

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29/06/2020, 01:35
Iktan

Estaban tan cerca de los prisioneros que casi podían escuchar su respiración, aunque entre ellos se interponían los numerosos guerreros que custodiaban el camino. Y, de hecho, sí los escucharon, aunque brevemente.

—Nos vamos —murmuró Iktan con una sonrisa triste en el rostro, mirando por encima del hombro a Ambrosio y Miguel— Directo a los dioses.

Y es que el azul era el color del sacrificio.

Así, bajo el sol abrasador de la mañana, pintados de la cintura hacia arriba y aún cargando el tronco sobre la espalda, los prisioneros se dirigieron al centro de la ancestral ciudad de Uxmal.