Partida Rol por web

¡Habráse visto!, Tratar como un menestral cualquiera a un Melenarroja, ofreciéndole lo mismo que a cualquier "aporrea-yunques" humano... Y luego escuchó el tema de los nobles, que probablemente ofrecerían cuantiosas cantidades a los que se atrevieran a hacer frente a esos monstruos...

- Esperaremos a que "la demanda" aumente. Seguro que entonces se apreciará el buen hacer de un grupo como el nuestro - sonrió.

Habiendo escuchado las palabras de sus compañeros se dirigió a la puerta, y susurró a los que tenía cerca:

- Salir de la ciudad con sea lo que sea que acecha es demasiado peligroso. Mas incluso con un niño entre nosotros que solo sería un estorbo. Tendríamos que esperar a que se esclarezcan las cosas o a que como dijo el capitán: "Los nobles pierdan la compostura y aflojen la bolsa". Vamos a buscar un granero o algo así donde poder dormir y hacer guardias para evitar ser robados.

Dicho esto apretó el paso hacia el carro y se metió la bolsa de oro atada a un cordel dentro de la ropa, escondida bajo capas y capas de tejido, fuera del alcance de cualquier mano intrépida.

El sol estaba cayendo ya para el momento en que los mercenarios salieron de los edificios que conformaban la guarnición, el ocaso de la tarde llegaría en pocos minutos. Antes de su partida el capitán le había dejado en claro al enano su deseo de que se le ayudara y de la seguridad que tenia en cuanto a la calidad de las habilidades de un grupo tan singular como el que conformaban; no obstante bien había dejado en claro que si lo que buscaban era dinero, no obtendrían nada de él pues el no tenia mas que abundantes necesidades.

Los guardias apostados en torno a la guarnición los veían con singular interés, no era común que un grupo como aquel con tan llamativo cargamento entrase escoltado a ver al capitán para luego salir como si nada hubiese pasado. No obstante ninguno se acerco a los mercenarios y simplemente se limitaron a observar a lo lejos mientras les permitían el paso sin hacer preguntas.

A las afueras, los mercenarios se encontraban con una ciudad bulliciosa; la jornada estaba por terminar y había en aquellos momentos gran movimiento en torno a las calles. Guardias, mercaderes, transeúntes, artesanos y demás, se arremolinaban en las calles a fin de sacar el mayor provecho posible a los últimos momentos de luz de los que podrían disponer. En una jornada normal, la ciudad al ser el corazón de Stirland gozaría de una gran movilidad a aquellas horas; pero aquel día era diferente, aquel día había una gran cantidad de refugiados que entorpecían el trafico, causaban alborotos y molestias, o que simplemente generaban una sensación de que la ciudad era un hervidero de gente.

La mala noticia para los mercenarios era que por lo que se podía escuchar en las calles, todos los graneros y posadas estaban ocupados, o al menos las mas baratas pues era poco probable que los refugiados buscaran las mas caras. Una opción era tomar el último barco para cruzar el río esa misma noche no obstante dado que las puertas de la ciudad se cerraban al caer el sol, quizá también cerrarían el puerto, y de ser así, sería difícil llegar a tiempo con tanta gente.

Según se marchaban del despacho del capitán y salían al exterior, Gerard meditaba las opciones. Primero, su misión era importante y debían llegar lo antes posible a su destino, especialmente porque no sabían si el ataúd de hielo aguantaría mucho tiempo. Por otro lado, como caballero sentía la obligación de ayudar a esa gente con el que fuera que fuera su problema, especialmente si decían que habían visto un espectro.

No podía negar que, en parte, compartía la opinión de Bram de que muchas veces los campesinos no sabían realmente de que hablaban y eran excesivamente superticiosos o, incluso, estúpidos. Sin embargo, el hecho de que tantos coincidieran en ese mismo detalle y los acontecimientos de las últimas semanas en los que había visto cosas que nunca creería posibles hacía que se sintiera un poco más inclinado a tener en cuenta ese detalle.

Luego estaba el problema del dinero: no les quedaba demasiado y, claramente, necesitaban encontrar una forma de conseguir más. Ayudar a la ciudad era una opción, sin duda, más no parecía que fueran a obtener dinero realmente a no ser que perdieran unos días allí parados esperando a que los nobles imperiales decidieran actuar y, sobre todo, inclinados a aflojar la bolsa.

Y por último, y no menos importante, estaba Leopold.

Estando fuera, las cosas y las opciones a tomar empeoraron notablemente. Con la ciudad a rebosar y en un ambiente sumamente agobiante, no sólo las posadas y graneros de menor coste parecían ya ocupados, sino que además el último barco (que ya recordaba no fue nada barato) para cruzar el río iba a salir. Con tanta gente en las calles, no veía fácil la posibilidad de llegar a tiempo.

"¿Qué debemos hacer, Dama?", pensó para sí.

- ¿Y bien, compañeros? - les preguntó mirándoles, llevando a su montura de las bridas - Está claro que vamos a tener complicaciones. Y siendo sincero, aunque no me ha gustado nada la actitud del capitán, me siento en la obligación de ayudar a los refugiados y acabar con esa amenaza.

El run run que las paredes de las dependencias del capitán habían amortiguado apareció de nuevo con nuestra salida a la calle. No solo la presencia de refugiados se hacia palpable a simple vista sino también en la cantidad de ruido que hacían y así como todos los artículos útiles que iban a consumir en su estancia. Esto nos generaba una serie de problemas, lo primero donde alojarnos si es que nos quedábamos, pues parecía que cualquier lugar donde nuestras monedas pudieran hospedarnos estaba hasta los topes y en segundo lugar el vender los artículos que los elfos nos habían prestado.

- Si nos vamos, el grano y el vino que podríamos vender.... señalo a la gente de alrededor ..... y en breves va a ser muy cotizado lo llevaríamos con nosotros quizás obteniendo un precio menor. Pero nos ahorraríamos quedarnos aquí atascados durante un tiempo que quizás.....no podamos permitirnos. Toco ligeramente la menguada bolsa de cuero.

 Así mismo pienso en lo que el capitán nos ha dicho orcos que acosan a los pueblos liderados por un espíritu o espectro, los que hemos sentido la magia y los aventureros en general sabemos que son reales...demasiado reales. Puede que solo sean alucinaciones de pueblerinos huidizos pero nadie en su sano juicio correría a enfrentarse a uno de ellos.

- Entiendo tu postura Gerard y que el mal infligido a estas gentes te afecta...pero ya tenemos una misión para con el duque. Que un espectro un ente no natural guíe a los orcos puede que sea significativo con lo que vimos en el bosque. Pero sea así o no, si os digo la verdad no se cuanto aguantará el bloque de hielo.

Suspiro antes de continuar.

- Mi opinión personal sería la de marcharnos. Pero prefiero que lo votemos.  

Las palabras de el capitán no le habían gustado al enano. Si bien era cierto que la ciudad no gozaba de riquezas, seguro que sus soldados hubieran agradecido que un enano experto mirara sus armas en vez de cualquier "tuercemetales" humano. De hecho seguro que mas de uno iba a tener problemas en caso de entablar combate con los orcos... 

Llegados a este punto no había mas remedio que marcharse. Resha tenía razón. Deshacerse de lo que no era indispensable en una ciudad que ya debía de notar la falta de recusos y arrancar cuanto antes, arriesgándose a cualquier cosa. Seguro que incluso habría algún grupo de mercaderes que pudiera permitirse escoltas como ellos hasta la siguiente ciudad.

- Propongo que pasemos por una taberna y busquemos algún convoy de mercaderes que busque salir de la ciudad. Si salimos solos y las cosas se ponen feas cuantos mas brazos hayan cerca mejor, que no se sabe lo que tenemos ahí fuera. Vayamos a deshacernos de lo que no necesitamos y andando hacia la taberna mas cercana. Seguro que mas de un mercader se ha quedado atrapado en la ciudad y no puede permitirse quedarse. Y seguro que pagaría bien por una buena escolta hasta la siguiente ciudad.

Dicho esto arreó a las bestias y volvió a mirar sus pertenencias. Nadie le iba a robar sin llevarse un martillazo en la cabeza, de hecho nadie se iba a acercar al carro sin arriesgarse a que le diera con la fusta. Cosa que nuestro enano haría sin dudar para apartar a curiosos.

Salió en enano de mal humor, arrancándole de las manos su hacha al soldado que se la había custodiado. Una cosa nublaba ahora su cabeza "orcos, orcos, orcos...", había que matarlos, pues el único orco bueno es el orco muerto. Por si no le llegara con eso, el tema de que tenían un viaje pendiente y apremiante, el no tener apenas dinero, y la falta de oferta de trabajo digno para ellos...no hacía mas que complicar el cabreo del matador.

Escuchó a sus compañeros mientras mascullaba maldiciones por lo bajo.

-Mierda de soldados, deberían salir ahí fuera a por esos orcos. Vamos nosotros a por ellos y hagámonos con un buen precio por sus cabezas. Luego vendamos el grano y el vino para que no sufran la escasez mientras reparan las granjas quemadas y larguémonos de aquí. Ese es mi voto.

Pasándome la mano por la barbilla, permanezco pensativo mientras el resto de mis compañero debaten. Mi opinión ya la tomé antes de salir de las dependencias del capitán, aunque supongo que ha llegado el momento de compartir mi opinión con el resto, pues estamos en una encrucijada y, varios caminos podemos tomar, aunque solo uno tomaremos

Compañeros, soy vuestra opinión. Hemos venido a cumplir una misión, y esa misión es la de llevar al Conde ese féretro que con nosotros llevamos. No sabemos cuánto tiempo el hielo será capaz de mantener encerrado a Haldir, pero no creo que debamos de arriesgarnos.

Cierto es que a mí también me intriga lo del espectro, pero si nos quedamos, quizás no podamos salir en varias semanas, y no creo que dispongamos de tanto tiempo. Se nos acaba el oro y con él las opciones de acortar nuestro viaje. El quedarnos pueda darnos oro, pero si no llegamos a nuestro destino, de poco nos valdrá.

Así, mi voto es por abandonar este lugar cuanto antes. Como mucho, intentaría vender las mercancías que llevamos, y si mientras lo hacemos encontramos una caravana que nos quiera contratar y que viaje en nuestra dirección, bienvenida sea, pero no creo que debamos de perder tiempo demasiado tiempo en buscarlo.

Leopold expectante y emocionado observaba cada detalle en las palabras de sus acompañantes, nunca había estado en una situación parecida, nunca había participado en una situación parecida. Y ahora allí estaba, en vuelto en una aventura llena de peligros gente que intentaba robarle sus pertenencias; orcos de esos grandes, verdes y feos; e incluso espectros, no sabia que era un espectro pero por la cara de todos seguro era un ser vil y poderoso; bueno, el fondo sabia lo que era un espectro y sabia muchas cosas mas, pero no estaba seguro, Haldir nunca se lo había mostrado.

Antes de que el alto elfo Aenalor empezara su discurso, el parlanchín Leopold ya ondeaba la palma izquierda de su mano en lo alto mientras con la derecha golpeaba a una mano traviesa que se colaba entre sus cosas; Leopold quería hablar, aunque eso no parecía importarle mucho al elfo. No obstante, en cuanto este guardó silencio a la espera de que los demás se pronunciasen, el joven humano se puse en pie sobre la carrera, a un costado del ataúd.

-Tengo un plan!- clamó emocionado, -nos podemos quedarnos muchos días, pero si podemos quedarnos una noche. Nada cambiara en ese tiempo pero podremos vender lo que traemos a los campesinos, si les gritamos que tenemos comida y granos, todos se acercarán; así, podríamos luego buscar a esos mercaderes que Grii conoce y que habitan en ese lugar llamado taberna-. La explicación del joven humano, aunque era interesante dejaba mucho que desear en cuanto a su narrativa.

-Mejor aun, podríamos preguntarle a los campesinos y a los mercaderes acerca de lo sucedido, así sabremos la importancia del problema y quizá…; bueno, realmente el he…, el ataúd no aguantará mucho, quince días a lo mucho me parece-, indicó Leopold dejando ideas inconclusas en sus palabras.

Lamentablemente, y era algo que Gerard comprendía, sólo Gurnik estaba de acuerdo con él en el hecho de tratar de ocuparse del problema de los orcos. No le molestaba, la postura de sus compañeros en la situación en la que estaban envueltos era de lo más normal. Asintió a Resha, al ser ella la que se refirió a él directamente, diciendo:

- Si casi todos opinaís de esta forma, entonces adelante, compañeros - ese momento fue cuando Leopold decidió hablar, dando una posible solución que no le pareció demasiado mal -. Eso sí podríamos hacerlo, ¿no? El dinero lo necesitamos, y va a ser muy complicado llegar a tiempo al barco.

El joven Leopold nos había dado una salida a la pequeña discusión que estábamos llevando. A groso modo era una simplificación de los planes que nosotros mismos habíamos planteado, pero estaba bien verlos desde el punto de vista de otra persona.

- Ya veis que como dice Leopold el féretro de hielo esta con los días contados. Creo que el plan de ir a la taberna, vender nuestras cosas y unirnos a una caravana de mercaderes que salga en los próximos días sería una gran opción.

Sonrío al chico, haciendo un gesto de aprobación hacia su dirección. 

- Sacar información de lo que pasa y lo que nos podemos encontrar en los caminos también sería importante.

Convenía marcharse cuanto antes de esa ciudad, y cuanto mas grande fuera el grupo mejor, por lo que pudiera pasar.

- Marchando entonces. Pasemos por algunas tabernas y que alguien pegue un par de voces para ver si alguien requiere de escolta para salir de la ciudad. Somos guerreros experimentados, y creo que pocos de nuestra clase se atreverían a salir ahora mismo de la ciudad. Sin duda mas de un mercader querrá salir de aquí rápido. La mercancía parada no da rédito. -se tomó un respiro. - Recordad lo que nos dijeron de los ladrones. Vuestras posesiones a cubierto y que alguno con cara de mala leche -señalando a Gurnik - se suba al carro con actitud amenazante para quitarle la tontería a cualquiera que pudiera acercarse a probar suerte. No te cortes, hermano.

Dicho esto recogió sus cosas, comprobó que todo estaba en orden y lo dispuso de tal manera que pudiera tenerlo todo controlado y evitar despistes. Una vez acabadas las comprobaciones arreó a la bestia para avanzar.

- ¡Vamos compañeros, el tiempo apremia!

El chico había vuelto a hablar con sabiduría, a pesar de su escasa edad demostraba el por qué había sido elegido por Haldir para ser su sucesor. Tenía una mente ágil, aunque el echo de haber estado tan apartado del mundo quizás no haya sido una de las mejores soluciones.........eso o quizás no sea tan inocente como nos hace creer, aunque a mí esa teoría no me había convencido de momento.

Así, asentí con complacencia a las palabras del joven mientras le sonreí. Buena deducción Leopold.

Pues creo que todos estamos de acuerdo en esto, y puede que sea la primera vez desde que salimos así que, vayamos antes de que alguno se nos ocurra una nueva idea digo con una alegre sonrisa mientras pensaba quién de nosotros sería el más apropiado para realizar las tareas que se nos presentaban por delante. La falta de Angran, con su conocimiento del mundo iba a ser algo que notaríamos.

Con las palabras de Grii, aseguro de nuevo mi largo cuchillo que sirve como espada al cinto, después de haberlo recuperado del préstamo temporal a los guardias humanos. Y vaya asunto, estos jóvenes humanos, el capitán y el otro. En mi hogar, si un mal como una manada de orcos y quizá incluso un engendro de mayor grado asolasen las poblaciones, no habría pago para quienes marchasen a combatir a tales abominaciones y darles caza y muerte. Y sin embargo, eso no haría en absoluto que no hubiese voluntarios, a decenas, para llevar a cabo tal tarea. Incluso mi kithain, jóvenes y aventureros, o quizá precisamente por eso, hubiésemos sido muchas las voces que se alzasen ofreciendo nuestras dotes y armas para la cacería. Recordando también el valor de mi arco élfico, lo envuelvo en mantas colgándome a la espalda mi arco de corto para emergencias o situaciones comprometidas, por si fuese necesario.

-¿Qué hace falta gritar para atraer a las gentes? -Tuerzo el gesto, esperando la respuesta de mis compañeros y dispuesta a ser una voz cantante si hace falta para agilizar la venta. Alzándome ligeramente sobre los estribos, observo de un concienzudo vistazo las plazas y calles por las que vamos pasando. Ciertamente, si la situación es tan grave como parece no me siento del todo bien haciendo provecho de las necesidades ajenas. Por desgracia, es la naturaleza humana y enana la de usar el dinero, comprar y vender, en vez de ayudar a quien lo necesita y hacer cada uno su parte. Pero qué se puede esperar de los incivilizados alejados del Bosque... Sonrío. -Y así partimos por la mañana, ¿cierto?

Con la decisión tomada, el grupo de mercenarios se movilizo a través de las atestadas calles de la ciudad de Wurtbad en busca de alguna taberna y de paso quizá encontrar algún lugar apropiado para vender sus mercancías.

Por las palabras de los transeúntes, era claro que vender sus mercancías sería sumamente fácil, lo malo era que los campesinos realmente no tenían dinero como para ofrecer un buen precio por ellas. Por este motivo, otras opciones con las que se habían encontrado en el camino les parecían interesantes; la opción mas fácil era ir al antiguo mercado de la ciudad, el cual estaba muy cerca de su ubicación actual, allí ante la alta demanda de productos, no habría tantas dificultades para poder conseguir un buen precio por sus productos; la segunda opción era quizá la mas interesante y consistía en acudir al barrio del gremio de mercaderes, estos no tendrían interés en comprar las cosas para su consumo, pero sabrían que cuando escasease la comida, los ricos de la ciudad pagarían mucho por las mercancías que los mercenarios ahora llevaban consigo; finalmente, estaba la opción de acudir al puerto de la ciudad e intentar conseguir algo con los mercaderes que seguramente la tenían difícil ante el hecho de poder conseguir nada en la ciudad para llevar a vender en sus rutas fluviales.

En cuanto a la taberna, otro contratiempo también se gestaba, todas parecían estar abarrotadas e incluso parecía haber varias improvisadas (un bien negocio sin duda alguna en aquellos tiempos). La cuestión que entonces atañía a los mercenarios era a cual acudir, cual sería la mas apropiada para encontrar un grupo de mercaderes adecuados que quisiesen contratarlos como escolta.

Con la decisión tomada (sí, resultaba algo sorprendente que por una vez se hubieran puesto de acuerdo tan rápido todos), el grupo se puso en marcha. A Gerard aún le escamaba un poco el hecho de no poder ayudar, pues por él habría ido a ayudar directamente, independientemente del tema monetario. Otra cosa es que hubiera preferido que les pagaran para que el grupo pudiera tener efectivo para el resto del viaje, pero claro, con el dichoso tema de que el ataúd podía no aguantar ese tiempo, la propuesta quedó descartada.

Quizás porque una parte de él quería darse prisa para poder terminar su misión lo antes posible y regresar a ayudar a esa ciudad (en el caso de que el problema persistiese, por supuesto) o porque quisiera ver si podía preguntar a alguien sobre ese asunto tan pronto se hubieran ocupado de vender lo que fuera, el caso es que se sorprendió así mismo con lo bien que consiguió ir moviéndose y orientándose por aquella ciudad imperial.

- Propongo que o vayamos al mercado de la ciudad o busquemos el... ¿el gremio, se llama? - se notó que tenía dificultades con esa palabra al usarla en Reikspiel - Sí, eso, el gremio de mercaderes. Deberíamos poder así obtener lo que necesitamos para el resto del viaje. Ya lo que creaís que pueda ser mejor, no estoy, eh..., familiarizado con estas cosas - en una mirada a su alrededor, añadió -. Y creo haber visto una posada que podría servirnos para la búsqueda de una buena caravana.

Durante unos segundos, escucho las diferentes opciones mientras me entran por un oído y me salen por el otro. Encogiéndome de hombros, tuerzo un poco la boca Sinceramente, no tengo ni idea de cuáles de las opciones será la mejor y en cuál sacaremos más dinero. digo mientras me giro para buscar un algún lugar que parezca una taberna decente y que sea de las que menos abarrotadas puedan estar, lanzando miradas de soslayo a la carreta con nuestro féretro.

Una vez decidido el curso de acción que hemos de tomar la cuestión es deshacerse de las cosas superfluas que llevamos con nosotros y hacernos parte integrante de una caravana que salga de la ciudad....preferiblemente siendo sus guardianes, así conseguiríamos que nos costearan parte del viaje.

- Si Aria en principio la idea es marcharse por la mañana. ¿Donde ir a vender?. - La opción que da Gerard es buena, pero habría que presentarse ante el gremio de comerciantes y lo mas seguro es que sean gentes difíciles de tratar. ¿Que opinas Grii? ¿Como artesano donde irías para vender tus productos?. 

Definitivamente Grii era nuestra mejor opción ante este reto que teníamos delante, estaba acostumbrado a tratar estos temas. Mientras que los demás solo eramos unos aficionados en el arte de la tasación y el regateo.

Iban lentamente con Gurnik encima del carro poniendo caras a todo el que se acercara lo mas mínimo al carro cuando le preguntaron sobre a quién vender.

- La respuesta es clara. A los que mas lo necesitan y menos negocio piensan hacer con ello. No tenemos una barbaridad de cantidades, y sin duda vendiendo a alguien que solo busque subsistir a parte de hacer un buen favor a el y a su familia, sacaremos mas dinero. Que no os de escrúpulo aceptar grandes cantidades de dinero, porque nosotros lo utilizaremos para una buena causa. Esos mercaderes harían el mismo negocio, pero con el único fin de apilar mas monedas. Creo que si lo vendiéramos en el mercado nuestro género volaría, pero también es cierto que vendiendo a mercaderes nos desharíamos de ello mas rápido. 

Esperó unos segundos y dijo.

- Seguro que algún tabernero estaría deseando hacerse con esto, a expensas de lo que vaya a pasar. Con la de gente que hay por aquí seguro que las despensas de mas de una posada ya estan "temblando". Veamos que nos pueden ofrecer. Hacer salir a todos los posaderos que encontremos por el camino y a ver que nos cuentan.

Dicho esto, siguieron pasando por las calles, en busca de tabernas con buen aspecto para vender sus exóticos productos élficos, que ya no por ser élficos sino por necesidad les reportarían grandiosos beneficios.

Avanzando por las atestadas calles de la ciudad, el grupo de mercenarios se veía ante la difícil tarea de cuidar sus pertenencias al mismo tiempo que intentaban encontrar una posada tal como la que el bretoniano consideraba, sería la mejor opción. Para su suerte, Grii era muy versado en transacciones y no le tomo mucho tiempo divisar algo muy parecido a lo que el bretoniano solicitaba.
Así, con la decisión de donde vender sus mercancías aun en puertas, el grupo de mercenarios se acerco al lugar que Grii había encontrado. La posada de tres plantas estaba bien ubicada y era considerablemente grande, no sería de las mas ostentosas de la ciudad, pero sin duda si de las mas famosas y grandes; a la par, su ubicación cercana al puerto era un lugar idóneo para que muchos mercaderes que estaban de paso, se hospedaran en la misma ante la necesidad de pasar la noche en el lugar.
Desde afuera podía verse un constante ir y venir de personas que entraban y salían de la misma, algunas de estas salían con equipaje en mano sumamente molestas o cansadas; lo cual era señal de que ya no habría espacio para hospedarse allí. Sin embargo los mercenarios no buscaban eso al adentrarse en aquel lugar y por tanto quizá lo anterior era mas que benéfico para su causa.
Dejando atrás la carreta al cuidado de Leopold y Angran, el resto de los mercenarios se dispusieron a adentrarse en la posada. Apenas acercarse a la entrada de la misma, les fue claro que el lugar estaba repleto, el área común que fungía como una pequeña taberna estaba abarrotada de gente que o buscaba un lugar donde pasar la noche, o que buscaba un lugar donde comer algo o que simplemente buscaba un lugar en el que estar.