Partida Rol por web

- Me agradecerían matar tal criatura, pero creo que a nadie le gustaría que unos desconocidos pasearan con tal criatura por todo el Imperio, ... Creo que eso nos daría casi mas problemas que matar el bubón en sí... Porque... ¿Como de grande es un bubón? ¿Como conserva uno ese cadáver?. Me gusta la idea de la ceniza y la bruja, lo único que no se lo que es un Tregara, si me pudiera decir donde puedo encontrar uno... Pero acepto esos dos tratos, la recompensa es muy buena y aunque difícil de cumplirse, no es imposible. Intentaré traerle los materiales de esos dos tratos, señorita.

Esperaría la confirmación de la comerciante. No quería el trato del cadáver. Les podrían confundir con cultistas por el camino. y eso no era una opción.

Ante la aceptación de Sargón, la mujer busco aquel libro que tomase antes para Gurnik y empezó a escribir en el para luego hacerse un corte ligero en el pulgar y firmar el texto con sangre. Arrancando la hoja, se la entregó a Sargón quien más tarde pudo leerla.

Con ello, el trato con el enano quedaba cerrado y solo faltaba que consiguiese ese vomito de troll para que la mujer le entregase aquel brazalete. Y así, centro su atención de nuevo en el quejoso enano de las runas.

-Habla demasiado señor enano. Tome un trato o marchase- le dijo sonriendo con cierta desgana. -El bubón es tan grande como un niño de cinco años, o incluso aún más pequeño. Conservarlo es problema de ustedes y aplica casi para cualquier cosa que les pida. Un Tregara es una bestia de las profundidades, una especie de insecto gigante de caparazón muy duro y color de la roca, de hecho, se camufla tan bien que pueden pasar junto a uno y no verlo-. De cualquier forma, la mujer le había dado algo de información, realmente quedaba en el enano y compañía indagar lo suficiente y dar con las presas.

-Tendrá que ser más especifico- dijo la adivina con la pluma y el libro en mano, - ¿cuáles son los tratos en los que está interesado?-.

-Será difícil; pero no creo que pueda obtener tan fácilmente la escama o los cuernos. Aun así creo que si consiguiera hacerme con alguno de los materiales los guardaría para el trato con usted -sonrió ligeramente a la mujer e hizo una ligera inclinación de cabeza, terminando el trato de los materiales que quería comprar por dinero normal y corriente y con la casi imposibilidad de obtener los materiales que la mujer pedía a cambio de los grimorios que le vendrían de perlas.

Quizás estaría interesada en el grimorio del chamán pielverde, pero Aenalor quería guardarlo para investigar la forma de hacer magia de los pieles verdes. Sí, seguramente sería tosca y vulgar; pero sabía que podía ser muy destructiva, y quizás comprenderla le permitiría estar mejor preparado contra ella.

-Ese no es un trato- le dijo sonriéndole pícaramente al alto elfo. -Puedes conseguir las cosas para ti, pero a menos que sellemos un trato, no he de darte nada por esas cosas- le explicó la mujer dejando en claro que no importaba que traje todos las cosas que ella mencionaban, debería traer también un pergamino firmado por ella con sangre donde se esclareciera el trato.

Suspiró ligeramente ante las palabras de la mujer.

-De acuerdo, veremos si puedo hacerme con esa escama de dragón para conseguir ese grimorio. El de Altdorf podría conseguirlo en un colegio de magia, a un alto precio, pero me es más fácil de acceder a él que ese otro -dijo señalando el grimorio que cambiaría a cambio de una escama de dragón- ¿trato?

- Me quedo con el trato del escudo con la runa magistral, el del yelmo, y el de las grebas. Me prepararé para poder llevar a cabo todas esas búsquedas, y si encuentro los materiales se los traeré, y entonces todos habremos ganado. ¿Trato? Le tendería la mano. 

Tenía que buscar un barril lo suficientemente grande para conservar el bubón, preferiblemente con algún tipo de liquido que conservara carne y demás, y con alguna manera de sellarlo. Y varios frascos para los otros encargos.

No iba a ser fácil, pero la recompensa bien valía la pena.

Después de oír lo que Grii desea, hablo yo para concretar un último trato.

 - "¿Podemos hacer un trato entonces por ese escudo grande que detiene flechas? Me gustaría ver primero si es apropiado a mi tamaño.

Nunca he utilizado uno y no sé si será muy grande para mí o quizás sea incómodo.

Ante la ahora aceptación del alto elfo, la mujer busco aquel libro que tomase antes y empezó a escribir en el de nuevo para luego firmar el texto con sangre usando la misma herida. Arrancando la hoja, se la entregó a Aenalor quien más tarde pudo leerla, al igual que fue el quien leyó las de todos.

-Consideré sabio Aenalor- le habló con gesto exageradamente vulgar y coqueto de cortesía, -que bien puede hacer un trato por algún otro objeto que busque e incluso por ambos grimorios. Aunque si eso es todo lo que desea, solo he de decir que es un placer hacer tratos con su ancestral raza-.

En cuanto al enano, la mujer solo le miro ruborizada cuanto este le extendió la mano, -lo lamento señor de las runas, pero creo que me lastimaría- le contesto y a cambio del apretón de manos, le lanzo un beso para luego ponerse a escribir tres nuevos pergaminos que selló también con sangre. -Espero que sea un buen clienta, no quisiera tener estás cosas apartadas para ustedes y que nunca regresase- le señaló al tiempo que le extendía los pergaminos.

El ultimo en hablar fue el enano Sargón, el cual estaba interesado en el escudo de torre que según decía la mujer, tenía la capacidad de atrapar flechas. -Asumiendo por el trato anterior, que no podría pagármelo en oro, omitiremos eso e iré al grano, lo que necesitaré será un simple encargo. En las profundidades de esta ciudad, aunque muchos lo nieguen, quedan remanentes de los hombres rata, bien llamados Skavens. Necesitaré que se deshaga del líder local de los hostigadores del clan de Skryre; sabré que ha muerto si me trae la flecha de oro que me robo bañada en su sangre-.

Miro el escudo que tiene, ese de torre y encuentro que es una cosa tan grande e incómoda que no me veo luchando con él. Pienso que sería un estorbo más que otra cosa y eso no me lo puedo permitir, por más magia que tenga. Le niego a la mujer y luego le hablo:

 - "Ese tipo de escudos no es de mi preferencia. ¿No tiene un escudo normal, no una rodela, con la que pueda hacer trato?"

El escudo que pidió Grii se ve interesante y quisiera algo como eso, aunque me da lo mismo que no sea una runa lo que le de el poder. De hecho, poco me importa la magia que lo alimente mientras lo haga útil.

"Siempre que no sea del caos."

Si puedo bajo la de voluntad con suerte en -10. La siguiente tirada de voluntad sería carisma que fallo por una barbaridad querría repetirla y lo mismo con inteligencia menudas tiraditas.

Al ir con la mujer te das cuenta que la suerte no te acompaña, hay considerable gente por el lugar y sabes que dos mujeres solas llamarán fácilmente la atención, tu has tomado la precaución de envolverte en una túnica para no ser llamativa, pero tu despampanante acompañante lleva tan poca ropa como llevará antes y se contonea tanto que temes que se le quiebren las caderas antes de tiempo.

Al menos ninguna de las dos hace ruido, pero te es claro que si bien la adivina no tiene reparo en que la vean, tu tampoco has podido pasar desapercibida por lo que cualquiera en el lugar podría haberlas visto. Por ello tu esperanza recae en que nadie logre grabarse tu rostro en la oscuridad.

Ambas entraron a un callejon escuro en el que se abrieron paso por una puerta secreta hasta la parte trasera de una lujosa posada, esquivando con ello a los clientes habituales y cualquiera que estuviese en la entrada. Descendiendo por unas escaleras llegaron hasta lo que te parece son los aposentos de la mujer, esta prepara un té y te invita a tomar una tasa mientras te platica nimiedades de la ciudad sin importancia. Al paso de varios minutos se levanta y cogiéndote de la mano te lleva hasta su habitación. El lugar está en penumbras, solo alimentado por unas velas violetas que desprenden un aroma sumamente afrodisíaco, al parecer, ya no hay vuelta atrás...

-No hay ningún otro escudo- dijo la mujer secamente -quizá prefieras ir a ver a un armero si lo que te ofrezco no te gusta- concluyó al tiempo que iba dejando los asuntos con los mercenarios de duque y se centraba en otros clientes que iban pasando.

Todavía no sabía a lo que me enfrentaba, el camino desde la torre del duque hasta el lugar elegido para el encuentro...se hizo demasiado corto para mi gusto. En el interior del poblado entre las sombras y el embozo de mi capa intenté pasar desapercibida ante los ojos de los transeúntes, pueblerinos en su mayoría, gente sin importancia pero dada a las habladurías y eso podría ser un problema. Mucho mas cuando con quien te quieres encontrar es una mujer a la que le gusta llamar la atención, dudaba no ser el centro de todas las miradas, pero esperaba que así fuera.

Una vez en su posada...solo me dejé llevar por una vez.*  

La noche, a pesar de lo que Resha pudiese esperar fue sumamente placentera. Aunque realmente, lo que a ella le importaba es que la adivina se mostró sumamente satisfecha, tanto así que, tras la larga e intensa noche, estuvo recostada por más de una hora junto a la kislevita, mostrando un cierto toque de romanticismo en el encuentro.

Sin embargo, al final todo eran negocios, y la adivina lo tenía muy encuentra y así se lo había hecho saber. Había recibido más de lo que realmente esperaba por lo que no solo le dijo que el “bastón del invierno” era de ella, sino que al medio día, cuando pasase a recogerlo, le haría un cuantioso descuento por escrito para un solo artículo, que bien podría emplear ese mismo día, o cuando ella quisiese.

Ante la negativa de la mujer, me junto de hombros y le respondo:

 - "Me gustaría entonces hacer un trato por la coraza que se ese tal Jorah, que mi compañero rechazó. Un poco de placas para protegerme me vendría bien."

Sé que la mujer está un poco aburrida de las negociaciones, pero ambos nos beneficiaremos, aunque no ahora.