Partida Rol por web

Los niños habían sido citados varias horas después de que saliera la diosa amateratsu, para regalar a todos su cálido abrazo. Tuvieron que ser conducidos por los majestuosos jardines grulla, una sinfonía de belleza visual y de olores jamás apreciada por ellos. hasta Hida Giichi parecía sobrepasado por la delicadeza de todo aquello.

Finalmente, llegaron a su destino. El inigualable tunel floral de los jardines sur de Kyuden Doji.

Dicha construcción era un enorme arco, de varios metros de altura, de metal entrelazado a modo de rejilla, para mantener las diversas flores colgando hacia abajo, para ofrecer un doble placer. Evitar un excesivo calor, y poder aspirar de primera mano los distintos perfumes de la naturaleza.  Lavanda, jazmín,romero, incluso ramas floradas de los cerezos adyacentes cubrían la cúpula en una majestuosa amalgama perfectamente cuidada.

Los chicos se encontraban en el centro del espacioso túnel, sentados en cojines sobre el verde intenso del césped.  En frente suya, a varios metros de distancia se encontraban las autoridades, vestidas con sus mejores kimonos para la ocasión. Estaban en lo alto de una pequeña estructura de madera, tallada con figuras de grullas en distintas poses y lacadas en blanco y azul celeste. Aquella tarima contenía varios asientos, uno para cada aniftrión y juez de la velada.

Daidoji kato de los pocos que llevaba la armadura, pero perfectamente pulida y limpia. Doji Shizue Con un fresco y elegante Kimono azul celeste, como el cielo matutino, con el mon Doji en forma de pinza sobre su hombro derecho. Asahina Tamako, el Daimyo de los Asahina,con aquel kimono azulado y gris, con hombreras acabadas en pico.Bayushi Yojiro, el cortesano escorpión enviado desde Kyuden Bayushi, tan elegante como siempre, con el cabello negro trenzado cayéndole por la espalda, aceitado y perfumado, vestido por un sencillo pero perfecto kimono rojo oscuro, con el mon Escorpión a la espalda y en el corazón, su máscara apenas era un antifaz negro, y los bordes del mismo se asemejaban a las pinzas del animal que da nombre a su clan. Bayushi Sanosuke, el magistrado esmeralda, Embutido en su armadura negra y rojiza, engalanada para la ocasión, con la máscara que mostraba desde días atras, hasta parecía inapropiada, pero, nadie había osado decirle nada al respecto. 

El representante Fénix, un hombre impoluto y espartano, con el peinado tradicional samurai y un kimono pulcro y simple de color anaranjado.

El último juez, un unicornio de nombre desconocido, al igual que el del fénix. Su aspecto era lo más elegante posible, aunque quedaban en su indumentaria algunas reminiscencias Gaijin, rondaría la cincuentena de edad, de aspecto bajo, con barriga, los pocos pelos de su cabeza eran ya grises, al igual que los de su tupida perilla.

En los laterales, podía verse una cadena humana de guardas Doji, perfectamente ataviados y alineados, siempre vigilantes y sin hacer el menor gesto posible. Tras la barrera de guardias, se encontraban los demás asistentes e invitados al evento, situados en un altillo, donde habían construido gradas de madera para poder observar por encima de los guardas. Todos los asientos eran acolchados y mullidos.

Las comitivas de los demás clanes, bien distanciados unos de otros según la tensión política actual, así como diversos cortesanos de la grulla.

Todos estaban animados, sobre todo los asistentes de los laterales, no tanto los jueces y anfitriones, ya que mantenían el semblante riguroso necesario para abordar el evento.

Varios músicos de la grulla y el clan menor del zorro amenizaban la espera previa al inicio de los actos, y otros artistas varios, confeccionaban sus manualidades de origami e ikebana, haciendo las delicias de los asistentes.

Mientras tanto, los jovenes esperaban nerviosos. No sabían al primer escollo que debían enfrentarse, pero, al fin y al cabo, eran samurais, y deberían de estar preparados para todo lo que se les viniese encima. Ya no había marcha atrás.

Finalmente, Asahina Tamako dió dos palmadas, y el público se calló al instante. En ese momento, Doji Shizue se levantó y comenzó a recitar una hermosísima narración.

                    La vida es un día, empieza en el albor

                    Cuando amateratsu nos abraza con calidez

                   los niños nacen

                   La media mañana ofrece a todos alivio

                  Pues aún queda para que llegue onnotangu

                  Los niños crecen

                  El mediodia sirve para satisfacer nuestro hambre

                 De conocimientos, belleza, sabiduría, relaciones

                 La plenitud del hombre

                 Por la tarde amateratsu empieza a despedirse

                y todos comenzamos a repasar nuestros deberes

                La hora de veteranía

               Cuando Onnotangu usurpa el cielo, vuelve el frío

               Y todos comenzamos a poner en orden nuestras cosas

               Se acaba la vida.  Despedida.

Primero hubo un silencio general.

La dulce voz de la grulla había fluido por el aire, mezclándose entre las flores, acompañada por el canto de los pájaros, para terminar por depositarse en los corazones de los allí presentes. Sin duda alguna, su dominio con las palabras no tenía parangón alguno, y los asistentes, una vez recompuestros de aquella belleza sonora, comenzaron a aplaudir con toda sinceridad. No era para menos. Asahina Tamako, pidió silencio de nuevo

Shizue volvió a hablar, pero esta vez no era ninguna narración o similar.

-Os saludo a todos, en nombre de mi padre, el campeón esmeralda y honorable Doji Satsume-dono, también, mi hermano y Daimyo de mi casa, Doji Hoturi-dono os dá las gracias por asistir, y en nombre, de nuestro anfitrión y Daimyo de la familia Asahina de la grulla, Asahina Tamako-dono, nos place indicarles, que el gempukku de la primavera, va a comenzar-

Se acercó hacia donde estaban los jovenes

-Os presento a los jovenes más prometedores de los Dojos de cada clan del imperio, los cuales nos darán a conocer su dominio en las habilidades aprendidas, así como en las artes que todo samurai deber de saber-

-Durante la mañana tan agradable que nos ha concedido amateratsu, desarrollarán estos futuros samurais, las habilidades nobles que cada siervo del emperador debe de dominar, pues, no solo la espada domina todo, si no que, además, un bushi debe desenvolverse en las cuestiones de etiqueta reglamentarias, así como conocer la heráldica imperial, el orgullo de cada clan, y ser ducho en el arte de las palabras, para no ser tachado de inculto, siendo esto una ofensa a todo anfitrión o invitado que se precie-

-Como bien se ha dicho, se empezará con una prueba sencilla, Heráldica, para recordarnos a todos, que, a pesar de las disputas entre cada clan, somos todos hermanos, y nos hemos ganado con orgullo el poder portar el símbolo de nuestra familia-

-Una vez las mentes se hayan despertado y afilado, se propondrá un tema de conversación, y, tras separarlos en dos grupos, los jovenes tendrán que llevar la razón a su parte-

-Una vez desentrañadas las artes de la conversación, se recitarán Haikus, para deleite de los asistentes, y así se podrá catalogar el refinamiento de cada alumno-

-Por último, cada joven se adelantará, y tras saludar al jurado, narrará la esencia de su clan-

-Y así finalizará esta apacible mañana, como una experiencia cultural enriquecedora-

Shizue volvió al palco

Una vez sentada Shizue, Tamako habló

-Que empiece la primera prueba-
 

Maldita fuera mil y una veces la suerte que tenía. La heráldica se le daba fatal, ¿cuándo iban a empezar con las pruebas de kenjutsu? El joven escorpión cogió los parches de tela donde estaban bordados los mones. Los el mon familiar Doji y el Hida eran bastante reconocibles, así como el de la familia Soshuro, pero… No conseguía reconocer ninguno de los otros. Podía adivinar más o menos a qué clan podía pertenecer cada uno por los colores y las imágenes que aparecían, pero no fue capaz de reconocer las familias concretas.

Tras escribir los que se sabía, en los que desconocía escribió el clan al que pertenecían, aunque hubo alguno en el que dudó incluso en eso. Sintiendo cómo sus mejillas empezaban a arder por la vergüenza que sentía por su propia ignorancia, el joven escorpión entregó los parches a los jueces.

Había llegado el día. Para la ocasión Sora había elegido un kimono liso de color azul cerúleo con el mon de su clan en blanco puro en la espalda. En cambio, el obi reproducía una imagen marina de olas de un azul oscuro con brillantes crestas de espuma blanca. Estaba claro que había apostado por la sobriedad para que a los asistentes al evento no les costara trabajo identificar su procedencia. Por comodidad y sin haber estado seguro de qué pruebas deberían realizar, traía el cabello como habitualmente, recogido en dos trenzas que caían por delante de sus hombros.

Por la mañana los nervios le habían impedido tomar poco más de media taza de té y algunos granos de arroz en el desayuno pero tras dedicar algunas oraciones a la Dama Doji se tranquilizó un poco. Cuando fue conducido junto a sus compañeros no quiso decir nada pero al llegar a la zona donde todos les esperaban supo que no le vería. Durante la cena lo había sospechado pero no había querido creerlo. Resignado tuvo que permanecer en su lugar bajo el peso de todas aquellas miradas y con una responsabilidad más grande que él. Tampoco había nada que pudiera hacer.

Shizue les vio la bienvenida con uno de los relatos más hermosos que escucharían en sus vidas y el pequeño cortesano ni siquiera pudo disfrutarlo. Ahora tenía un motivo más  para hacer las cosas bien. Heráldica, conversación, poesía y narración… No se trataba de nada complicado en exceso, podía con eso.

O eso pensaba hasta que le fueron entregados los parches con los diferentes mon. Sonrió levemente al encontrar el de su familia y puso especial cuidado al escribir el nombre para estropearlo lo menos posible. También pudo reconocer sin problemas los de la familia Matsu, Hida y Shosuro. Dudó algo más con el de la familia Ide pero finalmente escribió el nombre. Con el de la familia Kitsuki no terminaba de estar seguro y decidió no arriesgarse a ponerlo mal y ofender a alguien con ello pero los de la familia Moto y Asako ni siquiera le sonaban. ¿Iría mejor la conversación?

Con cinco nombres escritos y los mon recogidos en el orden en que le habían sido dados, Sora los entregó al jurado con una inclinación respetuosa.

Pese a saber a lo que iba, al ronin todo esto le pillaba por sorpresa. Vestía como en la cena, un lustroso kimono pardo sin mon y e incluso hizo un intento de recogerse el pelo, pero desistió. Lo llevaba suelto a media melena, no había forma de hacer nada decente con él.

Tras pasar por aquel túnel y encontrase en semejante jardín, tanta belleza fue un deleite para sus sentidos y se quedó ensimismado mirando las brillantes armaduras de los guardias. Se le ve en los ojos, le hacen chiribillas. Él quiere estar ahí, elegante, con clase, con su o-yoroi y sirviendo como lo hacían aquellos hombres. Siente una gran admiración por todo aquello, incluso por el recital de la mujer, que al principio le da igual pero a poco a poco le va gustando lo que escucha.

No se siente especialmente nervioso, pero sí curioso. Todo aquello era un mundo nuevo para él y le faltan sentidos para poder recrearse como le gustaría.

En su éxtasis emocional le ponen los mones ante sus ojos. Reacciona con un murmuro antes de tomarlos.

- Uo...

Observa uno por uno, su cara es un poema. Eso no lo había hecho en la vida, ni intuido si quiera que alguien se podía dedicar a hacer eso. ¿Cuánto tiempo libre tiene la gente? Echa mano a los recuerdos de los viajes, se acaricia el rostro con las dos manos, algo podría hacer con todo aquello. Murmura una letanía inaudible para sí mientras va escribiendo los mones de dos en dos.

- Vale... estos dos son los Doji de la Grulla y los Hida del Cangrejo... - Va dejando los mones en un montoncito sobre su pierna. - Esta pata... esto... esto es de un león. ¿Matsu? ¿Matsu del León? Sí, matsu del leon. Y la flor... ¿flor? ¿Esto qué es? - Se aleja un poco el mon de los shoshuro. - Sorura, Susurro, Sorubio, So-So... ¡shoruso! - Se le ilumina la cara por un momento antes de fruncir el ceño. - No, shoruso no. - Mira de reojo el próximo mon. - Ui, los kitsuki. - Apunta con diligencia el mon kitsuki cuando por grata sorpresa le viene el nombre del otro mon. - Aaah... Shosuro, del Escorpión. - Apunta y deja esos dos en el montoncito de los acabados. - Más... - Observa la mano de los Ide y la pone boca arriba. Parpadea perplejo y la deja con el montoncito de los terminados, repitiendo el mismo proceso abriendo bien los ojos con el de los moto. Por último, coge el de los Asako. - Ah...  los Asoka, ¿de qué clan eran los Asoka? - Apunta Asoka y da por finalizado el ejercicio, guardando todos los mones sobre su mano, no los iba a dejar en el suelo bajo ningún concepto.

En verdad la prueba le resulta entretenida, no había hecho nunca ese tipo de ejercicios.

Espera pacientemente a que el resto de los chicos acaben.

Los demás jovenes fueron entregando sus respectivos mones, mientras hacían una reverencia al llegar al estrado. Finalmente solo quedaban la unicornio Yumiko y la fénix Hanako.

Isawa Hanako contemplaba estupefacta la belleza de aquel lugar al cual habían sido llevados. Las fragancias que cabalgaban los vientos nacidas de aquel campo de flores producían una paz que podía hacer sombra a la más profunda de sus meditaciones. No obstante el motivo por el que estaba allí no era para relajarse, debía mantenerse concentrada y prestar atención.

Comenzó a escribir en los mones que habían repartidos, todos y cada uno de ellos fueron completados con rapidez y claridad. Todos excepto uno. Éste no conseguía recordarlo, y la frustración que sufrió bloqueó su mente durante unos cuantos segundos.

Al final no tuvo más remedio que dejar el susodicho mon con un nombre lo más similar posible a lo que había podido recordar, aún siendo muy posible que una de sus sílabas o letras estuviesen mal trazadas. Entregó después todos con una respetuosa reverencia y volvió a tomar su sitio.

Al igual que en la cena, Yumiko portaba un sencillo kimono púrpura impoluto y su largo cabello ligeramente anudado con una cinta de cuero para evitar que molestase.

Caminó por los enormes jardines maravillada por los colores y olores de todo lo que la rodeaba y a pesar de mantenerse seria, su rostro mostraba agrado por la belleza del lugar. Entró en el arco mirando el techo de este y suspirando ante el alivio que todas esas plantas ofrecian, la temperatura y el olor eran tan agradables que por un momento pareció mostrar alguna que otra sonrisa.

Disfrutó de la música mientras permanecía sentada observando las flores del techo de aquel túnel, escuchó el poema y tras eso todas aquellas formales presentaciones que Yumiko tanto detestaba y la incomodaban volvieron a tornar su rostro serio y aún mas al escuchar que la prueba trataria sobre la heráldica. Claramente no era en lo que mas tiempo habían dedicado para formarla.

''Heráldica y conversación...'' Suspiró pensativa echando por un segundo la mirada al suelo.

Fué tomando los mones sobre una de sus manos y observandolos uno a uno para después escribir en clan y la familia a la que pertenecían en todos ellos excepto en el de la familia Matsu, Kitsuki y Asako, creyó no haberlos visto nunca.

Tras eso los dejó reposar sobre su mano y en el momento indicado se los entregó a los jueces y volvió a su sitio.

Una vez entregados todos los Mones. El dignatario fénix fue el encargado de repasarlos.  una vez leido todos, habló algo a los demás jueces, imperceptible para los jovenes que esperaban el resultado. Tras aquella pequeña charla, el mismo dignatario fénix fué el encargado de dar las puntuaciones.

-Honorables jueces, honorables invitados, y honorables participantes del evento, la prueba ha terminado, y se darán a conocer las puntuaciones de la misma, de menor a mayor puntuación-

Estaba claro que no tenía el don de los grulla para darle emoción al asunto, aun así continuó.

-Hida Giichi y Bayushi Ujio, con 3 aciertos-

Hubo una risotada general, sobre todo por el escorpión, ya que del cangrejo podían esperárselo. La zona del escorpión estaba totalmente disgustada, incluso Yojiro negó varias veces con la cabeza ante tal vergonzoso resultado.

-Doji Sora, Rinji, Shinjo Hikari, Otaku Yumiko, con 5 aciertos- 

Las reacciones fueron varias, los grulla se taparon el rostro con abanicos al ver que su representante estaba dentro de la medianía, los unicornios no le dieron demasiada importancia, pero hubo un murmullo general al escuchar el nombre del Ronin entre esa calificación

-Mirumoto Kiyomasa, con 6 puntos- Se escucharon aplausos desde las filas dragón, estaba claro que era en parte un orgullo que un bushi dominase ese campo por encima de cortesanos, y sobre lo que más importante era, el ronin.

-Ikoma Tenbo, Isawa Hanako, Shosuro Hidetora, con 7 puntos-  esta vez hubo más aplausos generalizados, debido a que esa ronda de puntuaciones rozaba la perfección en la prueba, motivo sin duda alguna, para sentirse orgulloso.

-Y por último, con 8 puntos y ganadora de la prueba, Isawa Sun, enhorabuena, hija del fénix- Terminó por decir Karasu, en el cual podía observarse un gran sentimiento de orgullo. Los aplausos fueron in crescendo para mostrar la aprobación general

Actúa con naturalidad cuando escucha las puntuaciones, solo alza un poco las cejas al saberse dentro de la media.

"Ey, pues no está mal."

Por un segundo mira de reojo al público.

"¿Mh? ¿Qué murmuran?"
 

1-oh, que vergüenza, el ronin ha empatado con la mitad casi

2-Ya veo, demasiada vagancia en los dojos

3-Es un ultraje para todos y un insulto, que un ronin supere a alumnos bien formados.

1-oh, que vergüenza, el ronin ha empatado con la mitad casi

2-Ya veo, demasiada vagancia en los dojos

Tras escuchar su nombre y ese murmullo Yumiko observa a los suyos, sobretodo a Lao tse, desde ver sus caras al escuchar su propio nombre hasta tratar de escuchar que dicen.

El ronin cierra los ojos e interioriza todo aquello asintiendo de forma casi imperceptible con la cabeza. Tras abrirlos, se mantiene callado, a la expectativa. Pasando la mirada por el jurado, intenta dislumbrar alguna reacción al conocer su puntuación.

a pesar de la distancia, Yumiko pudo escuhar únicamente unas pocas palabras

-Bah, heráldica, ¿ a quien le importa?