Partida Rol por web

Hikari miró con un desdén aparente al ronin, pero no era raro, ya que miraba así a todos.

-Pff- bufó con desprecio al Rinji

-¿Que quieres?-

Enarca una ceja al ver de la forma en la que lo trata Hikari, pero no le da más importancia. Mantiene el mismo tono de voz, humilde y curioso.

-  Pura ignorancia, no conozco las raíces de todos los clanes pero, ¿por qué un unicornio? – En referencia al mon de clan.

Rinji enarca una ceja brevemente, aunque sigue a lo suyo.

Hidetora fue tan receptivo y educado como respuesta a su propuesta que Sora dudaba que pudiera siquiera conocer alguna historia no apropiada. Su hermosa sonrisa y la gentileza de sus palabras le hicieron sonrojar cuando se dirigió a él por su nombre. Sí, todos estaban haciendo lo mismo a su alrededor la mayor parte del tiempo pero viniendo de otro estudiante cortesano, cada palabra debía estar escogida en un acto reflexivo y consciente.

-Tal vez a nuestros compañeros podría gustarles algún tipo de relato épico. No son pocos los guerreros famosos del Escorpión, ¿verdad, Hidetora-san?

Ujio miró atentamente cómo la manga del kimono se deslizaba hacia abajo dejando ver la blanca piel de la doncella Fénix. Después subió la mirada hasta posarse en sus ojos.

 -Me halagaís, Sun-san. No obstante, si me lo permitís, me gustaría reservarme mi opinión acerca de las canciones de Tenbo-san. No quiero ofender a alguien siendo un invitado en estas tierras.

 Tras decir eso, el joven escorpión volvió a dedicarle una sonrisa a Isawa Sun.

 -Preferiría un tema de conversación más ameno. Habladme de vuestro hogar.

Hikari miró con un renovado desagrado al ronin

-Ni que eso se pudiera elegir, a tus asuntos hombre ola- Sentenció drásticamente

-Bueno...mi hogar está situado en las montañas de las tierra fénix, no es demasiado bonito, los fénix solemos ser gente muy ascética en algunos sentidos...sobre todo algunos-

Sun continuó en su posición anterior.

De repente, 3 bushi fuertemente pertrechados, entraron a la sala, seguidos de un cortesano, todos del clan de la grulla.

El cortesano se adelantó a los bushi

-Kakita Takeshi-

Dijo con un tono de voz firme.

El interpelado se levantó, serio, como había estado desde el inicio de aquella cena

-Soy yo- Contestó

-Acompáñanos- le replicó por última vez aquel cortesano.

El joven grulla obedeció y rápidamente desapareció el quinteto.

Mira un momento hacia arriba y niega con la cabeza. Con el primer envite del intento de conversación, este no le pilla por sorpresa. Restando el tono curioso a cambio de uno más sereno, le contesta cordialmente.

- Hombre ola a sus asuntos. Disfruta de la velada, unicornio-san.

Toma su bebida y echa un trago tranquilamente cuando ve llegar al quinteto preguntando por Takeshi. Tal y como entraron salieron. Se queda extrañado sin decir nada, limitándose a coger un trozo de comida y llevarlo a la boca. No es que tenga hambre, pero prefiere actuar como si todo siguiera igual.

Mira un momento hacia arriba y niega con la cabeza. Se le ve sereno.

Toma su bebida y echa un trago tranquilamente cuando ve llegar al quinteto preguntando por Takeshi. Tal y como entraron salieron. Se queda extrañado sin decir nada, limitándose a coger un trozo de comida y llevarlo a la boca. No es que tenga hambre, pero prefiere actuar como si todo siguiera igual.

"Parece ser que me ha tocado de las dos, al lado, la rancia. Bueno, allá ella."

"Es más sabio hacer como el del Clan del Dragón, callado sin decir nada, a su ritmo. A ver cuando acaba toda esta parafernalia.

Tras  aquella fortuita interrupción, Shosuro Hidetora aprovechó el momento para levantarse, juntó las manos por dentro de su kimono, uniendo en su torso ambas mangas del mismo.

Se pudo observar, que el escorpión adoptaba una actitud distinta, incluso su rostro gentil y limpio se tornaba a uno más serio, adecuado para la circunstancia. Cuando tuvo la atención de todos, comenzó su relato.

-Me complace, ante todos ustedes, honorables invitados, atender a una petición de nuestro amigo Doji Sora-san, pues ya que su clan es nuestro anfitrión, por ende él tambien lo es-

-Por lo cual, será de un gran agrado para mí, narrarles la historia del cuervo-

   El cuervo no era negro, era un pájaro de mil colores, lo más hermoso de la creación, noble e inteligente, tanto que fué elegido por sinsei, para la ardua tarea de encerrar al kami oscuro.

Con los truenos y el monje allí reunidos, el cuervo alzó su vuelo, pues su misión era observarlo todo.

Se elevó en el feudo oscuro, y a pesar de que solo vió horror, su espiritu se mantuvo intacto.

Mientras los truenos avanzaban, el cuervo les informaba, y al mismo tiempo les servía de alivio, pues la visión de un ave tan hermosa en mitad de tal maldad, era una alegría sin igual.

Pero el mal no parecía tener fin, y cuando Matsu-dono cayó, el cuervo se entristeció, de tal manera que sus colores dorados se apagaron.

Las lágrimas del ave no parecían tener fin, cuando Hida atarashi y mirumoto dejaron también este mundo, luchando por todo el imperio.

parecía imposibe, a pesar del esfuerzo titánico, ya pocos quedaban, y menos aún cuando Otaku e Isawa perecieron con honor.

A cada trueno silenciado, otro color se apagaba, tornando negro, al igual que la noche, únicamente la grulla y el escorpión quedaban.

Finalmente su cometido finalizaron, pero todo el camino debían deshacer, Doji Konishiko no lo consiguió, y finalmente, envuelto en llanto el color del cuervo finalmente negro oscuro, entero, se tornó.

El ave dió media vuelta, no veía a Shosuro, por lo cual regresó a dar la mala noticia. Los truenos no habían llegado, la misión de derrotar al kami oscuro, había fracasado.

Con la esperanza perdida, el cuervo se fijó una vez más, y, saliendo de la tierra infecta, pudo ver a Shosuro malherida.

Lo habían conseguido, habían triunfado, Shosuro se había salvado.

Pero el cuervo había cambiado, borró el color rojo de sus plumas, en señal de luto, sin duda alguna se había equivocado.

¿Que podía hacer el ave, para no insultar a los truenos? pues a pesar de haber muerto, Shosuro había terminado su cometido.

Finalmente el ave decidió, y el color rojo de la sangre, lo que dá la vida, así quedó.

Tras aquel largo relato, contado con una entonación que variaba según los apartados del mismo, a veces más grave y siniestro, relatando la caida de los truenos, y otras mas alegre, cuando describía el hermoso cuervo mulitcolor. Hidetora se sentó, a la espera de que los demás juzgasen aquellas palabras

Aire fresco para Rinji, por fin algo decente en la velada. Se mantiene cómodamente sentado, escuchando atentamente con los brazos cruzados. Al terminar no dice nada, pero en su rostro se puede ver que le ha encantado.