Partida Rol por web

El penúltimo alumno en levantarse fué el del clan dragón. Portaba un kimono de mangas anchas, de color verde esmeralda, con el mon del clan en el pecho y a la espalda. Tenía una mirada aviesa, la cual, unida a una media sonrisa perenne, le daba es toque misterioso que la mayoría de los dragón tenian. Su tez era blanca como el nácar, y su pelo de un color castaño oscuro, sin llegar a parecer negro, lo llevaba largo, atado a la nuca formando una coleta, con el flequillo casi rozando sus cejas, a excepción de la parte cercana a las orejas, la cual le caía hasta el borde del mentón.

-Mi nombre es Mirumoto Kiyomasa, del clan del dragón, mi familia les agradece que me hayan invitado a este evento, les honraré con mis habilidades-

Era sin duda alguna un chico bastante extraño. Nadie supo concretar el por qué, pero era lo que destilaban sus formas.

Cuando le llega el turno, con la mano derecha sobre su pierna aprieta con suavidad el kimono fina tela. Baja la mirada a sus rodillas, algo ruborizado. Habla en un tono claro y humilde, aunque inicialmente evidencia vergüenza.

- Antes de presentarme, debo disculparme ante nuestros anfitriones.

Posa sendas manos en el suelo.

–  No mostré el debido respeto en mi llegada a Kyuden Doji. – Escatima en detalles y se inclina un poco hacia delante. – Por favor, acepten mis disculpas. –

Llega a posar la frente en el suelo como gesto de respeto, disculpa y clara vergüenza.

Tras mantenerse en esa posición unos segundos, vuelve a la de seiza, despacio, mirando al suelo. Una vez de nuevo erguido, torna el tono algo más sereno y firme.

- Soy Rinji, hijo de Yasunari-sama y Kimiko-sama.

El joven ronin aparenta cerca de los 18-20 años. De tez morena por el sol, se le ve delgado; ronda más o menos el metro setenta. Sus facciones son algo juveniles, con pómulos un poco marcados y el rostro un tanto afilado. Tiene los ojos y el cabello oscuro, llevándolo quizá algo desordenado a media melena, voluminoso, casi al ras del cuello y los hombros.

Luce un caro kimono de fina tela, de color pardo con tonos grises sin ningún tipo de mon o identificación.

- Para mí es un honor acudir al llamamiento desde la Aldea Oiku para formar parte en este evento; aunque carezco de clan y escuela, así como de una instrucción formal en las artes nobles y bugei. Espero que mi estancia aquí sea fructífera, -hace una breve pausa. - para todos.

Mira unos instantes a los adultos allí presentes, terminando por el Magistrado Esmeralda. Entrecierra los ojos y echa la mirada al suelo antes de alzarla de nuevo, sus palabras suenan sinceras.

- Gratitud al Clan de la Grulla, por su paciencia y amable hospitalidad.

Se inclina bastante unos segundos para acabar recuperando la pose al terminar.

Tras las debidas presentaciónes, Doji Shizue se adelantó nuevamente, portando la misma sonrisa agradable que le acompañaba desde que hizo acto de presencia en la sala.

-Es un honor para el clan de la grulla que nos mostreis vuestras habilidades, pero, aún no es el momento, antes de convertiros en hombres, debeis de calibrar vuestras habilidades, sin la presencia de vuestros mayores, así evitareis desagradables malentendidos-

Acto seguido dió unas palmadas, y una legión de sirvientes comenzó a adecuar la sala para la cena.

Una enorme mesa de roble, asientos más adecuados para los invitados, y una miríada de platos variados y bebidas.

Una vez terminaron, desaparecieron con la misma rapidez con la cual habían entrado. Shizue volvió a hablar

-Disfrutad de vuestra última noche como niños, pues mañana después del medio día iniciareis vuestro viaje hasta convertiros en adultos-

Los cinco samurais de alto rango se marcharon y dejaron solos a todos los niños.

al principio, los muchachos se sentaron con algo de vergüenza, limitándose a comer, pues no sabían como actuar exactamente ante los desconocidos.

Pero, al cabo de un rato, el  león y el cangrejo parecían hablar divertidos, había Sake entre las bebidas y varias tazas vacías a su alrededor

En ese momento, Tenbo se levantó con su biwa lista para hacerla sonar.

-Hey, chicos, animemos esto un poco, os tocaré una canción divertida, no hay nada de malo en ello, somos niños todavía-

La melodía era rápida y alegre, como la de un festival veraniego recién comenzado, la letra decía así.

                         Era pequeño, era muy guapo

                         Igual que una muñeca

                         si fuera toro seguro le faltaría el rabo

                        Ojos azules, el pelo de nieve

                        En su futón con otro seguro es el que no se mueve

                        Mirad su kimono

                       Ya sin precinto

                       Seguro que podría hasta quedar encinto!

Ikoma tenbo terminó la canción, y estalló en carcajadas junto a Giichi, Hasta Kiyomasa alargó un poco su media sonrisa. Todos sabían que la letra iba claramente en contra de Doji Sora

Isawa Sun se tapó la boca para esconder su risa, con las mejillas cubiertas por el rubor.

-Uf, es algo picante e inadecuada, Tenbo-san-  Comentó mientras seguía riéndose, sin duda alguna le había hecho gracia

Tenbo, alentado por el cangrejo, respondió a Sun con una sonrisa algo indecente

-Pues veo que entre tus gustos está lo picante, si no, ¿que otro motivo tendrías para reir? dicen que la melena de un león suele picar si entra en contacto con la piel...-

Giichi le rellenó otra taza de sake y tenbo la bebió de un trago

Sun tuvo que darse casi la vuelta para que no vieran su rostro, envuelto en rubor y carcajadas.

Sigue comiendo durante la canción, aunque más despacio y mirando de reojo al León. Cuando este termina, mira sutilmente a Sora. Cortando una posible risa, al tragar se le pasa por el otro lado, por lo que acaba tosiendo hacia abajo, golpeándose con el puño en el pecho.

Cuando se le pasa se cubre la boca con la mano, tapando y retirándose algún resto de comida y una reprimida sonrisa. Tras echar un trago, vuelve a comer tranquilamente mirando el recipiente, echando fugaces miradas a lo que sucede a su alrededor. Ahí no ha pasado nada.

Todo el asunto de las presentaciones había sido de lo más curioso… hasta escuchar hablar al último muchacho. No tenía una familia ni provenía de ninguna escuela. Sora no acertaba a adivinar el motivo por el que alguien como él estaba allí pero quedó bastante sorprendido. Parecía hasta saber comportarse. Y pronto se daría cuenta de que no podía quedarse con la primera impresión.

El banquete que entró de forma repentina no fue una sorpresa para él, que sabía de sobra cómo funcionaban las recepciones en el palacio, pero sí que les dejaran solos. Procuró tomar asiento cerca del otro grulla, donde pudieran tener contacto visual, pero rodeado por miembros de otros clanes. Seguía sintiendo que debía ocuparse de los huéspedes de su casa.

Estaba claro que no todos acostumbraban a ese tipo de cenas y la conversación fue más bien escasa. Él se preocupó de que las copas de los compañeros sentados a cada uno de sus lados no quedaran nunca vacías y preguntó amablemente si el viaje hasta las tierras de su clan había transcurrido sin incidentes y si los aposentos que les habían asignado les complacían. Entonces, el joven del clan del León anunció que interpretaría algo para ellos.

Desde el primero de los versos supo que algo no andaba bien. Pudo notar sus miraditas y el brillo de sus ojos del que sabe que está cometiendo una fechoría. Aun así, permaneció en silencio y observando hasta que terminó. Que un samurái de comportamiento tan burdo hubiese sido obsequiado con ese don para la música le parecía una burla cruel. Volviendo la cabeza en la otra dirección, reanudó la conversación sin perder su apacible sonrisa.

-Si tienen la oportunidad, no dejen de visitar los jardines. Los próximos días serán muy importantes y pueden darles la paz necesaria para afrontarlos debidamente.

Yumiko no parecía demasiado cómoda en la pequeña habitación. Tras haberse presentado no pronunció ni una sola palabra más y se mantuvo abstraida en los pergaminos.

Cuando trajeron la comida comenzó a probarlo todo, parecía encantada de probarlo todo pero no de estar acompañada por extraños y mucho menos de tanta etiqueta.

Cuando el joven Tenbo comenzó a tocar le dirigió una mirada de reojo y al escuchar los versos que pronunció no parecieron caer en gracia tras una larga noche de incomodidad en un palacio, aún menos que tras decirlas se jactase por ellas.

Tras devolver la mirada a la comida pareció incapaz de contener su desagrado -Lo único cierto de ese dicho es que solo los leones adultos tienen melena.-

Y continuó comiendo tras taparse la boca con la mano y bostezar.

Yumiko no estaba para nada comoda en esa sala, echaba en falta a Soun y a sus acompañantes en el viaje. Para ella cada una de las risas en la cena parecian molestar.

Cuando el León comenzó a cantar distrajo sus pensamientos y no parecio gustarla tener que tolerar ese tipo de ''bromas'' en una cena rodeada de desconocidos y mucho menos las risas de los que le siguieron el juego.

No es por otra razón que fue incapaz de no contestarle con la intención de ofenderle.

Hanako se mantuvo seria y con la mirada al frente en todo momento. Dedicó el tiempo restante a observar el lugar, mantenerse en silencio y mantener las formas a cada instante.

Contempló con ojos impasibles como servían un auténtico festín frente a ellos, con todo tipo de lujos y suculentas exquisiteces. A continuación les dejaron solos en la habitación, y eso no le gustó tanto.

Consiguió mantenerse firme, y siguiendo a rajatabla un marco de etiqueta básico en el cual tan solo se sirvió unas pocas delicias de todas las que tenía delante. Decidió obviar completamente la canción que habían citado, al igual que omitió los comentarios de sus compañeros, o por lo menos esa impresión daba. Escuchaba pero no se inmutaba más allá de lo estrictamente necesario.

Estaba claro que los grulla querían mantener su reputación como el clan más acomodado del imperio. En apenas unos momentos la sala donde habían estado sentados presentándose se había convertido en un comedor que podía calificarse, como mínimo, de elegante. Ujio tomó asiento y empezó a cenar, pero no terminaba de sentirse a gusto. Con tantas hermosas muchachas, le sobraban todos aquellos futuros hombres.

Durante la cena, al joven escorpión no le costó demasiado descubrir que había alguna botella de sake entre el resto de bebidas. Sin embargo, teniendo en cuenta la situación, prefirió únicamente mojarse los labios con una sola copa. Emborracharse en la víspera del día más importante de su vida sería una completa y rotunda estupidez. Momentos más tarde, la obscena e insultante canción de Ikoma Tenbo le confirmaba que el representante del león era doblemente estúpido. ¿Insultar al único representante de la familia Doji que había en el grupo estando en sus tierras? ¿Cenando en su mismísimo palacio? No podía ser sólo efecto del alcohol, ese Ikoma tenía que haberse caído de un árbol cuando era pequeño y haberse abollado la cabeza para actuar así, daba igual lo divertida y aparentemente cierta que pudiera ser la letra de la canción. Pero lo que más irritó al joven escorpión fue que después el león se pavoneara delante de aquella atractiva muchacha fénix, probablemente la más hermosa de las presentes. Tenía que desacreditarle como fuera para que Isawa Sun se fijara en él y sólo en él. Aprovechando que estaban sentados enfrente de él, miró primero al león y luego a la joven Isawa Sun, a la cual sonrió de forma encantadora:

 -Resulta interesante amenizar la velada con algo entretenido y artístico, ¿no creeis, Isawa-san? Sin duda alimenta el espíritu tanto como estas magníficas viandas alimentan nuestros cuerpos. Y ya que esta es efectivamente la última noche que pasaremos siendo niños, ¿por qué no aportar algo más de arte a esta cena?

Ujio se irguió digno y empezó a recitar:

 - Puedo escuchar.

   A lo lejos un joven rugido.

   Vacío y sin gracia.

La última frase la dijo mirando directamente a Ikoma Tenbo a los ojos. Después volvió a dedicarle una gentil sonrisa a la doncella del fénix.

-Mira, tenbo-san, parece que no te hace caso el "bonito grulla"- El gigantón cangrejo emitió una sonora carcajada.

Al león no pareció gustarle la indiferencia de Sora

Tenbo escuchó las primeras críticas que contra él se alzaban, y eso no hizo más que espolearle, miró a Yumiko y su guitarra comenzó a sonar de nuevo.

                      El pelo igual que una crin

                      Todo de aspecto Gaijin

                      mirad, su armadura forma una cuña

                      Bien visto es como una pezuña!

                      no bufes pequeño vasallo

                     A lo mejor te confundo con tu caballo!

La palabras de Yumiko fueron rechazadas con tal contundecia por esa nueva canción, que apenas nadie pudo contener  la risa, sin duda alguna había dado en el sitio adecuado para avergonzar a la Otaku y hacer que las palabras de la muchacha no valiesen absolutamente para nada. Parecía que el león estaba en racha.

Sumido en esta nueva victoria dialéctica, Tenbo no pudo ver como el escorpión se levantaba, y justo cuando se hizo un berve silencio, aquel escorpión lanzó su Haiku ante los oidos de todos.

No era una obra maestra, pero al igual que las letras de Tenbo, iba directo a hacer daño, y consiguió su propósito de manera espectacular, tenbo apenas pudo balbucear una réplica bastante burda

-Sí claro, los escopiones si que estais vacíos-

Pero sus palabras se las llevó el aire, pués el Haiku de Ujio fué el que lo destronó en aquel momento. así que pareció bajar su ímpetu de hacer chiquilladas...al menos de momento.

Sun, al escuchar las palabras del escorpión se fijó de lleno en él, sentía curiosidad por aquel que había callado momentaneamente al león.

-Un haiku adecuado, Bayushi-san, las canciones de tenbo-san no eran del todo apropiadas para la confianza que se ha depositado en nosotros, pero aún así tenían su gracia, ¿no crees?-

Sun apoyó su mentón en su mano, y al tener el codo apoyado sobre la mesa, recto, la manga del kimono se deslizó ligeramente hacia abajo, enseñando incipientemente su muñeca y una mínima parte del antebrazo.

El color rojo de sus mejillas no se terminaba de ir.

Las palabras del joven Tenbo y las risas posteriores se clavaron como cuchilladas en el pecho de Yumiko haciendo que bajase la mirada hacia la mesa y se quedara totalmente callada, dando algun sorbo de sake para tratar de digerir la vergüenza.

-Quizá simplemente tienen razón, al fín y al cabo este no es mi sitio.- Pensó para sí mientras el sake caía por su garganta -Ni estas cenas, ni estas mesas... mi sitio es una hoguera en medio de la nada. No tengo porque volver a dejar salir una sola palabra por la boca, la gran mayoria de ellos piensan que soy una salvaje. Quizá si solo ven eso todo sea mas fácil, Lao Tsé se reía de los guardias en gaijin y era incluso divertido... Dentro de nada estaré de vuelta a casa junto al resto, solo es cuestión de tiempo...- 

Tras unos segundos reflexionando para sí, Yumiko volvió a perder la mirada en las pinturas de las paredes mientras daba pequeños sorbos al sake y recordaba los buenos momentos del viaje con una tímida sonrisa en la boca.

El banquete estaba resultando desastroso… y como Doji se sentía responsable de ello. Tras ver como caía en saco roto su intento por ofrecer una conversación más agradable a la vez que informativa, decidió probar con otra cosa. El pequeño Sora se inclinó un poco hacia delante mirando hacia su derecha, donde estaban los muchachos del Escorpión.

-Soshuro Hidetora-sama, tal vez le gustaría compartir alguna historia con nosotros.

Una apropiada y que alejara el recuerdo de aquel incidente pegado a su biwa que les habían colocado a la mesa, por ejemplo. En Kyuden Bayushi había conocido varios estudiantes bushi capaces de ser una compañía grata durante las cenas. Ahora se preguntaba si uno de sus cortesanos tendría las mismas habilidades. Podía ser un buen momento para reencaminar la velada.

Hidetora escuchó al pequeño Doji con atención, y este, pudo fijarse mejor en aquel niño escorpión, de rostro limpio y claro, casi podría decirse que su cara no escondía misterio alguno, como un libro enorme abierto de par en par.

Ladeó un poco la cabeza hacia la derecha, justo cuando Sora terminó de hablar, haciendo que su larga cabellera negra cayese en parte hacia ese mismo lado. Luego, una sonrisa gentil apareció en sus labios.

-Estaré encantado, sora-san, de entretenerles con alguna historia, pero, le ruego que elija usted el tema, pues a veces, no suelo dar con el apropiado para la circunstancia- La sonrisa se amplió, enseñando sus dientes blancos como el nácar al tiempo que cerraba los ojos, mientras de su boca se escuchaba una pequeña risa bondadosa.

Todo era corrección y respeto al máximo en aquel tierno Escorpión.

El ronin sigue a su aire, probando cada cosa salvo el sake. Mientras los lados largos de la mesa se tiran puñales y trastos, Rinji se queda pensativo masticando tranquilamente. Se aparta un poco de Hikari y la examina de reojo disimuladamente antes de colocarse como antes. Habla con tono curioso, casi murmurando.

Tamborilea con sutileza los dedos de la mano derecha en la mesa para llamar la atención de la joven.

- Disculpa, sempai. – Tamborilea con sutileza los dedos de la mano derecha en la mesa para llamar la atención de la joven. – Me puede la curiosidad. ¿Puedo preguntarte algo?

Para ujio. Per+investigación dif 15

Para yumiko. Per+inv dif 20

Para Hanako. Per+inv dif 15

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