Partida Rol por web

Finalmente y tras un largo viaje que a algunos se les hizo más corto que a otros, los estudiantes de Hogwarts llegaron al castillo. Recorrieron los terrenos en los carruajes llevados por criaturas invisibles, los thestrals, hasta alcanzar la puerta principal.

Era una noche algo fría, de cielo despejado y luna, en cuarto menguante, se vislumbraba cerca del campo de quidditch.

¡Por fin habían llegado al Gran Comedor! Cada cual se sentó en sus respectivas secciones, mientras terminaban de saludarse ahora que todos se veían las caras y no había un compartimento solo para cuatro personas. 

Los estómagos rugían, mientras la directora daba la bienvenida tanto a antiguos alumnos como a los nuevos. Los de primero se arremolinaban cerca de la mesa de los profesores, nerviosos y expectantes. Sin duda alguna la ceremonia de elección de casa era super importante para todos.

Una vez acabó, la mayoría suspiró aliviado, pues ya iban a tener por fin los platos con la deliciosa comida de Hogwarts delante de ellos. Para muchos era la mejor parte del banquete de bienvenida al nuevo curso.

Sin embargo, la directora volvió al atril y tomó la palabra:

- Antes de proceder con la cena, tenemos un evento más al que asistir. - Aquello provocó silencio en la sala. Todos querían conocer de qué estaba hablando la directora.- Un nuevo alumno se incorporará a sexto curso, procedente de otra escuela de magia. Por lo tanto, deberá pasar también por la selección del sombrero con el fin de adjudicarle una casa.- hizo una pequeña pausa. Muchos miraban a todos lados, en busca de aquel nuevo alumno desconocido.- Por favor, que se acerque el señor Enzo Moretti.

Enzo, que hasta el momento había permanecido en la sala de los trofeos, detrás de la mesa de los profesores, pudo escuchar perfectamente que el momento de aparecer en escena había llegado. Todos los focos estarían puestos en él.

Mathias Clarke, que tenía el mismo aspecto desmejorado de siempre junto a una nueva cicatriz en la cara, se irguió levemente. Quería ver mejor.

El viaje en el expreso de Hogwarts se le había hecho corto y entretenido, como de costumbre. 

- Nada, Jennifer nos ha preguntado sobre planes de futuro, y yo he dicho que no lo sé muy bien pero que quiero vivir con Cass.- le explicó Nil a Sam cuando fueron a verle a su compartimiento. - Y él me ha dado el sí quiero.- Omitió comentar el entusiasmo de su mejor amigo ante dicha proposición y se dio cuenta de que, contado, no era tan gracioso. 

Cuando volvieron al compartimiento Jennifer ya había acabado sus dibujos y entre agradecimiento y agradecimiento, Nil se atrevió a darle un abrazo. 

- ¡Tenemos que hacer una copia para ponerlo los dos en nuestra habitación!- Le propuso a Cass. 

Una vez en Hogwarts, todos se separaron por mesas y Nil buscó a Hugo para sentarse junto a él.

- ¡Hola, Hugo! ¿Qué tal el verano?- Le saluda con entusiasmo. 

Al ver a Liv le hace un gesto con el brazo para que se acerque a sentarse junto a ellos. 

La ceremonia fue normal y agradable para Nil excepto por una cosa: Ophelia Winston estaba en Hogwarts. Vio como subía al taburete y como el sombrero la asignaba a Gryffindor. Él aplaudió desganado y le evitó la mirada, resoplando aliviado mientras ella se dirigía a la mesa de Cass. Entonces le dio un vuelco al corazón y no se quedó tranquilo hasta ver que ella no se sentaba cerca de su mejor amigo. 

Cuando todos los nuevos ya estaban sentados en sus respectivos sitios, Nil se dio cuenta del hambre que tenía y se remangó las mangas de la túnica dispuesto a devorar el primer plato delicioso que apareciera frente a él, pero entonces la directora volvió a hablar. ¿Un nuevo alumno? Como todos, Nil se quedó expectante. Le hizo un gesto a Liv de sorpresa. - ¿Tendremos nuevo compañero en Ravenclaw?

También miró la mesa de los Gryffindor y buscó a Cass para compartir una mirada cómplice e inocente para ver si estaba tan sorprendido como él. Entonces, se fijó en que Mathias parecía tener interés por el nuevo. Tan misterioso como siempre y con una nueva cicatriz a Nil le dio mal augurio, como todo lo relacionado con él. 

Enzo estaba escondido y así quería permanecer. La situación era de lo más intimidante, y la posibilidad de evadirse o abstraerse  con algo, era cuanto menos, imposible. El chico apareció a los pocos segundos de haber sido convocado; unos eternos segundos para él. Cuando se hizo visible para todos, Enzo miraba a un punto perdido en el infinito donde poner la vista ahí tratando de eludir la terrible vista de cientos de ojos puestos en él. Los cuchicheos llegaron de un lado y otro, y la tez del italiano se fue tornando rosada pasando al rojo en un lapso de tiempo insultantemente corto.

Se humedeció los labios, abrió los ojos de par en par y luego parpadeó varias veces - santa madona - dijo en una suerte de exabrupto y suplica para que aquello pasara lo más rápido posible. Sin mayor dilación, tomó asiento donde era requerido y esperó a que le pusieran el sombrero en la cabeza y este decidiera su destino; que raros eran estos británicos. 

A Ambrose el viaje en tren se le hizo corto. Esperaba que para el resto de sus acompañantes hubiera sido igual. Al cruzar las puertas de Hogwarts notó que la magia le invadía de nuevo. Había estado todo un verano viviendo como un muggle y Ambrose adoraba las facilidades y diversión de la magia.
Se colocó correctamente su lustrosa P de Prefecto y entró al Gran Comedor con todos los compañeros. Saludó a los Slytherin y algún que otro compañero de otra casa que no había visto en el expreso y de vez en cuando atendía al sombrero seleccionador viendo si habría alguien interesante esta vez, aunque el modus operandi de Ambrose era ir fijándose en todos para ver si advertía algo nuevo o inusual en sus compañeros. Se fijó en la nueva cicatriz de Mathias, a saber que habría hecho.

Ambrose siempre aplaudía. Fuera cual fuera la casa a la que hubieran mandado al alumno, a él le daba igual. Cuando parecía que había terminado la selección, la directora anunció un último alumno... Que entraría en su curso. Eso sí que era interesante. Apoyó sus codos en la mesa y se cogió las manos ante la boca, prestando atención a lo que iba a suceder...

Hugo dejó el libro que estaba leyendo cerrado sobre sus piernas- jamás lo dejaría cerca de donde fuera a haber comida. Si se le estropease le iba a dar un patatús- y se centró en Nil. 

- Hola, Nil. El verano bastante tranquilo, la verdad.- aunque prefería la soledad, lo cierto es que Nil le caía bien. De los de su curso era de los pocos que le parecían interesante. Siempre amable y nunca excesivamente molesto como Sam y el resto, le transmitía tranquilidad- Me he hecho con un par de libros interesantes. Si quieres un día te los enseño. Quizás te interesen.- A Hugo le incomodaba hablar de cosas triviales porque sentía que estaba perdiendo un tiempo de oro, pero, ¿hablar de libros? ¿Ampliar el conocimiento? Eso le fascinaba- Me los habré leído como cinco veces cada uno.

Fue entonces cuando la directora habló, presentando a un nuevo compañero de curso. Escuchó la pregunta de Nil mientras observaba al nuevo, un tío de buena apariencia que ya estaba empezando a crear interés en las chicas y seguro que en algún que otro chico, y no pudo evitar hacer el comentario en alto:

- Espero que no.

De principio no le gustaba. Había llegado y ya estaba llamando la atención. Todo lo contrario que le gustaba hacer a Hugo. Sería la comidilla durante una buena temporada y si acababa en su habitación seguro que todo el mundo acabaría preguntándole por él.

Sería de lo más molesto.

Al final el trayecto, pese a lo accidentado, había terminado en risas y había hecho que se acercase más a Alondra, además, con aquella melenita, Binnie no le resultaba tan terrorífico. Nada que un hechizo capilar no arregle, pensó Casandra.

Se acomodó en la mesa de Hufflepuff junto a Lilika, con Moloso escondido en su voluminoso pelo.

Empezaron a cuchichear con cada nuevo alumno adjudicado a los Hufflepuffs y cuando estaban ya dispuestas a pimplarse esa pedazo de caldereta que tenían delante... ¡¡Un nuevo alumno!! Casandra se alisó el vestido, quería causar buena impresión, sería el primer alumno de Hogwarts en mucho tiempo con el que podía empezar de 0, sin que supiese nada sobre su fallido incidente de los bigotes.

El resto del trayecto en tren fue un poco más de lo mismo de siempre. Excepto porque cuando Nil explicó lo del sí quiero Cass se dio cuenta por primera vez de lo que había parecido lo que había dicho. En su cabeza era una respuesta a la pregunta implícita "compartimos piso al salir de Hogwarts", y era tan obvio que no había caído en la cuenta de que otras personas no estaban en su cabeza y esa respuesta podía ser utilizada para muchas cosas: ¿Quieres un poco de sopa? ¿Quieres ir a comprar un pastel? ¿Quieres ir de vacaciones? ¿Quieres ser el marido de Nil? 

Volver al vagón de Jennifer y Dahlia entregó a Cass algo que analizar el resto del trayecto : el dibujo de Jennifer. La verdad era que la chica tenía muchísimo talento. Cass no tenía ni una célula artística en su cuerpo y era incapaz de dibujar un perro que no pareciese un cerdo mutante. Le fascinaba que alguien pudiese plasmar la realidad en papel con esa precisión utilizando un lápiz y pura habilidad. Tal vez le pediría a Jennifer un dibujo de Nova y Zuva también. 

Una vez llegaron a Hogwarts y tras el corto paseo en carruaje, era el momento de despedirse de Nil. Cass puso pucheros durante unos segundos antes de seguir a Sam y el resto de Gryffindors. No participaba activamente en la conversación, pues el gran comedor el primer día de clase era tan abrumador que Cass se sentía un poco cohibido. Había demasiadas cosas que llamaban su atención pero demasiado gentío y ruido para concentrarse en nada. Decidió sentarse al lado de Dahlia, pues al menos estaba seguro que así habría algo de silencio cerca suyo y le ayudaría a quedarse quieto hasta que terminase la cena. Si de Cass dependiese, se saltaba esa primera fiesta y se iría a su habitación.

Concentrado como estaba en su propia cabeza, no se dio cuenta de la presentación del nuevo hasta que el griterío se convirtió en susurros nerviosos. Levantó la cabeza para ver a qué se debía el cambio en el ambiente - que por otro lado agradecía - encontrándose con aquél chico tan alto camino al sombrero. Cass frunció el ceño sin acabar de entender que ocurría, ya que no se había enterado de la presentación de la directora. Observó con detenimiento a Enzo intentando descifrar si era víctima de un conjuro como el de Casandra, o si es que los niños de este año eran muy grandes. 

A pesar del incidente del compartimento con Casandra, Moloso, las maletas y la misteriosa cabellera de Binnie, la gente terminó el ajetreado viaje entre risas y buen ambiente. Pero Alondra estaba inquieta por dos motivos. El primero era esa cabellera en su lagartija, no debería estar allí, le inquietaba y le pertubaba porque atentaba contra las pocos asideros de orden y cotidianidad de su vida interior. ¿Si se alteraba simplemente porque a Binnie le había salido pelo en la cabeza como se sentiría si un día Binnie no estuviese? Sin querer pensó en Nil y en su salamandra. Apartó los pensamientos de su cabeza y miró a Binnie colocándolo sobre la palma de su mano a la altura de sus ojos.

El animal a pesar de la situacion parecía tranquilo y sereno. Sacó la lengua y se limpió un ojo. Se preguntó si a Binnie le dolería, o si se sentiría raro. Después intentó buscarle explicación a la parte biológica, ¿el pelo nacería sobre las escamas? ¿De entre los espacios entre ellas? ¿O Binnie ya no tendría escamas en las partes donde ahora tenía pelo? Pensaba demasiado, quizá por eso no se le daba bien Transformaciones. Para colmo Casandra no había acabado de confirmarle si le enseñaría o no a hacer y deshacer hechizos capilares. Tendría que volver a hablar con Casandra. Miró a Binnie y estuvo tentada a intentar arrancarle el pelo de cuajo, pero se contuvo.

Suspiró.

El segundo motivo de que estuviese intranquila era la ceremonia del sombrero seleccionador del primer día de curso. Siempre le ponía nerviosa. Montones de personas nuevas sentándose en su mesa, aplausos, ruidos, acumulación de gente, un caos de voces, olores y sabores. Algún año hasta había tenido ganas de llevarse las manos a los oídos para hacer que todo aquel ruido parase. Siempre que le pasaba eso recordaba a su padre diciéndole:

-¡Alondra, para! ¿Es que no puedes ser más normal?

Siempre se alegraba mucho de volver a Hogwarts y verse rodeada de magia, pero aún después de cinco años el primer día de colegio se le hacía cuesta arriba.

Entró al gran comedor y buscó refugio cerca de Lilika. Se pasó la ceremonia de selección intentando llamar lo mínimo posible la atención para que los alumnos nuevos de primer año no les diese por ponerse cerca suyo y preguntarle cosas. Cuando Alondra pensaba que ya todo había acabado y podría cenar tranquila e irse a su habitación para empezar mañana su rutina de clases... ¡Sorpresa por parte de la directora! Un alumno nuevo de sexto, al parecer, italiano.

Al verlo a Alondra le pareció un poco amenazante, quizá por su constitución atlética. Le pegaba ir con Samael y algunos de sus amigos. En el mundo muggle podrían hacer futuro como culturistas al acabar la escuela.

Estuve hablando un rato más con Ambrose sobre cómo nos había ido el verano respectivamente y le conté el aburrido verano entre cursos sobre varitología impartidos por mi padre y tener que ayudar en la tienda cada tarde. Probablemente reconocería a todos y cada uno de los chiquillos que esa misma noche entrarían en Hogwarts, era algo así como una especie de "don" de los Ollivander, por llamarlo de algún modo. Llegó un momento en que el traqueteó del tren me adormeció hasta que el rugido de mis propias tripas terminó por despertarme. Muerta de vergüenza, el resto del trayecto me dediqué a comer gominolas y mis sándwiches mientras leía.

Al bajar, perdí de vista a Lucy por lo que subí a los carruajes con dos alumnas más pequeñas que yo, una costumbre que había cogido desde el día de mi vuelta a Hogwarts para empezar el segundo curso y había visto aquellas criaturas que ahora nos impulsaban hacia el castillo. Como todos, la opinión de ambas era que se trataba de vehículos encantados para que se activaran según estaban llenos y se fueran directos al castillo, pero estaban equivocados Aunque en realidad, si nadie aparte de mi los veía ¿Porqué debían ser ellos quienes estuvieran equivocados? Decidí dejar de dar vueltas al asunto pues era una cuestión que cada día uno de Septiembre me quitaba el sueño.

Bajamos de los carruajes y tras entrar al Gran Comedor, me dirigí a la mesa de Ravenclaw, fácilmente reconocible por el color azul de las corbatas de todos su miembros. A lo lejos, pude ver como Nil levantaba la mano para saludarme e indicarme que tenía un sitio libre junto a él. Me senté en silencio, sin querer interrumpir a Hugo que en aquel momento estaba hablando acerca de unos libros interesantes. Me mordí la lengua para no abrir la boca, sabía que era de mala educación interrumpir a alguien mientras está hablando... Igual que probablemente quedarse mirando fijamente a otro alumno, como estaba haciendo en aquel preciso instante con Mathias. Aplaudí distraídamente a cada uno de los niños nuevos que entraron, incluída Ophelia, a quién había atendido en Ollivander's. 

¿Tiene una nueva cicatriz? Eso parece...

Nil me sacó de mi ensimismamiento cuando al acabar la ceremonia, la directora anunció que un nuevo alumno entraría en sexto curso. Al aparecer el chico desde la sala de trofeos, negué con la cabeza y me giré hacia Nil y Hugo:

-Creo que podemos estar tranquilos, se parece tanto a Broderick y a Morningstar que me atrevería a afirmar que no será seleccionado para Ravenclaw.

Todo esto lo dije con tranquilidad y seguridad. No es que fuera vidente ni nada, pero por norma general, el aspecto físico de una persona revelaba mucho acerca de su personalidad y valores y por tanto, de la casa a la que finalmente pertenecería. Miré de reojo a Casandra, quién se estaba recolocando toda su indumentaria. 

Nil siente mucha curiosidad por los libros que le comentaba Hugo así que le pide que ¡por supuesto! se los enseñe en cuanto pueda. 

- Eso parece.- Confirma Nil, divertido ante el comentario de Liv y Hugo sobre el tal Enzo. - Espero que acaben rápido porque me muero de hambre.- Comenta en voz alta sin girarse, mirando hacia la mesa de delante. Entonces mira a Liv y se acerca para susurrarle algo. 

La selección del nuevo todavía no se había hecho y la salamandra con cabellera de Alondra sorprendió a Ambrose. Sentía que el tiempo pasaba demasiado lento. Miró a los alumnos de su casa, incluidos los nuevos, bastante más lejos de él. Miró a Rachel, la prefecta de su casa junto a él, y decidió iniciar una conversación para pasar el rato:

-Cómo ha ido tu verano, Rachel? Algo interesante que contar?

No es que solieran hablar mucho, pero cualquier cosa valía para esperar a la selección del nuevo y a la cena.

Tras un viaje divertido en tren preparando cosas para el inicio de curso volvíamos a nuestra segunda casa. La verdad es que ahora que veía que el fin de mi estadía en Hogwarts estaba llegando a su fin me venía a la cabeza las frases de mi hermano diciéndome que aprovechara y lo disfrutara al máximo, que después lo echaría siempre de menos. Me senté en mi sitio habitual tras saludar a gran parte de la mesa pues todos me saludaban y sonreían. Hugin se había ido volando hasta la ventana de mi habitación como de costumbre, no le gustaba mucho estar en medio del Gran Comedor.

Aplaudí a todos los nuevos miembros de Gryffindor, contento de tener sangre fresca entre nuestras filas. Quizás mañana os llevéis algún sustillo de bienvenida. Pero hoy no. -¿Veo que hoy vas a tener curro como prefecta eh Dahlia? -le sonreí sinceramente y le guiñé un ojo. -Cuando termines si no estás muy cansada... quisiera charlar contigo ¿vale?.

Cuando la directora anunció la llegada de un alumno nuevo pero adulto levanté la mirada con curiosidad, mirando al nuevo. -Hostias ¿de dónde viene este? -le susurré a mis dos amigos. Era muy raro que un alumno llegara siendo adulto, tenía que averiguar más de él. Seguro que mi hermano podría averiguar algo. Mañana le enviaré una carta. 

Con todo el mundo expectante, la directora Oswarld aproximó el ajado sombrero de tela negra hasta la cabeza de Enzo hasta que se hubo acomodado.

Por unos instantes pareció que el sombrero murmuraba, pero probablemente nadie más excepto la directora y el propio Enzo pudieron escuchar sus palabras.

El silencio reinó con tensión en el Gran Comedor, hasta que el Sombrero Seleccionador gritó:

- ¡¡¡SLYTHERIN!!!

La mesa de Slytherin prorrumpió en un fortísimo aplauso - incluso muchos alumnos se levantaron y vitorearon- para dar la bienvenida a su nuevo miembro. Todos excepto Rachel, que se limitó a aplaudir con elegancia, siempre erguida y tan solo dedicó una peligrosa medio sonrisa a su amiga Bessy. Parecía contenta por la decisión del sombrero.

La directora Oswald indicó a Enzo el camino hacia la mesa Slytherin donde Bessy se había molestado en apartarse un poco de Rachel para dejar un claro hueco entre ambas.

La directora volvió a hablar, ahora sí, con la noticia que todos esperaban:

- Una vez más, bienvenidos a Hogwarts. Espero que este año les resulte fructífero, que aprendan en los senderos de la magia y que no se metan en líos.- hizo grandes esfuerzos por no mirar a nadie en particular.- Una vez termine el banquete, los prefectos acompañarán a los alumnos de primer año a sus respectivas salas comunes. Sin más dilación...- dio una doble palmada, siempre sin abandonar su expresión seria e infranqueable.- ... disfruten de la comida.

Deliciosos platos aparecieron por todo el largo de las mesas de cada casa, llenando la atmósfera de deliciosos aromas. Los alumnos no dudaron ni un instante en comenzar a comer. La directora se aproximó a la mesa de los profesores hasta sentarse en el sillón más grande y centrado. Fue entonces cuando la gente se pudo percatar de que había un asiento vacío.

Dahlia miró a Sam una vez que Enzo fue seleccionado. La verdad es que le parecía bien que el nuevo fuera a la casa rival. Con un Sam ya tenían de sobra en la casa de los leones. Y hablando de Sam... pronto empezaba a querer convencerla. Porque seguro que se trataba de eso.

- No pierdes el tiempo, Morningstar. Después voy a estar ocupada.- ¿verdad? ¿mentira? ¿excusa barata? ¿o razón de peso? Sea como fuere, la chica no añadió nada más. 

Sabía perfectamente lo que tramaba Sam.

Lo de todos los años.

La cosa estaría en si este año de verdad lo lograría. Lo que sí estaba claro es que el chico tendría que esforzarse más que nunca después de tantas negativas en años anteriores.

Una de las niñas de primero recién elegida Gryffindor, intentaba llegar hasta un muslo de pollo sin ser capaz. Por lo que llamó la atención de Cass:

- Disculpe. ¿Podría acercarme un muslo de pollo, por favor?

Mientras esperaba a ver si Enzo se sentaba en el hueco que Bessy había dejado, Rachel se centró en su interlocutor:

- Hola Ambrose.-Cada vez que le miraba la curiosidad la invadía. No acababa de entender cómo alguien tan diferente a ella pertenecía a su casa.- Un verano algo ajetreado. Ya sabes, los de mi clase social siempre tenemos que asistir a reuniones, cenas, fiestas y demás eventos importantes.- en realidad eran sus padres los que tenían aquellas obligaciones, pero Rachel ya había entrado en la edad en la que quería y debía continuar los legados y negocios familiares. Además, le encantaba ser el centro de atención y con su hipnotizante belleza y saber estar, aquello resultaba de lo más fácil.- ¿Y tú? Parece que vas a tener compañero de cuarto nuevo. ¿No te da curiosidad?

Realmente el verano de Rachel le importaba poco. Notó ese tono de intentar quedar por encima hablando sobre "su" clase social. Ambrose había bajado la guardiá y Rachel ya estaba intentando sentirse por encima. Pero antes de contestar a Rachel, el chico nuevo fue seleccionado.

Fascinante. Pensó Ambrose. Enzo iba a ir a su casa. Aplaudió, igual que aplaudió con todos, pero en este caso su aplauso fue más... Intenso. La curiosidad por la razón de entrar en 6º y conocer más sobre ese chico invadían a Ambrose.
Por supuesto, Rachel tenía razón:

-Ojalá solo fuera curiosidad, Rachel. -Ambrose se fijó en el hueco que había entre Bessy y ella y se dirigió a ambas -Y veo que vosotras no os quedáis atrás...

Ambrose no quería competir con Rachel, ni si quiera quería entrar en su juego, pero una parte de él pensó que lo mejor para ese chico sería empezar con buen pie teniendo un primer contacto con una persona más adecuada... Sentándose a su lado.
Hizo un hueco donde cabía otra persona a la perfección y alzó la mano para llamar la atención de Enzo:

-¡Ey, compañero! Te aconsejo este lado de la mesa -dijo con una afable sonrisa y señalando el asiento vacío de al lado -Es el lugar donde la mejor comida está más cerca.

Así que el nuevo iba a Slytherin... Casandra aplaudió, como todos, aunque no pudo ocultar su decepción... 

Bueno, tendría que esperar a alguna clase que coincidiera con Slytherin para poder intentar llamar la atención del nuevo. Oh no, Ambrose le está haciendo señas, ¡por todos los ciervos de Villarta!, que no se siente con ese penco... Casandra se centró tanto en ese deseo que Moloso se despertó de su nido en el pelo de su dueña y se puso a mirar fijamente el banquete de la mesa, dispuesto a saltar por encima de todo.

Casandra se dio cuenta cuando las patas traseras de Moloso se le clavaron en la coronilla, dispuesto a saltar, pero tuvo los suficientes reflejos para acercarle un trozo de atún antes de que se desencadenase el caos.

Para intentar distraerse, se puso a examinar a los profesores, a ver quién tenía más cara de aprobarla... O a quién le quedaría bien un bigote (aunque la respuesta que Casandra sabía es: A TODO EL MUNDO LE QUEDA BIEN UN BUEN MOSTACHO). Entonces fue cuando se dio cuenta del asiento vacío en la mesa de los profesores. 

-Eh, Lilika, ¿te has dado cuenta?-dijo señalando el hueco-¿Quién falta?

Nil estaba nervioso, y, aunque no lo sabía, sus nervios iban a estar inevitablemente junto a él durante todo el curso. Cuando Liv le preguntó directamente a Isabella sobre la persona que él había mencionado se ruborizó; ella era tan espontánea que ahora se arrepentía de haberle comentado sus incertidumbres en medio del banquete.

- Conmigo solía ser agradable...- Susurró para que sólo Liv le escuchara, ya que pasaba de tener problemas con Isabella. Por cierto, ¿estaría muy feo él esta noche? Isabella ni le había mirado y eso que hacía siempre lo posible para hablar con él a toda costa.

Aplaudió junto al resto cuando asignaron a Enzo para Slytherin. 

- ¡Nos hemos librado de compartir habitación con uno más!- Comenta animado a Hugo.

Cuando los deliciosos manjares del inicio de curso se presentan ante la mesa, Nil se rellena el plato de todo lo que le rodea y empieza a comer muy contento, ¡un estómago lleno era lo mejor para estar de buen humor! Se rellena un vaso de zumo de calabaza y se gira en busca de Cass, para brindar de lejos con él, como solían hacer a menudo. Pero entonces, algo le pasa que se pone blanco y empieza a sudar. 

Comienza a beber el zumo precipitadamente y empieza a toser mientras se busca algo por los bolsillos.

- Joder... ¡CASS!- Le grita desde la mesa de Ravenclaw al Gryffindor mientras tose. - Liv, Hugo, ¿alguien puede ir a por mi caja de pastillas? Creo que la tiene Cass. Por favor. - Les pregunta mientras se rellena el vaso, esta vez con agua, preparándolo para tomarse una. - Por favor...- Repite mientras se tapa la boca y tose más fuerte.

- Se me ha ido la empanada por donde no tocaba.- Dice mirando a los que estaban preocupados a su al rededor. Pero se notaba que no estaba tranquilo y que le faltaba el aire.