Partida Rol por web

La noche anterior, cenando con Nil y Cass, Ambrose se lo pasó bien. No era a lo que estaba acostumbrado, pero aunque ese tipo de cosas no eran de alguien de su nivel, tenía que reconocer que había sido divertido. Como prefecto, tuvo que acompañar a los de primero a la sala común, explicarles un poco las cosas y hacer callar a algún que otro Slytherin primerizo que creía que podía comerse el mundo solo por haber entrado ahí.

Justo cuando se iba a acostar, apareció Gryph, que no lo había visto desde el tren. Ambrose confiaba ciegamente en él, sabía cuidarse solo y sabía que Gryph siempre estaba cerca. Durmió placidamente y se levantó pronto para prepararse bien para ir a clase. Animó a los rezagados a ir saliendo de la sala común para que no se quedara nadie haciendo pellas el primer día o llegando tarde.

Cuando Ambrose llegó fue de los últimos, pero a tiempo. Se sentó lo más cerca de primera fila que pudo y casi no le sorprendió la entrada del profesor. Era un profesor interesante y en su día estuvo muy atento a sus clases... Y agradeció la recuperación de los TIMO's. Así que decidió prestar máxima atención esta vez e intentar aplicarse al máximo. Asentía a sus palabras y le parecían interesantes... Y entonces llegó la hora de las parejas. Le tocó con Liv, cosa que le pareció altamente satisfactoria:

-Bien, Liv, si me permites empezar primero, te convertiré en un precioso Colibrí.

Ambrose agitó su varita y pronunció su hechizo y... alehop. Liv se convirtió en un bello colibrí, que dejó que se posara en su dedo y mostró a la sala que... No le hacía mucho caso. Colocó al colibrí Liv en la mesa y procedió a transformarla en su forma original:

-Esto será coser y cantar Liv.

Con un grácil gesto de varita, Liv volvió a su forma humana de nuevo. Ambrose no lo dijo en voz alta, pero pensaba que incluso tal vez había vuelto más bella que antes.

-Cómo lo has notado?! Debe ser maravilloso ser un ave... Bien! Ahora probemos que tal serías siendo... Una pantera!

Ambrose agitó su varita, pronunció el hechizo y...

Casandra se dio cuenta tarde del fallo que habían cometido al intentar lanzar los conjuros a la vez. 

Al principio, cuando se vio convertida en un PAVAZO, se dio la vuelta, agitó el culito pavil, desplegó las plumas y se dio la vuelta pavoneándose, dejándolos a todos fascinados. Tantas horas viendo documentales de animales para dormir por fin tenían algo bueno, había sabido ejecutar el baile de apareamiento de manera impecable.

Pero, cuando observó que su compañero berreaba como un loco y que ninguno de los dos iba a ser capaz de volver a la forma humana, gritó: GULÚAAAA GULÚAAAAA- que en idioma pavo vendría a decir "somos imbéciles". Y se subió a las astas de Cass dispuesto a cagarle encima para demostrar su descontento.

La noche anterior me había ido a dormir disgustada y sin apenas ganas de nada. No era dada a los estados de melancolía, pero en aquella ocasión, en medio del griterío del Gran Comedor me había sentido tan sola que fui incapaz de dejar de tocar la pulsera que siempre llevaba conmigo, en un intento por calmarme. ¿Había sido un ataque de pánico? ¿Una premonición de lo que estaba por venir? Mis pensamientos inconexos terminaron haciendo que me durmiera profundamente. Al día siguiente, tras desayunar en silencio leyendo Guía de la transformación para prepararme lo que pudiera para la clase del profesor Plank, me dirigí con paso firme a lo que creía que sería la peor clase del día.

Mi esperanza con la clase era que sencillamente, a quienes habíamos sacado una mala nota en los T.I.M.O.S. nos tuviera de oyentes o algo similar, para aprender más teoría... Pero no. El profesor Plank había encontrado una nueva forma de torturarnos haciendo que transformásemos a nuestros compañeros en animales.

Gracias al cielo me tocó con Ambrose... No sabía cómo sería hacer ese ejercicio con una persona tan intimidante como Mathias o tan estúpida como Laira. Probablemente si no pudieras hacer una transformación completa y satisfactoria pondrían el grito en el cielo. Fui junto a Ambrose y aunque pálida, me sentí aliviada porque él se ofreciera para comenzar- ¿Un colibrí?-durante medio segundo sopesé la dificultad que esto conllevaría, pero dado que era una animal muy pequeño, no creía que Ambrose fuera a tener demasiados problemas con ello- Adelante- dije con una sonrisa.

Al instante siguiente estaba aleteando rápidamente, alrededor de mis compañeros. Era una sensación extraña pero no del todo desagradable. Más pronto que tarde, volví a mi posición para que me devolviera a mi forma humana- ¡Si! ¡Ha sido genial! Tenemos que repetir esto alguna vez - dije con una enorme sonrisa y completamente entusiasmada. Pocas veces se me podía ver así en público, pero en aquellos instantes estaba eufórica. 

En ese estado en el que estaba, nada me podía salir mal. O eso pensaba yo. No tardé demasiado en decidir en qué clase de animal quería convertir a Ambrose, por lo que le interrumpí- ¡Espera, espera! ¿Puedo probar yo? Espero que estés preparado... Ĉinĉilofors-con un suave movimiento de la varita.

Y obviamente si que estaba preparado. No había conseguido cambiar nada ¿No? Bueno... En realidad si. Unos cuantos bigotes salían de los lados de la nariz ahora chiquitita de Ambrose. Me mordí el labio inferior tratando de contener la risa- Dame un segundo, voy a volver a probar.-de nuevo, tratando de concentrarme aunque sin mucha esperanza de éxito, pronuncié el hechizo y apunté hacia Ambrose con la varita. Y de nuevo otro fracaso. Enrojecí hasta la médula antes de darme cuenta de que las orejas de Ambrose habían crecido al doble de su tamaño normal, le había salido una cola esponjosa y que tenía la mitad del cuerpo visible cubierta por una espesa mata de pelo blanco- Ambrose no me mates... Voy a deshacerlo, ya lo verás- cada vez me ponía más nerviosa al ver a la especie de chinchilla mutante en la que había convertido al Slytherin, lo cual no ayudaba a la causa. Miré al profesor Plank con nerviosismo y luego a Ambrose. Para mi misma, comencé a pedir a todos mis ancestros para que me ayudaran a conseguir devolver al chico a su forma original. 

Cerré los ojos y pronuncié en voz tan baja el hechizo que ni siquiera estaba segura de que lo hubiera dicho. Al abrirlos, Ambrose había vuelto a la normalidad. Suspiré aliviada y me acerqué a él para preguntarle- ¿Estás bien? ¿Todo está correcto en tu anatomía?-pregunté dando una vuelta a su alrededor, por si acaso el hechizo no había funcionado del todo bien. 

Ni siquiera me atrevía a proponer lanzar yo el siguiente hechizo. Si con una chinchilla no había sido capaz, ¿Qué me hacía pensar en que podría convertirlo en algo más grande, como una foca? Absolutamente nada. Por lo que dejé que Ambrose lanzara su hechizo para convertirme en pantera, confiando en que saldría todo bien.

La clase estaba siendo de lo más divertida para la mayoría de los compañeros. Aves, mamíferos, cosas extrañas, bigotes... graznidos, glúglús, cornamentas, plumas... la clase se estaba convirtiendo en un auténtico zoológico. Sobretodo porque muchos no eran capaces de devolver a su estado original a los compañeros y el profesor Plank estaba cumpliendo con su palabra. Él se paseaba, esquivando animales, repartiendo 10 puntos a quienes lograban la hazaña de aquel día.

Plank:- ¡Buen trabajo Eyvind! ¡40 puntos! Cascasi, 10 puntos. A ver ahora qué hacéis Longford y usted. Que por cierto, bonito pavo, 10 puntos. 

Mathias había experimentado la extraña sensación de ser consciente dentro de un cuerpo animal y la verdad es que resultaba de lo más raro. Apenas se quejó, pero tampoco felicitó a Nil. Estaba concentrado. Quería hacerlo bien. Había personas ahí que quería que vieran lo bien que podía llegar a manejar la magia.

- Mi turno.- se limitó a decir, apuntando con la varita a Nil.

Observó a Nil unos segundos, intentando encontrar un animal pequeño que le pegara. Lo cierto es que tenía cierto aire a una tortuga. No sabía si por el cuello o por qué.

- ¡Testudines!

E inmediatamente Nil se vio convertido en una pequeña y mona tortuguita verde.

Como había demasiado animal salvaje suelto, Mathias decidió que lo más seguro para su compañero era devolverse su forma humana. Agitó la varita y Nil regresó sin ningún tipo de problema a su forma original. 

Plank:- ¡Fabuloso, Clark! 20 puntos.

Ahora era el momento de otro animal, algo más grande. Miró a Nil. Cuando se reía se le asemejaba a un delfín. Y ni corto ni perezoso, Mathias volvió a realizar el hechizo de transformación. Al principio no le salió. Había demasiado ruido; pero en el segundo intento, Nil se vio transformado en un delfín perfecto.

Perfecto... y muy incómodo porque no había nada de agua. Incómodo y... peligroso.

- Oh, vaya. Debo darme prisa en deshacer el conjuro.- Mathias se había dado cuenta de su error. Y eso podía provocar peligro en Nil. Agitó la varita, una, dos, tres veces... pero no era capaz. Cuanto más se movía Nil, más nervioso se ponía Mathias.- Mierda, mierda, mierda...

Viendo que era una situación especial, el profesor Plank apuntó a Nil, que no paraba de retorcerse en el suelo, emitiendo un sonido de lo más molesto, y le devolvió a su forma original.

- Lo siento mucho, Nil. No lo pensé bien.

Irene estaba contenta porque le había tocado con el nuevo. Si a Rachel le caía bien entonces ella debía de darle una oportunidad. Y al menos no le había tocado con ninguno de los más torpes de la clase. O eso pensaba.

Se estuvo quieta para facilitarle la labor al italiano, que realizó el hechizo bien aunque con un poco de esfuerzo. Y volvió a estarse quieta una vez más, ahora confiando plenamente en su compañero. 

Pronto comprobó que tenía pelaje, patas, garras, colmillos y que emitía rugidos. Dio una vuelta para sí misma. En verdad aquello estaba resultando diverito. Aunque siendo Slytherin habría preferido no ser convertida en ningún felino.

Se sentó y miró a Enzo, esperando una vez más a que realizara el hechizo. Pero Moretti no era capaz de destransformarla y aquello enfadó a Irene que se puso a cuatro patas de nuevo y rugió fuerte a Enzo mientras caminaba hacia él con mirada peligrosa.

¡Cámbiame de una maldita vez!

Le iba a perseguir hasta que le devolviera su forma original.

Kevin estaba más serio que de costumbre. No había sido capaz de dormir en toda la noche y parecía bastante contrariado. Le había tocado con Alondra, algo que normalmente le habría puesto de buen humor, pero ni por esas sonreía.

Se colocó frente a la muchacha, pero estaba atendiendo más a lo que estaban haciendo Nil y Mathias que a los hechizos de su compañera. Y eso que su integridad física dependía de ello.

Cuando fue transformado en bisonte, continuó quieto, tranquilo. Como si aquello no fuera con él. Y aunque Alondra no era capaz de devolverle a su forma humana, claramente más atractiva que la del bisonte, Kevin continuaba quieto, rumiando como si realmente llevara algo en la boca.

Plank:- 10 puntitos para Hufflepuff. Esperemos que a Kevin le guste la hierba de los terrenos del castillo.- bromeó el profesor.- Leona, no vale comerse al pavo. - advirtió  a Irene.- Y 30 puntos para Slytherin, pero yo que tú echaba a correr, Moretti.

Pero si alguien se había llevado la peor parte de toda la clase, esa había sido, sin lugar a dudas, Liv. El hechizo de Ambrose fue totalmente desastroso. 

Lo que tenía que haber sido una hermosa y felina pantera negra, era en realidad un gato despeluchado, con un ojo más grande que el otro, bigotes retorcidos, con solo un colmillo y una cola doblada en forma de W. Encima Liv podía notar un nauseabundo sabor a pescado cruto en su boca. Tenía el peor aliento que jamás podría haber imaginado.

- Bueno, al menos es un animal. Feo, horroroso, antiestético... pero un animal. 10 puntos para Slytherin. Le va a costar volver a su forma original. Veremos si no le ocurre como a Casicasi.- Le susurró a Ambrose sin que Liv pudiera llegar a oír esa última parte.

Cass estaba contento con los resultados, y cuando Casandra se subió a su cornamenta no entendió que era de cabreo. Intentaba mirarla para admirar el plumaje de su transformación, pero le era imposible con la forma que tenía su nueva cabeza.  El resto de la clase podía ver como un reno agitaba la cornamenta y pavo real cabreado se balanceaba de un lado a otro, mezclando los extraños ruidos de ambos en una cacofonía que, o bien te la tomabas como divertida, o bien como molesta.

Fue cuando Cass vio su varita y al de Casandra en el suelo que algo hizo "click" en su cabeza. No deberían haberse convertido el uno al otro a la vez. El pánico de hacerlo mal la primera clase les había jugado la mala pasada de no pensar adecuadamente, y ahora ahí estaban: sin poder deshacer los hechizos. 

Cass buscó a Nil con la mirada, él era un genio, podría ayudarle, pero no le encontraba. En cambio, vio un león, un gato horrendo, un bisonte y un delfín, entre otros. 

Empezó a galopar de un lado a otro, sin darse cuenta de su nuevo tamaño, que empujaba a sus compañeros cuando pasaba por al lado, ignorando la cabreada Casandra de sus cuernos. Él intentaba decir lo siento, pero solo le salía un grave y sonoro...

- GRUUUUUUUUUUUUUUU.

En ese momento avistó al profesor devolver a Nil a su forma original y se acercó a él. Esperaba que su amigo le reconociese  e intentanse ayudarle. 

Cass empezó a berrear y a moverse de un lado a otro como un loco. Casandra luchaba por mantener el equilibrio en sus astas, pero con tanto movimiento se veía en el suelo en cualquier momento, cosa que quería evitar porque el león no le inspiraba confianza. Bueno, y el ¿gato? tampoco parecía un animal idóneo para acercarse. 

Vio que Cass intentaba acercarse a la varita, bien hecho, no somos completamente estúpidos después de todo. Pero no había manera con el zoológico montado, así que tomó la decisión de esperar que su compañero pasase cerca de la mesa del profesor Plank para aposentarse allí.

Cuando Cass se acercó a la mesa, Casandra saltó y aleteó un poco. Fijó la vista en el profesor y desplegó todo su plumaje: glúú, glúú. Apiádate de mí, profe, quería decir con sus coquetos guluguleos. 

Ambrose se puso nervioso. El comentario del profesor, más allá de relajarle lo que hizo fue exagerar su ansiedad. Estaba quedando mal delante de todos, y eso no era algo que Ambrose estuviera dispuesto a aceptar. Tenía un último intento antes de fastidiarlo del todo. Era el prefecto, de una noble familia, lo iba a conseguir.

-Tranquila Liv, yo te sacaré de esa forma que no hace justicia a tu belleza.

A Ambrose le temblaba la mano, pero agitó su varita y... Se mordió la lengua.

¡Ravenclaw había ganado 40 puntos gracias a él! Se sentía bien.

Nil se dio cuenta de que era una tontería pedirle a Cass que volviera a Casandra a su forma original, pues él seguía siendo un ciervo. Estaba dispuesto a ir a ayudarle cuando Mathias le quiso transformas a él también. Era super extraño ser una tortuga: de golpe se sentía mucho más sabio, pero con un pensamiento muy lento y calmado, y todos los demás se movían muy rápido a su al rededor. 

Vio en ese instante un gato muy extraño donde debía estar Liv ¿Así verían las cosas las tortugas? Y entonces pudo volver a su forma original, pero Liv seguía siendo un gato deforme y de pronto Cass en forma de ciervo estaba galopando precipitadamente de un lado a otro hasta que ¡PLUM! De golpe Nil se sentía grande y torpe, la mandíbula se la notaba con una sonrisa permanente, como si no pudiera mostrar tristeza gesticulando y al cabo de un minuto o así, de pronto, no podía respirar. No sabía qué animal era pero se estaba muriendo ¡Mathias le estaba matando! Y no podía devolverla a su forma original. Intentó gritar de pánico, pero sólo le salían sonidos de alegría. Debía ser un delfín. ¡Mathias le había convertido en un animal marino y no había agua por ninguna parte!  Asustado, se empezó a agitar, estaba apunto de ahogarse, iba a morir y ¡PUF! De golpe el aire entró en sus pulmones humanos de nuevo. El profesor Plank le había salvado la vida. 

Nil tenía las manos en el corazón, le daba la sensación de que le iba a dar un infarto. Cogió la caja de pastillas y se volvió a tomar una. Cosa muy normal en él. Las disculpas de Mathias no le convencían mucho, pero quiso no darle importancia. Luego ya le criticaría con alguien ¡Le había querido matar!

- No te preocupes...- Le contesta intentando sonreír, pero no le sale. Ya había tenido demasiada sonrisa al ser un delfín. Los delfines debían sufrir mucho, seguro que hasta cuando les apaleaban y cazaban seguían pareciendo felices. La caza de delfines de Taiji era un mar de sangre de delfines que parecían pasárselo de lujo, o estar de fiesta o algo así. 

Entonces ve a Cass y recuerda que quiere salvarle la vida. 

Agitó la varita de nuevo, un poco asustado aún, para volver a su mejor amigo en su estado humanoide habitual. Al menos él era un ser terrestre y no marino, y no se ahogaba. 

- ¡Hola Cass!

Jamás, en ningún momento de mi vida había sentido tendencias homicidas hacia alguien. Aunque probablemente, lo que sentía en aquellos momentos no estaba demasiado alejado. Podía entender que todos tenemos un mal día pero por las bragas de Morgana ¿Qué clase de mente enferma dejaría a sus alumnos en forma de animales? Y aún si fueran animales bien hechos y no en esa clase de gato amorfo y maloliente en que me había transformado Ambrose valía, pero... Se pasaba de castaño oscuro.

Sin perder (más) la dignidad, me senté con toda la elegancia que pude, tratando de no fijarme en el reflejo que me devolvía la superficie de plata pulida de un artilugio que no reconocía. Traté de sonreír a Ambrose, pero lo único que conseguí fue una mirada suplicante que decía "Por favor, consíguelo".

Para colmo, noté como el desayuno me volvía a la boca con aquel olor asqueroso a pescado podrido. Si algo se podía decir a favor de Ambrose es que los instintos animales estaban, porque aunque intenté controlarme, comencé a convulsionar y hacer ruidos extraños hasta que al final... Salió una enorme bola de pelo. Me quedé mirándola unos instantes antes de hacerme a un lado. Pensé para mi misma que era lo más asqueroso que había hecho en la vida y avergonzada, me hice a un lado con mis cuatro patas desiguales antes de sentarme de nuevo. Asentí con la cabeza a Ambrose antes de ver como se preparaba y lanzaba el hechizo...

Alondra, que normalmente hubiese estado encantada de encontrarse rodeada de animales y hubiese deseado que todos sus compañeros lo fueran, empezó a darse cuenta de lo peligroso de la situación. Se vio en medio del salón de Transformaciones rodeada de bisontes, ciervos, pavos, un prototipo defectuoso de pantera... y la mayoría no parecían estar del todo contentos ni controlar del todo sus nuevos cuerpos. Si no tenía cuidado podía salir mal parada de allí. Por primera vez entendió el dicho de cuidado con lo que deseas. Que sus compañeros de clase fuesen animales no era tan fantástico como había imaginado. Le empezó a invadir un sentimiento de ansiedad. Y no sabía hacía que esquina retroceder ni dónde estaría más segura.

¡Por las barbas de Merlín! ¡¿Pero qué estaban liando?! El profesor Plank se iba paseando, con una sonrisa en la boca en medio de todo aquel caos, con Alondra completamente quieta, alucinada por todo lo que la rodeaba. Sus compañeros estaban siendo víctimas de sus propios desastres. Y lo más curioso es que lo peor estaba aún por llegar. Por si no había suficiente caos.

Plank:- Está bien, Casandra. Me has convencido.

Lo cierto es que aquella demostración de estilo le había terminado por convencer de su alumna de Hufflepuff. Hizo un pequeño movimiento de varita dirigida al pavo real y le devolvió la forma normal antes volver a ponerse en marcha por el interior de la sala.

Nil había decidido ayudar a Cass, que también regresaba a ser humano.

Plank:- Eso era trampa, señor Eyvind. Cinco puntos menos a Ravenclaw por desobedencia.- comentó sin darle mayor importancia al hecho. 

La leona perseguía a Enzo con ganas de incarle el diente y no precisamente en el buen sentido, rugiendo de forma amenazadora y el búfalo ahí seguía, plantado frente a alondra, rumiando y con cara de pasmarote.

El profesor miró a la zona de Ambrose, interesado por si el Slytherin lograría dominar por fin el hechizo, descubriendo entonces que no iba a ser así ni mucho menos.

Con los nervios, Ambrose agitó en demasía la varita y sumado al exceso de poder mal controlado, 3 rayos amarillos y muy potentes salieron disparados de la punta de la varita.

El primero impactó en la propia Liv, que si de por sí no había tenido suficiente, ahora encima había quedado totalmente chamuscada.

El segundo rayo impactó de lleno en Ambrose, que tampoco pudo esquivarlo, convirtiéndose a sí mismo en un perro pequeño, sin pelo nada más que por la cabeza - cuatro pelos mal puestos-y ojos saltones:

Y el tercero de los rayos salió rebotando por toda la sala, buscando una víctima a la que transformar en a saberse qué. Todos corrieron para ocultarse o esquivar aquel haz de luz desastroso. ¿En quién impactaría?

Al mismo tiempo que todo esto sucedía, Dahlia no aguantó más y aprovechó el momento para hacer lo que llevaba queriendo hacer desde que desayunó aquella mañana.

Corrió hasta Nil, pillándolo completamente desprevenido y lo estampó contra la pared, sujetándolo del cuello del jersey y manteniéndose muy cerca de él con mirada muy enfadada y peligrosa.

Casandra había conseguido volver a la normalidad, suspiró aliviada, aunque no por mucho tiempo, porque llegó a ver cómo Ambrose terminaba de rematar a Liv y él mismo sufría su propio hechizo. Ni siquiera pudo disfrutar de la pequeña alegría que le produjo ver al Slytherin convertido en ese perro tan feo, porque tenía que correr (aún con un poco de andares pavunos) a esquivar el maldito rayo si no quería acabar convertida en un ternero calvo o en una cucaracha deforme o vete a saber qué.

No era que a Cass le importase mucho quedarse como ciervo un día. Era distinto, interesante, divertido al no ser algo normal. Sin embargo, no podría ir a la lechucería, ¿Cómo podría subir aquellos escalones enroscados en su actual forma? Necesitaba ser bípedo, sin dudas.

Cuando Nil le devolvió a su forma, Cass sonrió, aunque el profesor en ese momento le quitó puntos a Nil. Si bien era cierto que había dicho que el resto no podía intervenir, él también lo había hecho. Dos veces de hecho.

- ¿10 puntos menos para los profesores? - preguntó Cass confuso.

En esos momentos Cass vio varios rayos de luz saliendo disparados de la varita de Ambrose y se lanzó en plancha al suelo, esquivando el fallido hechizo. Cass soltó una carcajada en ese momento. El ruido de una fiesta le agobiaba, pero aquella clase, llena de rugidos, mugidos, conjuros y alumnos gritando en confusión le parecía lo más divertido del mundo. 

- Su clase es genial profesor Plank. - le dijo el chico eufórico mientras observaba divertido las consecuencias de todo lo que ocurría en ese momento.

Cass se dio la vuelta para mirar a Nil y poder reírse con él para encontrarse que su mejor amigo no estaba a su lado. Se incorporó y lo encontró acorralado por Dahlia. ¿Qué estaba haciendo aquella chica? ¿Por que atacaba a Nil? Sin pensarlo dos veces, Cass salió corriendo dispuesto a hacerle un placaje a Dahlia para salvar a Nil.

La entrada del profesor de Transformaciones fue por todo lo alto. Controlaba a la perfección su transformación lo cual significaba que había echado muchas horas estudiando y preparándose. Tiene que ser raro eso de estudiar tanto para dominar una técnica de autotransformación. 

Pero mis pensamientos se cortaron en el instante en el que anunció que mi pareja sería Laira. En serio Plank, vete a tomar por culo. ¿No había NADIE más? Me pones con mi ex, es que no me jodas, es para tirarte al lago. Joder. A ver si no me mata. ¿Estará enfadada? Espero que no por mi propio bienestar.

Me quedé tan impactado que no reaccioné hasta que mis compañeros ya estaban haciendo todas las transformaciones, algunas con mejor y con peor resultado. Céntrate, como le hagas una cagada te mata. Suspiré y me acerqué a Laira. -Perdona, estoy aún medio dormido. -me encogí de hombros sonriéndole, tanteando su humor. -¿Quieres empezar tu? -todo lo que fuera necesario para que estuviera bien y no sacara ese carácter a relucir. 

Alondra vio por el rabillo del ojo un haz de luz e inconscientemente se tiró al suelo. La agilidad no era su fuerte y le pareció mejor idea dejarse caer con el objetivo de evitar los efectos adversos de una posible magia mal lanzada. Le dolieron las rodillas y los codos, pero por lo menos esquivó la extraña luz que jugueteaba por el aire cual bala perdida. Ya en el suelo, se dio la vuelta para quedar boca arriba, expectante, esperando los resultados del posible impacto con los nervios a flor de piel. Recordó sus TIMO del año pasado y lo peligrosa que podía ser una transformación mal lanzada. Recordó su desastroso hechizo desvanecedor, que en lugar de desvanecer, convirtió al hurón de su prueba en una especie de sapo mutante con pelo, con horribles problemas para respirar y que escupía eructos de fuego que abrasaban su propia piel. Los eructos quemarón la túnica de otros alumnos mientras lanzaban hechizos. Fue una especie de reacción en cadena de transformaciones mal lanzadas por su culpa. Un completo desastre. Si no llegan a intervenir la muerte de ese hurón aún pesaria en su conciencia; más el resto de cosas malas que desencadenó su hechizo y que prefería no recordar.

Los ojos se le abrieron de par en par y la boca hizo una clara mueca de sorpresa. No tardó ni medio segundo en subirse la túnica hasta los muslos y empezó a correr mientras todo aquello se había convertido en un autentico guirigay. Enzo iba dando grandes zancadas por todo el aula mientras los demás eran protagonistas de sus propios dramas; el problema es que él parecía que iba a ser devorado por una leona nada contenta y el italiano no dejaba de proferir maldiciones - merda merda merda. Per favore, non mangiarmi! mi dispiace, è stato accidentalmente! - y entonces vio como un rayo iba directo hacía provocando que se agachará rápidamente perdiendo el pie, rodando por el suelo y acabar contra una pared con la espalda pegada a esta, la cabeza en el suelo y los pies por alto - santa madonna santa madonna, perdonami ti prego - suplicó nervioso.