Partida Rol por web

Rashid y Kitnawa consiguen detectar con bastante precisión y rapidez las huellas de las gemelas. Os llevan ventaja, eso es seguro, pero en su huída, no se han esmerado demasiado en tapar sus huellas.

La persecución dura un par de horas y, a medida que avanzáis siguiendo las huellas podéis observar cómo diferente tipos de plantas empiezan a aparecer. Finalmente las huellas os llevan a la entrada de otro cañón. Os paráis a observar para aseguraros, y lo único que podéis escuchar es el fluir del agua. Puede que haya un río en el interior del cañón. Desde luego, para estar en unas montañas tan áridas, el cañón parece ser una especie de oasis.

Avanzáis con cuidado entre las murallas de roca que tenéis a ambos lados. Llegado un momento, escucháis un grito. Un grito de rabia. Era una de las gemelas. Os empezáis a dar prisa, puede que algo haya pasado.  Mientras avanzáis, los sonidos, quejas y gritos de un combate se hacen más notables. Cuando por fin giráis una esquina del intrincado cañón, observáis a lo lejos movimiento.

Conforme os acercáis corriendo, veis a una serpiente enorme, tan ancha como una persona y de una longitud que ni siquiera alcanzáis a imaginar. La serpiente, provista de duras escamas negras posee una cabeza que poco se asemeja al de las serpientes normales. Achatada, con rasgos muy duros, y una fila de colmillos tan grandes que casi os recuerda más a un dragón que a una serpiente. La serpiente persigue y acomete contra Lira que, aunque herida, aún consigue defenderse, por otra parte, Nira está en el suelo, con el vientre completamente abierto y arrancado, mostrando las vísceras desperdigadas. La acción se sitúa en un ensanchamiento del cañón donde justo detrás del combate, hay una especie de lago enorme que ocupa todo el cañón con una especie de monumento en el centro.

Encontrar el rastro fue fácil, así como también seguirlo, a pesar de lo cual, dado que nos llevaban algo de ventaja, no logramos alcanzarlas hasta después de un par de horas siguiendo su rastro, a pesar de lo cual no me preocupé. Tenía su rastro y no iba a perderlo… otra vez. Las seguí sin descanso hasta llegar a la entrada de un cañón, en el interior del cual se puede escuchar el murmullo del agua. Estaba claro que se habían metido por ahí, así que entre en el cañón, avanzando con cuidado… y entonces escuché un grito. Eran las gemelas.

Parece que han encontrado a su presa- pensé mientras aceleraba el paso, y teniendo en cuenta que los ruidos de una batalla aumentaban conforme nos acercábamos, estaba seguro de no equivocarme. Entonces, al girar una de las esquinas de aquel intrincado cañón, vi la lucha a lo lejos, por lo que me lancé de cabeza hacia allí sin dudarlo. Y conforme me acercaba, empecé a distinguir lo que sucedia. La “presa” era una gigantesca serpiente, tan grande como la que habíamos encontrado la mañana en que las gemelas se me escaparon, solo que esta era negra y con una cabeza que poco se asemeja a la de las serpientes normales, siendo achatada, con rasgos muy duros, y una fila de enormes colmillos lo cual le da un aspecto más parecido al de un dragón que al de una serpiente. Y frente a ella, Lira, que a pesar de sus heridas, se de momento aun lograba defenderse de las embestidas de la serpiente. Y en cuanto a Nira… en el momento en que la vi, detuve mi carrera en seco.

Pero qué…- empecé a pensar al ver su cuerpo destrozado y tirado en el suelo.

¡Idiota!- grité con el miedo reflejado en mi voz -¡Sal de ahí si no quieres que te mate!- le grité a Lira.

No tardamos mucho tiempo en ponernos en marcha gracias a Rashid y Kitnawa, aunque la marcha fue larga y agotadora mientras intentabamos alcanzar a las gemelas. No discutí, simplemente seguí sus pasos durante el trayecto. Finalmente, cuando comenzaba a darme por vencido con la persecución, el entorno cambió y llegamos a la entrada del cañón.

Apenas tomamos unos segundos de respiro hasta confirmar que debíamos entrar en el cañón. Con Rashid a la cabeza entramos con precavida lentitud, al menos hasta que se escuchó el grito de las gemelas, entonces comenzó la carrera para descubrir qué había ocurrido. La escena era impactante, la inmensa serpiente negra atacando a una de las gemelas por un lado, mientras que la otra yace en el suelo indudablemente muerta.

Casi atropellé a Rashid cuando este se detuvo en seco, pero en cuanto fui consciente de lo que ocurría a mi alrededor, me quedé paralizado. Lo único que me pasaba por la cabeza era que, seguramente, terminaríamos igualmente asesinados por la serpiente.

- No podemos atacar esa cosa, ni aunque fuesemos una veintena. - dije a media voz

Aquello era demasiado; una monstruosidad como esa no podría ser derrotada por métodos comunes, y menos aún siendo tan pocos. El estado en el que se encontraban las gemelas era testimonio de que aquello era una batalla perdida.

- Deberíamos marcharnos, y avisar de lo que aquí habita; quizás entonces se pueda hacer algo -dijo Kitnawa, atemorizado

La visión de la serpiente frenó en seco la carrera del joven shaman. Tal criatura evocó el recuerdo del combate que habían tenido hacia pocoy que casi había había terminado con algunos de ellos. Aun tenía pesadillas por las noches. El cuerpo le temblaba y sus piernas parecían hechas de flan. Es cierto que ahora tenía más recursos en su poder, pero su mente estaba completamente nublada ante aquella visión. Instintivamente llevó sus manos hacia el robusto cuerpo de su pantera y el contacto con su pelaje lo tranquilizo un poco, pero no mucho

-¡Huid! ya nos enfrentamos a algo parecido y casi nos mató- gritó a las gemelas, sin esperanza de que hicieran caso- ¡salid de ahiii!

En ese mismo instante, en el que dudáis, observáis como Lira se da cuenta de vuestra presencia y os mira. Momento en que la serpiente gigante aprovecha para lanzarse contra Lira. La chica intenta esquivar, pero la serpiente había sido rápida, explorsiva, empalando el hombro izquierdo de la guerrera y alzándola en el aire como quién acaba de pescar. El estremecedor grito de dolor cala en vuestros oídos y huesos. En sus últimos momentos Lira consigue hacer algo, no lo habéis visto muy bien, pero algo blanco ha salido del brazo derecho de Lira y se ha clavado debajo de la mandíbula de la Serpiente. En ese momento, la serpiente se sacude la cabeza del dolor lanzando a Lira por los aires, que aterriza con un sonoro golpe. Escucháis un tenue:

-Ahora...- pero las fuerzas se le escapan y se desmaya. 

El ver a una de las gemelas en el suelo, muerta y con el cuerpo destrozado ya me había afectado… pero ver ahora como la gemela restante era empalada por la serpiente para luego lanzarla por los aires fue demasiado similar a lo que me había pasado a mí mismo en el enfrentamiento con aquella otra serpiente, con la diferencia de que yo había tenido más suerte. Pero no volvería a pasar, si volvía a intentar algo similar, acabaría como Lira.

Si atacamos… moriremos…- pensé sin poder evitarlo.

Hemos de salir de aquí- murmuré en voz baja mientras empezaba a retroceder con cierta torpeza a causa del miedo que atenazaba mis músculos -Nos va a matar a todos- añadí.

Esh'nar, más conocida como La Sierpe del Abismo, era la antigua gobernante de todas las serpientes de Nanwe, durante una época en que los seres humanos eran unas simples presas para las serpientes. Hasta que llegó Sashassim, ésta, según cuenta la leyenda, desafió y derrotó a Esh'nar con facilidad, consiguiendo para si la posición de Dios de las serpientes y desterrando a la vencida Esh'nar a un oscuro abismo. Desde entonces Esh'nar odia a Sashassim, y espera el momento en que pueda cobrar venganza.

Por el cuento, Kanu diría que Esh'nar es un ser entre mundos. El cuento no es muy preciso así que no sabes cuanto poder tiene, pero seguro que sólo por tamaño, es mucho más poderosa que cualquier serpiente, además, ha vencido ella sola a las dos hermanas. Aunque ves bastantes heridas y cortes en su piel, así que invencible no parece ser.

Kitnawa no pensaba quedarse a ver más; tal vez si volvían con un grupo más grande, tendrían la posibilidad de acabar con aquella criatura, pero en aquellas condiciones era bastante improbable que pudieran hacer algo. Empezó a retroceder, buscando una ruta de escape.

De repente me temblaban las piernas, hasta el punto que apenas podían sostenerme. Las gemelas habían muerto a manos de aquella bestia salvaje, y si no hacíamos algo pronto nosotros también caeríamos devorados o aplastados. Solo era cuestión de tiempo que la gigantesca sierpe nos encontrase, y todo mi ser deseaba desesperadamente salir corriendo lo más rápido posible de allí.

- No podemos, simplemente no podemos enfrentarlo solos - ya había retrocedido, tambaleante, unos pasos hacia el desfiladero que acababamos de atravesar - Huyamos ahora, antes de que sea tarde para nosotros. -

Kanu, al igual que sus compañeros, sentía demasiado miedo ante semejante criatura que no era capaz de concentrarse en nada. Su cuerpo temblaba mientras la visión de la joven inconsciente en el suelo se le grababa en la retina de los ojos. En algún lugar de su mente, el joven shamán sabía que tenía que intentar usar sus poderes para combatir a la Serpiente, pero su entrenamiento no lo había preparado para una visión como esa. Sin embargo, tampoco le hacía gracia la idea de huir y dejar allí a la joven mujer a la espera de ser devorada.

- Es Esh'nar la antigua Reina de las Serpientes, hasta que Sashassim la expulsó al abismo. No debería estar aquí.- Dijo en susurros a sus compañeros mientras los dientes le castañeaban por el miedo.

Algo aprieta en vuestros corazones, una sensación opresora y pesada que os impide pensar claramente. Lo único que véis delante vuestro es a la muerte en forma de serpiente. De repente, la serpiente se gira rápidamente hacia vosotros y podeis sentir y palpar la rabia y el instinto asesino de la sierpe.

Inmediatamente, por puro instinto os giráis, buscando la salida de ese lugar, pero allí, justo en medio del cañón, podéis observar una pequeña y verde esmeralda serpiente. Con el cuerpo enroscado y la cabeza bien alzada, siseando. De hecho, os resulta tan parecida a la que vistéis en Babuka que diríais que es exactamente la misma y en ese momento recordáis la mirada de Sashassim, penetrante y sabia a diferencia de esa serpiente brutal que sólo desprende instinto asesino.

Es entonces cuando la serpiente sisea, y como si de un hechizo se tratase, vuestras almas empiezan a quitarse el miedo del cuerpo. Conocidas para unos, compañeros para otros y vecinos de otros, pero las dos gemelas han caído y vuestro corazón ya no tiene miedo, pero tampoco os clama vengana por las caídas.

La mirada de aquella monstruosa criatura, pues ese ser no podía ser considerado una serpiente, me atravesó por completo, llenando mi interior de aun más de terror, si es que eso era posible, hasta que en mi mente solo quedó un pensamiento… huir. Escapar de allí lo más rápido posible, correr todo lo lejos que pudiese y esconderme de aquel demonio, así que, incluso sin pensarlo de manera consciente, me giré en busca de la salida… y entonces la vi.

Una pequeña serpiente, con las escamas de un hermoso verde esmeralda, que nos observaba enroscada, con la cabeza bien alzada y siseando. Era la serpiente que habíamos visto tras nuestro encuentro con Sashassim, estaba seguro de ello, y su presencia me hacía recordar la mirada del dios serpiente, tan distinta de la del monstruo a mi espalda. Un recuerdo, que acompañado del siseo de la pequeña serpiente, hace que el miedo que atenazaba mi mente empiece a disiparse, permitiéndome calmarme.

Ese monstruo debe haberme hechizado- pensé al recordar mi reacción, agradeciendo mentalmente a la serpiente por romper el hechizo. Estaba claro que la criatura debía habernos lanzado algún tipo de magia para acabar con nosotros más fácilmente -Y casi lo consigue… pero ya no- me dije mientras volvía a girarme para encarar a aquel ser. Darle la espalda era un error.

Debemos calmarnos- les dije a los demás, esperando que el hechizo de terror también se hubiese roto en ellos -Las gemelas se precipitaron y pagaron por ello… no cometamos el mismo error- les dije en un tono extrañamente calmado. Tal vez era consecuencia de la rotura del conjuro, pero me encontraba extrañamente calmado, incluso más de lo normal… lo cual no era un problema, pues alterarme en aquella situación podía ser mi fin.

Ya no podemos hacer nada por ellas, asi que mejor no apresurarse- me dije.

La serpiente esmeralda inspiró calma en Kitnawa; recordó los ritos de adoración al espíritu serpiente, y fue consciente de que los había elegido para que acabsen con aquel monstruo. No podía flaquear; cazar criaturas como aquella era su propósito, a lo que había consagrado su vida. Parecía que las gemelas habían conseguido debilitarla un poco, así que quizás si que tuvieran una posibilidad, después de todo.

Kitnawa señaló hacia la serpiente para que Usiku atacara, mientras preparaba su arco.

La calmante presencia de la pequeña culebra había sido un bálsamo para los nervios del equipo. Parecía claro que contaban con la bendición y el apoyo de Sashassim. No podían fallar.

-Rashid tiene razón, debemos detener a la serpiente.- dijo Kanu con una voz ausente de nerviosismo e ira- Esa criatura es un ser sobrenatural y creo que podré devolverlo al abismo del que ha salido. No obstante requeriré de algo de tiempo y protección para expulsarlo. Mi fetch me protegerá- dijo señalando con la cabeza a Adhyra- Intentad distraerlo para que no se acerque. Aguantad y no muráis. - dijo el joven shaman mientras se ponia manos a la obra con el ritual de expulsión.

La aparición del segundo reptil me cogió desprevenido el primer instante, pero inmediatamente después su presencia ejerció un efecto relajante. En cuanto recuperé la sangre fría y pude pensar con claridad no tardé en darme cuenta de que aquél efecto no era natural. Podía ver los hilos de la mágia, débiles en ese lugar, dirigidos desde la serpiente directamente sobre nosotros, de lo que no tuve duda que era la causa de nuestra recuperación y falta de miedo inmediato.

Me di la vuelta para encarar de nuevo a la bestia. ¿Distraerla? Tal vez hubiera superado mi miedo, pero era consciente de que, anulados mis poderes, evitar sus ataques requeriría de toda mi destreza y una cantidad no inferior de suerte.

Me estaba preparando para defenderme de una posible acometida cuando algo que había dicho kanu me hizo pensar en voz alta. - La serpiente no debería estar aquí, pero... ¿donde estamos? - la mirada se me desvió hacia el lago tras la serpiente, y lo que había tomado por un monumento elevándose desde su interior.

Rashid y Nicolai avaanzan junto a Usiku y Adhyra hacia la serpiente. El momento es tenso y mientras os abrís para poder golpear a la serpiente desde varios flancos, ésta sisea con fuerza. Sois numerosos, pero eso no parece preocuparle demasiado y, tras alzarse amenazante a los cuatro, se lanza hacia Rashid, tanteando el golpe justo cuando Rashid parece preocuparse por no tropezar con una piedra en el suelo. Rashid consigue hacer una voltereta justo unos momentos antes, notando la mandíbula de la serpiente rozarle una de las piernas. Algo extraño, pues un ataque así de torpe distaba mucho de ser la potencia de combate que habíais conseguido ver mientras la mayor de las gemelas le atacaba. Era suerte? Os estaba tanteando esa serpiente? Le habría hecho algo la gemela?

No muy lejos de la acción Nikolai observaba la serpiente en guardia, mientras, de tanto en tanto, tiraba miradas hacia aquel monumento tan extraño sin conseguir recordar nada parecido en libros ni historias. Qué era ese lugar?

Mientras tanto, las compañeras mágicas atacan a la serpiente por los lados. Observáis como alguna escama y alguna que otra gota de sangre salta, pero no son ni de cerca heridas serias. Si queréis hacerle daño, deberéis emplearos a fondo.

En segundo plano, Kanu parece concentrarse mientras Kitnawa prepara su arco.

Agradeciendo a los espíritus por la torpeza del ataque de aquel ser, me recompuse lo más rápidamente posible, dirigiéndome hacia ella pero con cuidado de no acercarme demasiado a Adhyra ni a Usiku para así no ofrecerle un blanco unido a la serpiente. En otro momento tal vez me hubiese alterado y lanzado directamente contra mi oponente, pero ahora me encontraba sorprendentemente calmado.

Mantengámosla ocupada, que no piense- le dije a Nikolai antes de lanzarme al ataque, más con el propósito de evitar que se centrase en Kanu que con el de hacerle daño.

Me reprendí mentalmente. Me estaba concentrando en cosas que no debía cuando estábamos en medio de un combate.

Parecía que la gigantesca serpiente no había conseguido alcanzar a Rashid, pero por muy poco. Lejos de alegrarme, el hecho de que el ofidio hubiese estado tan cerca de alcanzar a alguien tan ágil como él me preocupó, pero no había tiempo para eso. Kanu había prometido hacer algo contra ella si le conseguíamos tiempo, y tenía que confiar en lo que era capaz.

Con una rapidez que me sorprendió a mi mismo, cubrí la distancia que me separaba de la serpiente, aunque alejado de donde se encontraba Rashid, y asesté un golpe con cautela, vigilando los movimientos de la bestia. Si quería devolver el golpe no podría atacarnos a varios a la vez; o al menos, eso pensaba.