Muley Hacén estaba casado con Aixa (Aisha bin Muhammad ibn al-Ahmar), apodada la Horra, la Honrada, con la que tuvo a su primogénito Boabdil (Abu Abd Allah Muhammad). De Muley Hacén toma nombre el pico Mulhacén, en Sierra Nevada.
Aisha bint Muhammad ibn al-Ahmar, reina de Granada, llamada Aisha al-Hurra (La Honesta) y conocida en la tradición española como Aixa; los musulmanes también la llamaban Fátima la Horra (traducido como "honrada"). Hija del rey de Granada Muhammad X el Cojo, aunque según otros autores lo era de Muhammed VIII el Zurdo. Procedía de la familia real de Granada y debía de gozar de considerable patrimonio y prestigio por sí misma, que explicarían su posterior influencia pública. Aixa fue durante unos veinte años la sultana consorte del rey Abu l-Hasan Alí, conocido como Muley Hacem en las crónicas cristianas, con el que tuvo dos hijos varones, Abu Abd Allah Muhammad (conocido en las fuentes castellanas como Boabdil) y Abu-l-Hayyay Yusuf, y una hija llamada Aixa.
Según un documento aportado por Luis Seco de Lucena, recibió de su hermana Umm al-Fath la alquería de Sujayra (hoy Zujaira), que vendería el 3 de octubre de 1492 al caballero cristiano D. Luis de Valdivia por el precio de dos mil quinientos reales de plata, alquería que pasaría luego a ser propiedad de los Reyes Católicos. En la misma ciudad de Granada, poseía el palacio de Dar al-Horra y en la vega de Granada, extramuros de la ciudad, el palacio del Alcázar Genil que tenía una naumaquia, en donde se celebraban juegos navales de recreo en verano, eran estos los lugares donde pasaba sus períodos de recreo. Estaba muy cercano al morabito almohade, hoy ermita de San Sebastián.
Al enamorarse su marido de una cautiva cristiana, y por qué esta la estaba apartando del poder ayudó, con el apoyo de los Abencerrajes, a acceder al trono de Granada. Favorecedora de las intrigas palaciegas y rival de Isabel de Solís, que tomó el nombre de Zoraya al convertirse al Islam. fue el alma de la resistencia contra los Reyes Católicos y acompañó en 1493 a su hijo a Fez, al exilio, donde murió al poco tiempo. La leyenda dice que, cuando iban camino de las Alpujarras, entre las actuales poblaciones de Villa de Otura y El Padul, Boabdil volvió la vista atrás llorando para contemplar Granada por última vez y Aixa le dijo: «Llora como una mujer lo que no supiste defender como hombre». Todos hemos oído esta leyenda, siempre contada cuando se habla de la caída de la ciudad de Granada ante los Reyes Católicos. Según esta la Sultana Aixa, madre de Boabdil, se lo dijo a este en el monte donde por última vez se ve la ciudad de granada. Gracias a esta “anécdota” se le nombra a este lugar que cruza la carretera de la costa “El suspiro del moro”. Pero esta leyenda es una falsedad histórica inventada por la imaginación del padre Echevarria en el siglo XVIII en su libro Paseos por Granada, donde pretende denigrar la figura de Boabdil.
Mujer enérgica y de carácter fuerte y acusada personalidad, el retrato que de ella hacen las fuentes castellanas es el de una persona de arrebatos pasionales y genio viril. Su agitada vida ha dado lugar a ser utilizada como tema recurrente en la literatura hasta nuestros días. En realidad, fue una mujer capaz de tomar importantes decisiones que influyeron en la evolución política del reino, para asegurarse la sucesión de su hijo primogénito al trono de la Granada nazarí.
الإسكندرية Al-ʼIskandariya Alejandría |
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Alejandría (griego: Αλεξάνδρεια, copto: Ⲣⲁⲕⲟⲧⲉ Rakotə, árabe: الإسكندرية Al-ʼIskandariya, árabe egipcio: Iskindireyya), es una ciudad del norte de Egipto, situada en el delta del río Nilo, sobre una loma que separa el lago Mareotis delmar Mediterráneo. Es también la capital de la gobernación del mismo nombre, y el principal puerto del país.
Fue fundada por Alejandro Magno en el año 332 a. C., en una fértil región, con una estratégica situación portuaria, convirtiéndose pocos años después en el centro cultural del mundo antiguo.
En el año 332 a. C., Egipto estaba bajo el dominio persa. Ese mismo año, Alejandro Magno entró triunfante en Egiptocomo vencedor del rey persa Darío III y los egipcios lo aceptaron y lo aclamaron como a un libertador. Hay que teneren cuenta además, que en Egipto había desde mucho tiempo atrás gran cantidad de colonias griegas y que por lotanto no eran gentes consideradas como extranjeros.
Al año siguiente, en el 331 a. C., fundó la ciudad que llevaría su nombre en un lugar del delta del Nilo, sobre unpoblado llamado Rakotis habitado por un puñado de pescadores. La elección del emplazamiento fue muy afortunadapues estaba al abrigo de las variaciones que pudiera tener el río Nilo, y por otro lado, lo suficientemente cerca de sucurso como para que pudiesen llegar a través de sus aguas las mercancías destinadas al puerto, a través de uncanal que unía el río con el lago Mareotis y el puerto.
El lugar estaba frente a una isla llamada Faro, que con el tiempo y las múltiples mejoras que se harían quedaríaunida por un largo dique a la ciudad de Alejandro. El arquitecto que realizó esta obra se llamaba Dinócrates deRodas. El dique tenía una longitud de siete estadios (185 m cada estadio), por lo que se le llamó Heptastadio(Επτασταδίων). La construcción del dique conformó dos puertos, a ambos lados: el Gran puerto hacia el este, elmás importante; y el Puerto del buen regreso (Εύνοστος), al oeste, que es el que continúa utilizándose en laactualidad.
En los amplios muelles del gran puerto atracaban barcos que habían surcado el Mediterráneo y el Atlántico. Traíanmercancías que se apilaban en los muelles: lingotes de bronce de España, barras de estaño de Bretaña, algodón delas Indias, sedas de China. El famoso faro construido en la isla de Faros por Sóstrato de Cnido, en 280 a. C., dispusoen su cúspide un fuego permanentemente alimentado que guiaba a los navegantes, hasta 1340, cuando fuedestruida la edificación.
El arquitecto Dinócrates se ocupó también del trazado de la ciudad y lo hizo según un plan hipodámico, sistema quese venía utilizando desde el siglo V a. C.: una gran plaza, una calle mayor de treinta metros de anchura y seiskilómetros de largo que atravesaba la ciudad, con calles paralelas y perpendiculares, cruzándose siempre en ángulorecto. Se construyeron barrios, semejantes a los que levantaron los españoles en las ciudades hispanoamericanas, las llamadas cuadras. Las calles tenían conducciones de agua por cañerías. Administrativamente se dividió en cincodistritos, cada uno de los cuales llevó como primer apelativo una de las cinco primeras letras del alfabeto griego. Cuando Alejandro se marchó de Egipto para continuar sus luchas contra los persas dejó como administrador deAlejandría a Cleomenes de Naucratis.
Fue una ciudad opulenta. Los Ptolomeos construyeron un palacio de mármol con un gran jardín en el que habíafuentes y estatuas. Al otro lado de ese jardín se levantaba otro edificio construido en mármol al que llamaban Museo(Μουσείον). Fue una innovación del rey Ptolomeo I Sóter y en él se reunía todo el saber de la época. El museo teníauna gran biblioteca. Cerca de este edificio se levantaba el templo de Serapis, el nuevo dios greco-egipcio. En elcentro de la ciudad se hallaban la Asamblea, las plazas, los mercados, las basílicas, los baños, los gimnasios, losestadios y demás edificios públicos y necesarios para las costumbres de aquellos siglos.
Los habitantes de esta magnífica ciudad eran en su mayoría griegos de todas las procedencias. También había unacolonia judía y un barrio egipcio, de pescadores, el más pobre y abandonado de la gran urbe.
Alejandría se convirtió pronto en el centro de la cultura griega en la época helenística y contribuyó a helenizar alresto del país de tal manera que cuando llegaron los romanos todo Egipto era bilingüe. El arte y la arquitectura era loúnico que se mantenía propiamente egipcio. Tan importante llegó a ser y tan grandiosa que la llamaron Alexandria adAegyptum, es decir, "Alejandría que está cerca de Egipto", perdiendo importancia el resto del país.
Moneda romanaacuñada con elFaro de Alejandría.
El escritor griego Plutarco (c. 46-125) que escribió la biografía de Alejandro Magno, cuenta cómo éste se inspiró paratomar la determinación de fundar la ciudad en este sitio. Según parece, tuvo un sueño en el que se le apareció unanciano de cabellos muy blancos y que le recitaba insistentemente cierto pasaje de la Odisea: "Hay a continuaciónuna isla en el mar turbulento, delante de Egipto, que llaman Faros (Φάρος)". Cuando se levantó quiso ir a la isla y sedio cuenta de su situación privilegiada y más aún si, por medio de un dique, se la unía a la costa. Entonces mandótraer harina para marcar él mismo el enclave de la futura Alejandría (pues no se disponía del yeso con que solíahacerse) y él mismo dibujó el círculo en forma de manto macedonio. No bien hubo terminado cuando empezaron allegar desde el río y desde el mar pájaros grandes y diversos que se dedicaron a comer toda la harina esparcida. Cuando vio lo que estaba ocurriendo, Alejandro se turbó muy preocupado pensando que se trataba de un malaugurio. Pero Aristandro, el vidente que lo acompañaba supo interpretar el buen augurio y que el proceder de lospájaros pronosticaba que la ciudad sería tan rica y próspera que podría nutrir a todos los hombres de todas lasrazas.
Ptolomeo I mandó construir el gran palacio que serviría de alojamiento a toda la dinastía ptolemaica. Su hijo, Ptolomeo II Filadelfos fue el impulsor y creador del edificio levantado al otro lado del jardín y conocido desde elprincipio con el nombre de museo. Le llamaron así por respeto a la sabiduría, porque lo consideraron como unsantuario consagrado a las musas, que eran las diosas de las artes y de las ciencias. Se considera como elestablecimiento científico más antiguo del mundo, con una Universidad de enseñanza superior.
El edificio constaba de varios apartados dedicados al saber, que con el tiempo fueron ampliándose y tomando granimportancia. Uno de esos apartados se dedicó a biblioteca y fue quizás el que más creció y el que más fama adquirióen el mundo de la antigüedad. Había también un jardín botánico con plantas de todos los países conocidos, unacolección zoológica, un observatorio astronómico y una sala de anatomía donde se hacía la vivisección en cuerposde criminales y donde, durante algún tiempo, se llegaron a disecar cadáveres.
Contenía habitaciones a modo de residencia para sabios, gramáticos y médicos y todos los gastos corrían porcuenta de los reyes que estaban orgullosos de esta institución y comían muchas veces allí en su compañía. Lossabios además de investigar y estudiar, daban conferencias y lecciones a los jóvenes que quisieran aprender. EnAlejandría llegó a haber hasta 14.000 estudiantes. Allí vivieron los famosos gramáticos alejandrinos quedeterminaron las leyes de la retórica y la gramática, los famosos geógrafos que diseñaron mapas del mundo y losfamosos filósofos cuyo grupo acabó fundando una especie de religión.
Entre los grupos de sabios se encontraban personajes tan famosos en la Historia como Arquímedes (ciudadano deSiracusa), Euclides, que desarrolló allí su geometría; Hiparco de Nicea, que explicó a todos la trigonometría ydefendió la visión geocéntrica del Universo, enseñó que las estrellas tienen vida, que nacen y después se vandesplazando a lo largo de los siglos y finalmente, mueren; Aristarco de Samos, que defendió todo lo contrario, esdecir, el sistema heliocéntrico (movimiento de la Tierra y los demás planetas alrededor del Sol); Eratóstenes, queescribió una geografía y compuso un mapa bastante exacto del mundo conocido, consiguiendo medir lacircunferencia terrestre con un error inferior al 1%; Herófilo de Calcedonia, un fisiólogo que llegó a la conclusión deque la inteligencia está en el cerebro y no en el corazón; Apolonio de Pérgamo, gran matemático; Herón deAlejandría, un inventor de cajas de engranajes y también de unos aparatos de vapor asombrosos (es el autor de laobra Autómata, la primera obra que conocemos en el mundo sobre los robots), etc. Más tarde, ya en el siglo II, allímismo trabajaron y estudiaron el astrónomo y geógrafo Claudio Ptolomeo y el médico Galeno, que escribió bastantesobras sobre el arte de la curación y sobre la anatomía; sus enseñanzas y sus teorías fueron seguidas hasta muyentrado el Renacimiento.
En el siglo III a. C. nació en este templo del saber una nueva ciencia: la alquimia, basada en la sabiduría yconocimientos de los egipcios sobre las sustancias materiales y en las teorías griegas sobre los elementos. Estaciencia fue el embrión de lo que siglos más tarde sería la química, cuyas bases como ciencia experimental sentóAntoine Laurent Lavoisier.
La denominación Escuela de Alejandría, de filosofía antigua, se emplea en varios sentidos:[1]
Se denomina así a la corriente filosófica neoplatónica que se desarrolló entre los siglos III y VII en la ciudad, caracterizada por el sincretismo y el eclecticismo. A ella pertenecen, entre otros, Olimpiodoro e Hipatia.
Se da también este nombre a la filosofía judaica de Filón, quien vivió en Alejandría en el siglo I, e interpretó la Bibliaaplicando los métodos del platonismo estoico. Es la escuela filosófica de los pensadores cristianos alejandrinos, ovinculados a esta ciudad, de los siglos II y III, cuyas ideas tienen una poderosa influencia en toda la teología delcristianismo primitivo. Los principales representantes fueron Clemente de Alejandría (filósofo cristiano griego) yOrígenes (Padre de la Iglesia, alejandrino).
En un sentido más amplio, también reciben el nombre de escuelas de Alejandría a las escuelas científicas quesurgieron en la ciudad durante los primeros siglos a. C. e influyeron en otras ciudades con ideas eclécticas y delneopitagorismo pagano. Destacaron Aristarco de Samos (astrónomo y matemático griego), Hiparco de Nicea(astrónomo, geógrafo y matemático griego), Claudio Ptolomeo (geógrafo y matemático greco-egipcio), Diofanto(matemático greco-egipcio), Eratóstenes (matemático, astrónomo y geógrafo griego), Ammonio Saccas (fundador delneoplatonismo), y Filón de Alejandría (filósofo judío greco-egipcio).
Julio César tomó la ciudad en el 46 a. C., para zanjar la guerra dinástica entre Cleopatra y su hermano y corregentePtolomeo XIII y durante la batalla en el mar se produjo el incendio de Alejandría, en el cual ardieron algunosalmacenes de libros en el puerto, pero no la Gran Biblioteca. Después de asegurar a Cleopatra en el trono egipcio ycasarla con su hermano menor, Ptolomeo XIV, Julio César regresó a Roma. Durante la guerra que se desató tras lamuerte de César, Marco Antonio viajó a Egipto para convencer a la reina de apoyarle. La entrada de Egipto en laguerra supuso la toma de la ciudad en el año 30 por Augusto, que convirtió Egipto en propiedad particular suya, acabando así con la independencia del país.
Los romanos convirtieron al país en el granero del Imperio, con lo que aumentó la importancia de la ciudad, en cuyosalmacenes debía depositarse toda la cosecha: cada año, debía enviarse a Roma una cantidad de trigo que era elequivalente a la tercera parte de su abastecimiento, cantidad y precio que se fijaba en la bolsa de Alejandría por laannona egipcia. Para mantener aislado al país, se prohibió el uso de la moneda romana, que debía cambiarse por lalocal de Alejandría. Todos estas disposiciones convirtieron a la ciudad en una próspera metrópolis con varios cientosde miles de habitantes, cosmopolita y centro financiero de la zona.
Durante el período romano la ciudad experimentó numerosos desastres: en primer lugar, la llamada Guerra Bucólica(172-5); luego fue saqueada por un capricho de Caracalla (215), y destrozada por Valeriano en 253), por las tropasde Zenobia, reina de Palmira, en 269, y por Aureliano en 273. Este último saqueó y destruyó completamente elBruchión, desastre que dañó el Museo y la Biblioteca. Se dice que en aquella ocasión los sabios griegos serefugiaron en el Serapeo, que nunca sufrió con tales desastres, y otros emigraron a Bizancio. Finalmente, en 297 larevuelta del usurpador Lucio Domicio Domiciano acabó con Alejandría tomada y saqueada por las tropas deDiocleciano, tras un asedio de ocho meses (victoria conmemorada por el llamado «Pilar de Pompeyo»). Se dice quetras la capitulación de la ciudad, Diocleciano ordenó que la carnicería continuara hasta que la sangre llegara a lasrodillas de su caballo, librando a los alejandrinos de la muerte la caída accidental de éste, al resbalar en un charcode sangre.
Además hubo en el período varios terremotos virulentos. El del 21 de julio de 365 fue particularmente devastador. Según las fuentes, hubo 50.000 muertos en Alejandría, y el equipo de Franck Goddio del Institut Européen d´Archéologie Sous-Marine, ha encontrado en el fondo de las aguas del puerto cientos de objetos y pedazos decolumnas que demuestran que al menos el veinte por ciento de la ciudad de los Ptolomeos se hundió en las aguas, incluyendo el Bruchión, supuesto enclave de la Biblioteca.
En 616 los persas de Cosroes II tomaron la ciudad.
Los papiros de Elefantina nos dan información acerca de la vida de la comunidad judía asentada en Alejandría tras latoma de Jerusalén en 586 a. C. por Nabucodonosor II, aunque existen datos de asentamientos en época deManasés.
Desde los reyes lágidas, los judíos de la Diáspora se establecieron en la ciudad atraídos por el Museo, protegidospor la tolerancia del mundo pagano en materia de diversidad religiosa, y crearon un activo foco intelectual con uncentro de estudios hebraicos.
Los judíos gozaban de todos los derechos civiles, como cualquier ciudadano griego, pero mantenían lasprerrogativas concedidas por los reyes persas, y constituían una comunidad política independiente y autónoma, limitada sólo por la subordinación a los Ptolomeos primero y a los romanos después. A su frente tenían los cargos delas comunidades de la diáspora: arcontes, que regían los asuntos administrativos y judiciales, y el archisinagogo aquien correspondía todo lo referente al culto, además de un etnarca con grandes poderes civiles que le permitíantratar con los funcionarios de Egipto o del Imperio romano. Constituyeron así un grupo étnico apartado de lapoblación de Alejandría, con un aislamiento lingüístico, económico y cultural que les permitió conservar su raza yreligión, fieles a la ley y a las tradiciones ancestrales.
Los romanos, que antes del Imperio habían sido aliados de los judíos, les otorgaron algunos privilegios más, como lacelebración del shabat. Sin embargo, el sentimiento antijudío fue alentado por los escritores griegos alejandrinos, que les acusaban de exclusivismo, grosería y deslealtad.
Probablemente a los egipcios les irritaba la tolerancia que el imperio había otorgado a los judíos, y no faltaba entreellos el descontento por la dominación foránea, primero griega y luego romana. Ese resentimiento se tradujo en unaxenofobia que terminó por descargarse contra el pueblo hebreo. Esto, más la envidia social frente al florecimiento deesa colectividad, fue caldo de cultivo para las primeras agresiones escritas, como las de Apión, iniciador de lasagitaciones antijudías que el año 38 provocaron que decenas de miles de judíos fueran asesinados. Dos personajesse enfrentaron a Apión: Flavio Josefo, que tituló una de sus obras Contra Apión, y el filósofo Filón de Alejandría, queencabezó una delegación para entrevistarse con Calígula, intentando acabar con la violencia en la ciudad.
La negativa judía a practicar el culto oficial al Emperador, junto a las dos revueltas judías, provocó la hostilidadromana y diezmó la población judía en Alejandría (al igual que en Jerusalén), que constituía un 40% de la ciudadhasta el siglo II d. C. Las relaciones entre judíos y griegos siguieron siendo tensas y Alejandría se convirtiópaulatinamente en un foco de antisemitismo. El mismo Lisímaco, director de la Biblioteca de Alejandría, fue uno delos instigadores de desórdenes contra los judíos. Aunque en los siglos siguientes Egipto fue casi siempre un lugarrelativamente seguro para los judíos, Alejandría conservó su tradición antisemita y se producían brotes esporádicosantijudíos.
Helenizados en la época macedónica, tuvieron una gran influencia sobre sus correligionarios en la época de losseleúcidas y asmoneos. Tradujeron al griego la Biblia, la llamada versión de los setenta o Septuaginta en los siglos IIIy II a. C., además de producir una abundante literatura hebrea en lengua griega: epopeyas, dramas, obrasmoralizantes. Las más conocidas son la Carta de Aristea, los Oráculos sibilinos, el Libro de la Sabiduría de Salomón. Entre los autores conocidos, se puede citar a Eupolemo, Artipon Demetrio, Aristeo y Filón.
La que se llamó escuela judía de Alejandría está fuertemente influenciada por la filosofía griega. Al estudiar estafilosofía encuentran conceptos espirituales y morales que desean conciliar con la Ley mosaica, considerando esta leycomo fuente en la que se inspiraron aquellos filósofos, especialmente Platón. El método para demostrar estaidentidad fue la interpretación alegórica, ya conocida por los judíos de Palestina y muy estimada en los ambientesgriegos.
El primer representante conocido es Aristóbulo, del que sólo se sabe que era vecino de Alejandría en tiempos dePtolomeo VI Filometer. Explica alegóricamente los pasajes bíblicos, limando las dificultades que presentan la Biblia ylos mitos griegos. Filón, contemporáneo de Jesucristo, dedica su obra a unir sistemáticamente las ideas judías ygriegas, y es el predecesor del neoplatonismo de Plotino y de gran parte de las ideas de los Padres de la Iglesia.
La Escuela exegética de Alejandría, que intenta hermanar la filosofía griega y el cristianismo, se considera sucesorade la judía.
La persecución contra las religiones monoteístas emprendida por los emperadores romanos acabó con estaactividad literaria.
A principios de la década de 1940, tras siglos de convivencia relativamente pacífica como dhimmíes, los judíoscomenzaron a sufrir persecuciones y atentados en todo Egipto, llevados a cabo por el Mossad con la finalidad deinducir a la población judía del país a emigrar a Israel. Tras la independencia de Israel y la subsiguiente guerraárabe-israelí de 1948, y tal y como sucedió en el resto de países árabes donde el Mossad realizó ataques terroristasanti-judíos para incentivar la inmigración de hebreos árabes hacia Israel, los cerca de cien mil judíos egipciosquedaron bajo sospecha y la hostilidad contra ellos fue en aumento. La situación se agravó aún más tras la crisis deSuez: cerca de 25.000 judíos fueron expulsados y sus bienes y tierras confiscados. La mayor parte se refugiaron enla vecina Israel, aunque otros emigraron a Francia y a América. En sólo unos años se extinguió la presenciamilenaria de judíos en Egipto, incluidas comunidades judías antiquísimas como la de Alejandría, muy anteriores a laarabización e islamización de esas tierras.
Una tradición muy antigua asegura que el primer cristiano que llegó a Alejandría para predicar la nueva religión fueSan Marcos. Esto sucedía en el año 61 después de Cristo. La misma tradición cuenta que el primer cristianoconvertido fue Aniano, de oficio, zapatero. San Marcos le curó la herida de una mano y al mismo tiempo le habló delsignificado del cristianismo. Desde esos tiempos de predicación, los cristianos de Alejandría y del resto de Egiptomantuvieron una gran tradición evangélica. San Marcos fue perseguido bajo el mandato del emperador Nerón y en elaño 68 fue martirizado y muerto. Desde entonces hasta la época del emperador Trajano (comienzos del siglo II), loscristianos tuvieron que ocultar sus creencias, amenazados por las persecuciones. A partir de este momento se lespermitió con tolerancia extenderse por toda la ciudad de Alejandría y poco a poco, a lo largo de todo el valle del Nilo.
En el siglo II, Panteno y, posteriormente, Clemente de Alejandría y su discípulo Orígenes establecieron en estaciudad un verdadero semillero de teólogos, hasta tal punto que el resto de la cristiandad les miraba con cierto recelo. Es la que se conoce como Escuela catequística de Alejandría. Al llegar al siglo IV, con el emperador Constantino I elGrande, existían graves disensiones cristianas en el norte de África y en Alejandría. Las tensiones con el resto de lacomunidad cristiana condujeron al cisma con la aparición además del presbítero Arrio y su doctrina el arrianismo. Poresta razón, el emperador convocó el concilio de Nicea, donde se establecieron las bases del credo (declaraciónresumida de la fe cristiana).
Por otra parte, se desencadenó una abierta rivalidad entre las dos ciudades más importantes del momento:Constantinopla y Alejandría. Esta rivalidad afectó bastante a los eternos debates teológicos sobre la naturaleza onaturalezas de Cristo. Era la “guerra” entre los monofisitas y los ortodoxos de Calcedonia.
Pero las luchas y disputas entre cristianos continuaron sin remedio y ya en el siglo VI, en el año 553, en el segundoconcilio de Constantinopla, con el emperador romano Justiniano I al frente, fue declarada herética la ortodoxia de loscristianos de Alejandría que seguían enfrentados a los cristianos de Calcedonia. En los últimos años de mandato deeste emperador, los monofisitas de Siria empezaron a organizar su iglesia separada del resto de los cristianos, conuna estructura propia.
Cuando el pueblo árabe musulmán llegó en plan de conquista a Egipto en el 641 dieron el nombre de qubt alcristiano de Alejandría. Esta es la palabra que nosotros conocemos como copto. El símbolo de la cruz de Cristo seempezó a emplear en Alejandría, entre los cristianos coptos, fue una costumbre que nació allí; se sabe que noexistía en las catacumbas ni en el lábaro de Constantino que llevaba un crismón.
Alejandría seguía siendo una de las mayores metrópolis mediterráneas en el momento de la conquista musulmana. Su patriarca, Ciro, capituló ante los invasores en abril de 641, al ser derrotadas las fuerzas imperiales locales. Sinembargo, el gobierno imperial no reconoció la capitulación, y sus habitantes se alzaron contra el yugo musulmán. Tras 14 meses de asedio, la ciudad fue conquistada por los musulmanes a finales de 642. El historiador Eutiquio citauna carta escrita el viernes de la luna nueva de Moharram del año vigésimo de la Hégira[2] donde el comandantemusulmán Amr ibn al-As, al entrar en la ciudad, se dirigió al segundo sucesor de Mahoma, el califa Umar ibn al-Jattab e hizo un inventario de lo encontrado en la ciudad de Alejandría: «4.000 palacios, 4.000 baños, 12.000mercaderes de aceite, 12.000 jardineros, 40.000 judíos y 400 teatros y lugares de esparcimiento». El cronista Ibn al-Kifti afirmó en su Crónica de los sabios que en aquel momento fue destruida la Gran Biblioteca. Aunque los árabespudieran destruir numerosos libros, lo cierto es que ni la Biblioteca ni la biblioteca-hija del Serapeo existían ya porentonces, víctimas de las guerras civiles entre romanos, de los desastres naturales y el fanatismo de los coptos.
Una flota imperial desembarcó en la ciudad a comienzos de 645 para reconquistar Egipto, pero el ejército quetransportaba fue derrotado por las superiores fuerzas árabes, y acabó por retirarse. Tras un nuevo y largo asedio, en646 los árabes tomaron la ciudad por tercera vez, destruyéndola en buena parte para evitar que los bizantinosvolvieran a atrincherarse en ella vía marítima. Acabaron así 975 años de pertenencia al mundo grecolatino.
Durante un intervalo, entre 811 y 827, la ciudad estuvo en manos de piratas andalusíes, en cierto modo antecedentesde los almogávares, para retornar a manos árabes.
En 828, el cadáver de San Marcos fue recuperado de la ciudad por navegantes venecianos, que lo depositaron en laBasílica de San Marcos, construida expresamente para albergar sus restos.
Tras un largo declive, Alejandría resurgió como gran metrópoli en la época de las Cruzadas y vivió un períodofloreciente gracias al comercio, con convenios con los aragoneses, genoveses y venecianos que distribuían losproductos llegados de Oriente a través del Mar Rojo. En 1365 la ciudad fue brutalmente saqueada tras ser tomadapor los cruzados dirigidos por el rey Pedro de Chipre. En los siglos XIV y XV, Venecia eliminó a la competencia y sualmacén alejandrino se convirtió en el centro de la distribución de especias hasta que los portugueses abrieron laruta del Cabo en 1498, fecha que marca el declive comercial, agravado por la invasión turca. Cuando Napoleón entróen la ciudad, era un pueblo medio arruinado de sólo 7.000 habitantes. Mehemet Alí la reconstruyó en el siglo XIX, convirtiéndose nuevamente en el gran puerto egipcio. La flota británica bombardeó el puerto en el año 1882, lo queprovocó un gran incendio y el saqueo de las ruinas por parte de los beduinos. Al cabo de un mes desembarcó ungran ejército británico que restauró el orden y dio inicio el protectorado británico sobre Egipto.
La Antigua Biblioteca de Alejandría, la más grande del mundo en su época . Fundada a comienzos del siglo III a. C. por Ptolomeo I Sóter, llegó a albergar hasta 900.000 manuscritos. Incendiada parcialmente por las tropas de Julio César en 48 a. C. Su destrucción definitiva se estima entre el siglo III o IV, quizá en 273, cuando el emperador Aureliano tomó y saqueó la ciudad, o cuando Diocleciano hizo lo propio en 297.
Grabado de la Antigua Biblioteca de Alejandría.
“Ahora podemos comprender en su auténtica magnitud el mito de la construcción de este edificio, y atestiguar que se corresponde con la realidad. Anacrites de Samos era un arquitecto ambicioso, y la arrogancia de su arte podía medirse con la de sus contemporáneos más avanzados. Dinócrates de Rodas había propuesto al divino Alejandro construir una ciudad sobre la mano de una estatua colosal que representaba al monarca, reservando para la otra mano el curso de un río; Sóstrato de Cnido concibió la Torre de Faros, que guía a las naves en las tempestades a través de un complejo juego de espejos y en su día contó con telescopios y autómatas que señalaban la hora del día y el curso del zodíaco. Cuando el rey Ptolomeo preguntó a Anacrites si era capaz de igualar la audacia de tales genios, Anacrites le replicó que la única maravilla que podía alegar era su propia hija, una bellísima joven cuya mano le ofreció. El rey aceptó, todo fue dispuesto para los esponsales; pero el destino se interpuso y una enfermedad mató a la pobre niña sin darle ocasión de vestir su traje de novia. Anacrites cayó en la melancolía, pues su hija le era muy querida, abandonó su trabajo y dejó la ciudad para mudarse al campo, donde nadie volvió a verle; unos decían que se había entregado al vino para olvidar su dolor, otros que a la religión, cuyas borracheras no son menos eficaces. Un día, el arquitecto volvió a la corte; demacrado, exhausto, presentó ante el rey un volumen de dibujos con las palabras: Te prometí la mano de mi hija, y aquí la tienes. El volumen contenía los planos de la Biblioteca. La Biblioteca es una mano”. Luis Manuel Ruiz, en su novela “Tormenta sobre Alejandría” (Alfaguara, 2009) .
‘La biblioteca quemada de Alexandria’, de Hermann Goll (1876).
Alejandría, 641 A.D.
Desde el primer Adán que vio la noche
Y el día y la figura de su mano,
Fabularon los hombres y fijaron
En piedra o en metal o en pergamino
Cuanto ciñe la tierra o plasma el sueño.
Aqui está su labor: la Biblioteca.
Dicen que los volúmenes que abarca
Dejan atrás la cifra de los astros
O de la arena del desierto. El hombre
Que quisiera agotarla perdería
La razón y los ojos temerarios.
Aquí la gran memoria de los siglos
Que fueron, las espadas y los héroes,
Los lacónicos símbolos del álgebra,
El saber que sondea los planetas
Que rigen el destino, las virtudes
De hierbas y marfiles talismánicos,
El verso en que perdura la caricia,
La ciencia que descifra el solitario
Laberinto de Dios, la teología,
La alquimia que en el barro busca el oro
Y las figuraciones del idólatra.
Declaran los infieles que si ardiera,
Ardería la historia. Se equivocan.
Las vigilias humanas engendraron
Los infinitos libros. Si de todos
No quedara uno solo, volverían
A engendrar cada hoja y cada línea,
Cada trabajo y cada amor de Hércules,
Cada lección de cada manuscrito.
En el siglo primero de la Hégira,
Yo, aquel Omar que sojuzgó a los persas
Y que impone el Islam sobre la tierra,
Ordeno a mis soldados que destruyan
Por el fuego la larga Biblioteca,
Que no perecerá. Loados sean
Dios que no duerme y Muhammad,
Su Apóstol
Jorge Luis Borges
No os queda más remedio que buscar otra manera de entrar en la morada de Hassan Sabbah, pues tanto las murallas, como los guardias que las custodian, parecen infranqueables a priori. Mientras abandonáis el portón principal Yusuff no pierde detalle del interior y, aunque no consigue ver gran cosa, consigue adivinar un enorme patio interior tras el puesto de guardia. El patio interior es escenario de una gran algarabía. Soldados Asesinos, comerciantes y habitantes de la Fortaleza van y vienen con enorme agitación... (PÁG-10).
La inexpugnabilidad de la Fortaleza de Alamüt es legendaria, y esto se debe a muchos factores además de su excelente ubicación. Puedes esperar encontrar fanáticos guardias, armas defensivas, trampas, y cosas mucho peores ;P.
Entrar a la fuerza por la puerta principal es MUY mala opción...
En efecto no es difícil ver numerosos comerciantes intentando acceder a la Fortaleza, aunque por desgracia para ellos, la mayoría se quedan a las puertas. Quizá no sepan la consigna adecuada, o simplemente sus mercancías no sean de la calidad exigida por el notable mercado que debe haber tras los muros de Alamut. Sea como sea, no les queda más remedio que desandar lo andado mientras maldicen su suerte pendiente abajo...
Aquí, una escalera de madera asciende hasta una trampilla situada en el techo de la caverna. Rezáis, cada uno a vuestro Dios, para que al otro lado de esa puerta se encuentre la Fortaleza de Alamüt. Y vuestras plegarias son escuchadas, pues aquel mercader al que Yusuff y el resto de vosotros maltratasteis, al parecer dijo la verdad. Estos túneles se utilizan para introducir contrabando dentro de la Fortaleza, pues cuando subís las escaleras y abrís la trampilla, os encontráis en una especie de almacén de mercancías. Rápidamente dejáis todo como estaba; cubriendo el acceso a los túneles con una alfombra finamente tejida que la ocultaba y, intentando que nadie os vea, salís del almacén...
Estáis dentro del patio del santuario del Viejo de la Montaña, cerca del puesto de guardia. La fortaleza se levanta al fondo de este patio interior que la rodea por tres lados. El cuarto está cerrado por una alta muralla negruzca. Os dáis cuenta de que tras la muralla se alza la roca escarpada que constituye una defensa inviolable para la Fortaleza.
El patio interior es escenario de una gran agitación. Soldados Asesinos y habitantes de la Fortaleza van y vienen. No tendréis ningún problema en pasar desapercibidos entre el gentío, a condición de no acercaros demasiado a la guardia. Echáis un vistazo rápido que os revela una taberna cercana, varios tenderetes de mercancías, y un anciano aislado en que lleva una tabla bajo el brazo. Parece un Faquir que deleita al gentío con su extraño espectáculo. Al fondo, atravesando el patio, divisáis la puerta que da acceso al corazón de la Fortaleza, morada del venerable Viejo de la Montaña.
Guillaume miró a su alrededor buscando alguna posada para comprobar si Yusuff había conseguido pasar y así poder reunirse con él. El templario se acomodó mejor el turbante cubriéndose el rostro para no ser fácilmente reconocible.
—Mirad... Una posada, veamos si Yusuff nos está esperando —dijo en tono bajo a sus compañeros mientras señalaba hacia la entrada de una taberna cerca de los puestos de los mercaderes. Sin esperar respuesta, echó a caminar hacia el lugar intentando esquivar a los guardias para que no pudieran darles el alto.
Sales a trompicones de las mazmorras de la Fortaleza, aún dolorido por la paliza recibida a manos de los infames Asesinos de Hasán. Con premura cruzas varios pasillos intentando no ser visto y, cuando te has alejado suficiente, adoptas un paso más normal a fin de no llamar la atención
No tardas en reconocer el lugar; estás en el muro Este del patio interior de la Fortaleza, cerca de la puerta dónde fuiste apresado. La Fortaleza se levanta al fondo de este patio interior que la rodea por tres lados. El cuarto está cerrado por una alta muralla negruzca. Te das cuenta que tras la muralla se alza la roca escarpada que constituye una defensa inviolable para la Fortaleza.
El patio interior es escenario de una gran agitación. Soldados Asesinos y habitantes de la Fortaleza van y vienen. No tendrás ninguna dificultad en pasar desapercibido entre el gentío, a condición de no acercarte demasiado a la guardia, pues es probable que a una distancia más corta descubran que no eres uno de ellos.
¡Entonces los ves! ¡En el patio exterior! ¡Son ellos! Ahí están Shanti, Guillaume y Roland. ¡Al parecer lo han conseguido!.
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Finalmente terminó de contar su historia. Parecía contento por haber podido librarse de una muerte segura. Sabía que aquel combate contra el carcelero no era un torneo de exhibición más, pero preferiría no recordarlo. Pese a todo había tenido que matar a un hombre para poder ser libre y eso si que no podía quitárselo de la cabeza...
¿Quizá no estuviera muerto? No parecía moverse pero el tampoco se había cerciorado.
Notas de juego
Mecánicamente no necesito una tirada de Sanar porque no tengo Heridas. Los morstones por la paliza recibida son puntos de Fatiga. Con unos mínimos cuidados y un descanso reparador, estaré como nuevo tras decansar 2 noches.
Esta primera noche me quitaré el punto de Fatiga que gané haciéndome polvo las manos y que Roland no cayera al fondo demasiado rápido. Y la segunda ya para quitarme el de la paliza de los guardias.
El comienzo de la mañana es anunciado por el característico sonido del chocar de los utensilios proveniente del piso inferior de la taberna. El sol no hacía mucho que había despuntado allá en el Este, y el jolgorio que era habitual en la plaza exterior ya comenzaba a notarse.
Un vistazo hacia a través del pequeño ventanuco revela como, en el exterior, los mercaderes más hacendosos ya han montado los primeros puestos de mercancías. Aunque a primeras no parece haber más patrullas que el día anterior, es de suponer que tras lo acontecido por Yusuff, la cosa se vaya complicando más con el pasar de las horas...
El calor a primera hora, ya casi es insoportable, pero eso no parece impedir a los comerciantes que monten sus puestos de mercancía con afán y suma diligencia. ¡Incluso el faquir ya está ultimando los preparativos de su espectáculo!. Aunque es de extrañar, y no se os pasa por alto, los pocos guardias que se ven en el patio interior. Incluso al fondo, en la portón que da acceso al corazón de Alamüt, solo están los dos guardias habituales.
Con la intención de hacer algo de tiempo y de no llamar la atención, os dirigís hacia los puestos de mercancías. No tardáis en llegar al lugar en que los tenderetes bordean el muro Este del patio interior y los contempláis con atención. Dos de ellos ofrecen más interés que los tradicionales puestos de especias o de productos alimenticios. El primero tiene una fachada blanqueada con cal. Os acercáis discretamente y distinguís numerosos frascos alineados a lo largo de las paredes, sobre viejas estanterías. Pasáis a continuación por delante del segundo tenderete, éste pintado de colores vivos. En la trastienda oís la discusión de quien parece ser un comerciante de alfombras de todo tipo.
Te llama la atención sobremanera la tienda de fachada blanca, pues parece ser esta el lugar más indicado de todo el mercado si se anda buscando pociones o cataplasmas curativos. Tras empujar la puerta, carcomida por los gusanos, puedes observar un interior escuálido, y decenas de frascos y redomas polvorientas adornando las paredes. Pergaminos cubiertos por telarañas decoran la tienda, junto con una calavera que sostiene una vela. La tienda parece vacía. El propietario no parece estar ahora.
Afinas el oído, atraído por la acalorada discusión que parece gestarse en el interior de la tienda de alfombras. De lejos no puedes oír con claridad lo que dicen, pero parece ser un tema de negocios. Te encaminas al interior y disimuladamente examina varias piezas delicadamente tejidas, así como esteras y paños diversos. No puedes sino quedar maravillado ante la visión de una hermosa alfombra de brocados en oro, al punto de haber casi olvidado el motivo por el que entraste en la tienda.
En ese momento aparece un hombrecito rollizo que se ha deslizado a tus espaldas: -¡Bienvenido a la tienda de Mok'Het, el mercader de alfombras más famoso de todo el Oriente, viajero. ¿Eres tú acaso, como todos mis clientes, un mago llegado de tierras lejanas para trabajar en la Fortaleza? ¡Tu aspecto me dice que no eres de aquí! ¡En cualquier caso, cuenta con mi mejor ayuda!.
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Elemento de utilería diseñado para parecerse al Necronomicón.
El Necronomicón (en griego Nεκρονομικόv) es un grimorio (libro mágico) ficticio ideado por el escritor estadounidense H. P. Lovecraft (1890-1937), uno de los maestros de la literatura de terror y ciencia ficción. Es mencionado por primera vez en el cuento The hound (El sabueso, 1922). Su presunto autor fue el «árabe loco» Abdul Alhazred, cuyo nombre figura en The nameless city (La ciudad sin nombre, 1921).
El libro es, asimismo, mencionado por otros autores del círculo lovecraftiano, como August Derleth o Clark Ashton Smith. Desde entonces, el libro ficticio ha inspirado la publicación de diversas obras de igual título.
La etimología de Necronomicón es más transparente de lo que suele creerse. Aunque la forma no está testimoniada en griego antiguo, se trata de una construcción análoga a adjetivos comunes como ἀστρονομικός (astronómico), o οἰκονομικός(económico). Estos adjetivos están formados por tres elementos: Un lexema (ἀστρο-, οἰκο-, νεκρο-) + el lexema νόμος ('ley, administración') + el sufijo -ικος, sin significado, que sirve para formar adjetivos. Así pues, astronómico significa etimológicamente «relativo a la ley u ordenación de los astros»; el neologismo necronómico sería «relativo a la ley (o las leyes) de los muertos».
Cuando estos adjetivos se ponen en neutro singular (ἀστρονομικόν) o plural (ἀστρονομικά), adquieren un valor genérico: en el ejemplo, «lo relativo a los astros», «las cosas relativas a la ordenación de los astros». Necronomicón, neutro singular, es por tanto «(el libro que contiene) lo relativo a la(s) ley(es) de los muertos», del mismo modo que el Astronomicon del poeta latino Marco Manilio (s. I d. C.) es un tratado sobre los astros.
En una carta de 1937 dirigida a Harry O. Fischer, Lovecraft revela que el título del libro se le ocurrió durante un sueño.1 Una vez despierto, hizo su propia interpretación de la etimología: a su juicio, significaba «Imagen de la Ley de los Muertos», pues en el último elemento (-icon) quiso ver la palabra griega εἰκών (latín icon), «imagen».2
Según H.P. Lovecraft, el Necronomicón es un libro de saberes arcanos y magia ritual cuya lectura provoca la locura y la muerte. Pueden hallarse en él fórmulas olvidadas que permiten contactar con unas entidades sobrenaturales de un inmenso poder, los Antiguos, y despertarlas de su letargo para que se apoderen del mundo, que ya una vez fue suyo.
Se supone que está dividido en cuatro libros:
Libro | Capítulos | Descripción |
I | 42 | Cuenta las grandezas de los Primigenios y sus legiones; y el esplendor de los dioses. |
II | 19 | Habla sobre lo acontecido en el año de la muerte y el temido Nyarlathotep y Cthulhu. |
III | 36 | Narra acerca de la magia, de sus rituales, y secretos. |
IV | Aquí se describe lo escrito en el Libro del Destino, que anuncia lo que sucederá en la sagrada Orden. |
Quizás la cita más famosa del Necronomicón en la narrativa de Lovecraft sea esta:
«Que no está muerto lo que yace eternamente, y con eones extraños incluso la muerte puede morir».
El Necronomicón aparece en gran parte de los escritos de Lovecraft, que cita también otros libros de magia, como De Vermis Mysteriis (en latín, «Sobre los misterios del gusano») y Le culte des goules (que en francés quiere decir «El culto de los gules»), atribuido al Conde D'Erlette (un guiño a August Derleth, miembro del «Círculo de Lovecraft»). Otros de los libros, reales o no, que aparecen en las ficciones de Lovecraft son los fragmentos o manuscritos Pnakóticos; Image du Monde, de Gauthier de Metz y El gran dios Pan, de Arthur Machen.
En 1927, Lovecraft escribió una breve nota sobre la autoría del Necronomicón y la historia de sus traducciones, que fue publicada en 1938, tras su muerte, como Una historia del Necronomicón.3
Según esta obra, el libro fue escrito con el título de Kitab Al-Azif (en árabe: «El rumor de los insectos por la noche», rumor que en el folclore arábigo se atribuye a demonios como los djins y gules) alrededor del año 730 d.C. por el poeta árabe Abdul Al-Hazred (cuyo nombre original podría haber sido Abdala Zahr-ad-Din, o Siervo-de-Dios-Flor-de-la-Fe), de Saná (Yemen). Se dice que Alhazred murió a plena luz del día devorado por una bestia invisible delante de numerosos testigos, o que fue arrastrado por un remolino hacia el cielo.
Lovecraft abunda en datos para hacer verosímil la existencia del libro. Por ejemplo, cita como uno de sus compiladores a Ibn Khallikan, erudito iraní o árabe que existió realmente.
También cuenta que hacia el año 950 fue traducido al griego por Theodorus Philetas y adoptó el título actual griego, Necronomicón. Tuvo una rápida difusión entre los filósofos y hombres de ciencia de la Baja Edad Media. Sin embargo, los horrendos sucesos que se producían en torno al libro hicieron que la Iglesia católica lo condenara en el año 1050. En el año 1228 Olaus Wormius tradujo el libro al latín, en la que es la versión más famosa, pues (siempre según la ficción lovecraftiana) aún quedan algunos ejemplares de ella, mientras que los originales árabe y griego se creen perdidos.3
A pesar de la persecución, según Lovecraft se realizaron distintas impresiones en España y Alemania durante el siglo XVII. Supuestamente, se conservarían cuatro copias completas: una en la biblioteca Widener de la Universidad de Harvard, dentro de una caja fuerte; una copia del siglo XV, en la Biblioteca Nacional de París; otra en la Universidad de Miskatonic en Arkham(EE.UU.) y otra en la Universidad de Buenos Aires (Argentina).
Sobre el carácter ficticio del libro, Lovecraft escribió lo siguiente:
Ahora bien, sobre «los libros terribles y prohibidos», me fuerzan a decir que la mayoría de ellos son puramente imaginarios. Nunca existió ningún Abdul Alhazred o el Necronomicón, porque inventé estos nombres yo mismo. Luwdig Prinn fue ideado por Robert Bloch y su De Vermis Mysteriis, mientras que el Libro de Eibon es una invención de Clark Ashton Smith. Robert E. Howard debe responder de Friedrich von Junzt y su Unaussprechlichen Kulten.... En cuanto a libros escritos en serio sobre temas oscuros, ocultos, y sobrenaturales, en realidad no son muchos. Esto se debe a que es más divertido inventar trabajos míticos como el Necronomicón y el Libro de Eibon.1
De hecho, el famoso árabe loco Abdul Alhazred no es más que un apodo que él mismo se puso en la infancia, inspirado en la reciente lectura de Las mil y una noches (Alhazred = all has read, el que lo ha leído todo).
Lovecraft logró hacer un excelente engaño al aportar datos respecto al Necronomicón. Por ejemplo, señalaba que quedaban muy pocos ejemplares de tal libro "prohibido" y "peligroso". En el cuento El horror de Dunwich se ubican ejemplares en la Universidad de Buenos Aires, en la Biblioteca de Widener de Harvard, la Biblioteca Nacional de París, en el Museo Británico y en la inexistente Universidad de Miskatonic en la ciudad de Arkham (que aparece repetidamente en los cuentos de Lovecraft). Tanto es así que muchos creen efectivamente en la existencia de tal libro y se han dado casos de sujetos estafados al comprar los supuestos "originales" del Necronomicón.
Sin lugar a dudas, este libro tiene la fama de dar pie a las más grandes confusiones. Se pueden encontrar páginas en internetque pretenden develar sus misterios y hasta lugares donde se ofrece a la venta. Es frecuente que se cometan estafas, ofreciendo "ejemplares del Necronomicón" y réplicas de grimorios medievales.
August Derleth cuenta en su artículo «The Making of a Hoax» cómo en la publicación Antiquarian Bookman aparece un anuncio, en 1962, que dice:
Alhazred, Abdul. Necronomicón, España 1647. Encuadernado en piel algo arañada descolorida, por lo demás buen estado. Numerosísimos grabaditos madera signos y símbolos místicos. Parece tratado (en latín) de Magia Ceremonial. Ex libris. Sello en guardas indica procede de Biblioteca Universidad Miskatonic. Mejor postor.
En el mismo artículo se cuenta que una vez un estudiante gastó la broma de incluir su ficha en el registro de la Biblioteca General de la Universidad de California, en la sección BL 430, dedicada a las religiones primitivas.4 Así, el Necronomicón fue pedido insistentemente, incluso por profesores. Se dice que Jorge Luis Borges creó una ficha sobre el mismo en la Biblioteca Nacional de Argentina5, así como que en el catálogo de la Biblioteca de Santander (España) aparecía también una versión latina del libro.
Numerosos escritores y artistas han intentado hacer realidad esta ficción, con lo que se han publicado muchos libros con este título. Normalmente se procura mantener el misterio y en el mismo libro no se incluyen aclaraciones explicando que es falso. Algunos de estos necronomicones son simples listados de los primigenios más conocidos, junto a símbolos y oraciones sin significado imitando burdamente el estilo de Lovecraft, pero existen también algunos muy cuidados, valiosos y dignos de colección. Por problemas de derechos de autor, algunos de ellos no contienen las frases que Lovecraft inventó como citas del Necronomicón en sus relatos.
El extraordinario dibujante H. R. Giger publicó una recopilación de sus dibujos bajo el título Giger's Necronomicon, en dos volúmenes, en una edición muy cuidada pensada para coleccionistas (encuadernados en piel negra, 666 ejemplares, con un holograma escondido). La editorial española La factoría de ideas ha publicado también con este título un libro de relatos escritos por seguidores de Lovecraft. Cabe destacar el Necronomicón de Donald Tyson, publicado en 2004 por Edaf, escrito como la biografía en primera persona de Abdul Alhazred, siguiendo el estilo literario de los escritores árabes, y que recoge y explica todos los mitos y ciudades que aparecen en los relatos de Lovecraft, incluyendo la explicación del origen del mundo con el estilo trágico de Lovecraft.
Según Lovecraft "Historia del Necronomicon", las copias del Necronomicon original fueron sostenidas por solamente cinco instituciones por todo el mundo:
La Universidad Miskatónica también tiene la traducción latina de Olaus Wormius, impresa en España en el siglo XVII. La Universidad Nacional Mayor de San Marcos posee una copia en griego según el relato de Lovecraft y Derleth El que acecha en el umbral.
Otras copias, escribió Lovecraft, fueron mantenidas por particulares. Joseph Curwen, como se señaló, tenía una copia en El caso de Charles Dexter Ward (1941). Una versión se lleva a cabo en Kingsport en El festival (1925). Se desconoce la procedencia de la copia leída por el narrador de The Nameless City, y una versión es leída por el protagonista del relato The Hound (1924).
Valle de Alamut
Hasan al-Sabbah nació en Persia a mediados del siglo XI, decidió estudiar el Corán y dedicarse a la vida religiosa e influenciado por otros estudiosos que convivieron con él, se hizo seguidor de una secta chiíta, los ismaelitas y decidió propagar esa corriente ideológica haciéndose misionero y captando todo tipo de fieles. Declaró la guerra a los otomanos selyúcidas que eran sunitas y a finales del siglo X, tras un conflicto con el califato fatimí de El Cairo, los ismailíes del norte de Persia se escinden y serán llamados desde entonces nizaríes, llegando a extenderse hasta las costas del Mediterráneo oriental.
Como líder de la secta de los nizaríes, fue conocido bajo el título de “Viejo de la Montaña”, título que también se le otorgó a todos sus sucesores como líderes de la secta.
“Hashashin” parece que puede significar bebedor de hachís, puede ser que sus enemigos los llamarán de esta manera despectivamente debido a que las técnicas que se utilizaban para controlar a sus adeptos se basaban en convertirlos en adictos a esta sustancia.
Su primera victima fue Nizam Al-Mulk, gran visir del sultán selyúcida Malîk shah.
https://es.wikipedia.org/wiki/Alamut
https://es.wikipedia.org/wiki/Montes_Elburz
https://es.wikipedia.org/wiki/Qazv%C3%ADn
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Según cuenta Marco Polo, el líder de los asesinos hacía beber un brebaje a los jóvenes que adiestraba en el uso de las armas para adormecerles y que despertaran en un lugar maravilloso. Así les hacía creer que él era un profeta que poseía las llaves del paraíso y obtenía absoluto poder sobre su voluntad. Miniatura del Libro de las Maravillas. Siglo XV. Biblioteca Nacional, París.
Foto: Akg / Album
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Daga persa con incrustaciones de oro y piedras preciosas. Museo Victoria y Alberto, Londres.
Foto: Bridgeman / Aci
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El cuartel general de los asesinos, en el actual Irán, recibía el nombre de Aluh Amujt (nido de águilas). Su sola mención causaba pavor en todas la cortes de Persia.
Foto: MATJAZ KRIVIC / GETTY IMAGES
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Los nizaríes se convirtieron en un movimiento tan poderoso que incluso acuñaron monedas de oro como esta del siglo XII. Se encuentra en la Sociedad Numismática, en Nueva York.
Foto: Werner Forman / Gtres
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Los orientalistas europeos del siglo XIX contribuyeron a difundir la idea de que los hashishiyya se llamaban así porque ingerían hachís antes de cometer sus atentados. Sin embargo, las acciones de los fedayines requerían una preparación y una paciencia reñidas con el consumo de drogas. Lo más probable es que se tratara de un término despectivo que los cruzados interpretaron mal.
Foto: Akg / Album
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Bajo el gobierno fatimí, Egipto fue el centro de un gran imperio que abarcaba desde el norte de Áfricahasta Siria y Yemen. Aquí se puede ver un pendiente de oro con incrustaciones realizado por artesanos fatimíes. Data del siglo XI y se encuentra en el Museo de Arte Islámico, El Cairo.
Foto: E. Lessing / Album
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EL Cairo, la capital del Egipto fatimí, fue el gran centro de poder ismaelita. En la imagen, la mezquita fatimí de al-Azhar, erigida en el año 972.
Foto: Julian Love / Getty Images
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Muerte al visir
El visir Abu’Ali Hasan, más conocido por su título de Nizam al-Mulk, "el orden del reino", fue la primera víctima de alto rango asesinada por orden de Hasan-i Sabbah. Este acto marcó el fin de la dinastía selyúcida y la desaparición del mejor político de su tiempo. Su tratado sobre el gobierno se adelantó cuatro siglos a El príncipe de Nicolás Maquiavelo.
Foto: Bridgeman / Aci
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Los asesinos vistos por un cronista
"En las fronteras de Damasco, Antioquía y Alepo hay un tipo de sarracenos en las montañas comúnmente llamados heyssessini y, en romano, señores de la montaña. Esta raza de hombres viven sin ley, comen carne de cerdo contra la ley de los sarracenos y abusan de todas las mujeres con indiferencia, incluso de hermanas y madres [...] Entre ellos hay un señor que causa un gran temor a todos los príncipes sarracenos cercanos y lejanos, así como a los vecinos cristianos, porque tiene una asombrosa forma de matarlos [...] Este príncipe tiene muchos y hermosos palacios en las montañas [...]. En estos palacios tienen a muchos de los hijos de sus campesinos, llevados desde la cuna [...] Les enseñan a obedecer al señor de su tierra, a todas sus palabras y órdenes.
Cuando están en presencia del príncipe les pregunta si desean obedecer sus órdenes y otorgarles el paraíso [...] Se postran a sus pies y responden con fervor ser obedientes en toda cosa que se les ordenase. A continuación, el príncipe les entrega un cuchillo de oro y les ordena matar a todo príncipe que él señale".
Burchard de Estrasburgo, Crónica de los eslavos (1175), lib. VII, cap. 8.
Foto: TOP FOTO / CORDON PRESS
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El viejo de la montaña. Grabado coloreado.
Foto: Ullstein / Photoaisa
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Este objeto adornó un ataúd de época fatimí. siglos XII-XIII. Museo del Bargello, Florencia.
Foto: Dea / Album
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El grupo más heterodoxo del Islam
En contraste con el legalismo de la corriente mayoritaria del Islam, la sunnita, los ismaelíes daban más importancia a la interpretación esotérica del Corán que al cumplimiento de las leyes de la sharia, la ley islámica De hecho, para ellos la abolición de la sharia era el último paso para alcanzar la "resurrección espiritual". Esta ruptura del equilibrio entre la doctrina y la sharia hace de los ismaelíes uno de los grupos más singulares que se hayan conocido en el Islam. Cuando en agosto del año 1164 se proclamó en Alamut la "gran resurrección", la sharia quedó derogada y los creyentes fueron liberados del cumplimiento de las leyes musulmanas. El Islam en Alamut y en el resto de las plazas bajo su autoridad pasaba a ser una religión estrictamente espiritual y personal.
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Ubicado en el valle del Orontes, en la población de Masyaf (Siria), esta fortaleza fue el centro del poder nizarí durante algo más de un siglo, hasta finales del siglo XIII.
Foto: FRÉDÉRIC SOREAU / GETTY IMAGES
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Los mongoles, hábiles jinetes y valerosos guerreros, liderados por Hulagu, nieto de Gengis Kan, arrasaron las fortalezas de los nizaríes, que no se recuperarían hasta el siglo XV. En la imagen se ve una silla de montar mongola. Se encuentra en el Museo del Hermitage, San Petersburgo.
Foto: Akg / Album
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La caída de Alamut
En 1255, Hulagu, hermano del gran kan de los mongoles Mongke, lanzó una ofensiva contra la secta de los asesinos, que en 1241 había asesinado a Chagatai, uno de los hijos de Gengis Kan.
El líder nizarí Rukn al-Din negoció con los mongoles y propició la rendición de Alamut. Hulagu hizo destruir la fortaleza y quemar la mayor parte de la biblioteca que allí se guardaba.
Foto: PHOTOAISA
El 28 de abril 1192, Conrado de Monferrato celebraba en Tiro su designación como rey de Jerusalén –un título importante para los cruzados, pese a que la capital de Tierra Santa había caído en manos de Saladino cinco años atrás–. Entonces llegaron dos emisarios con un mensaje para él.
Mientras Conrado tenía las manos ocupadas sosteniendo el escrito, los enviados se acercaron, sacaron sus dagas y acabaron con él. Y aunque había muchos más cristianos que musulmanes interesados en su muerte, se culpó del crimen a un extraño grupo que los cronistas de la época conocían por los nombres de assessinis, assissinis, axecessi, axasessi y, sobre todo, assissinorum secta, la "secta de los asesinos"; términos que darían lugar a la palabra "asesino" que usamos hoy en día.
Aunque esta secta era conocida por los cruzados, los relatos que nos han llegado son muy confusos. Todos los testimonios llaman al líder de estos asesinos "el viejo", aplicándole calificativos tan descriptivos como el "señor de las dagas". El rabino Benjamín de Tudela, que hizo un viaje por Palestina en torno a 1170, iba más allá y presentó a este anciano como un profeta entre los suyos, el shayk al-Hashishim, "jefe de los asesinos". También todos estaban de acuerdo en que estos asesinos no eran buenos musulmanes. Su falta de celo los llevó a aparecer en las crónicas cristianas como infieles y maestros de la incredulidad, gentes que gustaban del vino y de la carne de cerdo en contra de las normas del Islam. A esto hay que añadir los rumores sobre su vida en comunidad, entre ellos la supresión de la propiedad privada y, lo que era más sugerente, ciertas libertades sexuales que se les achacaban. Su supuesto poco apego al Islam hizo que se les creyese desde descendientes de judíos hasta individuos prestos a cristianizarse.
A pesar de la confusión sobre las creencias de los asesinos, otro cronista apuntaba un par de cosas muy interesantes sobre ellos. La primera es que su jefatura no se establecía por vía hereditaria, sino por méritos propios, algo que chocaba frontalmente con los hábitos de los cristianos en Tierra Santa.
La segunda, que los asesinos atacaban a los príncipes que abusaban del pueblo. Aun así, el Viejo y sus asesinos podían haber quedado como una anécdota más dentro de los relatos de las cruzadas de no ser porque a principios del siglo XIV se difundió con enorme éxito por toda Europa el Libro de las maravillas de Marco Polo. En él se presenta al Viejo de la Montaña utilizando drogas para formar a sus asesinos, y ésta fue la versión que quedó grabada en la imaginación de los europeos durante siglos.
Para comprender la naturaleza de esta "secta de los asesinos" hay que remontarse hasta los orígenes del Islam. Tras la repentina muerte de Mahoma en el año 632 sin dejar un sucesor claro, se desató una feroz lucha por el liderazgo de la comunidad musulmana que provocaría un gran cisma. Los partidarios del primo y yerno de Mahoma, Ali ibn Abi Talib, reclamaron el poder para él ya que pertenecía a la familia del Profeta. En cambio, sus rivales defendían que cualquier miembro de la tribu de Mahoma podía acceder a liderar la comunidad. Con el paso del tiempo, la disputa entre los seguidores de Ali, conocidos como chiitas, y sus enemigos, los sunnitas, dividiría a la Umma, la comunidad musulmana forjada por la actuación de Mahoma.
El mensaje chiita fue ganando muchos adeptos no árabes en las nuevas tierras conquistadas, sobre todo entre los persas. Estos recién conversos, recelosos de los nuevos amos árabes y poco islamizados, poseían creencias milenarias, como el mazdeísmo, que enriquecieron notablemente el Islam chiita. Además, a partir del siglo VIII empezó a desarrollarse en tierras persas una interpretación particular del Corán, una lectura simbólica o esotérica que incorporó asimismo elementos de la filosofía de la antigua Grecia. Dada la presión de la ortodoxia sunnita dominante, esta interpretación se llevó a cabo de forma secreta y bajo un sistema de enseñanza muy jerarquizado, siguiendo la idea de que mientras que para el vulgo era suficiente la lectura literal del Corán y el cumplimiento de la sharia o ley islámica, los iniciados podían conocer la verdad última oculta en el libro sagrado.
En el siglo IX, la interpretación esotérica del Corán quedó encarnada en una facción chiita conocida como ismaelíes. Organizados como una sociedad secreta, expertos en la acción clandestina para eludir las persecuciones de los poderes sunnitas, crearon un sistema de misioneros o propagandistas capaces de actuar por todo el Islam. Estos misioneros se encontraban entre los hombres más educados de su tiempo, por lo que en muchos de los logros intelectuales de la época se puede detectar la presencia de los ismaelíes. No sólo era un grupo que estaba asimilando las nuevas ideas, sino que se trataba de un verdadero movimiento revolucionario temido en todas las cortes musulmanas. Ciertas dosis de mesianismo –la creencia en la próxima llegada de un mahdi o "bien guiado" que inauguraría una era de equidad y luz– ayudaban a dar esperanzas a todos los que deseaban justicia.
Como movimiento revolucionario, los ismaelíes lograrían su objetivo de tomar el poder en el año 909, en el norte de África. Con ayuda de tribus bereberes conquistaron Túnez y establecieron el llamado califato fatimí. La conquista de Egipto en 969 y su expansión hacia Palestina y Siria hicieron de los fatimíes una de las mayores potencias de su época. La tolerancia hacia los cristianos y los judíos sería una de las señas de identidad de la nueva dinastía, mientras que la pasión de los ismaelíes por el conocimiento convertiría a El Cairo en el mayor centro cultural y científico del Islam durante un par de siglos.
Los últimos conversos al Islam, los selyúcidas se convirtieron en los más férreos defensores de la tambaleante ortodoxia sunnita
Los fatimíes sometieron un vasto territorio mientras proseguía la actividad de los misioneros ismaelíes. Si a esto añadimos el control del califato de Bagdad por una dinastía chiita desde mediados del siglo X, los búyidas, parecía que el Islam chiita desplazaría al sunnismo del mundo musulmán. Pero sucedió entonces que los últimos conversos al Islam, los selyúcidas –una dinastía de origen turco–, se convirtieron en los más férreos defensores de la tambaleante ortodoxia sunnita: en 1055 arrebataron Bagdad a la dinastía búyida , lo que impidió la expansión del chiismo.
A mediados del siglo XI, un joven estudiante persa de 17 años llamado Hasan-i Sabbah se encontró con un misionero ismaelí. Su curiosidad le hizo entablar relación con el misionero, quien, según cuenta el mismo Hasan en su autobiografía, sembró la duda sobre sus creencias hasta destrozarlas por completo. Y, lo que es más importante, le mostró que podía existir la verdad fuera del Islam. Tras estudiar los textos ismaelíes y sobrevivir a una terrible enfermedad, Hasan-i Sabbah se unió a la causa ismaelí en junio de 1072. Tras seis años y medio de iniciación demostró su talento hasta el punto de ser enviado a El Cairo, el corazón intelectual del ismaelismo, desde donde accedería a los más altos grados de la organización.
Pero la ciudad que encontró Hasan-i Sabbah no era la de los tiempos de esplendor del Imperio fatimí. Siete años consecutivos de malas cosechas debidas a las escasas crecidas del Nilo, con sus inevitables revueltas, habían dejado a Egipto en la más absoluta miseria. De la actividad de Hasan-i Sabbah en Egipto sólo existen rumores, aunque se puede suponer que recibió la instrucción propia de un alto cargo dentro de la estructura ismaelí. Tres años después lo encontramos ejerciendo de misionero en Persia. Casi una década de esfuerzos organizando a los ismaelíes, captando más seguidores y conspirando en la clandestinidad contra los selyúcidas culminaría con la toma del castillo de Alamut, en las inaccesibles montañas del Daylam, en el actual Irán. Con una audaz táctica basada en la infiltración y el soborno, Hasan-i Sabbah entraba el 4 de septiembre de 1090 en la fortaleza sin que la guarnición presentase oposición. Con estos métodos no tardaría en ocupar otras fortalezas en las zonas montañosas de Persia y consolidar un imponente sistema defensivo.
Pasar a la ofensiva contra los selyúcidas no sería tan fácil. Hasan-i Sabbah sabía perfectamente que atacar en campo abierto sólo daría gloria a los mártires, pero no depararía ninguna victoria. La solución que encontró fue organizar un cuerpo especial de combatientes, los fedayines, y lanzarlos contra objetivos muy bien seleccionados. Estos fedayines –término árabe que significa "los que ofrecen su vida por otro"– debían cumplir su misión sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos, ya fuese su tortura o ejecución. En octubre de 1092 acabaron con la vida del visir Nizam al-Mulk, un pilar fundamental del sultanato selyúcida. Al mes siguiente, el sultán selyúcida Malik Shah fallecía envenenado. La conocida capacidad de infiltración por parte de los ismaelíes señalaba a Alamut como origen del magnicidio. Tras la muerte del sultán, las luchas por la sucesión acabarían destruyendo el poder selyúcida, reducido a una serie de pequeños reinos muy debilitados. Hasan-i Sabbah había vencido sin presentar batalla, y la efectividad de sus métodos quedó confirmada.
Había llegado el momento de expandir la doctrina de Alamut, y Siria parecía el lugar idóneo
La gran victoria ismaelí en Persia contrastaba con las noticias que llegaban de El Cairo. Allí también se desató una lucha por el poder, que en este caso sentenció a los fatimíes. Hasan-i Sabbah tomó partido por uno de los aspirantes al trono, Abu Mansur Nizar, quien fue asesinado en 1095. Esto creó un cisma entre los ismaelíes: los partidarios de Hasan-i Sabbah, que empezaron a ser conocidos como nizaríes, se desvincularon de El Cairo y empezaron a operar con total independencia. Había llegado el momento de expandir la doctrina de Alamut, y Siria parecía el lugar idóneo.
Con este objetivo, a principios del siglo XII, Hasan-i Sabbah decidió enviar misioneros a Siria y Palestina, donde se habían instalado los cruzados europeos tras conquistar Jerusalén en 1099. Al principio, las relaciones con éstos fueron hostiles, lo que obligó a los nizaríes a cambiar constantemente de base de operaciones: así, del castillo de Apamea pasaron a Damasco y luego se instalaron en el castillo de Baniyas, hasta que en 1140 se hicieron con la fortaleza de Masyaf, cerca de Hama. Por puro pragmatismo decidieron entonces establecer una alianza con los europeos y al final incluso se convirtieron en tributarios de los templarios, a los que pagaban dos mil piezas de oro al año. En la década de 1160, llegó a Siria Rashid al-Din Sinan, un virtuoso asceta, dotado del don de la profecía y con ciertos poderes sobrenaturales, según los propios nizaríes. Sinan, el "Viejo de la Montaña" del que hablan los cronistas de las cruzadas, forjó un complejo sistema de alianzas con cruzados y musulmanes que mantendría a salvo a los nizaríes.
Sinan se introdujo de noche en la tienda del sultán y dejó a su lado unas galletas, una daga envenenada y un poema
Mientras los nizaríes tendían esta red de alianzas con cruzados y musulmanes, llevaron a cabo los atentados que darían pie a su leyenda en Occidente. Así, en 1106 fue asesinado Khalaf ibn Mula’ib, emir de Apamea. Veinte años más tarde caería Aqsonqor il-Bursuqi, atabeg o gobernador de Alepo. El primer cristiano abatido por los nizaríes fue Raimundo II, conde de Trípoli, en 1152. Sinan, que se sentía amenazado por el sultán ayubí Saladino –quien desde 1174 se había convertido en el hombre fuerte en la región– envió fedayines en dos ocasiones para matarlo, pero Saladino salió ileso y en respuesta decidió acabar con los nizaríes. Sitió el castillo de Masyaf, pero, cuando todos daban por hecho que éste sería el fin de Sinan y los suyos, Saladino se retiró inesperadamente. Cuentan que Sinan se introdujo de noche en la tienda del sultán y dejó a su lado unas galletas, una daga envenenada y un poema; al parecer, Saladino entendió el mensaje.
Los nizaríes protagonizaron otros atentados. Además de matar a Conrado de Monferrato, rey de Jerusalén, en 1213 acabaron con la vida de Raimundo, conde de Trípoli; en 1252 asesinaron a Isabel I, reina de Armenia, y en 1270, a Felipe de Monforte. Dos años más tarde, su objetivo fue Eduardo I de Inglaterra, que se salvó, pero comprendió el mensaje y abandonó de inmediato Tierra Santa, adonde había llegado como jefe de la novena cruzada. Por entonces, los nizaríes habían ya perdido su gran base en Irán, Alamut, conquistada por los mongoles en 1256, tras lo que se dispersaron por diversos países, desde el Yemen hasta la India, dejando tras de sí el recuerdo de su determinación implacable.
Fedayín
Aunque la hermandad de Asesinos es muy antigua, tanto que hasta se remontan a la época de Adán y Eva, nos tenemos que centrar en un asesino “más reciente” para conocer la verdadera historia de la hermandad.
Los Hashshashin nizaríes fueron una secta disidente de los Ismaelitas nacida en torno al siglo XI en el actual Irán. Llegaron a asesinar líderes enemigos muy protegidos lo cual creó la leyenda de que nadie podía escapárseles. Su modo de operar era casi siempre el mismo, asesinaban a su víctima en público en presencia de mucha gente y además desde una corta distancia. Este modus operandi implicaba la muerte segura del asesino pero no importaba el paraíso le estaba esperando y la propaganda garantizada.
Altaïr es el primer protagonista de la saga de juegos de Assassin’s Creed, y vivió alrededor del año 1200 d.C aproximadamente. El nombre del primer protagonista significa “águila en vuelo” en árabe clásico y es debido a las increíbles acrobacias (también conocidas con el nombre de “parkour”) que practica a lo largo del juego: era capaz de llegar a cualquier lado, subir a la torre más alta y saltar sin ningún temor. Y no sólo eso: su traje también recuerda un poco al águila (la capucha en pico, sobre todo) y, cuando saltaba desde una atalaya o torre alta, su sombra se asemeja a un águila que está volando en picado contra el suelo. Este tipo de salto era conocido como “salto de fe”, y su nombre se debe a un hecho histórico vivido por el rey Enrique de Jerusalén, en el que se entrevista con “el Viejo de las montañas” o el Maestro de los Asesinos, en el que se pretendía que los seguidores demostraran hasta dónde eran capaz de llegar por su líder. Este gesto, originariamente, lo realizaron algunos soldados que murieron estampados contra el suelo, cosa que impresionó mucho al rey de Jerusalén.
Altaïr es miembro de una secta ismaelita-chiíta conocidos como nizaríes o hashashins (o asesinos, como se conoce actualmente), o hashashiyyín (“bebedores de hachís”, como les llamaban sus enemigos, ya que, según varios rumores, se decía que Hassan bin Sabbah ponía a sus seguidores bajo los efectos del hachís, donde disfrutaban de cualquier deseo y con el objetivo de que sus seguidores hicieran lo que él ordenara para volver al paraíso), que estuvo activa entre los siglos X y XIII, aunque se hizo famosa a partir del siglo XI cuando tuvo su máximo poder en la dinastía Famití, cuya sede estaba en El Cairo.
En 1090, bajo la orden del primer líder nizarí Hassan bin Sabbah (1034-1124), más conocido como El viejo de la montaña, tomaron la fortaleza de Alamut, situado al sur del Mar Caspio. Según la leyenda, en esta fortaleza se construyeron los jardines más bellos que existen, conocidos como “El jardín de Alá”.
El grupo se dividía en distintos niveles: Dais, Refik, Fedayines y Lassik. Los únicos destacables eran los Fedayines (realizaban las misiones de Hassan y entrenaban con armas de todo tipo: dagas, espadas, arcos, cuchillos arrojadizos…) y los Lassik (realizaban estudios del Corán para buscar mensajes cifrados).
En Assassin’s Creed vemos que también se rigen por un credo que consta de tres normas o principios:
1. “Aparta tu hoja de la carne del inocente”
2. “Camúflate entre la gente y fúndete con la multitud”
3. “Nunca comprometas a la Hermandad“.
Había distintas sedes distribuidas en Irán y Siria, aunque la principal era Alamut, de modo que conformaban una red cohesionada y bien comunicada. Cada sede tenía un castillo que era casi imposible de conquistar, debido a que se construían en zonas poco accesibles y estaban bien provistos de agua y alimentos. Poco a poco los nizaríes extendieron su palabra, lo que fue visto como una amenaza por los sultanes de la dinastía turca. Para callarlos, realizaron varios ataques contra los asesinos, pero no tuvieron éxito. Al mismo tiempo, los ismailíes asesinaron dirigentes políticos y militares, como Nizam al-Mulk, visir del sultán Malik Shah en 1092.
Con el paso del tiempo, el resto de los líderes de los nizaríes provocaron la destrucción de la orden, hasta que casi desaparecieron por completo al tener que enfrentarse a dos enemigos muy poderosos: la dinastía de los mamelucos; y los seguidores de Jur Shah, que estaba dispuesto a arrasar Oriente Medio.
Desgraciadamente, no se sabe demasiado acerca de la historia de los nizaríes tras ese periodo de destrucción y masacre, ya que el grupo se dispersó y consiguieron sobrevivir discretamente. Sin embargo, hay quien piensa que transformaron sus creencias a algo más serio, formando una especie de “hermandad” que aún se mueve en las sombras cumpliendo sus misiones de asesinato.
Como curiosidad, el mentor de Altaïr es Al Mualim (“maestro” en árabe clásico), que hace referencia a Hassan bin Sabbah, solo que la compañía Ubisoft le cambió su nombre por no nombrar a personajes importantes y remover discusiones religiosas. Sin embargo, si comparamos las fechas, no coinciden demasiado, ya que Hassan lideró la orden entre 1097 y 1124 y Al Mualim en 1191. Entonces Ubisoft no haría referencia a El viejo de la montaña, sino a Mohammed II, que gobernó entre 1160 y 1210.
Sin embargo, si comparamos a Al Mualim con Hassan bin Sabbah podemos encontrar un gran número de similitudes: ambos son el arquetipo de personaje de inteligencia maligna, sin escrúpulos y ávido de poder, con un gran genio militar.
Curiosidades
En el juego Broken Sword: La leyenda de los templarios, de Virgin Interactive, los hashshashiyyín juegan un papel importante como los rivales historicos de los Templarios y como los actuales enemigos de los Neotemplarios.
En noviembre de 2007, la compañía francesa de videojuegos Ubisoft lanzó al mercado el videojuego Assassin's Creed para PlayStation 3, Xbox 360 y PC, que está basado en la historia de los Asesinos.
La novela de Umberto Eco, El Péndulo de Foucault, hace varias referencias a las posibles relaciones de los Asesinos con los Caballeros Templarios durante las cruzadas.
En el juego de rol Vampiro: La Mascarada, uno de los clanes vampíricos son los Assamitas, cuyo origen parece ser los Nizaríes.
La novela Ángeles y demonios de Dan Brown refleja la sociedad de los assassins en relación con los illuminati, e incluso aparece un asesino de esta sociedad con lo que se insinua la supervivencia de dicha secta hasta la época actual.
En la obra de "La cruz del Dorado" de Cesar Mayorquín, el personaje musulman que acompaña al protagonista, es un Assassin
Nota: Algunos piensan que hay descendientes de esta organización y que podría ser parte de la misma en Al´Qaeda
En la Sala de Oración, casi un millar de columnas unidas por arcos dobles de herradura se elevan como en un bosque de mármol. La Mezquita, declarada Patrimonio Mundial junto al barrio de la Judería, es uno de los grandes legados del arte musulmán en España, y testimonia el esplendor que alcanzó el Califato (años 929-1031). Los reinados de Abderramán III y su hijo Alkahén II lograron el apogeo político, cultural y económico del territorio llamado al-Andalus.
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Los artúquidas, artukíes o dinastía artuquí (en turco moderno: Artuklu Beyliği o Artıklılar, a veces también escrito como ortóquida, urtúquida o artuklular; en turco plural: Artukoğulları; en turco azerí: Artıqlı) fueron una dinastía turcomana1 que gobernó en Anatolia oriental, norte de Siria y norte de Irak en los siglos XI y XII.
La dinastía artuquí tomó su nombre de su fundador, Artuk Bey, que era de la rama Döger del Oghuz y gobernó sobre uno de los beylicatos turcomanos del Imperio selyúcida. Los gobernantes artúquidas veían al estado como propiedad común de los miembros de la dinastía. Tres ramas de la familia gobernaron en la región: los descendientes de Sokman Bey gobernaron alrededor de Hasankeyf entre 1102 y 1231, la rama de Necmeddin Ilgazi gobernó desde Mardin entre 1106 y 1186 (y hasta 1409 como vasallos) y la línea artúquida de Mayyafariqin gobernó en Harput a partir de 1112, y fue independiente entre 1185 y 1233.
Los gobernantes artúquidas encargaron muchos edificios públicos, como mezquitas, bazares, puentes, hospitales y baños para beneficio de sus súbditos. Dejaron un importante patrimonio cultural, contribuyendo a la literatura y al arte de la metalurgia. Las puertas y aldabas de la gran mezquita de Cizre son ejemplos únicos de la artesanía artúquida del metal, que se pueden contemplar en el Museo de Arte Turco e Islámico en Estambul, Turquía.
Murallas de Diyarbakır.
La dinastía fue fundada por Artuk Bey, hijo de Eksük, un general originalmente bajo Malik Shah I y luego bajo el emir selyúcida de Damasco, Tutush I. Tutush nombró a Artuk gobernador de Jerusalén en 1086. Al morir Artuk en 1091, sus hijos Sokman e Ilghazi fueron expulsados de Jerusalén por el visir fatimí al-Afdal Shahanshah en 1098, pero los fatimíes perdieron la ciudad a manos de los cruzados al año siguiente.
Sokman y Ilghazi se posicionaron en Diyarbakir, Mardin y Hasankeyf en el Jezirah, donde entraron en conflicto con el sultanato del Gran selyúcida.
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La dinastía de los Danishmend o Danisméndidas fue un linaje turcomano que dominó Anatolia oriental entre los siglos XI y XII. Fueron los principales rivales de los selyúcidas del Sultanato de Rüm.
La dinastía fue establecida por un hombre de nombre desconocido, que en lengua persa tenía el título de danishmend, un término que hacía referencia a un hombre con educación.1 Formó un estado mercenario (dedicado a las razzias), en lugar de una monarquía al estilo de sus vecinos selyúcidas. Se instalaron en Anatolia tras la batalla de Manzikert (1071), en la que los selyúcidas derrotaron al Imperio bizantino y se hicieron con casi toda Anatolia.
Los danisméndidas dominaban el territorio entre Sivas y Melitene (Malatya). En 1097, el selyúcida Kilij Arslan I luchó contra ellos en Melitene, y en su ausencia los cruzados tomaron la capital selyúcida de Nicea; entonces, selyúcidas y danisméndidas se aliaron contra los cruzados, pero fueron derrotados en la batalla de Dorilea (Dorylaeum).
En 1100, Ghazi ibn Danishmend, el hijo de Danishmend, capturó a Bohemundo I de Antioquía, que estuvo cautivo hasta 1103. La alianza entre selyúcidas y danisméndidas derrotó también a la cruzada de 1101. Pero después de esta, Kilij Arslan estableció su capital en Iconio (Konya) y siguió luchando contra los danisméndidas.
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Los nizaríes, cuyos detractores nominaron hashshashin (en persa: حشیشیان en árabe, حشّاشين (Ḥashshāshīn))1 o asesinos (deriv. del árabe "حشيش", tr. "ḥašīš" [haˈʃi:ʃ]), fueron una rama de la secta religiosa chií-ismaelita de los musulmanes en Oriente Medio, activa entre los siglos X y XIII. Se hizo famosa a partir del siglo XIcuando tuvo su máximo poder en la dinastía Fatimí, por su actividad estratégica de asesinatos selectivos contra dirigentes políticos, militares y reyes, se dice que fue la primera organización terrorista de la historia.
De la palabra "asesino" suele decirse que deriva de la palabra árabe hashishin o "consumidores de hachís",2 un nombre incorrecto que se cree que ha sido de carácter peyorativo y utilizado por sus adversarios durante la Edad Media. Originalmente aplicada a los ismailitas nizaríes por los mustalitas ismailitas durante la caída del decadente Imperio Fatimí ismailita y la separación de las dos corrientes,3 es posible que el término hashishiyya o hashishi en las fuentes musulmanas fuera utilizado metafóricamente en un sentido ofensivo (por ejemplo: "marginados sociales", "turba de clase baja", etc.), mientras la interpretación literal de este término en referencia a los nizaríes (como asesinos borrachos consumidores de hachís) puede tener raíz en las fantasías de los occidentales medievales.4
Mucho después de su casi erradicación en manos del Imperio mongol, menciones de los Asesinos fueron preservadas en fuentes europeas como son los escritos de Marco Polo, en los que ellos son representados como asesinos entrenados, responsables de la eliminación sistemática de figuras de la oposición. A partir de ello, la palabra en inglés "assassin" fue utilizada para describir a un magnicida,5 diferenciándose de "murderer" (que es quien mata voluntariamente por motivos no necesariamente políticos).6
Pintura del siglo XIV sobre el asesinato de Nizam al-Mulk por un asesino.
El grupo, en origen, era una comunidad de partidarios del ismaelismo en Irán (por eso recibió el nombre de Orden de los Ismaelitas), es decir, una secta minoritaria del chiismo, a su vez minoritario en un país eminentemente sunní. El gran centro de poder ismaelí era el Califato Fatimí, con sede en El Cairo. En el año 1090, para ponerse a salvo de las persecuciones, y dirigidos por el carismático Hasan-i Sabbah, tomaron la fortaleza de Alamut, una posición inexpugnable en las montañas, al sur del mar Caspio.
Aunque su principal y más conocida sede era Alamut, poseían muchas otras plazas fuertes en Irán y Siria, de modo que conformaban una red cohesionada y bien comunicada, a la que algunos autores califican de "Estado". Los castillos nizaríes eran difícilmente conquistables: se construían en lugares poco accesibles, aprovechando accidentes del terreno, y solían estar bien provistos en cuanto a fuentes de agua y alimentos. Desde estos lugares, los nizaríes extendieron su predicación por Irán y Siria, lo que fue visto como una amenaza por los sultanes de la dinastía turca de los selyúcidas, que controlaban Irán. Estos emprendieron varias acciones militares contra los ismailíes, que no tuvieron gran éxito. En revancha, los ismailíes emprendieron su estrategia de asesinatos contra dirigentes políticos o militares. Una de sus primeras víctimas fue Nizam al-Mulk, visir del sultán selyúcida Malik Shah, en 1092.
Dos años más tarde, en 1094, murió el califa fatimí al-Mustansir, cabeza del ismailismo, y estalló una guerra de sucesión entre sus hijos Al-Musta'li y Nizar. Los ismailíes de Irán tomaron partido por este último, que finalmente fue derrotado, provocando una ruptura entre los seguidores de Hasan-i Sabbah (que en lo sucesivo se llamarían nizaríes) y la mayoría de los ismailíes.
# | Nombre | Mandato |
---|---|---|
1 | Hasan bin Sabbah | 1097-1124 |
2 | Buzurg-Ummid | 1124-1138 |
3 | Hassan Ala Dhikrihi’s Salam | 1138-1162 |
4 | Rashid ad-Din Sinan | 1162-1192 |
5 | Mohammed II | 1192-1210 |
6 | Haman III | 1210-1221 |
7 | Mohammed III | 1221-1255 |
8 | Rukh al-Din Khurshah | 1255-1256 |
El nombre Viejo de la Montaña —en árabe Sheij al-Yebal, príncipe de la montaña— no designa a una persona individual, sino que era el título de una serie de jefes que presidieron de 1090 a 1258 una comunidad u orden militar de fanáticos sectarios musulmanes, llamados los asesinos, repartidos por Persia y Siria, aunque tenían sus guaridas en las áreas montañosas. Si bien no cabe duda de que las palabras asesino y asesinato, relativos a la acción de dar muerte con alevosía, y concretamente mediante apuñalamiento, son una reminiscencia de los hábitos de esta vieja comunidad persa y siria, la etimología original de la palabra asesinos para referirse a una comunidad no es tan segura. Skeat considera que se trata tan solo de la palabra árabe hashishim "bebedores de hashish", y la atribuye al hecho o a la suposición, de que, cuando los esbirros del viejo de la montaña partían en misión criminal, lo hacían fortalecidos por la embriaguez del hashish o cáñamo indio". (cita pag.36, Del asesinato considerado como una de las bellas artes, Thomas De Quincey) La época de Hasan bin Sabbah, llamado también el Viejo de la Montaña, ha pasado a la historia como la del auge de la secta, del mismo modo que se ha considerado a Alamut como el principal centro de irradiación nizarí.
Hasan es fácilmente representable como el arquetipo de personaje de astuto, escurridizo, poderoso y muy poco conformista. Se cree que Hasan ponía a sus seguidores bajo los efectos del hachís, donde disfrutaban de cualquier tipo de deseos carnales y, cuando despertaban de los efectos de la droga, hacían lo que Hasan les ordenara para poder volver a dicho paraíso. Una leyenda cuenta que un forastero amenazó con conquistar Alamut, pronunciando que sus hombres eran los más valientes de todos, pero Hasan, poniendo en duda las palabras de dicho forastero, ordenó a uno de sus hombres que se lanzara desde la torre más alta hacia el vacío, demostrado así que sus hombres eran los más valientes, pues no temían a la muerte. En contrapartida, muchos autores, y desde luego los actuales ismailíes, hablan de su gran producción intelectual, su carácter piadoso y austero, su convicción y su genio militar. Lo cierto es que los nizaríes siguieron existiendo tras su muerte en 1124, y desde varios puntos de vista, los aspectos más importantes de la secta son posteriores al carismático líder. Los dirigentes de la secta residieron en otros lugares aparte de Alamut, y muchos de ellos fueron conocidos también con el sobrenombre "Viejo de la montaña", lo que es lógico teniendo en cuenta que se les aplicaba el tratamiento de jeque, que etimológicamente significa "anciano" (en el sentido de "venerable"), y que forzosamente residían en la montaña, pues las fortificaciones nizaríes se construían en lugares escarpados para defenderse mejor de sus múltiples enemigos.
A Hasan le sucedió su lugarteniente, Buzurg Ummid ("Gran esperanza"), y tras él su hijo, Muhammad I, en 1138. Los nizaríes seguirán practicando sus estrategias de asesinato contra los turcos y otros enemigos políticos de manera intermitente, aunque sonada: algunos de sus asesinatos más famosos son de esta época posterior a Bin Sabbah, como se ha dicho más arriba.
En tanto que rama minoritaria del ismailismo, que a su vez es rama minoritaria del chiismo, y éste rama minoritaria del islam, los nizaríes eran percibidos por la población (mayoritariamente suní) como la heterodoxia dentro de la heterodoxia, lo que explica que la mayor parte de la documentación que existe sobre la secta dé a entender que su carácter islámico era solamente aparente. Se suele insistir en su aspecto batiní, esto es, esotérico, y se dice que incluso llegaron a negociar con el rey Amalarico I de Jerusalén su conversión al cristianismo por razones de conveniencia, pretensión que habría sido abortada por las maquinaciones de los templarios.
El hecho es que el islam ismailí, aunque se atiene al ritual y las prescripciones legales de la religión, considera que éstas son secundarias respecto a la finalidad realmente importante, que es el conocimiento esotérico de los mensajes ocultos en el Corán. Esto ha propiciado que del ismailismo hayan surgido, en una nueva vuelta de tuerca, derivaciones cuya "islamicidad" está puesta en tela de juicio por la mayoría de los musulmanes, como las de los drusos y alauíes.
En 1162, Hasan II sucede a su padre Muhammad I. Bajo su mandato se produce una de esas "vueltas de tuerca", uno de los hechos más notables en la historia de los nizaríes. En el mes de Ramadán de 1164, anunció, en nombre del Imán oculto, que había llegado el momento de la "gran resurrección" (qiyama), con lo que ya no tenía sentido cumplir las prescripciones musulmanas ni seguir la sharia. El ayuno de Ramadán fue prohibido, y se alentó a los fieles a beber libremente alcohol. El reinado de Hasan II será breve, ya que 18 meses más tarde será asesinado por un partidario de la vieja doctrina. Sin embargo, su hijo Muhammad II siguió los pasos de su padre. Fue el hijo de éste, Hasan III, quien puso fin a la herejía tras la muerte de Muhammad II, en 1210. Además, los nizaríes seguirán en adelante los rituales suníes y no los chiíes.
Tras la fragmentación del Imperio romano (en el 395 d.C.), Acre quedó integrada en el Imperio de Oriente (más tarde conocido como Bizancio). Fue una posesión árabe desde el año 638, hasta que fue conquistada en el 1104 por el rey Balduino I de Jerusalén. Durante toda la Plena Edad Media, Acre se vio inmersa en una continua lucha por su dominio, en la mayoría de los casos por el interés estratégico e incluso moral que para los cruzados tenía la ciudad como antesala de la ansiada Jerusalén. Saladino I, sultán de Egipto y Siria, la reconquistó en el 1187, pero más tarde cayó en manos de los cruzados durante la tercera expedición, quienes la rebautizaron como San Juan de Acre y la hicieron capital del último reino cristiano de Oriente. No obstante, en el año 1291, tras un largo asedio, Acre se rindió a los sarracenos, comandados por el sultán mameluco al-Ashraf Khalil (que reinó entre el 1290 y el 1293), hecho que marcó el final del gobierno cruzado en Tierra Santa. Los turcos otomanos tomaron posesión de la ciudad en el 1517, entrando a formar parte de su territorio hasta, salvo breves intervalos, el año 1918.
A la muerte del emperador Teodosio I, en 395, el Imperio se dividió definitivamente: Flavio Honorio, su hijo menor, heredó Occidente, con capital en Roma, mientras que a su hijo mayor, Arcadio, le correspondió Oriente, con capital en Constantinopla. Para la mayoría de los autores, es a partir de este momento cuando comienza propiamente la historia del Imperio bizantino. Mientras que la historia del Imperio romano de Occidente concluyó en 476, cuando fue depuesto el joven Rómulo Augústulo por el germano (del grupo hérulo) Odoacro. En cambio la historia del Imperio bizantino se prolongó aún durante casi un milenio.
En tanto que el Imperio de Occidente se hundía de forma definitiva, los sucesores de Teodosio fueron capaces de conjurar las sucesivas invasiones de pueblos bárbaros que amenazaron el Imperio de Oriente. Los visigodos fueron desviados hacia Occidente por el emperador Arcadio (395-408). Su sucesor, Teodosio II (408-450) reforzó las murallas de Constantinopla, haciendo de ella una ciudad inexpugnable (de hecho, no sería conquistada por tropas extranjeras hasta 1204), y logró evitar la invasión de los hunos mediante el pago de tributos hasta que se disgregaron y acabaron de representar un peligro tras la muerte de Atila, en 453. Por su parte, Zenón (474-491) evitó la invasión del rey ostrogodo Teodorico el Grande, dirigiéndolo hacia Italia, contra el reino establecido por Odoacro.
Mapa del Imperio bizantino en 550 d. C. bajo el reinado de Justiniano
Durante el reinado de Justiniano I (527-565), el Imperio llegó al apogeo de su poder. El emperador se propuso restaurar las fronteras del antiguo Imperio romano, para lo que, una vez restaurada la seguridad de la frontera oriental tras la victoria del general Belisario frente al expansionismo persa de Cosroes I en la batalla de Dara (530), emprendió una serie de guerras de conquista en Occidente:
Entre 533 y 534, tras sendas victorias en Ad Decimum y Tricamarum, un Ejército al mando de Belisario conquistó el reino vándalo, ubicado en la antigua provincia romana de África y las islas del Mediterráneo Occidental (Cerdeña, Córcega y las Baleares). El territorio, una vez pacificado, fue gobernado por un funcionario denominado magister militum. En 535 Mundus ocupó Dalmacia. Ese mismo año Belisario avanzó hacia Italia, llegando en 536 hasta Roma tras ocupar el sur de Italia. Tras una breve recuperación de los ostrogodos (541-551), un nuevo ejército bizantino, comandado esta vez por Narsés, anexionó nuevamente Italia, creándose el exarcado de Rávena. En 552 los bizantinos intervinieron en disputas internas de la Hispania visigoda y anexionaron al Imperio extensos territorios del sur de la península ibérica, llamándola Provincia de Spania. La presencia bizantina en Hispania se prolongó hasta el año 620.
Justiniano en los mosaicos de la iglesia de San Vital en Rávena.
La época de Justiniano no solo destaca por sus éxitos militares. Bajo su reinado, Bizancio vivió una época de esplendor cultural, a pesar de la clausura de la Academia de Atenas, destacando, entre otras muchas, las figuras de los poetas Nono de Panópolis y Pablo Silenciario, el historiador Procopio, y el filósofo Juan Filopón. Entre 528 y 533, una comisión nombrada por el emperador codificó el Derecho romano en el Corpus Iuris Civilis, permitiendo así la transmisión a la posteridad de uno de los más importantes legados del mundo antiguo. Otra recopilación legislativa: el Digesto, dirigido por Triboniano, fue publicado en 533. El esplendor de la época de Justiniano encuentra su mejor ejemplo en una de las obras arquitectónicas más célebres de la historia del Arte, la iglesia de Santa Sofía, construida durante su reinado por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto.
Dentro de la capital se quebrantó el poder de los partidos del circo, donde las carreras de cuadrigas habían devenido en una diversión popular que levantaba pasiones. De hecho, eran usadas políticamente, expresando el color de cada equipo divergencias religiosas (un precoz ejemplo de movilizaciones populares usando colores políticos). La Iglesia reconoció al señor de Constantinopla como rey-sacerdote y restauró la relación con Roma. Surgió una nueva Iglesia de la Divina Sabiduría como signo y símbolo de un esplendor magnífico y majestuoso.
Las campañas de Justiniano en Occidente y el coste de estos actos de esplendor imperial dejaron exhausta la hacienda imperial y precipitaron al Imperio en una situación de crisis, que llegaría a su punto culminante a comienzos del siglo VII. La necesidad de más financiación permitió que su odiado ministro de hacienda, Juan de Capadocia, impusiera mayores y nuevos impuestos a los ciudadanos de Bizancio. La revuelta de Niká (532) estuvo a punto de provocar la huida del emperador, que evitó la emperatriz Teodora con su famosa frase «la púrpura es un sudario glorioso». O bello sudario, o buen sudario. Procopio, en su Historia secreta reproduce así las palabras de Teodora:
... quien ha recibido el poder soberano no debe vivir si se lo deja quitar. Tú César, si quieres huir, nada es más fácil... en cuanto a mí, Dios no permita que abandone la púrpura y aparezca en público sin ser saludada como Emperatriz. Aprecio mucho esta antigua sentencia: «La púrpura es un glorioso sudario».6
Así mismo, un desastre se cernió sobre el Imperio en el año 543 d. C. Se trataba de la Peste de Justiniano. Se cree que provocada por el bacilo Yersinia pestis, también conocida como "la peste negra". Sin duda fue un elemento clave que contribuyó a agudizar la grave crisis económica que ya sufría el Imperio. Se estima que un tercio de la población de Constantinopla pereció por su causa.
Los siglos VII y VIII constituyen en la historia de Bizancio una especie de «Edad Oscura» acerca de la cual se tiene muy escasa información. Es un período de crisis, con tremendas dificultades externas (el hostigamiento del islam que conquistó las regiones más ricas, los continuos ataques de búlgaros y eslavosdesde el norte y el reanudamiento de la lucha contra los persas en el este) e internas (las luchas entre iconoclastas e iconódulos, símbolo de los enfrentamientos internos entre poder temporal y religioso). A pesar de ello, el Imperio salió de este periodo transformado y reforzado.
Justino II trató de seguir los pasos de su tío y su misma mente sucumbió bajo el intolerable peso de administrar un Imperio amenazado desde varios frentes. Su sucesor, Tiberio II abandonó la política militar de Justiniano y permitió que Italia cayera bajo el poder de los lombardos y los bárbaros ocuparan el Tíber, y se replegó a África. Mauricio llegó a hacer un tratado favorable con Persia (590), volvió una vez más a la defensa de las fronteras del norte, pero el Ejército se negó a soportar las inclemencias de la campaña y Mauricio perdió con el trono la vida. Con Focas, las invasiones de los persas, de los bárbaros y las luchas internas estuvieron a punto de destruir al Imperio. Sin embargo, la revolución de algunas provincias logró salvarlo.
Desde África, donde era más fuerte el elemento latino, zarpó Heraclio para rescatar a los últimos restos del Imperio romano. Este viaje era a sus ojos una empresa religiosa y durante todo su reinado ese interés fue capital. El siglo VII comienza con la crisis provocada por la espectacular ofensiva del monarca persa Cosroes II que, con sus conquistas en Egipto, Siria y Asia Menor, llegó a amenazar la existencia misma del Imperio. Esta situación fue aprovechada por otros enemigos de Bizancio, como los ávaros y eslavos, que pusieron sitio a Constantinopla en 626. El emperador Heraclio fue capaz, tras una guerra larga y agotadora, de conjurar este peligro, repeliendo el asalto de ávaros y eslavos, y derrotando definitivamente a los persas en 628. En su guerra contra los persas, Heraclio fue capaz de replegarlos hasta el corazón de su patria y debilitarlos al punto que no fueron capaces de sobrevivir el ataque árabe sucesivo. En su misión de salvar el Imperio y consolidarlo tuvo un gran respaldo por parte de la Iglesia.
Sin embargo, apenas unos años después, entre 633 y 645, la rápida expansión musulmana arrebataba para siempre al Imperio, exhausto por la guerra contra Persia, las provincias de Siria, Palestina y Egipto. Pero el Imperio de Heraclio sobrevivió a los ataques árabes (aunque perdiendo casi toda su romanidad y tomando características completamente helenísticas en el área balcánico-anatólica), mientras que los Persas fueron conquistados totalmente por los Árabes.
A mediados del siglo VII, las fronteras se estabilizaron. Los árabes continuaron presionando, llegando incluso a amenazar la capital, pero la superioridad naval bizantina, reforzada por su magníficas fortificaciones navales y su monopolio del «fuego griego» (un producto químico capaz de arder en el agua) salvó al Imperio bizantino de la destrucción.
En la frontera occidental, el Imperio se ve obligado a aceptar desde la época de Constantino IV (668-685) la creación dentro de sus fronteras, en la provincia de Moesia, del reino independiente de Bulgaria. Además, pueblos eslavos fueron instalándose en los Balcanes, llegando incluso hasta el Peloponeso. En Occidente, la invasión de los lombardos hizo mucho más precario el dominio bizantino sobre Italia.
Entre los años 726 y 843 el Imperio bizantino fue desgarrado por las luchas internas entre los iconoclastas, partidarios de la prohibición de las imágenes religiosas, y los iconódulos, contrarios a dicha prohibición. La primera época iconoclasta se prolongó desde 726, año en que León III (717-741) suprimió el culto a las imágenes, hasta 783, cuando fue restablecido por el II Concilio de Nicea. La segunda etapa iconoclasta tuvo lugar entre 813 y 843. En este año fue restablecida definitivamente la ortodoxia.
No fue un simple debate teológico entre iconoclastas e iconódulos, sino un enfrentamiento interno desatado por el patriarcado de Constantinopla, apoyado por el emperador León III, que pretendía acabar con la concentración de poder e influencia política y religiosa de los poderosos monasterios y sus apoyos territoriales (puede imaginarse su importancia viendo cómo ha sobrevivido hasta la actualidad el Monte Athos, fundado más de un siglo después, en 963).7 Según algunos autores, el conflicto iconoclasta refleja también la división entre el poder estatal —los emperadores, la mayoría partidarios de la iconoclasia—, y el eclesiástico —el patriarcado de Constantinopla, en general iconódulo—; también se ha señalado que mientras en Asia Menor los iconoclastas constituían la mayoría, en la parte europea del Imperio eran más predominantes los iconódulos.
La recuperación de la autoridad imperial y la mayor estabilidad de los siglos siguientes trajo consigo también un proceso de helenización, es decir, de recuperación de la identidad griega frente a la oficial entidad romana de las instituciones, cosa más posible entonces, dada la limitación y homogeneización geográfica producida por la pérdida de las provincias, y que permitía una organización territorial militarizada y más fácilmente gestionable: los temas (themata) con la adscripción a la tierra de los militares en ellos establecidos, lo que produjo formas similares al feudalismo occidental. A principios del siglo IX, el Imperio había sufrido varias transformaciones importantes:
La mayoría de estas transformaciones se dio como consecuencia de la pérdida de las provincias de Egipto, Siria y Palestina, que fueron arrebatadas por el islam.
El final de las luchas iconoclastas supone una importante recuperación del Imperio, visible desde el reinado de Miguel III (842-867), último emperador de la dinastía Amoriana, y, sobre todo, durante los casi dos siglos (867-1056) en que Bizancio fue regido por la Dinastía Macedónica. Este período es conocido por los historiadores como «renacimiento macedónico».
Durante estos años, la crisis en que se ve sumido el Califato Abasí, principal enemigo del Imperio en Oriente, debilita considerablemente la ofensiva islámica. Sin embargo, los nuevos Estados musulmanes que surgieron como resultado de la disolución del califato (principalmente los aglabíes del Norte de África y los fatimíes de Egipto), lucharon duramente contra los bizantinos por la supremacía en el Mediterráneo oriental. A lo largo del siglo IX, los musulmanes arrebataron definitivamente Sicilia al Imperio. Creta ya había sido conquistada por los árabes en 827. El siglo X fue una época de importantes ofensivas contra el islam, que permitieron recuperar territorios perdidos muchos siglos antes: Nicéforo II Focas (963-969) reconquistó el norte de Siria, incluyendo Antioquía(969), así como Creta (961) y Chipre (965).
El gran enemigo occidental del Imperio durante esta etapa fue el Estado búlgaro. Convertido al cristianismo a mediados del siglo IX, Bulgaria alcanzó su apogeo en tiempos del zar Simeón I (893-927), educado en Constantinopla. Desde 896 el Imperio estuvo obligado a pagar un tributo a Bulgaria, y, en 913, Simeón estuvo a punto de atacar la capital. A la muerte de este monarca, en 927, su reino comprendía buena parte de Macedonia y Tracia, junto con Serbia y Albania. El poder de Bulgaria fue sin embargo declinando durante el siglo X, y, a principios del siglo siguiente, Basilio II (976-1025), llamado Bulgaróctonos('Matador de búlgaros') invadió Bulgaria y la anexionó al Imperio, dividiéndola en 4 temas.
Mapa del Imperio durante el reinado de Basilio II.
Uno de los hechos más decisivos, y de efectos más duraderos, de esta época fue la incorporación de los pueblos eslavos a la órbita cultural y religiosa de Bizancio. En la segunda mitad del siglo IX, los monjes de TesalónicaCirilo y Metodio fueron enviados a evangelizar Moravia a petición de su monarca, Ratislav I. Para llevar a cabo su tarea crearon, partiendo del dialecto eslavo hablado en Tesalónica, una lengua literaria, el antiguo eslavo eclesiástico o litúrgico, así como un nuevo alfabeto para ponerla por escrito, el alfabeto glagolítico (luego sustituido por el alfabeto cirílico). Aunque la misión en Moravia fracasó, a mediados del siglo X se produjo la conversión de la Rus de Kiev, quedando así bajo la influencia bizantina un Estado más amplio y extenso que el propio Imperio.
Las relaciones con Occidente fueron tensas desde la coronación de Carlomagno (800) y las pretensiones de sus sucesores al título de emperadores romanos y al dominio sobre Italia. Durante toda esta etapa, a pesar de la pérdida de Sicilia, el Imperio siguió teniendo una enorme influencia en el sur de Italia. Las tensiones con Otón I, quien pretendía expulsar a los bizantinos de Italia, se resolvieron mediante el matrimonio de la princesa bizantina Teófano, sobrina del emperador bizantino Juan I Tzimiscés, con Otón II.
Tras la resolución del conflicto iconoclasta, se restauró la unidad religiosa del Imperio. No obstante, hubo de hacerse frente a la herejía de los paulicianos, que en el siglo IX llegó a tener una gran difusión en Asia Menor, así como a su rebrote en Bulgaria, la doctrina bogomilita.
Durante esta época fueron evangelizados los búlgaros. Esta expansión del cristianismo oriental provocó los recelos de Roma, y a mediados del siglo IX estalló una grave crisis entre el patriarca de Constantinopla, Focio y el papa Nicolás I, quienes se excomulgaron mutuamente, produciéndose la separación definitiva de las iglesias oriental y occidental. Además de la rivalidad por la primacía entre las sedes de Roma y Constantinopla, existían algunos desacuerdos doctrinales. El Cisma de Focio fue, sin embargo, breve, y hacia 877 las relaciones entre Oriente y Occidente volvieron a la normalidad.
La ruptura definitiva con Roma se consumó en 1054, conocido como Cisma de Oriente y Occidente, con motivo de una nueva disputa sobre el texto del Credo, en el que los teólogos latinos habían incluido la cláusula Filioque, significando así, en contra de la tradición de las iglesias orientales, que el Espíritu Santoprocedía no solo del Padre, sino también del Hijo. Existía también desacuerdo en otros muchos temas menores, y subyacía, sobre todo, el enfrentamiento por la primacía entre las dos antiguas capitales del Imperio.
Emperador Manuel I Comneno (1143-1180).
Tras el período de esplendor que supuso el Renacimiento Macedónico, en la segunda mitad del siglo xi comenzó un período de crisis, marcado por su debilidad ante la aparición de dos poderosos nuevos enemigos: los turcos selyúcidas y los reinos cristianos de Europa occidental; y por la creciente feudalización del Imperio, acentuada al verse forzados los emperadores Comneno a realizar cesiones territoriales (denominadas pronoia) a la aristocracia y a miembros de su propia familia.8
En la frontera oriental, los turcos selyúcidas, que hasta el momento habían centrado su interés en derrotar al Egipto fatimí, empezaron a hacer incursiones en Asia Menor, de donde procedía la mayor parte de los soldados bizantinos. Con la inesperada derrota en la batalla de Manzikert (1071) del emperador Romano IV a manos de Alp Arslan, sultán de los turcos selyúcidas, culminando así la hegemonía bizantina en Asia Menor. Los intentos posteriores de los emperadores Commenos por reconquistar los territorios perdidos serán totalmente infructuosos. Más aún, un siglo después, Manuel I Comneno sufriría otra humillante derrota frente a los selyúcidas en Miriocéfalo en 1176.
En Occidente, los normandos expulsaron de Italia a los bizantinos en unos pocos años (entre 1060 y 1076), y conquistaron Dirraquio, en Iliria, desde donde pretendían abrirse camino hasta Constantinopla. La muerte de Roberto Guiscardo en 1085 evitó que estos planes se llevasen a efecto. Sin embargo, pocos años después, la Primera Cruzada se convertiría en un problema para el emperador Alejo I Comneno. Se discute si fue el propio emperador el que solicitó la ayuda de Occidente para combatir contra los turcos. Aunque teóricamente se habían comprometido a poner bajo la autoridad de Bizancio los territorios sometidos, los cruzados terminaron por establecer varios Estados independientes en Antioquía, Edesa, Trípoli y Jerusalén.
La mayor parte de la población vive de un sector primario autosuficiente. Dado el carácter semidesértico de la mayor parte de su territorio, la meseta del Irán, tradicionalmente se ha desarrollado más el pastoreo que la agricultura. Predomina el ovino, con el fin de obtener lana para la tradicional elaboración de alfombras persas. En el escaso 10% de superficie que se estima apto para la agricultura, se cultivan cereales (como el trigo), el algodón y el tabaco.