Partida Rol por web

   Es mejor aclarar esta situación antes de matar innecesariamente- digo en confianza, pero un poco mareado por el conjuro. Asi que...quién empieza dando explicaciones?- concluyo mientras tomo mi cabeza, agobiado por la jornada particuarmente extraña.

 maldición, ese hechizo fue muy poderoso...- trato de disimular mi dolor apoyando mi hacha en el suelo y usándola como un bastón. Al escuchar la proposición de charla, apoyo la moción, aunque todavía me cuesta escuchar bien. Bien, no...no me parece mala idea...puf...- 

- Soy Lunalin Aurunsum - dice Lunalin con voz calmada pero autoritaria - creo que deberiais empezar vosotros ya que habeis atacado a mi compañero sin mediar palabra.

 ¿Tu...compañero? Miro extrañado a mi alrededor, buscando al primer extraño en el grupo. Pues, yo no puedo saber quién atacó primero, pero creo que si son capaces de pedir charla en esta situación, entonces vale la pena intentar aclarar todo. Soy Mythrail, Enano del Norte. - Mi nombre se impone con denotada fuerza en mi pequeño y ridículo discurso.

   Al notar cómo la oscura nube persiste a la vez que suenana voces conocidas y desconocidas, aclaro mi garganta y hablo en un tono de negociador, pero con un tinte amenazador "Cómo pretendes hablar si no nos vemos las caras? Si quieres explicaciones, tanto como nosotros, disipa esta nube y nadie atacará a nadie; entonces hablaremos mejor. Sino, seguiremos por las malas" 

Ante la petición de los extraños Lunalin decide dar su brazo a torcer y disipa la oscuridad.

- Esta bien, todo sea porque no haya más mal entendidos, y ahora, ¿quienes sois y que hacéis en estas tierras tan peligrosas?

  Mis ojos se entrecierran con la luz que llega al disiparse la oscuridad. Por un momento quedo atónito, y me brazo resbala del hacha, dejando a este enano comienzo el suelo.

 Me levanto disimuladamente - Está bien, está bien. Nada sucedió -y respondo al responsable de la magia. Yo soy Mythrail. ¿Tú quién eres?. Mientras hablo, me acomodo la barba con los dedos.

- Soy Lunalin Aurunsum, sacerdotisa de la Orden Eterna. ¿Que hacéis por estos bosques tan peligrosos?

    Hago unos pasos hacia adelante y hago mi presentación "Soy Einarr Spaki, regente de los bosques del sur. Nosotros sólo estábamos de pasada", contesto secamente, dudoso del aspecto de los extraños y alerta ante otro ataque, por las dudas. Tal vez nos sean de ayuda, pero no me gustaría que esto terminase con más cadáveres de los que ya hay...

 Al escuchar las palabras de mi compañero, abro mi gran bocota. Sí, íbamos de paso hasta que aquellos niños intentaron robarnos y tuvimos que luchar. Pero ¿porqué tenías que decir eso?Enano imbécil, no necesitabas agregar ese detalle.

Halthir, desorientado por todo lo acontecido comienza a caminar en linea recta. Sus heridas son muy profundas y pronto comienza a flaquear. Camina en linea recta y sale de la nube de oscuridad por el lado de la sacerdotisa y del trasgo. No hacia ellos, parece como que les ignora, o simplemente esta tan aturdido que no es consciente de ellos. Pronto cae de rodillas al suelo, a unos pasos de Lunalin y Tuk, donde queda tendido a 4 patas con la respiracion entrecortada.

 ¡Haltir!¿Qué te sucede? - Me acerco, preocupado. Al descubrir el estado en el que se encuentra, temo lo peor. Creo que deberíamos curar sus heridas. Creo que su cabeza está un poco descarriada, también. Algo en este bosque lo ha dejado así. - Un tono misterioso impregna mis últimas palabras.

   Maldición, no! Resiste amigo! -grito en desesperación al ver el estado casi agónico de nuestro compañero de viaje. Seguidamente, me volteo hacia los desconocidos y en súplica les digo "podremos tener nuestras diferencias y haber chocado en nuestros comportamientos, pero si ayudan a Halthir podríamos continuar..." concluyo esperando las palabras lamentosas llegasen a sus oídos, esperanzado con la idea que tal vez no tengamos que estar cargando con el cuerpo inerte de Halthir.

Tuk miró a su compañera.

Pues salvalo tú si puedes, Lunalin.

No es que no quisiera, que tampoco, pero nunca habia tenido que curar a nadie y no sabia como hacerlo.