Partida Rol por web

El blanco es el color de la luz, y el negro de la oscuridad. Si tuvieramos que llamar al color de la nada, lo llamaríamos blanco. Solamente porque en sí es la pureza, lo vírgen, lo inmaculado. Pero no nos olvidemos la realidad. La nada es negra, como la noche negra a falta de luz.

En la nada indescriptible el todo es solo una ilusión, pero latente. La nada y el todo, cuando no son percibidos, son lo mismo. Y ahí empieza todo... o nada.

Por fin has ganado conciencia. Descubres por fin la sensación. Eres todo, eres nada, pero piensas, por lo tanto, existes. ¿Dudas de tu existencia? Por supuesto.

¿Qué eres? Solo tu lo sabes. ¿Para qué existes? Eso deberás descubrirlo.

Ahora es momento de poner límites. El todo es demasiado libre, y tu instinto te dice algo.

Necesitas una forma, necesitas reglas, y tu universo necesita vida.

Pero lo primero es lo primero.

¿Quién eres?

Es difícil definirlo en un sólo post, ¿podría irlo definiendo según se me vayan ocurriendo cosas?

En principio quiero un mundo paradisíaco, de temperatura media y amplios mares, con bosques, selvas, desiertos y glaciares, todos ellos poblados por fauna y flora perfectamente adaptada y apta también para defenderse.

1) No tengo una única forma, tengo muchas, animales, plantas y criaturas, pero la más común es la figura de un inu (hombre-perro), con el pelo blanco, los ojos azules, armado con una lanza, una espada y un arco.

2) Mi mundo se formó a partir de mi ojo izquierdo, que perdí en una batalla contra otro dios, le di forma y una atmósfera, aunque las criaturas y la flora aparecieron solas por la propia vida que encerraba el ojo.

Sus satélites se formaron a partir de mi sangre, y por eso hay un satélite negro y dos rojos.

3) Formé continentes y océanos dando una pequeña forma al principio y viéndolos crecer más tarde aleatoriamente. Yo solo le di a mi mundo atmósfera, agua y minerales suficientes para que se cumplieran mis designios de acuerdo a la vida que quería en el.

En el vacío del blanco la conciencia de Valkan comienza a tomar forma. Es aquella que tiene que ser, pues es señor de todo, y todo lo es.

Valkan señor de todo, el que todo lo era, decidió que su existencia era vacía en la nada de la creación, y con un puñado del todo, y parte de su voluntad, creó a una compañera.

Eran el Alpha y el Omega, separados. Ya nunca volverían a ser uno. El equilibrio del todo estaba en creación, y las diferencias entre Valkan y su compañera se hicieron necesarias, pues en la diferencia esta el complemento.

"Yo seré la que recibe" "Yo seré él que dá". Juntos decidieron vagar por el universo en formación, felices de ser dos.

El tiempo pasaba y con el tiempo viene la experiencia, y con la experiencia el cansancio, el odio y la memoria. Es así como del amor más puro Valkan llegó a la envidia más hiriente.

Decidió que deberían haber más diferencias para estar él y ella más satisfechos, y así se hizo hombre y ella mujer. Él un hombre perro y ella una mujer zorro. Él Valkan y ella Nirena.

La envidia de Valkan fue sosegada, pero algo nació en Nirena, la curiosidad, y el odio. Decidió ella que deberían haber más diferencias, pero no había más que distribuir. Entonces ella odió a Valkan y una pelea terrible llegó al universo.

Valkan perdió el ojo izquierdo y su sangre brotó. Nirena perdió su cuerpo completo, pero su alma se fundió con el ojo, y así fue la primer muerta.

Triste, Valkan vió con asombro como el ojo tomaba su Voluntad y cambiaba. La sangre que había derramado se convirtió en 3 satélites. Dos rojos como la sangre y uno negro como la tristeza.

De la última lágrima de Valkan, nació una estrella, el sol que ilumina el planeta.

La voluntad creadora del ojo ahora era formateada por el dios-perro. En honor a su amada, decidió crear un mundo tan hermoso como ella.

Cuando depositó su cuerpo sobre la tierra, infundida con el alma de ella, nació la primer semilla. Y de ella el primer árbol. Un árbol blanco enorme, de frutos amarillos y grandes.

Valkan decidió nutrir ese árbol. Se cortó las venas de una mano, y nacieron los ríos y los océanos. Los continentes fueron causa del enfriamiento de la sangre del ojo, caliente como el dios.

El árbol pudo nutrirse de la tierra y el agua, y de él nacieron los vástagos. Plantas que poblaron todo el continente. Toda la tierra, y el agua. De las flores acuáticas nacieron los peces, y de las terrestres los insectos.

De las flores de loto, aquellas hijas sagradas del primer árbol, nacieron los otros pobladores de la tierra: Los animales primitivos.

Tras siglos de espera y luto decidí crear seres a mi imagen y semejanza, y también seres en tributo a mi anterior compañera. Así surgieron los primeros hombres, a los cuales abandone por considerar imperfectos, pero con la experiencia de su creación cree a los inu(hombres/mujeres perro) y a los kitsune(hombres/mujeres zorro).

Los cree a partir de mi propia esencia y de la propia esencia de Nirena, que aún seguía unida al mundo.

Los siglos pasan y la vida crece y se multiplica.

Todos los animales crecen en torno al árbol sagrado que fue el origen de la vida. Pero el árbol ya no da más frutos, es solo un enorme exponente de la raza de las plantas, no tiene nada en particular, y pronto, la vida olvida su origen y el árbol se convierte en alimento para sus hijos.

Pero algo estaba olvidado, y ese era el plan del dios, Valkan. Un último fruto quedó en la tierra, desapercibido. Negro, fuerte, ácido, y con un olor bastante especial. Un solo animal, aquel que Valkan había escogido, fue el elegido para comer el fruto de la voluntad... un reptil, grande, pero no tan grande como otros. Se apoyaba en cuatro patas largas, y su cola era corta.

El animal, siendo el más apto, probó del fruto, y sus ojos brillaron de energía.

Incontables años pasaron. Los hijos del reptil han cambiado con el tiempo, mientras otros animales no han hecho lo mismo, incluso algunos han desaparecido.

Los hijos del reptil, ahora son animales peludos, aguantan el frío. Sangre caliente, que regula su temperatura. Ágiles, frágiles, se reproducen y maman una extraña leche de protuberancias de sus madres.

Sobreviven frío, calor, extremo. Se exilian a todo el mundo, cambian, mutan. Y el momento llega, cuando el dios debe activar lo que yace dormido dentro de cada elegido. Su comprensión...

Tras tantos años de espera desciendo al mundo y reúno a todos mis hijos e hijas para enseñarles a sobrevivir.

Les reúno en el mismo lugar dónde antaño se alzara el enorme árbol con la idea de enseñarles a cultivar la tierra, a controlar el fuego, destructor y protector a la vez, a fundir el bronce para crear herramientas, y a tejer.

Pero algo en que no había pensado surge ante mí, ¿Cómo comunicarme con ellos? por eso decido enseñarles un idioma basado en la mismísima naturaleza, un idioma sencillo pero con muchísimo vocabulario, con muchos nombres para cada animal y criatura viviente, con muchos nombres para cada cosa.

Tras encontrar el instrumento por el que les daré a entender mi voluntad les enseñó todo lo necesario para que sobrevivan y crezcan según sus actos, aunque les dejo a los más inteligentes entre ellos el deber sagrado de guiarles según mi credo, y a los más fuertes el deber de cuidar a los más débiles cómo líderes que serán en tiempos belicosos.

Sin duda es una gran partida, pero carezco de la habilidad, imaginación o ambas cosas para levarla de la forma que me gustaría.

Don´t worry. Todo bien, no te falta nada...

Nos veremos en otra!!