Partida Rol por web

Alberto se apartó a toda prisa del camino de la furgoneta y dejó que se llevara por delante la cadena, el candado y todo lo demás. Al trasto sólo le faltaban los cuernos retorcidos para ser un ariete. 

¿Quedará bastante de la reja para volver a cerrarla? 

En cualquier caso, en cuanto estuvo abierta la atravesó con Diana a toda prisa, para ir en busca de aquellos hipotéticos hostiles frente al gran edificio. 

Este sitio es una auténtica fortaleza. Si resolvemos lo que sea que pase dentro, podríamos atrincherarnos aquí tan ricamente.

Con un rugido de motor Federico se lleva la verja por delante abriendola de par en par. La caterva de... ¿Manifestantes? rugía desde el fondo, por lo que sin perder tiempo mientras sus compañeros entraban se dedicó a darle la vuelta al furgón. Cuando todos hubieron entrado y cerrado la verja nuevamente colocó con cuidado el furgon con el morro hacía afuera por si hubiera que salir a la carrera de allí. Puso el freno y quito la llave del contacto, de un salto bajó nuevamente y barrió la zona con el fusil juntandose con el resto del equipo.

- Bueno... ¿Vamos?

La puerta parecía asegurada y la muchedumbre se comenzó a agolpar al otro lado de la valla, como si se tratasen de fanáticos enfurecidos que intentan acudir a el partido de fútbol de su equipo favorito. La gente en su mayoría presentaban heridas sangrantes y aún así no parecían quejarse, pero otras literalmente no podrían seguir vivas pues les faltaba la piel en el abdomen, tenían brechas enormes en la cabeza o presentaban contusiones que si no son tratadas deberían haber sido mortales.

Cuando lográis apartar la vista volvéis a concentraros en en sonido de las aspas del helicóptero que aún os sobrevuela. Durante estos segundos os habíais olvidado por completo del aparato pero ahí seguía.

- Trataré de contactar con Central e informaré de vuestra situación. Suerte en lo que debáis hacer. Sobrevolaré la zona por si veo algunos de esos malnacidos intentando entrar al recinto y si no es así me iré. Cambio y corto.

La estática de la radio volvió a aparecer mientras el piloto comenzaba una batida por la zona. Mientras, el pequeño grupo de policías podéis ver como en las inmediaciones no parece haber nadie y si no fuese por el ruido exterior diríais que allí reina la tranquilidad. El camino que dirige hasta el convento es de piedra gris, bien colocada y flanqueado por unos pequeños jardines. La puerta es de madera y parece robusta y firme, si no encontráis una llave o método de entrar no va a ser fácil derribarla y entrar. 

Ahora, oteando el horizonte os dais cuenta de lo realmente grande que es el recinto. No alcanzáis a ver el extremo norte del complejo y las murallas se pierden a vuestros lados. Lo extraño es que aún con todo este sitio os parece poco agradable pues algo en este silencio os hace presagiar algo peor que lo que ya habéis visto.

Se puso la mirilla del rifle de asalto en el rojo y tanteó primero al detalle el convento. 

Miró sus muros, ventanas, jardines todo por si encontraba algún movimiento o alguna pista de como entrar dentro. 

La cuestión de los que venían del exterior quedaba resuelta de momento. Pero todavía quedaba el interior. Si habían enviado a un grupo como el suyo y no a agentes de policía corrientes, debía de haber un problema bastante serio. Y aquella inquietud indefinible no ayudaba. 

Viendo que Diana ya se encargaba del perímetro, Alberto se dirigió al problema más claro y acuciante: la puerta principal. Con un cierto resquemor, se acercó, la observó, e hizo un intento preliminar de abrirla, por la fuerza si hacía falta. 

Habíamos logrado bloquear la entrada, pero el aspecto de los individuos que se agolpaban tratando de derribarla era algo que nunca había visto en todos mis años de servicio. La manera en la que algunos eran capaces de mantenerse en pie con esas heridas escapaba de mi comprensión... y me aterraba. Retrocedí un paso de manera inconsciente, pero no tardé en recuperar la compostura y sostener el arma con firmeza.

Giré sobre mis talones y me centré en la situación entre manos: el objetivo ahora era acceder al convento. Según caminaba hacia la puerta, la radió sonó una vez más. 

—Recibido, CP. Se agradece. Les deseamos un vuelo seguro —indiqué con un tono formal que ocultaba mi desasosiego.

Yuste vigilaba, mientras que Hervás trataba de forzar el portón. Por mi parte me dediqué a registrar el camino y los jardines, manteniendo mi respiración bajo control.

Federico estaba vigilante fusil en alto. No quería que hubiera mas fallos. Miró por encima de su hombro a comprobar como se encontraban los compañeros del otro peloton, todos parecían un poco nerviosos aun a pesar de ser profesionales. Los segundos pasaban y por parte de Hervás solo se escuchó un bufido de frustación. No parecía que fuera a poder abrirlo en poco tiempo.

- Eh chico... -dijo tendiendole el fusil- agarrame esto.

Tan pronto como Alberto agarró el fusil dió unos pasos atras para coger carrerilla. Este vió la mole que se cernía sobre la puerta y se apartó de la trayectoría. Cuando tuvo via libre Federico cargó con el brazo por delante.

Un sonoro crujido resonó por el patio del convento y ante la mirada atonita de aquellos que todavía no habían visto a Federico en acción, la puerta se dobló sobre sí mísma antes de partirse por la mitad liberando una miríada de astillas en el proceso.

Quedó colgando rota de los goznes.

- Via libre.

Dijo al tiempo que volvía a por el fusíl.

El convento solo ganaba una generosa altura en el frontal, por los laterales no era ni por asomo tan altas sus paredes pero son lo suficientemente altos como para que una persona no pueda escalarlo si no se le da bien tal tarea. Pudiste ver en un rápido vistazo que había una puerta lateral que parecía estar cerrada. El camino que partía desde la puerta se perdía al este de tu posición entre los jardines y no pudiste ver a dónde conducía, pero estabas segura que la puerta que tenías frente a ti debía ser una puerta de acceso para descargar lo que los habitantes del edificio necesitasen. 

Apenas había ventanas y todas eran de un tamaño minúsculo, de apenas tres palmos de alto y dos de ancho, todas con unos barrotes resistentes "adornando" la salida de las mismas. Seguiste mirando a las ventanas hasta que pudiste ver como una mano se movía dejando a la vista también el brazo desde una de esas minúsculas ventanas. Atraída por esa visión también puedes ver como una pequeña columna de humo se eleva no muy lejos de la mencionada ventana, dentro del edificio.

En tensión y preocupada por la salud de tus hombres no estuviste lo más acertada a la hora de mirar a tu alrededor. Los jardines, medianamente bien cuidados, impedían bastante la vista pero al menos pudiste ver como a lo lejos, en la pared este, una enorme puerta parecida a la que acabáis de cruzar da otro acceso al recinto y puedes ver como algunas manos se asoman por los barrotes de la entrada.

Hervás, algo resignado, accede a que su compañero use sus "métodos" para derribar la puerta. Y vaya si lo consiguió.

El estruendo tras hacer caer la puerta en parte dejó luego a un incómodo silencio y a una oscuridad casi total salvo por la luz que entraba por la puerta que Fede había jubilado y dos rayos de sol que asomaban por ambos flancos de la sala. Parece que estáis en una especie de recibidor pero de un tamaño considerable. Una garita os da la bienvenida pero si alguien debía estar en ella no era así en esta ocasión. Algo que os llama poderosamente la atención es que una vez dentro parece que algunas cosas están bastante más informatizadas comparado al exterior. Un ordenador daba poca luz en la garita y un par de paneles con números y letras decoran la pared trasera de la salita. Hay numerosas estructuras metálicas y hasta os parece que el sitio ha debidos er reformado recientemente y que aún no han podido acabar. 

La luz que entra por los corredores laterales entran a través de una ventana en el centro de una puerta y parecen cerradas. Más allá de eso, solo el ruido del helicóptero y de las personas agolpadas al otro lado de la puerta os devuelve un poco a la acción.

No logré dar con nada útil más allá de hacerme con algún detalle del terreno, pero afortunadamente Martínez tomó cartas sobre el asunto con su contundencia habitual. El estruendo de la puerta cediendo y prácticamente rindiéndose frente al hombretón secuestró mi atención de inmediato. Eché a correr hacia la entrada.

Hice señas con las manos indicando que debíamos de acceder ordenadamente y asegurarnos de que la estancia estaba despejada, algo protocolario. Tras no encontrar peligro aparente, ordené:

—Peinen la sala, necesitamos información.

Desde luego el aspecto del lugar no coincidía con un monasterio típico. Tanta modernización no encajaba, casi parecía que el lugar se había convertido en la tapadera de algo muy distinto...

Preparé mi linterna en la zurda y la encendí según sostenía el subfusil con la otra mano, buscando una iluminación mayor. En primera instancia me acerqué a la garita, a echarle un vistazo al ordenador y cualquier otra cosa de interés que pudiera haber dentro.

-Joder Yunque, cómo te pasas...

En cualquier caso, la puerta ya estaba abierta.

Al entrar, con la linterna en una mano y la pistola en la otra, él también se sintió sorprendido por el interior de la sala. Me parece que aquí poquitas monjas va a haber...

Los paneles del fondo llamaron su atención.Atravesó cuidadosamente la sala en penumbra para echarles un vistazo. ¿Qué era lo que decían? 

Federico entró tras todos ellos barriendo la estancia con el fusil. Mientras ellos investigaban el se dedicó a la busqueda de puertas y salidas y a revisar cada recoveco para asegurarse que no hubiera nadie oculto. Del mismo modo revisó los techos en busca de camaras, quizas el chico supiera hakearlas si había un sistema de vigilancia.

Estaba absorta con todas las cosas que estaba viendo desde su inspección con la mirilla, "Problemas y mas problemas" pensó para si misma, cuando la puesta fue derrumbada por su compañero saliendo de ese estado de concentración.

Fue hasta la puerta cubriendo la entrada de los compañeros, lo que vio dentro ya no la sorprendió tanto, desde luego esta era una misión extraña de principio a fin.

- Señor, hay al menos una persona arriba, he visto un brazo asomar por una de las ventanas y también humo cerca de dicha persona. También iba a informar de que hay un acceso lateral pero creo que ya es irrelevante. 

Dicho lo cual cambió la escopeta de precisión por su MP5, siempre mejor para distancias cortas y comenzó a inspeccionar la sala, si desde allí venía el comportamiento extraño de la gente de fuera tenía grandes dudas de encontrar gente normal allí dentro. 

La garita está provista de lo normal en cualquier edificio, se parece de hecho bastante a la garita de vuestra base. Una silla ligeramente apartada de la mesa es iluminada por el ordenador, parece que quien la ocupase no hace tanto que la ha abandonado. Los dos compañeros que aún están con vosotros empiezan a revisar unas cajoneras en busca de qué puede ser este sitio pues no parece un convento al uso.

El ordenador muestra su escritorio sin más iconos que el de la papelera y un icono de una aplicación que dice "Sistemas". Salvo eso, el ordenador no puede ofrecer a primera vista más datos. Al clickar sobre el icono pude un usuario de acceso y una contraseña.

Los paneles traseros son una secesión de letras y números, bien numerados y en orden, acompañados siempre de una letra. Según se empiezan a leer:

"A-0001P", "A-0002P"... "A-00010P"

"B-0010P", ... "B-0020P"

"C- 0100P", ... "C-0120P".

A simple vista no parece que esos datos, salvo cierto patrón os diga nada más.

El tejado, como bien ha pensado Fede, tiene dos cámaras, una enfocando a la entrada y otra hacia la garita. Puede que haya más en el complejo pero desde allí no podéis saberlo.

Federico se sonrió al ver las camaras. Estas monjitas... esto no tenía mucha pinta de convento, al menos de momento. Dio un silbido corto, aunque audible.

- ¡Eh, chico! ¿Sabrías hacer alguna cosa de las series con eso?

Dijo apuntando hacia la camara.

Diana no tenía ni idea de ordenadores pero, lo que si sabía es que normalmente en un puesto donde pasan varios empleados, la contraseña suele estar apuntada cerca. 

Puso su arma a la espalda colgando para poder buscar con ambas manos por la mesa, tras la pantalla o donde fuera. Sería una sorpresa si no encontraba un papel o post-it con los datos de entrada. 

Definitivamente la "decoración" del lugar no se correspondía un solo ápice con lo que se debería de encontrar en un convento común. La modernización que podía darse aquí y allá a lo largo de los años era una cosa, pero cada vez estaba más convencida de que el lugar había a pasado a ser utilizado con propósitos distintos a los originales y religiosos, lo cual le otorgaba más sentido al hecho de que nos mandaran aquí.

—¿Humo? —le pregunté a Yuste—. Habrá que tener cuidado, espero que no se haya incendiado alguna de las plantas superiores.

Me dediqué a rastrear la instancia en busca de algo útil, igual que el resto del equipo. Los paneles captaron mi atención y no tardé en dedicarles la totalidad de mi atención...

-Figura, como no me las cargue a tiros, no sé qué quieres que haga...

Alberto no llevaba encima ningún equipamiento especializado para hacer esa clase de cosas. Ves demasiado la tele...

Pero aquellos paneles se le resistían. Miró a la jefa. Ella tampoco parecía entenderlos mucho. Decidió dedicarles un poco más de atención, rascándose la cabeza. 

Veamos...

A va de 1 a 10

B de 10 a 20

C de 100 a 120

La última serie se incrementaba más que el resto, pero ¿por qué?  Intentó mirarlos desde otra perspectiva. Al cabo de un rato resopló y se hartó. 

-Esto no hay quien lo entienda. 

Y se alejó de los paneles para comprobar si esas puertas con ventanuco de los laterales estaban abiertas o cerradas, no les fueran a pillar por sorpresa. 

Sumidos en poder buscar algo que os haga avanzar comenzáis a notar algo que al principio no os llamó la atención. Vuestros movimientos y palabras son los únicos sonidos que os acompañan, junto al ligero zumbido del ordenador y los amortiguados gruñidos de las personas que seguían al otro lado de la verja. Cualquier sonido que pudiese provenir del interior del edificio era sordo para vosotros. ¿Puede que las puertas fuesen herméticas?

La búsqueda estaba siendo muy poco fructífera. Fede solo obtiene como respuesta una negativa de Hervás sobre si sería capaz de hacer "algo" con el problema que teníais delante. Mónica no tiene mejor suerte con los paneles y aunque Alberto sigue sus pasos y comienza a fijarse en ellos, tampoco obtiene una respuesta clara de que puede ser. Lo cierto es que parece algún código interno para indicar algo, pero no conseguís averiguar el que. La única que parece tener suerte es Yuste. Algo desesperada tras ver como sus compañeros no conseguían un avance, se centró al ciento por cien en su tarea hasta que se fija en un pequeño papel pegado dentro de un lateral de los cajones del escritorio a la vez que Hervás comprueba como no puede abrir las puertas desde este lado. 

El papel, de poco más de cinco centímetros contiene tan solo cuatro palabras:

"User": CoorpLázaro

"Password": pYMadrid

Cuatro palabras que a los ojos de Diana abría un mundo de posibilidades, bueno o al menos abría la posibilidad de poder acceder al ordenador.