Partida Rol por web

Tras despedirse del comisario con un simple "¡Ánimo!" volvió su atención a sus compañeros. Asintió a las explicaciones de Montalbano

- Esperamos un mail con las señas de los diferentes directores del programa, por lo visto ha habido unos cuantos. A lo mejor alguno sabe algo más de ella. - Explicó Pedro - Y si no, esos investigadores que ha dicho Montalbano, los eclipsados por el equipo de Adela. Con algo de suerte les habrá picado la curiosidad y habrán investigado a sus rivales o algo. - dijo sin demasiado entusiasmo. Eran líneas de investigación flojas como mínimo, pero podían dar algún fruto.

Gutierrez levantó la vista de su libreta ante las palabras de Montalbo.

- El secretario de Adela también era bujarr... esto, gay, al menos según el portero del edificio.

Se había llevado alguna amonestación por usar lenguaje ofensivo y aún no se había adaptado a las nuevas directrices sobre adjetivos neutros y lenguaje inclusivo.

Fue pasando las hojas de la libreta alante y atrás, tratando de recapitular todo.

- Tenemos pendiente que un par de uniformados llamen puerta por puerta para ver si dejarían pasar a la científica y plantearnos la orden de registro para quien se niegue. También a la espera de noticias del segundo exmarido y del vecino de Adela que trabaja en el ministerio.

Levantó la vista, esperando por si alguien estaba tomando notas.

- También tener noticias del Registro de Galicia por si encuentran algo y tenemos pasaportes falsos. Rastrear hacia atrás para saber en qué momento existió la actual Adela, que Carmona, el secretario, suelte la información que tiene de su jefa. Reunirnos con Eduardo Indalez, según dijo Jimenez, para seguir lo de la hipnosis esa... ¿algo más que añadir?

- También podemos seguir el dinero. Adelaida recibía numerosas cantidades de dinero de muchas cuentas diferentes, todas legales, y la verdad es que ninguna me llamó especialmente la atención, pero quién sabe, tampoco he mirado cotejando toda la información de que disponemos ahora.

- Ya hemos visitado al doctor Indalez - recordó Pedro acompañándose con un gesto de la mano - No creo que nos diga mucho más.

- El dinero es una buena idea. La otra que se me ocurre es llamar al contestador ese que no existe y rastrear la llamada. Le preguntaré a Sheldon qué se puede hacer.

Había un montón que cosas por hacer pero varias de ellas no dependían de forma directa de los agentes, así que lo primero que hicieron fueron unas cuantas consultas para saber que habían logrado los equipos delegados.

Al parecer en el edificio todo el mundo se había visto sorprendido por la petición de dejar entrar a la científica. Aunque un par de ellos no habían puesto pegas los demás se sintieron bastante ofendidos. Habría que pedir una buena ristra de órdenes judiciales para esos registros pero las cosas pintaban difíciles. Ningún juez iba a pedir el registro interno de un montón de viviendas personales sin un buen motivo. Y dado que la escena del crimen estaba concretada en el piso de Adela el motivo sólo podría ser el tener alguna prueba específica que apuntase al vecino cuya vivienda se quisiera examinar. El pedir un registro de todas parecía a todas luces una pérdida de tiempo mientras se disparaban balas al azar con la esperanza de impactar en algo¹.

Al segundo exmarido lo habían localizado y estaría disponible para una entrevista telefónica desde la obra en la que estaba trabajando. Se había mostrado sorprendido por la noticia pero no especialmente conmovido.

Los pasaportes falsos eran de gran calidad. En criminalística habían informado que ese tipo de trabajos escaseaban hoy en día. Sin embargo tenían al menos un hilo del que tirar: un viejo timador llamado Aurelio Salinas. Aurelio había traído de cabeza a toda la policía madrileña y de hecho su retiro lo logró habiendo pisado la cárcel durante seis meses únicamente. Luego se enteraron de que su entrada en la cárcel fue parte de un plan de estafa mayor. Era una leyenda entre la gente del submundo de la ciudad que ahora, a sus sesenta, vivía en un pequeño piso en la zona de Lavapies como si se tratase de un jubilado más. Los de criminalística no creían que aquello fuera trabajo de Aurelio pero si alguien hacía algo así hoy en día probablemente él podría ponerlos en contacto.

Para los datos de Carmona sí que había una orden judicial preparada. Era cuestión de visitarlo y enseñársela para exigir su colaboración.

Del registro de Galicia todavía no había llegado más información.

Por otro lado Aldara había estado revisando la agenda personal de Adela en busca de lugares que aquella mujer frecuentase: peluquerías, comida, restaurantes. El listado era tan desalentador como el registro de su piso. Casi todo se remitía a los servicios proporcionados por la propia cadena televisiva y las anotaciones de comidas o cenas eran todas laborales. No parecía existir un patrón de socialización de aquella mujer, como si fuera un maldito fantasma.

Quedaba también cotejar lo del dinero. En principio seguramente esa información fuera interesante si se contrastaba con lo que pudiera tener Carmona en la documentación fiscal y laboral de Adela.

Una vez resolvieron los temas más burocrático, Gutierrez hizo las anotaciones pertinentes en la agenda y después miró a Monteros.

- Podemos hacer el segundo ex marido y después ir a visitar al tal Salinas, tiene pinta de ser un tipo al que merece la pena conocer...

Monteros dejó su móvil donde iba tomando nota para mirar a Gutierrez cuando le respondía.

-Perfecto, ex numero dos y si no dice nada interesante, la leyenda de las identificaciones falsas -las últimas palabras fueron dichas con admiración. En su adolescencia Patricia había escuchado ese secreto a voces del tipo que podía cambiarle el documento al jefe de la poli y hacer que hasta un juez dudara de su identidad.