Partida Rol por web

- Diles que te llamen mientras entran. - Gutierrez estaba agachado, mirando la cerradura mientras sacaba de nuevo sus ganzúas. - Así sabremos cuándo notifican el registro.

Acercó la oreja a la puerta, queriendo asegurarse que el cojo del bastón no estuviera a distancia que pudiera escucharles.

- Tan pronto entren en la tienda, me encargo de la cerradura y según notifiquen, das dos golpes a la puerta y entramos.

Gustavo entró en la tienda seguido de cerca por Aldara. La placa en la mano mostraba bien visiblemente que las intenciones eran otras al modo en el que habían conducido la conversación apenas unas horas atrás. En la otra mano, el móvil del agente mostraba un pdf con la orden judicial que permitía el registro.

- Hola de nuevo. Bien... así es como va a funcionar esto. Usted se aparta de ese mostrador... se queda ahí sin hacer nada y nosotros echamos un vistazo. ¿De acuerdo?

El papel de poli malo no le gustaba a Cortés. No se veía en él. Pero los nervios estaban tensando las cuerdas de su psique más de lo debido y ya no estaba con ánimo para zarandajas. 

- ¿Hay alguien más en la propiedad? - la pregunta tendía una trampa evidente ya que bien sabían los agentes que "el cojo" ya estaba de regreso pero quería saber hasta dónde contaba con la colaboración del dependiente.

Montalbano destajo dos golpes en la puerta que no pillaron por sorpresa a Gutierrez, los estaba esperando como agua de Mayo. Otros dos. Mientras su compañero ya estaba en la faena y se preparó con el arma por lo que pudiese suceder.

—¡Policía! Abra la puerta—

Mientras Gustavo entraba en la tienda sorprendiendo al chico del mostrador, Montalbano aporreó la puerta en la parte de atrás.

El muchacho levantó las manos genuinamente sorprendido, obedeciendo al policía. Ni siquiera pidió documentación u orden judicial alguna mientras permanecía allí, con los ojos como platos.

—El señor Durás ya está... en su casa.— dijo apartándose al paso de Gustavo.

Se escucharon unos pasos en la parte interior de la casa, acompañados del inconfundible sonido de un bastón que se movía a bastante velocidad. E iba en dirección a la puerta de atrás. En ese momento Gutierrez abrió la cerradura y Montalbano abrió la puerta apuntando con su arma al interior.

En medio del pasillo estaba el anticuario, el hombre que antes habían visto abriendo la reja. Se escuchaban a lo lejos sirenas de policía. El tipo parecía demasiado tranquilo, casi resignado. Esbozo una especie de sonrisa nerviosa mientras levantaba las manos ante el cañón del viejo policía.

—Vaya... me temo que le costaré demasiado a los contribuyentes. Todo un despliegue a lo americano.— dijo con una voz que, sin embargo, titubeaba un poco, sin poder disimular cierto nerviosismo —No tiene sentido que intente huir, no llegaría muy lejos.

El bastón, que había apoyado en la pared antes de alzar las manos, cayó al suelo como para enfatizar su última frase.

- ¡Las manos contra la pared! - gritó Gutierrez aún arrodillado mientras sacaba su arma y apuntaba a Durás. - ¿Alguien más en la vivienda?

Mientras se incorporaba, sacó las esposas con la mano izquierda y esperó a que Montalbano se colocara en posición para acercarse a esposar a ese malnacido.

Guillermo apuntó con el arma lista pero sin dirigirla de frente al sospechoso.

—En principio traemos una orden de allanamiento. Echaremos un vistazo a la casa y la tienda. Supongo que no va usted a poner ningún reparo en ello ¿no?

—¿Es usted Javier Durás?—

El hombre no opuso resistencia mientras Gutierrez lo esposaba. Lo normal en un caso así sería preguntar que pasaba, ofenderse u oponer resistencia de algún tipo. Pero él parecía resignado, como si la cosa fuera una especie de juego.

—Mi ayudante está en la tienda. Entiendo que traen una orden judicial ¿no? De lo contrario no estarían ahora mismo en el pasillo de mi casa... y las sirenas...— lanzó un suspiro —Sí, claro, soy Javier Durás Méndez.— mientras Gutierrez lo giraba el hombre no dejó de hablar —¿Puedo pedir que se identifiquen ustedes? Como ven estoy colaborando. ¿Puedo saber de que me están acusando exactamente?

Patricia había seguido a Gustavo al interior de la tienda ya que si Durás intentaba escapar por el frente, el número podría favorecerlos para evitar su huida.

Mientras el chico contestaba, se escucharon ruidos de la parte posterior de la casa. Gutierrez y Montalbano entraban en acción.

-Quieto aquí -le dijo a Felipe al tiempo que desenfundaba su arma.

-Gus voy al fondo por si necesitan ayuda, que no entre ni salga nadie de aquí.

- Agentes Gutierrez y Montalbano. - dijo mientras cacheaba al hombre. - Le estamos reduciendo por seguridad mientras ejecutamos la orden de registro.

Decidió cubrirse y dar respuesta de libro para evitar que ese malnacido pudiera salirse con la suya por algún tecnicismo; tan pronto comprobara que no llevaba ningún arma, procedería a soltarle las esposas.

- Es libre de no responder a nuestras preguntas y no colaborar con el registro emitido por el juzgado. - hizo un gesto con la cabeza a Montalbano para que pudiera subir arriba mientras él comprobaba la parte de abajo sin perder de vista a Durás. - La vivienda tiene piso superior, ¿tiene sótano la tienda?

Comprobó si la puerta que comunicaba la tienda con la vivienda estaba cerrada o podía abrirla.

El viejo sabueso subió inmediatamente sabiendo lo que iba a buscar. tenía que hacer el paripé, pero tampoco hacía falta ser muy estrictos. Después de todo sería la palabra del sospechoso contra la de un agente.

Cuando estuvo arriba y tras comprobar que las cosas estaban en su lugar llamó a su compañero.

—Agente Gutiérrez. Traiga aquí al señor Durás. Parece que tiene cosas que explicarnos.*

Los refuerzos ya habían llegado y los curiosos se agolpaban alrededor de la tienda. En cuanto los primeros policías entraron en el establecimiento se encargaron del muchacho del mostrador para que el resto de los detectives pudieran subir, tras comprobar que Durás iba desarmado, a la planta superior¹. El individuo no opuso ninguna resistencia. Ante la pregunta de Gutierrez del sótano simplemente asintió con la cabeza.

Cuando lo llevaron a la segunda planta a raíz de la llamada de Montalbano el hombre tampoco se resistió en lo más mínimo.

Los agentes de refuerzo aseguraban la planta inferior mientras el equipo principal subía para echar un vistazo a lo que Montalbano les mostraba².

En el momento en que Gustavo oyó cómo sus compañeros irrumpían por la parte posterior y escuchó el estrépito que se montaba al reducir a Durás supo que ya no había vuelta atrás. Desconocía si aquello terminaría con la pesadilla en que se había convertido aquel caso pero sí sospechaba que aquel registro daría un vuelco a la investigación en uno u otro sentido.

Las sirenas comenzaron a escucharse a lo lejos lo que significaba que los refuerzos estaban por llegar. El agente Cortés no se sentía amenazado por el dependiente pero sabía que no podía fiarse. Al parecer estaba colaborando. Había respondido afirmativamente a la presencia de Durás en el inmueble y eso era algo que merecía la pena explotar.

- Haces bien en colaborar, te lo agradezco. Eso hará que nuestro trabajo sea más fácil y mucho más efectivo. Respóndeme... ¿hay sótano en la vivienda? Dime, ¿qué guardáis ahí? ¿Podrías mostrarme cómo se baja*?

El muchacho asintió señalando la puerta del almacén:

—En el almacén hay unas escaleras que bajan a un sótano. Pero yo no he estado nunca. No sé de que va esto...— le temblaba la voz —Pero sí en el sótano hay mercancía que no sea legal yo no sé nada. El único que baja ahí es el señor Durás. Pueden comprobar las cámaras... de verdad. Yo sólo trabajo aquí.

El chaval parecía a punto de echarse a llorar de los nervios. Y no ayudaba mucho que en ese momento el grupo policial de apoyo se estuviera desplegando por la tienda.

Gutierrez tenía claro que, si no le daba una excusa para meterle un tiro, quería que ese hijoputa se escapara por un tecnicismo como exceso de fuerza o similar.

- Está limpio. - informó a Montalbano mientras le soltaba las esposas pero se mantenía a la espalda del hombro, colocando una mano sobre su hombro y llevándole hacia el piso superior.

Miró hacia la tienda, donde el sótano le llamaba como el canto de una sirena, pero sabía que tenía que subir arriba para poder justificar si científica encontraba algún rastro de su anterior incursión.

- ¿Quiere facilitarnos la tarea o vamos a tener que registrar todo a fondo hasta que encontremos algo dentro de un frasco? - puso especial entonación a la última palabra, recordando las paparruchas que Monteros y Cortés les habían contado durante la guardia ya que, según el libro, eran en frascos donde guardaban los corazones.