Partida Rol por web

Andar tan pegado a Vania le parecía de lo más divertido (y quizá, también algo más, pero no sería de hidalgo decirlo) El polvo se le pegaba al ligero calzado que usaba para andar por casa, aquel lugar era solitario, oscuro e intimo, tres cosas que Charles tenía en alto estima.

Ella tropezó y a él se le escapó una risa que rápidamente silenció apretando los labios, asintió a la propuesta de ella despacio, pero aun tenía esas pinceladas de diversión en sus labios.

Vania le indicó el lugar exacto. Pícaro, Charles jugaba con el cabello de la sirvienta, echándoselo hacia un lado, dejando libre sus hombros y cuello. Ya iba a plantarle un beso en su piel cuando oyó las voces, levantó la mirada hacia la nada, escuchando, luego miró despacio a su sirvienta.

Lo que allí escuchaba es lo que se temía, pero confirmarlo, oirlo, le hacía mucho daño, no era algo tragable para nadie.

Sonrió. Pero esta vez no sonrió de forma adorable, tampoco pícara, sonrió con desanimo, muy leve. Ahora, para Vania, la expresión de su rostro era como un libro abierto.

Charles se separó un poco y se apoyó en la pared que tenía a su espalda, aunque aun así, estaban los dos muy pegados por la estrechez.

-Necesito ese paseo...

Le dijo a la sirvienta, en voz baja.

Las puertas se abrieron a la orden de Tobías enseguida que lo había enviado a llamar el rey. Sabía que había venido el consejero y sin saberlo, adivinó que George debía estar de muy mal humor pero para eso estaba él, para ayudarlo a controlarse. Lo quería entrañablemente, como al hijo que había perdido en la guerra.

Entré en el recinto con las manos en la espalda y con suavidad me acerqué hasta donde George bebía vino y parecía pensativo.

-¿Así que vendrá?

En realidad no necesitaba respuesta, lo sabía y sabía cuánto le podía llegar a incomodar aquello.

-Su Majestad, finalmente es vuestro hermano y debe tener algo de vos, de vuestro padre, quizás sería mejor coger el problema de frente y hablarlo...

Se quedó esperando a que George le invitara a sentarse.

Ella lo miró tras escuchar eso, habría envenenado a todos aquellos en la sala si él se lo pidiera, si lo insinuara siquiera y el hecho de estar tan cerca de él, ahora frente a frente le hacía mirarlo de otra manera, aunque Vania cada vez más, se convencía de que aquel era un hechicero. Levantó la mano libre y la llevó hasta la mejilla del ahora triste hombre pero no llegó a tocarla pues algo la hizo reaccionar, no debía, no debía por mucho que le agradara aquella compañía, él era su señor y ella no era más que la sirvienta. Era de las pocas veces que Vania deseaba ser más que lo que era. Asintió aún con la mirada arrojada, porque debía sacarlo de allí en ese momento.

-Por aquí...

Lo tomó de la mano y caminó lentamente, el camino del túnel era cada vez más accidentado, debía ser que aquella fue la parte más vieja y dejaron de transitarla pero era la favorita de Vania. Seguían caminando muy juntos, aprovechando la luz que la joven aún tenía en la antorcha. En su mente no estaba el camino hacia donde lo llevaba o el lugar final que ella conocía muy bien, no, estaban esas tontas caricias que la habían puesto a temblar por mucho que intentara disimularlo. Finalmente comenzaron a ver luz y ella se detuvo para dejar la antorcha en uno de los huecos, así no la dejarían fuera y no los descubrirían.

-¡Aire fresco, mi señor!

Vania a veces parecía demasiado niña pero había tenido que crecer rápido y había un secreto que nunca le había contado a nadie, excepto a su madre y eso a veces la atormentaba pero ese día era distinto y no sabía muy bien por qué. Ante los ojos de la pareja se extendía un hermoso bosque, frío eso si, por la hora y la época del año pero precioso, seguro e íntimo. Una delicia para cualquiera.

-Tobias...¿Quieres vino?-

Con esas simples palabras ya sabe que puede tomar asiento.

-Hablar...mi hermano habla y habla...pero nunca escucha. Por eso no sería un buen rey, y por eso nací yo primero.-

Le tiendo un vaso con vino a Tobias, yo no bebo más.

-Dime amigo, ¿Qué opinais de William, el capitán?-

Me senté frente a él y cogí el vaso dándole un buen trago, miré fijamente a George, hablaba siempre de una manera casi irónica de su hermano o al menos eso era lo que yo percibía pero no era momento de seguir con Charles en la boca, porque había pasado a nuestro capitán.

-Parece un hombre íntegro, además, según he podido enterarme: sabe mucho de batallas y quizás también de conspiraciones, es inteligente y arrogante pero no de una manera enfermiza. Creo que os será de gran utilidad en el reino... Aunque no le haría mal sentar cabeza.

Escuchó la puerta abrirse y la sacó de su ensimismamiento. Era Leonor, sonrie levemente mirándola.

- Saludos Leonor.

Se puso en pie y se colocó bien la falda, apoyó las manos sobre su vientre mirándola, a la espera de que hablara.

-Bien bien...Y dime ¿Hay alguna joven de buena cuna con la cual pueda sentar la cabeza, rey mediante?-

Ordeno que hagan llamar a William, aunque este tardará algo más en llegar que Tobias.

-¿Y bien Tobias? ¿Alguna familia que quiera congraciarse conmigo con una hija joven y bella? William va a recibir dos regalos, la chica que creas más oportuna, y el títuo de sir, por sus años de servicio.-

Dejo pasar unos instantes.

-Al mismo tiempo, mi hermano tendrá un terrible accidente. Malditas casualidades...-

Me aseguro de que solo él me escuche decir mis ultimas palabras.

Charles se dejó guiar por la muchacha. Respiraba fuerte, tanto, que su aliento golpeaba sin parar la piel de la chica, de tan cerca que estaban. ¿Es que esa imagen daba? si, él no era buen hombre, él quería el trono con todas sus fuerzas, pero ¿daba imagen de fragilidad? ¿de ser manejable? ¿y cuando acabara todo sufriría el mismo destino que su hermano?

Aquellos pensamientos le nublaban, pero una brisa fresca, con olor a vegetación le hicieron cerrar los ojos, mientras el viento movía levemente su cabello azabache.

Sonrió un poco mirando a Vania.

-Aire fresco...

Repitió, y sonrió un poco más. Le supo a gloria.

Charles se agachó y recogió una hoja del suelo, la fue haciendo añicos mientras caminaba por el bello paraje.

-Vania sobre lo que has oido...no temas, no te pasará nada a ti, si alguna vez me pasara algo, tu secreto está a salvo conmigo.

Casi sin acabar de decir la última palabra, levantó la mirada de la hoja y la miró.

-¿Quién soy para ti, Vania? ¿Segundón, pendenciero pero un rey que te gustaría tener o un hombre al que es fácil de manejar, que nadie me echaría de menos si alguien me apartara, que, lo único de valor que tengo es la sangre que corre por mis venas?

Cuando empezó a hablar de "la sangre que corre por sus venas" apretó los dientes con algo de furia y apretó tanto la hoja en su mano que esta cayo, doblada y destrída. No, no era un estallido de rabia, era un enfado amargo, de tristeza.

Antes había tenido mucha confianza en si mismo, pero ahora se preguntaba si en realidad valía para algo o no.

-Mi señor, no creo que sea buena idea lo de vuestro hermano...

Pero no era yo quien debía convencerlo de aquello.

-Mucho me temo que tengas espías en este castillo pero dejadme eso a mí, que me encargaré de averiguarlo.

Me rasqué la barbilla.

-Quizás vuestra cuñada sería una excelente mujer para el capitán, más aún si vais a convertirlo en sir. Por decir algo, no lo sé, tampoco quiero causar un desaguisado entre Lena y vos...

Las preguntas de Charles tomaron por sorpresa a Vania, no entendía por qué tenía ese ímpetu de hacerla sentir como acorralada y al mismo tiempo, empezaba a disfrutarlo. La confianza que él le mostraba era mucho más que cualquier nerviosismo, que cualquier cosa que pudiera pasar en aquel atardecer frío. Lo tomó de la mano sin responder aún ninguna de sus preguntas y luego lo miró a los ojos, se acercó apenas lo justo, no quería molestarlo de ninguna manera pues estaban teniendo un momento maravilloso.

-Mi señor, no temo... Así como vos habéis confiado en mí, yo confío en vos. Sois mi señor, ¿lo recordáis?

Los ojos de Vania brillaban, estaba emocionada y su respiración se notaba ligeramente agitada. Estaba molesta por haberlo llevado allá a escuchar a sus consejeros pero era con ella misma pues le había causado una tristeza y él había dejado de ser por un momento el monstruo y el hechicero pero al mismo tiempo, ella, que siempre había sido por demás honesta, consideraba que era mejor que él lo supiera de una buena vez. No se apartó ni un poco de Charles, lo miraba directamente a los ojos y pronto, comenzó a hablar.

-Sois mi señor, el monstruo y el hechicero-dijo sin cortarse ni un poco.-Jamás un segundón, sois lo más grande de Consert y si os lo hubieran permitido, seríais mejor rey que vuestro hermano. No creo que seáis un hombre fácil de manejar, nunca-puso una mano en la mejilla de Charles, ella tenía las manos heladas.-Yo os echaría de menos, Su Majestad y ojalá esa sangre no corriera por sus venas...

Tarde se dio cuenta de que estaba tocándolo, tarde se dio cuenta de que había dicho aquello. Bajó la mirada horrorizada, se apartó y le dio la espalda unos instantes.

-Lo siento, Su Majestad... No haga caso a esta sirvienta... Suelo hablar demasiado y no quiero ofenderlo... ¿Me perdonaréis?

Seguía mirando hacia lo profundo del bosque.

-¿La hermanade la reina desposada con un capitan recien nombrado sir? No, Tobias ¿No estarás ya demasiado viejo para la corte no?- rio

-Tiene que haber más chicas disponibles. Si no, bueno, Leonor podría ser una opción.-

Lo miro esperando opciones.

-Además la joven Grace es demasaido fogosa para el capitan...será cosa de hermanas.- rio ante mi comentario

-¿Fogosa? ¿Pero es que...?

No quise pensar mucho más.

-Es una princesa si pero... Vos no... ¡Por Dios! Bueno, Leonor también es una buena opción, quizás deberíais consultarlo con vuestra mujer...

Pensé, a pesar de mis canas en la princesa siendo fogosa, no lo pude evitar.

-No me estás ayudando Tobias. ¿Tan solo Leonor o Grace? No puede ser...-

-Y, precisamente por que Grace es una princesa, es demasiado para un don nadie, serían más problemas que soluciones.-

Voy caminando, acabo por colocarme a su espalda, pongo mis manos en sus hombros.

-Y si, es deliciosa y turbadoramente fogosa, amigo mío. Y gusta de no contener sus gritos un ápice.-

Me divierte ver a Tobias tan nervioso.

Charles miró a su sirvienta a los ojos, ya que ella se colocó ante él, una sonrisa bailó en sus labios cuando ella le dijo lo que significaba para ella e incluso se animó a hacer una broma.

-Vaya, lady Vania, vuestra imagen de mi si que me aterroriza.

Su sonrisa se apagó cuando empezó a pensar en lo que ella decía.

-Consert se me queda pequeño, a donde quiera que mire, veo a mi hermano, en un lugar que me corresponde a mi tanto como a él.

Se tocó el pecho con los dedos.

Cuando Vania colocó su mano, de tacto frío en su mejilla, Charles se silenció y cerró los ojos, él estaba tibio, aunque más que por el ambiente, era por la llama que le ardía dentro, pero su sirvienta la apagó muy lentamente. Poco a poco, los ojos del monarca se abrieron, fijándose en ella de nuevo.

-Majestad, de tus labios, esa palabra es como oro para un rey.

Sonrió levemente y cuando ella retiró su mano, él la volvió a coger entre las suyas y las frotó para que entraran en calor.

-No hay nada que disculpar, Lady Vania.

Paseó con ella por el bosque mientras hablaban. La fresca brisa, antes molesta, por lo helada, ahora le resultaba la mar de agradable, su cabello se le movía al son del viento, como las hojas de los árboles que bailaban sobre ellos.

-Lo cierto es que me has inspirado.

Se detuvo y se colocó ante ella. La miró a los ojos, luego a los labios, y deslizó una mano por el cabello de ella, sus dedos acariciaron parte de su cuello y hombros nuevamente.

-Por mi cabeza ronda una idea. Ir a la justa de mi hermano y volver a Consert siendo rey o volver siendo un cascarón vacío, rigido y frío que será mi cadaver. ¿Qué dirías?

Un soldado caminó aprisa hacia dónde lo habían enviado, su premura no era para nada una exageración y además, encontrar al capitán en aquel palacio no era nada fácil pero finalmente alguien le ayudó y le dijo que éste estaba en el patio de armas.

-Mi señor-se dirigió a él solemnemente.-Su Majestad, el rey, quiere verle y pronto...

Se cuadró esperando por la respuesta del capitán.

Me quedó muy claro que no había tal virtud en la hermana de la reina y no quería como mujer a alguien así para William, el rey tenía razón una vez más. Lo miré a los ojos, estaba bien que se tirara a medio reino pero tirarse a la hermana de su mujer era demasiado. Asentí suavemente.

-Bien, sabéis que estuve en Consert hace poco, existe allí una hermosa señorita, hija de la sirvienta de vuestro hermano. Creo que la joven es aún virgen y además, de la clase de vuestro capitán... Quizás es una buen negocio a convenir con Charles.

Si, me incomodaba aquel tema pero sobre todo porque había tenido que imaginarlos a los dos yaciendo juntos, era demasiado para mi cabeza.

Vania se sintió mucho más tranquila a pesar de que su corazón seguía palpitando con fuerza. Caminó a su lado, más que nada escuchándolo y esperando decir las cosas acertadamente, cosa que sabía le costaría mucho trabajo pero que no dejaría de intentar.

-Si os volvéis un rey, el rey de Neverville, nunca volveréis a Consert, Su Majestad.

Bajó la mirada triste, tenía que hacer algo para dejar de pensar en él como lo estaba pensando y poner los pies bien plantados en la tierra.

-¡No, ni lo digáis! Id y volved pero como lo que sois, un hombre en toda la extensión de la palabra... Yo sé que no hay muchas cosas que pueda deciros pero ya que me tenéis aquí, secuestrada-bromeó intentando tranquilizarse y se sentó en un tronco tomando la mano de él para que se sentara también.-Os voy a contar algo, hace ya tres años que mi padre murió, soy una mujercita ya y no voy a casarme nunca... Ese desgraciado me hizo suya, jurando que era lo que los padres hacían con las hijas-la rubia doncella no lloraba pero se podía ver la tristeza en sus ojos.-Durante mucho tiempo, cada noche que él me tomaba, me sentía como una basura, no podía controlar el llanto... Debía obedecerle, hasta que mi madre me libró de él y esto es un secreto, Su Majestad, tuvo que matarlo...-hizo un alto pero luego prosiguió.-Sin él, las cosas comenzaron a cambiar pero aún así, yo seguía sintiendo que era algo para usar y desechar, mi madre me enseñó que nuestros miedos y nuestras fortalezas viven en el mismo lugar y esto es aquí...

Ella tocó el corazón de Charles suavemente, ya no temblaba y tampoco sentía frío. Le había confesado al señor de aquellas tierras, el asesinato de aquel malnacido que había sido su padre y herrero de oficio. Respiró profundo y soltó sin pensarlo mucho una nueva frase.

-Eres un gran hombre... Y debo confesar que he cuidado tu sueño más de una vez, cuidaré también los sueños en tiempo de vigilia, sólo tienes que ordenarmelo.

-Tobias...¿Que te ocurre? ¿Es el vino lo que te aturulla o quizás imaginar a la bella Grace? Una mujer de su posición, no sirve. Cómo tampoco una princesa. Lo que te pido es una mujer de clase alta ¡Pero no tan alta como Grace! Una mujer de posición superior a la de William, para que esta sea un premio y no un lastre.-

Le miro.

-Pero la idea de ofrecerle a una chica bella y virtuosa de la corte del señor que debe asesinar...eres taimado y venenoso cuando quieres. Es algo que tal vez acepte.-

Me quedé mirándolo, a veces era complicado hacerme en tender; debía ser que las nuevas generaciones se entendían con otros códigos.

-Yo me casaría con Grace... Ejem, no he dicho eso-sonreí nervioso.-Supongo que sería un buen premio, además, no levantaríamos sospechas, puede que incluso la joven acepte participar de... Bueno, sabéis que no estoy de acuerdo con el asesinato pero se rumorea que vuestro hermano baraja la misma posibilidad.

Dejé el vino a un lado, no quería que se siguiera riendo de mí.