Partida Rol por web

Ambos recorrieron los pasillos con lentitud, a Vania no le gustaba hacer ruido dentro de ellos porque temía que alguien del otro lado la escuchara, así que con ese mismo pensamiento llevó a Charles por los rincones como un ratón, tal cual había dicho ella momentos antes. El aire estaba viciado dentro y ahora ambos lo notaban más pero no pasó mucho tiempo antes que encontraran las escalerillas que llevaban a los aposentos reales. Ella, con una mano destruida seguro de tanto tallar, movió el mismo ladrillo que tantas veces había movido y se aseguró que no hubiera nadie del otro lado, lo terminó de empujar para que finalmente pudieran entrar en la alcoba que estaba casi obscura. Enseguida encendió las antorchas y atizó el fuego.

-Su Majestad-dijo ella con la voz temblorosa.-Si deseáis algo más, es el momento de pedirlo porque tengo que ayudar a mi madre a servir la cena...

No lo miraba, no podía; si lo hacía, temía que terminara pidiéndole que la hiciera mujer como nadie en el mundo. Él que había tocado no sólo su piel sino su alma, pero se contuvo con las manos atrás y esperando una respuesta, luego simplemente le daría las buenas noches y lo vería en el comedor como lo que era: el príncipe.

Disfrutaba aquellas cosas, aquellos instintos de los hombres y las normas de educación que les habían enseñado, sonreí mirándolo, era un hombre interesante pero seguramente eso nada más, a menos que pronto le dieran algún título.

-Capitán...

Esperaba que su dama hablara, pero al ver la cara de preocupación de Lucius decidió atenderle a él antes que a su dama, lo que tenían que hacer podia esperar.

- Espera un momento fuera Leonor..

Cuando la chica se marchó, miró preocupada al consejero.

- ¿Qué os ocurre Lucius? ¿Por qué traeis esa cara de preocupación? Tomad asiento..

Se sentó de nuevo en la silla en la que estaba antes de que entrara la dama.

Mira al consejero de la Reina... iba a hablar con ella justo en el momento en el que él ha interrumpido...

-Majestad, queréis que permanezca aquí o deseáis que me retire?

Supone que esas miradas que el consejero le lanza es por que quiere que se marche...

-Mi señora, no es necesario...

Se paró entre la dama y la reina.

-Es algo sobre la fiesta y creo que vuestra dama es de confianza. Sólo quería saber si había interrumpido algo importante. Veréis, me he enterado que el príncipe Charles vendrá y no sé cuánta gente traerá en su comitiva, así que no puedo seguir con las preparaciones del salón y la comida si es que no lo sé... Tampoco sé, por mi poco tiempo en el puesto, qué aposentos he de concederles...

-En realidad, pequeña Grace, nunca molestas.- me encanta meterme con ella, y aunque ella no lo admita ante nadie, adora que le de un trato más intimo que el de lady o princesa.-Creo que es bueno que estés aquí, así podrás ser la primera en felicitar al capitan. O debería decir, Sir William.-

Me levanto y la saludo con un beso en su mano, no se la suelto mientras acerco y le ofrecezco una silla a mi bella cuñada, a mi lado y frente a William.

-Aunque no será oficial por ahora, hay que llevar a cabo ciertos preparativos para la ceremonia. Y El capitán deberá otorgarme un último servicio como tal, pero ya lo hablaré con él más tarde, no quiero aburrirte con los detalles del reinado, Graciosa Grace*.-

Sirvo otra copa para ella.

Recibí el saludo de mi cuñado con algarabía y casi ni disimulé lo mucho que me gustaba que tuviera aquellas confianzas conmigo. Tomé la silla que me ofrecía sin dejar de mirar a William y luego bebí de la copa con tranquilidad.

-¡Oh, vuestras ideas son dignas de reírse, Su Majestad!-dije respondiendo a lo de Graciosa Grace.-Pero para nada me aburren las cosas del reinado, al contrario, sabéis perfectamente cuánto me gustan... ¿Así que Sir? Podríais nombrarlo en la primera cena antes de que empiece la justa...

Ladeé la cabeza suavemente y sonreí al capitán.

Me quedé en silencio tras levantarme al ver a entrar a la pequeña Grace, ya no tenía nada de pequeña y ahora sabía perfectamente que era una mujer. Si no tuviera esposa, le pediría a George que me dejara desposarla pero tendría que conformarme sólo con apreciar su belleza y sus coqueteos de lejos. Observé con atención la reacción de los dos hombres, sin duda cosa que ella hizo también pero que además disfrutaba, no aparentaba ser tan joven por la manera en que se comportaba, sin duda el meterse en la cama del rey le daba mucha más seguridad de la que pudiera imaginar.

-Mi señor-dije solemne.-Si no me necesitáis para nada más, desearía hacerle una visita a mi esposa...

Sabía que George me entendería.

Miro a Tobias un instante, con una media sonrisa y un leve alzamiento de cejas, ese simple gesto le da a entender que seguiré su consejo, William va a ser el afortunado esposo de Grace. Afortunado en parte, ya que yo fui su primer hombre y sin duda visita mi cama con frecuencia.

-Grace, querida, hazme un pequeño favor. Acompaña al viejo Tobias hasta sus habitaciones de palacio, estos dias su salud es frágil, no quiero hacerle volver simplemente por unos documentos que ha olvidado traerme.-

Aprieto la mano de Grace.

-Aprovecharé para hablar con william, no nos llevará mucho. Y después, princesa, debo tratar un asunto igualmente importante que el nombramiento de william, pero con vos, milady.-

Mis palabras son amables, aunque miro a Tobias en cierto momento.

-Y Grace, ayudad a Tobias en las escaleras por favor. Es un amigo apreciado y la vieja herida de caza le molesta aunque disimule.-

Me levanté ni bien George me ordenaba aquello, no solía desobedecerle en ninguna cosa, así que me acerqué al hombre que para nada era un viejo y lo tomé del brazo.

-Será un placer acompañarlo, Tobias.

Miré a mi cuñado con un cierto brillo en los ojos.

-Volveré enseguida, ahora habéis picado mi curiosidad, George...

Salí del brazo de la joven, su calor tan cercano al mío era de por sí un pecado grande pero no importaba, disfrutaría de su compañía aunque más no fuera hasta la puerta de mi dependencia que estaba a unos pasos del castillo.

-Buenas noches, Su Majestad. Capitán...

Salí, caminando como si de verdad me doliera algo, rozando su cuerpo con total descaro pero finalmente, acompañado de la princesa de Hasburgo. Dicho era George.

-Bien william, ahora que estamos solos, te diré que no mentía respecto a nombrarte sir. También te concederé la mano de la princesa Grace de hasburgo, si la deseais a ella. Pero hay una condición. Una complicada condición.-

Dejo pasar unos segundos en los cuales me acerco a una vitrina para admirar las armas allí expuestas. Le vuelvo a mirar.

-Debes eliminar a mi hermano Charles.-

William escuchaba todo un tanto aparte, meditabundo, no acostumbrado a los "juegos de tronos" que se traían los nobles. La palabra caballero resonó en la sala y acto seguido William miró a George. Trató de no sonreir y aquel primer aviso del rey sobre un último trabajo ayudó bastante.

Al comentario de la princesa, William respondió, no sin antes mirar al rey, pidiendo su aprovación.

-Ejem...para mi sería un honor, alteza.

Se aclaró la garganta un par de veces bajo la mirada de Grace, pero no dudó en levantarse nuevamente cuando ella se fue.

-Mi señora.

Sonrió levemente. Siguió con la mirada a su majestad, sin sentarse.

-Sería un privilegio.

Dijo a lo primero y bajó la cabeza a lo segundo, poco tardó en sonreir y volver a mirar al rey.

-He matado a hombres por menos.

Si, y era así, en la guerra, como mercenario y por honra, había cruzado su espada con mucha gente, y como un mercenario, aceptó de buen grado la oferta del Rey, inigualable, y que tendría, por fin, toda la vida resuelta, por no nombrar que se casaría con lady Grace, que, si bien sus maneras no eran de su agrado, su fisico y sus títulos, bien le hacía olvidar lo primero. No obstante, sabía que el rey ya la habia tomado antes pero ¿¿Las putas de taberna que frecuentan no fueron tomadas antes?? sería lo mismo, salvo que la virtud de Lady Grace la habría perdido de forma más...."Real"

Aquellos pensamientos le hicieron sonreir más.

-La gente suele tener accidentes en los viajes, majestad, por no decir en las justas. Pero no le robaré más tiempo, seguro que vuestras excelencia estará muy ocupado.

Charles siguió a la mujer en silencio, no por precaución, sino por no amargarla mas, por no hacerle más daño, y por ende, tampoco hacerse sufrir a él, suficiente tenía ya, con soportar los tejemenejes de sus consejeros y por supuesto, tendría que manejar su plan.

Por fin llegaron a su cuarto. Se acercó a su armario y se atabió con botas nuevas y un abrigo largo, negro con el fondo interior rojo, para que nadie sospechara nada de su viaje. Se giró despacio para mirarla.

-No necesito nada.

No dijo nada hasta que ellla iba a irse.

-Esto....Vania, si necesitas algo tu de mi o tu madre, hazmelo saber.

Le ofreció, agradecido por todo lo que le hizo pasar, pese al dolor, en ese instante, posiblemente los mas felices de su vida.

-Si, mi señor...

Vania se dio media vuelta tras hacer una pronunciada reverencia y salió de la alcoba de Charles cerrando la puerta tras ella.

-Tenedlo claro William. Si fracasáis, no os conozco. Vigilad dónde y con quién habáis, y cumplid la misión lo antes posible. Pero no os precipitéis. La prisa lleva al fracaso.-

Le doy permiso para marcharse con un gesto de la mano.

-Oh, otra cosa. Lady Grace no sabe nada de esto, no es que se pueda negar. Y sin duda os llevará a la cama gozosa, por como os miró antes. Pero william, no deja de ser una princesa, mimada y consentida como tal. Y vos no pasaréis de plebeyo a los ojos de muchos, por más que os nombre sir. Así somos en la nobleza. Desposar a Grace os traerá beneficios, pero en igual medida problemas. No lo olvidéis.-

Voy a mi sillón, dispuesto a esperar a Grace.

El silencio se apoderó de la alcoba del príncipe y el gélido aire que entró cuando la sirvienta salió, parecía más poderoso de lo que en realidad era. La noche había caído ya, sabía que el mensajero estaría de vuelta y que pronto tendría la respuesta. Debía elegir a los que irían con él y cuidarse, cuidarse mucho porque no sólo tenía un enemigo sino varios. Y quizás sólo un incondicional, quizás necesitaría más gente y entre más gente de confianza fuera con él a Neverville, mucho mejor. Tenía que pensarlo muy bien.

William asintió a las palabras del rey.

-Aprecio vuestros consejos. Tendré que rodearme de la mejor gente posible, como bien decís. Solo vos y yo conocereis esto.

Hizo una reverencia y apoyó la mano en su espada, más nervioso, su mano se abría y cerraba constantemente sobre el pomo, con la cruz de la santa orden templaria grabada en ella. Se dio la vuelta despacio y anduvo hacia fuera.

¿Qué haría ahora? primero quitarse la ropa de soldado e ir a la taberna con la plebe, seguro que habían muchos rajagargantas dispuestos a hacer el encargo, por supuesto, sin revelar información y acudir a gente que no le conociese.

William salió del recinto con aquellas cosas en la cabeza y George se quedó allí, mirando hacia afuera, el capitán se cruzó en el pasillo con Grace pero ella apenas le sonrió y siguió su camino para encontrarse con su cuñado.