Partida Rol por web

 Traté de contener mi risa cuando Terence me comentó que esa era su intención, hacer que me ruborizara y la idea me parecio divertida y traviesa, después de todo, no era mas que un niño encerrado en el cuerpo de un adulto.

Tras la numerosa tanda que acababa de recibir, neceistaba un respiro y algo de agua o vino, sentía la garganta seca. Aproveché el descanso para ir detrás, antes de entrar en el espacio, pedí a una doncella si podía traerme un caliz con un poco de vino o agua para refrescar la garganta y después, quise relajarme unos segundos.

Miré a Terence - No - dije con una sonrisa divertida al ver su mirada pero le reté con una mirada traviesa

Que ganas de que todo acabara ... y de que la verdadera fiesta de esa noche comenzará

 Terence sonrió como un niño, la doncella enseguida entregó el vino a la reina y se fue, cerrando tras de sí.

-No voy a haceros nada... Nada que no deseéis...

Tomó la copa y la apartó, besándola rápida y fugazmente pero con mucha pasión, mientras acercaba sus caderas a ella. 

-Realmente me enloquecéis, mi dama...

Se apartó rápidamente y con un movimiento de su brazo, la hizo volver.

-Hora de otras quince, terminará pronto, sólo queda la mitad allá afuera.

La llevó hasta el trono.

 - Vos sabeis precisamente cuanto deseo que esto acabe - dije con un puchero, al sentir su beso me estremecí y notaba como mis pechos se hinchaban.

- Vos si que me enloqueceis - dije con intención de volver a besarle, pero me devolvió a la puerta

Le miré con cara de sorpresa - Esta me la vais a pagar - le susurré divertida y salí al trono nuevamente.

Tratando de mantener la compostura y la cordura todo lo posible.

Solo 15 mas ... 15 familias mas y podría disfrutar de una cena rapida, un baile corto y una noche muy larga.

Retomé mi postura en mi trono, alcé la cabeza e indiqué que podían pasar las últimas 15 familias, rezando por no encontrar nada desagradable y poder descansar de quella pantomima pronto

 Miré a Terence. Tenía los ojos anegados en lagrimas, sentía un gran dolor en el pecho y también sentía que no era capaz de respirar.

Negué con la cabeza, pero no podía hablar. Me faltaba el aire.

Me sentía agobiada, triste, sin espacio, quería esconderme en la oscuridad y que nadie me viera, que nadie me hablara, que todo el mundo se olvidara de mi ... pero allí estaba el, Terence, cuidado de mi.

- Po... podeis ... ma ma marcharos - alcancé a decir entre tartamudeos y costosas respiraciones

- Lu ... luego ... luego nos ... nos nos vemos - jadee temblando, no quería que me viera así.

 Terence iba a rozar su rostro pero era mejor que se fuera, finalmente ella ya lo había ordenado y a él, como su sirviente, no le quedaba otro remedio más que cumplir. Salió dando un portazo, sintiendo que el corazón le hervía con desesperación y dolor, pero no podía hacer nada, no debía. Antes de ir hasta el salón, fue hasta la alcoba de Francis, dentró se escuchaban risas de mujer y un leve jadeo de él.

 En cuanto Terence se fue toda esa pena se convirtió en rabia ... NI SI QUIERA ME HABÍA DEJADO TERMINAR DE HABLAR ...

Noté como cerraba mis puños con fuerza y delante de mí tenía una silla de madera, que la tiré con tanta fuerza que no me hubiera parecido extraño si se rompía. 

Como lance el joyero que tenía sobre el tocador, con algunas de las joyas que me había regalado Francis, un cepillo de plata, otras horquillas ...

Cuando pensé que me había desahogado a fondo rompiendo todo a mi peso me dejé caer contra una de las esquinas de la habitación.

Abracé mis piernas y hundí mi cara en ellas, llorando por la rabia y el dolor, nunca, nunca iba a perdonarle ...

Guillaume había muerto para mí en el mismo momento en que no quiso saber que le amaba y salió de esa habitación sin dejarme decirle que aún le quería.

 La noche era mucho más pesada de lo que hubiera parecido para cualquiera y aunque Helena escuchó durante horas la música en el salón, finalmente esta cesó y el silencio se apoderó de Mountblanc. En la torre más alta y con el frío de la madrugada, Terence aún la esperaba. ¿Iría?

 Cuando la música cesó, me limpié las lagrimas, ya no podía llorar mas ... cogí una capa y me puse en pie. Me dolían las rodillas y tenía los ojos hinchados.

Todo mi cuerpo temblaba pero solo quería una cosa, un abrazo, el abrazo que Guillaume nunca me daría.

Con temor en el cuerpo y fatiga en el alma, me encaminé hacia la torre clausurada, tratando de no cruzarme con nadie, no quería ver a nadie.

Sentía que esa noche, algo había muerto en mi interior.

 Luego de subir una y otra escalera, aún con el cansancio en el alma, finalmente llegó a la torre. Terence se volvió a ella y notó que había estado llorando y no dormida.

-¡Oh, Helena!

Se acercó a ella y la abrazó fuertemente apretándola contra si, sintiendo su cuerpo y la paz que ella le entregaba en cada beso.

-¿Qué os ha hecho ese hombre, mi vida?

Si, quería saber pero quería que ella se sintiera libre de hacerlo y no tener que indagar en ella como un perro olfateando comida.

 En cuanto Terence me abrazó, me sentí bien, pero no también como quería sentirme. 

Escondí mi cara contra su pecho y sollocé. Me preguntó por Guillaume y quería contarle toda la verdad pero no quería hacerle daño.

- Irse - le contesté - No me dejó explicarme - en realidad, era lo que mas me fastidiaba, que no me había dejado explicarme ... que me quisiera o no, era una cosa, pero que se fuera con un pensamiento erroneo ...

Me volví a secar las lágrimas y le miré - Hace mucho tiempo ... el y yo ... ibamos a irnos juntos de aquí - si no era sincera con el, tampoco lo estaría siendo conmigo

- Alguien se enteró y me encerró ... el cree que no fui porque no quería irme con el ... cree que ... le dejé tirado y no es así - volví a ocultar mi cabeza contra su pecho

- Solo quería decirle que lo sentía, que no quería haberle dejado solo toda la noche, estaba encerrada en una mazmorra ... pero no quiso escucharme, se marchó - volví a romper a llorar

Estaba siendo con Terence mas sincera de lo que había sido nunca

- No quiero que sienta nada por mi porque yo no quiero sentir nada por el ... durante todos estos años le he odiado - sorbí por la nariz

- Pero quería decirle la verdad ... y que si me siguiera odiando, fuera por otra razón, no por algo por lo que yo no tuve la culpa - alcé la mirada y le miré a los ojos

- No quiero quedarme sola Terence ... - volvía a sentirme tan nerviosa que me era imposible respirar

 -Helena...

Le levantó el mentón con un par de dedos para que pudiera verlo.

-No estás sola, estás conmigo y nunca voy a dejaros... ¿Lo entendéis? Siempre voy a estar con vos, sólo la muerte podrá separarme de vos.

Pero eso no significaba que no se diera cuenta de que no lo miraba como miraba a Guillaume o de que sus ojos no brillaban del mismo modo como cuando hablaba de él. Sin duda el tal Balzac era el idiota más grande del mundo. Buscó los labios de Helena suavemente.

-Si queréis que os escuche, haré que lo haga. Un noble no puede nunca estar por encima de nuestra reina y luego...

Quiso agregar que lo mataría pero no pudo, no quiso lastimarla así. Volvió a apretarla contra su cuerpo, su amor y deseo por ella eran tan grandes que no le importaba que amara a ese tal Guillaume.

 - No, da igual, no quiero verlo mas, que se marche, no quiero saber nunca mas nada de ese ... ese ... - estaba enfadada, muy enfadada con el, solo me hacía sentir dolor ¿porqué?

Llevaba tres años sintiendo dolor y ya no quería sentir nunca mas que alguien me dañaba

- Se que vos no vais a abandonarme, ¿como podeis ser tan bueno y tan generoso? siempre estais cuidado de mi ... - acaricié su rostro y le devolví el beso.

Debería amar a Terence, era el único que no me hacía daño ... el único hombre que no quería algo de mi, salvo estar conmigo.

Tragué saliva y me encogí bajo mi capa, sentía frio, pero junto a el, todo estaba bien

- ¿Vais a quedaros esta noche junto a mi? - le pregunté abrazandole

 -Esta y todas las noches si vos así lo deseáis, mi señora...

Apartó sus cabellos que se habían mojado un poco y luego la besó larga y apasionadamente mientras la cobijaba bajo el techo de la torre que si bien estaba helado, les servía de cobijo. Suavemente la depositó sobre un montón de mantas que había llevado y había puesto a manera de lecho.

-No es lo que vos os merecéis pero esta noche hay tanta gente en el palacio, que temía nos encontraran...

Apenas se veían sus cuerpos pero no era necesario más para lo que estaba por suceder. Suavemente él volvió a besarla, aún sabiendo que su corazón le pertenecía a alguien más pero no estaba enojado por ello pues Guillaume existía mucho antes que él. Su cuerpo le transmitía calor, calor y deseo pero no quería presionarla, quería estar con ella pero aguardaría a saber si ella lo quería. Quizás sólo quería abrazarlo y descansar en sus brazos.

 Agradecí de corazón las palabras de Terence, ¿como no podía amarle? era ... el mejor hombre del mundo ...

En cuanto me besó, me sentí reconfortada un poco, pero no me quitaba la pena de encima. Debido al llanto, tenía la nariz taponada y apenas podía respirar.

- No soy mas que una mujer, merezco lo que los demás creen que debo merecer - le miré a los ojos, entre todas aquellas sabanas, le miré fijamente.

Me besó suavemente y traté de responderle, pero seguía sin poder respirar y cada pocos segundos tenía que separarme para tomar aire por la boca.

En cuanto tuve la oportunidad, le abracé acunando mi cara entre su cuello y su torso 

- ¿Podeis abrazarme? - pregunté volviendo a reprimir las lagrimas, me sentía mal, por no poder corresponderle como el quería en estos momentos.

 Terence, sabía que no era el momento y la dejó descansar. La abrazó fuertemente.

-No mereces nada de lo que los demás piensen sobre ti...

Dijo con seriedad y además, era real, él lo creía así.

-Mereces todo en la vida, el amor, ser cuidada, amada hasta la muerte, mereces ser la reina que eres y mereces llevar ese trono sola. No me importa no poder desposaros, siempre seré tu fiel consejero pero te quiero a ti en ese trono, a ti sola...

Apretó sus hombros contra él y la dejó descansar.

 Acunada entre sus brazos le escuche.

- Pero no puedo reinar sola Terence ... me casaron porque sin marido, no podía ser reina y como esposa, no he sido mucho mejor - musité

- Francis reina a sus anchas no me deja tomar ninguna iniciativa "eso es de blandos, eso es una locura " - traté de imitarle

- Si pudiera dar ordenes, todo sería muy distinto - suspiré abrazada a el

- Solo agradezco no haber tenido aún ningún heredero ... porqué si ya es malo como Esposo, no querría saber como sería como padre ... - tragué saliva estremeciéndome

Era una mujer sencilla con deseos sencillos, un marido, bebes, un hogar ... gente feliz a mi alrrededor, un pueblo dichoso ... ¿nunca iba a poder tener aquello?

Durante meses, había pensado que un bebé me hubiera devuelto la sonrisa, ahora sabía que era imposible, nunca podría ser Madre porque Francis nunca podría tener hijos y yo, nunca podría tenerlos tampoco.

 Terence la besó y la hizo guardar silencio.

-No pienses en esas cosas, Helena... Pronto podrás ser reina y al morir vuestro esposo, podrás elegir a cualquiera...

Sabía que quizás no podría ser él porque ni noble era pero quizás pudieran conseguir a alguien que estuviera de parte de Helena y dispuesto a fingir ser su esposo o algo así, ya se le ocurriría.

-Pronto serás libre, mi querida... Pronto...

La abrazó y ambos se quedaron dormidos.

  Al poco rato entró un sirviente tras llamar.

Entró el sirviente interesándome por mi estancia - Si, la verdad es que está todo perfecto, y no, no necesito nada

- Genial, le sigo, lléveme a ellos – por fin podía hacer algo, no me gustaba estar sin hacer nada, mi cuerpo estaba cansado y dolorido, pero ya dormiría como un tronco cuando oscureciese, como ya estaba a punto no tenía más que seguirle.

 El siriviente condujo a Guillaume a otra alcoba, seguramente la alcoba de Terence al cual ya habían trasladado y estaba sobre la cama, cubierto y el médico a su lado. Éste último se acercó a Terence y le dijo en voz baja:

-Que no se agite mucho, no le queda mucho tiempo de vida y es mejor que esté tranquilo...