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El Origen

La Torre prohibida, santuario arcano y místico por mucho tiempo olvidado que fue construido en los tiempos del antiguo y poderoso imperio Tevinter. Ubicada en una pequeña isla muy al norte de Amaranthinese cree fue erigida como un centro para el desarrollo de las artes de combate y el uso de la magia.

Durante largos años fue pieza de estudio sin que se lograra saber gran cosa de ella hasta que en años recientes magos de diferentes partes del mundo han logrado hacerse con el control de ella y a su vez con el conocimiento que en ella persistía.

Lo que alguna vez se creyó era un lugar lleno de poderosos secretos no era otra cosa que en centro de entrenamiento y escuela. Y aunque su utilidad no era tan importante en los tiempos actuales, muchos quisieron hacerse con ella; sin embargo, dada su ubicación era impensable que alguien lograra imponer su control en ella.

Olvidada por algunos años se hizo presa del misterio y el misticismo. Fue así que un grupo de osados aventureros decidieron explorar sus adentros más por gloria que por otra cosa. Alimentada por la magia de los últimos magos que estuvieron en ella, la torre reacciono generando una serie de obstáculos a los aventureros que se acrecentaban cada vez conforme se adentraban en los pisos superiores.

Jamás se supo que tan lejos habían llegado, nadie estaba allí para auxiliarlos o para decirle a la torre que se detuviera; algunos creen que aun siguen dentro pues la torre no tiene fin. Y es que si bien en el exterior la torre es solo de 3 amplias cámaras sucesivas, la tercera de estas lleva a diversas puertas místicas que llevan a cualquier osado o suicida que se interne en ellas a los niveles superiores de la torre, los cuales tienen un carácter puramente arcano.

Algunos pocos años atrás, un grupo de poderosos mercaderes lograron convencer a diversos reinos que representaban, que formaran lo que ahora se conoce como el torneo de la torre prohibida. Haciéndose con el control de la torre, diversos magos invitados fueron seleccionados para controlar las pruebas que la torre imponía en cada cámara superior; con ello se buscaba que los más valientes y poderosos guerreros de todos los confines del mundo se dieran cita en la torre para intentar conseguir la gloria que significaba lograr llegar a la cima.

El Primer Torneo de la Torre

A lo lejos en la costa de aquella pequeña isla donde lo único que destacaba era aquella singular torre en las alturas, ya se podía ver a una multitud de personas reunidas y a muchos fuegos pirotécnicos estallar en los cielos. Las celebraciones estaban empezando ya, y era claro que los organizadores no habían reparado en gastos.

Mucho se decía sobre el porque del torneo, algunos creían que los magos de diferentes reinos solo querían probar su poder al máximo y que el torneo era solo una farsa. Otros decían algo parecido pero que eran los mercaderes quienes hacían esto con el fin de un futuro fundar un nuevo reino quizá parecido a las marcas libres. Había quienes aseguraban que los mercaderes lo que buscaban era hacerse con las riquezas que la torre escondía, riquezas que solo podrían conseguir si un lunático se metía dentro a sacarlos. E incluso había estupidas historias sobre bellas princesas encerradas en lo más alto de la torre que deberían ser rescatadas.

Fuera cual fuera la verdad, no tenia importancia para los múltiples aventureros que se reunían esa madrugada en las costas de la isla a bordo de diversos buques provenientes de los lugares más recónditos e inimaginables. Para ellos, lo que importaba era solo las riquezas que podrían conseguir dentro y la gloria que cruzar les daría. Para muchos, el sueño o meta de llegar a la cima era algo que sin duda conseguirían pues se decían ser los mejores entre los mejores.

Pero no solo aventureros se habían reunido para ir a la isla, también había nobles curiosos de ver los sucesos que allí acontecerían, invitados importantes de los diversos reinos quienes tenían quizá sus manos en vueltas en estos asuntos, pero sobre todo había mercaderes, muchos mercaderes.

Este era el primer torneo de la torre, seria la primera vez que abriera sus puertas desde su descubrimiento años atrás. Y eso había causado la gran curiosidad y expectativa que en el se tenia.

La Torre

Una vez todos los pasajeros de los diversos barcos desembarcaron en la costa se toparon con un panorama poco esperado. En el lugar habían sido construidos varios edificios bellamente ornamentados para recibir a los múltiples visitantes, a la par de que el paisaje era por si mismo bello y enriquecedor.

El camino a la torre estaba concebido por una amplia escalera que zigzagueaba sobre las faldas de una colina, sobre la cual se encontraba la torre misma. Faroles de Orleais y diversa vegetación habían sido colocados a los costados para darle un toque bello y formal, permitiendo así elevar aun más la imagen que se tenía de la torre y sobre todo la expectación del visitante.

Si bien al llegar a la costa y al subir por las escaleras ya había suficiente gente como para pensar que se encontraban en un festival, nada mas llegar a la torre, se toparon con todo un enjambre de personas que vociferaban, reían, gritaban y conversaban. Sin duda alguna era la mayor concentración de personas de distintos reinos que podría llegar a verse en cualquier parte del mundo.

Los aventureros fueron llevados a través de la torre pasando por las dos primeras cámaras donde habían sido instalados diversos salones con fines que a los aventureros poco importaban. Para ellos lo importante estaba en la tercera planta, allí había solo una habitación, la mítica sala da las 100 puertas.

Uno de los grandes misterios de la torre estaba justamente en esa tercera planta, era la última a la que uno podía acceder, pero no la última que se podía ver desde fuera. En realidad, los primeros colonizadores que llegaron a aquel lugar pensaron que estaba compuesta por una cantidad de no menos siete plantas y sin embargo solo a tres de ellas se podía acceder, las consecuentes estaban selladas, no había forma normal de llegar a ellas. Incluso se había intentado entrar escalando pero no había ventanas en torno a la amplia pared perfectamente cilíndrica y ornamentada, ni había alguna compuerta en la cima que les permitiera acceder desde allí, por lo que eso fue un fracaso. De hecho en la cima solo se encontró una especie de compuerta de cristal que no llevaba ningún lado y que era parte de una edificación en ruinas en la cima de la torre, la cual se cuenta intento ser retirada, tanto para su uso comercial como para intentar acceder a la torre de alguna forma; sin embargo no hubo poder que lograra arrancar la cúpula de la cima de la torre.

Se cree ahora que aquel que cruce todas las cámaras arcanas habrá de salir justamente por allí; así pues, se cree que es una especie de portal de gran poder, incluso se considera que los pisos superiores de la torre son en realidad un poderoso dispositivo arcano.

La sala de las 100 puertas

Ya en la cámara de las 100 puertas los aventureros recién llegados se toparon con lo que parecía ser un campamento militar en plena guerra. Al centro había un sin fin de tiendas de campaña de diversos tamaños, en su interior había autoridades del torneo administrando asuntos probablemente aburridos e inscribiendo a los participantes, allí seria el primer punto al que había que ir pues cada equipo debía presentarse con un nombre para ser asignado en las listas.

A la par en muchas de las tiendas había mercaderes con objetos de lo más diversos y variopintos. Se sabía que ellos habían costeado prácticamente todos los gastos del torneo por lo que su presencia allí estaba más que justificada. Además de que seria en extremo útil para muchos de los aventureros allí presentes.

En las paredes laterales de la sala se encontraban las míticas 100 puertas, las cuales eran una especie de halos brillantes de cristal los cuales se decía uno podía atravesar sin problemas. Cada una de estas era resguardada por dos caballeros templarios a fin de que un incauto no cayera por error dentro. A la par a un costado de cada puerta había sida instalada una amplia tienda de campaña cuyo fin los aventureros aun desconocían en gran medida, pero por lo que podían ver muchos de los otros equipos ya instalados se encontraban en estas por lo que probablemente los mandarían a alguna de estas nada mas se registraran.

Así el grupo ansioso no tenían más que esperar a que todo iniciara. Pronto el torneo daría comienzo y con el iniciaría su camino hacia la gloria.

Adriana contempla toda la estancia con una gran sonrisa en su rostro, y como tiene por costumbre se dispone a hablar.

-Estoy deseando entrar ya en el laberinto de puertas, me muero de ganas de machacar a cualquiera que se nos presente. Seguro que llegamos muy lejos, tenemos mucho potencial. Dos magos del Círculo y bueno..... una apostata, esta claro que daremos mucho de que hablar. Sonriendo a su nueva líder. -¿Que opina usted de todos modos?.

No me hubiera esperado que hubiera tanta gente por este tipo de evento. Había más gente que en vuestro coliseo, ¿he Khan?

Dije intentando romper el hielo. Estábamos todos muy sorprendidos, nunca antes habíamos visto reunida a tanta gente esperando para vernos...a nosotros...unos aventureros, y tendríamos que ir quitándonos un poco la timidez.

No había tardado demasiado la galera fluvial en llevarme junto con otros muchos aventureros, a la isla que tanta fama había alcanzado a causa del torneo que estaba a punto de comenzar.
Y cuando, tras una tranquila y corta singladura, salto sobre el muelle, no tardan en rodearme, toda clase de gentes y sonidos.
Si. El ambiente variopinto sin duda. Pero eso, no basta para desviarme de mi objetivo.
Y así, deo atrás los muelles y me interno en la isla siguiendo una senda transitada tambien por otros muchos aventureros.
Marcho concentrado en mi objetivo, con ambas manos descansando en las empuñaduras de mis hachas.
Y solo cuando diviso el gran campamento montado a los pies del lugar del torneo, me permito una leve sonrisa.
Las puertas de Orzammar en día de mercado es lo que parece la escena.
Apenas tardo unos momentos en ultimar mi equipo comprando una poción y una ración para una semana y hecho esto, me dirijo resuelto a presentar mi inscripción en la prueba que ha de acontecer.
No tarda en administrador en asignarme a uno de los equipos listo ya para iniciar su aventura y cruzado de brazos, me limito a observarlos en silencio.
Uno de mis compañeros habla en ese momento y yo, giro levemente la cabeza para contemplar tambien a su interlocutor.

- Por las bragas ardientes de Andraste, ¡Qué de gente hay aquí reunida! - comento sorprendido al llegar a la sala de las 100 puertas y ver la magnitud que suponía el evento del torneo - Acostumbrado a los cuatro gatos que hay en el círculo, esto es impresionante. Seguidamente me acerco a uno de los administradores del torneo para registrarme como participante y luego me acerco donde parece que se están congregando alguno de mis camaradas.

Esto es realmente excitante, ¿verdad chicos? Casi no puedo expresar la emoción que siento ante tal espectáculo - le comento a mis compañeros de grupo. Aún no estábamos todos así que tocaría esperar a que aparecieran los demás.

El taciturno enano había llegado a la isla de la Torre Prohibida en un barco mercante junto a decenas de curiosos, ladronzuelos intentado ganarse un sobresueldo y comerciantes que no dejaban pasar la oportunidad de enseñar sus productos. Khan había decidido pasar inadvertido cubriéndose con una capa color verde oliva, a fin de evitar que los viajeros vieran sus armas y le agobiaran con preguntas acerca de su objetivo. Estaba claro que aquella Torre era un lugar donde arriesgar la vida y buscar fama y fortuna, cosas que no podría hacer si seguía trabajando custodiando caravanas o haciendo de guardia eventual. No, aquel sitio le llamaba como el fuego llama a las polillas en la noche.

Afortunadamente, la organización del Torneo le había facilitado un grupo con el que ponerse en contacto, ya que estaba prohibido participar en solitario. Aquello no le gustaba a Khan, sobre todo porque no solía confiar en nadie a no ser que se ganasen su respeto. Si a eso le añadías que tenía que estar bajo las órdenes de otro, era comprensible el gesto ceñudo que llevaba grabado en el rostro.

Las primeras horas las había pasado regateando con un comerciante de mulas local, quien intentó estafarle con un ejemplar cojo de la pata derecha. Sólo hizo falta mostrarle el filo del hacha que portaba a su espalda para que el mercader considerase seriamente volver a intentarlo. Algunos participantes en la contienda se burlaron de que llevase una mula, de lejos y cuchicheando, pero Khan sabía bien lo que se hacía. Una manera de llevar peso extra siempre era útil, y además podrían utilizarlo para llevar a los heridos, si los hubiera, amen de ser una fuente de alimento adicional por si las cosas se torcían.

Ya pertrechado, y esperando a que el resto de sus compañeros se reunieran cerca de la puerta que les había sido asignada, Khan dedicó una seria mirada al elfo que le había preguntado, un mago del que había decidido no aprender el nombre.

- No sé de qué Coliseo me hablas, orejas picudas - dijo, escupiendo al suelo y volviendo la mirada al frente - Si tuviera un pedazo de tierra al que pudiera llamar mío, no estaría aquí.

Tras la seca y agresiva respuesta, dedicó una leve mirada a las hachas del otro enano, asintiendo lentamente. Al menos lucharía junto a un hermano.

Brok, eller hur? God stål, vad förde dig till tornet? - dijo, en su gutural idioma

Me giro de nuevo, para contemplar a otro de los integrantes de nuestro grupo y, a juzgar por sus vestiduras, bien podría parecer un mago. Sin duda, un valioso aliado en el grupo. Y puesto que tras sus palabras se hace un silencio algo incomodo, doy un paso al frente antes de decir.
Excitante y peligroso maese mago. ¿Acierto verdad?
Mi vista se pasea por los rostros de todos los presentes antes de añadir.
Puesto que parece que nos va a tocar compartir la gloria y la sangre, hora es ya de que me presente. Brock es mi nombre. Enano de superficie, acostumbrado a viajar como escolta desde las puertas de Orzammar hasta la capital de Felderen.
Hago una escueta inclinación de cabeza antes de añadir.
Que vuestros filos derramen la sangre de vuestros oponentes y que vuestros hechizos destrocen su voluntad de lucha. Por mi parte, sabed que en mi hallareis a un combatiente fiel y leal.

Sonrío levemente al escuchar mi idioma natal. Y me dedico por un segundo, a contemplar al que lo ha usado para dirigirme la palabra.
Hablando en común, por deferencia a los demás, palmeo con gesto satisfecho las empuñaduras de mis hachas antes de replicar.
Fortuna y gloria hermano. Eso es lo que me ha atraído hasta aqui.Ni mas ni menos. Era inevitable que un desafío de esta envergadura, atrajera a gentes de nuestro pueblo.

Tras un rato dando vueltas por la zona un poco perdido por fin diviso a parte de los miembros del grupo y me acerco a tiempo de oir los últimos comentarios.

- Por mi parte, preferiria que mis enemigos se desangrasen solos maese enano. Aquí Edvant, encantado.

Dicho esto alzo la mano para estrecharsela.

Encantado igualmente, maese Edvant.
Algo hay en el rostro del recién llegado que hace que, por un parpadeo nada mas, lance un vistazo a mi magra bolsa mientras estrecho la mano que se me ofrece.
No negare que tenéis una filosofía interesante Algo ingenua quizás, pues tengo comprobado que los oponentes, no suelen morirse solos. Necesitan ayuda por mi parte. Pero no suele ser un problema para mi.

Raven llego a la isla, observando la extensión de aquel lugar, sin dudar siguió a aquellos que les guiaba hasta la torre, observando las casas las construcciones exquisitamente decoradas y preparadas, algo innecesario para una isla que poseía una torre como esa, pero esos comentarios eran cosa de ella.

Miró el grupo variopinto que formaban, enanos, magos, elfos... estaba comenzando a plantearse si no era un futuro circo.

- Un placer, señores, ¿venimos todos a lo mismo o hay gente de vacaciones?- dijo mientras se colocaba un mechón rebelde tras la oreja, mirando con sus ojos rojizos a todos, deteniéndose en los enanos, era raro verlos fuera de sus minas, eso los hacía exóticos en cierto modo.

Tras un larguísimo y misterioso viaje, llegaba por fin a esa torre que tanto había vislumbrado en sueños. Se adentraba en la sala central con buen porte, desconfiando de tal multitud y de la cantidad de guardias que repudiaban su misma existencia. Una vez identificaba la tienda principal, se embebía en su alrededor para avanzar con sutileza, invitando a los demás a seguirla con un brusco movimiento de su macabro báculo.

En su camino contestó a la entusiasta maga con voz firme y seria, incapaz de ocultar una tenue molestia. Llámame Ivar, le imploró con respeto. Preferiría que no lo hicieran, no esperaba que mi destino me trajera a un nuevo y retorcido circo. Tras dar su opinión, con cierta dificultad aún en el dominio del idioma, se detuvo un segundo y posó su mano en el hombro de su compañera. Pero comparto tu coraje y deseo. Por contra su expresión no siempre conseguía acompañar a sus palabras. 

Hola Ravena, le contestó a su saludo. Sí, debemos inscribirnos. No tenía muy claro a qué se refería aquella joven, tampoco deseaba en entrar en detalles innecesarios sobre qué les había llevado hasta allí, sólo se introdujo en la tienda con el resto de aventureros y marcó un pergamino con uno de los símbolos dibujados en su mejilla.

Haciendo caso omiso al resto de participantes, Elrohir seguía a los integrantes de su grupo al proceso de inscripción.

El tiempo separaría a los presentes entre aprendices muertos y héroes míticos, pero él finalmente lo que deseaba era superar la torre para demostrar a todos aquellos que se negaban a reconocer su valía, únicamente por su condición. Y además, si poder conseguir algo de beneficio.

Adrina, no tengas prisa por machacar enemigos, lo mejor es superar las etapas lo más rápido posible. Creo que nuestra opción es golpear rápido antes de que se den cuenta de que estamos allí, y superar la etapa lo antes posible. ¿ No crees Ivar ?

-Sorprender a tu presa es muy divertido, pero no consigo ser tan sigilosa como quisiera. De todos modos supero con poder a mi sigilo, y que los enemigos me vean me importa poco, tan sólo quedará de ellos una cara en llamas, jajajajajaja su carcajada simpática no tenía relación con sus macabros pensamientos,-pero chicos, reir un poco, es sano.

-¿Habrá buenas mercancías en estos tenderetes?

Los distintos miembros de los grupos se organizaban lentamente, mientras comprobaban su equipamiento y las distintas estrategias que iban a mantener.

- Jilokasin, ¿no? - dijo, dirigiéndose con gesto serio al que iba a ser su líder - ¿Qué experiencia tienes en combate? Quiero saber de qué pasta estás hecho.

Tras llegar a la isla Vyrin se empieza a sentir incomodo, demasiada gente para su gusto, y lo que es peor, demasiados templarios cerca. No compartía ninguna de las doctrinas del clero, pero sí creía en el Hacedor, pues era de la opinión de que nadie debería hablar por Él, más que Él mismo.

Tras deambular por la zona durante un buen rato, observando a todas las gentes que habían acudido al evento, buscando sin suerte a alguien de su fraternidad o conocido, decide ir a inscribirse para el torneo, para eso había ido.

Tras una larga espera responde a las preguntas reglamentarias para poder inscribirse, sintiendo una desagradable sensación causado por todos los templarios que había en ese piso. Después de inscribirse, preguntándose si sería una buena idea, decide revisar sus pertenencias para que todo esté en el mejor estado posible cuando tenga que ser usado, mientras observa que clase de personas se inscriben en el torneo. Nunca está de más saber qué clase de personas atrae este evento.