Partida Rol por web

Rutina

7:00 a.m.  Despertar.  Krant o el heraldo encargado despierta a los acólitos y los lleva al comedor (T9) para un almuerzo escaso consistente en pan, agua y alguna que otra fruta más pocha que madura.

7:30 a.m.  Trabajos simples. Esto normalmente implica limpiar los establos, cortar leña, transportar alimentos a las cocinas o a las habitaciones personales de algún heraldo (se dejan en las escaleras del templo que llevan a la segunda planta), y mantenimiento de armas y armaduras.

11:00 a.m.  Rezos y tutelaje en el templo. El Sacerdote Egarthis baja a la sala del templo (T6) para instruir a los acólitos, tanto nuevos como veteranos,  sobre el poder y la gloria de Razmir. Durante la hora que dura la clase se habla sobre las maravillosas andanzas del Dios, su generosos regalos para sus fieles, y su increíble poder.

12:00 p.m.  Comida. Consiste en media hogaza de pan, algo de tocino, una fina loncha de queso y un cuenco con estofado de patata (T9).

12:30 p.m.  Limpieza.  Los acólitos deben limpiar la primera planta del templo, de rodillas, con pequeños cepillos de mano, jabón de sebo y agua.

3:30 p.m.  Rezos del mediodía.  La mitad de la congregación asiste a esta sesión de rezos en el hall principal (T6); es un acto obligatorio para todos los acólitos. Uno de los heraldos es el encargado de dar el sermón del día, que consiste en un montón de pomposas letanías y salmos dirigidos al Dios Viviente.

4:30 p.m.  Entrenamiento.  Los acólitos son llevados al patio (T1)  para ser entrenados sobre cómo actuar en público. Comienza normalmente con instrucciones sobre cómo desfilar en grupo, caminar con solemnidad y mantener la compostura. Tras ello la cosa cambia y se hace incapié en cómo forzar a alguien para que done su dinero, cómo parodiar y ridiculizar a otros dioses(para ensalzar de paso a Razmir), y cómo lidiar con los guardias de la ciudad y con todo aquel que trate de interferir en los asuntos del templo.

7:00 p.m.  Cena.  Consistente normalmente en un guiso de vegetales con algún trozo perdido de carne flotando en él (para los afortunados), pan duro y un vaso de vino o cerveza.

7:30 p.m.  Rezos de la tarde.  La otra mitad de la congregación asiste a esta sesión de rezos dirigida expresamente por el Sacerdote Egarthis. Los acólitos deben asistir obligatoriamente. Aquí es cuando se ve realmente el verdadero caracter del Sacerdote Egarthis, quien no duda en castigar, una vez finalizada la ceremonia y mediante latigazos, a todo aquel que muestra el menor signo de aburrimiento o pérdida de atención durante ella.

9:30 p.m.  Transcripciones. Los acólitos son enviados a la habitación de recepciones para que pasen las dos últimas horas del día copiando textos sagrados a la luz de las velas (T4). Un sacerdote vigila esta tarea. Es obligatorio completar un número determinado de textos, por lo que los más rezagados deben hacer horas extras hasta completar su labor.

Los gritos de Krant despertaron a la Pitonisa y el corazón le dio un vuelco. No estaba acostumbrada ya a que la levantaran de forma tan brusca. Normalmente era el Blessen, aquel dulce y cotilla niño del templo de Kassen, quien la despertaba con suavidad después de que ella lo hubiera solicitado al Padre Prasst. El Sumo Sacerdote apenas podía negarle nada. Pero ahora no estaba en su sencilla pero confortable habitación, sino en el templo del malvado Dios Razmir.

- Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrroooaaaaaarrrrrg.- No era ella la que gruñía sino su estómago. Estaba hambrienta y eso le hizo darse cuenta con rapidez de dónde estaba: en el templo del malvado Dios Razmir que mataba a sus acólitos de hambre.

¿Desayuno? Alabado sea el Débil quién aprieta pero no ahoga.

Se lavó el rostro en una palangana con agua helada y se apresuró sin mirar atrás hacia el comedor para desayunar. Apenas pudo disimular la decepción al ver el desayuno. 

- Pero...- Se cayó para no recibir una reprimenda y engulló todo lo que pudo y más. No dejaba ni las miguitas y , si Togo se descuidaba, se comía lo suyo también. Una mujer grandota como ella necesitaba, sin lugar a dudas, más comida que un niño como él.

Tras hacer unos pocos trabajos rutinarios llegó la hora de recibir instrucción del Sacerdote Egarthis. Alé no daba crédito a la formación que allí se daba. Era vergonzoso y daba gracias por tener el rostro oculto tras la máscara. Todo cabreo visible quedó atrás a la hora de la comida.

- Afí fí, oh Rafmir, agradefemos eftof alimentof que nof daf generofamente. Unof acólitof bien alimentadof fon acolitof máf productivof.- Y así parecía ser pues el resto del día Alétheia se mostró extremadamente eficiente. Limpiaba como la que más. Sus rodillas ya tenían cayo de rezar en el templo del Débil frente al Padre Prasst y, sabedora de cómo eran los hombres, frotaba con ansias dejando el escote bien abierto para que el heraldo se distrajera observando el bamboleo de sus generosos pechos. Quizá así consiguiera distraerlo para que sus compañeros no lo pasaran tan mal.

Pero si la había parecido mal la clase de la mañana, la de la tarde le puso el vello de punta. Aquello era una secta y el entrenamiento consistía en formar a unos maleantes en toda regla. 

Cuando el Padre Prasst sepa todo esto...

Pensar que la Suma Sacerdotisa era una mujer alentaba sus ganas de encontrarse con ella y agarrarla de los pelos. Tras la frugal cena, Alé demostró también una inusual habilidad para descifrar los textos entregados a los acólitos. Una tarea aburrida y tediosa pero que ella agradecía para no tener que pensar en comida. En un par de horas los había acabado. Quizá así la dieran algo más de comer para pasar la noche.

- He acabado.- Dijo con una dulce sonrisa.- ¿Qué hago ahora? ¿Ayudo a los más torpes a cambio de parte de su desayuno de mañana?- Hubiera ayudado a otros sin recompensa pero creyó que, estando interpretando a una seguidora de Razmir, no podría ayudar a cambio de nada.

Alétheia había supuesto bien, la colaboración en lo que a las obligaciones de los acólitos se refería, nunca se hacían de balde. Todo conllevaba un pago, pero, a vista de los miembros superiores de la orden, aquello no podía permitirse. El heraldo negó con la cabeza antes de mandar a Alétheia a la cama, cada uno debía ser consecuente con sus actos y, en su opinión, ayudar a los más débiles únicamente contribuiría a debilitarlos más. No obstante, como vería más adelante, el chantaje entre compañeros, los abusos y las delaciones estaban a la orden del día. Tiempo al tiempo.

Vete a descansar, lo necesitarás… - ordenó el sacerdote para despachar a la Pitonisa del Débil. Sabía bien, por experiencia propia, lo que les esperaba a los nuevos miembros de la orden.

El ajetreado día fue más molesto que cansado. Molesto porque a Tanyl lo que le gustaba era holgazanear junto a su gato, ir dónde él quisiera cuando él quisiera y no ajustarse a un horario laboral tan estricto.

Pero estaba en una misión y tendría que acatar las órdenes por aquella vez.

Limpió los suelos con eficacia, copió los textos que le dieron los monjes sin ningún problema. Comió la bazofia que le dieron sin protestar (acordándose siempre de guardar algo para Fuzuli,que esperaba ver en breve). Y al final del día obtuvo su recompensa: tumbado como si nada en su nuevo lecho, se encontraba durmiendo su familiar. El hechicero tuvo ganas de ir a cubrir de besos a la oronda bola de pelo, pero se lo pensó en el último momento y lo que hizo fue levantar al gato por los aires para darle un susto de muerte. Así de contento estaba el semielfo de ver a su alma gemela, así era cómo siempre se lo demostraba.

Luego, para que la sangre no llegase al rio, le ofreció la comida que había guardado para él.

¿Qué tal fue el día?- le preguntó mientras le acariciaba el pelaje

No ganaba para sustos e incomodidades. Fuzuli dudaba mucho que su espléndido pelaje volviese a ser lo que había sido; de hecho ya notaba como la desnutrición y el estrés hacía mella en ellos después de un día en ayunas. Los otrora brillantes reflejos azulados que su pelo reflejaba a la menor caricia de la luz, reclamo irresistible para las gatas callejeras por donde quiera que pasase, parecían más apagados bajo la claridad ondulante de aquellas antorchas. Puede que hiciese falta lamerlos más aún pero, con la carencia de agua a la que su porteador le tenía sometido, las bolas de pelo serían demasiado molestas. Lamer o no lamer…esa era la cuestión. Su felino cerebro valoraba ambas posibilidades mientras descansaba en un estado de duermevela. De repente el mullido y cálido colchón desapareció bajo su cuerpo.

Abrió los ojos sorprendido y sacó las garras, listas para agarrarse a cualquier superficie por muy estrecha, dura o delicada que ésta fuera, y pataleó arañando el aire entre las dos literas. Entonces lo vio. Allí estaba su porteador. ¿Cómo no le había escuchado? Porque por supuesto, él había estado en duermevela todo el rato, nunca dormido. No…nunca dormido.

Ya está bien… - Parecía decir el gato con la mirada una vez se le pasó el susto. ¡No sabes las duras batallas que he tenido que librar para defender mi cama de todos esos monstruos de blanco pelaje! – Fuzuli hubiese seguido echando en cara a Tanyl el hecho de tenerlo allí abandonado pero la caza que el semielfo traía lo tranquilizó. Guardaría para otra ocasión aquellas quejas junto a la larga lista que atesoraba en su cabeza; porque no había olvidado aún el horrible viaje en aquel barco ni las experiencias en la sucia casa del anciano barbudo.  

Mucho mejor…sí…así…ahí…muy bien…- Se decía Fuzuli entre ronroneos mientras Tanyl lo acariciaba. ¡No, ahí no, más arriba! – Advirtió a su porteador de un mordisco cuando éste lo acarició en la barriga. ¡Aún no es el momento de acariciar ahí!

Antes de que el sueño apresase a dueño y compañero - jerarquía en la que el escalafón que ocupaba cada uno dependía de a quién se le preguntase – Fuzuli narró y exageró con sus gestos, miradas y pensamientos el suplicio que había sufrido al estar en aquella habitación durante todo el día; soportando las constantes tiradas de dados y los desprecios de aquellos seres que no le dejaban meterse en los cofres de mullidas prendas blancas, en las cuales no había podido dejar su olor, y de cómo le habían expulsado de la cocina en cuanto había asomado el hocico por allí para ver si todo estaba en orden y necesitaban su ayuda en algo. Nunca para mendigar comida, no, eso nunca... - Desagradecidos… - Dijo antes de caer en un letargo profundo sobre el pecho de Tanyl que duraría hasta que un energúmeno entró en la habitación dando voces.

Día tercero desde el ingreso en la orden...

¡VAMOS! ¡ARRIBA GANDULES! ¡QUIEN NO ESTÉ EN PIE EN MENOS DE UN MINUTO SE QUEDA SIN DESAYUNO! -La tronadora voz del hermano Krant resonó como el berrido de un gigante en las silenciosas y oscuras barracas. Los acólitos más veteranos, entre los que se encontraba Polsen y sus dos camaradas, fueron los primeros en saltar al suelo desde sus altas literas para acto seguido comenzar a vestirse con las túnicas a toda prisa. Dado que en las barracas sólo había dos palanganas con agua limpia todas las mañanas había empujones y riñas - las cuales no llegaban a más por la presencia del agresivo heraldo - por ser el primero en lavarse en ellas.

Las tareas en aquel maldito templo continuaban una tras otra y con ello la fatiga y el malestar de Rhylen. El primer día lo comenzó con ciertos ánimos pero poco a poco, y al ver la dureza de las mismas, su entrega fue cayendo exponencialmente.

No era ningún secreto que aquel viejo guerrero se había convertido en un auténtico gandul. Acostumbrado a que todas sus tareas cotidianas cayesen a la espalda de la siempre atenta Justina, Rhylen se había limitado los últimos años a asegurarse tan sólo a que no faltara vino en las estanterías de su casa.

Las tareas físicas de limpieza le aburrían sobremanera, lo que provocaba que siempre fuese el último en terminar. Los insultos y la presión que el heraldo centraba sobre él al ver su desgana casi provocaron que hiciese uso por primera vez de la daga que tenía en su poder. Se lo pensó dos veces, quizá tres…, y decidió seguir con la tarea aunque mostrando una actitud negativa inalterable.

Pero lo peor estaba por llegar. Las tareas de escritura terminaron por mermar el estado anímico de Rhylen. El pobre desgraciado no sabía ni agarrar correctamente la pluma, no digamos ya conseguir transcribir de manera correcta aquel montón de mierda en forma de papel. Su asiento estaba lleno de bolas de pergaminos arrugados por los intentos fallidos. Al igual que en las tareas de limpieza siempre era el último en terminar, llegando incluso a quedarse dormido encima de las escrituras arruinando el trabajo realizado y obligándole a comenzar de nuevo. Al final fue incapaz de terminar ni un solo documento, y tras varios insultos que bien era cierto que le entraban por un oído y le salían por el otro, el heraldo lo enviaba a su habitación al considerarlo un auténtico inútil.

A la mañana siguiente, los gritos de Kant dando su peculiar buenos días, fueron respondido por el anciano con un bufido de desagrado y el posterior enterramiento de su cabeza bajo la almohada. Tardó varios minutos en incorporarse, hasta el punto que mientras sus compañeros ya estaban listos y dispuestos para sus tareas, Rhylen aún se encontraba sentando en la cama tratando de despejarse. Se avecinaban problemas… 

La elfa limpiaba las suelos por primera vez en su existencia. La exporadora había encontrado la forma de hacerlo sin estar agachada, agarrando los cepillos con sus pies, parecía que esta ocurrencia no era bien vista por el acólitO. Bastó una mirada para que la elfa limpiase como los demás el suelo. Una ardua tarea que no tardó mucho en realizar. Se resentía al incorporarse, pero más por la postura en la que había estado que por cualquier tipo de fatiga. Una tarea árdua, pero nada a lo que no estuviese acostumbrada. Cazar en los bosques y seguir rastros se podía parecer en las posturas. Así la elfa más que limpiar parecía que rastreaba los suelos y buscaba entre ellos. Pasaba el cepillo como si fuesen sus manos explorando aquel suelo nuevo.
Aburrido, no había nada fuera de lo común.
La tarde no fue mucho más provechosa. La transcripción no era nada que dominase una exploradora afincada en los bosques de Fangwood. La protectora de los animales que habitaban dicho bosque no era muy amiga de los libros y mucho menos de la escritura. Esta tarea casi le parecía igual de tediosa o más que la de la mañana. Imitar caracteres no era difícil para alguien que había comenzado en secreto a dominar los escritos.
Tras la muerte de Assar en el templo de la Llama Eterna, algo había cambiado en Hostawen. Cuando su lanza atravesó las costillas y encontró el centro de su oscuro corazón desató la maldad que habitaba en el templo y atemorizaba los bosques. Pero también desencadenó la aparición de Ekat y propicio un extraño vínculo que ataba a la elfa con Fangwood de por vida. Ese trato parecía estar sellado por la adopción del último habitante de Fangwood...

El último habitante que había llegado a los bosques de Fangwood, deambulaba famélico junto a sus hermanos. Eregido líder por nacer escasos segundo antes que sus hermanos, por ser el mayor y el más fuerte, pareció también ser el más inteligente. Mientras sus hermanos fueron a por la presa más grande y entrada en carnes Rakna se topó con una raquítica bípeda que le miraba fijo a los ojos. Un desafío que no aceptaría el líder de la manada. Llevaban días sin comer y lo que antes era un bosque rebosante de vida, parecía ahora un bosque sin vida. Una extraña maldición parecía condenar a la manada de Rakna a la muerte, por suerte un grupo de humanos saciarían su hambre. Y lo que llevó a Rakna devorar uno de los chuletones que arrojaba la raquítica elfa, uno de sus hermanos moría devastado. El otro era presa de un viejo, no duraría mucho más, su cuello se partiría tras una presa. Rakna pudo mirar una vez más a los ojos de la elfa, otro chuletón caía a escasos metro de él. Parecía que le había salvado la vida. Rakna cogió su comida y se fue a la seguridad de los bosques. Ahora sólo era un lobo solitario en un bosque maldito. Cazar en soledad requería mucha más astucia y energía de la que requería la caza con sus hermanos.
No muchos habitantes de Kassen saben la magia que reside en los bosques y como la diosa Enhola guía a sus habitantes por su destino. Condenado a muerte Rakna aceptó su destino. Sin comida y sin sus hermanos las posibilidades de sobrevivir eran más que remotas. Entonces se obró el milagro, un unicornio brillante en una explada del bosque susurraba. Y pudo sentirlo... Sintió como la presencia maligna menguaba hasta desaparecer. El silencio se aprobiaba de los bosques y mientras Rakna se acercaba al sitio en el que aquella maldad dejaba su existencia, los habitantes del bosque regresaban ruidosos, la vida volvía a Fangwood. De una cueva con extraños grabados en su entrada salía la misma elfa que había alimentado.
"De la única comida que has recibido de estos bosques" decían los susurros "De la misma mirada que te protege y te daña" decía la voz en su cabeza "encontrarás tú única salvación"...

Al llegar a las celdas tras el laborioso día de trabajo, Hostawen pudo recoger a Rakna. La habitación estaba destrozada, parecía que Rakna no empatizaba con aquel sitio.
-Ey, chico... ¿Me has echado de menos? Vamos, es hora de volver conmigo. Gracias...-dijo la elfa mientras acariciaba a su compañero. Este se dejaba acariciar y volvía junto a la elfa para dormir a los pies de su cama. Era cómodo dormir con Hostawen pues sólo necesitaba dormir unas pocas de horas, después la cama era suya.
Para cuando Krant entró la elfa ya se estaba aseando. El pobre se pensaría que sería él, el primero en estrenar el lavadero, pero una elfa necesita descansar menos. Mientras Krant se lavaba, la elfa con un slbido llamaba a Rakna para que le siguiese. Comía su ración y cogía una ración para Rakna. Él último que llegase a la comida no tendría ración, seguro que los acólitos verían con buenos ojos esa acción y a la elfa poco le importaba quien fuese el que se quedase sin ración. Todos tenían un corazón malvado...

Tanyl había dormido a pierna suelta, tal y como se duerme después de un trabajo bien hecho, con la conciencia tranquila. Y es que al jóven semielfo no había muchas cosas que le alterasen su tranquilo caracter y por tanto solo había sido abordado por dulces sueños... Hasta que aquella horripilante voz le hizo levantarse de un salto.

Que ni decir tiene que para cuando alcanzó una de las palanganas, esta ya se encontraba turbia. Miró con asco los restos de esputos, pelos y otras lindezas que flotaban en sus sucias aguas y decidió que aquel día no se lavaría, de esa forma recuperó algo del tiempo perdido en despertarse y llegó a tiempo para el desayuno.

Buenos días- saludo a sus compañeros- alguna novedad? - añadío en voz más baja.

El inquieto mediano se despertó justo después de escuchar a Hostawen. El pequeño no solía dormir mucho y tenía el sueño ligero. De ese modo y al igual que la semielfa, cuando Krant entró exigiendo a gritos puntualidad, Togo ya estaba preparado y pudo disfrutar del frugal desayuno sin problemas. Como tampoco era de mucho comer no le pareció mal las raciones que allí se daban.

Las primeras tareas el mediano las hizo con entusiasmo y cierta facilidad, pues la gran mayoría de ellas son las que realizaba habitualmente en Las Siete Platas.... ¿Qué habrá sido de su amigo...? ¿ Que pensaría al levantarse y ver que había desaparecido sin dejar rastro... Togo recordó a su amigo Jimes y a Trelvar con cierta nostalgia. Allí lo pasaba bien a pesar del trabajo, pero aquí... la estancia en el templo de Razmir iba a ser dura, pero era el precio que tenía que pagar por correr su primera gran aventura. Y Togo no tardó ni un día en hacer su primer pago con un buen sofoco tras las tareas de limpieza. Su poca estatura y bajo peso  hacía que eso de frotar el suelo, para él fuera un suplicio. Lo que a una persona de tamaño humano le costaba una hora a él le costaba el doble, pues sus  cortos brazos y pequeñas manos cubrían una superficie muy pequeña en cada pasada y tenía que frotar el doble. Togo acabó destrozado, porque además lo hizo con mucha dedicación y eficacia, ya que quería dejar muy buena impresión en su primer día en el templo.

Tras los rezos, a los que también prestó mucha atención, llegó la hora de la formación de los acólitos y Togo, como en el resto de tareas, puso mucho interés, aprendiendo a la primera todos y cada uno de los protocolos que se enseñaban, destacando el pequeño y con gran desparpajo  a la hora de saber como sacar dinero a la gente, parodiar a otros dioses  y sobre todo en cómo lidiar con los guardias, cosa que por suerte o por desgracia ya había tenido que hacer en Skelt en no pocas ocasiones. Sin duda El mediano destacaba en el uso de la palabra y sabía como sacar partido de cualquier comentario y réplica que se le hiciese. Fue en este menester en el que Togo destacó por encima incluso de alguno de los monjes más veteranos...

Tras la frugal aunque suficiente cena llegaron más rezos, durante los cuales el entregado mediano estuvo atento también, como en él venía siendo habitual. Solo Evlar y pocos más parecían tener más entrega y disposición  que Togo por convertirse en uno de los alumnos más aventajados del templo. 

Y para finalizar el día la última tarea fue realizada por el mediano también con gran eficacia. El pequeño se fue a la cama de los primeros y con la cabeza bien alta después de haber pasado su primer día sin duda con buena nota a pesar del cansancio que llevaba encima por las duras tareas de limpieza, pero gracias a su eficacia con los manuscritos, tuvo tiempo suficiente para descansar hasta la mañana siguiente, que como la anterior, llegó para Togo antes que para muchos de sus compañeros.

Cuando Krant entró ese día a las barracas, en mediano estaba dispuesto a iniciar un nuevo día con renovadas fuerzas y gran entusiasmo. Poco a poco todos los compañeros se fueron despertando y preparando para una nueva jornada. Todos menos uno... El señor Carsson permanecía en la cama sin apenas moverse - Vamos vejestorio!!! Mueve el culo!! A ver si nos vamos a llevar una bronca por tu culpa!!! le gritó Togo con un tono bastante descortés....

Pero el hombre ni se inmutaba a las palabras del mediano y a penas logró sentarse en la cama a duras penas y permaneció sentado más tiempo del permitido, ahora solo cabía esperar  el castigo que elegiría Krant para escarmentar a Rhylen....