Partida Rol por web

Si vas en busca de un bar donde encontrar bronca, debes meterte por las calles más estrechas que hay entre las principales.

A poco que busques, y tras pasar varios locales pijos y uno obviamente de gays, acabas encontrando el típico bar irlandés de Nueva York, con barra de madera –tras la cual hay colgado un lustroso bate de beisbol para intentar disuadir las broncas-, unas mesas a la entrada y, al fondo, un billar donde varios tipos con pinta patibularia se están jugando pasta…

El barman, de mediana edad, parece estar de vuelta de todo, y espera a que le pidas algo, en vez de correr a servirte…  
 

Me detengo en la puerta del restaurante, habiendo casi abierto la puerta y adelantado un pie para salir. Pero me giro y desando mis pasos hasta acercarme a la barra, mirando a la cara a los camareros con la intención de distinguir al capullo que ha recogido mi mesa. A ver...

Ése es. El que está secando los vasos con un paño, mirándome y desviando la mirada cuando se cruza con la mía para acto seguido volver a mirar y bajar la vista. Imbécil, te delatas sólo. Lo que he visto de reojo antes tiene un por qué, y en un lugar como éste a estas horas del día está claro que no puedo hacer "interrogatorios" por las malas, así que tendré que hacer uso de la sutileza.

- Eh, que la comida estaba genial, ¿aceptáis billetes para el bote? - Saco un billete de cinco y lo dejo en la barra, con una sonrisilla. Es una suerte que el espacio de la barra sea reducido, ya que al acercar él la mano para coger el billete puedo coger su brazo, estirarlo hacia mí y agarrar al camarero de la camisa del uniforme con fuerza.

- Escúchame bien maldito sirve-cafés de pacotilla, o me dices por qué coño has guardado el vaso en una bolsa y me la dás o te hago beber té ardiendo hasta que se te derritan los huevos -Gruño, soltándolo de golpe para saltar la barra.

Sólo se me ocurre un nombre. Gyrich.

- Como no hables, te vas a tener que reponer la cara al final del turno, te lo garantizo -Le amenazo con un dedo, con cara de muy pocos amigos-. Y tengo ganas de liarme a hostias, así que habla.

Eh, eh, eh! Un mo… momento! No… no nos pongamos violentos! Balbucea de inmediato el camarero, completamente acojonado. Es un tío de unos 30 y pico, que apenas te llega a la altura de los hombros
Un  par de sus compañeros hacen gesto de acercarse, y varios clientes os miran con gesto sorprendido, que él hace señas de que os dejen solos.
Oye, chico,  en serio, yo no tengo nada contra ti. Pero si viene un negrata con pinta de trolebús y me ofrece 50 pavos por coger tu vaso con cuidado cuando termines y dárselo en una bolsa... Como comprenderás no están las cosas para hacerle ascos a esa pasta, que tengo mujer y dos niños que mantener…
El camarero te hace un gesto de que le sigas a la trastienda y sigue hablando
Mira, esto te lo digo en privado, porque ese tipo tenía pinta de tener muy malas pulgas y no quiero que vuelva, ni él ni tú, a ajustarme las cuentas. No sé si lo recordarás, entró y se sentó en la barra al rato de que lo hicieras tú. Negro, con el coco afeitado al cero, más de dos metros y una eternidad de espalda a espalda y pinta de defensa de fútbol americano o guardaespaldas. Llevaba al hombro una bolsa de deportes, que es donde metió lo que le di.
Y señalando hacia la puerta trasera añade Si tienes suerte y no ha pillado un coche nada más salir, por aquí atajas e igual lo encuentras!

Dirijo una mirada feroz a uno de los camareros que se acercan, pero parece ser que incluso en la hostelería hay la suficiente inteligencia como para no jugarse el cuello. Como dicen, el cementerio está lleno de héroes. Mientras me describe al negro, pienso a marchas forzadas para crearme una imagen mental e intentar recordarlo.

Nada más decírmelo, salgo en tromba por la puerta trasera y busco para saber qué dirección tomar y correr. Correr y correr como si se me fuese la vida en ello. ¿Un negro con mucha espalda? Me lo pienso merendar, al puto negrata. Nadie coge un vaso repleto de mi ADN a menos que sea la parte del juego de un bukkake.*

¡¡LUEGO DICEN QUE SOY RACISTA!! Putos negros, siempre tocando los cojones. Es que me obligan a ser racista, joder. ¿¡Para qué coño querrá un vaso de donde yo he bebido!? ¿Para darle besos él y fantasear con la idea de que yo le he besado? ¿Es éso? ¿Besos indirectos?

Mariconadas.A.Mí.No.

Gracias a las indicaciones del camarero y a salir por la puerta trasera, llegas a atisbar que el armario ropero negro entra en un taxi que, tras recibir la dirección que él le da, sale disparado entre el tráfico de Manhattan…

En la misma parada donde el negro ha cogido el taxi hay un par más, esperando…
 

Corro hacia los taxis, apartando a una débil ancianita del medio de un empujón sin darme cuenta. ¡Mierda! Dudo entre si volver para ayudarla a levantarse o coger el taxi, por lo que comienzo a perder segundos demasiados valiosos. Mierda, a tomar por culo. Me meto en el asiento del copiloto, cerrando con fuerza.

- ¡Siga a ése taxi! -Le ordeno, señalando hacia adelante sin siquiera haberme puesto el cinturón. Saco los 300 pavos de Roberto y los dejo en el hueco del freno de mano. Por ahora le pago, esperemos que no tengamos que llegar al "te parto la cara si no corres". Luego llegaríamos a otro más entretenido, que sería el de tirar al taxista y conducir yo. Pero voy bebido, todos sabemos que un ciudadano razonable no conduce si ha bebido y perderíamos un tiempo demasiado valioso.

El conductor, un chico con pinta de pakistaní, te mira un segundo con cara de sorpresa Carramba, sí kefe! Como en pinículas! Arma Letal, La Jungla de Cristal, Transporter… como mola!
El chófer habla un inglés macarrónico, pero pega un acelerón brutal a su vehículo, que sale hecho una exhalación entre nubes de goma quemada
¿Tú poli? No… detective, seguro! Como Bruce Willis en aquella… nosequé del boyscout, una pinícula cojonuda! El tipo sigue su cháchara pero, cosa rara y a pesar de la mala fama que tienen los pakis como conductores de taxis, no pierde de vista al otro taxi, aunque dada la densidad del tráfico, le es imposible recortar la ventaja que os lleva…
Por fin el otro coche se detiene ante un edificio lujoso de apartamentos y alcanzas a ver cómo el negro baja y entra en el edificio…
Apenas un minuto después, tu chófer detiene su taxi con un  frenazo de narices frente a la misma puerta Parra usted, siñor detective, 20 dólar. Y coja a los malos! Te dice mientras alarga la mano para cobrar, sin tocar la pasta
Para cuando entras en el edificio, el negro ya no está, seguramente subiendo en el ascensor que ya está prácticamente en la parte superior del bloque, por lo que indica la cuenta de pisos que va subiendo
Oiga, perdón. Éste es un edificio privado de apartamentos, y si no me dice a quién va a ver o me enseña una invitación, me veré obligado a llamar a seguridad dice un  portero con uniforme que hay sentado tras un mostrador…
 

En cuanto el taxista acelera me pongo el cinturón, sin pensarlo un sólo segundo. Todos sabemos que a los pakistanís les han dado el carnet de conducir en su país a cambio de dos mujeres y cinco cabras. Trago saliva, silenciosamente acojonado y agarrándome a los bordes del asiento mientras le miro con cara de "¡¿quieres mirar a la carretera y callar, JODER?!".

Reconozco que ésta situación tiene su punto de morboso y guay, no lo vamos a negar. Pero no sé, si quisiese correr para atrapar a la presa antes de darle una paliza, me apuntaría en una maratón de científicos superdotados. Y comienza a dar mal rollo, realmente parece de película mala. Casi incluso estoy tentado en decirle al taxista que siguiese, total. Entretenido estaba, ¿no? ¿Para qué meterme en berenjenales?

Me desabrocho el cinturón y cojo aire, tranquilizando a las piernas para seguir tras el negro. Dirijo una mirada al pakistaní.
- Eer... que Dios te lo pague

Tras un fuerte puñetazo en la mandíbula, salgo disparado del taxi en dirección a otro maldito lujoso lo-que-sea. ¿Es que estoy en la zona pija de la ciudad?

Jadeando, me fijo en el ascensor, mirando a ver en qué planta para ése cabronazo. Ni siquiera dedico una mirada al conserge, hasta ver que el ascensor para en un sitio más de 30 segundos. En ése momento, miro al conserge haciendo que el poder fluya por mis ojos. Le miro, directamente y sin pestañear. Siento la libertad, noto realmente cómo todo dolor fluye hacia el objetivo de mi mirada. Oigo sus gritos, pero aún son muy flojos... no corrompen la serenidad que noto.

Pestañeo y doy un par de pasos hacia atrás, suspirando. Las piernas me tiemblan, como cuando estás con una tía y... la hostia, tío. ¡Uf! Luego te tiemblan las piernas y, en mi caso, sientes pinchazos en la cabeza. Au, joder. Acaricio mis sienes y dedico una última mirada al conserge. Miro alrededor y corro hacia las escaleras de servicio. Sería de tontos ser atrapado en el ascensor. Así hago algo de ejercicio para la pelea y estaré calentito.

Hoy alguien se va a ir calentito a la cama. Y espero no ser yo.

El pobre taxista pakistaní se queda unos instantes perplejo ante tu puñetazo, pero enseguida empieza a lanzar insultos y amenazas
Tu madre era cabra y tu padre buey! Te dinunsiaré al sindiclato de detectives, ladrón! Pero antes de que puedas hacer o decir algo, arranca el taxi y sale a escape

Ciertamente estás en una de las zonas más lujosas de Manhattan y el edificio, aunque solamente tiene doce plantas –pequeño para los estándares de la ciudad- tiene varios dúplex en las plantas superiores…

Atacas al conserje con tu poder de estallido mental, y a los pocos momentos el hombre se derrumba, mientras le sangra profusamente la nariz y los oídos…

Subes por las escaleras de servicio hasta la planta 11, que es donde parece que se ha detenido el ascensor. Desde el piso 10 hacia arriba, cada planta es doble, porque se trata de los dúplex ya mencionados.
Sales al rellano y, efectivamente, allí está el ascensor con las puertas abiertas, sin nadie dentro. Y no hay muchas opciones de adónde ha podido ir el negro, porque solamente hay una puerta en esa planta.

Se trata de una puerta de madera de calidad, aunque no parece que esté blindada ni tenga medidas especiales de seguridad. Desde fuera se escucha la música que tienen puesta dentro a todo trapo. Se trata de un viejo éxito de Donna Summer, famoso por los jadeos que contiene…

http://www.youtube.com/watch?v=h1ArZEFwRsY
 

Las tres primeras plantas, incluso la cuarta, las subo lo más rápidamente posible y con la idea fija de atrapar a ése puto armario ropero de color negro y patearle el culo hasta que cagara oro. Subo las escaleras con ganas y de dos peldaños en dos. A la quinta planta... bueno, digamos que he de cogerme al pasamanos y jadeo como si hubiese estado corriendo durante años. Noto un pinchazo aquí, en el costado que... uf, mejor sentarme a descansar.

Me siento en un escalón y ahí estoy durante cinco minutos, agarrándome las piernas y cogiendo tanto aire como puedo, intentando que mi respiración se relajara o, al menos, no me saliese el corazón del pecho. Debí haber cogido el puto ascensor, ¿por qué coño decidí por las escaleras? Uf, uf, uf.

Pienso en el conserge, al que he dejado en el suelo como si fuese un simple objeto. He usado mi poder contra él y, por si fuese poco, sin controlarlo. Y, lo peor de todo, es que lo he disfrutado. Sí, por fin después de tanto tiempo he podido utilizar mi poder contra otro ser humano y aunque he podido matarle (de hecho, puede que lo haya hecho)... me siento bien. Jodidamente bien. ¿Por qué coño me siento tan bien?

Bueno, ha sido un daño colateral, no se podía evitar. No es mi problema, que se hubiese dedicado a otro trabajo o no hubiese venido a por mí con ese tonito. Me vuelvo a levantar y renaudo la carrera hacia arriba, lleno de energía por mucho que acabe llegando al piso destino con el mismo fuelle que cuando paré en la quinta planta. ¡Oh, dios! No vuelvo a subir escaleras en meses.

Me dirijo hacia la única puerta que hay, con cautela.

Bueno,  te acercas a la puerta (Nota del director: cautela se ha quedado en la planta 9, sacando la lengua e incapaz de seguirte) y compruebas lo que te he dicho anteriormente, no parece haber medidas de seguridad en ella, es una sólida puerta de  madera, pero nada más.

Lo que sí que te das cuenta es de que en esta planta (y supones que en todas) hay una cámara de seguridad, similar a las que había en la entrada (y a las que no has hecho caso por las prisas y tal) …

Dentro continúa oyéndose la música a todo taco.

¿Qué haces?
 

Abres la puerta de una patada bien colocada en el marco, y aunque no podrá volver a cerrarse, crees que no has hecho mucho ruido, sobre todo con la música al volumen que está…

El dúplex está decorado rebosando lujo y dispendio desmesurado. Ves sofás y sillones tapizados de piel, un par de estatuas de color dorado que reporducen desnudos clásicos, un par de pantallas enormes de TV solamente en la zona que distingues, un ordenador y  un reproductor de música con bafles por todos lados…

Tal vez Janet van Dyne te diría que la decoración es completamente hortera, pero ella no está aquí. En la zona de la planta baja del dúplex, además de este salón recibidor enorme, se ven un par de puertas, unas vidrieras enormes que están abiertas y dan acceso a una terraza y una escalera de caracol que lleva a la parte de arriba.

Encima de uno de los sofás ves una bolsa como la que llevaba el negro que, por cierto, en este mismo instante está bajando por la escalera y te mira con cara de cabreo.
Visto de cerca parece aún más enorme y musculoso, pero lo que te llama la atención es que lleva el torso desnudo, a excepción de una especie de correajes de cuero, y unos piercings en sus pezones.

Baja de un salto lo que queda de escalera y aterriza sobre sus botas militares en una pose defensiva, cubriendo la bolsa
¿Qué se te ha perdido por aquí, capullo? Dice a modo de bienvenida no muy cordial…
 

Conforme voy acercándome a la puerta comienzo a coger algo de carrerilla para impactar con más fuerza la patada que, en efecto, hace de llave maestra y me abre el acceso al interior. La desventaja es que ahora el pie me pica, pero ha quedado de un guay que creo que casi me voy a dar por satisfecho e irme por donde he vuelto.

Pero lo cierto es que tengo curiosidad por saber quién con tanto dinero (mal invertido, pero dinero) como el que parece tener interés en un puto vaso donde he bebido. Cuando veo al negro bajar... cuando me fijo en lo que lleva en los pezones...

...

Abro la boca para decir algo, mientras le señalo, pero tanto la boca se cierra sóla por falta de palabras como bajo el brazo.

... ¡ECS!

Vuelvo a intentar hablar, pero nada expresa el asco que comienzo a sentir y el... ¡AGH! ¿¡Y si quieren usar el ADN del vaso para clonarme y darle por culo hasta hartarse y...!? ¡En la vida! ¡Ni yo ni ningún clon mío notará cómo le soplan la nuca! A la tercera va la vencida, abro la boca y:

- Obviando lo evidente -Le señalo con la mano y hago una pura mueca de asco-, ¿para qué quieren un vaso del que he bebido?

Ni espero a que mienta o se niegue a hablar, dejo que mi poder fluya hacia él con una intensidad lo suficientemente elevada como para quemar su cerebro en caso de mantener un prolongado periodo de tiempo el dolor fluir.