Tras escuchar la contestación de su hija.- Eso, no es cierto, que me dices de ese elfo con el que andas-
Una avergonzada Rilia, como demostraba su postura a la mesa, con la cabeza gacha y sin poder parar de mover ligeramente los dedos de las manos, se quedo callada antes las palabras de su madre.
Una media sonrisa ladeada se dibujo en la cara de Taurnil. No había tenido una vuelta a su ciudad como él se había imaginado y por fin había algo que le hacía sonreir.
Apoyó los codos en la mesa y se puso las manos tapando sus mejillas, imitando de forma burlona el gesto de una colegiala enamorada. ¿Y eso hermanita? Giro la cabeza y sonrió burlón a su hermana.
Las mejillas de Rilia se enrojecieron ante el rubor sufrido por la pregunta de Taunril.- No, no es nada. No es lo que pensáis...- Miró a su madre y a su hermano, esperando que estos no captaran su respuesta como la mentira de la que se trataba, y continúo.- ...Es sólo un amigo.- Se quedo de nuevo callada mientras avergonzada buscaba la ayuda de su padre, y si no fuera así, pensaba una mejor excusa.
Para salvar a su hija de otra pregunta incómoda,Thalos, su padre y miembro habitual de los representantes del pueblo en el consejo, le preguntó a Taurnil- ¿Qué tal ha ido(en la audiencia)?...Si es que puedes contárnoslo-
- La verdad es que...- Se vio interrumpido por Fingod.
- Están muertos, ¿verdad?- Agachó la cabeza, y susurró para sí mismo algo que sólo Elwyn, una elfa, debida a su gran capacidad auditiva pudo escuchar.- Es mi culpa...igual que la de los demás.-
Intentando reconfortar a su amigo, Elwyn habló.- Sé que lo que vas a escuchar quizás no te reconforté, pero me veo en la obligación de contártelo. Si no hubiera sido porque enviaste a esos elfos tras de mí, yo no me encontraría aquí ahora mismo...- Hizo una pausa al pensar en la posibilidad de que realmente hubiera ocurrido eso, de que hubiera muerto.- ...Ellos consiguieron liberarme durante un tiempo e hicieron que mi pueblo natal se rebelará contra los bárbaros, y lo que es más importante consiguieron que el ritual se retrasará al no tener una víctima voluntaria...- Se avergonzó al dar la noticia de que ella había sido el sacrificio, y en un principio, ella misma había elegido tal opción sin que nadie le obligará a ello. Aunque en verdad tenía una razón para tal acción, que rehusaría a contar a cualquiera por un tiempo.
Jilokasin, que ya había contado a Fingod que el grupo de aventureros se había separado y cuáles de ellos se hallaban en ese momento en Menegroth, se adelantó a las intenciones del elfo de formular una pregunta.- ¿Cómo es que no ha venido Taurnil?-
Mientras Elwyn hablaba Leorn recordó todo lo acontecido cuando fueron al pueblo de los aldeanos, las luchas que tuvieron en el pueblo y en la fortaleza y el incidente con el dragón. Cuando escuchó la voz de Jilokasin se desensimismó y respondió al mediano.
-Está aprovechando el tiempo que nos queda aquí para poder estar con su familia.
Taurnil resopló reincorporandose en su asiento. No ha sido como yo me esperaba. No han querido prestarnos demasiada ayuda y además... Carraspeó la garganta dudando de si seguir con la frase o echarse para atrás pero al final resolvió continuar. Nos obligan a partir de Menegroth y no volver mientras exista el diario.
- Acaso es, ¿ qué os marcháis ya de la ciudad?- Preguntó Fingod, que aun a pesar de seguir mal herido, con su perspicacia intacta no pasaba por alto el tono que había utilizado Leorn.
Su hermano, igual de sorprendido que su familia, pero sintiendo algo de furia dijo indignado.- ¿Cómo?, yo mismo iré a encargarme de que no te vayas, aunque para ello tenga que...-
Thalos interrumpió a su hijo menor.- No, no irás a ningún lado.- Realizó una pausa y prosiguió con su explicación a su negación.- Aunque me entristezca, si nuestro bien amado rey Thingol ha tomado tan dura decisión de desterrar a uno de sus siervos se deberá a una buena razón.-
Tras escuchar las malas noticias su madre y hermana sentían una tristeza inimaginable y que por poco estaba a punto de desbordar sus sentimientos.
Así es Fingod. Mientras transportemos el diario no podemos permanecer el la ciudad. El rey nos a permitido estar un par de días más para preparar nuestra partida.
Con el rostro compungido, Taurnil se encogió de hombros ante la pregunta de su madre dando a entender que no conocía la respuesta y que sería largo tiempo.
Al parecer ese maldito diario es una especie de salvoconducto directo con el enemigo. Omitió el detalle de que aquello lo había averiguado sufriendolo en su propia piel para evitar preocupar a su madre. Y ya que nadie más quiere hacerse cargo de eliminarlo y actuar contra los enemigos que figuran en sus hojas tendremos que hacerlo nosotros... Se deben atajar los planes del enemigo cuanto antes.
Esto nos afecta a todos a pesar de que algunos consejeros del Rey no lo hayan visto así. Me gustaría ver que harían si el enemigo apareciera en nuestras puertas... En otro contexto Taurnil no se habría mostrado tan sincero y tan poco cuidadoso con lo que decía, pero estando con su familia sabía que no comentarían nada de aquello de puertas para fuera.
Tenía pensado que tras esta aventura volvería a Menegroth y me quedaría a vivir tras tanto tiempo fuera... En fin. A veces uno no puede elegir su destino por mucho que lo planifique.
Ante la revelación del beornida, Fingod dijo.- ¡Ah! es por eso. Jilokasin ya me habló brevemente de ese diario. Después extendió la mano hacia una mesilla que se encontraba al lado de su cama y pronunció las siguientes palabras.- En el cajón esta el dinero que os prometí... Espero que os sea de bastante utilidad en los viajes que podáis realizar cuando os marchéis.-
Jilokasin fue atando los cabos de toda la conversación que se había producido desde que el grupo había entrado, y por consecuencia dijo.- Si Taurnil también va a abandonar la ciudad, lo mejor será que le dejéis pasar estos últimos días a solas con su familia. Lo malo, ¿es qué no sé donde os podréis alojar hasta vuestra marcha?-
-¿A saber cuánto tiempo puede ser eso? El Enemigo es inmortal, y los hijos de Fëanor la única cosa que hacen es prolongar un sitio que sólo retiene a su ejército en su guarida.- Dijo, no convenciéndole del todo la respuesta de su hijo, pero teniéndola que aceptar, y de esta última forma fue como se comporto desde entonces.