Partida Rol por web

Ciertamente como decia Holgar estos objetos ayudarian, especialmente esa descomunal espada que parecia estar hecha a medida para Arda. 

Por otra parte ninguno de los objetos parecia adecuado para su estilo de combate o sus capacidades.

—Estoy con Holgar, esto sin duda ayudara, y desde luego ahora entiendo la proteccion de estos tesoros —Dijo recordando a los guardianes recien derribados— Por otra parte, no encuentro nada que pueda serme de ayuda en nuesto combate, o que no sea de mas ayuda o adecuado para alguno de vosotros. Asi que por mi parte entiendo que en este caso deberiais ser Arda, Rendas y Rutholf quienes os repartierais el botin.

A contiunuacion ayudo a Holgar con su cometido de inspeccionar la habitacion en busca de cualquier cosa que hubiera pasado desapercibida a sus ojos al entrar en la sala.

—Es una espada robada. ¿Qué opinarían los dioses si me enfrento a nuestro enemigo con esta ventaja, ganada además profando cuerpos?

Lo cierto es que Arda no se sentía especialmente cómoda usando aquellas "ventajas" ¿Acaso no debía luchar solo con sus propias habilidades? Lo cierto es que la espada era muy hermosa... pero la guerrera dudaba. Se le habían escapado demasiadas victorias, usar algo así, ¿no sería como hacer trampas? Arda miró a Rutholf. Él era quien sabía más de todas aquellas cosas.

—¿Tu que crees, Rutholf?

Una vez recogidas los artefactos, el grupo se dispuso a abandonar la tumba por el mismo camino que habían venido. Gracias a las anotaciones de Rutholf, todos pudieron seguir el camino seguro de las trampas explosivas. Cuando salieron de la gruta, no encontraron rastro alguno de los gigantes de fuego. Tal vez su obsesión por encontrar diamantes les había obligado a irse a otra zona.

El descenso por el monte Hotenow fue ligero. A medida que  se alejaban, la temperatura se templaba y la sensación de sofoco se dispersaba. Tras tanto viaje, Dazlyn propuso al grupo acampar y descansar un poco, pero esto fue interrumpido por la presencia de un lobo gigante medio herido que se aproximaba caminando lentamente. El lobo ya era conocido por el grupo, era Nathandrias.

Una vez convertido en su forma humanoide, el druida se aproximó al grupo.

Siento la tardanza, querida Clarel. Tuve un contratiempo haciéndole frente a un grupo de acólitos de Talos. Conseguí derrotar a dos de ellos, pero otros dos guiados por su líder se dirigían al Pico de Hielo. Vine lo antes que pude.

El druida hizo una pausa y miro a Eriala y sonrió. La niña le devolvió la mirada y sonrió.

Cuando vio a su maestro herido en forma de lobo a Clarel se le cayo el alma a los pies. Corrio hacia él a la espera de que se transformara. No parecia una herida grave o al menos su maestro, siempre tan estoico, hacia que no lo pareciera.

—¿Os encontrais bien maestro? ¿Necesitais ayuda? —Pregunto Clarel al llegar a su altura y mientras comenzaba a examinar su herida— Esos adoradores estan empezando a ser un verdadero fastidio. Dejadme ayudaros, aun puedo recurrir al poder de la naturaleza para que venga en nuestro auxilio.

Dicho eso, Clarel se concentro, vislumbro la energia natural que la rodeadaba, sintio su fuerza, su vitalidad y posando delicadamente una de sus manos en las heridas de su maestro le transfirio toda esa energia para que empezaran a cerrarse.

A contiunuacion vio como su maestro y Eriala cruzaban sus miradas y se sonreian, habia sido un acierto llamarle y pedirle ayuda, su maestro sin duda ayudaria y sabria instruir a la pequeña a la par que cuidaria de ella. A continuacion procedio a presentarlos a ambos.

—Maestro, esta jovencita es Eriala, tiene un gran poder en su interior, pero necesita ayuda para dominarlo, Eriala este es mi Maestro Nathandrias, es sabio y justo, y seguro que podra ayudarte a dominar tus poderes para que no hagas daño a ningun ser querido ni a nadie que no lo mercezca.

Holgar frunció el ceño ante la mención de los acólitos de Talos. Esos maleantes estaban demasiado activos. Un dragón ya es enemigo temible, pero un dragón con un mini-ejército complicaba aún más las cosas.

 - Me alegro de volver a verle de una pieza, Maestro Nathandrias -inclinó la cabeza respetuosamente cuando cambió a su forma humana y pudo reconocerlo.

Revolvió el pelo de Eriala con su manaza de manera amistosa como gesto de despedida.

 - Esta muchacha está siendo buscada, o estaba siendo buscada, para ser llevada a la ciudad. Tenga cuidado y no confíe en cualquiera que diga ser ''guardia'' -añadió- nosotros deberíamos regresar, comprobar que todo sigue bien en el pueblo y preparar el próximo paso.

Rendas contemplaba la escena. Estaba contento de que la muchacha no fuera a ser entregada a la guardia de la ciudad. Rendas conocía bien a la guardia y sabía que no ofrecían el mejor trato a los detenidos. Dedicó una amplia sonrisa a la chica mientras decía adiós con la mano.

—¿De Talos? ¿Había un jabalí? ¡Maldita sea, se me escapó por el pelo de un ratón!— Al oir aquello el interés de Arda se reavivó. Le daba rabia que por su culpa ahora aquel hombre que se iba a llevar a Erala estuviese herido, pero ahora sabía donde encontrarlo. La guerrera parecía llena de energía, pero aún así cuando se acercó donde Erala para despedirse fue sorprendentemente suave en sus movimientos.

—Erala, recuerda lo que te dije... porque yo no me acuerdo mucho, ¿vale? Cuando acabemos con el dragón y cuando domines un poco más tus poderes, si quieres podrás venir a ver a los miembros de mi tribu.

Cuando estaban repartiendo los objetos y fue interpelado por Clarel le miró con sus ojos claros y sonrió: ¿Dejarías de usar un arma para hacer un bien mayor por tus temores? La Diosa nos da dones y nosotros decidimos qué hacer con ellos. ¿No te sientes bien usando un arma ganada con sangre para defender este territorio? Bien, acaba con el dragón y entrega la espada a un templo o fúndela para hacer cuchillos o cucharas y regálalas a un hospicio.

La Diosa nunca me ha dado nada que no quisiera que yo tuviera. Hemos dado descanso a esas pobres criaturas y éstas son las recompensas. No hemos ido a asaltar un poblado indefenso, jamás estaría en compañía de gente así. Sois los Campeones. Mis Campeones. Y la Diosa me ha guiado hasta vosotros por algún motivo. Agarra ese pedazo de metal más grande que yo y corta la cabeza del Dragón. 

Cuando tocó despedirse de la niña lo hizo con más pena de lo que pensaba. En su interior seguía creyendo que tendría que presentarse ante el Gobernador o el Juez de la región pero también sabía que lo normal es que ni le dieran la opción de explicarse. La Justicia de los hombres no siempre era justa, pero debía explicarle a ella que en su vida tendría que trabajar mucho para compensar las vidas robadas.

Asi que tu eres Eriala dijo el druida tras haber visto cómo sus heridas se cicatrizaban. No temas a tus poderes, eres un ser con un don especial. Si quieres aprender a controlarlos, yo te ayudaré.

La niña asintió y agarró de la mano a Nathandrias.

En cuanto a esos acólitos, puede que se estén refugiando en la fortaleza del pico de hielo,que actualmente está abandonada. No sé si esa gente estará tramando algo, pero ese lugar parece idóneo para un dragón blanco. Tal vez Cryovain este manejando todo desde la sombra. Descansad e id cuanto antes al pico de hielo. No podemos consentir que Cryovain y sus aliados se salgan con la suya.