Partida Rol por web

- Ey, chicos, voy a echarle un vistazo a las "gangas" de la tienda que ha dicho Seldon, a ver si hay algo que pueda aguantar un tránsito por el desierto sin dejarnos tirados. Conociendo cómo se fusiona Seldon con el paisaje de cantina apuesto 10 créditos a que me da tiempo a revisar toda la tienda antes de que salga... si no le sacáis antes, claro. Capi, si fuera tú, cronometraría el tiempo que tarda en salir, jejeje -dijo Syrus en su habitual tono jocoso al tiempo que comenzaba su paseo hacia la tienda y se giraba y "disparaba" con sus dedos a Sicks cuando se dirigió hacia él. Pronto desaparecía entre las calles en la misma dirección que nuestro regateador.

Sicks observó como Syrus salia del hangar 54, y solo podia pensar en no tener que salir a buscarlo. Comprobó el chip de creditos y se dirigió a la oficina del oficial de atraque. Ya que era habiamos estado aqui antes, probablemente tuviera informacion sobre viejos conocidos que pudieran haber venido por este sector.

De paso podría preguntarle por los chatarreros principales, para buscar piezas de repuesto. E informacion acerca de las patrullas cercanas.

Ophara salió de "viento solar" mientras se quejaba sin para sobre la temperatura y la poca humedad del ambiente. Al comenzar a bajar vió a Sicks que se dirigía a la oficina del oficial de atrauqe y gritó.
-¡Eh, Sicks, espérame!- y echo a correr hasta alcanzarle.
Mientras Seldon y Syrus iban a "tantear" el terreno, Ophara siempre iba con Sicks a hacer las gestiones y, la parte que más le gustaba, mirar los chatarreros locales a ver qué podían encontrar. Era una costumbre que se estaba convirtiendo ya en habitual cada vez que llegaban a un planeta.

Cuando llegó a su lado le preguntó.
- ¿Dónde han ido Sicks y Seldon?. Bah, no me lo digas, seguramente tendrás menos idea que yo, llamaré a ese par de pánfidos para preguntarles -
Activó el comunicador e hizo una llamada a ambos
- Eh, pánfidos, ¿donde estáis?, bueno da lo mismo. Si pasa algo interesante recordad usar el comunicador... y Seldon, poder ver las gónadas de un bantha no se cataloga como algo "interesante". Adios
Dicho esto miró a Sicks
- ¿Cuándo vamos a por mi droga particular? Dijo refiriéndose a las piezas de chatarra

-Primero la informacion, Ophara, y luego la diversión.- Comentó Sicks con una sonrisa.
-Si me consigues unos buenos estabilizadores traseros te juro que conseguiré una bañera para la zona de recreo...- Mientras observó la indumentaria de Ophara. -¿Llevas el traje de adaptación para esta temperatura?. Puede ser peligroso para ti.-

El ambiente del bar era inmejorable. Sucio y oscuros, como los buenos recuerdos. Las pocas luces fluorescentes que funcionaban bien estaban iluminaban la barra circular, tras la cual había dos humanos, algo no muy común, tan sucios y oscuros como su bar, lo cual ya era más normal.

El resto de luces parpadeaban a su ritmo. No todas eran del mismo tipo y alguna había sido incrustada a presión y conectadas con una habilidad más que discutible. El suelo estaba pegajoso a pesar de la arena que habían echado recientemente. Un crujido familiar a cada paso que servía de acompañamiento a la suave música que se escuchaba de fondo, seguramente de los dos acopladores de sonido que sí parecían funcionar.

Uno de los hombres tras la barra se acercó con los ojos entrecerrados y el gesto aburrido e impaciente. No rió la broma de Seldon al pedir la copa, pero nunca lo hacía. Eso sí, se la sirvió antes que a otros, lo cual ya decía bastante.

Entre los agraviados, ninguno que pareciera de gatillo fácil, aunque un ligero vistazo dejó claro que se encontraba junto a gente con quien no valía la pena jugar si el premio no era importante. La mitad de los que estaban en la barra eran guardaespaldas, matones, cazarrecompensas de mayor o menor nivel, pero incluso el más novato podía ser un riesgo innecesario. Sentados en los nidos laterales excavados en la pared, frente a frente y separados por mesas de piedra blanca, los comerciantes de artículos "exóticos" hacían sus tratos bien acompañados por sus blasters. Algunos de ellos podían hacer que el blaster pesado de Syrus pasara por un cortauñas.

La bebida llegó fría y con buen color.

Mientras Seldon se perdía fuera de la zona de atraque, Sicks y Ophara se zambulleron dentro del olor a combustible y lubricante. Varias piezas de metal reposaban en las paredes de caliza, dejando que la piedra sedimentaria absorbiera parte del viscoso elemento y se ennegreciera un poco. Había manchas de ese tipo por todo el muelle. El espaciopuerto de Anchorhead servía de chatarrería y zona de trueques y recambios así como de otra buena cantidad de cosas, más ilegales a medida que uno hacía memoria.

Claro que la declaración de legalidad, fuera republicana o imperial, nunca había sido algo que importara demasiado a los habitantes de Tatooine.

Los pasillos de comunicación eran estrechos, e incluso un poco agobiantes para quien no estuviera acostumbrado. Tanto Sicks como Ophara lo estaban, la Viento Solar y la vida del "comerciante" eran una extensión de aquellos pasillos. El mon calamari lo llevaba peor, por supuesto. El aire era seco y demasiado cálido, pero no se quejó. Ajustó los parámetros de su traje y sus barbicelas se aliviaron al notar el fresco.

Casi todo el mundo le miraba. Tatooine era un crisol de especies galácticas, pero un mon calamari siempre era una excepción. Nadie espera un pez fuera del agua, era lo que decían muchos. Los mon calamari eran más bien anfibios, pero su naturaleza pacífica hacía que muy pocos se ofendieran, y por otro lado la frase era bastante justa.

Entre jawas de agudos silbidos, trandoshianos, rodianos y demás morralla galáctica, el olor a metal lubricado, cálido y pegajoso, les guió hacia la oficialía. En realidad no habían andado demasiado, y mucho menos se habían separado de su muelle de embarque. Simplemente la salida del muelle estaba al lado opuesto de la entrada de la oficina, así que habían rodeado el muro de su muelle-colmena y ahora estaban frente al edificio de piedra, metal y cristal, de cuatro plantas llenas de burócratas más temibles con sus paneles de información rutinaria que muchos locos con un par de blasters.

Incluso allí se permitía entrar armado, al fin y al cabo, caso todo el mundo tenía un arma en el planeta, si sabía lo que le convenía...y a nadie le convenía usarla en aquel tipo de edificios. La seguridad era muy buena, de hecho, promovida en general por los señores del crimen Hutt, así que podían volarle a uno la cabeza sin dar más explicaciones.

Atravesando más pasillos, los sistemas de registro fueron pitando a modo de bienvenida, uno por celda asociada a cada muelle. En el tercer piso estaba la celda del muelle 54. Tras una mesa, un hombre de aspecto encorvado y más años de los que le gustaría tener, hundía unos ojos pequeños en los paneles de información.

La tienda estaba parcialmente cubierta con un toldo rojo. Al entrar en la sombra, Syrus notó la bajada de temperatura, junto con un viento que no parecía tan abrasador cuando no estaban las luces de los dos soles para ayudar.

Como en casi todas las tiendas de Anchorhead, los comerciantes trabajaban un buen montón de productos. De hecho, era difícil distinguir una tienda de un bazar, de un taller de recambios (y más tan cerca del astropuerto), de un tenderete o de diez tipos de comercio más. Este no era un caso diferente. Unos tubérculos parecidos a patatas, más alargados y salados, muy buenos con la famosa salsa de cangrejo Hathzy, estaban expuestos fuera. Cuanta más sequedad para ellos, mejor. Y el precio no era malo. Al lado, un par de cestas de frutas y algunas verduras de las granjas de humedad, más protegidas pero aún así resistentes. Al otro lado de la puerta de entrada había chips de todo tipo, al peso, y también tubos apoyados, lubricantes y botes de pintura.

El interior era oscuro. Olía como una licorería metida dentro de un taller. La dueña parecía una suculenta twi´lek que movía sus lekku de forma insinuante, quizá por la costumbre de su raza a ser así o por un pasado como bailarina. En todo caso, sus ojos analizaron a Syrus con suficiente frialdad como para dar a entender que no sería fácil dársela con queso. Le dedicó una sonrisa sin decir nada.

Alrededor de ella, en un ambiente oscuro de temperatura muy agradable, un aspersor razonablemente silencioso eliminaba el calor de la estancia y permitía el cultivo de algunas plantas raras, un muestrario de aparatos electrónicos y de diagnosis, más delicados y de buena calidad, unos cuantos trajes colgados, de paseo y de faena o incluso de vacío, mezclados, y estanterías con decenas o centenares de tipos de especias y muestras de combustible.

Los segundos y el pitido de la señal hicieron que Tock recuperase algo de voluntad y fuerzas. Consiguió arrastrarse hacia una pequeña sombra que no duraría demasiado. Aún quedaba mucho para anochecer, y eso podía ser bueno para evitar morir de calor, y malo para todo lo demás.

Intentar orientarse desde allí sería complicado, tendría que salir de la base de la duna donde estaba y confiar en que su vista no le engañase...y le mostrase algo. No podía estar demasiado lejos de Anchorhead, de todas maneras, si consiguiera ponerse en pie...

Lo intentó, pero un dolor repentino en su costado le hizo doblarse y buscar el aire que se le había escapado. Miró debajo de su ropa y encontró un cardenal incipiente que amenazaba con hacerse mucho mayor. Debía tener algo roto.

Sus lekku se estremecieron. Desde donde estaba escuchó un sonido, como el bufido de un deslizador en la cercanía. Estaba oculto allí, en la pequeña sombra con las dunas a su alrededor. Para bien o para mal, si era realmente un deslizador, desde allí no podría verle.

El emisor había dejado de iluminarse. Por lo que pudo ver, era un pulsador que emitía una llamada durante cierto tiempo y luego, simplemente, se apagaba hasta la próxima vez que lo pulsara.

-Buenos días, quisiera echarle un vistazo a algún deslizador. Necesito alquilar algo que pueda aguantar el el tránsito por el desierto, no me sirve algo que se vaya a recalentar o cuyo motor se atasque con la arena a la primera brisa. ¿Tienes algo que pudiera interesarme? -dice Syrus a la vez que pasea la mirada por la tienda, encontrando cosas que le llaman la atención.

Rebuscar entre los trastos de los bazares siempre había sido una de sus debilidades, aunque siempre acababa con alguna "ganga" que no lo era en absoluto.

En la soledad de su duna, Tock decidió esperar. Pensándolo bien, no le quedaba otro remedio, dadas las actuales circunstancias. ¿Sería real aquel sonido? ¿O era a caso una treta de su subconsciente que pretendía confundirle? En su estado, cualquier cosa podría ser cierta.

Se puso a pensar como remedio para intentar, no con mucho éxito, alejar el dolor. Estudió sus posibilidades, que aunque pocas, existían, aunque no dependían en absoluto de él. Eso le fastidiaba mucho: normalmente él estudiaba la situación y analizaba las distintas variables en juego, convirtiéndose él mismo en una de ellas. Luego esperaba a que surgiera una oportunidad para aprovecharla. Su padre le había dicho una vez “Hijo, nunca te precipites en tus actos. Piensa que las oportunidades siempre aparecen y has de saber aprovecharlas en tu favor. Aunque has de tener los ojos y oídos muy abiertos, porque hay veces que se manifiestan de manera muy sutil.”

La situación actual era bastante distinta a lo habitual. Ahora había variables en juego, como siempre, pero él era una constante, sin capacidad de alterar apenas el orden de los acontecimientos que estaban por venir. Pensó qué hacer, cómo reaccionar. Si el sonido era de un aerodeslizador acercándose, cabía la posibilidad que simplemente estuviera de paso, pero también que viniese en respuesta a la señal del aparato. Si era por lo primero, había posibilidades de que pasase totalmente de largo y no se percatase de su posición que, si bien estaba oculta en la sombra de aquella duna, no lo estaba el rastro que había dejado para llegar hasta ella. Si era por el segundo, no había ninguna duda: darían con él seguro.

Recordó sus años en la banda de Adán; conocía muchas caras, se había llegado a hacer importante. Confió en que sabría reconocer a la persona en caso que fuese necesario. Pero también podría ser alguien distinto, alguien a quien jamás hubiera visto… habría que usar aquello que aún permanecía casi intacto: el intelecto.

El tiempo pasaba lentamente y la espera se hacía eterna. El estado anímico de Tock variaba con cada segundo: soledad, tristeza, ánimo, angustia… navegaba en un mar de sentimientos tan caótico que podría quedar atrapado en los remolinos que generaba su propio pensamiento y perderse ahí para siempre. El sonido, había que concentrarse en el sonido y el las posibilidades. Respiró todo lo hondo que pudo para relajarse.

Tock decidió esperar.

Sicks se mantuvo firme, y rigido mientras clavó la mirada en el oficial de aduanas del espaciopuerto. Nada mas entrar ya habia echado un vistazo a las camaras y paneles mobiles, que pudieran esconder guardias y otros sistemas de seguridad.
Espero todo el tiempo que fuera necesario para que el aduanero hiciera cuenta de que se econtraba alli. El olor a sudor acumulado en esa sala era horrible, pero lo podia soportar. Lo que no podia soportar era la calma que se tenía en este espaciopuerto.

La twi´lek resopló levemente y se llevó a los labios un cilindro humidificador. Lo aprisionó sensualmente y aspiró. Tras unos segundos, dejó escapar una alargada nube de blanco vapor de agua. Era la última moda en planetas secos. Una forma de refrescarse con estilo. Ella hacía que pareciera un arte.

- Bueno, verás. Aquí vendemos piezas, no vehículos enteros. Si quieres un deslizador de alquiler deberás preguntar a Makata, es el más fiable de los que conozco. Si tienes suerte, incluso puede que te lleve él mismo. Está cerca de aquí, junto a las cantinas de pilotos en la salida 2 del astropuerto. Pero la garantía que debes dejar es alta, lo digo por si estás acostumbrado a otro tipo de cambios.

La twi´lek miró a Syrus desde su cómoda penumbra, con ojos que parecían hartos de haberlo mirado todo, o casi todo, y no haberse interesado siquiera por la décima parte.

- Aquí puedes conseguir localizadores, radares portátiles de cercanías y cosas así. Según su precio, te garantizamos su correcto funcionamiento... o no. Hay auténticas monadas a un precio razonable y cacharros recién reparados por los que no esperamos sacar mucho, pero de los que tampoco respondemos.

Un sonido le llegó entre la ligera brisa que corría sobre él. El arquitecto de la arena, la habían llamado a veces. Si uno pasaba suficiente tiempo en el ardiente desierto, le daba oficios a todos los agentes geológicos, como un simple viento, o una tormenta estática.

En este caso, la tormenta estaba en el interior de la cabeza del twi´lek. Dolía como si le hubieran dado una soberana paliza y le hubieran dejado allí tirado. Casi le pareció divertido. Luego llegó un sonido que hizo que se le helara la sangre.

- ¡Mierda de bantha! No puedo salir con vosotros a divertirme. Siempre me pasa algo. Como no encuentre rápido el emisor que me dio Gruuva, me desollará y pondrá mis huesos a secar.

Es la voz de uno de los que le había atacado. Uno de los humanos que más parecía divertirse. Tock lo recordaba como una sombra sonriente, moreno de pelo lacio y corto, peinado como si viniera de un lugar con más dinero para gastar en la imagen.

El sonido del deslizador indicó que se había detenido. Luego lo apagaron. Escuchó dos o tres golpes en la arena y los trabajosos pasos hasta el borde. Algo se asomó justo por encima de él, pero ni Tock pudo verlos ni era probable que ellos pudieran verlo a él...al menos desde allí.

- Joder, ¡el cabrón no está!

- Tranquilo, Teekel - dijo una voz más serena -. Revisemos las dunas. Si sigue vivo estará muy machacado.

- Vale, Hycks. Yo bajo, vosotros mirad por aquí cerca. Mierda de bantha.

Delante de Tock estaba la estela que había dejado en la arena al moverse. No era fácil que la vieran desde allí, al menos no hasta que alguien bajara, pero para entonces quizá ya fuera visible del todo.

Notó los primeros movimientos del matón. No podía estar seguro, aunque la adrenalina le ayudaba a estar más atento de lo que esperaba, pero parecía que estaba descendiendo por por su izquierda, por la sombra. Era una pendiente bastante marcada, pero lo estaría haciendo seguramente para poder ver mejor. Por el otro lado tendría los soles de cara y no vería bien. Aunque le recordaba como una sombra sonriente, también creía recordar que esa sombra sonriente no había traído gafas protectoras.

El individuo levantó finalmente la vista, como si intuyese una sombra que le distrajera.

- Oh - su voz pitó como un silbato -. ¿Señores? Éste es un área administrativa. Aquí no atendemos al público excepto que tengan alguna propiedad sita en los muelles.
Se quedó un momento pensativo y miró la pantalla a su derecha, ya bastante gastada y, según el criterio de Ophara, con la necesidad imperiosa de un cambio de filtro de imagen.

- Oh - repitió -. Serán los recién llegados al muelle 54. ¿Verdad? Aún están cargando sus datos. ¿Tienen alguna consulta?

-Muchas gracias, muy amable. Si tengo tiempo volveré a mirar esas "monadas" -dice Syrus a la twi'lek, guiñándole el ojo. A buen paso, eludiendo la fuerte luz de los dos soles, se dirigió a buen paso hacia la tienda que la twi'lek le había indicado.

Sonó el chasquido típico de los comunicadores y a continuación la voz familiar de Syrus comenzó a informar:

-Chicos, me han indicado una tienda para alquilar un deslizador. La tienda de Makata, junto a las cantinas de pilotos en la salida 2 del astropuerto. Me han dicho que incluso podría llevarnos él mismo, pero que de todas maneras hay que dejar una garantía alta. Supongo que nada que no nos podamos permitir. Voy para allá. Seldon, cuando puedas, ven para acá y resolveremos el tema del transporte de una vez. Ophara, ¿te voy comprando protector solar o pasarás directamente a la crema contra radiación? jejeje

Sicks no se distrajo de la "distraida" atencion del administrativo.
-Ya sabes quienes somos. Dejate de cuentos. Ya sabemos que reconocerias la "Viento" a un kilometro de distancia.-
Metió la mano en bolsillo lentamente para sacar el credichip con la cantidad habitual para el embarque y algo mas.
-Aqui esta lo de siempre. Y como se que no te pagan lo suficiente, te he traido algo para que vivas un poco mas holgadamente.- Termino con una sonrisa forzada. -¿Que se cuece por aqui ultimamente, y que se dice de la "Viento Solar".-

-Syrus, te dejo eso con Seldon. Y nada de gastos extras. Eso lo sacas de tus propios ingresos.-. Parecio que meditaba algo mas y continuo.
-Y deja en paz al Calamari. Corto y fuera.-