Partida Rol por web

Syrus obvió todas esas argucias dialécticas que siempre usaba Seldon para regatear. Jamás entendería cómo alguien era capaz de decir tantas tonterías y mentiras en tan poco espacio de tiempo. Ni siquiera sabía el estado del deslizador, porque de eso poca idea tenía, pero aún así negociaba como si el transporte fuera a caerse a pedazos sólo de sentarse en él. Y a simple vista no parecía así.

Ahora tocaba su trabajo, había que inspeccionar con cuidado cada aspecto importante: sensores, motor, dirección... Sin miramiento alguno descubrió el motor para echarle un buen vistazo mientras decía -¿no le importa que eche un vistazo, verdad? -si le importaba vendría rápidamente a impedirme mirar para que no encontrara los defectos y si no le importaba, no debía tener defectos que ocultar. Cualquiera de las dos señales sería buena.

El devaroniano enarcó una ceja algo más de lo que ya era normal en su especie. Su sonrisa se desvaneció y sus ojos se afilaron.

- Makata no es confiado, ni estafador. Precio es justo, y no os he visto antes. ¿Cómo fiarme?

Cuando ve a Syrus acercarse al deslizador, fija en él su mirada amarilla y hace un sonido parecido a un chillido agudo.

- Tú no tocas. Si no fías, vete. Mío es buen negocio. Aquí me conocen y saben qué compran. Todo en orden y precios justos. Si no queréis, no hay trato y arreglado.

Makata se acercó al deslizador y miró superficialmente como si temiera que Syrus hubiera podido destrozarlo sólo con mirarlo.

- Makata es buen tipo. Aquí saben todos.

Se acercó al panel de control y activó la secuencia de encendido. Un sonido vibratorio ascendente anunció el pulso de recarga de energía en los sistemas. El panel se iluminó. Estaba bastante limpio y los indicadores establecían parámetros correctos. Apenas ascendió un poco para colocarse en posición 1, la posición post-encendido. El devaroniano afirmó satisfecho.

- Si movéis varios días, tengo precios especiales, pero un día es por delante y precio no baja.

Apretó unos botones y la chapa exterior se desplazó para mostrar el interior.

- Ver si queréis, pero sin tocar.

Repulsores ProDam, nuevos. Cableado revisado, buen estado. Limpio, sin partículas. Tubos expulsores purgados hace dos días. Paneles de inclusión y transmisión corellianos... Es gran vehículo.

-¿Y a esto no tienen nada que decir los Hutt?. Si no sacan beneficios de esto, mas les vale a los Imperiales haber traido mas de un destructor. Porque los Hutts saben proteger lo que es suyo. ¿Tienes informacion de que tienen en el espacio?.-
Sicks asintió ante la premura de Ophara.
-Sabes que si tienes algo de información de valor, siempre hay un extra que te puedes ganar. Hablamos...- Luego se dirigió a Ophara. -¿Quieres algo de tiempo para ti?. No tenemos prisa, en un principio.-
Recogió el comunicador para comentar a Seldon.

La voz de Sicks surgió como un torrente electrónico del comunicador, algo distorsionada.

-Si merece la pena, compralo. Luego podremos recuperar lo perdido cuando le vendamos algo de chatarra. Seguro que tiene buena memoria. ¿Cuando teniamos que llegar a esa cantina?.

El administrador de la zona de embarque 54 esbozó una sonrisa demasiado despierta para lo que aparentaba en aquella entrevista, y sólo añadió un comentario.

- ¿La recompensa por aclararles lo que hay fuera sería proporcional a su tamaño? En ese caso quizá debieran solicitar un préstamo.

Seldon se rasca la cabeza mientras examina el aparato que están a punto de alquilar.

- Está bien, esto es todo lo que podemos ofrecerte.

Mientras dice esto, Seldon arroja un puñado de créditos sobre el mostrador.

En el puñado había 60 créditos. El devaroniano los recogió y los contó. Miró los ojos de Seldon cuando su cuenta terminó en 90, y debió ver algo que le convenció de que no sacaría más de la situación.

- Es mañana rara. No muchos por aquí. 60 está bien. Cada día más de este son 50 créditos para todos y los podéis pagar al final de todo.

Syrus estaba de cuclillas mirando las conexiones a poca distancia, con los ojos clavados en los detalles. Parpadeó y miró a Seldon, quien le contestó con un movimiento afirmativo de la cabeza cuando el devaroniano contaba el dinero.

Había un rastreador. Era un aparato reconocible, y por otro lado también esperable. La única forma de asegurar para un comerciante de vehículos que los tripulantes cumplirían y lo devolverían intacto. Los localizadores más antiguos estaban unidos al encendido, de manera que cualquier manipulación podía hacer que el deslizador se detuviera mientras emitía una señal de alarma. Los más modernos tenían incluso sistemas eléctricos de aturdimiento por contacto, y peligrosos aún.

Por lo demás, el vehículo cumplía con lo que había dicho el devaroniano. Las purgas quizá tuvieran más de dos días o se hicieran un poco rápidas, pero nada grave. Era un buen vehículo.

Sicks agarró el comunicador:
-Si merece la pena, compralo. Luego podremos recuperar lo perdido cuando le vendamos algo de chatarra. Seguro que tiene buena memoria. ¿Cuando teniamos que llegar a esa cantina?.-

Sicks amago una sonrisa.
-No seas asi. Sabes que muchas veces te traigo material, y no siempre te cobro lo que deberia. Ademas de que podría hacerlo desde mi nave. Pero sería costoso y muy aburrido. ¿Que sabes que tanto me quieres cobrar?-

El hombre se encogió de hombros.

- Señor, como digo a pesar de su insistencia, las informaciones que nos llegan son, o escasas, o confidenciales. Si quiere saber más, seguramente en el exterior hay comentarios para cubrir todas sus expectativas.

Hizo un gesto con los ojos, mirando brevemente hacia arriba, hacia el techo terroso, donde una especie de lámpara semiesférica y blanca dominaba el pequeño despacho.

Captando inmediatamente el gesto. Sicks se recompuso, pensando en cuanta informacion habia dado a lo largo de la conversación. Y como no se había dado cuenta de eso antes.
-¿Ophara tienes sed?.- Y pregunto al intendente. -Estoy seguro que un tipo de la zona como tu sabe donde tomar una copa. ¿Conoces de algun lugar con ambiente para tomar algo?.- Le preguntó con la mayor intención, de quizá, un posible encuentro posterior.

El hombre carraspeó.

- Si me permiten, un sobrino mío tiene una buena taberna en la zona de repostaje. Prueben el "crucero doble" y sabrán por qué es bueno pasar por aquí.

Después de decir esto, sonrió amablemente y continuó con sus otros quehaceres.

-Eso no suena mal. Quiza nos veamos mas adelante. Cuide de mi nave...-
Terminó con una sonrisa. Si Ophara no tiene nada mas que hacer, podemos marchar a la cantina.

- ¿Que si tengo sed? ¿Es una pregunta retórica o tengo que contestar?. En este planeta, salvo en dos circunstancias muy concretas que son: o muerto o dormido, SIEMPRE tengo sed. Y ahora mismo yo me veo bastante vivo y bastante despierto.- Respondió el Calamari, con un ligero tono airado.
Ophara esperó a que Sicks terminara de hablar con el administrativo, un poco compungido por su contestación anterior. Cuando la conversación tocó a su fin, dedicó una sonrisa de despedida al técnico y caminó tras Sicks dirigiéndose hacia esa cantina.
Hay cosas más importantes que mis piezas de nave, tengo que hacerme a la idea
Tras salir de sus cábalas, decidió disculparse por su contestación de antes.
- Oye Sicks, mierda, siento lo de antes: ya sabes que este planeta me pone de mal humor. Si me pongo muy irónico os doy permiso para que me criogeniceis un ratito y si queréis, me peguéis alguna que otra patadita.

Salieron del edificio de administración y se encontraron de nuevo en el torrente de pasillos que rodeaban los muelles de embarque circulares. Como glóbulos sanguíneos, gente de todo tipo y condición purulaba de un lado a otro en lo que parecía una miniciudad dentro de Anchorhead. Hasta los pequeños jawas entraban y se apartaban para cuchichear entre ellos, o para iniciar posibles tratos, generalmente de intercambio de chatarra o restos encontrados en la arena.

Los jawas eran buenos hurgando en la tierra, unos expoliadores natos.

La salida 2 apareció ante ellos. No tenía brillo, pero era de metal en un mundo de tierra, así que llamaba la atención, y era grande. Una plancha de varios metros de alto, de apertura doble, ruidosa y lenta. En ese momento estaba abriéndose. El hombre y el mon calamari salieron y Ophara volvió a sentir las miradas de muchos hacia él. Habían salido a una plaza rodeada de edificios bajos, fácilmente identificables como cantinas, uno de los negocios más fructíferos en el planeta. El otro negocio más en boga, los talleres de repuestos, se anunciaban en forma de pequeñas casas con tenderetes exteriores cubiertos con brillantes toldos.

Ahora que habían salido de los estrechos pasillos, ambos notaron el viento. Era cálido, pero aún así era relativamente raro que hubiera nada de viento en la ciudad. Quizá amenazara alguna tormenta estática o de arena, pero eso era mucho suponer de momento.

Había un buen número de cantinas a simple vista. Al menos siete. Cada una con pequeñas diferencias si uno se fijaba bien, pero casi idénticas por lo general.

Sicks mantuvo la vista al frente muy serio, pensativo. Pero ante el comentario de Ophara no pudo contener una cansada sonrisa.
-Ophara, si de verdad crees que con una salida airada te voy a criogenizar, ¿que tendria que hacer con Syrus?. No te preocupes, el calor nos afecta a todos.- Entonces recuperó su mirada pensativa.-Pero sigue sin gustarme el tema de los Imperiales. Los conozco bien, y no encuentro ninguna razón plausible para estar aqui.- Se paró en mitad de la arena. -¿Sabes a que distancia esta el resto Imperial?. Ademas, aqui no hay ningun material que pueda servirles. Si este cubo de arena sigue perdido en la galaxia, ¡es que no se puede sacar absolutamente nada util de aqui!.- Sicks continuó caminando maldiciendose a si mismo.
-Perdona, la verdad es que no tendría porque importarme. La guerra civil terminó, los pactos se mantienen. Y yo ya no tengo patria... solo queda seguir volando...-

Siguió caminando buscando esa cantina, y por si no recordaba donde era, podrían preguntar a algun Jawa cercano.

Pulsando el botón del comunicador, Syrus comenzó con su verborrea habitual:

-Aquí Perroverde a Perroalfa y Cachorrillo Sudoroso. Misión completada, repito, misión completada. El vehículo está en nuestras manos. Procedemos a la recogida, repito, procedemos a la recogida. Estad atentos -a lo que siguen unos ruidos extraños hechos bucalmente por Syrus y que asemejan, de aquella manera, a interferencias.

Levantando el dedo del botón para que no se le escuche, Syrus comentó a su compañero:

-2 créditos a que el jefe me echa la bronca por las "interferencias" o jugar con el intercomunicador.

Tock se dirigió hacia aquel destartalado aparato confiando en que estos valiosos segundos que acababa de ganar fueran suficientes como para escapar.

No había tiempo que perder, el esfuerzo le empezaba a pasar factura y ahora su mente solo podía pensar en escapar en aquel deslizador... todos los demás pensamientos pasaron a un segundo plano.