Partida Rol por web

El tabernero sirvió una bebida más, los clientes continuaron con lo suyo y unos cuantos "limpiaron" a los gamorreanos antes de retirar los cuerpos. Pasado un momento, nada parecía haber sucedido. Pasados cinco minutos, el grupo estaba en la puerta, rumbo al deslizador.

Por el camino había un buen grupo de individuos, como siempre, de todo tipo y condición...especialmente de la condición peligrosa. Un par de rodianos hablando entre ellos, algún twi´lek disperso, andando distraídamente o aporreando una puerta con el aspecto de haber recibido una buena paliza. También había sullustanos, jawas y un par de trandoshanos estáticos, con ojos fríos, como muertos, bien armados. Anduvieron con cuidado, los ojos y los oídos muy abiertos, pero nada extraño suceció al menos durante el primer tramo de trayecto por la calle donde confluían cruces aquí y allí, en el mejor estilo arquitectónicamente oportunista de Tatooine.

No parecía haber nadie. La puerta siguió en silencio después de las llamadas del twi´lek, cada vez más agotado, quien tardó en darse cuenta de que el localizador que llevaba estaba parpadeando de forma enloquecida. Al darse la vuelta, vio un par de individuos que pasaban a su lado por la calle, atentos a todos, pero sin reparar en nadie en concreto. Tenían todo el aspecto de esperar problemas de un momento a otro. Uno de ellos ya parecía tener bastantes problemas con el hecho de ser un mon calamari en un ambiente tan seco como el de Tatooine.

El piloto escuchó un pitido que le resultó familiar. Era regular, pero iba aumentando la frecuencia y la intensidad, como un localizador cuando se acerca a su objetivo. Miró en dirección del sonido. Allí sólo estaba el twi´lek apaleado, que los miraba asustado e indefenso...no había nada más, excepto una puerta de madera sencilla cerrada tras el twi´lek, pero el sonido provenía de esa zona.

Sicks lanzó al suelo a Ophara intentando quedar ambos lo mas cubiertos posible, quiza tras una caja o un quizio de puerta, mientras empuñaba su blaster pesado.
-¡Al suelo Ophara!-

Ophara se lanzó al suelo como si por encima de su cintura estuviera a merced de una marabunta de wookies hambrientos. Una vez en el suelo y a cubierto de no sabía muy bien qué, desenfundó su blaster con el corazón en la garganta y miró dubitativo a su compañero.

De repente, Seldon se vé incapaz de responder.

¡Quécojones...!

Seldon parece por un momento confundido y no está seguro de si lo que está sujetando con su mano es un bláster o un vaso de whisky. la realidad se distorsiona a su alrededor como si alguien la hubiera metido a centrifugar en una lavadora...

Echó un rápido vistazo para ver si reconocía alguna de esas caras, pero estaba demasiado confuso y cansado como para poder darse cuenta de nada

-¿Vendrán tras el localizador?, será mejor deshacerse de él- pensó.

En vista que el maldito curandero no respondía, decidió que lo mejor era aparentar ser un borrachuzo y ver si conseguía pasar desapercibido, mientras intentaba desprenderse de aquel aparato.

Dio un par de golpes más a la puerta y se alejo tambaleándose, esperando que aquellos extraños no le diesen importancia, mientras balbucía palabras ininteligibles. Buscó alguna persona con la que tropezar para intentar endosarle el localizador, alguien con un bolso grande o cualquier cosa similar, pero la callejuela no tenía el bullicio de las otras zonas, estaba bastante tranquilo y quizás sería llamar demasiado la atención. De todas maneras, no iba a descartar esta idea, de momento.

Desde la taberna, con la intención de apurar el último trago, el comunicador revela un mensaje preocupante. La voz de Sicks denota premura, una posible emboscada, y el cuerpo de dos hombres cae de un golpe seco en el suelo. Se puede escuchar el jadeo de una respiración agitada.

Los adaptadores para las orejas casi siempre se hacían para humanos, especialmente durante la época imperial. Ambos hombres los llevaban para evitar interferencias con el barullo del local, y para que nadie supiera nada que no debiese.

Antes de la reacción de ambos compañeros, el twi´lek hizo ademán de levantarse y llamar de nuevo a la puerta, con aire de auténtico borracho. La sombra en la que se agazapaba hacía difícil ver su rostro, aunque tenía heridas y contusiones.

Desde el suelo vieron cómo otros individuos de la calle se apartaban repentinamente y miraban a todos los lados, sorprendidos por lo ocurrido, con las manos muy pendientes de sus armas.

Tras llamar, con un buen aire ebrio en los movimientos, no muy difícil de imitar ya que las articulaciones le dolían verdaderamente, y aún se sentía mareado y con náuseas, la pareja se había lanzado al suelo.

El twi´lek se dio cuenta de que la señal del localizador que llevaba y que había quitado casualmente a sus atacantes, se había disparado. Casi se había acostumbrado ya al sonido, y el embotamiento general de sus sentidos con los últimos sucesos no ayudaba a que hubiese notado aquel detalle.

Los dos tipos tumbados, el mon calamari y el hombre, miraron un instante desde el suelo al twi´lek, mientras la gente que transitaba a su lado se apartaba repentinamente temerosos de un tiroteo.

-Nos vamos YA -dice Syrus a Seldon con absoluto convencimiento. La sempiterna sonrisa socarrona de Syrus se había borrado por completo de su cara. Apretó el paso para dirigirse hacia sus compañeros a toda velocidad.

-Informe -dijo secamente a través del comunicador.

Tock, asustado ante la reacción de esos dos personajes, olvidó su estado de “embriaguez momentánea” y echó a correr alejándose de ellos. Esperaba oír de nuevo el sonido de los blásters a su espalda, como momentos atrás en aquellas mortíferas dunas del desierto. En cuanto se alejó unos metros, arrojó sin miramientos el localizador y se metió por el primer desvío que encontró.
Las fuerzas comenzaban a flaquear...necesitaba el bullicio de la gente para volver a perder de vista a esos dos, pero también necesitaba curar sus heridas…

Seldon se levanta tras Syrus, tumbando sin querer el taburete sobre el que estaba sentado. Se dirige rápidamente hacia la salida, asegurándose de que su blaster sigue en su sitio.

¿Ya? J**r...

El twi´lek mostró su verdadero rostro de repente. Se apartó de la puerta y salió corriendo como si nunca hubiera estado borracho, alejándose por el callejón a toda velocidad, levantando una humareda dorada a su paso.