Partida Rol por web

Trato de concentrarme en mi actual ubicación. No puedo seguir resistiendo la corriente por lo que por un momento me dejo llevar. Pero en ese momento algo me hace saltar todas las alarmas. Al final de la corriente hay un remolino que lo atrae todo con voracidad. - Esa marea me tragará si no hago algo... - Vamos tu puedes - me digo a i misma. - Saca fuerzas de dónde aún te queden y consigue escapar del peligro. - Me intento repetir mentalmente. Si no consigo dar la vuelta a la situación me temo que será mi final...

El tronco al que está clavado Ast me arrastra, pero consigo veo a Ojoveloz en el cielo, describiendo círculos en torno a Jonah, quien claramente está en apuros. "Este necio va a deberme de nuevo la vida, para que luego lo niegue en cada ocasión" pienso para mí, mientras intento coger impulso hacia él, y nadar a duras penas contra esta fuerte corriente. En vano, la corriente me arrastra en sentido contrario a mi compañero, a quien veo hundirse bajo un remolino. Tampoco veo a Valeria, y me estremezco.

La corriente se hace más violenta, y el intento de acercarme a Jonah no ha hecho más que meterme en una corriente aún más fuerte que arrastra lodo y rocas. Me siento un pelele, un juguete, como una de esas muñecas de trapo que tienen las humanas bajitas de la corte. Me siento completamente a la merced del agua, su fuerza es colosal. Sigo aferrado a Ast, lo hago con todas mis fuerzas, esperando recibir el fuerte impacto que se avecina. Mi cuerpo es un pequeño ovillo clavado a un insignificante tronco; una mota de polvo en mitad de una montaña de fango que se bate en duelo contra otra.

Me sorprendo a mí mismo murmurando un antiguo cántico Högg, uno que creía haber olvidado: me preparo para una batalla encarnecida. - Mmmm Mmm Mmmmmmmm, Mm Mmm Mm Mmmmm Mmmm...

La delfín de orejas como pequeñas aletas[1] deja de estar a merced del mar y consigue nadar fuera de peligro. Aunque sigue avanzando a la velocidad que le empuja la ola, ésta ya ha perdido fuerza y tiene cierto control sobre su cuerpo y lo que acontece a su alrededor.

El panorama es desolador. Debía de haber muchos humanos fuera de las murallas. Los pocos que no están ya ahogados se dirigen sin remedio hacia la vorágine. Unas pocas excepciones parece que se salvarán. Entre ellos, el cuerpo de lo que parece un elfo que parece manejarse bastante bien nadando.

Una humana de rubios cabellos apenas consigue tomar aire tras deshacerse de su armadura, pero es llevada sin control al centro de la vorágine.

Y entonces ocurre algo que no se esperaba. En medio de la destrucción desatada sobre todos los seres que habitan esta tierra, un niño humano se dirige rápidamente llevado por la ola por detrás a un enano que va a la deriva agarrado a un tronco. Y, al hacer contacto, lo agrede violentamente.

La delfín sólo llega a ver la sangre que se sumerge. Pero los que están en la superficie oyen claro el grito de odio del chico y ven el hachazo que se clava en el hombro del enano. Un hacha de leñador.

Una vez fuera de todo peligro, empiezo a tomar perspectiva de la situación. Lo primero que siento es un dolor en mi brazo transformado en aleta y  mis costillas. Me miro y por suerte no es nada especialmente grabe que me impida nadar.

Después de examinar mi propio estado de salud empiezo a fijarme en el caos que hay alrededor. Muchos de los ciudadanos de Bornh se veían tragados por los traicioneros remolinos. Alzo la vista para poder evaluar cuales todavía tienen oportunidad de ser rescatados...

En un extremo están los que son tragados irremediablemente por la vorágine, en el otro los que nadan por su cuenta han de arreglárselas por si mismos. Yo busco personas que puedan ser salvadas y necesiten de ayuda.

Me sumerjo para poder aprovechar toda mi potencia hidrodinámica. Lanzando un grito en ultrasonido, sólo audible para los mios mando el siguiente mensaje:

- Hermanos soy Naija y estoy a salvo. A todos los que podáis oirme, hay que sacar a esta gente de las corrientes. Sacad primero a vuestros hermanos para que estos puedan ayudar a más personas.

Mientras dejo ese mensaje voy nadando en busca de supervivientes. Hasta que me topo con una mujer que parece que esta apunto de ahogarse. Pelea por deshacerse de piezas de su armadura que la hunden a plomo. Enredada en su túnica pelea por seguir a flote. 

...Aguanta estoy llegando...

Formando una barrera con mi cuerpo consigo frenar el arrastre que se la está llevando hacia el remolino. Al impactar me resiento de nuevo de mis costillas pero aguanto el dolor. No me aparto de sulado hasta que pueda agarrarse a mi aleta dorsal.

...Voy a sacarte de aquí...

Cuando por fin consigo ganarme su confianza y que vea que sólo quiero ayudarla, se agarra y tiro de ella con fuerza hacia la superficie. 

—¡Estoy bien!— le grito a Ojoveloz que no para de dar vueltas en círculo sobre mí. —¿Dónde están los demás?—. Mi preocupación se acentúa al ver la cantidad de cuerpos flotando con mayor o menor fortuna sobre las aguas. Es un panorama desolador. Ahora más que nunca soy consciente de la necesidad de abandonar estas tierras y cruzar el mar en busca de una nueva oportunidad. 

Pero mis músculos flaquean y necesito encontrar ahora algún saliente donde agarrarme. Miro a mi alrededor, haciendo señas a mi halcón con la cabeza. Sé que él me entiende. 

Mientras continúo nadando a duras penas, hago recuento de mis pertenencias. He perdido mi lanza. Meto la mano en la bolsa y me doy cuenta que he perdido también el juego de pedernal y acero para encender fuego en condiciones adversas y una antorcha*. Hago una mueca de dolor pero me relajo al notar que continúo llevando conmigo las dos raciones de comida que me quedaban. Dada la situación parece una buena noticia...

No veo nada a mi alrededor, sólo agua, fango, y burbujas. Me aferro a Ast, que me mantiene con vida, aferrada ella a un gran tronco que nos mantiene a flote. Noto un fuerte golpe en la espalda, justo en mi reciente herida, y esto me hace corvar mi espalda. Al principio creo que es una roca o un objeto pesado el que me ha golpeado, pero luego veo al niño. Es el hijo del hombre al que arrebaté su vida hace pocos minutos. Siento una mezcla de sentimientos, siento orgullo por ver valor en un chaval, además un humano, sin ningún miedo; pero por otro no es el momento de jugar. Sigo aferrado a Ast, y sé que no puedo soltarla del tronco si quiero seguir con vida: - ¡¡¡NO ES EL MOMENTO, CHAVAAAL!!! - grito tragando algo de agua al mismo tiempo. Su mirada está llena de ira, y comprendo que no va a parar. "Debo salir de ésta", pienso. No quiero hacer daño al chico, ha demostrado suficiente coraje, y se merece una oportunidad. Al mismo tiempo veo la ola que se dirige hacia nosotros, va a aplastarnos, y no sé si el chico lo resistirá. Le agarro por el cuello, sin ninguna delicadeza, y lo coloco entre mis brazos, inmovilizándole, al tiempo que me hago un ovillo para afrontar el golpe e intentar recibir yo todo el impacto. Espero que esto proteja al chaval humano.

Cuando finalmente Valeria logro tomar algo de aire se dio cuenta de que no estaba agarrada a un tronco: un enorme pez (¿un pez con orejas?) estaba junto a ella. Sus movimientos no eran erraticos como los de una trucha fuera del agua, aquel bicho sabia lo que estaba haciendo.

Valeria no era demasiado docta en zoologia. Conocia el sistema judicial de varios reinos, historia, religion, poesia clasica y filosofia pero en el tema animales distinguia entre caballos, bichos comestibles y plagas diversas. Nunca les habia prestado mayor atencion al considerarlos poco menos que seres sin alma pero ahora, aferrada a una aleta del tamaño de la hoja de un hacha, estaba dispuesta a incluirlos entre las mas nobles de las creaciones.

Tosio agua y respiro de nuevo agradecida por estar viva.

Todavia.

El tsunami pierde fuerza a medida que se adentra en la tierra. La corriente es comparable ahora a la de un río. Un río que parece haber arrasado un poblado entero.

El crepúsculo da a todo el paisaje un aire apocalíptico. Pronto se hará la noche, y el implacable tsunami ha dejado a todo el que estaba fuera de Bornh sin tiendas y con poco tiempo para prepararse.

Justificación a lo que hice: Creí que ya había salido del peligro inmediato. 

GM: ¡No tan pronto! El desafío para evitar ser llevado al cruce de corrientes es de actuar rápido (DES), y en eso sí eres bueno (+2). Sacas un 7 en lugar de un 4 así que éxito parcial. Salvas el peligro parcialmente o con algún coste o decisión a tomar.

Para activar Discernir la realidad simplemente busco concienzudamente con la mirada a mi alrededor y le hago señas a Ojoveloz que tiene una vista de pájaro (nunca mejor dicho) genial para orientarme. Mi idea es llegar a una zona elevada y seca, pero como desconozco si existe o no por eso lo pregunto. Luego ya tiraré Desafiar el peligro con destreza para alcanzarlo.

necesito encontrar ahora algún saliente donde agarrarme. Miro a mi alrededor, haciendo señas a mi halcón con la cabeza. Sé que él me entiende. 

Las tres preguntas que te hago encajan bien con lo que me respondes. ¿No resulta extraño que un elfo del bosque conozca tan bien los tsunamis? (¿es el primero que ve?). Creo que tiene más sentido que el halcón vea cómo de acerca una segunda ola y se lo indique. :)

La ola nos arrastra y golpea fuertemente, un torrente de fango y rocas casi nos engulle pero finalmente el tsunami termina por disiparse en el territorio, dejando la completa desolación a su paso. Me pongo en pie, magullado, completamente empapado, con Ast en una mano y el chico en la otra. Siento entusiasmo al ver que respira y que apenas ha recibido daño. Yo en cambio estoy herido, cubierto de rasguños y golpes. Ast brilla, y me susurra algo que apenas alcanzo a entender, estoy algo desorientado. No debo rendirme aún, nos rodea una vasta planicie pantanosa, un lodazal, salpicada de ramas retorcidas, rocas, estructuras derrumbadas y cadáveres, todo recubierto por un fango oscuro y resbaladizo, todo tiene el mismo color. Un sol rojizo desciende en el horizonte, y grupos de supervivientes emergen de los pozos y charcos de barro, se yerguen como almas en pena. El chico respira, pero no muestra señales de conciencia. Busco a Valeria y a Jonah, y trato de reunirme con ellos. Miro a mi alrededor, todo es desolación.

Valeria se arrastra por las aguas lodosas tosiendo y escupiendo agua. Sus melenas son un amasijo pringoso alrededor de su cabeza y sus hombros. Al menos, hace pie y puede respirar.

El misterioso pez la ha arrastrado hasta una zona poco profunda. Las aguas empiezan a retirarse para mostrar una escena de desolacion.

Recuperado el aliento, la chica se sienta. Aparta los cabellos mojados de su cara y los extiende como puede hacia atras para que no molesten. Se nota abrumada por la impotencia, la perdida de sus arreos de combate y todas las muertes que ha habido. Tiene mucho trabajo por delante y no sabe por donde empezar.

Entonces se da cuenta de un pequeño detalle: el pez ha hablado. Y ella le ha entendido.

​​Con los ojos muy abiertos, se vuelve hacia la extraña criatura. Ha permanecido en el agua, no lejos de ella, como si esperase algo.

Siento la presión en mi aleta dorsal mientras tiro con fuerza de la humana. Mi cuerpo se estremece pero mi corazón retumba no sólo del esfuerzo sino de la alegría de haber podido salvar a alguien de la muerte.

Pese a que la muerte no era más que otra forma de existencia, más allá del velo, ahorrar a un ser la agónica experiencia del ahogamiento, era hacer un bien.

Dejo a la humana en una zona segura y me preparo para regresar al agua en busca de otra víctima que salvar, cuando noto algo extraño en su forma de actuar, como si de alguna forma quisiera decirme algo que no logra expresar...

- Lo siento no puedo perder más tiempo, voy a intentar salvar toda la gente que me sea posible. Los traeré aquí de nuevo.

Sin saber muy bien si ha entendido algo de lo que he dicho, me marcho de nuevo al agua para seguir rescatando supervivientes.