Partida Rol por web

-¡Por las barbas de Elramid “el casposo”! ¿Eso que veo es tierra?-. Grito viva voz mientras confirmo que realmente se trata de un saliente rocoso que ha quedado a la vista al descender el nivel de la ola. Concentro todas mis fuerzas en hacer un último esfuerzo y subirme a él.

Todavía con medio cuerpo en el agua dejo que mi cansado cuerpo recupere fuerzas con el pecho pegado a la tierra. Ha sido una experiencia de lo más desagradable, pienso mientras escupo agua salada.

Me pongo en pie y oteo el horizonte. El paisaje es desolador. Me esfuerzo en encontrar a mis compañeros pero es inútil. 

Observo las impasibles murallas. Ahora más que nunca el acceso a la ciudad se vuelve crucial para la supervivencia.

Me quito los calzones y los ondeo enérgicamente sobre mi cabeza con los brazos estirados mientras grito el nombre de mis compañeros una y otra vez con la esperanza de que alguno de ellos sepa de mi situación. Ojoveloz hace lo propio y replica mis gritos volando en círculos a mi alrededor.

Veo a Jonah a lo lejos, semidesnudo, haciendo señas en mitad de la fangosa planicie, sobre un saliente rocoso. Es claramente él, pues Ojoveloz vuela en círculos sobre su cabeza.

Camino hacia él, con paso firme, cargando con el chico al hombro, clavando un paso tras otro en el pegajoso lodo.

El agua se retira con fuerza, dejando un lodazal y algunas zonas sumergidas a su paso. Aquí y allá hay restos de lo que fue el campamento de desplazados: telas, maderas, utensilios… junto a la flora y fauna arrastrada del mar, del litoral y de los kilómetros de campo afectados.

La oscuridad de la noche es casi plena, tan sólo la luna se refleja ya en el agua. El frío comienza a sentirse, acentuado por las ropas mojadas[1]. El cansancio también se hace presente entre los supervivientes, después de haber estado nadando, luchando por sus vidas.

Me acerco a Jonah, que sigue blandiendo sus calzones al viento. Estoy cansado, y creo que se me nota bastante. Estoy cubierto de barro, y empapado. - Mira lo que he pescado.- Digo sonriendo y haciendo un gesto con la cabeza para señalar al chico inconsciente que descansa sobre mi hombro. - Deberíamos buscar un lugar para descansar. ¿Dónde está Valeria?-

Dejando a la humana en un lugar seguro me alejo de nuevo para seguir rescatando supervivientes. El agua empieza a retirarse llevándose consigo tanto a los cuerpos de los ahogados como a las posibles víctimas con posibilidad de sobrevivir.

No tengo mucho tiempo así que me afano en rescatar al primero que vea se encuentre en el estado que sea...

Primero veo a un infante de raza élfica que a duras penas se agarra a un tablón suelto a la deriva. Consigo empujar de la desvencijada madera para que pueda llegar a una zona donde haga pie, cerca de donde dejé a la humana de cabellos claros. El chiquillo entre sollozos pregunta por el paradero de su padres... no se que contestarle...

De nuevo, ya haciendo un gran esfuerzo y notando que mi metaforma me abandona, no me detengo en mi empeño. Veo esta vez a un humano que intenta nadar hasta la orilla, quizá pueda conseguirlo por si sólo, pero no puedo permitirme elegir. Sin dudarlo me lanzo a por él ayudándolo en sus últimos metros hasta que llega a una roca de la muralla que todavía se tiene en pie. Un poco asustado finalmente me da las gracias antes de arrastrarse como puede entre los salientes para no caer de nuevo a la burbujeante marea.

En ese momento, mientras veo que se aleja pierdo mi forma de delfín. Mi verdadera apariencia ahora es visible a todos los que me presten atención.     

Pero algo en el agua llama mi atención. Uno de mis hermanos flota, todavía en su forma animal, sin ningún tipo de herido e inconsciente. Algo en mi interior hace que me olvide del peligro que puede suponer para mi propia vida el ir a rescatarle ahora que carezco de mi forma acuática.

Me zambullo como tantas veces he hecho para nadar en esta forma. No es grácil ni rápida, pero me vale para poder llegar hasta él sin peligro de ser arrastrada por la corriente que ya se aleja de la ciudad. Esta deja tras de si un paraje desolado lleno de lodo por todos lados. A duras penas consigo arrastrarlo hasta lo que ahora es la orilla, muchos metros mar adentro comparándolo con el sitio donde deje a los primeros supervivientes...    

Compruebo sus heridas... son graves. Mi hermano se me va, nos deja. Él es uno de mis amigos de infancia y se muere en mis brazos. Brotando lágrimas que recorren mis frías mejillas sollozo... sollozo y empiezo a cantar. La gente cree que los druidas sólo cantamos de alegría pero también lo hacemos de tristeza. Y una especie de nana comienza a retumbar en lo que ahora es una llanura desolada, salpicada de destrucción y cadáveres por igual...

[...]Cuando las olas del mar se llevan tus penas

Y la sal se amontona entrando al hogar.

Las luces del alba que iluminan tu senda

Retornan tu alma al lugar del cantar.[...]

—¡Hakk!... ejem—. Disimulo tosiendo. Realmente me alegro de volver a verle, quisiera abrazarlo, pero debo mantenerme firme —¡Barbudo engreído! ¡¿Crees que es un buen momento para añadir más componentes al grupo?! A no ser que sea miembro de la familia real no creo que nos sea de mucha utilidad en este momento. ¡Una boca más a la que alimentar!— Digo enfadado mientras meneo la cabeza.

—No, no he visto a Valeria todavía. Espero que dé con nosotros cuantos antes. No sabemos si otra ola como ésta hará su aparición en breve, puede que no sobrivamos… y además está anocheciendo. ¿Qué opinas? ¿Intentamos de nuevo entrar en la ciudad?— ando en círculos hablando en voz alta pero como si hablara conmigo mismo— Pero, ¿Cómo? y menos con esta pinta—. Bajo la cabeza y veo mis delegadas y blanquecinas piernas. Resoplo. Me siento en el suelo y me pongo los pantalones. —Por cierto, ¿quién es ese muchacho?— Me acerco a él y le levanto la cabeza con suavidad —¿Está vivo?—.

- No esperaba que tu enclenque cuerpo de anciano soportase esta maldita ola, ¡no ha habido suerte! - replico, también intentando disimular mi alegría por verle vivo.- El chico se queda con nosotros, ¡Y NO HAY MÁS QUE HABLAR!, ha mostrado más valor que tú en toda tu puñetera vida.*

Tras colocar el chico en el suelo sin ningún cuidado, como si de un fardo se tratase, resoplo, y miro apoyado en Ast, desde el montículo rocoso, en todas direcciones intentando vislumbrar algo en la oscuridad. Busco a Valeria, a su armadura, a su aura o a cualquier cosa que me indique su rastro.

Temblando de frío en la oscuridad, Valeria se siente abrumada. Está rodeada de muerte y desolación. El silencio le resulta enloquecedor. Desarmada y cubierta sólo con su túnica la sensación de indefensión se le clava hasta el corazón. 

Sus pies chapotean en el lodo mientras deambula sin rumbo por el cenagal. No ve ningún superviviente al que poder ayudar. Empieza a  pensar que la aparición del pez parlante ha sido todo producto de su imaginación. 

Finalmente, se sienta en el fango, agotada. Las murallas de la ciudad brillan a lo lejos iluminadas por antorchas: necesita pensar, poner en orden sus pensamientos. Han ocurrido demasiadas cosas en muy poco tiempo. Debe meditar y encontrar respuestas en su paz interior.

Respira profundamente y pone la mente en blanco. 

Serra...

Pasados apenas unos minutos tras la retirada del tsunami, una nueva ola avanza inalterable tierra adentro, rugiendo a través de su paso por sobre el lodo. Se adivina donde se encuentra por su cresta iluminada por la luna.

- ¡Hakk! ¿Eso que veo es otra maldita ola?- la pesadilla aparece de nuevo ante mis ojos. Miro el suelo y calculo nuestra elevación con respeto al nivel del mar que nos rodea -¿Será suficiente con mantenernos aquí?-.

Me pongo de puntillas y miro con atención la cresta de la ola asesina -Está claro que debemos entrar a la ciudad pero si no nos dejaron entrar en su momento dudo que ahora hagan una excepción con nosotros. Mejor será esperar a que pase el temporal-.

Me vuelvo a sentar en el suelo con las piernas cruzadas, aguantándome la cabeza con ambas manos, mirando al horizonte con la mirada perdida.- Me siento débil. No sé si aguantaría otra zambullida en el agua. Con suerte quizás mañana encontremos a Valeria con vida. Descansemos un poco-.

Tras besar en la frente a mi hermano, que se marcha al otro lado del velo, siento una fuerte perturbación. Me giro y en la lejanía atisbo la cresta de otra gran ola, puede que tan destructiva como la anterior. El brillo de la luna sobre la cresta quiere parecer el filo brillante del acero, como si quisiera dame una última advertencia, una última oportunidad de salir con vida de su tajo mortal.

Me levanto y tras lanzar una mirada desafiante al horizonte, cierro los ojos, cojo aire y me concentro. Comienzo a correr para poder dan un salto y en pleno vuelo cambio mi forma a la de un formidable animal, el albatros. No había criatura con alas más potentes para sacarme de allí. Aprovechando las corrientes de aire asciendo hacía los cielos nocturnos, dispuesta a sobrevolar la cresta, para luego virar y poder seguir su trayectoria.     

Emitiendo un agudo sonido me adelanto a la cresta para poder advertir, como si se tratara de una alarma, de esta nueva masa de agua que iba a castigar de nuevo las murallas de Bornh, deseando a la vez ser oída por mis hermanos todavía con vida.