Partida Rol por web

Sigo con toda la destreza que puedo a la hermana Alice, y de paso intento hablar un poco mas con ella. Aun no se exactamente si es que es muda o simplemente muy tímida-

Menudo día...¿suele llover mucho aquí hermana?- todo era util para romper el hielo. A veces tenía que hacer malabares para no resbalarme ni doblarme el tobillo. Sería que me faltase, ponerme perdida de barro. 

La joven monja te miró y sonrió sin decir nada, una sonrisa efímera que desapareció tan buen punto como volvió a prestar atención al camino. Desde luego estaba siendo muy difícil arrancarle ninguna palabra a la muchacha, pues parecía seguir obstinada en no abrir la boca.

El pueblo pesquero os dio la bienvenida con la misma lluvia con la que abandonasteis la abadía, Alice te llevó hasta una de las casas más grandes y, en ella, pudiste ver algunos hombres amontonados en el porche del edificio quejándose de la lluvia. Los pescadores asintieron respetuosos a Alice, pero a ti te miraron con extrañeza, circunspectos, pero no dijeron nada. Una vez en el interior, el ambiente de aquella suerte de comedor, taberna, posada, lo que fuera estaba bastante alicaído, probablemente por las horas, pero detrás de la barra se acercó un hombre de tupida barba pelirroja.

El hombre se acercó con una sonrisa honesta, con tranquilidad, aunque pronto exclamó con entusiasmo.

Hermana Alice, que bueno verte. sonrió ampliamente, su mirada se dirigió invariablemente hacia ti. ¿Usted es la mujer que llegó a la isla? te tendió la mano, directo, sin rodeos. Soy Gwydion O'Connel, gracias a Dios que arribó a Iona sana y salva.. las hermanas nos avisaron del naufragio, pero la lluvia nos impidió salir fuera, hemos buscado por toda la isla.. pero nadie más ha llegado. 

Era un hombre robusto, de manos callosas y actitud abierta, la viva imagen de un pescador.

¿Cómo os encontráis, señorita? preguntó con ápice de preocupación por ti.

No había manera de sacarle nada a esta chica. Igual era muda, igual no le agradaban las visitas. Sea como fuere, prefirió ignorarlo por ahora. Al pasar cerca de los hombres los saludó con un asentimiento de cabeza, ante todo educación, eso si, la cofia se fue fuera nada mas entrar en ese...am..¿local? No sabía muy bien que era exactamente. Vio acercarse a un hombre que primero habló con Alice y esperó a que se refiriese a ella

Ah si, me llamo Adama- le dio la mano con un ligero apretón, al mencionar que no habían encontrado a nadie su semblante se oscureció un poco.- Bueno, estoy viva, gracias al señor, y espero que si hay alguien mas también lo esté. Un placer conocerle señor Gwydion, me han comentado que hay un teléfono ¿no es ási?

El hombre sonrió amable, con la humildad de un hombre sencillo. Movió la cabeza sin saber como interaccionar contigo, por lo que finalmente optó por ofrecerte la mano.

Es un placer. dijo mientras escuchaba tus palabras, el hombre asintió y te llevó hasta un lado. Ahí lo tiene, ¿dónde necesita llamar? Es viejo, solo se pone en contacto con la central de Glasgow.. espero que sea suficiente. dijo mientras Alice se quedaba en silencio mirando.

Oh...¿cree usted que llegará desde la central a los Estados unidos de América? - le pregunta con las manos una encima de la otra sujetando la cofia- La verdad es que estoy un poco lejos de casa...- sonríe un poco, intentando levantarse la moral. 

Por cierto...una pregunta- se acerca un paso mas a él- sabe de algún- duda por unos segundos- banco que acepte crédito Americano por estos lares- alza una ceja, suplicante. 

Gwydion puso cara de circunstancias, pensativo, aunque la respuesta que dio acerca del alcance del teléfono no fue satisfactoria ya que se le escapaban esa clase de entresijos. Respecto al tema el crédito, el hombre torció el morro.

No aquí, señorita Mengel. Pero no se preocupe, es nuestra invitada. repuso el hombre con firmeza. Habéis sufrido una desgracia, Dios sabe que no será moral cobrarle nada. Puede quedarse el tiempo que necesite.. como mínimo seis días, que es lo que tardará en llegar el ferry de Mull para que podáis volver a Escocia.

Cuando hablaste del crédito, te diste cuenta de un detalle que había desapercibido para ti hasta ese momento. Dentro de tu cartera viste que había no solo dólares estadounidenses, sino también francos frances, dólares australianos y alguna moneda que no lograbas identificar su país de procedencia.

Podéis llamar cuando queráis, señorita Mengel. Yo atenderé a Alice mientras. dijo sin percatarse de tu hallazgo.

Cada vez, ese lugar la perecía mas extraño y enternecedor. Digno de aparecer en algunos de sus relatos. Asintió con una sonrisa amplia al hombre- claro, muchas gracias, no molestaré mucho- esperó a que se fuera y revisó su chaqueta para ver por cuanto dinero llevaba encima. Mas por curiosidad que necesidad en ese momento. En cuanto lo hizo, que no pasaron mas de 3 o 4 segundos cogió el teléfono para intentar ponerse en contacto con su hermano, a través de la linea de Glasgow. 

Mientras marcabas el número de la centralita de Glasgow, pudiste ver de refilón como Gwydion conversaba con Alice, la joven monja parecía responder al hombre, aunque casi en monosílabos. No te fue complicado ver un rostro de angustia en la muchacha, y el hombre se le veía serio, preocupado incluso.

Tu conversación con la telefonista del otro lado de la línea fue frustrante, no te podían poner en contacto con Estados Unidos, solo enviar un telegrama que tardaría cerca de dos semanas en llegar y la respuesta tardaría otro tanto. La verdad es que estabas en el fin del mundo al parecer.

Adama farfulló por lo bajo algún que otro improperio al no conseguir recibir ayuda. Colgó con suavidad el teléfono mientras miraba de reojo a la pareja. "¿así que a el si le respondía eh? Tal vez es tímida" Carraspeó ligeramente antes de acercarse a ellos- ya está, no pueden ayudarme- miro de reojo al hombre- ¿Hay tal vez algún sitio donde poder quedarme? Las hermanas ya se han encargado de mi bienestar demasiado y me gustaría no ser una carga para ellas. 

El hombre asintió volviendo su atención a ti.

Claro, no habrá problema en ofrecerte una habitación en la pensión. dijo solícito. La estación de lluvias no suele traer muchos visitantes, así que no hay nadie más salvo usted.

La hermana Alice asintió, silenciosa, parecía estar recogiendo unos paquetes que Gwydion le había entregado. La monja se acercó a ti, sonrió levemente y por primera vez la oíste decir algo.

Dios sea con usted. acto seguido parecía dispuesta a salir con la lluvia. Gwydion hizo un ademán de acompañarla, pero esta negó con la cabeza, el hombre suspiró resignado.

Oh gracias!- no pudo evitar alzar un poco el tono de voz por la alegría. Carraspeó tras darse cuenta y miró a la Hermana Alice que por primera vez le había hablado- igualmente hermana.

Observó como negó la ayuda del buen hombro, y cuando se fue ni corta ni perezosa le preguntó- ¿no suele hablar mucho no? Parece una chica encantadora. 

El hombre asintió con una sonrisa amable, y cuando preguntaste por la hermana Alice la mirada de Gwydion se mostró compungida.

Lo es. asintió lentamente. Pero no siempre ha sido así. Antes era habladora, risueña. Ahora está callada, triste, como si tuviera miedo de algo. reflexionó con seriedad. No sé cómo puedo ayudarla, la hermana Claire también está preocupada, por eso procura darle labores que hagan que se mueva, baje al pueblo, se relacione.. pero eso no funciona. No sé qué le ha pasado. 

La genuina preocupación Gwydion reflejaba que, quizá, el hombre albergaba sentimientos algo más profundos por Alice, pero los contenía con firmeza.

Vaya...quizás la muerte de algún familiar o persona cercana- se atreve a comentar. Lo mira por un segundo, casi con pena- igual solo necesita algo de tiempo, con buenos amigos como usted seguro que se recupera pronto - sonríe ampliamente

¿Si no le molesta..me podría decir donde me puedo quedar? y...- mira al suelo, sin saber muy bien como elegir las palabras adecuadas- ¿usted sabe de coordenadas?

No, lo sabríamos. negó con la cabeza. Alice nació en Mull, la isla cerca a Iona, pero quedó huérfana pronto. suspiró algo compungido. Lleva ya tres meses así, pero rezo a Dios que os escuche y pueda revelar la razón por la que Alice se encuentra así. Pero temo que haya visto algo.. algo que la ha aterrorizado y.. te miró y suspiró negando con la cabeza. Disculpad.. no es algo por lo que debierais preocuparos, usted ha tenido una experiencia terrible.

Cuando la conversación cambió de tercio, el semblante triste por lo que habían hablado se aplacó un tanto e hizo un gesto para que lo siguieras.

La habitación grande del primer piso. ofreció. Pediré ropa a mi hermana, creo que le cabrá. comentó mientras escuchaba lo de coordenadas. El hombre se te quedó perplejo mirando unos instantes antes de responder. Sé leer cartas náuticas, estuve en la Marina unos años, ¿por qué lo preguntáis?

Permaneció en silencio mientras le contaba la historia de Alice. A veces era mejor no decir nada cuando no se podía ayudar.

Oh muchas gracias, no sabe cuanto se lo agradezco, mis ropas no acabaron en buen estado- se muerde el labio recordando aun el balanceo nocturno en medio de la mas absoluta nada

Bueno...debido al golpe no recuerdo algunas cosas, como el barco de donde vine, pero tengo unas coordenadas que encontré en mi chaqueta, e igual significan algo. - Sacó el papel con las coordenadas y se lo mostró, a la espera de un milagro. 

Gwydion tomó el papel con las coordenadas y las examinó con detenimiento, alzó la ceja unos momentos, perplejo.

Venga conmigo. te dijo mientras se dirigía a una habitación que parecía un despacho, el hombre desplegó un mapa regional y empezó a hacer comparaciones. No tardó demasiado en hacerlo, pues parecía saber exactamente lo que debía buscar. No estaba seguro, pero estas coordenadas las conozco. 

Golpeó con el índice en un lugar muy concreto del mapa, la isla de Iona, justo en ese instante un sonoro trueno hizo temblar los cimientos de madera de la casa. Gwydion te miró con extrañeza.

¿No recordáis nada? te preguntó mientras volvía a comparar, sacudió la cabeza y suspiró un tanto. Cada vez pasan cosas más extrañas por aquí..

Le siguió con presteza, estaba hasta emocionada de poder desvelar algo de su olvido. De aquel entuerto del cual no recordaba nada. Miró el mapa y alzó una ceja- no, no recuerdo nada, de hecho, no recuerdo mi último día- se le escapó una risa nerviosa. 

¿qué ocurre con esa isla? ¿Qué ha pasado? - exploró el mapa con la mirada, por si eso le diese alguna nueva pista. Algo. 

El hombre te miró con detenimiento, cavilaba algo por su cabeza que, al final, lo llevó a suspirar con resignación.

Vamos a sentarnos y tomar algo. ofreció Gwydion, volvisteis a la sala principal, se sentó en una de las mesas ofreciéndose un sitio en ella. Antes de eso había recogido una botella de whisky y dos vasos, te ofreció uno de ellos. Es pronto, pero.. se sirvió para él.

Verá, señorita Mengel, Iona es un lugar tranquilo, habitualmente. explicó mientras se acomodaba en la silla. Tenemos muchos visitantes, peregrinos, que vienen a visitar la tumba de San Columba en la vieja abadía, pero al margen de eso somos un pueblo de pescadores. echó un trago, como si fuera agua.

Pero desde hace un par de semanas hemos tenido un problema con un perro salvaje que no hemos podido localizar. dijo mientras jugaba con el vaso de cristal en la mano. Las hermanas de la abadía aseguran que por las noches ladra y gruñe, los muchachos y yo hemos hecho batidas por toda la isla, pero a Dios pongo por testigo que no lo hemos encontrado. No tiene ningún lugar donde refugiarse.. y la isla no es precisamente grande. suspiró con detenimiento. Creímos que eran invenciones de las monjas, pero hace una semana encontramos una de las tumbas de la abadía abierta, con los huesos esparcidos por el suelo. se santiguó. los huesos roídos.. negó con la cabeza dando a entender que no era una imagen agradable.

Para acabar de redondear el asunto, la desaparición de Harry hace tres semanas.. chasqueó los dedos. Sin rastro. Solía frecuentar la abadía, las monjas, pero ninguna de ellas sabe nada. Estamos en plena estación de lluvias, si Harry se ha ahogado, a saber dónde estará.. echó otro trago. Y Alice.. sé que algo le ha pasado. Algo le han hecho, algo ha visto.. no lo sé. Pero cambió de la noche a la mañana, pálida como una hoja de papel, la hermana Claire creía que había enfermado. la voz de Gwydion tembló un tanto, sus ojos se posaron en los tuyos. Pero yo he visto esa mirada antes, en la guerra cuando me alisté de crío.. son los ojos de alguien que ha visto cosas horribles.. y no concibo qué cosa horrible habrá visto Alice para estar así..