Partida Rol por web

Hacía apenas unas horas nuestros protagonistas viajaban entre el tedio y la monotonía hacía un puerto seguro, como era la pequeña ciudad de Rockport. Desde entonces, habían estado a punto de ser engullidos por el oscuro océano, habían perdido y recuperado la esperanza, y ahora se encontraban frente a la puerta que debía aliviar su incertidumbre, pero no era así, aquella puerta entreabierta y esa luz tenue, junto al silencio y el faro ciego, no hacían más que aumentar su desasosiego.

Fue en ese momento de duda, dónde cada cual buscaba algo que le diera sentido a las siniestras sensaciones que tenían, que la artista, la joven Jazzlyn, observó algo que no encajaba en los patrones ocultos de las cosas, algo fuera de lugar.

Desde la casa surgían y llegaban al mismo tiempo unas huellas, diferentes, y superpuestas en la mayoría de los casos. Unas habían venido, otras habían ido, por el sendero que rodea la casa hacía la espesura arbolada del sur.

Pero eso no era todo, unas de esas huellas eran de botas, grandes, seguramente de hombre, pero las otras no lo eran, las otras huellas parecían palmeadas, parecidas a las de un pato, pero solo algo más pequeñas que las de botas humanas.

Ingemar pudo corroboran, cuando Jazzlyn se las mostró con claridad, que no se correspondían con ninguna especie conocida.

Mientras tanto se dieron cuenta, la lluvia arreciaba, la tierra era barro blanco, ni las huellas podían llevar mucho tiempo allí ni durarían mucho tiempo más bajo las inclemencias del tiempo.

Nunca sabemos, en el caos del universo, como afectará a nuestro destino cada pequeña decisión. Una puerta entreabierta, o un sendero embarrado cubierto de huellas que pronto serán borradas por la lluvia.

El corazón de Ingemar latía fuertemente. ¿Una huella así podía ser...? Las aves acuáticas no eran exactamente lo que buscaba, pero lo exótico de la situación la entusiasmó. Aunque...

¿Era posible que fuera, sencillamente, algún implemento de natación o buceo? Posible, pero no probable.

-Escuchen -le dijo a sus compañeros-, esto no es normal, son frescas, recientes, pero además no son nada que conozca. No tiene sentido que en este islote haya patos gigantes y que ningún biólogo los haya visto jamás. No sé... -titubeó, no sabía si lo que iba a decir tendría el efecto deseado-... no sé qué es esto. Creo que si Mike quiere tener su arma en mano -lo miró con expresión seria-, cubierta pero lista para disparar si... bueno, si "eso" estuviera adentro y no fuera un amigable patito.

Mike se quedó sorprendido ante el respeto que le tenían sus compañeros a su arma. Quizás les he asustado, debo ser más cauto la próxima vez. Cuando vio que la joven bióloga se asustó al ver aquellas extrañas huellas que Jazzlym había señalado, se activó su instinto más primitivo. Tenían que ponerse a salvo y descubrir qué demonios estaba pasando en aquella isla infernal. Mostró su arma a los demás con la intención de que le vieran guardarla.

- Tranquilos -les dijo con voz calma-, la mantendré a cubierto, pero preparada -el grupo ve que la guarda de forma discreta en su chaqueta, colocada para tener a mano rápidamente-, y más si hay algún tipo de extraña criatura que pudiera resultar un peligro. Sé que me he mostrado reticente a entrar en la casa, y empiezo a creer que deberíamos buscar un sitio más seguro donde pasar el temporal. Podríamos seguir las huellas de bota, al menos parecen pertenecer a una persona, o buscar una cueva, pero no creo que sea buena idea visitar a ese ser.

Frederik estaba sumido en sus pensamientos cuando de pasada miro hacia el sueño después de que Ingemar comentara sobre las huellas.

-solo son unas huellas de….-no continuo la frase dando se cuenta de que allí había un ser palmípedo o por lo menos aquellas huellas lo delataban como si fuera algo así-¿creen que alguien esté haciendo submarinismo o snorkel por aquí? Podrían ser que alguien estuviera buscando algo en estas aguas tan revueltas…aunque no logro imaginar lo que podría haber hundido bajo estos mares….-pregunto el anticuario, aunque realmente dudaba que aquello se diferenciara de un pájaro terráqueo, sin embargo le intrigo bastante al volver a mirar detenidamente, pues las huellas eran enormes y se podían comparar con las botas.

-¿y si….la persona  y el palmípedo fueran la misma? Fíjense…las huellas de pato o de aleta de submarinista entran a la casa por el mismo sendero que las botas cuando salen del mismo lugar, no salen ni entran juntas….-el británico tenía una forma de ver aquello desde otra perspectiva, procurando estar calmado y sosegado había llegado a esa conclusión.

-Tiene mucho sentido, Frederik: llegó con su equipo de aletas, se calzó las botas y salió a salvar alguna cosa de esta tormenta... ¿verdad?

En la mente de Ingemar las cosas se apretujaban para construir una versión de los hechos que fuera aceptable. Si bien su primera impresión fue que se trataba de un animal, podían ser perfectamente huellas de un humano empleando algún extraño e innovador equipo de natación...

-Lo raro es que alguien acá use esos equipos, son muy modernos para un islote como éste. Pero, vamos, más raro sería que haya algún monstruo acuático, un pato gigante acechando en la casita del faro, ¿no? -Sonrió con sarcasmo.

Ella no lo pensaba, pero esa sonrisa sarcástica auguraba algo muy malo, algo que solo le sucede a los personajes inocentes en las historias de horror.

A Jazzlyn no le gustaba cómo estaba transcurriendo la noche. Primero aquella maldita tormenta que había provocado que el barco se hundiera, y que a punto había estado de acabar con su vida, y ahora aquellas extrañas huellas que los mantenían fuera de la casa, debatiendo sobre su origen y sobre qué es lo que debían hacer. No, definitivamente no era lo que se había imaginado que sería aquel viaje cuando lo comenzó.

- ¿Monstruos acuáticos? ¿Patos gigantes? Escuchen, soy artista, y en algunas ocasiones he dejado volar mi imaginación para crear obras interesantes, pero, ¿se están escuchando?. Hablan de este islote como si se tratase de uno de esos lugares que se describen en obras como la Odisea. ¡Como si esto fuese La isla de las sirenas que se encuentra Ulises! - la mujer guardó silencio. Cada vez se notaba más malhumorada. - Hace frío y estoy calada hasta los huesos. Por favor, tomemos ya una decisión - miró a sus compañeros con cara de súplica - No me importa tener que pasar la noche en una cueva, si eso es lo que quieren, con tal de dejar de estar a la intemperie, aunque no les voy a mentir, preferiría un sitio más cómodo, pero tengan en cuenta que no conocemos este lugar y podríamos tirarnos horas buscando una, lo que supondría permanecer tiempo bajo esta lluvia, por no mencionar que nadie nos asegura que encontremos alguna, lo que supondría tener que regresar aquí aún más empapados, y con mucho más frío, o tener que seguir buscando otro lugar -

Mike medita un poco lo acontecido últimamente. Se estaba dejando llevar por el estrés, la situación desconocida y lo poco que le gustaba que las cosas se hubieran descontrolado tanto. Se serenó cuando caballero inglés mencionó que podría ser la misma persona y, tras oír las quejas de Jazzlyn decidió que es de sabios retirarse a tiempo.

- Tienen ustedes toda la razón -dijo avergonzado y muerto de frío-. Nos hemos dejado llevar por la situación, yo el primero, y hay que actuar ya. Entremos en la casa y refugiémonos de este tiempo de marras. Ya pensaremos qué hacer cuando entremos en calor y nos serenemos un poco. 

El Misterioso agente entró en la casa, estaba a costumbrado a tomar decisiones, y no era de la clase de tipos que se pierden en divagaciones. Sus compañeros le siguieron aún dubitativos, al fin y al cabo, tenía razón, siempre podían recomponerse un poco y salir después si era necesario.

Al otro lado de la puerta principal se extendía un largo pasillo central con dos puertas a cada lado que conducían a las cuatro habitaciones de la casa: el estudio, el dormitorio, la cocina y la despensa.

El corredor termina en una escalera de caracol que sube hasta la sala de mantenimiento del faro.

Aunque todas las habitaciones parecen estar equipadas con bombillas eléctricas, solo las luces del estudio están encendidas.

Aun en la penumbra del pasillo, se distinguen junto a la puerta tres perchas para abrigos, de las que solo cuelga un chubasquero raído. En una balda bajo las perchas hay dos pares de botas de agua, con espacio para otro par, aunque hay unas zapatillas de andar por casa junto a la balda. Dos linternas de aceite cuelgan de unos ganchos junto al chubasquero; también hay uno vacío que sugiere que falta una lampara.

Le sigues dando vueltas a la posibilidad de que se trate de material de buceo. 

De lo que estás segura es de que...

cualquier aleta que conozcas sería más grande que el calzado normal, de que no conoces nada nisiquiera parecido, de que la forma de caminar, tampoco es la propia de un humano, por la distancia entre huellas y de que... nadie se pondría el equipo de buceo a tantos metros de la costa, menos aún para llegar por el sendero desde el bosquecillo, habiendo en embarcadero mucho más cerca.

Tu mente sensible percibe algunos olores familiares...

Acuarelas, alcohol, hierro y mar, la humedad solo hace estos olores más pesados y penetrantes.

-Escuchen -Ingemar había estado en silencio y ahora hablaba en susurros y con un tono sombrío-, realmente no creo que fuera equipo de buceo. No sé que sí pueda ser, pero no me parece que sea una persona en aletas que se apresuró a regresar. No. -Un corto silencio y agregó: -Quizá en la cocina podamos calentarnos un poco y beber algo caliente mientras esperamos al dueño de casa, si dejamos las luces como están, excepto alli, no se asustará hasta que al menos hayamos escuchado abrir la puerta. -Miró la puerta de la casa. -Deberíamos dejarla cerrada, para escucharlo cuando llegue y salir al encuentro, como dijimos antes, de manera más convincente, las damas primero.

Jazzlyn agradeció enormemente que Mike rectificase y que, por fin, entrasen en aquella casa. Estaba deseando poder sentarse y relajarse, mientras, poco a poco, entraba en calor.

Mientras se encontraba de pie en aquel pasillo, escuchó como Ingemar proponía esperar en la cocina a que la persona que allí vivía regresara, dejando, para no enfadarla y asustarla cuando eso ocurriese, el resto de la casa como estaba.

La joven artista se disponía a asentir cuando aquellos olores que tan familiares le resultaban llegaron hasta ella, captando por completo su atención. Sonrió fugazmente, al pensar que el dueño de aquel lugar pudiese ser un colega, alguien que, además de cuidar aquel viejo faro, se dedicaba a crear obras de arte. Sabía que lo más prudente era no cotillear, pero antes de ir hacia la cocina, tal y como había propuesto la bióloga, debía echar un vistazo. Debía saciar su curiosidad.

- Les pido que me disculpen un instante, pero he de comprobar una cosa - dijo al tiempo que echaba a andar.

Jazlyn parecía querer palpar el ambiente, olía con los ojos entrecerrados el aire, demasiadas cosas le llaman la atención.

Mientras Ingemar caminaba entre las sombras hacía la cocina, al final de pasillo, la artista no puede evitar encender la luz de este, necesitaba ver y confirmar lo que su olfato le decía.

Ingemar se había detenido, sus pies pisaban algo pegajoso, justo al final del pasillo, y solo cuando Jazzlyn encendió la luz pasillo, se dio cuenta de lo que era… un charco de sangre justo bajo sus pies.

Ese es el olor a hierro que llamó la atención de Jazzlyn, hierro y mar mezclados de forma nauseabunda.

En cambio, el olor a alcohol flotaba por toda la casa, no venía de ningún punto en concreto, pero el olor a acuarelas la habían llevado hasta la puerta iluminada a su izquierda, y desde el umbral podía ver que se trataba de un estudio, repleto de papeles, armarios, un escritorio y numerosos dibujos y esbozos.

La visión de la sangre, y la jovén Ingemar parada sobre ella, hizo que el tiempo se detuviera por un instante para todos. 

Michael no se inmutó al ver la sangre. No es la primera vez, ni será la última, ¡ya sabía yo que la casa no tenía nada bueno! De hecho, se acercó a ver el estado de Ingemar al oír como sus pies chapoteaban en el charco de la vida. Con la mano diestra cerca de la pistola y la otra libre, dijo lo siguiente:

- Intentemos mantener la calma. Voy a entrar yo en la cocina -ahí es cuando ven que está preparado para entrar en acción-. Los demás permanezcan unidos y no tendría que pasarnos nada malo. A mi señal, pónganse a salvo y si ven algo, den una voz.

Ahí recuperó su confianza y dejó de ser simplemente Mike a ser el agente Clarkston. Había una determinación clara en su mirada y su pose era recta y segura. No le tembló el pulso al poner la mano sobre el pomo de la puerta de la cocina, intentando no pisar la sangre en la medida de lo posible.