Partida Rol por web

Antes de acompañar a Theonil al interior de la taberna,
Gaëlle buscó con la mirada a Ásvaldr, y tras llamar su atención, le indicó
mediante gestos que se disponía a entrar.

Gaëlle habría preferido que Drieric se quedase, pero a decir
verdad el chico no tenía muy buen aspecto, quizá que se fuese fuera la mejor
opción, pero no pudo evitar sentirse ligeramente fastidiada durante unos
segundos.  Aunque esos pensamientos
fueron borrados de sopetón por la imagen de la camarera élfa que les atendió.

De camino a la mesa, y mientras esperan a que les sirva, no  puede evitar no quitarle la vista de encima.
Su cabello rojo como el fuego, sus exuberantes curvas, sus gráciles movimientos
y sus rasgos élficos, culminados por la sonrisa con que les recibe, la
cautivaron. Casi al momento se sorprendió imaginando un poema, o quizá fuese
una canción, o una historia épica… o puede que los tres… alrededor de la
belleza que acababan de encontrarse. Cuando volvió, trayéndoles la bebida, no
pudo sino agradecérselo sonriendo tímidamente, sintiéndose como una tonta al
hacerlo.

Una vez que se hubo ido trató de centrarse.

Por Olidammara, lo que debe estar pensando… ¿Cómo se llamaba?
Theonil, eso, Theonil – pensaba ligeramente avergonzada.

Dio un trago al vino que les había traído Trellana, y
comenzó a juguetear con los dados, antes de cedérselos a Theonil para que comenzase.

-La verdad es que historias muchas – contestó a la pregunta
que antes había lanzado – nunca faltan en mi repertorio. ¿Quiere oír alguna? – Preguntó,
empezaba a animarse de nuevo, le encantaba contar las historias de los lugares
por los que había pasado – A todo esto, creo que no me he presentado, mi nombre
es Gaëlle.

Recordó entonces que Karlack, uno de los guardias de la
caravana estaba sentado cerca, y sin pensárselo dos veces le invitó a unirse a
ellos. Y mientras lo hacía se fijó también en la chica a la que había visto
cruzar el arco ¿Cómo lo habría conseguido? Tendría que hablar después con Ásvaldr,
o quizá…

Casi sin pensar se acercó a la mesa donde Evea estaba
cenando.

-Hola – saludó amablemente – soy Gaëlle, estaba en la
caravana, ¿te acuerdas? Me preguntaba si… bueno… ¿te gustaría unirte a nosotros
compartir un par de jarras de vino y un par de partidas? Confío en que tu
compañero, Karlack – le señala al nombrarlo – se nos una también. ¿Qué dices?
Será divertido.

 La menuda pero atlética joven se ve levemente sorprendida ante la intrusión de Gaëlle mientras ella estaba dando un sorbo de la sopa. Tras terminar la cucharada sin atragantarse y atender las palabras de la joven, la Gata, como la conocía la mayoría de los miembros de la caravana asintió.

 - Sí, te recuerdo, Graëlle Bellerose, la juglar.- Luego miró hacia donde señaló, el tipo que fue contratado, como ella, para proteger la caravana hasta Zoquejo.- ¿Karlack? Le conozco, pero no somos compañeros más allá del trabajo que hicimos juntos con la caravana.

 Pero aún así sostuvo la mirada de la muchacha mientras terminaba de decidirse, mirando a Theonil, finalmente asintió.

 - Bueno, por qué no. Pero no estaré mucho, me siento cansada y me gustaría descansar para mañana.

 Dicho eso, tomó el plato de sopa, y el resto de comida para trasladarse a la otra mesa.

 - Hola de nuevo.

Las cervezas estaban empezando a hacerle mella a Karlack. Siempre había tenido un gran aguante con la bebida pero no sabía si por el largo viaje con la caravana junto con el calor que lo había deshidratado, o bien por alguna especia elfa que habían puesto a la bebida, estaba empezando a sentir lo efectos del alcohol.

Será mejor que afloje el ritmo.- pensó

Mientras había visto cómo la hermosa Gaelle hablaba con la Gata

Karlack aceptó (no sin volver a sonrojarse) la invitación de Gaelle

Encantado.- musitó

Un poco nerviosa por el bullicio y el gentío tan extraño para ella, Selen sale con entusiasmo hacia el centro. Todos las personas le parecen caracteres notables, y observa interesada a todos, pero no puede evitar que la vista se le clave a la jovencita de cabello argènteo que tiene un algo que evoca lo sobrenatural ¿sería una de las doncellas elegidas por el unicornio? ¿podría ser que fuera una experiencia tan impactante que cambiara a las personas?  Aunque no pudo dejar de notar lo rígida y, bueno, un poco desdeñosa, que se comportaba; como una niña tratando de estar a la altura de un papel de mayor sensato y digno. La observa sonriendo comprensivamente cuando la ve hacer gestos que seguramente invocan alguna bendición al despedirse.

Auria se acomodó tranquilamente en la posada a la que le habían llevado y abrió la ventana. No quería mezclarse entre el gentío y mucho menos quería rozarse con cualquier persona que había allí. Pero lo que si que tenía era algo de curiosidad, no es que fuera una mujer curiosa, para nada, pero tanta expectación sobre la aparición del unicornio le incitaba a quedarse mirando a los personajes que andaban por ahí. Se quedaría un rato allí mirando, para ver que ocurría.

Selen comenzó a recorrer la Plaza, un tanto recelosa de la gente, decidió empezar a relacionarse con un grupo formado en su totalidad por elfos de modo que fuera más sencillo para ella.
Un tanto preocupada por su dificultad para tratar con las personas con las convenciones sociales apropiada, empezó a preguntar a unos y otros por el festival y el unicornio; dado que el posadero no había podido decirle mucho al tener que alojar a Auria y a Liz Idaira después de a ella, necesitaba interrogar a otras personas.
El entusiasmo que el posadero había mostrado al hablar del festival en los breves minutos que pudo hablar con ella antes de dedicarse a sus otras huéspedes, parecía ser compartido por todos los locales. Cuando Selen dirigió sus primeras preguntas, pronto se vio recompensada por historias de todo pelaje y color por parte de todo local que pasaba, incluso aunque ella no hubiera preguntado.
Lo cierto es que ordenar toda la información y escuchar todas las historias le llevaron varias horas, para cuando acabó era tarde y estaba cansada y, de hecho, el jolgorio en la plaza había remitido un tanto, aunque seguía siendo importante, para no ser el día de fiesta.
Mientras volvía a su hospedaje, revisó sus notas y las paso a limpio. Desde luego había conseguido una gran cantidad de información; incluso alguna que no esperaba, las notas principales que tenía eran:
• La gente del pueblo estaba realmente entusiasmada con lo que consideraban un honor impresionante de los dioses, cada persona a la que había preguntado estaba encantada de contar lo importante que era el hecho, lo impresionante de los unicornios y que todo eso pasaba en Zoquejo.
• Aunque a Selen no se le había ocurrido en un principio, todo el mundo con quien había hablado parecía seguro de que el unicornio que acude cada edición es uno diferente. Lo cierto es que un unicornio sólo cambiaría de amazona por la muerte de su predecesora, y si acaso, desde luego cada posibilidad abría nuevos interrogantes, si era el mismo ¿qué ocurre con sus amazonas? Si sus misiones son tan peligrosas ¿por qué el no muere? Si son varios ¿por qué vienen periódicamente? ¿Cuál es el motivo de elegir éste pueblo tan poco faérico para sus amazonas?
• Parecen haber sido elegidas 5 mujeres, cada una el mismo día (el día de mañana) con un intervalo exacto de cinco años. Todo el mundo parece de acuerdo en éste tema, incluso el primer unicornio apareció en el mismo día, mañana hará exactamente 25 años.
• Las mujeres elegidas habían sido, por orden de antigüedad:
Syrilla Ramalta, una jardinera elfa fue la primera hace 25 años. Otro dato que descolocó totalmente a Selen, ella era una druida de pleno derecho; cierto no era anciana de su círculo y mucho menos una hierofante, pero era una druida, con todas las letras y sabía que no estaba capacitada para ser amazona de unicornio, ¿y allí uno había elegido a una jardinera? Era muy raro, aunque podía explicar porqué duraban tan poco las amazonas… una jardinera batallando para defender el bosque faérico…
Trendalla Lanzacorno, una fabricante de telas hace 20 años, tampoco es que tuviera mucha lógica. Aunque la que se presentó como su prima segunda por parte de padre insistió en que la hija del gran héroe (a Selen le sonaba como un comandante de cierta importancia de las guerras con los orcos) Aldric Lanzacorno tenía por fuerza que ser una digna amazona de unicornio.
Valyria Tintalhoja, una semielfa guardiana de los claros hace 15 años, al menos Valyria podría no haber estado más lejos que Selen de ser una amazona capaz y razonable, por las descripciones que le habían dado de ella.
Brilara Almabrillante, una iniciada de Corellon hace 10 años, a quien todo el mundo citaba como un motivo de mucho peso para nombrar a Nasha la favorita para éste año, pero que tampoco entraba en el concepto que Selen tenía de candidata a Amada de Valarian.
Notcha Flechacertera, una cazadora semielfa hace 5 años, de quién decían que tenía la puntería de un héroe de guerra. Una cierta sorpresa porque aunque era una buena muchacha, reservada y tímida, se le conocían relaciones afectivas anteriores a las visitas de los unicornios y muchos pensaban que no sería doncella, eso sí todos los que decían algo así se apresuraban a añadir: “aunque yo no pensaba eso, claro”.
• Mucha gente de la que habló con Selen decía conocer personalmente a las mujeres elegidas, incluso alguno dijo ser familiar de una o de otra. En particular, según le dijo a la druida una joven elfa que parecía particularmente chismosa, la última de ellas, Notcha, mantuvo una relación, obviamente no sexual desde el punto de vista de cualquiera que sepa de unicornios, señaló, con un elfo que estaba sentado cerca, aparentemente agotado tras bailar con una coraza de metal y, probablemente, algo achispado.
• La joven del pelo platino, llamada Nasha Bremârk no había sido elegida por ningún unicornio (aún, le remarcaron con claridad), probablemente porque cuando vino el último sólo tenía 9 años. Era una iniciada de Rillifane, dios élfico de los bosques y la naturaleza; la más joven de la historia; extremadamente competente con los ritos y los rezos, era la gran favorita de todo el mundo para irse mañana con el unicornio, a pesar de la oposición de su padre (a quién señalaron como el hombre que Selen había visto en la entrada de la taberna). El aspecto peculiar de Nasha era debido a su sangre eladrín, sangre de ángeles; le remarcó un semielfo barbudo, interrumpiendo su conversación anterior con una elfa anciana, al oírlas hablar de Nasha y si su peculiar aspecto se debía a ser amazona de unicornio.
Bueno, esas eran las notas que había tomado; y le habían costado lo suyo en tiempo y en charlas con un montón de personas. Selen creía que no había tenido tanto trato social como esa noche en toda su vida sumada y los festejantes, cada vez más borrachos y ruidosos contribuían a una cierta sensación de agobio.
 

La posada de paredes abiertas era perfecta para los propósitos de Auria sentada en la rama de árbol que, mullida con sus propias hojas, hacía de banco o desde el lecho de hojas podía ver perfectamente a lo lejos.
El Centro estaba prácticamente desierto, los elfos locales parecían haberse retirado pronto a descansar, con el firme propósito de disfrutar el día del festival desde primera hora hasta que pudieran aguantar, y para que eso fuera mucho tiempo, llegar bien descansados. De hecho al cabo de menos de una hora los candiles y fuegos faéricos de duración más corta no habían sido renovados, dejando el Centro en una apacible semipenumbra con menos de la tercera parte de los puntos de iluminación que había al hacerse de noche.
El Arrabal tenía algo más de movimiento, gente preparando sus negocios para el día siguiente y celebrantes que acudían o volvían del jolgorio que se había improvisado en la plaza del festival, transitaban o se afanaban aquí y allá, aprovechando las luces para las actividades que las requerían y con sus propios candiles iluminando sus casas.
La feria era decididamente harina de otro costal. La plaza bullía de actividad, al menos para lo que la solitaria elfa consideraba bullir de actividad, con una fiesta que aunque con las horas perdía concurrencia lo compensaba con más ruido de los más persistentes que cada vez estaban más bebidos, manteniendo la música y el baile tan animados como al principio.
Nada parecía fuera de lo normal en lo que era un pueblo en ambiente prefestivo, aunque para Auria ya podía considerarse festivo de sobra. Fijó su atención en la figura que le costaba distinguir como Selen, la otra druida parecía haber tenido un gran éxito en su empresa de socializar, puesto que Auria la veía ir de un grupo a otro sin parar, hablando con docenas de personas a lo largo de las siguientes dos horas. Al menos casi todas ellas parecían ser elfos, pero desde tan lejos y tan de noche, incluso los ojos élficos de la joven podían equivocarse.
Entonces algo pareció pararse en el corazón de Auria, fue sólo un segundo, y cuando pasó ni siquiera podía estar segura de no haberlo imaginado. Le parecía estar segura de haber visto a un elfo atravesando el Centro, desde la espesura seguramente, por la posición que avanzaba. Si, seguro que lo había visto, era muy llamativo pues era la única persona que había visto en el Centro desde que entró en la posada y se asomó al balcón. Creía estar segura de haberle visto acercarse a los espinos que cubrían la intimidad del Centro respecto al Arrabal y que los había trepado con agilidad.
En ese momento es cuando el corazón de Auria se había parado un instante y su mente empezaba a estar confusa, una de las piedras de luz, colocada en los espinos se había caído y en su trayectoria había iluminado claramente a la figura que escalaba. Era Karl, o eso le había parecido a Auria en ese momento efímero. Para cuando la druida se recobró el escalador se había perdido en el Arrabal.
 

Gaëlle volvió a la mesa recuperando su sitio, junto a Theonil y Karlack, e inmediatamente se dispuso a realizar las pertinentes presentaciones. 

-Theonil - dijo señalándolo - estos son Karlack y Evea, guardia y rastreadora de la caravana en la que llegué. 

Acto seguido dio un trago a su bebida y cogió los dados. 

-¿Quien quiere empezar? - preguntó usando un melodioso y deliberadamente inocente tono de voz mientras estiraba el brazo tendiéndoselos a quien quisiese cogerlos

Karlach saludó con un gesto de la cabeza al nuevo invitado.

No era muy sociable y tampoco le gustaba el juego (nunca ganaba), pero algo era diferente esa noche.

Pudiera ser el ambiente festivo de la ciudad o simplemente la estimulante compañía de la bardo, no lo sabía, pero arrimó la silla a la mesa y se dispuso a jugar esa partida de dados que con tan maravillosa sonrisa le había invitado

Juguemos.- dijo intentando esbozar una sonrisa, aunque le quedó como una mueca extraña debido a la falta de costumbre

Karlack: Te desmarco a Auria y Selen, ellas no están en la taberna y ahora mismo ya no están a la vista vuestra ni vosotros de ellas.

ok gracias

me guié por el mensaje anterior de Gaelle

lo tendré en cuenta

 La joven saludo con una inclinación de la cabeza a Theonil.

 - El señor Brêmarck y yo ya nos conocimos antes.

 Tras estas pocas palabras tomó un poco más de la sopa y finalmente preguntó.

 - ¿A qué jugamos? A ver, que me entere un poco antes de perder lo poco que tengo.- Dice en una risueña sonrisa.- Haced una tanda de prueba a ver de qué va la cosa y me uno en la siguiente.

El juego es sencillo, por lo menos tal y como lo jugamos aquí. Todos recibimos 5 dados de seis caras y hacemos apuestas. Cuando alguien es descubierto mintiendo o cuando alguien acusa de mentir cuando es cierto el jugador pierde un dado. 

Cojo los dados y los reparto: 

Todo el mundo tiene su tirada, ¿no? Pues el juego es sencillo, pongamos que empiezo yo... Digo que hay tres 2 en la mesa. Ahora tu tienes tres opciones: Subir la apuesta (tres 3, tres 4, cuatro 1, cuatro 6,... pero nunca tres 1 o dos 6 porque eso sería bajarla), desconfiar de que hay tres 2 en la mesa (si hay 3 o más perderías tú) o por último decir que hay tres 2 justo en la mesa. De haberlos perdería yo un dado. 

Es sencillo, y en cuanto le pillas el truco... verás cómo vuelan las monedas.

Sonrío después de la explicación y añado:

Por cierto, ¿habéis visto algo sospechoso en las caravanas los últimos días? Hay un elfo preocupadillo por unos problemas de contrabando, y quizá me podríais echar un cable... No tengo dinero para pagaros, pero os puedo dar un lugar gratis donde dormir y puedo ser un contacto de primera en esta ciudad... ¿os interesa?

 La joven asiente ante las reglas del juego, mientras continúa tomando cucharadas de sopa. Cuando finaliza, asiente.

 - No parece complicado, a ver como lo haceís un par o tres de veces y quizás me apunte.

 Mientras toma otra cucharada atiende la pregunta acerca de la caravana, la joven alza los hombros en señal de desconocimiento.

 - Lo desconozco, yo pasé la mayor parte del tiempo a varias a varias millas de distancia, por delante o por detrás de la caravana, asegurándome de que no habían problemas para la misma. Pasé poco tiempo junto a la caravana, tan solo para dar el parte.

Yo no sé nada.- contestó el guerrero.

Yo hago mi trabajo y de lo demás que se preocupen los demás.- sentenció

Los guardias jugaban  en las largas noches de vigilancia pero nunca me uní a ellos, no parece difícil