Partida Rol por web

Las dos primeras puertas resultan ser camarotes normales, pero todo está hecho un desastre o destruido debido al naufragio así que pasas la la siguiente habitación, esta es la que se haya justo enfrente de la puerta de la habitación que tiene el agujero.

Este camarote es más lujoso que los demas, parece que perteneció algun noble importante, de hecho, en una pared puede ver un cuadro de un anciano de noble porte que porta una cruz muy rara.

El barco no parecía pequeño, lo que hacía más raro que nadie en el pueblo lo hubiera mencionado. Y si los inquisidores se habían interesado por el pecio, realmente no era sensato ir a explorar en solitario. "Angelica" se asomó al borde, para asegurarse de que el paladín no estuviera, descalabrado, al pie del acantilado.

- No está. No sé si alegrarme o sospechar que la estupidez de los del pueblo se le ha contagiado y ha ido a mirar el naufragio por su cuenta. - Con aquel comentario, esperó a ver la reacción del muchacho MacCordagar. Pretendía comprobar hasta qué punto el chico compartía la visión general de su clan estando separado. Y, en cierto modo, inducirle una sensación aparente de seguridad. Con la mirada al apartarse del suelo allá abajo, examinó el pecio y se preguntó qué pudo haber transportado, si la criatura que se le apareció en sueños, y sí realmente aquello interesó a los inquisidores. Recuperar a Jacklin no le importaba tanto en ese momento como satisfacer su curiosidad. Quizás pudiera encontrar respuestas que explicasen en parte lo que ocurría en la isla.

- Me parece que soy la más liviana de los presentes. Ayudadme a descender con la cuerda, por favor. Y espero que nuestro amigo haya descubierto una forma de bajar que también sea practicable a la inversa u os tocará subirle a pulso.

Dicho aquello, se anudó un extremo del cabo a la cintura y esperó a que sus dos "ayudantes" se preparasen como vieran conveniente con la cuerda antes de iniciar el descenso.

Kelgar siguió a Angie al barco naufragado, mirando de reojo al chico de los McCordagar que les acompañaba.
El barco era bastante grande y se preguntaba porqué su capitán no se había dado cuenta de que su casco encallaría en los arrecifes.
Los “barcos dragón” de Haufman no tendrían ése problema.

Angie les propuso bajar sola primero.
Te bajaré, pero no te alejes demasiado. Si ves algo raro, ponte a gritar. le dijo, ayudándola a descender con la cuerda que sostenía.

El bajar por el acantilado no resulta un problema gracias a la cuerda y a tus compañeros, pese a que no tienen ningun experiencia en la escala puedes bajar  hasta la zona segura del acantilado, solo te quedaba llegar hasta el barco saltando por las rocas, como habia suficiente cuerda decidistes avanzar sujeta a ella.

Por desgracia, subestimastes tus habilidades y la piedra resbaladiza te hace perder el equilibro y cayendo al mar enbravecido, tratas de agarraste a la piedra pero esta está resbaladiza y por su superficia hay incristados trozos de arrecife afilados como cuchillas, tratas de nadar pero te resulta practicamente imposible  por las corrientes amenazando con sumergirte en el fondo del mar.

Afortunadamente, la cuerda tira de ti con fuerza y con algun que otro golpe logrand ejarte otra vez en la base de tierra a salvo, tienes algunos cortes sangrantes y la cuerda a sufrido algún desperfecto aunque nada seria de momento, tus heridas tampoco son profundas aunque escuecen un poco.

Rápidamente descarte de mi búsqueda dos de las puertas ya que por culpa del naufragio era imposible encontrar algo en ellas, estaba completamente destrozadas y el agua había borrado cualquier pista que pudiera conseguir. Solo me quedaba buscar en otras salas, por suerte la siguiente puerta que revisé dio a un camarote no solo en mejor estado sino que además aparentemente de alguien importante.

Lo primero que vi nada más abrir la puerta fue el cuadro que descansaba en una pared, así que por supuesto lo primero que hice fue escrutarlo con la mirada para ver si reconocía a aquel hombre, si aunque fuera podía saber quien viajo aquí... También revise detrás del cuadro, ya que lo descolgué para comprobar la pared detrás suya o si había algo escrito en la parte posterior, por mi experiencia muchos artistas solían hacer anotaciones ahí para saber identificar cuando una obra era suya o que buscaban representar en el cuadro, quizás en este caso hubiera nombres.

Sobre la roca húmeda a la que la suerte, y posiblemente los empujones de Kelgar y el joven MacCordagar, le habían devuelto, Emelie escupió agua y tosió mientras maldecía aquel tropezón en su fuero interno. Apartó un mechón de cabello mojado que se le había pegado en la frente y le tapaba parcialmente la vista. Por un instante se preguntó si Jacklin no hubiera podido correr igual suerte y el mar le hubiera arrojado al fondo. Aquella cuestión sólo tenía una respuesta: debía comprobar el pecio, asegurarse de que el paladín estuviera allí antes de darle por enterrado en la fría y acuosa tumba del mar.

Se incorporó con cautela, hizo señales a los dos hombres en los alto del acantilado para indicarles que estaba bien (por el momento) y echó otro vistazo a los restos del naufragio. Le dolían las manos allí donde el arrecife le había cortado y el agua salada no era el mejor desinfectante; escocía cada vez que una gota resbalaba por la piel y tocaba una zona desgarrada. Seguramente, los golpes recibidos contra la roca por los embates de las olas le dejarían hematomas durante varios días. Esperaba, al menos, que esos puntos se entumecieran para dejar de sentir molestía.

Inspiró profundamente y se dispuso a dar un nuevo paso sobre la resbaladiza superficie, para apartarse de la orilla antes de haber alcanzado el negro agujero abierto en el costado, como una herida letal, del barco.

Vas saltando en roca en roca, esta vez no tienes problema en llegar hasta el agujero, donde te desanudas la cuerda y la atas a un extremo del agujero para utilizarla cuando salgas del barco.

Te hayas en un recinto completamente destrozado, la humedad y la roca que invade la sala ha hecho que la sala esté absolutamente inservible y debido a la inclinación hacia el mar todos los muebles parecen haber sido reclamados por el oceano, la única salida, aparte del agujero, es una puerta al otro lado de la habitación esta se encuentra abierta y puedes escuchar pasos en la habitación de enfrente.

No reconoces al hombre de nada pero la cruz se te antoja muy familiar aunque no llegas a ubicarla en tu mente, cuando descuelgas ( con algo de dificultad) el marco , detras no pone nada ni en la pared tampoco que logra identificarlo;en ese instante escuchas unos pasos que provienen de la habitación de enfrente.

La excitación de alcanzar por fin el barco naufragado atenuó momentáneamente el dolor de los golpes o la quemazón del agua salada al gotear sobre heridas en las manos. Incluso le hizo obviar brevemente la molesta sensación de la ropa humeda sobre el cuerpo. Por unos instantes, Emelie se detuvo en el límite mismo de la brecha en el casco. No por dudar. Se concentraba primero en los sonidos y chasquidos de la madera quejumbrosa bajo la embestida de las olas. En el silbido del viento entre los agujeros. En el chirriar de aparejos oxidados mecidos al viento mientras colgaban de jarcias deshechas. Fue así, al familiarizarse con los sonidos propios del pecio, que encontró lo que buscaba: sonido de pasos.

Parecían provenir del otro lado de la estancia, allí donde había una puerta sospechosamente abierta. Tal vez el barco estuviera realmente encantado y hubiera fantasmas. Fantasmas que abrían puertas y cuyos pasos resonaban contra el suelo. Aquello era más probable que lo produjera un vivo de carne y hueso que el fruto de un temor irracional. Podía tratarse de Jacklin. Pero no estaba de más extremar precaciones hasta comprobarlo. Con cuidado, caminando próxima al casco, avanzó hacia la puerta con paso liviano, procurando no depositar todo el peso del cuerpo hasta comprobar que el suelo no crujiera bajo sus pies. O peor aun, que se quebrara.

Al sostener el cuadro me vi sorprendido por el peso de este, era grande desde luego pero seguía siendo algo que sinceramente no esperaba. Además tenía la mala sensación de que recordaba aquella cruz pero era incapaz de decir de donde, lo cual era especialmente molesto cuando podía asegurar con tanta fuerza el haberla visto bastante en el pasado.

Aunque no tengo mucho más tiempo para inspeccionar antes de que el ruido de pasos a mi espalda me alerte, con los ojos completamente abiertos y sin saber que esperar miraba por encima de mi hombro la puerta... Lo último que esperaba era que alguien estuviera en este barco ¿me habrían seguido? ¿alguien se había enterado de que estaba husmeando de más y venían para intentar silenciarme? No podía imaginar una posibilidad en la que no estuviera en peligro, me llamé mil veces imbécil a mi mismo mientras lentamente dejaba el cuadro donde pudiera.

Desenvaine mi espada lentamente, sujeté la empuñadura con ambas manos, tensé mis piernas y me preparé para lo peor, si alguien cruzaba esa puerta cargaría contra quien fuera para al menos intentar aprovechar ese primer momento.

Kelgar esperó a que Angie regresara… aunque si tardaba demasiado, bajaría a ver si se encontraba a salvo.

Pese al sigilo era dificil moverse por aquel viajeo barco, las maderas crugian con el peso y tampoco habia mucho donde esconderse, afortunadamente el barco estaba lo suficientemente entero como para agantar el peso.

Emelie avanza  para encontrarse cara a cara con Jacklin que tambien ha sido alertado y estaba preparado con la espada desenvainada, desde el umbral de su puerta Emelie puede ver que hay un pasillo estrecho con varias puertas, todas ellas abiertas, no hay nada llamativo salvo la puerta del pasillo del fondo que es de metal negro con cadenas (que ahora cuelgan inertes) y cubierta de runas rojas.

Encontrarse con el paladín de frente, su arma desenvainada, no le cogió demasiado por sorpresa a juzgar por lo difícil que resultó avanzar sin hacer crujir notablemente cada madero. Por suerte, no hubo que lamentar meteduras de pata como en el arrecife. Además de Jacklin, un pasillo se abría más allá de la puerta. Otras tantas se distribuían por el corredor pero una atrapó su atención brevemente; la del fondo tenía una hoja negra cubierta de runas rojas... y unas cadenas colgaban inertes de ella. Por un momento, la sospecha de que el paladín no fuera realmente el paladín se le pasó por la cabeza. Pero, aunque no descartó esa posibilidad, otro pensamiento siguió raudo: es probable que aquel barco llevase en su interior al ente que se le apareció en sueños. Por tanto, esa puerta llevaría tiempo abierta. Y los inquisidores que visitaron al padre Scott estuvieran interesados en la "mercancia" del barco. Su teoría era cierta en parte: los inquisidores no trajeron nada a la isla para su custodia, pero algo si que acabó en la isla. Y el padre Scott pudiera haber estado al corriente.

- Menos mal que estás ileso. Venir aquí sin antes avisar al resto ha sido una estupidez. Menos mal que la buena Catherine ha venido a avisarnos. Miriam dice que deberías regalarle un ramillete de flores por su preocupación. - A pesar de la sonrisa, la mirada de "Angelica" saltaba del paladín a la puerta de aspecto inquietante, con un interrogante claro.

La tensión era que tal que durante un momento me olvide de respirar completamente, desde luego el ambiente general del barco no ayudaba en lo absoluto para no sentirse alterado. Pero si algo me jactaba de ser era una persona entregada y valiente por lo que en lugar de amedrentarme ante la idea de ser asaltado, una vez ubique donde estaba la persona desconocida gracias al ruido de las maderas, salí de la sala en la que me encontraba para encararlo en mitad del pasillo alzando la espada en su contra dispuesto a pelear... Pero al otro lado de la hoja solo estaba Angélica, me tomo un instante comprender que estuviera aquí antes de bajar el acero- ¿Angélica? -mi siguiente pregunta fue respondida antes de ser formulada y es que ella se encontraba aquí en respuesta a las preocupaciones de Miriam sobre que hubiera venido hasta aquí por mi cuenta- Bueno... no estoy acostumbrado a trabajar en grupo... -respondí nervioso envainando nuevamente- Pero también le debo otro a la mujer que ha bajado por un acantilado escarpado y atravesado un arrecife peligroso para asegurarse de que estuviera bien ¿no? -terminé por bromear con una terrible risa nerviosa.

Seguí su mirada intermitente hacia la sala de antes, y al momento me puse más serio- Ya estuve ahí dentro... Sea lo que sea que tenía ahí dentro ya no esta... Alguien se lo llevo hace tiempo -levante la mano para señalar hacia el suelo, donde había marcas como si alguien hubiera arrastrado un pesado objeto dejando surcos a su paso, solo que de repente desaparecían a mitad del pasillo- En total habían cuatro contenedores pequeños y uno grande, se llevaron el grande y saquearon uno de los pequeños. Los otros tres están aún ahí dentro... Tienen nombres y las runas esas deben significar algo pero no es nada de lo que tenga conocimientos -terminé negando con la cabeza dando toda la información de la que disponía sobre esa sala concreta- Ahh y otra cosa, tienen nombres inscritos. Uno de los cilindros pequeños, el que saquearon ponía "Galael".

No le pareció oportuno revelar que toda su preocupación era perder la información sobre el naufragio si al paladín le hubiera pasado algo. Además, la risa nerviosa de Jacklin podía indicar que sólo había sido un intento torpe por halagar. Eso o que el hombre tenía problemas en sus relaciones con el sexo opuesto. Pero sus explicaciones planteaban cuestiones más importantes de las que preocuparse. Especialmente las referidas a las cajas.

- ¿Galael? No me suena a palabra latina. De hecho, ahora no recuerdo haber oído nada parecido en lenguas ailish, yamato o jashú. Parece más un... nombre propio. Pero por qué alguien iba a etiquetar unos contenedores con nombres propios se me escapa. Salvo que tratasen de transportar animales y les hubieran dado nombres. - Dijo aquello último con la sonrisa despreocupada de quien no se toma en serio sus propias palabras. Pero, en el fondo, las cajas, cajones o contenedores con runas y nombres le intrigaban y reforzaban aun más su sospecha de que el ente de su sueño pudo haber salido de aquel barco. - Voy a echar un vistazo a los contenedores que quedan. Con suerte, igual reconozco alguna runa o nombre.

Sin embargo, no se movió hacia la puerta metálica. Esperó a que Jacklin envainase el arma. Por si acaso...

Caminando el primero hacia la puerta extraña respondí a las primeras palabras de mi compañera con un cabeceo afirmativo, ya con el arma guardada no tenía nada que temer por mi parte- Si, yo también creo que es un nombre propio pero no tengo teoría alguna sobre a que podría referirse... Tal vez podamos revisar dentro de las que aún quedad -propuse justo antes de llegar al marco de la puerta.

Me detuve justo antes de poner un pie dentro de la sala, volví a mirarla toda desde esa posición y retrocedí un paso, luego me aparté para dejar que la mujer fuera primera- Creo... creo que mejor yo espero fuera... No me siento cómodo ahí dentro, mi magia no se lleva bien con lo que sea que había ahí dentro -explique con la mirada gacha, avergonzado de retroceder ante algo tan simple. Volví a mirar hacia el interior, pesé a tener cerrados los puños no paraba de mover los dedos, completamente incapaz de estar quieto frente a... eso... fuera lo que fuera.

Emelie examinó al paladín con una ceja enarcada notablemente cuando escuchó aquella explicación. Lo de que su magia no se llevase bien con lo que hubiera en los cajones, o en el camarote en general, era incomprensible. Al menos desde la óptica de alguien que no tenía "magia".

- Si no te sientes cómodo confrontando tus creencias con lo que sea que signifiquen esos contenedores de ahí dentro, puedes decirlo abiertamente. No voy a cuestionarlo ni a delatarte ante la Inquisición o algo parecido.

Aquello le parecía más lógico que la existencia de distintos tipos de magia y que tuvieran una interrelación como si fueran entes conscientes. En cuanto Jacklin se echó a un lado, aprovechó para franquear la puerta y examinar el camarote y los cajones. Primero fue un vistazo por encima, sólo para confirmar que, muy posiblemente, las runas le serían desconocidas. Pero por mucha curiosidad que pudiera sentir por el contenido de los cajones sin abrir, la parte racional de su mente le aconsejaba cautela. Si el contenido estaba relacionado con el ente del sueño, era mejor no hacer nada precipitado hasta conocer la naturaleza de aquella criatura.

- Creo que voy a echar un vistazo más en profundidad al camarote, por si a quien se llevara lo que falta se le hubiera caído algo. Kelgar está en lo alto del acantilado junto al arrecife; puedes salir a saludarle si quieres. O avisarle de que ésto puede llevar un rato. Oh, está con el chico MacCordagar; le encontramos merodeando por la tienda del pueblo y le traje para que tire del cabo... y luego respondiera ciertas preguntas sobre la actividad de su familia y la relación con el saqueo de la iglesia.

Al decir aquello, "Angelica" sonrió de forma encantadora y despreocupada, como si se tratara de una deliciosa improvisación ocasionada por la casualidad y ella simplemente se hubiera dejado llevar y aprovechado de ella. Después, su atención se centró en el camarote y las posibles pistas que pudieran quedar en él.

Lentamente fui levantando la cabeza según Angélica hablaba y caminaba para pasar frente a mí. Apreté la mandíbula, volví a mirar hacia la habitación, más concretamente al pedestal en el centro, uno hecho de mármol negro rodeado de cadenas y con un hueco esférico en este- No, no tiene que ver con mis creencias... Verás, no se mucho al respecto pero la magia no es como una simple espada, tiene una especie de "conciencia" propia y unos alineamientos. Lo que hubiera ahí dentro desprendía un aura que choca contra mi magia y la suprime. Si hiciera algo sería más débil ahí dentro -traté de explicar de la mejor forma posible, aunque para alguien que no tenía ni idea de como funcionaba de forma real, debido a que no tenía nadie de quien aprender y si quería aprender demasiado tendría a mucha gente encima de mí.

Alcé la mirada hacia el techo cuando menciono que Kelgar estaba esperando fuera hasta que saliéramos y además no estaba solo sino que con aquel pobre chaval que dentro de un rato tendría que soportar el interrogatorio por parte de Angélica, solo esperaba poder convencerlo de decir todo lo que sabía antes de que la mujer se propasase*.

- ¿Y dejarte aquí sola? Tu misma lo has dicho venir aquí por mi cuenta fue una estupidez, así que no podría dejarte sola en este sitio... Como buen caballero -llevé una mano a mi corazón, aunque por el tono que empleaba se intuía que era un broma- Es la imagen que la Iglesia esperaba de mí, un caballero de brillante armadura en un corcel blanco con una magia que a diferencia de todas las demás tan viles y atroces solo desprende luz, calor e inspira tranquilidad en los demás.

No le dió mucha importancia a la explicación de Jacklin sobre la magia. Si el paladín no parecía entenderla mucho a pesar de tener algo que llamó la atención de Catherine, ella estaba aun más "verde" a ese respecto. Pero le seguía pareciendo un sinsentido que algo, una fuerza a falta de un modo mejor de explicarlo, tuviera una suerte de conciencia propia y actuase de un modo u otro en presencia de otra fuerza "distinta". Pero tampoco podía negar que Lissandra les hubiera hablado de sus poderes "mentales". ¿Y si todos tenían algo especial dentro? La parte racional de su mente negó aquel punto; Kelgar y ella no tenían nada especial... pero Vadik, Lissandra, Jacklin, Catherine y los asaltantes de la posada eran elementos desconcertantes en el mundo ordenado que conocía.

Empezó a tantear el suelo cerca de las marcas de arrastre. Entre tanto, el paladín seguía con sus explicaciones, hasta llegar al punto en que se describía a sí mismo de acuerdo a unas expectativas ajenas.

- Deberías definirte por tí mismo, en lugar de pretender encajar en un canón dictado por otros. Yo desde luego no pretendo encasillarme toda mi vida en el papel de muñeca de porcelana envuelta en elegantes vestidos para ser la "señora de la casa", criar hijos y administrar la hacienda de su esposo. Hay algo revitalizante en darle una patada a todas esas expectativas y fijarte tu propio destino y metas. Deberías probarlo alguna vez.

Hablaba distraidamente mientras rastreaba el suelo antes de fijarse y tantear uno de los cajones dejados atrás para volver a examinar la superficie a otro lado del contenedor.