Partida Rol por web

Cuando recuperásteis la Llave Silvana, el Heraldo os encomendó una nueva misión: seríais transportados a través del portal a otro continente, al reino de Brevoy. Los señores de la espada le habían comunicado que necesitaban un grupo de héroes que recuperara un territorio que consideraban propio del reino de Rostlandia, el conocido como Cinturón Verde, una tierra en manos de salvajes bandidos que los caballeros de Rostlandia consideraban propia.

El heraldo os presentó Glockta, un mago que se unió al grupo de héroes, a fin de hacerlo más fuerte y equilibrado. También os entregó una patente, un salvoconducto que os permitía explorar, cartografíar y limpiar de bandidos la zona, amparados por la ley de Restov, ciudad fronteriza en los límites meridionales de Brevoy. Glockta, como todos los magos, era un personaje un tanto oscuro y enigmático, que solía despertar cierto recelo, aunque fue bien acogido por el grupo de aventureros.

Os encontráis junto a las puertas de El Puesto de Oleg, un hombre entrado en años que decidió retirarse de la vida urbana junto a su mujer Svetlana para regir un puesto fronterizo que sirve para el intercambio y venta de productos entre los habitantes de los bosques y comerciantes de Restov. La vida no les va mal, aunque en los últimos meses han tenido alguna que otra visita poco deseable.

La tierra que tenéis que explorar se encuentra al sur del puesto de Oleg.

Terminada la misión, tendréis que volver a abrir el portal y regresar a Pashin, donde os esperará espectante el Heraldo, a quien el comunicaréis el éxito o el fracaso de vuestra aventura. ¿Podreís ayudar a los amigos del Heraldo?

Son las 11:00 h. de vuestro primer día al sur de Rostlandia, junto al puesto fronterizo.

-Al fin volvemos a ponernos en marcha! Qué ganas tenía de conocer Brevoy y descubrir qué hay por aquí! -Digo mientras compruebo que no se me haya caído nada al atravesar el portal.-Deberíamos hablar con Oleg; seguro que tiene historias muy entretenidas que contarnos! -Y sonrío al comprobar que todo está en su sitio.

    Klurca miró hacia abajo y devolvió la sonrisa al efusivo kender. Admiraba la entereza con la que sus compañeros se habían prestado a adentrarse en los embrujos del Heraldo. La bárbara miró a su alrededor: El sol salía por otro lado; el aire olía diferente; las plantas eran desconocidas; ¡hasta los pájaros piaban raro!.

 La salvaje echó mano de los huesecillos que llevaba en su bolsillo. En esta ocasión alzó el cráneo de rata para que el espíritu del animal oliera el lugar.

-Hmm.- Fue toda lo que dijo en voz alta.

La semiorca miró a Glockta de arriba abajo con descaro. No le gustaba la magia y menos aún los magos, pero si tenía que toparse con alguno, prefería que estuviera de su parte. A pesar de lo que dijera el Heraldo aún no se fiaba de de él, así que hizo una señal a Bast para que no le quitara ojo de momento.

Finalmente siguió a Thassantir hasta el puesto del Oleg. Las puertas estaban cerradas y la semiorca aporreó la puerta "con educación":-¿Wola?¡Ha de la tienda!- Voceó antes de intentar entrar.

Y cruzamos el portal, una nueva aventura nos espera, nos dirigimos hacia el lugar indicado, Klurca parece nerviosa,  pero no tanto como yo, aferro fuertemente el simbolo sagrado con las dos manos, a este paso me desgarrare los guantes.... No me alejo de Patric, que una vez que lo he visto en combate al igual que Klurca... Se de lo que son capaces-Demasiada magia para mi, todo es muy extraño, no se si resultare útil quizás deba volverme...- Miro al pequeño Kender, despreocupado, alegre y risueño-Bueno alguien tendrá que cuidar de Thassantir- Trato de sonreir para parecer algo más valiente de lo que en realidad soy...

Cruzamos el portal, y lo que veo me deja alucinado. Me acerco a mis compañeros y les digo.

Bueno,  empezamos?

Era la primera misión que me encomendaba el Heraldo, así que no estaba dispuesto a fracasar en ella. Tendría que aparcar mi estudio por una temporada pero era lo que el deber requería.

Me había integrado en un grupo para cumplir parte de la misión, aunque no aceptaba de buen grado estar con razas inferiores, no me quedaba otra opción.

Atravesamos el portal llegando a una tierra desconocida por lo menos para mí, así que rápidamente habría que adaptarse al nuevo entorno.

-Vuela- le indique a mi fiel familiar para que observase el entorno, y se fuera acostumbrado a él, hacía tiempo que no tenía la oportunidad de volar por el campo.

Viendo a mis compañeros parados ante la puerta del puesto, me acerque y llame a ella –¿alguien en el puesto? Somos viajeros en tránsito- mientras golpeaba la puerta.

-Al fin! Estaba a punto de intentar subir la empalizada. - Digo mientras camino alrededor de los últimos en salir del portal, asegurándome de que hayan llegado con todas las cosas. - El señor Oleg debe de estar en la hora de la siesta, porque no responde.

Cruce el portal después los demás,  no con mucho ánimo eh de admitir, finalmente nunca está demás ser precavido con la magia y la verdad no querría ser partido a la mitad, si fuese el caso que alguien más tuviese ese honor es lo que pensaba, además explorar tierras y recuperarlas no era exactamente un gran placer , “mientras que la compensación fuese digna de mis servicios estaría bien echarle un ojo a aquellos dominios”, cuando llegue al otro lado aparte de ver como no me había afectado  el viaje, solo puede suspirar y avanzar un poco más para apreciar la textura de la madera que estaba frente nuestro.

De repente, una mirada una tanto asustadiza asomó por una apertura que hacía las veces de mirilla.  Tras un momento de silencio, la puerta se entreabrió y una mujer asomó al otro lado. Permaneció inmóvil durante unos segundos -parecía esperar algún improperio o risas sarcásticas-, examinando con sus ojos vivos al grupo de aventureros. Al darse cuenta de que nada de lo que preveía y temía pasaba, esbozó una leve sonrisa y se dirigió a ellos: -Buenos días. Os doy la bienvenida a nuestro puesto de venta. ¿que deseais?, ¿de donde venís?. ¿venís a caso mandados por la autoridad de Restov?. Entrad, por favor. Que no se diga que en este puesto alejado de la mano de los dioses no se estila la hospitalidad.

-Oleg, querido, tenemos visita- y arceando las cejas añadió -Parecen venir de lejos. Quizás es la visita que esperábamos...- dijo para sí misma en voz baja.

Mientras tanto, Oleg, bajaba por una escalera posada sobre un tejado.

-Ehmm. Sí, que pasen. No te olvides de cerrar la puerta, una vez hayan entrado, querida. No todas las visitas serán gratas...- Farfulló.

Y de mala gana dejó la herramienta que estaba utilizando para arrelgar el tejado junto a la escalera.

-Bienvenidos a nuestro puesto- Dijo secamente y sin mostrar rasgo alguno de calidez. -¿Venis de Restov por causa de la misiva que les envié? o... estais aquí por otro próposito?-

Parece que si está habitado!!! Y son hospitalarios. Me dirijo hacia adentro tratando de no ser de los primeros en entrar. Las manos quietas!!!normalmente se lo diría al Kender, pero mi mirada va dirigida a Klurca, recordando como actúa en otras casas en las que hemos estado...Antes de cruzar el umbral, aferro con fuerza el símbolo de mi orden y lo beso. Gracias por la acogida, sois buenas personas. Vamos a ver que nos depara este lugar....

-Hola Oleg, es un gusto conocerte- digo con una voz relajada y alargando mi brazo en forma de saludo-Es posible que seamos tu encargo, si tienes tiempo estoy seguro que mis compañeros y yo nos gustaría escuchar los detalles de tu propia voz- bajándole el tono de la voz -y claro algo para refrescar nuestras gargantas... no estaría mal-

-Vuela- le indique a mi fiel familiar para que observase el entorno, y se fuera acostumbrado a él, hacía tiempo que no tenía la oportunidad de volar por el campo.

    Klurca se quedó mirando el pájaro de Glockta. Un animal francamente hemoso. Ella había tenido un sapo cuando vivía con los orcos, pero un día lo olvidó cerca de la hoguera y se le secó la piel. Madre se alegró de no tener que ir a buscar la cena esa noche.

La conversación sacó a la salvaje de sus recuerdos. Oleg y su esposa los recibieron con temor, pero con hospitalidad.

 Las manos quietas!!!

    Klurca se quedó congelada como si hubiera pisado una trampa. Miró a Alysia  y levantó las manos con gesto inocente; pero sus ojos no tardaron en volver a los objetos que decoraban la estancia. La bárbaro los curioseó antes de unirse a la conversación.

¿Qué deseáis?, ¿de dónde venís?. ¿venís a caso mandados por la autoridad de Restov?

-Enimoz a explorá, cartu...Cartufiár y limpiar- Repitió de memoria. Ante la mirada extrañada de los demás, la semiorca lo resumió: .-U matá bandíoz- Después levantó el dedo y apostilló sonriente:-Amparáuz por la ley da-quí.-

¿Venís de Restov por causa de la misiva que les envié? o... estáis aquí por otro propósito?-

-Zi, Zi, nueztru ataque zerá mazivu...¡y a prupósitu!

...Nu ze preocupen, zomoz mu pofezionalez-

Satisfecha de haberlo aclarado todo, Klurca se agenció un taburete y se sentó junto a Patric. Su amigo tenía razón. Si iban a atacar a los bandidos de la zona, se merecían una buena comida.

Nadie más se sentaba y Klurca empezó a temer que, u Olej no tenía comida, o no sería tan fácil como un ataque masivo. En el peor de los dos casos, ella había traído raciones para varios días, así que se centró en trazar un plan para derrotar a los bandidos. Fiel a su estilo directo, sacó su cuchillo oxidado y talló en una mesa un burdo mapa de la zona que les habían encomendado.

-Da quí tamuz nuzotroz.- comenzó. -Brevoy pilla tal por aquí.- Dijo clavando la punta en la zona de arriba.-Pa bajú ztan bozquez y ríuz. ¿Nú?- Preguntó a Olej. -Puez a lo que iba, ¿ka-dúnde loz bandíuz y cuántoz zon?-

-Buenos días, señor y señora! Que agradable recibimiento dan en esta tierra a los enviados del Heraldo - Digo disimulando la ironía mientras le muestro mi mejor sonrisa a Svetlana. -Hemos venido a ayudar y a explorar toda esta comarca. 

Como siempre no se muy bien como actuar, y mis compañeros de viaje y aventuras me ponen un poca nerviosa. Su forma de actuar, su comportamiento errático y sobre todo inesperado... Y porqué no decirlo, divertido, me hace estar en segundo plano...

Señor Oleg, venimos por la misiva, para ayudar en todo lo posible, mi nombre el Alysa- Sonrio para parecer algo más relajada de lo que en realidad estoy...

-Sabía yo que en Restov habían hecho oídos sordos de mis palabras- Murmuraba mientras se alejaba malhumorado. -Mujer, ponles algo de comer, si es que les apetece. Al menos, cuando se vayan, que lo hagan con el estómago lleno y se acuerden de Oleg. Explorar este lugar. Esa es la ayuda que nos presta Restov. Nos manda unos exploradores..-

-Disculpad los modales de mi marido. Es muy buena persona. Pero no estamos atravesando... un buen momento. Oleg, quizás puedan ayudarnos, querido-. Le dijo a su marido.

-Os traeré unas cervezas y algo de comer- Y de repente Svetlana se frenó y se ubicó frente a la semiorca.-No somos mala gente. Llegamos a este puesto hará unos cinco meses. No se puede decir que lo frecuente una multitud de comerciantes, pero teníamos lo suficiente para sobrevivir. Digo teníamos porque desde hace tres meses venimos siendo "atracados" por unos indeseables....Dejadme que os cuente lo que nos ha pasado y prometerme, por favor, que esa ayuda que nos decíais que nos ibáis a prestar se hará realidad. Es difícil empezar...-

- Hace tres meses, tras la visita habitual de Bokken (ya os hablaré de él) llegaron a nuestro puesto un grupo de esos apestosos bandidos que infestán la zona. Eran diez hombre y una mujer que, por como les hablaba y el respeto que le tenían, debía ser su comandante. Tras hartarse de cerveza, cerraron las puerta del puesto y nos apresaron. Aquella mujer comenzó a reirse a jugar con las dos hachas que llevaba y el brazo de mi marido, afirmando que se lo cortaría. Oleg se revolvió y los secuaces de aquella desdichada lo golpearon y le obligargon a ver como me robaban el anillo que me regaló cuando nos casamos. Pude ver la ira en sus ojos, pero temeroso de que me hicieran algo, se calmó y cedió al chantaje que desde entonces nos vienen haciendo: en aquel entonces, se llevaron todas las pieles que teníamos guardadas, así como parte del dinero que habíamos ahorrado. Tras robarnos y avergonzarnos, se fueron del puesto. Pero dijeron que regresarían. Y así fue. Al mes siguiente volvieron, pero esta vez en número menor y sin aquella funesta elfa o lo que demonios fuera. Capitaneados por el que parecía su segundo al mando, un tal Happs o Happes, exhorto a sus seis bandoleros a desparramar por el suelo todo aquello que no querían y a volver a robarnos mercancia. La cosa no quedó aquí. Al mes siguiente volvieron a pasarse, esta vez solo cinco villanos más su capitán, y volvieron a saquear nuestro puesto. Durante todo este tiempo, Oleg ha mandado continuos mensajes a Restov, a fin de que nos envíen un retén de soldados que mantengan a raya a estos bandidos, para que no vuelvan más. Nunca obtuvo respuesta hasta hace un par de semanas, en que nos prometieron que mandarían una guarnición-.

-Entended la desilusión de Oleg, al darse cuenta que vosotros no sois la guarnición prometida y que vamos a seguir siendo víctimas de esos bandidos. Yo.., yo le he comentado que quizás la solución es que nos vayamos de aquí. Pero su amor propio está herido, además de no querer volver junto a la población. De hecho , nos enteramos de que un grupo de exploradores podría pasarse por el puesto, a fin de limpiar la zona del Cinturón Verde de ladrones y atraer a la civilización hacia estas tierras y ésto no le causo mucho agrado-

-Volviendo a nuestra historia, mañana se cumple un mes desde que el tal Happs y sus hombres nos visitaron por última vez. Vendrá a pedir su tributo a primera hora de la mañana, como hicieron antes. Y seguirán viniendo si no les damos un buen escarmiento. Por favor, ayudarnos a poner fin a este calvario que sufrimos- Dijo entre lágrimas -No quiero ver a mi marido así. No quiero que se aprovechen de mi. No quiero sufrir más! Os daremos lo que preciséis, cama comida, cena desayuno. Poned un precio y si tenemos suficiente para pagaros lo haremos. Por los dioses, ayudadnos!- Y se echó a llorar amargamente.

Me siento y escucho atentamente la historia que nos cuenta Svetlana. Tras oír lo que nos está contando, queda claro que si queremos solucionar el problema tendríamos que terminar con los bandidos esos a los que menciona.

Según lo que no contaba posiblemente en la visita de mañana serian solo seis bandidos y con un poco de suerte alguno menos, y lo que era más importante les podríamos pillar por sorpresa.

-No os preocupéis, seremos solo una partida de exploración, pero con los suficientes recursos como para dar un escarmiento a los bandidos esos que nos dices-

No es que me importase mucho la situación que aquí sufrían, pero terminar con esos bandidos me haría estar más cerca de la misión que tengo que cumplir.

Me acerco a Svetlana y sin levantar mucho la voz la pregunto por el anillo de matrimonio

-¿y cómo es ese anillo? Por si lo logramos recuperar-

    -No ze me enfurruñe Zeñor Uleg- Trató de calmar al hombre que se marchaba. Klurca se encogió de hombros y miró a Alysia en busca de consejo. -¿Qué he hecho ahora?-.

Svetlana por suerte les explicó la situación. Cuando la mujer relató cómo habían abusado de ella, las fosas nasales de la semiorca se inflaron. Miró a sus compañeros y se ofreció a ayudarla. - Nosotros limpiar bandíoz- Gruñó tajantemente sin querer saber nada de pagos. Sus hermosos ojos azules se pasearon por el entorno, pero esta vez con la firme resolución de convertir aquel lugar en un campo de batalla en el que enterrar a esas alimañas. Nunca había enemigos demasiado pequeños y buscó pasos estrechos donde sorprenderlos uno por uno.

La salvaje recordó el hambre que pasó hasta que aprendió a cazar osos en invierno.

-¿Puéz envenanarluz?- Preguntó sin rodeos.

Después buscó la chimenea. Taponar el tiro los ahumaría. No perderían el tiempo en destrozar el puesto, y si no se ahogaban, saldrían en desbandada por el primer sitio que vieran...ahí los pillarían; pensó mirando a Patric.

Glockta, tu familiar te transmite tranquilidad. No parece que haya nada que altere la paz del puesto, al menos en estos momentos. Oleg y Svetlana parecen estar solos.