Partida Rol por web

No sabía que hacer para ayudar a mis compañeras, porque la voz que sonaba cerca estaba segura que la conocía, y al volver a oírla... ¡Era Annemarie, estaba allí! Así que por eso había desaparecido...

- Chicas, si se os ocurre algo es el momento de decirlo, he visto una vela, si pudiésemos llegar hasta ella, quizás podríamos conseguir algo, pero sigo atada... Una pena que volvamos a encontrarnos aquí Annemarie, te hacía lejos de nosotras, a salvo.

La oscuridad sigue sin permitir ver el rostro de la persona que yace encadenada en el rincón de la celda, pero, poco a poco, el tono de su voz confirma las sospechas de las investigadoras. Se trata de Annemarie, pero su discurso inconexo y el temblor de sus palabras hace dudar a las presentes de que la trotamundos se encuentre con capacidad para ayudarlas.

—N... no, no pude ponerme a salvo. Lo intenté, pero... me cogieron. O... otra vez. Esas manos ásperas, ese olor... ¡Dios mío, no pude... no pude!

- ¡Sí que eres tú, Annemarie! No te preocupes, estoy segura de que entre las tres podemos con todo y lograremos salir con vida de esta desagradable situación, vamos chica, intenta desatarte, quizás tengas más suerte que nosotras, venga, tú puedes, ¡que no se diga!

Al oír a nuestra compañera la esperanza volvió a aflorar en mí, quizás ella sí que tuviese más suerte y pudiese desatarse y librarse de aquello que la retenía, entonces podría ayudarnos a nosotras y juntas escapar de aquel nauseabundo lugar.

Catherine se preguntó con mucha inquietud cómo habían cogido a Annemarie ¿les habían estado vigilando y siguiendo todo este tiempo?Si eso era así y tenía pinta de serlo no habían tenido ninguna oportunidad nunca.

Con un suspiro la anticuaria movió las manos tratando de palpar las cadenas buscando el candado a la par que oía a Juliette tranquilizar a una ida Annemarie por lo que sin dejar de palpar sus ataduras y las de Juliette si llegaba trató también de que su amiga se calmase al oír sus voces

-"Annemarie,cariño,somos Catherine y Juliette,juntas saldremos de esto pero tienes que calmarte y tratar de que el miedo no te ciegue,habla con nosotras,estamos aquí,contigo"-dijo con mucha dulzura

La mujer incorpora el tronco y lentamente gira el rostro hacia las dos investigadoras. Los ojos inyectados en sangre de Annemarie, desencajados por los horrores que ha debido vivir en esa jaula, estremece a las dos mujeres. La gran cantidad de barro y suciedad que cubre su cuerpo no deja ver ni un sólo palmo de la ropa que lleva puesta. Su cabellera, hasta hace un día recogida en una gruesa trenza de proporciones simétricas, ahora es una maraña informe de pelo costroso y reseco. Su aspecto es lamentable.

Vacilante, tras perder varias veces el equilibrio, la trotamundos logra reunir el vigor suficiente como para apoyar las manos en el suelo y tratar de levantarse. No obstante, no es capaz de dar más de dos pasos, ya que una gruesa cadena anclada en la pared atenaza su muñeca izquierda. La mujer tira de ella con exiguas fuerzas, sin conseguir liberarse. Al tercer tirón, un gemido lastimero de derrota surge de su garganta.

— No puedo. Estoy atrapada y ellos volverán. No puedo. No...

Annemarie cae al suelo de rodillas y, poco a poco, presa de la desesperación, se hace un ovillo, justo a los pies de Catherine.

Al ver a AnneMarie me sobrecojo, la pobre chica está en un estado deplorable, si no fuese por su voz apenas si podría reconocerla, a saber por lo que ha tenido que pasar estando allí encerrada.

- Imagino que ha sido muy duro, pero tenemos que hacer un esfuerzo e intentar salir de aquí, vamos todo esto acabará y lo hará para bien, las tres juntas podemos lograrlo, estoy más que segura - aunque no era cierto, tenía que intentar animar a la joven para ver si entre todas podíamos hacer algo- venga inténtalo de nuevo, yo puedo intentar acercarme a ti, a ver si tú puedes liberarnos - era lo único que se me ocurría.

Impelida nuevamente por las palabras de ánimo de la francesa, Annemarie vuelve a levantarse del suelo entre sollozos. Sus movimientos son pesados e inciertos, pero, aunque visiblemente dificultosos, intentan seguir la petición de Juliette. Con manos temblorosas, la mujer se aferra a los oxidados eslabones metálicos que sujetan las muñecas de sus compañeras y, con toda la fuerza que es capaz de generar, tira de ellas. Un grito de frustración no tarda en surgir de su boca cuando la cadena que tiene prendida de la muñeca derecha se tensa y le imposibilita seguir con su cometido.

— Es imposible. No puedo. Ellos volverán. No hay nada que hacer. Nada. Nada.

Desmoralizada y cada vez más próxima a la completa enajenación, Annemarie vuelve a desfallecer y se deja caer aparatosamente sobre sus compañeras. El peso muerto sobre las dos mujeres hace que la carcomida madera de las dos sillas que las sustentan emita un agudo chirrido, que al instante se convierte en un seco crujido. Segundos después, las tres mujeres yacen en el suelo, cubiertas de barro y entumecidas, pero, a excepción de la trotamundos, libres de sus ataduras. Las cadenas siguen rodeando sus enrojecidas muñecas, pero ya no las aferran a nada sólido que inmovilice sus movimientos.

Escuchó a Annemarie sintiendo que si no escapaban de allí ella terminaría igual.Había tenido todas las señales ante ella,sus sueños,el tío de Alfred,lo sucedido en aquella casa,las extrañas muertes,la locura de aquel hombre que había bajado al Foso ¿por qué no hizo caso de su instinto y huyó de allí?Aunque pensándolo bien,Annemarie había tratado de irse y allí estaba,encadenada y enloquecida por lo que sus ojos habían presenciado

Se levantó y trató de acercarse a la otra chica sentándose junto a ella para que sintiera su calor y su apoyo desde la escasa distancia a pesar de no poder tocarla con las manos

-"Annemarie,estamos juntas en esto,las tres lo lograremos pero hemos de estar unidas y pensar en algo"-

Sonreí al notar que las sillas se quebraban, algo que Annemarie había logrado sin querer, según me parecía.

- Bravo, bravo, ahora podremos intentar hacer algo, ¿véis? Juntas conseguiremos escapar, vamos, arriba esos ánimos chicas, no tenemos mucho tiempo antes de que alguno vuelva, me temo.

Intento acercarme hasta la vela que había visto antes, si logro cogerla quizás pueda hacer algo con ella para intentar salir de allí, al menos merecía la pena intentarlo.

- Vamos, seguidme, escaparemos de aquí, juntas.

Sin poder reprimir el entusiasmo al verse un poco menos cautiva, Juliette alarga la mano a través de los barrotes y agarra la vela, que se encuentra fijada sobre una roca por la cera desprendida. El tirón hace que la llama titile, creando un ir y venir de sombras que pone en alerta a las presas. En especial a Annemarie, que, pese a haberse puesto en pie dispuesta a seguir a sus compañeras, al sentir la momentánea  oscuridad, se acuclilla y empieza a gritar horrorizada.

— ¡Ellos siempre vienen cuando todo está oscuro! ¡Oscuro !¡Oscuro!

De repente, un ruido de pasos sobre la tierra de la caverna alerta a las mujeres.

-"Shhh,tranquila"-susurra la anticuaria en dirección a Annemarie mientras ella misma siente cómo su estómago se encoge al oír las pisadas anunciando la llegada de alguien.Las palabras de la mujer hacen que todo su cuerpo se estremezca y que sus pupilas se dilaten tratando de ver lo que sea que llega por el pasillo

-"Cuidado,Juliette,viene alguien"-avisa sin necesidad real pues su amiga también habrá oído las pisadas pero Catherine necesita escuchar su propia voz para tratar de calmarse ante el terror que siente

- Mierda.

Vuelvo a dejar la vela donde estaba e intento regresar a mi sitio y disimular que sigo atada, quizás eso sea difícil, aunque con la poquísima luz que hay podría ser que no se fijasen, aunque lo dudaba.

- Finjamos que no ha pasado nada, que seguimos atadas, no quiero que vuelvan a inmovilizarnos...

Las investigadoras se disponen a fingir que siguen inmovilizadas, cuando de repente escuchan un grito de mujer procedente de uno de los pasillos de roca que se abre tenebroso a escasos metros de la puerta de la celda. Aunque son incapaces de reconocer la voz ni entender el contenido del mensaje, sí que sus oídos pueden retener dos palabras: ayuda y paredes.

Tras unos instantes, los pasos que las habían alertado se hacen plenamente audibles y las presas no tardan en distinguir la figura encapuchada de su carcelero, que se aproxima blasfemando al lugar.

— ¡Us he disho que us estéis quietas, mecagondió!

Justo en ese momento, de la oscuridad de una de las bocas de la caverna, un destello anuncia la llegada de tres figuras humanas. Un hombre de vestimenta desaliñada que porta un candil ilumina el paso de otro más de semejante apariencia que sujeta con fuerza los brazos de la mismísima Eleanor que, infructuosamente, intenta zafarse de la presa a cada paso que da.

— ¿Se pue' saber que ha sío ese ruido? ¡Estás aquí pa' vigilar y no pa' tocarte las narices, coño!— dice el tipo del candil al encapuchado alzando un dedo a modo acusador— ¡Como algo salga mal, Rowland no' cortará lo' huevo' po' tu culpa, casho mie'da!

El tipo de la capucha queda momentáneamente contrariado por las duras palabras de su compañero. Pasados unos pocos segundos, cuando este, por su parte, se dispone a recriminar el grito de auxilio de la escritora, el portador del candil vuelve a intervenir con el mismo tono brusco.

— Llevaos a esas zorras a la cámara de ceremonias y preparaos. Yo me llevo a esta. No' vemo' allí.

Dicho esto, el tipo le pasa el candil a su compañero y toma a la escritora de las muñecas para adentrarse nuevamente en la oscuridad, no sin antes dirigirse con aspereza a la mujer.

— Como se te ocurra volvé a gritá, te parto la cara.

Empezaba a pensar que no saldríamos de allí, eran demasiados, seguramente disponían de armas y estaban pensando en hacer algo con nosotras, estaba segura, y las palabras cámara de ceremonias me lo confirmaron. Quizás estábamos metidas en el ritual de iniciación de alguna secta extraña, o algo parecido, el caso era que lo mejor que podía hacer era mantenerme quietecita, disimular, y esperar a quedarme de nuevo sola, solo así podría intentar ayudar a mis amigas, que parecía que iban camino de una desgracia inminente.

Catherine cerró los ojos con fuera al ver que se acercaban tres hombres pero los abrió con rapidez al reconocer la voz de Eleanor

Oh,no,ella también.... 

La desesperación hizo presa en ella y un escalofrío recorrió su cuerpo al escuchar las palabras de aquel que parecía tener más autoridad ¿qué clase de horrenda ceremonia iban a hacer con ellas?Algo le decía que dicha ceremonia incluía la muerte de las cuatro ¿se habría salvado al menos Alfred?Esperaba que así fuera,si no había sido así todos perecerían en aquel extraño lugar a manos de los dementes que les habían capturado

Entre reniegos, el encapuchado se aproxima a la celda mientras el otro individuo lo alumbra con el candil. La iluminación extra hace que la treta de las dos investigadoras quede al descubierto y sus captores descubran el destrozo de las sillas.

— ¡Cabronas, ¿qué us había disho?! ¡Sus vai' a enterá!

Mientras el hombre abre la reja transportado por un más que evidente ataque de ira, su compañero coloca el candil sobre la roca donde también descansa la vela, con la intención de ayudar a apresar a las díscolas cautivas. Una sonrisa sádica se dibuja en su rostro cuando la puerta se abre y ambos entran en la celda.