Partida Rol por web

Necesitaré al maestre, por darme ínfulas de heroe. Piensa Den, lamentándose de no haber buscado un refugio antes. Ahora se hallaba entre la espada y la pared, literalmente, a menos...

Bien, iré con vosotros. Supongo que muchos habrán ido a guarecerse en el templo, por lo que habrá soldados allí que nos protejan ¿os parece bien que vayamos al templo? -os pregunta Gregor -pero nada de rezar para curar a la señora, Atreides, usa tu sabiduría y conocimientos, la fe en los dioses no suele curar heridas de cuchillo -comenta riendo -y no, no hemos podido alcanzar a ese hombre, se ve que tenian una barca esperando y que aprovecharon la noche para acercarse a nosotros. Hemos disparado varias saetas pero creo que han escapado -su rostro se tuerce, mostrando enfado y decepción.

Si señora, yo imagino que en el templo habrá más protección y otros miembros de la casa -te comenta el soldado antes de marcharse para continuar organizando la defensa del barco.

Das un rápido vistazo a tu alrededor tras sentir el toque helado del acero.

Los dos sirvientes que quedan con vida tratan de huir hacia la puerta pero antes de que puedan alcanzarla uno de los guardias enemigos lanza un tajo a la espalda del que va en último lugar, abriendole una gran herida y derribándolo en el suelo. Antes de que el herido pueda levantarse el guerrero lanza su espada hacia abajo, hincándole el acero con fuerza en el cuello.

El otro sirviente corre hacia la puerta pero se detiene ya que Alisa combate con otro hombre junto a la salida.

El combate entre ambos es veloz y frenético pero te percatas de que el soldado enemigo sangra por heridas en el cuello, rostro y pecho mientras que tu fiel guardaespaldas no presenta ninguna herida. Tras rechazar con facilidad un golpe ves como Alisa golpea al guerrero en el craneo con el pomo de su arma y que lo ensarta con un rápido movimiento que atraviesa al hombre totalmente, haciendo que la hoja de la espada salga por su espalda.

Tu situación no es demasiado buena. Te encuentras en frente de la puerta pero entre ella y tu se encuentran el guerrero que te ha atacado y el otro soldado que ha derribado y matado al sirviente. Tanto a tu derecha como a tu izquierda se encuentran filas de bancos que te complican la huida. Detrás de ti se encuentra el altar de R´hollor, adornado con un caliz dorado lleno de fuego valyrio prendido, cuyo calor y cuya llama sientes a tu espalda.

Claro, seguro que mi padre está en el templo..., pienso con cierta decepción.

-Vayamos pues -acepto sin mucho entusiasmo retomando el paso y miro a Gregor-. Les oí decir que buscaban a Melara, ¿sabéis quiénes son y por qué detestan a R'hollor? ¿Qué han hecho el Señor de la Luz y sus sacerdotes para generar tanto odio en ellos? -Aparte de encender hogueras con cuerpos humanos y manipular los destinos de una Casa noble para sus propios fines...-. Deben de estar muy convencidos de sus razones para atreverse a atacar este barco cuando viajan en él Lord Gendry, su guardia y decenas de soldados. Ese hombre dijo incluso que no le importaba morir por su causa... -guardo silencio de pronto, temiendo que en mis palabras hayan podido ver simpatía o admiración-. Serán simples locos, supongo.

-¿De dónde sois, maestre Atreides? -pregunto al aprendiz-. ¿También profesáis la fe de R'hollor o quizás adoráis a otros dioses? Debéis de estar muy instruido... Leí una vez que cuanto más sabio es un hombre menos necesita poner nombre y rostro a los dioses, ¿es eso cierto? -mi pregunta suena inocente, pero quiero saber si es otro fanático o tiene un poco más de sentido común.

Escucha la información de Lady Water en silencio.

¿Melara?- piensa, no le sonaba el nombre. O al menos, no lo recordaba. Debía de ser alguien importante si uno realizaba un ataque de esas características. 
Por otro lado, aceptó sin mayor sorpresa que existiesen enemigos de los seguidores del Dios R'hollor. A decir verdad, era lo previsible, dado los actos de los seguidores del Dios de la Luz. Tarde o temprano iban a aparecer. La cuestión era si tenían poder para hacer daño a la iglesia de R'hollor. 

¿De donde soy?- dice- bueno, si me pregunta por donde nací, soy de Dorne. Claro que no he vivido mucho tiempo allí. A los 14 años abandoné mi hogar rumbo al aprendizaje para servir algún día a alguna casa noble que necesitase de mis conocimientos.

¿También profesáis la fe de R'hollor o quizás adoráis a otros dioses? Debéis de estar muy instruido... Leí una vez que cuanto más sabio es un hombre menos necesita poner nombre y rostro a los dioses, ¿es eso cierto?

Cuidado- piensa el aprendiz de maestre. Eran preguntas complicadas y no conocía ni al soldado ni a Lady Water como para responder de manera sincera. Tenía que medir sus palabras y responder algo que no pudiera meterle en problemas.

Mi fe es el conocimiento y mi servicio- responde- los dioses son aspectos que quedan fuera de mi compresión- añade- por otro lado, no soy lo suficientemente sabio como para no dar nombre a los dioses. 

¿Y vos?- pregunta, sabedor de que podía ser indiscreto- ¿profesáis lealtad al Dios de la Luz?

No esperaba que fuera tan inconcreto en su respuesta ni que me devolviera la pregunta, por lo que me mantengo unos instantes en silencio.

No será tan sabio como un maestre, pero listo seguro que sí.

-¿Lealtad? -digo al fin-. Yo sólo soy leal a mi Casa y a mis principios. Y si os referís a la fe... bueno, tal vez podamos conversar sobre eso en otro momento -le miro sonriente, tampoco yo estoy dispuesta a hablar claramente con alguien a quien no conozco. Por sus palabras no parece un fanático, ni de R'hollor ni de ningún otro dios, es grato saber que hay algunas personas sensatas en este barco... Pero estoy empezando a ver que lo más prudente es no fiarse de nadie-. ¿Así que de Dorne? Vaya, venís de lejos... Creo que vais a encontrar mi charla muy poco interesante: yo apenas he salido de Rocadragón salvo para acompañar a mi padre en algún viaje. ¿Qué os ha traído hasta aquí, si puedo preguntar? Tenía entendido que los aprendices se formaban en la Ciudadela...

Mujer lista- piensa tras oír su respuesta. Muy posiblemente no sería otra de las fanáticas del Dios de la Luz, más no podía asegurarlo. 

Así es- responde- como aprendiz me formé en la Ciudadela. Estuve allí cuatro años. Sin embargo, decidí que mi aprendizaje no debía centrarse únicamente en libros y pergaminos, sino que debía recibir conocimientos más prácticos, de ahí que abandoné la Ciudadela y recorrí un poco el país, hasta llegar hasta aquí. Esto me ha permitido conocer mundo, a sus gentes, a más maestres, y poder poner en práctica mis conocimientos adquiridos.

Y puedo asegurarle que su charla me esta pareciendo mucho mas interesantes que las que he podido tener con gente considerada muy ilustrada. 

Cuando el soldado ya me reponde eso y se va, entro en mi habitacion, cojo mi capa y mis principales enseres y me dirijo al templo que hay dentro del barco.

-Entonces, ¿ejercéis como maestre para la Casa de la Luz...? -fantástico, no sólo somos una Casa joven llena de locos comefuegos sino que además no tenemos ni un maestre en condiciones..., me digo con desgana. Aunque bien pensado no es malo que sea tan joven: los viejos suelen creerse demasiado sabios y les encanta acomodarse... Sí, bien pensado no es tan malo-. Me gusta que seáis vos y no uno de esos ancianos decrépitos que se doblan bajo el peso del collar de metales. He visto a más de uno cuando mi padre se entrevista con otras Casas, y la verdad, no sé si me generan compasión o rechazo, pero desde luego ningunas ganas de aprender de ellos... Además, decís que abandonásteis la Ciudadela para ver mundo, eso denota el interés que tenéis por descubrir las cosas por vos mismo en vez de dejar que os las cuenten. No me gusta la gente que cree a pies juntillas lo que otros les dicen sólo porque se les supone más doctos. Poner tu fe en lo que no conoces me parece de todo menos sabio -comento, pero ya no estoy pensando en maestres de la Ciudadela sino en la gente que suele rodearme en Rocadragón-. En fin, perdonad toda esta perorata, supongo que los nervios por todo lo que ha pasado me hacen hablar de más -sonrío con cierta timidez.

No ejerzo de maestre de la casa como tal, aunque me halagan sus palabras- responde- a decir verdad, hay mucha sabiduría en lo que has dicho- añade- aunque también es cierto que nunca hay que generalizar respecto a los maestres. Ten pon seguro que sacrificaría gustoso algún año de mis viajes por poder hablar con mas de uno o mas de dos.

Bueno, esta es mi habitación. Sera mejor que la cure aquí dentro- dice tras llegar- Si el soldado es tan amable, podría ir a mirar si vuestro padre se encuentra en el templo de R'hollor. 

Si es vuestro deseo mi señora me dirigiré ahora mismo al templo -os contesta Gregor -aunque deberíais acompañarme lo antes posible, tal vez encontremos más heridos que puedas curar, joven aprendiz -tras su comentario Gregor se aleja de vosotros rumbo al templo de R´hollor.

Atreides llama a la puerta y dice su nombre. Tras esa acción escuchar un ruido de cerradura y la puerta se abre, mostrando a una bella mujer que se encuentra en el interior de la habitación.

¿Que ocurre fuera Atreides? -pregunta la mujer con ansia aunque se queda paralizada al ver a Sylven. La mujer vuelve a la cama de la habitación y se sienta en ella, inclinando la cabeza -mi señora, es un placer ver que estais a salvo -dice con cortesía a Sylven Water.

Finalmente, tras recoger tus pertenencia, te diriges al templo. Cuando logras encontrarlo tratas de abrir la puerta pero te percatas de que está bloqueada. Te parece escuchar algo en su interior, pero no estás segura.

Una voz de hombre te sorprende por detrás -disculpeme mi señora ¿va a entrar? -te pregunta educadamente un joven atractivo con una armadura reluciente de color rojo, parecida a la que llevaba Adam.

Un ataque frustrado, nada mas- responde- por favor Lady Erika, siéntese allí- señala una silla- y ahora iré a curarle esa herida en el cuello de inmediato. 

Supongo que mientras estaba fuera, no habrá pasado nada extraño, me equivoco, ¿Lady Erika?

-Iremos al templo en cuanto el maestre Atrides cure mi herida -le digo a Gregor antes de que se marche-. Si veis a mi padre decidle que me encuentro bien, aunque no sé si sabe lo que me ha ocurrido.

Porque si lo sabe bien podría haberme buscado para interesarse...

Cuando Lucyen llama a la puerta me quedo extrañada, pues al decir 'mi habitación' pensaba que no la compartía con nadie, de modo que cuando se escucha la cerradura y la puerta se abre me quedo aún más extrañada al ver que además es una mujer quien está dentro.

Y una mujer a la que no conozco, por cierto. ¿Debería entrar ahí con dos desconocidos? Después de lo que acaba de pasar, algo me empuja a seguir a Gregor hasta el templo, pero no quiero convertirme en una paranoica, así que termino por entrar en la habitación, no sin antes echar un largo vistazo a la mujer.

-Disculpadme, pero no nos conocemos. Al menos yo a vos no, ya que veo que vos sí sabéis quién soy...

Perdoneme mi señora, soy Erika, una de las mujeres nobles de la casa de vuestro padre, nuestro señor Gendry -contesta la mujer a Sylven, obviendo momentaneamente la pregunta de Atreides -mi madre me manda a Desembarco del Rey para desposarme con algún noble de importancia.

La bella mujer espera varios segundos antes de responder a Atreides -no mi señor, no ha pasado nada raro mientras he estado aquí, nadie ha entrado y solo he escuchado voces afuera, igual que las que hay ahora. Es más, lo más raro que me ha pasado es que me has dicho que me siente en una silla para curarme una herida que no tengo -contesta amigable la mujer, tratando de dar un toque de humor a la situación.

Pobre mujer. 'Casarse con algún noble de importancia', menudo destino el suyo... Si yo fuera ella, me habría fugado o me habría tirado por la borda.

Pero... ¿Qué hace en la habitación de Atreides?

-Un placer conoceros, Erika. ¿Puedo haceros una pregunta? -digo, sentándome en la cama, y antes de que la mujer responda sí o no, continúo-. ¿Con qué ojos ve vuestra madre que compartáis camarote con el joven y sabio maestre? -pregunto con una sonrisilla. No sé si son amantes o no, y lo cierto es que tampoco me importa, pero es lo que cualquiera pensaría y parece absurdo que no se hayan dado cuenta.

Siento un ligero placer poniendo nerviosa a la gente, así que observo la expresión de ambos en busca de rubor o turbación.

Llego a la puerta del templo, e intento empujarla, en ese momento me doy cuenta de que no se abre.

Se oye ruido dentro pero no se muy bien que es lo que puede ser.

En ese momento Arya oye a su espalda una pregunta.

Arya se vuelve y ve al joven caballero que esta ante ella.

Si deseo entrar por que me han recomendado que sera un buen lugar hasta que termine el ataque que el barco esta recibiendo, pero no puedo entrar, parerce que la puerta esta atrancada por dentro.

Dicho esto espera la respuesta del joven que tiene ante ella.

Den al sentir el calor del caliz detrás suyo se recoge, como si la herida fuese de más gravedad de lo que realmente es. Solo por tomar el cáliz y... Que el calor de R'hllor te reciba y te juzgue como traidor!