La habitación está mayoritariamente a oscuras, pero ya entra ligeramente luz por la ventana. Está amaneciendo. Has pasado una noche mala, no has conseguido dormir bien. Muchos sueños raros durante toda la noche. Además la tormenta que hubo no te facilitó las cosas precisamente. Al levantarte sobre la cama recuerdas la noticia de la enfermedad de tu padre. Ayer enfermó y aún se desconocen las causas. Alguien está llamando a la puerta.
Los primeros rayos de luz hacen aparición en la ciudad. Roca Casterly comienza a tomar vida con la mañana. Ves a algunos mercaderes que empiezan a colocar sus puestos, a alguna gente que empieza a realizar sus trabajos. Caminas en dirección a la herrería. Vas a recoger tu espada que dejaste hace una semana ya que estaba mellada. Un joven pasa junto a ti y te observa curiosamente. Se aleja. Las calles están mojadas, anoche llovió. Llegas a la herrería y ves al herrero que está sacando a la calle algunas armas diversas, colocándose el delantal.
Te hallas en la habitación de Tyrion Lannister, sentado en una silla. Tu señor se encuentra en la cama, despierto. Frente a ti está el maestre Flinster. La chimenea está encendida pero haría falta recoger algunos troncos para animarla. Tyrion sufre una enfermedad, que no ha podido ser identificada aún por el maestre. Carraspea algo la voz y se dirige a ti.
-Estoy haciéndome viejo Walter, eso es todo. Quién tuviese tu edad para comerse el mundo. No creo que sea nada grave, he salido de cosas peores. Mira mi nariz. ¡Ganaría cualquier concurso de belleza!
Saludo al herrero, con voz y gestos cortés:
- Saludos, buen hombre, venía a por mi espada, ¿está lista, por favor?.
A mucha gente le extrañaba que yo, un caballero, fuera respetuoso con cualquier campesino o artesano de inferior condición social, pero la experiencia me había mostrado que todos, a su manera, tenían su misma importancia en el gran esquema de las cosas. Por ejemplo, sin ese hombre, mi espada seguiría estando mellada...
Sí, claro mi señor. Se limpia las manos en el delantal, y se dirige a paso rápido al interior de la herrería. Poco después aparece con tu espada en perfectas condiciones, con un brillo realmente bueno. Espero que esté a su gusto mi señor.
Cojo mi arma, con un gesto agradecido al artesano, para luego examinarla con atención y hacer unos cortes en el aire. Luego, satisfecho del trabajo, la envaino, mientras le respondo, con una sonrisa aprobadora:
- Excelente trabajo, muchas gracias.
Ahora que ya tengo mi espada, creo que iré a dar una vuelta por ahí, a ver si me encuentro con mi esposa o con alguien de su familia... o debería de decir nuestra... Todavía no me he acostumbrado, la verdad.
El sol ya ha salido del todo. Los niños empiezan a jugar en la calle. Ves a algunos guerreros que se dirigen al cuartel apresurados, algunos ancianos reunidos hablando sobre el tiempo...Y al mayordomo de la casa, que se dirige a pasos apresurados hacia los aposentos del hijo menor de Tyrion, Brock Lannister. Al verte se detiene y te grita:
-El señor Tyrion quiere verle, Ser. Le espera en sus aposentos. Y ahora si me disculpa, tengo prisa.
Vociferando. Se marcha apresuradamente.
- Mi señor, ¿como puedo serviros?
Me levanté de la silla y me acerqué
- Quizá pueda encontrar algún médico en tierras extranjeras que conozca algo sobre vuestra afección, sin faltaros al respeto debo recordaros que frecuentáis mujeres de toda clase y procedencia - sugiero
-Ese era antes Walter, antes... Ahora ya no estoy para estos trotes. Si cada vez que me empalmo es una fiesta...Empieza a toser, tapándose la boca. Ves que mancha un poco la manga de sangre. Además, tenemos al maestre. Él sabrá como tratarme. Para tí tengo otros objetivos pendientes.
Miré alarmado al maestre al verle toser sangre, luego volví la mirada a mi señor
- ¿Y cual es la misión que me habéis reservado, mi señor? - dije, servicial
Te voy a mandar con mi hijo a Desembarco del Rey. Aún es demasiado joven para ir él solo. Y ya ves cómo me encuentro yo...Iría de buena gana, no creas. La corte siempre ha sido como un paraíso para mí. Ves que su cara se alegra al recordar cosas. He mandado al mayordomo para que traiga a mi hijo. No tardarán
Me incliné ligeramente
- Como desees mi señor, ¿se me permitiría preguntar por el motivo del tal viaje? ¿Algun asunto urgente nos lleva allí o tan solo el mantener a alguien de la casa cerca de la corona?
Sonrió divertido por la espontaneidad del mayordomo y me apresuro a ir de manera rauda, ya que no le quiero hacer esperar, a los aposentos de Tyrion, para ver lo que desea él de mi.
Te diriges a los aposentos de Tyrion. Al entrar en el edificio, ves que todo está en continúo ajetreo. Las mujeres de la limpieza están con sus tareas a fondo dejándolo todo bien pulcro.Mi señor, lo siento. Te dice una de ellas para dejarte paso. Ves también al maestre que se dirige a paso rápido al sótano del edificio con rostro preocupado. Lllegas a la puerta de Tyrion, dónde te habían pedido que fueras.
-No te preocupes, no te preocupes querido Walter, tan sólo que...
Alguien llama a la puerta.
-¿Si? ¡Adelante!
No queriendo entrar de improviso, llamo a la puerta y espero hasta que me llamen pasar, después de todo, que él sea mi suegro no quita que siga siendo mi señor y que le deba cierto grado de respeto.
¿Sí? ¡Adelante! Escuchas la voz de Tyrion.
Me apresuro a abrir la puerta y preguntar, desde el umbral:
- ¿Queríais verme, señor?.