Partida Rol por web

Las alcantarillas olían como solo ellas podían hacerlo , y las del Distrito del Puerto lo hacian un poquito peor. Después de que Rogen le hiciera el lío a Luna, Rabi y Ax, y de que la elfa se lo hiciera a Lav, el grupo se dirigió a tomar unas copas y descansar en El Dragón Ensartado. Cuando llegaron, el ambiente estaba más calmado y la mayoría de los parroquianos, incluyendo a los improvisados informadores, ya se habían marchado. Nicolash, el tabernero, estaba a punto de cerrar el negocio cuando llegaron, pero afortunadamente decidió esperar a que se tomaran sus copas. A fin de cuenta uno no puede rechazar a clientes que van repartiendo dragones por ahí. Y bebieron, vaya que si bebieron aunque por suerte para Floon no tanto como para acabar borrachos. Los chicos de la caracola se quedaron a un barril de convertirse en los clientes del mes.

Pero volvamos a las alcantarillas. Tras el corto descanso, el grupo de noveles aventureros buscó la entrada más cercana a la red de saneamiento de la ciudad y cuando no había drows en la costa se metieron en ella. Y empezaron a gozar del olor de las cloacas. Rogen y Ax encendieron un par de antorchas para iluminar lo necesario, y con esto pudieron comenzar la investigación.

El grupo de amigos caminaba por un lateral de un túnel por el que un riachuelo putrefacto fluía. Tras revisar un par de intersecciones finalmente encontraron algo que llamó su atención. En una de las paredes había un círculo de color amarillo con líneas que salían de él. La verdad es que el símbolo recordaba al sol dibujado por un niño. 

A partir de ahí, el grupo de aventurero avanzó por el alcantarillado siguiendo las marcas como quien seguía indicaciones hasta que finlamente llegaron a un distribuidor circular que se abría a izquierda y derecha. Con una columna en el centro del distribuidor, había dos saeteras en lados opuestos de la columna, enfrentadas entre sí. No fue lo único relevante que vieron, pues por el pasillo de la izquierda vieron una puerta de piedra incrustada al muro, sobre una pequeña plataforma del mismo material. ¿Era ese el lugar que buscaban?

Siguiendo su instintto, los aventureros fueron hacia la puerta, cuando Rogen resbaló y metió el pie en el agua salpicando y haciendo algo de ruido. Entonces escucharon una voz aguda y chillona que provenía de una de las saeteras.

—¡Alto ahí!—exclamó—¿Quiénes sois a estas horas de la noche? ¿Habéis venido a ver al jefe?

Como siempre, vosotros sois la caracola. Las dos estrellas son las saeteras y la voz viene de la estrella amarilla.

Un "ouch" mental fue lo que paso por la mente de Lav cuando la voz aguda y algo estridente les pregunto desde el otro lado de la pared. Su mente viajo rauda a buscar una respuesta y encontró una linea de acción. Detestable, pero interesante. 

- Que Altair me perdone la treta.- 

Susurro para sí mismo y al mismo tiempo se irguío y unos susurros ominosos empezaron a escucharse por todo el distribuidor. Él se giro rápido para guiñar un ojo a sus compañeros. 

- El enviado de Nashira a sido aquí convocado. ¡Abrid la puerta desgraciados!, a mi persona y mis sirvientes.- 

Lav hablo con un tono de voz más grave que de costumbre, sin duda alguna estaba intentando sonar más amenazador que de costumbre. Pero el echo de que no dejaran de oírse esos susurros incomodos hizo que su tono de voz no fuera lo mas preocupante. 

La buena pero excesivamente improvisada mentira de Lav pareció sembrar dudas pero también reticencias en quien estuviera haciendo las veces de portero.

—¿Enviado de Nashira? Nadie ha dicho nada de que estemos esperando a un enviado de Nashira. ¡Gruz! ¡Gruz!—se hizo un silencio—¡GRUUUUZ! ¿Me oyes? 

Finalmente desde la otra setera se escuchó una voz.

—No grites Bruz. No estoy sordo—se quejó otra voz similar—¿Qué quieres? ¿Y qué hace esta gente aquí?

—Dice que vienen a ver al jefe. Es un sacerdote de Nashira. Hace magia. Ve a preguntarle.

—No voy a ir a ver al jefe ahora Bruz.

—¿Cómo que no vas a ir a ver al jefe?

—Que no voy a ir a ver al jefe.

—¿Por qué?

—El invitado del jefe acaba de llevar.

—¿El invitado? ¿Qué inv…?—la voz se interrumpió a sí misma y cuando volvió a hablar lo hizo con un tono más temeroso—Ya-ya entiendo. El invitado—la voz que provenía de la primera saetera volvió a dirigirse a los aventureros—. El jefe está ocupado. Deberíais volver otro día. ¿Seguro que no os habéis equivocado de día?

—Seguro que se han equivocado de día.

- Escucháme bien, insensato. Nadie retrasa al enviado de los dioses. Abrid la puerta. Tengo una misión que cumplir. Si no, la ira caéra sobre vosotros.-

Lav se había acercado a la saetera tomando un riesgo molesto, de llevarse un disparo a bocajarro. Pero contaba con que de esta manera podría ocultar el símbolo de Altair de una mirada curiosa. 

Del mismo modo, sus compañeros podían ocultarse más cerca de la puerta y pasar algo más desapercibidos. Para reafirmar sus presencia y la amenaza nada sutil, que dejaba a la imaginación de sus contrincantes, musito un. - ¡Ahora!.- y sus ojos se tornaron brillantes, de una luz paliza entre azul y blanca. Dejando a su alrededor una especie de humo, como si su sola mirada estuviera quemando el aire. 

Aun le quedaba la carta de las voces tronosas, como las había llamado su maestro cuando le enseño a condensar la esencia divina de aquel modo. Pero prefería engañar a los vígias sin despertar a quien estuviera aun más allá de aquellos corredores de piedra.
 

Como no podía ser de otra manera, la pesada armadura de Rogen le jugó una mala pasada e hizo que el grupo fuese descubierto. No podía hacer nada por evitarlo y pensaba lanzarse a taponar una de las saeteras cuando Lav empezó su actuación.

-Pues no parece que le esté saliendo mal.-

Aprovechando el tiempo que estaba ganando el clérigo, el guerrero se acercó con paso firme a la puerta que había visto. No confiaba en que estuviese abierta, pero a lo mejor se podía derribar. Como mínimo podría proporcionar cobertura a Lia si ella se acercaba a usar sus habilidades. Y si los tipos disparaban, mejor que fuese a él.

Lia empezó a sollozar. Tapó su rostro con la oscura capucha y habló hacia Lav.

 - Mi señor... -dijo con voz suplicante para que le oyeran los inquilinos de las saeteras- mi señor, la marca me arde, noto su impaciencia, noto el fuego -soltó un gemido- daos prisa... o no habrá cloaca en la que estar a salvo -llevó las manos a la cabeza y comenzó a murmurar desquiciada.

Arrastró los pies por el suelo de manera errática, sin separarse del escudo de Rogen.

La voz tras la saetera se quedó en silencio, posiblemente meditando a quién debía temer más. Si al enviado de Nashira (no se había planteado que ahora había dicho el enviado de los dioses) o al misterioso invitado.

—Tampoco es necesario que nos pongamos así—se defendió—. Verás hermano, ¿o tengo que llamarte padre? Pareces joven. El jefe está reunido. Y estoy seguro de que los asuntos que tenéis entre manos son importantísimos. Pero se va a enfadar con vosotros.

—Y con nosotros—respondió el otro guardia.

—Si queréis ver al jefe, yo os dejo pasar—acabó por conceder—. Pero no será porque no os he avisado. Nadie dirá que Gruz el No-Tuerto, no os advirtió.

—Nadie dirá que Gruz el No-Tuerto, no les advirtió. Vaya que no—corroboró el otro guardia.

Lav asintió lento frente a la saetera, y sin decir nada más se alejo de allí. Aun no había terminado su interpretación, así que se quito las ganas de respirar hondo, y se dio la vuelta hacía atrás.

Sus ojos seguían brillando de una manera antinatural, los susurros se seguían oyendo, esta vez centrados en la puerta.

- Satz.-

Pronuncio y de repente la luz de la antorcha que portaban se volviera de un celeste frio, al igual que sus ojos, y se preparo para que le dejaran entrar.

- En cuanto encontremos un buen momento para deshacernos de ellos actuad. Esta charada no creo que dure mucho mas.- susurro a sus compañeros mientras se ajustaba el escudo en el brazo.

Rabi se había mantenido en silencio y sin respirar todo el tiempo. Sin darse cuenta, hasta estaba un poco mareado. ¿¡La locura que estaba haciendo Lav estaba funcionando?! Y era así... por lo que finalmente aspiró el aire que no había entrado hacía rato, e hizo mucho esfuerzo por no sonreír.

 - Adelante, mi señor, os abriré la puerta -dijo todavía con la voz cortada.

Lia sonrió bajo la capucha. Le dio un golpecito disimulado a Lav en el hombro.

 - No parecen haber dado el aviso a nadie ni se han movido de sus puestos, con un poco de suerte todavía mantengamos el factor sorpresa -susurró a sus amigos antes de acercarse a la puerta- ¿pasamos por el cuchillo todo lo que se mueva o priorizamos diplomacia? -la respuesta era sencilla para Lia, pero aquí estaban todos juntos. En la manga escondía una daga, y otra preparada en la pernera.

Abrió la puerta y entró con convicción, bien chula ella; los criminales sospecharían más de alguien que entra asustado o escondido. 

Increíblemente la cosa había salido bien. No iba a ser Rogen el que se quejara de ello por supuesto. Aún así mantenía presto su escudo aunque procuraba tener la mano alejada de la espada para no levantar sospechas, cosa que le costaba hacer.

-Me da igual la verdad. Supongo que depende de cuantos sean y si las saeteras están conectadas de algún modo para acabar con todos. Aún así, si vamos a acabar en violencia más vale ser nosotros los que demos el primer golpe.-

En realidad el guerrero no tenía muchos problemas en deshacerse de unos reconocidos malechores, o al menos eso creía que eran. Después de todo no era ningún tipo de paladín o algo por el estilo.

¡Un momento! ¡Esto no puede seguir! ¿Habíamos dicho Gruz el No-Tuerto? ¡No! Queríamos decir Bruz el No-Tuerto, porque Gruz era el tipo de la otra saetera. Madre mía, qué desafortunada y liosa confusión. Y después de este fallo de rácord interpretativo y después de haber despedido al script, sigamos como si nada hubiera pasado.

Lía abrió la puerta para encontrarse con un estrecho pasillo de no más de quince pies de largo que llegaba a otra puerta. Por supuesto, el grupo de aventureros también abrió esa otra puerta. Pero ésta vez había alguien esperándoles. Se trataba de una criatura menuda, de piel amarillenta, ojos rojos, orejas puntiagudas y dientes afilados. Un goblin.

Bruz el No-Tuerto.

—¿Estáis seguros de que queréis entrar? Si el jefe se enfada será malo para todos, pero sobre todo para vosotros. Y no creo que vuestra se diosa se sienta muy halagada. Seguro que no.

Y ahí estaba el pequeño portero, intentando convencerles de que no entrarán aun a sabiendas de que no tendría éxito alguno. La cuestión es que realmente parecía alarmado en sus advertencias. Destilaba sinceridad. Y mientras él se abría de corazón, los hipócritas aventureros evaluaban si pasarlo a cuchillo. Sí, he dicho hipócritas. No mucho antes se habían mostrado muy concernidos cuando Ax perdió el control y se llevó por delante al kenku.

Y ese caso sí era justificable. El kenku casi la mata.

Comentario1: El pasillo es estrecho de cinco pies, así que necesito el orden en el que os vais a mover.

Comentario2: Si alguien va a intentar matar al goblin, tirad iniciativa (al menos quién lo intente).

- Me estoy impacientando.- 

Dijo Lav, procurando no salirse del papel, teniendo en cuenta que estaba el penúltimo. Como figura de autoridad diocesana, su cohorte iba siempre por delante, o eso era lo que pensaba que haría si fuera un señor de los dioses malignos y tuviera una cohorte de seguidores o secuaces, que sin duda no era el caso. 

El dichoso pasillo hacía un codo, y solo veía nucas y pelos. Aunque estaba convencido de que una vez más algún descreído se había puesto a molestar. Es que no conseguirían nunca entrar en esa dichosa guarida de ladrones y maleantes. 

Y para colmo, el mismo día y a la misma hora que.... cómo dijo que se llamaba el otro invitado. Mierda, tenía que haberle prestado mas atención en vez de "hacerse el actor". Daba igual el resultado, iba a tener que rezar mucho y muy fuerte a Altair por aquella charada. Seguramente algún sacrificio ritual. Vino, sí, y también algunas monedas. ¿Sería suficiente?

 - Aguarde, mi señor -respondió ante Lav con voz suplicante- el inocente tiene dudas.

Juntó las manos y las cruzó en el pecho.

 - La Todopoderosa no olvida a quien le facilita el camino -añadió dirigiéndose a Bruz- siempre podéis decir que os obligamos.

Si no se interponía, seguiría hacia delante¹.

Rogen todavía no se fiaba de aquellos criminales, y prefería ir primero por si acaso de repente se volvían violentos y les atacaban. Mejor que fuera a él, que iba más blindado y podría proteger a los demás.

-Ýa has oido. Aparta o te aparto.-

Procuró poner su cara más seria y furibunda. Pero nunca se le habían dado bien aquellas cosas. Lo sabía todo el mundo.

Aun así, el escudo estaba a la altura de la cara del goblin. Y no le costaría mucho aplastarlo contra la pared. Confiaba en que sí se diera cuenta la criatura.

Rabi procuraba mantenerse en un silencio prudente. No había mucho que agregar, y tampoco es que viera demasiado qué estaba sucediendo. Se mantendría junto a los demás, y llegado el caso, reaccionaría con algún conjuro, pero no había mucho más que hacer para un gnomo como él.

—Bueno, bueno—se quejó el trasgo—. Tampoco hay que ponerse así. Encima que intentaba ayudaros.

El trasgo giró a su izquierda y dio unos pasos hasta llegar a una abertura por la que se metió. Desde ahí, os señaló por un largo pasillo estrecho que discurría en esa dirección. El corredor tenía una notable pendiente cuesta abajo.

—Por allí llegaréis a donde está el jefe, yo voy a seguir con mi guardia si no os importa.

El grupo de aventureros, que de momento no había sido tan hipócrita, avanzó siguiendo las indicaciones de Bruz el No-Tuerto. Cuando entraron por la puerta en la que se habían encontrado al trasgo, vieron que a la izquierda había una especie de almacén desordenado con algunas cajas, un par de armaduras de cuero corroídas por la humedad y una espada oxidada. Nada de valor.

Al avanzar vieron que el trasgo tenía una especie de garita con una silla desvencijada y un tablón sobre dos caballetes a modo de mesa. Desde ahí se había comunicado con ellos cuando llegaron al distribuidor. Avanzaron hasta ver que el pasillo giraba hacia la derecha y avanzaron también por él. Debían de estar pasando por debajo del propio túnel del alcantarillado.

Cuando llegaron al final del corredor, alcanzaron un dormitorio vacío con seis colchones de paja en el suelo y una puerta al fondo a la derecha. Una puerta tras la que se escuchaban algunas voces.

Quizás he avanzado más de la cuenta, si queréis rehacer algo siempre podemos corregirlo :).

No entendía cómo es que guardaban cosas como esas armaduras y la espada oxidada. ¿Para qué tenían eso ahí? Pero luego, al ver los colchones, se pensó él mismo allí abajo. Si no hubiera sido por su Maestro, tal vez habría terminado así...

Un escalofrío le recorrió la espalda, y continuó siguiendo a Lia de cerca. Cuando estaban llegando a la puerta, y sabiéndose solos, le tocó la espalda a la elfa y le hizo el gesto universal de silencio. Que escucharan primero, y luego entrar a la habitación...