Partida Rol por web

Bertrand tenía un plan. No era el mejor plan del mundo, pero era un plan. Estaba siendo perseguidos por muchas fuerzas diferentes y no todas ellas eran humanas, de hecho, no todas ellas eran corpóreas y eso hacía que se complicara mucho el asunto. Bertrand lo sabía bien. No era la primera vez que se enfrentaba a incorporales. 

Pues bien. Conociéndose, Bertrand había trazado un plan de huida. Un plan que no incluía huir con cuadro de grandes dimensiones. Ahí había fallado. Frunció el ceño enfadado. No podía fallar en ese tipo de asuntos. ¡Conl fácil que era preveer que iba a acabar robando un cuadro enorme! Perfeccionaría eso en el futuro. 

- Por aquí señoritas... - Les dijo confiado. - Señorita Loxley. Tenemos que romper el marco. 

Ella estuvo de acuerdo, la cara de Mallorie dijo lo contrario, pero ya era tarde. Entre la señorita Loxley y el bueno de Bertrand partieron el marco como dos skinheads golpeando a un negro. Luego, una vez se hubieron deshecho de las piezas del marco, enrollaron la lámina y siguieron corriendo hacía el fondo del pasillos. El suelo de aquella zona estaba levantado, al parecer estaban cambiando las baldosas y en una ventana, uno de aquellos tubos amarillos para tirar escombros. Bertrand se detuvo frente a la ventana. 

- Usted primero... - Le dijo a Mallorie. No parecía dispuesta. Miró a Nora. Tampoco parecía tener muchas ganas de tirarse por el tobogán. - Está bien... - Dijo arrugando la nariz. Agarró la lámina y se tiró por ahí. 

- ¡Mierdaaaaaaaaaaaaaaah! - Y el gritó se fue atenuando a medida que iba descendiendo pisos. 

Bertrand cayó con todo su peso sumado al de la gravedad sobre un contenedor de escombros. El dolor en el culo al aterrizar fue de campeonato. Tardó unos segundos en poder levantarse dolorido y casi sin aliento. Se frotó el trasero. Estaba hecho polvo y ¿tenía el culo ensangrentado? Si... Eso parecía. 

¿Donde se habían metido la señoritas? Le extrañaba que no hubieran llegado ya... Se acercó al tubo y escuchó. Nada, no venían. Se giró de espaldas y puso los brazos en jarras. Entonces miró hacia arriba y... 

¡POOOOW!

¡Nora aterrizó sobre Bertrand! Dolido y de nuevo sin aliento, se creyó muerto. No obstante, el dolor de las baldosas rotas clavándose en su cuerpo le devolvieron a la vida. Y entonces...

¡POOOOOOOW! 

Fue la señorita Grimes quien hizo más presión sobre el pobre Bertrand. De nuevo una baldosa se le incrustó entre las costillas. Estaba reventado por fuera y por dentro, pero aún así... Tenía a dos mujeres extremadamente atractivas encima. Eso provocó que se cortan las hemorragias de los distintos cortes que llevaba por todo el cuerpo. Todo la sangre se le fue a un lugar muy concreto de su anatomía. Pero no era momento de pensar con la cabeza.

- Seño... - Le faltaba el aliento. - Señoritas, acompañeme...

Salieron como pudieron del contenedor de escombros. Bertrand estaba hecho un escombro valga la redundancia. Su traje estaba roto, sucio y ensangrentado, pero su determinación no cesaba. Portando el lienzo enrollado, avanzó hacia un vehículo descapotable, un Audi TT rojo de última generación. Sacó la llave del bolsillo y...

Paso de largo aquel coche para dirigirse hacia una furgoneta blanca totalmente destartalada. Le faltaba un retrovisor y estaba visiblemente abollada. Una de las ópticas traseras también estaba rota y tenía un aspecto de desguace. 

- Suban, queridas... - Les dijo cual violador de todavía abultado paquete, abriendo la puerta. - Les llevaré a un lugar... seguro.

Nora había parado su avanzar hacia la salida, se encontraba en la primera planta cuando Mallory y Bertrand le dieron alcance. La joven Loxley se giró hacia su amiga y quien descubrió, era el único hombre que podía creer lo que había dicho sobre Camille, desde luego si llegaba a ser otro como EB la hubiera tachado de loca.

- Marlo, el afroamericano que estaba a mi lado en la subasta, él...se ha tirado por la ventana... - señaló a su izquierda, temerosa de asomarse -...Me ha dicho que no va a delatarme pero no quiere saber nada de este cuadro y...que se iba en un tren, que le buscase en la web, por lo visto se hace llamar Kawain, el buscador... - comentó Nora mordiéndose el labio -... ¿Tenéis idea de quién es o lo que buscaba aquí?... No ha comprado nada pero quiere que le busque y aún así, no desea saber nada del cuadro.... - 

Bertrand le informó de que debían romper el marco del cuadro y Loxley asintió dejándose llevar, puesto que confiaba en que él tuviera más experiencia en aquellos temas de sucesos paranormales que ella misma.

- No hay problemas.... Confío en usted... - dijo con seguridad, colaborando en la destrucción lateral de la obra, oh sí, Nora se metía en problemas a cada minuto que pasaba, pero ser una delincuente no era importante, estar atrapada en un cuadro sí. Así que tras esconder detrás de un macetero los restos de la madera y enrollar la obra recién pintado de amarillo, Loxley siguió a Dotter por donde la guiase, o que no esperaba era un tobogán de obra y la cara que puso parecía de total desconcierto.

Nora suspiró, Bertrand tenía ahora el cuadro, así que no le quedó más remedio que hacer de tripas corazón y lanzarse al abismo con fe ciega en caer en algo blandito, una suerte que consiguiera el propósito, cayendo su trasero sobre la cabeza de Dotter, hubiera sido algo muy sensual si no fuera por la fuerza del impacto. Nora se levantó rápidamente para no ahogarle -... Oh, ¿está bien?.... - Cayó Mallory, quizás ya no lo estuviera.

Una vez parecía Bertrand seguía vivo, todo un logro, les llevó hasta su vehículo, una furgoneta un tanto ajada pero al fin y al cabo, lo importante era que andase -... ¿Un lugar seguro? ¿Dónde?... Yo tengo una tienda de antigüedades, podríamos ir allí, aunque si la policía me busca, quizás sea el primer lugar donde miren... - razonó por primera vez -... Dígame señor Dotter que va a sacarme de Camille, por favor, dígamelo... 

- Una tienda de antigüedades... - Le miró con aires de superioridad. - ¡Prrrrf! - Hizo una pedorreta. - Y estará a sus nombre. ¿Verdad? - Miró a Nora. No importó que respondiera su expresión lo dijo todo. - Verdad... - Negó con la cabeza. - Será el primer lugar donde nos busquen... - Confirmó lo evidente, aunque... ¿Les estaban buscando? 

¡CLARO JODER, ESTABAN YA TRAS SU PISTA!

Pero por suerte, allí estaba Bertrand para auxiliar a esas señoritas. Habían tenido suerte, mucha suerte de haberse topado con él. 

- Estamos siendo perseguidos por una tenaz asesina interdimensional, señoritas. - Les desveló. - Por ella y por muchas otras fuerzas igualmente peligrosas...

A medida que conducía, como un loco por cierto cabe decirlo, tanto Mallorie como Loxley pudieron fijarse como Bertrand no dejaba de mirar fijamente de tanto en cuanto a través de la ventana y iba chasqueando la lengua molesto cada dos por tres. Era como si... ¿Les estaban siguiendo? ¿Estaba Bertrand tratando de despistar a alguien? 

- Iremos a mi guarida. - Comentó. - Es un lugar seguro, aunque debemos... - No acabó la frase, pero desde luego, por como miraba por la ventana y como conducía, parecía realmente que trataba de despistar a alguien.  

Entonces agarró su teléfono móvil, un arcaico teléfono de finales de los noventa. Nada parecido a un smartphone, sino uno de aquellos que se abrirán y que tenía teclas enormes con los números y que para escribir algunas letras tenías que dar dos, tres y en ocasiones hasta cuatro veces. 

- ¿Bob..? - Preguntó Bertrand. Al otro lado parecieron responderle.

- ¿Bob, Iko? ¡Que más da! - Exclamó Bertrand muy nervioso. - ¡Plan de contingencia, Iko! - El tal Iko dijo algo desde el otro lado del auricular.

- Si Iko. Es Tyris... - Iko colgó y Bertrand cerró su teléfono y lo guardó en el bolsillo interior de su destartalada chaqueta.

- Bob es mi mayordomo. - Confirmó. - No se asusten por su aspecto cuando lo vean, es un poco... Peculiar...

Mallory corría tras Nora mientras maldecía y blasfemaba en arameo ante la absoluta locura que se había apoderado de su amiga, más aún cuando tras la llegada de Bertrand Dotter la cosa acabó por descontrolarse. - Loxy, ¿te has propuesto que acabemos con nuestros huesos en la cárcel? ¡Esto es serio! ¡Has robado el cuadro delante de cientos de testigos! Y ahora te alías con este... tío raro... para romperlo. No se ofenda- le dijo a Bertrand mientras miraba suplicante a su amiga  para ver si conseguía que entrara en razón - ¡Esto es de locos!

Antes de darse cuenta estaban ante un conducto de obra que parecía conducir a la calle y el intrépido Bertrand Dotter desaparecía por el tubo. - ¡No me jodas, Loxy! No vamos a tirarnos por ahí... ¡No te atrevas! - Pero dejándola con la palabra en la boca su amiga desapareció ante sus narices. Con un cabreo que iba en aumento Mallory se encaramó al conducto y suspirando se dejó caer. Al menos cuando aterrizó lo hizo sobre aquellos dos perturbados y apenas sintió el golpe. Justicia poética... 

- ¿Es que no lo entiendes? ¡Es posible que nos encuentre la Policía si no lo hace antes Emily Van Weyden y te comunico que me da la sensación de que solo en el primero de los casos tendríamos alguna posibilidad de sobrevivir! Esa mujer es peligrosa... - Un escalofrío recorrió la espalda de Mallory al recordar las últimas palabras de Emily. Nora no parecía entenderlo o le daba igual. Mientras seguía a Bertrand y Nora por la calle hasta una especie de vehículo que dudosamente tendría permiso de circulación Mallory se daba cuenta de que no le hacían ni caso. Estaban como poseídos. 

Entonces vio la furgoneta y se quedó entre alucinada y confusa. - ¿Eso es vuestro medio de fuga? He conocido a nonagenarios en mejor forma... ¡Loxy, No conoces de nada a este tipo! ¡Podría ser un loco psicópata! ¡Ni se te ocurra subirte a ese engendro de metal! - Echó un vistazo a Bertrand y sus peores temores se vieron confirmados en forma de visible erección. Dicho lo cual acabaron las dos metidas en aquel transporte infernal, Mallory claramente en contra de su voluntad y en un último esfuerzo por intentar convencer a su amiga o al menos hacerle compañía ante aquel extraño salido y claramente perturbado que se había unido a Nora en su delirio. 

Al escuchar la historia de Nora sobre Marlo Mallory llegó a la conclusión de que efectivamente alguien había echado drogas en los canapés. Aunque lo de Bertrand no eran drogas... 

- Asesina... interdimensional... Comprendo... -  dijo Mallory sin comprender absolutamente nada mientras observaba a Bertrand con cara de total incredulidad. - Loxy... Está hablando solo... Está... hablando... solo... Ay, Dios mío... - 

Bertrand conducía decididamente hacia Manhattan y cuando llegaron a la isla de la estatua de la libertad, se dirigieron hacia el Riverside Park por donde pasaba el río Hudson. Finalmente llegaron al barrio de Morningside Heights al norte de Manhattan. Aparcaron aquella destartalada furgoneta en un calle cercana al mausoleo del ex presidente Ulisses S. Grant. El edificio principal del memorial tenía una estructura en granito y mármol.

Bertrand abrió las puertas traseras de su furgoneta y empezó a rebuscar en su interior. Mallorie y Nora miraron en el interior de reojo y observaron que estaba cargada de todo tipo de utensilios. Herramientas, una pala y un pico, un botiquín, una palanca, un desfibrilador, varios extintores, una escopeta... ¡Si, una escopeta! Entre todo aquello destacaba lo que ambas identificaron como la típica bolsa azul de lona, que se usaba para... meter cadáveres. Por suerte estaba vacía, aunque quizás se equivocaban y no era lo que parecía. No eran expertas y no podían asegurarlo.

- Síganme... - Les dijo cuando encontró al fin una maleta con un tejido militar de camuflaje. 

Bertrand se dirigía, con la lámina del cuadro en la mano, directamente hacia el mausoleo. ¿A dónde diantres les estaba llevando? ¿Iban a hacer una visita cultural?

- En este mausoleo se encuentra enterrado el cuerpo del general Ulysses S. Grant, uno de los principales protagonistas de la Guerra se Secesión, y el 18º Presidente de los Estados Unidos. - Miró atrás encontrando a ambas mujeres algo desconcertadas. Alzó las cejas varias veces y sonrió. - Un buen hombre mi vecino... - Les dijo.

Rodearon el mausoleo y llegaron a la parte trasera. Bertrand miró de lado a lado, buscando miradas indiscretas y finalmente descendió unas escaleras que se hallaban cerca del monumento junto a una fuente. Se agachó junto a una tapa de alcantarilla y sacó de si mochila una pequeña palanca. Hizo algo de fuerza para levantar la tapa y  comenzó a descender por una escalera hacia las profundidades.

- La última que tapa la alcantarilla. - Les pidió amablemente.

Una vez bajaron unos cinco metros se encontraron en un túnel por el cual discurrían tuberías y en el centro, aguas sucias. Bertrand sacó una linterna y comenzó a caminar en una dirección concreta, aparentemente se acercaba al mausoleo, estarían en la parte de debajo del mismo. Llegado a cierto punto, encontraron una escalinata y se colocó la linterna enganchada con una pinza en la solapa. 

- Por aquí. - Les comentó y entonces comenzó a subir. 

Llegaron ante una nueva tapa y Bertrand la empujó. Un nuevo pasillo daba a una puerta de metal.  Bertrand extrajo una llave. Se la mostró a sus invitadas y abrió. Cerró de nuevo a sus espaldas. Se encontraban ante una enorme sala bajo tierra. Sin duda, justo debajo del mausoleo del difunto 18° Presidente. Era una sala amplia, llena de... arte. Estatuas romanas, cuadros exquisitos incluso había una copia de el famoso cuadro "El Grito". Porqué era una copia, ¿no? Y ese cuadro... "Noche Estrellada", era un ¿¡Van Gogh!?

Pero no solo había arte, esculturas o cuadros, también había unas enormes estanterías llenas de libros, tomos antiguos y arcanos se amontonaban hasta el techo sin aparente orden. Bertrand se acercó a éstas y depositó su nueva adquisición, el Oneiromante del profesor Baker. Había pagado 17 de los grandes y merecía un lugar de honor en una de sus estanterías.

En el centro de la estancia se encontraban unos sofás de apariencia muy cómoda sobre una preciosa alfombra persa y dando a un enorme televisor. En una esquina había un ordenador último modelo, sobre un escritorio de madera que no desentonaba con el resto de objetos de la estancia.

Un largo pasillo daba acceso a lo que parecía un garaje. Allí se encontraba bajo una lona, lo que parecía ser un coche. ¿Sería un deportivo, un todoterreno o quizás otro bertmóvil terriblemente golpeado? No podían saberlo. En la pared norte, varias puertas y de un de ellas procedía un delicioso aroma a... ¿A qué olía aquello? Fuera lo que fuera tenía pinta de estar delicioso. Y entonces otra pregunta. ¿Quién cocinaba?

- Pónganse cómodas. - Les dijo. - Mi mayordomo está haciendo un guiso. Enseguida lo servirá. - Se acercó a un botellero y agarró una botella, sopló para quitarle el polvo. - Vegasicilia Valbuena de cinco años. Vale 130 jodidos dólares. - Comentó. - Pero sabe igual que el vino de la abadía... - Sonrió. - El precio de las cosas es tan relativo... - Se encogió de hombros. - ¿Una copa? Si, la necesitarán.

- Preguntas, preguntas... - Dijo nervioso mientras servía tres copas de aquel vino. Las manos le temblaban y derramó vino sobre la mesa de centro junto a los sofás. - Seguro que tienen algunas preguntas.  Muchas de ellas. Puede que tenga algunas respuestas. - Entregó una copa a cada una de sus invitadas y probó el vino. Puso una cara extraña, era evidente que no le gustaba nada aquel sabor, aunque por su aspecto, aroma y textura, para un entendido en vinos sería una gran botella. - ¿Saben...? Donde esté un buen licor de cereza... ¡Que se quite cualquier vino!

Recuperas cierta sensación de calma al regresar a tu base de operaciones, a tu cuartel general. A la Bertcueva.

Con el temor a flor de piel ante la certeza de que Tyris, la asesina interdimensional, anda tras vuestros pasos, notas que te hace falta una copa.

¿Una copa...? No. ¡Un copaso!

Sin duda, tu llamada en el coche ha alertado al bueno de Bobby el kobold, en otro tiempo llamado Iko-Iko; pero el siempre eficiente mayordomo, absurdamente leal a ti, está sin duda manos a la obra en la cocina preparando alguna delicatessen. Los kobolds, como bien sabes, son muy buenos en dos cosas: preparar trampas y dar pena. Son terriblemente creativos y hábiles con sus zarpitas, y grandes actores si se les incentiva al melodrama desde pequeñitos. En este sentido, siempre te gustó tener a Bob junto a ti porque, para qué negarlo, ponerle a los mandos de la cocina era una experiencia de alto riesgo que te incentivaba a estar alerta y sentirte vivo. Y es que no hay nada como comer fugu sin saber si ese bastardo reptil que tienes por criado lo ha limpiado convenientemente.

En cierta ocasión le dijiste que su función primordial era contribuir a afilar tu mente, a mantenerte con el tercer ojo siempre activo. Bobby no entendió un pimiento de lo que hablabas -rara vez lo hace-, pero interpretó que tenía que intentar matarte siempre que entrases en la Bertcueva para así mantenerte despierto, siempre en guardia. Es vuestra sana tradición en calidad de amo-sirviente. ¡Y él la mantiene a rajatabla!

Según sirves las copas a las damas te das cuenta de que de la cocina proviene un hediondo olor a quemado...

Una gota de sudor resbala por tu sien.

Reparas entonces en que tu mayordomo no se ha presentado todavía.

Sospechoso... Altamente sospechoso.

A Nora le sorprendía las palabras de Dotter -...Pues claro que la tienda está a mi nombre... - dijo casi con candidez -...¿A nombre de quien iba a ponerla si no?.... - Sus dudas dejaron de ser relevantes cuando Bertrand les indicó que estaban siendo perseguidas por una asesina interdimensional, haciendo que Loxley abriese mucho los ojos y prestara la mayor de sus atenciones, encantada por formar parte de aquella vivencia, y es que había locos para todo -....¿Emily?...Ya sabía yo que era una cabrona en el cuerpo de guapa mujer... Suele ser así, solo que no esperaba lo místico a decir verdad.... - comentó casi de forma casual, mientras Mallory estaba de los nervios y no dejaba de regañarle por toda la desgracia que había causado, así que tan solo podía calmarla -... Mallory, mi alma está en el lienzo... La cárcel no es tan malo en comparación, y el hecho de que Van Weyden no me de alcance...es sin duda mi seguro de vida.... Debemos confiar en este cordial desconocido.... - si analizaba sus palabras era para matarla, definitivamente.

Iban para el refugio de Dotter, a Nora le parecía bien, más que nada porque no deseaba que le quitaran el cuadro, al menos hasta que estuviera segura de que iba a salir de Camille de una vez por todas y a volver a ser completamente ella.

- Bien, Bob es su mayordomo pero...¿quién es Tyris?.... - y es que ya escuchó antes que hablaba de ella -... Maldición, Louie se quedó en la subasta... - se lamentó, pensando que podrían quitarle su muñeco de madera.

Si Mallory pudiera escribir sus memorias pondría como epílogo final que maldita fuera la hora en que se hizo amiga de Nora Loxley, puesto que desde ese momento, dejó de ser la gótica rara, para ser la amiga sufridora de una lunática cabalística.

- Oh qué bonito mausoleo... - dijo Nora sonriendo al ver el edificio, forzaba su actitud, en realidad estaba nerviosa por los acontecimientos sucedidos y tenía la sensación de que en cualquier momento giraría el cuello y vería la cara de Emily mirándola con esos ojos de zorra. Nada de eso sucedió, pero sí que sentía que Grimes fruncía el ceño ante el maravilloso lugar turístico que tenían ante sí y que pronto recorrerían -...¿Puede usted hablar con los muertos?.... - en ese instante llegaron a una alcantarilla y Nora miró preocupada a Mallory, ¿Y si Bertrand era en realidad un psicópata asesino? -... No me diga que ahí debajo viven las tortugas ninja.... - intentó bromear, sintiendo un asco tremendo ante el descenso que iba a hacer

Tras caminar por las profundidades terminaron eligiendo un ascenso que les llevaba a una enorme sala subterránea, un sitio que Loxley no podía creerse, existiera, por la gran cantidad de obras de arte contenidas.

- Esto es... impresionante.... - dijo la mujer observando cada una de las piezas, valorando con ojo clínico si eran auténticas o un completo fiasco -...Usted es ladrón profesional...¿a qué sí?....- no podía existir otra explicación.

No solo cuadros, también libros, alfombra persa, ordenador y televisor acorde a la decoración. Nora estaba profundamente impresionada, y más teniendo en cuenta que su tienda de antigüedades parecía una cacharrería, puesto que por su carácter nervioso nunca terminaba de organizar una cosa cuando caotizaba otra.

- Tiene mayordomo que le cocina y todo esto.... - quería preguntarlo y lo hizo -...¿Está usted soltero señor Dotter? ¿Puedo llamarlo Bertrand?.... - y esa era su mayor pregunta en esos instantes, más cuando descorchó el Vega Sicilia -... Porque un hombre de su edad debería estar ya pensando en... formalizar alguna unión, ¿no cree?.... - le faltó decir que tenía la candidata perfecta para él y se apellidaba Loxley.

Tras unos instantes las dudas debieran ser más profesionales, le daba cierta quietud sobre el dónde estaban -... Veamos... Debajo del mausoleo de Grant no debería haber más que cemento... ¿dónde estamos?.... Y... Y...., joder, ¿cómo tiene todas estas cosas?.... ¿Cómo sabe lo de Emily?.... Sírvame otra copa por favor.... - eso de no aceptar cosas de los desconocidos parecía no ir con ella, era imprudente hasta la médula.

- Bien, Bob es su mayordomo pero...¿quién es Tyris?.... 

- Es una buena pregunta... - Dudó unos instantes. Parecía que podía confiar en Nora, pero... ¿Podía confiar en Mallorie? Ella no parecía comprender el alcance y la repercusión de todo lo sucedido. - Tyris bueno, es una mujer muy sagaz. Lleva persiguiéndome... - Sonrió. - ¡Casi podría decir que siglos! - Soltó una carcajada. - No todo el tiempo. A veces la cazadora es cazada y en ese momento, tengo que desaparecer del mapa. Ya me entiende, cambiar de vida, perderme un tiempo. Pero siempre vuelve. ¡La cabrona siempre vuelve! - Se acercó al oído de Nora. - ¿Puedo fiarme de su amiguita? - Le preguntó.

-... Maldición, Louie se quedó en la subasta... -

- ¡Y mucha suerte ha tenido, señorita! - Dijo algo enfadado. - Le advertí que no pujara por ese engendro del mal. Y no hizo caso... - La miró con reprobación. - Ese muñeco es más peligroso de lo que usted cree, se lo aseguro. - Tomó aire. - Pero... no le culpo. Yo mismo, cuando la demencia se apoderó de la sala, acepté  su ayuda y aunque no me la proporcionó finalmente, seguro que querrá cobrarse la deuda. Ahora además de una asesina interdimensional, sectarios peligrosos y, aunque sea lo de menos, las autoridades de Nueva York, nos persigue un muñeco diabólico...

 -...¿Puede usted hablar con los muertos?.... 

- Bueno... - Dudó un instante. - ¿Habitualmente dice? - Preguntó intrigado.  Parecía no haber comprendido bien esa pregunta.

-...Usted es ladrón profesional...¿a qué sí?....-

- ¿Ladrón? - Alzó una ceja. - No. No soy un ladrón, pero a veces robo cosas. Sólo si es necesario, ya me entiende. -Aunque seguramente no estuviera entendiendo una mierda. - Yo soy... - Dudó un instante. - He sido... - No sabía que decir. - Me gusta pensar que soy esa fina línea entre el equilibrio y el caos. Soy el que mantiene a raya la entropía. - Si, había sonado muy místico, arcano quizás, pero realmente Bertrand acababa de sacarse aquella definición de la manga. Aunque eso... no tenía porque saberlo la señorita Loxley.

...¿Está usted soltero señor Dotter?

- ¡Oh, si! - Sonrió. - No tengo compromiso con nadie actualmente. - Puso su mejor sonrisa y le hizo ojitos a Nora a la vez que su miembro se despertaba. 

- ¿Hay fiesta? - Le preguntó.

- No aún... tú espera. ¿Quién sabe? - Respondió Bertrand mentalmente a... una  parte muy concreta de su anatomía. - Pero estate preparada.

¿Puedo llamarlo Bertrand?... Porque un hombre de su edad debería estar ya pensando en... formalizar alguna unión, ¿no cree?....

- ¡Claro, llámame como quiera! - Respondió. - ¿Qué edad cree que tengo? - Sonrió. - ¡Venga, pruebe! - Soltó una caracajada.

 -... Veamos... Debajo del mausoleo de Grant no debería haber más que cemento... ¿dónde estamos?.... Y... Y...., joder, ¿cómo tiene todas estas cosas?

- Bueno, es evidente. - Comentó. - Estamos en mi guarida, bajo el mausoleo de Ulysses S. Grant. - Dijo algo confundido. - Y bueno, todo esto lo he ido recopilando durante años... - Señaló el cuadro de Van Gogh, noche estrellada. - Por ejemplo, ese cuadro lo pinto Vincent para mi. - Se calló unos momentos. - Quiero decir que... bueno, me encanta. Tuve que... adquirirlo...

- ¿Cómo sabe lo de Emily?.... Sírvame otra copa por favor....

- Como ya le he dicho... - Se encogió de hombros. - Tyris me persigue desde hace mucho tiempo. Los ojos verdes la delataron. Fue una fiel amiga mía en el pasado. Llegamos a ser algo más, pero unas diferencias acabaron con nuestra relación y a la pobre se le metió entre ceja y ceja una insana obsesión por aniquilarme... - Se encogió de hombros y entonces le sirvió otra copa. - Pero, Nora... - Sonrió. - ¿Puedo llamarle Nora, señorita Loxley? - Le  preguntó galantemente. - Hablemos un poco de usted ahora, sin duda es mucho más interesante, que la triste vida de un pobre hombre como yo...

¿Quién dijo que la amistad fuera fácil? Mallory Grimes conocía a Nora Loxley, aquella reacción no suponía una completa sorpresa para ella. Mallory siempre la había aceptado como era. La mayor parte del tiempo si alguien escuchara las conversaciones entre las dos jóvenes pensaría que estaban locas de atar. Nora era impulsiva, excéntrica, única. Era una mezcla perfecta de inocencia y picardía. Tenía sentido del humor. En resumen, Mallory Grimes quería a Nora Loxley. Pero aquello empezaba a descontrolarse. Mallory se debatía entre cumplir la promesa más sagrada que había hecho nunca y no dejar sola a su mejor amiga junto a un hombre que parecía un verdadero chiflado recién fugado de un psiquiátrico. Su frustración y su cabreo no dejaban de crecer con cada nueva ocurrencia de aquellos dos. Así que finalmente explotó. Su voz en un principio baja se fue elevando hasta acabar en un grito.

- ¡¿Acaso crees que eres la única que ha visto algo en el cuadro?! ¡¿Que eres la única que ha visto al asesino?! ¡¿La única que ha sentido la angustia del ahogamiento en ese lago?! ¡Probablemente todos hemos sentido algo parecido! ¡Ese cuadro está maldito!  ¡Yo también he oído a Camille decir mi nombre! ¡Pero te equivocas! ¡Tu alma no está en ese puto lienzo! ¡Estás asustada y confundida, pero eso no es justificación para esto! ¡Soy tu mejor amiga y confías más en este desconocido que en mí! ¡¿Es que no te das cuenta de que intento ayudarte?! ¡Me lo estoy jugando todo por ayudarte! ¡JODER, AILEEN! - En ese momento los ojos de Mallory se abrieron como platos mientras respiraba pesadamente - Nora... Quería decir Nora... Yo... - Hacía mucho que la joven no llamaba a Nora por su apodo, Loxy. 

- Mierda... - Era la tercera vez aquella noche que el nombre de Aileen acudía a su cabeza y Mallory sintió como si aquel grito que se había perdido en la noche fuera una invocación. Como si al pensar tres veces su nombre en un período tan corto fuera a materializarse a su espalda. Con los ojos atormentados miró a su alrededor y sintió el corazón encogido. - Nora no se parece a Aileen. Nora es buena persona. Nora no me haría daño... - repetía como un mantra mientras se convencía de que tenía que ayudarla. No podía dejarla sola. Si le pasaba algo jamás se lo perdonaría, pensaba mientras la seguía a la oscuridad de aquella alcantarilla. 

*****

La impresión que le causó la puesta en escena de la guarida de Bertrand la dejó en shock. Ella siempre se había movido entre dinero y era capaz de reconocer cuando alguien lo tenía a espuertas. Aquel tipo no solo estaba salido. Era millonario. Así que había pasado de estar frustrada y cabreada a estar estupefacta y cabreada. ¿Quién coño era ese tío? Se bebió el vino de un trago y le quitó la botella a Bertrand de la mano. 

- Loxy, Tyris es la asesina interdimensional del señor Dotter. - comentó despreocupadamente mientras se echaba otra copa de vino y le pasaba la botella a Nora. - Dígame, Bertrand. ¿Usted cree que la tal Tyris lo acecha mientras está usted en el baño? Si es tan cabrona como usted cree debería andarse con ojo. Uno nunca sabe lo que puede salir de un váter... - Emily empezó a darse golpecitos en la sien con gesto de interesante. - En lo del muñeco estamos de acuerdo, Bertrand. Desde luego que no podía ser más feo. Al menos ahora invalidarán tu oferta por trastorno mental, querida. Gracias a Dios por los pequeños favores. Lo cual me recuerda que todos hemos perdido nuestras magníficas adquisiciones gracias a vuestro ingenio. -

Mallory se quitó las gafas oscuras y empezó a dar vueltas por la habitación mientras disfrutaba, mejor, se deleitaba en su copa de vino. - Querido Bertrand, solo pensar en qué haríamos si no estuviera usted ahí para mantener a raya la entropía me genera estreñimiento. Fíjese lo que le digo... Tanto como a usted el imaginar a Tyris emboscada la próxima vez que vaya al baño. - 

Mallory parecía despistada, pero estaba muy atenta a lo que estaba diciendo Bertrand. Alzó una ceja al oírle decir que el cuadro se lo había pintado Vincent, pero guardó silencio. - Loxy, igual no es el mejor momento para que intentes ligarte a un millonario...- 

- ¡No me diga usted que está soltero! ¿Usted soltero? Puede que sea lo más sorprendente que he escuchado desde lo de la asesina interdimensional. - Por un instante, la joven Grimes observó imperturbable a Bertrand.

- Con que ojos verdes... ¿Como los de Emily Van Weyden? ¿Qué le hizo para que quiera matarle? ¿Diría usted que le persigue desde antes o después de comprar su furgoneta? - Mallory se plantó delante de los dos y con una media sonrisa se volvió a poner las gafas. 

- Bla bla bla, bla bla bla cuadro. Bla bla bla, bla bla bla, Camille, bla bla bla, bla bla bla ¡Aileen! 

De toda la sarta de sandeces y barrabasadas que aquella niña pija acababa de soltar, únicamente le intereso aquello último. Un nombre. Un nombre poco común que a tenor de su reacción le había afectado pronunciar. Bertrand miró a Mallorie con cada de decir: ¿Has acabado con tu pataleta, niña? Y entonces habló. 

- Veo, señorita Grimes, que todos tenemos un pasado recurrente, ¿verdad? - Le preguntó con un tono de voz nuetro. - Aquí todos estamos siendo sinceros. Así que... Bueno, si cree que ese nombre puede influir en la complicada ecuación que estamos tratando de solucionar, sería interesante que nos explicara... - Sonrió de lado y alzó las cejas. - ...lo que evidentemente nos tiene que contar...

- Dígame, Bertrand. ¿Usted cree que la tal Tyris lo acecha mientras está usted en el baño?

- Nada me complacería más que Tyris me espiar mientras me ducho. - Comentó. - Es una mujer muy fogosa. - Sonrió ante su propia broma. Porque... ¿Era una broma no? - Pero no, no creo que me aceche en el baño. Ella no cabe por el agujero del urinario. - Se mantuvo pensativo. Como si de repente no estuviera seguro del todo en ese punto. - O eso creo...

Lo cual me recuerda que todos hemos perdido nuestras magníficas adquisiciones gracias a vuestro ingenio. -

- Eso si que fue un verdadero contratiempo. - ​​​​​Le comentó. - Necesitaba ese tomo arcano acerca del mundo onírico y bueno, después de como acabó la subasta, no pienso pagarloe él todo lo prometido...

 ¡No me diga usted que está soltero! ¿Usted soltero? Puede que sea lo más sorprendente que he escuchado desde lo de la asesina interdimensional.

- Si... - Río más de lo habitual en él. - Las mujeres no suelen durar mucho a mi lado. Y no sabe usted lo literal que es mi afirmación. - Bromeó de nuevo. ¿O no? Con ese tipo nunca se sabía. 

- Con que ojos verdes... ¿Como los de Emily Van Weyden? ¿Qué le hizo para que quiera matarle? ¿Diría usted que le persigue desde antes o después de comprar su furgoneta?

- Precisamente. - Comentó. - La identidad real de Emily Van Weyden es la de Tyris. - Se encogió de hombros. - Tuvimos nuestras diferencias. Fue culpa de una entidad ajena maligno. Un ser del plano infernal. Un poderoso baatezu nanipuló mis sueños y hizo que... - Se lo pensó un momento. - Atacara a Tyris y bueno. Por eso necesitaba el oneiromante. Creo que allí podría estar la clave para acabar con mi maldición. - Hizo una breve pausa. - Y evidentemente la furgoneta... Bueno Tyris me persigue desde hace más tiempo. Creo que es evidente...

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