Partida Rol por web

Os despierta el tic tac de un reloj que resuena en alguna parte.

Estáis tumbados sobre el suelo de madera de una amplia estancia.

Vuestro despertar es abrupto y tenéis la sensación de haber tenido una pesadilla vívida y sembrada de detalles sin sentido. 

Irónicamente, es la pura realidad... Solo que esa pesadilla no ha terminado. No aún. Queda el Gran Final.

Bertrand y Nora reparan en que con ellos vuelve a estar la pelirroja Mallory.

El gran enigma del momento: ¿Dónde estáis exactamente? No lo sabéis. ¿O quizás sí...?

Preguntas, preguntas, preguntas.

Bertrand tiene la mirada perdida, acaso un reflejo de su alma. Tembloroso, se incorpora ayudado de una enorme espada. Nora está cubierta de sangre coagulada, de la cabeza a los pies. Parece confundida y aterrada a partes iguales. Mallory, por su parte, sostiene entre sus manos un libro de negra cubierta y porta un cinto con dos pistolas decimonónicas. Parece que la noche la ha tratado algo mejor que a sus dos compañeros de viaje onírico.

Preguntas, preguntas, preguntas.

La habitación carece de mobiliario y de cualquier tipo de decoración, más allá de un pequeño candelabro con cuatro brazos cuyas velas permanecen encendidas, tímidas llamas danzando sobre ellas. Lo demás es pura oscuridad, vaporosa y amenazante.

El reloj sigue sonando en alguna parte, y eso os hace sentir nerviosos, como si de una cuenta atrás se tratase.

La habitación tiene una sola puerta.

Y solo Dios sabe lo que aguarda al otro lado.

Allí estaba él, vivo contra todo pronóstico. Con el estaba CastigadorA, que aunque era mujer, al menos no tenía tetas y el señor Manzanas... ¿Dónde demontres se había metido ese maldito gato fascista? 

- ¿Señor Manzanas? - Preguntó dando un vistazo alrededor de toda aquella sala imbuida por una profunda y maligna oscuridad. - Ven amigo... - Le pidió. 

Y es que no se fíaba de aquellas malditas zorras con senos. Por una parte le encantaban esas tetas, pero por otro lado... ¡Las odiaba desde lo más profundo de su ser! Se trataba de dos seres impíos, llenos de maldad y eso se veía reflejado una vez al mes cuando escupían su corrupta sangre estancada por la vagina. ¿Que clase de ser infernal era capaz de tal atrocidad? Horrible... Desde luego era algo horrible...

Más más levantarsd agarró su mandoble. Aunque tenía voz de mujer, no sangraba. Si, a veces se enfadaba y le quemaba la mano... ¿Qué mente enferma había creado una espada flamígera que se indicaba por el mango? ...pero prefería unas leves quemaduras en la mano a...lo otro. 

- ¡Apartaos de mi súcubos! - Les advirtió a las mujeres mientras se alejaba de ellas hacia la puerta, sin darles la espalda y armado con su espadón, por lo que pudiera pasar. - ¡A partir de aquí, cada uno por su lado! ¿Entendido?

Las últimas imágenes que Nora había visto antes de que el hombre cetrino le cogiera del cuello le habían dado suficiente pavor como para determinar no perder un segundo más de tiempo en aquel lienzo infernal, sufriendo por el destino de Bertrand, al ver cómo desaparecía en el fondo del saco, así como la incertidumbre que rodeaba a su amiga Grimes. ¿Dónde estaría ella? ¿Se encontraría bien? La hermana Mary fue taxativa, él ya había elegido y cualquiera de los señalados, a Nora, no le venía bien.

Se escuchaba un tictac de fondo y Loxley despertó sobre el suelo de madera, sintiendo crujir algunos de sus huesos de la espalda, y es que la dura superficie no tenía piedad con su maltrecho cuerpo

- Oh Mallory.... Mall.... - dijo Nora yendo hacia su amiga, comprobando que estaba bien, abrazándose a ella con apego, mirando de reojo a Dotter, ¿seguiría el efecto del maleficio sobre su mente? Fue inevitable que parte de los coágulos de Loxley quedasen impreso en el rostro de su amiga, como una marca ineludible de los males acontecidos en la nocturnidad - Tenemos que salir de aquí... Bertrand... ¿Estás bien?.... - se arrastró como pudo hacia el varón para comprobar que su mirada denotaba cordura, algo que no tenía muy claro, pudiera mantener - Salgamos..., vámonos de aquí...

Lo que no esperaba la mujer era que Bertrand fuera contra ellas, mandando apartarlas y exigiendo espacio. No quería que fueran juntos, y la anticuaria sabía lo importante que era permanecer unidos en aquel momento, aunque claro había una clara razón, la espada, para no contrariar a Dotter.

- Bertrand... Soy yo, Nora... Por favor, ayúdame, tenemos que salir de aquí y sin ti, no podremos... Cuando salgamos de este infierno las cosas irán mejor, lo prometo.. Confía en mi... Vayamos juntos... Ven, vamos a la puerta....

Y así fue como Nora se dirigió hacia la puerta, para abrirla con timidez, casi como si esperase encontrar un grupo de monjas vigilantes al otro lado.

El espadón que portaba Bertrand clamó con un vozarrón viril y gutural...

-¡AQUELLA QUE OSE ACERCARSE A BERTIE SERÁ FILETEADA CON ALEGRÍA Y PROFUSIÓN! ¡VADE RETRO, BITCHES!-.

...Y algo gangsta.

Nora había escuchado la chillona pero muy femenina voz de la espada anteriormente, y ahora el timbre de la misma sonaba muy, muy diferente. Incluso el propio Bert estaba confundido.

¿Qué había ocurrido?

De entre las sombras se filtró una pequeña, menuda criatura negra como el carbón y con dos ascuas por ojos.

Se trataba de Melitón, -alias Mr. Apples, o Señor Manzanas, tanto da- el nuevo colega de Bertrand, como no podía ser de otra forma. Y claro, hablaba. Por aquello de no faltar a la tradición del señor Dotter en lo que a amigos imaginarios se refería.

-Aquí estoy, Mr. Lemons-, dijo sentándose delante de Dotter. Desde luego, era reluctante a llamarle por su nombre de pila. ¡Qué gato más formal!

-Tengo una pregunta para usted-. Los ojos anaranjados del minino se posaron sobre Bertrand, rezumando singular inteligencia. -¿Cree que seguimos dentro del saco? ¿O, por el contrario, considera que hemos sido transportados a algún tipo de inhóspito paraje donde algún asesino en serie pretende jugar al escondite con nosotros?-.

Melitón se relamió sus bigotes y entrecerró sus ojos.

-Creo que el mezquino hombre que le secuestró ignora que usted está armado con un gato, Mr. Lemons. Y ya se sabe que al juego del escondite solo juegan dos... Un gato, y un ratón-. El felino guiñó un ojo a Bert, que, de repente, se sintió muy seguro de sí mismo teniendo a aquel improbable aliado a su lado.

Tenemos que salir de aquí... Bertrand... ¿Estás bien?...Salgamos..., vámonos de aquí... 

- ¿Salgamos? - Preguntó con expresión de asco. - ¡Yo contigo no voy a ninguna parte, mujer!

- Bertrand... Soy yo, Nora... Por favor, ayúdame, tenemos que salir de aquí y sin ti, no podremos... Cuando salgamos de este infierno las cosas irán mejor, lo prometo.. Confía en mi... Vayamos juntos... Ven, vamos a la puerta....

- ¡No vas a camelarme con tus voluminosas artes de mujer por mucho que quiera coger esos dos melones! - Insistió lanzando un espadazo al aire para guardar distancia.

-¡AQUELLA QUE OSE ACERCARSE A BERTIE SERÁ FILETEADA CON ALEGRÍA Y PROFUSIÓN! ¡VADE RETRO, BITCHES!

- ¡Bien dicho, joder! - Exclamó eufórico a la última amiga que le quedaba. 

-¿Cree que seguimos dentro del saco? ¿O, por el contrario, considera que hemos sido transportados a algún tipo de inhóspito paraje donde algún asesino en serie pretende jugar al escondite con nosotros?

- Prueba de arañar las paredes. - Le dijo. - Si se rasgan con facilidad y se cuela la luz a través de los jirones, estaremos en el saco. Digo yo... - Le respondió sin dejar de vigilar a aquellas dos zorras con vagina. - Pero cuidado con esas... No son de fiar.

Todo era raro, hasta la voz de la espada que Bertrand portaba. ¿Y si estaba maldita y era quien dominaba a su futuro novio? Cual hembra posesiva no pudo evitar decir unas cosas que le salían del fondo del alma.

- Tú no eres nadie para decir con quien debe estar MI Bertrand, ¿entendiste?....- aunque debía reconocer que no quería enfadarse con aquel arma, tenía pinta de hacer rebanadas de orejas tan fácilmente como ella untaba mantequilla sobre sus tostadas matutinas

Por su parte el señor Manzanas daba una charla de auto confianza a Dotter, explicando que él era especialista en cazar ratones, aunque ¿podría ser que el hombre cetrino los mantuvieran aún dentro del saco?... Loxley no tenía la solución a las dudas que le surgían, y de hecho tampoco consideraba que aquel minino fuera a ser parte de la solución de los grandes problemas que les rodeaban, pero parecía que daba cierta calma moral a quien aún no sabía, iba a casarse con ella....PARA SIEMPRE, aunque sonara a amenaza.

- ¡¡¡¿Cómo que no vas a venir conmigo?!!!!.... - miró Nora a Bertrand casi indignada - ¿Camelarte yo con mis melones?... Oh no, claro que no caballero... Yo no voy a obligarte a venir, PERO.... si quieres que te CHUPE la POLLA.... más te vale venir detrás mía....YA.... - y es que Loxley nunca había aprendido la sutilidad de arte de seducción femenino, pero...¿a quién le importaba? Lo importante era si aquello acababa funcionando como "magia" pagana para contrarrestar el poder de la monja frígida y anti morbosa por la idea del desmadre y el desenfreno sexual.

Loxley insistía en abrir la puerta mientras hacía un gesto con la lengua muy erótico festivo, cual pantera a punto de devorar a su presa

El suelo estaba helado y Mallory podía sentir cómo el frío traspasaba su ropa y se colaba en su interior. Abrió los ojos confundida y buscando el origen de aquel reloj que parecía perforarle el alma. Entonces lo recordó todo y a aquella sombra. Se incorporó bruscamente y miró a su alrededor alarmada con un enorme dolor de cabeza palpitando en sus sienes. - ¿Dónde coño estoy? - 

Antes de que pudiera siquiera examinar aquel lugar escuchó la voz de Nora y sintió sus brazos en su cuello. Con el alivio pintado en el rostro se aferró a su amiga con fuerza - ¡Loxy! ¡Loxy! ¡Menos mal que estás viva! ¿Dónde habéis estado? Joder, ¿qué te ha pasado? ¿Estás herida? - le preguntó preocupada ante la sangre coagulada que parecía cubrir por completo su cuerpo. Desde luego, sus amigos tenían un aspecto deplorable. El sobresalto de Mallory fue mayúsculo ante la presencia de la espada, no tanto porque hablara ya que a aquellas alturas empezaba a asumir que aquel mundo en el que se encontraban era incluso más extraño de lo que pudieran imaginar, sino por el tono de su voz. -  Bertrand, ¿de dónde has sacado esa espada? ¿Y por qué habla con la voz de Barry White? - Aunque Bertrand no parecía Bertrand. Al menos no el que ella había conocido. Estaba raro. Más raro. Y eso ya era algo bastante extraordinario tratándose de Bertrand Dotter. Por un instante, Mallory observó a Bertrand y a la espada y una sospecha se instaló en lo más profundo de su alma. 

Con un alzamiento de ceja Mallory vio aparecer a un gato negro que parecía conocer a Bertrand y a Nora y que también hablaba. Aunque para ser sinceros eso era menos sorprendente que lo de la espada. La joven se dirigió al gato con cortesía. - Perdone, no nos han presentado. Mallory Grimes. Encantada. ¿Alguien tiene idea de dónde estamos? ¿A vosotros también os cogió el Hombre del Saco?  -

Con naturalidad Mallory se acercó al candelabro y lo cogió. Desde luego si pensaban salir de allí iban a necesitar la luz. Se colocó junto a Nora mientras se dirigía a abrir la puerta y le susurró - Oye, Nora, ¿qué le pasa a Bertrand? ¿Soy yo o está más raro de lo normal? - Pero fue entonces cuando Mallory se quedó a cuadros. ¿SU Bertrand? ¿De qué coño estaba hablando Nora? Con una mirada cargada de sarcasmo y cierto reproche, Mallory observó a su amiga. - Loxy, ¿qué cojones has estado haciendo con Bertrand mientras yo no estaba?  - 

-Encantada, señorita Grima-, replicó el gato con un suave ronroneo. -Mi nombre es Melitón, aunque en el arrabal me conocen últimamente como... Apples. Mister... Apples.

Pareció que iba a extender la pata a Mallory para estrechársela cual caballero inglés, pero en su lugar se lamió con diligencia.

Los exabruptos de Nora no parecieron captar la atención del felino, que trató de arañar la pared siguiendo la recomendación de Bert con los afilados y curvos escalpelos que tenía por zarpas.

-Mr. Lemons, quizás practicar el coito aquí, ahora, no sea del todo higiénico...-, dejó caer sin tener muy claro si la presión sanguínea alcanzaba la testa de Bertrand en aquel momento. -Oh, cáspita-, dijo de repente. -Esto no es tela... Es un muro-.

Melitón miró de soslayo a Bert.

-No iba a ser tan fácil, claro-.

Loxy, ¿qué cojones has estado haciendo con Bertrand mientras yo no estaba?  

- ¡Bastante menos de lo que crees, zorra! - Interrumpió Bertrand a Mallorie mientras bajaba el arma. - Y eso que acabas de decir... Suena bastante bien. - Le dijo a Nora. 

La perspectiva de una buena mamada podía hacer cambiar su notable hostilidad hacia aquellas bastardas. Si para algo eran útiles las mujeres era para precisamente eso y para nada más. Que hubiera una a la que no hubiera que suplicar/obligar a que bajara al pilón, facilitaba mucho las cosas. 

Mallorie era menos estúpida de lo que había creído en un principio y había notado un cambio en él. Si quería volver a ganarse su confianza, si es que alguna vez la había tenido, debería portarse bien con ella y llamarla zorra no era el camino a seguir para conseguirlo. 

Si lo pensaba bien, iba a necesitar a aquellas vaginas sangrantes. Ya fuera para que le ayudasen a derrotar al hombre del saco o para usarlas como escudo humano llegado el caso. Evidentemente pondría por delante primero a Mallorie, pues Nora la chupaba, pero eso eran detalles insignificantes. 

- Perdonad... - Se disculpó el buen Abad. - No se que me ha hecho esa monja. Algo... Algo ha... Es el conjuro. ¡Joder no se qué me pasa! Tenemos que salir de aquí, supongo.

-Mr. Lemons, quizás practicar el coito aquí, ahora, no sea del todo higiénico...

Chasqueó la lengua fastidiado y miró a ese maldito gato. 

- ¿Que propones entonces, Manzanas? - Le preguntó.

El gato dedicó a Bert una de sus ya icónicas miradas entrecerradas, marca de la casa Apple.

-Mr. Lemons, sea cauteloso. Nadie secuestra a tres extraños sin una conexión-, replicó, misterioso como él solo.

-¿¡A QUIÉN LLAMAS "BARRY", BIIIIITCH!?-, graznó el espadón, vibrando en manos de Bertrand orientando su punta hacia Mallory. -¡MI NOMBRE ES CASTIGADORRR! ¡Y LA PRIMERA DE VOSOTRAS QUE OSE ACERCAR SU LIBIDINOSA LENGUA A LA VIRILIDAD DE BERTIE SERÁ DECAPITADA CON FURIOSA CÓLERA!

Acto seguido un susurro insidioso reverberó en la cabeza de Bertrand como el tañido de una enorme campana.

-PUEDE QUE HAYA CAMBIADO DE SEXO, PERO NO DE ORIENTACIÓN SEXUAL, BERTIE-BOY. SIGUES SIENDO MÍO. ¡MÍÍÍOOO! Y NINGUNA DE ESTAS BITCHES SE TE VA A ACERCAR SIN ACABAR ENSARTADA EN LA PUNTA DE MI SER...-.

Era cierto lo que decía Mallory... Aquel espadón sonaba bastante parecido a Barry White.

Creepy.

Bertrand sonrió. Era la primera vez que tres personas se peleaban por él. Bueno, dos mujeres y un espadón. Y aunque odiaba a esas vaginas con patas, debía reconocer que se sentía muy y muy halagado. Bertrie sacó unas gafas de sol que llevaba guardadas en el bolsillo interior de su hábito, se recogió una inexistente coleta de pelo rizado afroamericano y comenzó a menear la cabeza al ritmo del chasisquido de sus dedos. 

Y ciertamente, quien no reconociera que el bueno Abad tenía un ritmo impresionante y una pose molona, es que no tenía oído ni sentido de la estética. Con gran confianza en sí mismo invadió el centro de la habitación y miró alternativamente a las dos mujeres que iban a pelear por su miembro viril, esperaba que en una piscina de sirope, y les dedicó una nueva sonrisa cautivadora. 

- No hay nada que no arregle una buena canción. - Dijo imbuido en una impresionante seguridad. - ¿No es verdad? 

Y sin más, agarró la empuñadura de su espada cual micrófono y comenzó a entonar unas estrofas de una conocida canción. 

- I've heard people say that too much of anything. - Hizo una pausa mientras la melodía seguía sonando. ¿De dónde precedía aquella música? Nadie lo sabía, pero a Bertrand no parecía importarle mucho o más bien nada. - ¡Vamos, se la saben! ¡Canten conmigo!

- Is not good for you, baby

But I don't know about that - Y siguió cantando...

El gato bostezó. Era evidente que le iba más el jazz.

-Si tu espada ahora es un machote, no quiero saber qué le has agarrado, Lemonades...-.

No le reconocía mérito ninguno al bueno de Bertie, oiga.

Ya nadie iba a extrañarse a estas alturas de la historia que a Bert le gustaba cantar en las situaciones más tensas. La única duda razonable que latía en el ambiente era por qué no había desarrollado una carrera musical en solitario. Quizás la vocecilla gutural que exhibía tratando de emular la gravísima voz de Barry White fuese la respuesta.

Nora, que estaba más bien harta de estar siendo zarandeada, secuestrada, torturada, amenazada y bañada en sangre en aquella abyecta pesadilla, tomó la decisión de abrir la puerta de la habitación y avanzar en la vanguardia de aquel pintoresco grupo en el que, irónico decirlo, la más equilibrada mentalmente parecía ser la gótica pelirroja... ¡Mallory Grimes!

Habría que ver por cuánto tiempo...

* * * * *

La habitación a la que accedieron parecía un comedor.

En aquella casa parecía haber un problema de calado con la iluminación. Un torrente de luz emanaba desde el techo iluminando una gran mesa que podría albergar fácilmente a unos diez comensales. No se podía percibir la fuente, pero parecía un foco en un teatro, lanzando el halo lumínico que cercaba un tétrico escenario minimalista en el que tres actores bastante confundidos se encontraban entrando en una escena sin guion. Todo lo que quedaba fuera del haz de luz era imperceptible, como si estuviese devorado por una negrura impenetrable y hostil.

La mesa, por cierto, estaba dispuesta para el almuerzo, con una llamativa fuente de plata cubierta en el centro. Nora se acercó a la mesa con curiosidad y destapó la fuente con un súbito impulso voraz en su interior. Tenía la sensación de que hacía días que no probaba bocado. Y es que, como ya advertí, el tiempo no trascurre de igual forma en Nowhere...

Para horror de los presentes, bajo la cubierta que protegía el manjar de perder su calor, hallaron una cabeza seccionada que les resultó familiar. Terriblemente familiar.

Era la cabeza de Nora Loxley.

Las cuencas de sus ojos estaban vacías, la sangre aún fresca manando por las mejillas como si de un manantial de lágrimas carmesíes se tratase.

Rio de modo estridente enseñando sus dientes.

Tener a Mallory aferrada a ella de nuevo era una sensación gratificante. Su amiga se preocupaba por su estado de salud y, a la par, Loxley se fijaba de igual forma que la bonita pelirroja estuviera bien - Herida yo no, por ahora, pero créeme que lo estaremos si seguimos aquí... Ocurren cosas extrañas, Mall, hay monjas y ellas, joder ellas están locas, hacen magia y castigan con cinturones, ganchos y...puffff....¡tienen una sala de tortura!.... - esperaba que comprendiera la importancia de huir - Sí, su espada habla y su gato también... - afirmó Nora como un hecho ya asumido, a modo de informativo.

Grimes se adaptaba muy bien a las circunstancias presentándose ante el gato, demostrando lo educada que era. ¿Llegó Nora a hacer lo mismo o se le pasó por alto? En ese preciso instante no es que importase mucho.

- A Bertrand le han echado un mal de ojo... Una monja, la hermana Mary antes de morir, parecía ser buena persona pero me drogó cuando me dio el caldito y.... - solo a Loxley se le podía haber ocurrido comer dentro de aquel lienzo - y luego Agnes quería maltratarme pero Dotter lo impidió y... ahora... bueno, él no es él del todo, pero debe volver a serlo, es importante... Maneja muy bien esa espada, ha matado con ella...¿Sabes?... Yo también quiero que mueran todos... Quiero salir de aquí... - risa psicópata.

- ¿Yo y Bertrand?... Aún no hemos hecho anda pero todo se andará... Me ha defendido, es inútil cortando cintas pero no me ha abandonado cuando le necesitaba... y mira su porte, su estilo, su sex appeal.... - por más que mirase Grimes vería esto:

¿Estaría enloqueciendo su amiga?

Dotter se animaba con su proposición indecente, mientras el gato tachaba de antihigiénica la situación expuesta, sin saber la fémina que Bertrand estaba tan cambiado que hasta la utilizaría de raqueta de tenis, un objeto desechable tras un partido deplorable, pensando que su única utilidad era mamarla, pero a Nora eso no le importaba en ese instante siempre y cuando encontraran la forma de salir de aquel siniestro lugar

La espada por su parte seguía con aquella tóxica actitud. Cambiaba de sexo pero no de preferencias, siendo Dotter de su propiedad, amenazando a ambas mujeres, por lo que la mamada debería esperar lo suyo. A Nora no le importaba, ya había desayunado. Y a Bertrand tampoco, era un momento musical. Si de allí no salían todos locos, sería casi de milagro.

Nora no deseaba cantar pero el ritmillo pegadizo provocó que tararease mientras abría la puerta, observando un comedor con una luz tenue que solo iluminaba de manera adecuada la zona donde la mesa se encontraba.

- No comáis, que yo lo hice y no me fue bien... - había aprendido por ensayo y error, pero por algún extraño motivo no pudo evitar observar la bandeja central, tapada que debía contener algún tipo de guiso o asado. Así que Nora, presa de su curiosidad innata destapó el plato y encontró algo que le quitaría las ganas de comer, para siempre.

- ¡¡¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!..... - Chilló antes de comenzar a reír de manera frenética -....¡¡¡¡no tengo ojos!!!.... - reía y lloraba cual loca desquiciada, dejándose caer al suelo, golpeando su cabeza una y otra vez cual árabe rezando, mientras le quedaba el trasero expuesto  - MAN MATAOOOOOOO..... MANNNNNNN MATAOOOOOOOOOOO.... MI CABEZAAAAAA...... - Vomitó y se revolcó en su propia baba, lloró y finalmente cerró los ojos inconsciente ante el shock, cuando despertase reiría sin sentido y se le caería la baba, como si hubiese quedado atontada.

Aquellos gritos de clavaban en sus oídos como afiliados cuchillos. Si no tenía suficiente ya para odiar a las vaginas andantes, ahora aquellos malditos chillidos. Era insoportable aunque fuera como fuera necesitaba a esas putas todavía. Tendría que conseguir serenarla un poco. Al fin y al cabo no era para tanto...

- Señorita Loxley, por favor... - Le dijo con un tono de voz muy calmo. - No es más que una cabeza decapitada. ¡Guarde las formas, por Mitra! - Exclamó.

Bertrand agarró la cabeza y la colocó bajo su hombro mirando con esos ojos vacíos a Nora. Entonces agarró su mandíbula y comenzó a articularla con la mano, haciendo como si hablara y como si un muñeco de ventrílocuo se tratase empezó a hablar entre dientes. 

- Pote tranquila mujercita. ¿No ves que no puedo ser tu cabeza? ¡Tienes una sobre tus malditos hombros! ¡Jijijijiji! - Dijo la sangrienta cabeza en boca del buen Abad. - ¿No os ha entrado hambre? ¡Yo estoy hambriento! - Y entonces lanzó la cabeza hacia la esquina de la habitación. 

Bert, con sus hábitos ahora manchadosnde sangre, si, de más sangre todavía, se acercó con los brazos abiertos hacia Nora. Le iba a costar abrazar a una de esas furcias tetonas con el objetivo de hacer que se sintiera mejor y no con la única intención de usar su entrepierna para desfogarse, pero...

- Todo por salir de aquí, supongo... - Murmuró. - ¡A mis brazos, señorita Loxley! - Le ofreció finalmente.