Partida Rol por web

Finn Lenguadeplata suspiró aliviado, no era que no se fiara que una vez que tocara la tablilla fuera desintegrado por una fuerza superior o que, de algún modo diera la alarma a toda la base goblin, o incluso que se activara una trampa que lo encerrara alrededor de la estalagtita... para nada...

-Ufff... -Dijo con el suspiro, percatándose de que mostraba sus verdaderas emociones- Quiero decir, este "Ufff" es porque pensaba que iba a pesar más y eso... no porque desconfiara que mi gran truco mágico resultara errado por algún motivo ni nada similar... espero que eso haya quedado claro...

El enano se movió hacia la salida con aquella tablilla, para ver si con algo de luz solar podía leer e investigar algo más acerca de esta. Si los goblins la tenían ahí era porque era importante, no tanto para tenerla guardada con los civiles o el oro que robaron, pero para algo tendría que servir.

No hay nada que alerte a Brent, por lo que se hace a un lado tras abrir la puerta y permite a Buri pasar a la siguiente habitación. En ella, salvo unas perreras y unos agujeros en el suelo, no parece haber más amenazas. 

Al entrar, observa por el rabillo del ojo que sus compañeros vienen detrás. Parece que, finalmente, han decidido formar un solo grupo. Da un paso adelante y se decide a explorar la sala.

Inspeccionad la sala, si queréis, mientras yo evaluo posibles amenazas en las entradas a las siguientes salas, para ver qué camino tomar.

Finn escuchó como Karel indicaba que en la otra puerta había escuchado ronquidos, por lo que este pensó que aquella zona era la más apetecible para empezar, no por la otra puerta por la que entraron los demás. Por lo que, guardando la tablilla entre sus pertenencias, este decidió acercarse a Karel.

-Si escuchaste ronquidos indica que hay enemigos. Enemigos durmiendo, pero enemigos. Algo bastante lógico pues los Goblins no toleran bien la luz del sol como vimos con los de la entrada. ¿No deberíamos ir primero a ahí y evitar que los que están durmiendo nos ataquen por la espalda cuando se despierten?.

Finn le lanzó una mirada suplicante, tanto a él como a Alaia, deseando que estos lo acompañaran, o trataran de convencer a otros más a venir primero a la zona de los ronquidos. Y esa mirada suplicante se tornó en fruncir el entrecejo y señaló nuevamente a la puerta por la que Karel había echado un vistazo.

Buri entró dentro de la sala en cuanto vio que Brent empujaba la puerta, y echando un vistazo rápido a la sala se dio cuenta de una cosa importante. Esos lobos estaban ahí encerrados porque tenía que haber goblins cerca…

Según entró un poco más en la sala, vio unos agujeros a su izquierda. No sabía que profundidad tendrían, pero no pensaba en mirarlo, seguía buscando con la mirada algún pielverde mientras avanzaba despacio. Avistó dos puertas, una a su izquierda, y otra de frente.

- Brent, creo que te tienes que centrar en la puerta de la derecha (en sentido según entras en la sala, la de la derecha entiendo que sería la de arriba). Creo que podría dar a la habitación en la que Karel dice que ha oido… ¿ronquidos? Imagino que si hubiera algún problema en esa habitación alguno vendría corriendo aquí a liberar a estos… “perritos” y por lo tanto esta puerta no tiene pinta de que tenga trampas.

Miró a Brent incitándole a que se acercase con cuidado, pero con prisa, este enano ya se estaba empezando a impacientar.

-Karel, creo que tendrías que hacer caso a Finn, debéis de entrar por la otra puerta, si queréis os acompaño y que vengan aquí el resto con Brent… y así puedo lanzarme… - sugirió con un destello en los ojos, esperando a que Karel aprobase ese plan.

Tras esto se giró esperando como un lechón el turno de chupar teta lo que Karel tenía que decir.

Alaia, cansada al final de que Finn no dejara de darle vueltas a la tablilla sin éxito se la cogió de entre las manos, como quien le quita algo a un niño para castigarlo por portarse mal.

-Vamos Finn, no la acapares, creo que yo puedo hacer algo, soy más que una mula de carga y un portalámparas sabes.

Dijo riendo mientras le echaba un vistazo.

-Mmmmm...podría ser que...mmmm… Finn esta parte, me suena haberla visto en un libro, pero no estoy segura, ¿a ti no te suena?¿O a ti Dalfrid?

Dijo volviéndose a agachar para enseñarle la parte que le interesaba.

Pues observándola bien... ahora que lo dices, Alaia... lo único que creo es que no es de origen goblin. Tal vez ya estara cuando esas criaturas verdes vinieron a vivir aquí... -le respondía mi compañera-. Estaba claro que aquel lugar encerraba algo misterioso (o tal vez inexplorado) y que aún nos costaría llegar hasta la carreta del oro.

Entonces di unos pasos hasta donde estaba Karel, con el arma preparada en la mano, a la espera de la decisión a tomar. No me pareció mal la idea de separarnos que propuso Buri. Al fin y al cabo el oro podía estar en cualquier lado.

Como queráis, compañeros, pero tenemos que hacer algo rápido, antes de que esa chusma se de cuenta de que estamos todos aquí -respondí-. Apreté mi arco dispuesto a utilizarlo en cualquier momento necesario.

Finn abrazó fuertemente la tablilla ululante como si fuera su hijo, o un sobrino querido o ese hijo de la vecina que era tan mono y agradable que dan ganas de achucharlo. No iba a separarse de esta tablilla que había sido no solo rechazada por todos los presentes, sino acusada de hacer el mal.

-Nope. -Indicó el mediano negándole la tablilla a su fiel corcel- Tenías miedo de "Ulu", -así era como iba a llamar a la tabilla- y le dijiste cosas muy malas y feas, y ahora "Ulu" se siente triste y exige unas disculpas por parte de todos... Así que... ¿Estás preparada para disculparte con "Ulu"?. Pues "Ulu" no está preparada para perdonarte aún, primero centrémonos en los ronquidos. ¿De acuerdo?.

Dicho esto Finn se apartó para dejar que Alaia se dirigiera hacia aquella puerta por donde provenían los sonidos de goblins indefensos, o quizás de los humanos secuestrados. A fin de cuentas, él siempre iba a entrar el último en los lugares... a no ser que hubiera un tesoro... o testigos.

Son muchas las cosas que han pasado en estos últimos instantes. Karel decide bajar hacia la otra sala, una vez os dice que ha escuchado ronquidos tras la puerta que examinó. Finn parece estar poseído por la misteriosa tablilla, ya que no deja que nadie la toque, y hasta le ha puesto nombre. Y Brent y Buri, parecen haber dicho algo de lobos, que coincide con los gruñidos que proceden de la sala en la que entraron.

Vuestro turno.

El mediano seguía reacio a compartir la tablilla con ellos, y a no ser que volvieran a insistir con una voz más firme, no iba a renunciar a la tablilla así porque sí, si esta ululaba implicaba una cosa bastante óptima, iba a ser un gran ruido sordo para echarse a dormir con ella al lado. ¡Y eso nadie se lo iba a quitar!.

-Tenéis envidia por no tener una tablilla mágica para vosotros... pero si alguna vez necesitamos dormir, te permito que duermas cerca de Ulu y así puedas descansar con este ruido neutro tan agradable, Uuuuh... Uuuuh... A veces a un anciano como yo le cuesta dormir y esto me vendrá bien. Uuuuh... Uuuuh...

Mientras comentaba esto, el mediano se iba alejando, lentamente de aquellas dos muchachas hasta la puerta cerrada que Brent había investigado y había indicado que había ronquidos. Y aunque no abrió la puerta, sí se quedo cercana a esta a la espera de los demás.

- Mmmppphh - gruñó Buri mientras recibía un mordico de un lobo que se había abalanzado sobre él. Lo había mordido en la pierna. Notó cómo los colmillos se le hundían en el muslo profundamente y no soltaban. Ese maldito lobo… no era un goblin, donde estaban los goblins….

En este momento intentó tirar de la pierna, también la agitó pero ese dichoso lobo no soltaba. Solo tenía una solución más práctica. Cercenar la cabeza. 

Con el lobo enganchado a su pierna, Buri entró en Furia. Levantó ambas hachas y con todas sus fuerzas hundió ambas sobre el lomo del lobo.

El lobo aulló de dolor, pues el impacto fue contundente, y la herida profunda. El ataque fue suficiente para que el lobo soltase, retrocediese un par de pasos.

Buri miró a sus compañeros con una cara fuera de sí…

- ¡Vamos, atacad! Son muchos…- esto lo dijo por cortesía pues ya había entrado en ese estado en el que ya las palabras no hacían que entrase en razón y cuantos más enemigos tuviera delante mejor -Brent muévete y avisa al resto.

Finn, Alaia y yo nos habíamos quedado un poco atrás.

Finn, ¿qué te pasa con esa tablilla?, ¡ni que fuera un anillo mágico! -le dije sonriendo-. Por mí como si te la llevas de este lugar, y si quieres podemos ver si averiguamos cualquier cosa sobre ella -le ofrecí-. Entonces escuché los ruidos de batallas al otro lado, en la sala donde los compañeros enanos se habían internado. A ver, ¿me dejas echarle otro vistazo antes de que surjan más problemas? -señalé con la cabeza el lugar de donde procedían los ruidos y extendí las manos como pidiendo a Finn a que me pasara unos instante la tablilla.

Por mi parte, trato de ayudar a Finn a averiguar algo más (porque puede que nos sea de ayuda en esta gruta).

El Mediano volvió a sacar aquella tablilla ululante llamada "Ulu" para volver a echarle un vistazo, ahora con la supervisión de Dalfrid y de Alaia, cualquier cosa antes de entrar en la sala de ahí al lado de donde se escuchaban gruñidos y sonidos de pelea. Sin lugar a dudas aquellos tres y esos tres tenían distintas visiones al respecto de lo que era esa misión.

-Pues creo... que ahora que la he sacado... -Comentó el mediano- no entendía antes demasiado porque la había agarrado al revés... Quiero decir, sí que lo entendía, pero ahora es mucho más intuitivo es una tablilla de [X].

Alaia de repente escucho los gritos y el gruñido de Buri, había viajado mucho con aquel enano, reconocería sus quejas a millas de distancia, sin pensarlo dos veces se dirigió a donde parecía que se encontraba la escaramuza.

-Dalfrid, cuida de Finn, Finn, no te metas en líos.

Dijo mientras sacaba la maza

-¿Necesitáis algo de ayuda chicos?

Dijo con una sonrisa mientras entraba donde se encontraba el resto. Que prefiriese estar a salvo no quería decir que iba a dejar a sus compañeros atrás por protegerse a ella misma.

-Oh gran diosa de la hostelería, calienta con la llama de tu posada a mis compañeros e insufla en sus corazones el poder para derrotar a estas malditas criaturas.

Rezo en voz alta mientras tocaba su bota de cerveza sagrada.

Asentí a Alaia viendo cómo se alejaba a la sala contigua, donde el resto de mis compañeros habían acudido.

Venga Finn, ¡cuéntame, rápido! -le animé-. ¿Qué has descubierto? ¿Tiene algún buen secreto esta tablilla? -le pregunté, sin dejar de mirar la puerta por la que se había ido Alaia-.