Partida Rol por web

Día 2 (16 de julio) las 7:00 h., hace un bonito día de verano, no hay nubes.

En el salón de la posta desayunáis y vosotros diréis cuales son vuestros planes y a donde iréis.

Brent iba con la mano puesta a modo de visera, pues parecía que le molestaba el sol y cualquier tipo de luz. No hacía buena cara, parecía.. parecía un día cualquiera que se había levantado de resaca.

— La birra de Fuenterrubiales no es tan cabezona como la de aquí.. — murmuraba entre bocado y bocado.

Luego se encaró a sus compañeros y expuso la conclusión de lo que habían aprendido la noche anterior.

— La gente parece huir de Valdecillo como si hubiera la peste. Dicen que la zona ya no es segura: hablan de asaltos, desapariciones y ataques nocturnos. Mi propuesta es dar un pequeño rodeo y esquivar esa zona.

Parecía serio pero poco a poco, tras unos instantes, se iba viendo la risilla tan característica debajo de aquellos bigotes.

Me desperté con aquella historia del pueblo maldito aun resonando en mi mente. No por los bandidos que poco o nada me podían interesar sino por lo de las desapariciones y los extraños seres que habían visto. Las gentes de aquel lugar temían una maldición, pero yo sabía la verdad.

Gamusinos.

El problema era conseguir que fuéramos para allá sin levantar sospechas en el grupo. Tendría que pensar algo. Mientras me vestía, noté que algo olía mal ¿Podría ser yo? Aún faltaba media semana para mi baño matutino, pero entonces me di cuenta de que era mi lustroso bigote que se estaba descomponiendo. ¿Cuánto hacía que no me lo “arreglaba”? lo menos un mes. Apunté conseguir más barba en mi lista de tareas y bajé abajo a desayunar.

No me encontraba bien por los excesos de la noche por lo que para no pasarme, evité las infusiones y pedí solo una pinta de cerveza para desayunar y me preparé un canutillo. Mis hierbas eran mucho mejores que las de ese lugar. Y mientras me las fumaba, dejé que el resto fuera llegando. Entonces se me ocurrió y cuando estuvieron todos, decidí hablar.

-¿Sabéis? Lo que dice el viejo es verdad. Anoche nos hablaron de una extraña maldición que asola el pueblo. Gente que desaparece. Seguramente sea bueno para nuestra misión... – Sea cual sea, pues seguía sin tenerlo claro – ...Que fuéramos a investigar en vez de rodearlo ¿Qué os parece? Que yo entiendo que para la gente mayor meterse en problemas no gusta, pero mírame a mi. ¡La juventud está en el corazón! –

Mientras hablaba, me rasqué la barba, la carne putrefacta me daba alergía.

Eneris que estaba aquella mañana como una rosa, estaba muy vivaracha y a todos ayudaba con algo. Sin embargo, se llevo la mano al manto cuando el viejo Brent comento lo de dar un rodeo.

- Pues no es mala cosa, pero si llegamos mas lejos de Valdecillo, como a Puerto Chico, por ejemplo, y las cuatro carretas y 15 hombres al mando del capitán Cardeno Carolis no han llegado allí, habremos perdido…- saca los dedos y se pone a contar con ellos.- mas de dos días en llegar, y no tendremos pistas de que les ha ocurrido.-

La mujer iba a volver a sentarse y Pañomenix aprovecho para decir que eran muy viejos y la juventud no se qué.

- Sois la tropa mas aguerrida que conozco, y confío en vosotros.-

Y la muy ilusa lo decía en serio, que era lo peor. ¡Maldita inocencia juventucional!

Al día siguiente, una vez reunidos con mis compañeros, escuché lo que Brent y el resto tenían que decir sobre las gentes del pueblo. Panomemix apostillaba sus palabras.

¿Extrañas desapariciones, decís? -me pregunté-. Como dice Eneris, la caravana la componían tres carretas, con dos hombres armados cada una, y otra más de suministros. También contaba con una comitiva de escolta, al mando del comandante Cardeno Carolis, con seis soldados.

Si las cuentas no me fallan, son seis carreteros armados, más seis soldados más el propio comandante... ¿Qué grupo de bandidos podría aventurarse a esa mesnada? -lo cierto es que era como una pregunta retórica, porque yo sabía la respuesta.

Para mí hay dos respuestas, camaradas. Si la gente huye al pueblo siguiente es porque o bien hay algún tipo de bestia ahí fuera, pues se muy bien de lo que hablo -Dalfrid se había dedicado a retomar leyendas y colocarlas con notas antes de estar en la guardia-, la cual ha destartalado la caravana... o por otro lado, según sospecho, parte de la guardia que escoltaba la misma se reveló... ¿quién sabe? El oro es muy suculento para los ojos de muchos...

Guiado por la experiencia, mi olfato me llevó, nos llevó, a una taberna en la que podríamos beber abundante cerveza. Mi intención era entrar en la posta junto a los demás, pero el azar quiso que fuéramos a La Trucha Feliz. Allí dimos rienda suelta a nuestra feroz sed y hambre. Cuando volvimos, habíamos bebido todo lo que nos entraba y más. Antes de dormitar, fui al río a bañarme y a lavarme la ropa, así al día siguiente tendría la ropa seca y limpia. Al llegar a la sala común, me eché en el primer sitio que vi libre. Dormimos como angelitos hasta que llegó la mañana y nos despertaron para continuar.

Para almorzar pedí huevos fritos con tocino y salchichas, más una buena jarra de cerveza para pasarlo todo. Ya que era gratis, aprovecharía al máximo. Los demás fueron bajando, hasta que todos y todas estuvimos juntos de nuevo. Brent relató lo que anoche averiguamos y Dalfrid aumentó la información sobre la caravana.

-"Como decís, lo mejor es seguir con el plan original, ir de posta en posta. Y la casualidad quiere que la siguiente posta sea la de Valdecillo. Si allí desaparecieron las carretas, confirmaría lo que nos contaron anoche, que hay alguna banda de malandrines o un monstruo por la zona. Está claro que tendremos que ir con mucho cuidado, dado que si pudieron con doce hombres armados, qué no harán a un grupo de seis. Aunque también puede que desertaran y se llevaran el oro, ¿quién sabe? Lo mejor es ir allí y ver qué ocurre in situ."

Finn se reunió con sus compañeros y escuchó lo que cada uno tenía para decir. Él mismo podía agregar algún otro dato.

- Pues yo me he enterado de que el conductor de una de las carretas tenía un sospechoso parecido con un bandido que robó a un mercader que lo reconoció, o creyó reconocer. Si el rumor es de fiar, nos encontramos ante unos bandidos. Pero no siempre hay que dar crédito a los rumores, claro.

Tras pensarlo algunos momentos, comer un pedazo de pan con queso y bajarlo con un trago de cerveza, comenta una idea que le había rondado por la cabeza por la noche.

- Si fuera cierto que la zona de aquí en adelante está amenazada por bandidos, y que estos serían unos candidatos ideales para tener nuestra carreta de impuestos perdida, una buena forma de encontrarlos sería alquilar una carreta que haga las veces de señuelo, poner algunas de las bolsas que llevamos cerradas y dar a entender a la gente suficiente que llevamos muchas cosas de valor y que estamos preocupados y todos esos etcéteras, y atraer a los delincuentes. 

Y luego de pensarlo algunos segundos agregó.

- O tal vez ni siquiera haga falta carreta, con el rumor puede ser suficiente.

Día 2 (16 de julio) 7:30h salón principal de la posta de Carduelo

Una vez que desayunáis y comentáis los resultados de vuestras indagaciones de la pasada noche, parece claro que algo está pasando en Valdecillo y sus alrededores. Y como esa es justo vuestra siguiente parada en vuestro viaje, hacia allí os encamináis.

Todos conocéis, al menos de nombre al comandante Cardeno Carolis, y los más veteranos sabe que es uno de los mejores comandantes de la ciudad, competente y muy capaz. Así que algo gordo le ha tenido que pasar a la caravana. Y estando esta protegida por 15 hombres armados, no habrá sido algo casual, sino planificado y ejecutado por una fuerza importante.

Comenzáis sobre las 8:00 h. en un camino mucho menos transitado que el día anterior, de hecho, a penas veis a nadie caminando en solitario, ni carretas que no vayan al menos en grupos de 3 o 4. Podéis ver a lo largo del día hasta dos correos, marchando rápidos en sus rápidas monturas, así como un grupo de 8 soldados a caballo, que viene en dirección contraria, y con prisas.

El terreno es mucho más árido, hace mucho calor y poco a poco van ascendiendo, a la su derecha ven un grupo de colinas que se extienden hacia una enorme cadena montañosa. El paisaje se torna cada vez más montañoso y escarpado, y son frecuentes los desniveles en el gran camino. Pasando al medio día, se encuentran cerca de unas montañas, que, aunque grandes, no son sino una precordillera, de las enormes Montañas Afiladas, que en la lejanía destacan como titánicas moles de cumbres nevadas en mitad del verano. Hay muy poco tránsito en el camino, y apenas se distingue alguna granja aislada en la lejanía. En algunos casos, os parece que en estado de abandono. Tras hacer un alto, a un lado del camino para comer y descansar un rato a reponer fuerzas, retoman la marcha.

Por la tarde, aunque la temperatura sigue siendo muy agradable, incluso demasiado cálida, sobre todo en los frecuentes repechos del camino, algunas nubes comienzan a cubrir el cielo. Os vais a cercando a vuestro destino, y podéis ver con mayor frecuencia, granjas, pero muchas de las cuales han sido abandonadas, algunas han sido quemadas, y no hace demasiado tiempo.

Finalmente, sin mayores contratiempos avistáis la posta de Valdecillo, es muy similar a la que habéis dejado atrás en Carduelo. La posta esta, de nuevo junto al camino, y no muy lejos podéis ver un gran pueblo, en el que no hay mucha gente por las calles. En la explanada de la posta, hay un grupo de 4 carretas, y otro de 5, estando el resto completamente vacío. Sabéis que no es normal, que, en una ruta comercial de tanta importancia, esto no esté lleno en esta época del año. Pero coincide con lo que habéis podido observar durante el camino. El transito ha bajado mucho en la zona, el camino ya no es tan seguro.

Día 2 (16 de julio) 21:15 h, buena temperatura, algunas nubes en el cielo, que dan un color rojizo a la inminente puesta de sol.

Posta de Valdecillo, veis varios mozos, y un par de soldados, así como algunos comerciantes que se dirigen al salón principal de la posta.

Además de los servicios típicos de todas las postas, a unos centenares de metros tenéis un pueblo grande, donde posiblemente haya casi de todo. Pero en el que no veis, desde donde os encontráis, mucho movimiento en sus calles.

Su turno, damas y caballeros.

El camino del día de hoy había sido aburrido, algo descorazonador, y no era precisamente por la falta de gente en el camino, sino por el pedregal por el que discurría. Era aburrido, soso, y carecía de encanto ninguno.

Para un alma sensible como Eneris aquello era un tedio, uno que se escurrió como la orín de cierto enano pata abajo cuando llegaron a Valdecillo. El lugar, estaba casi desierto, pero al menos había algo que hacer.

Y como la tarde noche anterior, se acerco directa y resolutiva a la posta.

- Voy a preguntar si vieron a nuestra misión, y de ser así hace cuanto, o a donde se supone que fue.-

Con aquel tono melodioso e infantil, la joven sacerdotisa se separo no demasiado del grupo en busca de las respuestas que todos buscaban.

Salimos del pueblo después de almorzar copiosamente, ya que había que coger fuerzas. Desaté al burro y lo llevé por las riendas hasta el camino. Esperé hasta que estuvimos todos listos y comenzamos a andar hacia Valdecillo. Nos llevó casi todo el día llegar hasta la siguiente posta y efectivamente no vimos a mucha gente transitar por él. Lo que nos habían contado parecía que era cierto. Casi al caer la noche, nuestros pasos terminaron justo enfrente de la entrada a la posta. Mientras que la recta clérigo avanzó sola hacia la posada, como el día anterior había hecho la moza cantarina, yo me acerqué a la cuadra y dejé allí a Paquito. Le puse heno y agua y me volví a donde estaban el resto de compañeros. Esperé unos minutos para ver qué decidían cada uno, porque estaba claro que si pasaba como ayer, nos desperdigaríamos por el poblado en busca de información. Levanté la mano y propuse lo siguiente:

-"¿Quién se apunta a una ronda de cervezas? ¿Brent, Finn, Palomemix?" Dije mirando a mis contertulios.

Sí, dije lo mismo que el día anterior, pero es que estaba exhausto y sediento, como oso en desierto. Esperaba que mis amigos de farra me dieron el OK y fuéramos a tomarnos algo por el pueblo, dado que en la posta ya sabíamos que no nos darían de beber más de una cerveza.

A Finn le dolían los pies de tanto caminar. En las primeras granjas quemadas había querido ir a ver si encontraba alguna pista o algo que le indicara que había pasado, pero al encontrar sólo ceniza ya las siguientes no quiso ni investigarlas. Ya veía su cuello a merced del verdugo, aquello no pintaba nada bien. ¿Cómo iban a encontrar el dinero de los impuestos? Era una misión bastante difícil. Cuando llegaron a la siguiente posta Karel quiso levantar los ánimos con cerveza, y era un método tan bueno como cualquier otro, así que Finn aceptó el ofrecimiento.

Luego habría que preguntar por el paso de la caravana, si es que había llegado hasta allí. Acompañaría a Eneris esta vez a ver que le decían.

Viendo la posta y el pueblo de fondo,me fijé en las carreras vacías. Algo pasaba con ese abandono de las gentes y comerciantes en el camino del que ahora sabíamos. ¿Habríamos de ser los pocos que ahora iban de ruta por esta zona?

La idea de Finn que comentó horas atrás es muy buena -recordé a mis compañeros de la guardia-; si pudiéramos tomar una de ellas, sujetar a nuestro animal y fingir viajar como comerciantes, tal vez atrajéramos las miradas y habladurías de los paisanos ... Y a los malhechores que hayan hecho desaparecer el oro del conde ... ¿Cómo lo veis?... Ehmmm, ¡Esperadme! ¡Necesito un trago de inspiración para mi siguiente canción! -estaba claro que me uniría a las cervezas-

Brent se cruzó de brazos, en tono serio y asintió a Karel, como si de un rey se tratara y estuviese aprobando un designio que iba a cambiar el destino de los Reinos.

— Una gran idea. — dijo en tono ceremonioso.

A pesar de la fachada de humor, sabía que siempre en las posadas la gente tenía la lengua mas suelta gracias al alcohol y podrían conseguir la mejor información.

— Quizá una salida nocturna, cuando nadie se espere que haya mercaderes por los caminos también puede propiciar un encuentro con esos malhechores. El problema está en si podemos intimidarlos lo suficiente para no acabar en un derramamiento de sangre.

La mejor manera de salir vivo de esta era no arriesgarse demasiado. No llevaba toda la vida al servicio del Condado como para acabar muerto el día de su jubilación.

Ya me dolían los pies ¿Cuánto iban a hacerlos caminar? Esto tenía que estar penado por alguna ley o algo. Al menos íbamos en la dirección que quería por lo que me froté las manos y me preparé un palito de fuego “medicinal” (Consistía en varias hierbas mezcladas y enrrolladas en una hoja grande y Entonces encendí la punta para que sus aromas me embriagasen. Era importante estar preparado y relajado. ¡Y vaya si lo estaba! Aquellos matojos que había cogido del camino pegaban fuerte. Tarde medio día en darme cuenta que el gusano que montaba en pony no estaba realmente allí pero me mantuve firme y sereno...

En realidad se estuvo riendo todo el viaje, miraba a un lado, reía, miraba a otro, reía.

...Y para cuando llegaron al pueblo, el  subidón se había pasado. Como la noche anterior, sus compañeros le invitaron a un trago, pero esta vez tenía algo importante que hacer.

- Gracias compañero, pero debo rechazarlo, los pies que caminan ligeros son las preocupaciones del macho cabrío –

Y teniendo por seguro que con su explicación había quedado todo claro, siguió a su compañera.

- Vale, tu pregunta por ahí que yo lo haré por aquí –

Entonces me acerqué al primer grupo de personas que vi.

- ¿sabéis algo del ataque a un carromato? Si es así, decidme por qué creéis que ha sido un Gamusino y para donde se fue –

Día 3 (17 de julio) 5:45 h. Aun no ha amanecido.

Os despierta el ruido de gritos, varios vecinos se han acercado hasta la posta pidiendo ayuda. Cuando os levantáis, podéis comprender que el caos formado, alerta del ataque a una granja cercana. Ya sabéis que la guarnición de la posta, no puede dejar abandonada la zona. Entre disculpas y excusas, los soldados les dicen que no pueden ir a prestar ayuda a los vecinos. 

¿Qué hacéis?

Me desperté asustada. Las noticias sobre bandidos y goblins acechando las inmediaciones de Valdecilla no eran reconfortantes. Cuando alertaron del ataque a una granja me levanté enseguida, con los cabellos alborotados, y procedí a levantarme y recoger mi arco y aljaba con flechas.

¡Guardias, es nuestra oportunidad! -si es que se le podía llamar asi-. Vamos a dar un buen merecido a esos maleantes, y tal vez podamos sacar algo de sus lenguas acerca del oro, ¡Valor!

Y tal que así, tomé el resto de mis pertenencias y me dispuse a preguntarle a los guardias el camino hacia la granja...

Se levantó alterado por aquellos gritos. Por suerte la noche anterior no había bebido demasiado, no por su elección sino por los precios disparatados. Se levantó rápidamente y se pertrechó todo lo rápido que pudo.

— Preparaos para ir hacia la granja, yo por mi lado daré un rodeo para ver de donde han venido y poder interceptar si huyen. — dicho eso y sin tiempo que perder, salió disparado hacia fuera de la posta, con una agilidad y celeridad digna de ver en alguien de su edad.

«Las lumbares me van a pagar factura después..», pensó mientras se alejaba ligeramente del camino.

Esta población no me había gustado nada, y no era por los ataques de bandidos y goblins o la poca alegría de sus gentes, sino porque una jarra de cerveza te costaba un riñón y parte del otro. Después de jarrearnos lo justo, volvimos a la posta con la confirmación de que la ciudad estaba asediada por ladrones y malignas criaturas. Mucha gente se iba de allí para evitar el peligro, ya que habían desaparecido familias enteras. No era un buen sitio para vivir, desde luego.

Estaba en la cama, en calzones, durmiendo plácidamente. El toque de diana que tocaba mi trasero era equiparable a los ruidos que se estaban formando en la posta. Un grupo de aldeanos chillaban y pedían ayuda a los escasos guardias que allí se encontraban. Dado que estos no podían salir de allí, ya que no podían dejar la posta sin vigilancia, nos tocaría a los héroes actuar. Me levanté y me estiré como un gato, levantando los brazos bien arriba y tirándome varios cuescos más. Una vez estiré, tocaba soltar lastre, así que me vestí y salí al wc que había fuera. Dentro de ese minúsculo habitáculo parecía que los dioses descargaban toda su furia. A los diez minutos de de estar allí haciendo piernas, la guerra terminó y pude salir victorioso. Me lavé en la poza cercana y subí a ponerme mi armadura y recoger mi equipo. Para entonces, la algarabía que había en la posta era increíble. Vi a Dalfrid presta para actuar y al viejo Brent salir disparado hacia el camino. Parecía que tenía prisa por morir, dado que se iba solo hacia la granja. Una sonrisa surcó mi cara; esta juventud era impetuosa y ni siquiera se paraba unos momentos para hacer un plan de ataque. Subí y me uniformé. Al bajar, me paré al lado de la bardo.

-"Bueno, mientras bajan los demás, podríamos desayunar, digo yo."

La joven escucho los gritos y se levanto sobresaltada, había tardado en conciliar el sueño, había estado mirando mapas toda la noche, intentando desgranar donde pudieran esconderse en las zonas cercanas los enemigos de las buenas gentes, siendo tal trabajo, de momento infructuoso, por falta de pistas y por falta de mapas mas concretos de la zona.

Ahora, otra vez con los ojos pesados se puso en pie, y casi se golpea con la parte de arribad de la litera que compartía con otro de sus compañeros.

Echo un vistazo y asintió mecánicamente a las palabras del viejo Brent, al tiempo que seguía a Dalfrid al exterior, el enano como siempre, estaba despistado, los gritos referían urgencia, no era como pararse a descansar.

- Mésese Karel, necesitaremos que vayáis en la delantera, haciendo el mayor ruido posible, para que el viejo pueda tener oportunidad de pasar desapercibido.-

Dijo la joven como si la estrategia de hacer que todo bicho viviente los observara fuera las mas obvia. Y para demostrar que así era levanto el escudo y lo mostró como si llevarlo fuera a parar todos los golpes de sus compañeros.