Partida Rol por web

Aquella rama, pisada por mi bota, podría haber sido el simple gesto que alertara a los bandidos junto al arroyo. sin embargo, éstos tenían la atención puesta en Panomemix, quien había salido del escondrijo y ahora se presentaba ante los bandidos del campamento. Aproveché entonces para tensar la flecha con la que había avanzado, y apunté a los bandidos que tenía más cerca.

¡Quietos ahí! -les grité entonces. apuntando ya, pues era cuestión de segundos que ahora se dieran ellos cuenta de nosotros-. Estaba a lado de Finn, y él había sido mucho más silencioso que yo. ¡Ni se os ocurra moveros o sois hombres muertos! -les grité-. Soltad vuestras armas, ¡a la de ya mismo, si es que apreciáis vuestra vida! -ordené-.

Brent se imaginó que la única manera de rebajar la moral de aquellos rufianes era cargarse al que parecía el cabecilla, así que aprovechó su posición escondida para disparar con la ballesta hacia aquel tipo.

A lo mejor era el golpe de efecto que necesitaban sus amigos para convencer al resto.

La situación no era halagüeña pero al menos ya no había que estar conteniendo el aliento, cómo venia haciendo desde que se habían ocultado.

Eneris dejo caer la mano en el hombro del enano de manera inconsciente, pues indicaba que estaba lista para seguirlo al combate. Cosa extraña porque por norma general el olor y el tacto del enano le resultaban terriblemente molestos y desagradables.

Pero no estaba el horno para bollos, y ella tenia que esta allí para que él pudiera cubrirse de gloria. Imagino que la lanza los precedería y se preparo en posición para salir al encuentro del enemigo.

Apurado por la intervención del druida, Finn lanza el hechizo de sueño sobre los ladrones que estaban separados del resto, intentando poder dormirlos antes de que den apoyo a sus camaradas de la parte central del campamento. 

No parecían estar por la labor de rendirse, al menos no fácilmente, pero había duda, si solo tensaba un poco la situación. Pero entonces el bardo apareció a mi lado lanzando soflamas. Pero eso podría estropear toda la pantomima. A no ser...

Tomé un saquito de los muchos que llevaba y lo lancé justo donde estaba Dalfrid y una nube de polvo lo cubrió por unos segundos, despejándose al instante.

- Aja, ¿Veis? Puedo invocar luchadores a mi lado con un solo movimiento ¿De verdad creéis que es buena idea meteros conmigo? Pensadlo dos veces. –

Mientras hablaba hinché el pecho para aparentar seguridad y poderío.

- Mi poderío es terrible. Como espinas de cactus y meo aliento de dragón. Solo con un dedo podría eliminaros y... –

Y entonces levanté el dedo y señalé a su lider y al mismo tiempo una flecha apareció de entre los matorrales directa hacia la misma persona a la que señalaba.

“¡Ala! ¿Este es mi poder? Si es que soy la leche”

Dije para mi convencido que esa flecha era cosa mia.

Finn logró dormir a uno de los ladrones que patrullaban fuera del campamento, y el otro al ver caer a su compañero y a Dalfrid que le está apuntando con su arco, tira la espada y se rinde.

En la zona central, una flecha roza la armadura de cuero de Kukol, y casi le tira al suelo, esto junto a las palabras del druida, y el ver que sus dos hombres de fuera ya no van a luchar, precipita los acontecimientos. El jefe arroja sus armas al suelo y se rinde.-Nos rendimos, pero solo os diremos donde se encuentra el oro del Conde, si nos dejáis marchar. No tenemos prisioneros, a estos se los llevaron los malditos goblins, así como casi la mitad de los impuestos. Pero el resto de los impuestos los he escondido bien, y sino nos dejáis libres, no os diré donde.-

Día 4 (18 de julio) un par de horas antes del amanecer.

Vuestro turno.

Al ver que deponían las armas, salí del árbol en el que me ocultaba y me acerqué rápidamente hasta el claro de la fogata. Al final el viejo loco lo había conseguido. Con la punta de la lanza apuntando siempre a los bandidos, me interpuse entre el druida y el jefe.

-"¿Cómo sabéis que venimos a por el oro del conde? Desembucha ahora mismo o te ensarto como a una sardina." Dije rugiendo.

Al parecer, los malditos goblins tenian la mitad del oro y a los prisioneros.

Brent salió de su escondite con la ballesta cargada y apuntando alternativamente a aquellos bandidos, si veía algo sospechoso dispararía para herir. Estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones, las vivía casi semanalmente.

Ya que sus compañeros se habían adelantado, simplemente hizo de apoyó para intimidar y amedrentar, así desalentar una posible revuelta.

Eneris siguió al enano y termino a su lado, enarbolando su escudo y mostrando el símbolo de la diócesis a la que pertenecía.

- Nada de escabullirse, estáis todos detenidos. O cantáis y pagáis por vuestros crímenes, o cambiareis el calabozo por una soga en vuestros cuellos. Y no me gustaría que nadie me señalara como la persona que se quedo con el oro del Conde hoy por hoy, porque os aseguro que la ira de la que viene acompañado ese metal es infinita.-

Dijo segura de sí misma, y sin siquiera haberse planteado como iban cargar con los bandidos, el oro, y ellos mismos de vuelta a Fuenterubiales.

Pero ella era tan descreída que todo debía de poder realizarse sin miramientos.

Agotado su poder mágico, Finn no podía hacer más que dar apoyo numérico para intimidar a los bandidos. Estos deseaban negociar la información sobre el oro a cambio de su libertad.

- Nada de dejarlos marchar -apoyó las palabas de Eneris. Pensad como tratará el conde a unos ladrones que han colaborado comparado a unos que retuvieron la información de dónde está su oro. No tenemos mucha paciencia y están heridos, mas les vale ponerse a cantar.

lo... lo había conseguido. soy... soy... ¡EL MEJOR!.

Y me puse a dar saltitos mientras golpeaba mis talones uno con otro y sonreía con humilde suficiencia. Pero entonces vi que Karel salía de entre los árboles. Ya había empezado a hablar, pero tenía que ser rápido. Así que cogí otra bolsita, la tiré a sus pies y PUF. otra nube de humo le cubrió por completo aunque solo fuera unos segundos, haciéndolo estornudar.

Entonces salieron Brent y Eneris y esta vez fui más rapido. PUF, PUF. Nubes de humo. Parecía un ninja ¿Qué es un ninja? Ni idea, ya lo averiguaría. Mientras estornudaban me acerqué a ellos.

- Es por mantener el engaño. Seguidme la corriente-

Entonces me giré hacia ellos.

- No estais en posición de negociar. Ya veis que puedo invocar a cuantos quiera – Mientras hablaba intentaba poner voz misteriosa, cuasi mística. – Decidnos donde está el tesoro y tendréis una posibilidad de redimiros –

Estaba claro que estaban en minoría, y ahora desarmados. Pero no por ello dejé de apuntar a los que tenía enfrente. Además, como bien había preguntado Karel algo más allá, parecían saber de nuestra persecución del oro en nombre del Conde. No hice nada más, sino que seguí tensando el arco unos instantes. Sabía que en breves amanecería.

Vosotros dos... -les dije a los separados-. Id con el resto, y reuníos todos allí, ¡vamos! Ahora tenéis mucho que contar.

Dalfrid y Finn pueden conducir a uno de los ladrones, que están desarmados hasta el centro del campamento donde se encuentra el resto del grupo. Pero el otro esta profundamente dormido, y les llevaría un buen rato despertarle. El hechizo de Finn, le ha dejado profundamente dormido. Mientras tanto el resto llegan hasta el claro donde ya estaba Panomemix con el resto de los ladrones. El jefe, Kukol, en un momento de debilidad tiene que sentarse, esta muy herido, y su brusco levantar ha hecho que varias de las heridas sangren abundantemente. Las vendas estan empapadas, y la sangre llega hasta el suelo. No entendéis como puede estar consciente, aunque esta claro que para ser un ladrón, a parte de ágil, es bastante fuerte.

A los que ya habéis estado unos años en la guardia de Fuenterrubiales, os suena una historia de un capitán que traicionado por su señor, se dedicó al bandidaje con algunos de sus hombres, y que tal capitán pudo ser Kukol.

Una vez sentado, recupera un poco la compostura, y cuando puede contesta a los guardias que acaban de llegar al claro.-Cuando llego uno de mis hombres diciendo que unos guardias les habían atacado, supe que vendrían a por el oro, que otra cosa podía ser. Y si, también podéis detenernos, yo no creo que pueda presentar mucha resistencia, aunque quisiera. Pero despediros del oro, lo escondí esta tarde y nadie más con vida sabe donde está. Y tampoco penséis que tenéis mucho tiempo, el puñetero rey se ha enterado de que tenemos el oro del Conde, y además hay aquí mucha carne que no querrá desperdiciar.-Para un momento para toser y escupir sangre, que se limpia con la mano, y prosigue.-En cuanto esos subnormales lleguen hasta el (dice, mirando hacía la montaña), cortara algunas cabezas y hará que muchos bajen, aunque sea de día, y le lleven todos estos cuerpos, a nosotros y el oro. Y creedme (dice mientras os mira), no sois rivales para lo que pronto llegará, ni de día, ni aunque fueseis muchos mas.-Deja un momento para que asimiléis lo que os ha contado antes de proseguir. Os dais cuenta de que algunos de sus hombres están muy asustados, y no es de vosotros, miran hacía el bosque, hacia la montaña.

-Os lo repito, dejar escapar a mis hombres, y si me prometéis que me dejaréis marchar, os llevaré hasta el oro. El resto lo tiene el rey de los goblins, que vive en esa montaña, y que es mucho más poderoso de lo que todos pensábamos. El también tiene al comandante Carolo y al resto de los guardias. Se los comen, y esta reuniendo fuerzas para construir un gran reino. Si os dais mucha prisa, es posible que podáis escapar, pero no os confiéis los goblins serán una plaga en poco tiempo, la avaricia de su señor no tiene límites. Podéis informar y pedir refuerzos para atacar a esos demonios, antes de que sea demasiado tarde.-

La mujer negaba con la cabeza mientras escuchaba la charla. Lo de que los goblins era una amenaza era cierto. Y no le quitaba razón al hombre, pero que los fueran a dejar escapar, tras haber echo daño no a una o dos personas, sino dejando en la miseria un pueblo entero.

Matando sin miramientos a todo lo que tenían delante. Eso, tenia qué pagarse, y aunque no iba a tomar una vida que no fuera en justa lid. Jamás lo dejaría escapar. O no como al de aquella mañana.

- No. No hay negociación que valga. Parece que nunca has escuchado de la Guardia de FuenteRubiales, pero esos somos nosotros. Y no solo estamos para recoger oro, sino para imponer justicia a los desvalidos. Habéis campado a vuestras anchas por estos lares, haciendo miseria las vidas de los vecinos, y pasando a cuchillo a quien os cruzasteis.

Puede que creas que el oro del Conde vale tu vida, pero no vale las vidas que has sesgado. Y por eso o mueres en este lugar, o vives para pagar por tus pecados.-

La mujer había iniciado la perorata convencida de que el resto de voces de sus compañeros se unirían a la suya, y cuando termino se imagino que los bandidos se volverían honrados de repente y se darían cuenta de que tenían que cambiar, sim embargo al girar la vista vio que tengo ellos como los malhechores la estaban mirando estupefactos.

¿Se habría equivocado en algo? No estaba segura así que miro al viejo Brent pues su palabra era la más confiable de todas.

Escuché hablar al lider de aquellos bandidos y entonces dijo algo que me dejó estupefacto, anonadado, alucinado. Tarde unos segundos, pero cuando terminó, Eneris habló y entonces no pude aguantar más. Comencé a reír a moco tendido, sujetándome las costillas mientras intentaba parar.

- Espera, espera ¿Me estás diciendo que el comandante trasgo se llama Carolo? AJAJAJAJAJA, ¿Pero como se puede tener ese nombre tan ridículo? Jajajajajaja. Ay señor, ya me jodería JAJAJAJAJA , que me meo JAJAAJAJA –

Tras unos segundos pude controlarme y dejar de reír por lo que me sequé las lágrimas que aun resbalaban por mi mejilla y me giré hacia Kukol.

- Pero dejando eso a un lado. Eneris, esta caminata ya es lo bastante mala como para encima ir cargando con ellos maniatados. Yo creo que han entendido el mensaje y que a partir de ahora serán buenos porque si no, saben que los volveré a encontrar – Me giré y enseñé los dientes – Y será su final –

Entonces me volví hacia ellos.

- Sugiero que les dejemos marchar, encontremos el oro, salgamos cagando leches y empecemos una nueva vida con ese oro. Total, los goblins van a arrasar este lugar, al duque no le hará falta. Podemos montar una herboristería, o una posada... quizás –

Entonces me fijé en la mirada de Eneris y el resto.

- O si os vais a poner así, podemos devolver el oro al Duque. Al fin y al cabo es lo que quería. Dudo que le importe la vida de uno o dos campesinos. Pero sigo pensando que dejarlos marchar es lo mejor. Y correr en la dirección contraria a los Goblins, también. -

La cosa había tomado otro cariz muy distinto. Me mesé la barba mientras escuchaba a Kukol, Eneris y Panomemix. Todos tenían su parte de razón y después de meditar un poco, di a saber mi reflexión de todo esto.

-"Estoy de acuerdo con Panomemix, debemos de dejar libres a los bandidos, ya que ahora mismo no podemos acarrear con ellos. Nuestra misión es encontrar el oro del conde y eso es lo que debería de primar en estos momentos. Nuestras vidas dependen de ello. Eso no quiere decir que esta gente sea exonerada, dado que serán proscritos para toda la vida y tendrán que pagar por sus actos. Más adelante, puede que nos encarguen encontrarlos y ajusticiarlos, pero ahora no son nuestra prioridad. Además, viendo el estado en el que se encuentran, dudo mucho que de aquí a un tiempo puedan delinquir. Sin embargo, nosotros no tenemos ese tiempo. Creo que deberíamos dejarles libres y que Kukol nos enseñe dónde está esa parte del oro. Llevarlo hasta Fuerterubiales ya será penoso, y dar la noticia de dónde se encuentra la otra parte y del próximo ataque del Rey Goblin nos dará algo más de tiempo... espero." Dije mirando a los demás.

Brent asintió pensativo.

— Opino igual que vosotros, no veo otra salida. Pero a que nadie se le ocurra nombrar este acuerdo cuando volvamos, diremos que peleamos y los matamos a todos, alguno huyó.. y ya está. Ni de broma iremos a la guardia delos goblins, informaremos y que se encarguen.

Luego se río.

— Esos hijos de su madre seguro que nos mandarán de vuelta aquí, para jodernos ya que no hemos conseguido todo el oro, pero al menos tendremos alguna oportunidad si volvemos con refuerzos.

Entonces volví a alzar la voz ante lo que decía Brent.

- Oooooooooh, podemos quedarnos el oro. -

Otra vez miradas acusadoras.

- Pero vamos, que era por dar más opciones, libre albedrío y esas cosas. La magia del rol -

Me quedé un segundo pensando en lo que había dicho.

- O yo que se ya lo que digo. - dije señalando la hierba que estaba fumando.

Y me senté con los brazos cruzados en una roca esperando una decisión. Y volví a reir.

- jiji, Carolo jijiji -