Partida Rol por web

Descansamos lo justo para recuperarnos y seguir nuestro camino. Algo de comida y vendas nuevas era todo lo que necesitaba un robusto enano como yo. Los demás también parecían más frescos. La lluvia dejó de caer fuertemente y solo de vez en cuando caían algunas gotas. Las huellas del camino eran claras y nos llevaban directas a nuestro destino. Vimos que un gran grupo de bandidos habían venido hasta aquí, pero se habían dado la vuelta. ¿Por qué? Seguimos adelante hasta que unos ruidos nos hicieron detenernos. Al escuchar los ruidos inequívocos de lucha, miré al resto.

-"Ya sabemos por qué el grupo de bandidos que iban en nuestra dirección para acabar con nosotros se dio la vuelta. Están siendo atacados por alguien. ¡Es nuestro momento de aparecer y acabar con esos malandrines! Vayamos raudos, que no se percatarán de nuestra llegada hasta que estemos encima de ellos. Pero antes de entrar en el fragor de la lucha, parémonos a observar quién es la otra facción que está en disputa con los bandidos. Puede que sean otros bandidos, monstruos del bosque o más soldados del duque. Una vez allí, decidiremos qué hacer. ¡Uuummmmm!" Resoplé al hablar de seguido sin apenas respirar.

Brent sopesó varias opciones. Finalmente se decidió por una.

— Quizá sería bueno que me adelantase yo a ver que está ocurriendo. Capaz que esos granujas se han encontrado con una banda rival o algo parecido. Puede ser la nuestra de atacar cuando menos se lo esperen. Yo puedo adelantarme sin hacer mucho ruido y deciros que veo.

Compañeros, si alguien está ahí delante luchando contra los bandidos, igualmente pueden ser gented que también quieran robarnos lo nuestro... -comenté-. Si, vayamos a ver y si es menester dejémoslos matarse entre sí o ayudemos...

Entonces tomé mi arco con fuerza, y una flecha del carcaj. Andaría con ella colocada entre la madera y la cuerda, sin tensarla aún, pero bien preparada. Ahora seríamos nosotros los emboscadores si nada se torcía...

Aun me dolía el costalazo que me había dado hacia unas horas, pero no pensaba confesarlo delante de ellos. Al fin y al cabo, era su modelo a seguir, un pilar fundamental en sus vidas. No podía decepcionarles así. Así que me mantuve firme y sereno.

- Au... como duele... ¡AY!... no, no es nada.... ¡oooh! tran-tranquilo, es que me he acordado de algo que... ¡Ay! –

Una roca era, impertérrito, ilegible. Y entonces encontramos un rastro y un poco más adelante, ruidos de combate. Pero no de combate tonto y fácil de ganar como el del día anterior, sino de los que un anciano y joven druida podría salir mal parado. ¿Y pensaban ahora meterse de lleno en la pelea? Al menos el pelirrojo era lo que parecía tener en mente. Claro, tanto alcohol le había enturbiado los sentidos. Por suerte, otros tenían más sentido común y Brent se ofreció a acercarse para echar un vistazo.

- Si, buena idea, Brent, lo hará. Él puede, al fin y al cabo, es fuerte, halagüeño, impasible, irreducible y otros muchos adjetivos que ni idea de lo que significan pero que sonar, suenan muy bien. –

Entonces le volvió a dar una palmada en el hombro como hacia unas horas.

- Confiamos en ti, compañero. Buena suerte. –

Y me senté mientras dejaba ir a Brent. Pero entonces sentí la mirada de todos sobre mí.

- Porque solo va a ir él a investigar ¿verdad? -

Eneris había resoplado como respuesta a Dalfrid y había empezado  roncar un rato después. Despertándose con dolor de espalda por la postura un rato más tarde.

Cuando la comitiva empezó a moverse era patente que no muy lejos había una confrontación.

- ¿Pero qué hacéis?.-

Dijo más alto de lo que debería la joven doncella. Mirando atónita a todos.

- Puede que sean monstruos o bandidos, pero también puede que sean buenas gentes de lugar, y los estamos dejando a su suerte. No podemos permitirlo. Y si están ya en combate, dará igual si nos escuchan llegar o si no.

De ningún modo voy a dejar al desfavorecido a su suerte, no estando a tan poca distancia. Debería daros vergüenza tan solo pensar en retrasaros para auxiliar al prójimo.-

Y así tras otra de tantísimas objeciones y alegatos de santurrona, como los que daba casi cada día en Fuenterrubiales, os quedáis mirándola como si estuviera loca. Pero esta vez, ella se apresuro a andar y casi le falto correr para llegar al lugar de la reyerta.

Miraba a unos y a otros, escuchándoles, hasta que Eneris salió disparada.

-"Como bien dije y también ha comentado Eneris, ya están en combate. Eso significa que no nos oirán llegar y si nos oyen, creo que estarán muy ocupados como para prestarnos atención. Lo siento Brent, pero que vayas tú solo para volver a decirnos lo que pasa no creo que ahora mismo sea la mejor idea. Por los ruidos, ya sé lo que ocurre más allá... ¡Están combatiendo! Yo seguiré a Eneris hasta allí, los demás veréis qué hacéis..." Dije solemnemente.

Y con la misma, salí detrás de la clérigo.

A Finn le había venido bien el descanso, había comido algo de sus raciones y estaba mucho mejor. Pensó en las posibilidades sobre las huellas que habían encontrado, pero hasta no dar con los ladrones no sabrían a ciencia cierta de que se trataba. No obstante, siguió a sus compañeros cuando decidieron ir al encuentro de aquellos hombres.

Eneris, Karel y Brent, toman la delantera, y avanzan con rapidez hacia los ruidos del cercano combate. Pero mientras que Karel y Eneris lo hacen de forma bastante ruidosa, Brent no hace ruido y pasa desapercibido. La luna llena en un cielo casi despejado de nubes proporciona bastante luz para que los humanos puedan andar y ver los alrededores. A unos cientos de metros alcanzan la cima de una colina, y desde ella pueden ver antorchas y fuegos en lo que parece ser un campamento en la siguiente colina. El movimiento de antorchas y los gritos y ruidos del combate les indican que hay dos bandos en disputa. Uno son los ladrones, y el otro lo descubren pronto, cuando ven en el camino varios goblins y bandidos muertos.

Los goblins han atacado a los ladrones al amparo de la noche, y a punto han estado de tomar por completo su campamento, pero luego un grupo que había ido en vuestra dirección, alertados por el ladrón que escapo, se topo con la vanguardia goblin que bajaba de la montaña y se unió a la defensa del campamento.

Estáis aun lejos, pero os da la impresión de que los goblins se están retirando hacia la montaña, y que la lucha en el campamento de los ladrones está bajando en intensidad.

Por detrás de Karel, Eneris y Brent, a unos metros se encuentran el resto del grupo.

Hay que bajar la colina en la que estáis y subir la otra para llegar al campamento de los ladrones. Si comenzáis a bajar, sin esperar, es muy posible que os metáis de lleno en el combate, ya que están los goblins en retirada aun combatiendo con los ladrones. Mientras que si esperáis un rato, sin llamar demasiado la atención, es posible que podáis llegar hasta el campamento de los ladrones, sin veros implicados en ningún combate.

Día 4 (18 de julio) Sobre las tres de la mañana, noche de luna llena con pocas nubes en el cielo.

Vuestro turno.

Eneris iba llena de energía para ayudar al prójimo y ahuyentar el mal en el mundo hasta que vio el segundo goblin, y luego en tercero…. Y levanto la cabeza y miro el campamento. Freno casi en seco y luego parpadeo lentamente dos veces.

- Se supone que tenemos que… ¿tenemos que ayudar a los ladrones frente a las criaturas malvadas?.- pregunto sin mucho convencimiento de si era realmente así como debía proceder.

Había imaginado un par de situaciones y en todas ellos luchaban contra los ladrones, que eran no solo una plaga, sino sangrientos y pendencieros. Pero frente a goblins, cuál de las dos vidas debía preponderar, la de un ser abyecto alineado con el mal primigenio, o por el contrario, unos humanos despreciables que merecían castigo divino por sus actividades.

Pues no lo tenia claro. Fuera como fuera, llegaban tarde a la reyerta, y parecía improbable que pudieran sacar ventaja directa de entrar en conflicto ahora mismo.

Miro a su alrededor buscando con la mirada le viejo Brent, pero no lo encontró, pues este era uno con la noche.

Brent que entre otros defectos tenía el de tozudo, decidió seguir avanzando para intentar llegar al campamento sin ser detectado. Lejos de querer unirse al altercado, quería tratar de averiguar que había pasado y si tenían relación con el dinero robado, saber quien podía tenerlo.

Imaginaba que si lo tenían los ladrones se estarían jactando o tratando de recomponerse para alejarlo de esas alimañas. En cambio si los goblins lo habían robado, estarían cagándose en sus muertos y sopesando si valía la pena arriesgar sus vidas por el botín.

Siempre era la misma historia en sus trabajos, lo que cambiaban los nombres de los bandos o bandas.

Lo que, acostumbrado a trabajar solo, se había olvidado de comunicar sus planes con sus compañeros.

Pese a que había mencionado que estaba dispuesta a ir a ver qué pasaba en primer lugar (de hecho había tomado con fuerza mi arco y una flecha), tres de mis compañeros se adelantaron. Sin darle mucha importancia, avancé con el resto detrás, e incluso podría ser mejor, ya que con el arco podría alcanzar a alguien que se interpusiera entre la división de nosotros. En la colina de enfrente se fraguaba la batalla entre ambos contendientes, y ahora sabía que no tenía aprecio por ninguno.

Alguno de ambos bandos tiene nuestra carreta... -pensé-. Después traté de observar el terreno para descender la colina y subir la siguiente de la manera más fácil posible (tratando de ir por veredas poco rocosas y de fácil acceso).

Mis cortas piernas me fueron dejando atrás de mis compañeros de avanzada y fue adelantado por Brent, oculto entre las malezas, Eneris la supervelocista y la rápida Dalfrid. Entonces lo vi, ¡goblins! Esas alimañas eran la otra parte de la contienda. Odiaba a esas verdes y feas criaturas con todo mi ser. Cuando llegué al borde de la colina, me paré y observé todo lo de alrededor con detenimiento. Así esperaría a los demás rezagados y pensaríamos qué hacer.

Cuando vio la situación, Finn concluyó para sus adentros en que no había nada mejor que dos enemigos, o al menos antagonistas a sus propios intereses, estuviesen combatiendo entre ellos. Se sorprendió al ver que algunos de sus compañeros se apresuraban a meterse en la refriega. Él mismo se quedó algo rezagado, esperando evitar un combate innecesario, aunque si sus compañeros avanzaban, no le quedaría otra. No obstante, optaría por quedarse a la retaguardia.

De momento, Brent y Karel avanzaban hacia el campamento, y por ello que trataron de pasar desapercibidos (lo mejor posible). Miré junto a mí y vi a Finn, quien prefería quedarse sin meterse en el jaleo de la batalla.

También me quedaré aquí -les dije-. Alcanzaré con mi arco a cualquier goblin u otra criatura que pueda ir tras vosotros, compañeros, o que acuda rezagada.

De momento me mantendría al margen.

Tras la espera, todo parecía más tranquilo, hacia ya un rato que habían cesado los sonidos de la lucha. Y el grupo decide avanzar hacia el campamento de los ladrones. Al momento llega Brent, aun asustado ya que a punto ha estado de verse sorprendido por un grupo de goblins que estaban escondidos a unos centenares de metros en una orilla del camino. En el bosque y con la oscuridad de la noche, tan solo sus buenos reflejos y su capacidad para esconderse, le han evitado un desagradable encuentro. Estos se han ido hace unos minutos hacia la montaña que tenéis a vuestra izquierda.

Todos estáis de acuerdo en acercaros hasta el campamento de los ladrones, o sus restos, que se encuentran en la cima de la siguiente colina, y a la cual parece que lleva el camino que habéis estado siguiendo. Podría tratarse de un antiguo campamento de leñadores, de tiempos en los que estas tierras eran más seguras. Para llegar tenéis que descender esta colina y subir la siguiente, algo más de un kilómetro.

A pesar de no escuchar ruidos, es muy posible que haya actividad en el campamento de los ladrones, pero estáis lejos como para escuchar ruidos que no sean muy altos. 

Día 4 (18 de julio) sobre las 4:00 h la luna llena ilumina el camino. 

Vuestro turno.

Así, es, esperemos que se hayan dado entre ellos de lo lindo... -apunté-. Me había quedado embelesada mirando el entorno mientras ascendíamos, no fuera a aparecer algún ladrón o goblin huido de la lucha. Sin embargo, dada la refriega de emboscada, no parecía que muchos hubiera podido escapar. A ver qué nos cuenta Brent en cuanto regrese -comenté-. Lo que tampoco nos interesa es que no hayan quedado vivos algunos, pues alguien tiene que saber dónde está nuestra carreta...

Brent justo apareció detrás de Dalfrid cuando hablaba.

— Ese soy yo — dijo sonriendo pero con una mueca rara aún del susto, notaba su corazón a mil — Casi me meto en un buen lío, pero ha valido la pena. Sea lo que sea que haya pasado, esos goblins se dirigen hacia la montaña de la izquierda del camino, creo que estaban esperando para una emboscada de los ladrones, cosa que me hace pensar que podrían estar esperando a ser perseguidos.. ende.. quizá hayan conseguido el botín que buscaban de los ladrones.

Aprovechó para descansar brevemente y se apoyó en un tocón que había cercano.

— Se me ocurren tres opciones: descansar y seguir mañana, ir en busca de esos goblins y no dejar que se acaben de reagrupar del todo o ir hacia el campamento de los ladrones e intentar averiguar que ha pasado.

El viejo apareció de la nada, dándonos un pequeño susto. Atendí a sus palabras y medité lo que decía. Si por mi fuera, les daba matarile a ambos bandos, pero nuestra misión era encontrar las carretas con el oro. ¡Y no teníamos mucho tiempo!

-"Pienso que sería mejor averiguar si el oro está en el campamento de los bandidos, y si no está ahí, perseguir a los goblins hasta su escondite." Dije serio.

Me quedé mirando a los otros, esperando a ver qué pensaban sobre lo que comentaba Brent.