Partida Rol por web

El Heredero de Piedra

1.1.- Regresando al pasado

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09/02/2012, 21:41
Director

 Hace tiempo que el desasosiego no te deja vivir en paz... mejor dicho que te inquieta, pues hace mucho tiempo que no vives en paz.

 Durante este último lustro has dejado que tus ansias de poder y ambición se adueñaran de ti. Siendo una víctima de esta pasión. Has puesto todo tu empeño en esta pasión. Tanta dedicación, tanto sacrificio, para que después el caprichoso azar te dejara de lado, y menospreciara tu existencia de esa forma. Desde ese suceso en el Risco de los Vientos, has perdido parte de la confianza en ti, en tu poder, en tu voluntad. Algo básico para cualquier ser que pretenda esgrimir el Arte.

 Estas últimas semanas te has estado cuestionando muchas cosas, tu presente y tu incierto futuro. Necesitas una pausa, un cambio de aires durante un tiempo. Para ordenarte. Ver dónde estás para saber a dónde ir. Pensaste que, quizás, los mejor sería regresar al principio.

Notas de juego

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09/02/2012, 22:04
Director

 Así es como llegaste de nuevo a la tierra que te vió nacer. La tierra donde estaba emplazada la sencilla torre de Lucio, donde aprendiste con él los fundamentos de la magia y las nociones de geología, botánica, astrología y demás conocimientos que se precisan para el desarrollo de la mente.

 No sabías que encontrarías. ¿Alguien habría reclamado aquella ruína? Pues después del infierno que se desató en la torre... las llamas... la lucha entre voluntades... las sombras. Lo más posible es que la gente de los alrededores considerara maldita aquel claro en medio del bosque donde tiempo atrás alguien irguió una torre.

 De vez en cuando aún tenías sueños, pesadillas de aquella fatídica noche. Recuerdas como varios hombres armados intentaron apresaros a Lucio y a ti, no sabías por qué, pero aquella gente no atendía, no querían sabe nada. La locura del fanatismo se derramaba en sus miradas. Lucio los expulsó de la torre, se sirvió de sus encantamientos y hechizos para repelerlos, pero ese gesto había sido su sentencia. No quedaba la posibilidad de recular. Así fue como llegó aquel... demonio. No podía ser que aquella criatura hubiera sido humana en algún inicio. O eso creíste por aquel entonces, en estos últimos años has visto demasiado como para dudarlo.

 Pudiste presenciar el enfrentamiento entre las dos voluntades, aquel ser destilaba maldad y poder al mismo tiempo, en tales magnitudes que Lucio parecía poco más que un chiquillo presa de la locura hetílica de un adulto. Pero a pesar de ello, las ganas de vivir de Lucio le hicieron aguantar lo suficiente como para desarrollar el combate fuera de la torre. Así fue como pudiste esconderte, en la boca de un pozo, en mitad de aquel caos... de aquella locura. La magia desatada por uno y otro dejaron el aire crispado por energía mágica en bruto, la naturaleza fue alterada en aquella zona, los fanáticos huyeron, o eso pretendieron antes de que los daños colaterales los alcanzar y diera muerte a varios de ellos.

 No supiste como terminó aquel enfrentamiento. A duras penas sobreviviste, y en gran medida gracias a la protección que te brindó el pozo. Quedaste enredada en la cuerda y por eso no te caíste en el fondo, pero cuando recobraste la conciencia de dolía un horror la cabeza, sin lugar a dudas, habías estado demasiado tiempo boca abajo. Cuando te arrastraste afuera viste el rastro de devastación originado en el combate. La torre ardía como un infierno en mitad de la noche, los árboles plantas en un amplio radio a la redonda estaban devastados y toda la tierra rebuelta. No había rastro alguno de los cuerpos. Pero tuviste la certeza de que Lucio había perecido, y aquel ser se había cobrado su objetivo.

***

 Finalmente llegaste al claro. Había pasado varios años, pero aún se veía la huella de aquella noche. Por un lado la torre estaba reducida a escombros casi en su totalidad. Por algún extraño motivo aún quedaba en pié uno de los cuatro muros, desafiando toda lógica, con restos de los forjados, requemados muñones de madera saliendo de este muro dan mudo testimonio de dos de los cuatro pisos originales de la construcción. Las inmedizaciones de la estructura ruinosa, estaba cubierta por una reciente capa vegetal, unas zarzas exuberantes que desafiaban a cualquier a cruzarlas. Pero debajo de esta, aún podías distinguir el tronco muerto de algún árbol.

 Al pié del perímetro del claro, dejaste vagar tu mirada por la zona. Desconocías que sensaciones tendrías al reencontrarte en este lugar, el único que podria llegar a denominar tu hogar.

 Nada.

 El vacío.

 Tu cuerpo no respondía a ningún sentimiento. ¿Tan muerta estabas por dentro? Incapaz de sentir nada. ¿Qué deberías sentir acaso? ¿Tristeza? ¿Dolor?... ¿Pesar?

Notas de juego

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10/02/2012, 00:55
Iasana Ranackver

El sol se encontraba en el zenit cuando la mujer arribó al claro. Era una extraña, una caminante envuelta en ropajes abrigados a pesar de que no hacía frío. Su rostro y sus manos, así como otros pequeños retazos de piel que quedaban a la vista, estaban cubiertos de polvo del camino. Sus labios se veían resecos y su mirada, opacada por los efectos de algún narcótico, vagaban por el sitio evocando un tiempo anterior.

La mujer se llamaba Iasana Ranackver y cualquiera que la cruzara por allí la habría tomado por una extranjera que había perdido su norte. Pero ella pertenecía a ese lugar, aunque hiciera muchos años ya desde que hubiera pisado ese suelo por última vez.

Con el cansancio de varios días de parar su marcha solo para dormir reflejado en su rostro, Iasana dejó su bolsa en el suelo y descolgó el rabel de su espalda. Lentamente comenzó a rodear el lugar mientras los recuerdos volvían hasta ella como un torrente, una sucesión de imágenes cruentas y devastadoras que durante mucho tiempo habían permanecido dormidas en su memoria.

Allí había vivido luego de que Lucio la rescatara de las calles, aprendiendo a controlar el Arte al tiempo que también, era introducida en cuestiones más simples como comer con educación o saber como desenvolverse en un lugar civilizado. En ese sitio había descubierto que existía algo llamado felicidad, y por mucho tiempo, había disfrutado de esa sensación y había creído que la vida podía ser maravillosa. Pero como es sabido, nada es para siempre y la sensación de seguridad y de contención había terminado hecha añicos aquella fatídica noche cuando la torre había ardido.

El paseo de Iasana continuaba mientras revivía sus últimas horas en el claro. Había logrado salir del pozo tras mucho esfuerzo, con la cabeza embotada y los sentidos dormidos. Al llegar a la superficie, su piel se había erizado. La presencia de la energía mágica aún latía con furia, acentuando la visión de destrucción de todo aquel sitio.

La noche le había parecido eterna, una noche que debió utilizar para huir de allí, presa del temor de caer en manos de los fanáticos que aún quedaban en pie, sin tener conciencia de que, en realidad, la habrían dado por muerta junto a su maestro y al otro... aunque en su interior intuía que este último se había escapado también.

Mientras caminaba, Iasana recordaba. Recordaba pero no sentía. Estaba enfundada en la indiferencia, incapaz de encontrar alguna emoción que le indicara dónde había escorado su destino, por qué se había ido a pique en un  abrir y cerrar de ojos. ¿Por qué no reaccionaba? ¿por qué nada se agitaba en su interior? Su paseo llegó a su fin y con él, la certeza de que ese día no hallaría respuesta para esas cuestiones. Resignada, tomó asiento junto a sus cosas y se dispuso a almorzar. Más tarde debería alcanzar la ciudad para conseguir alojamiento porque aquellas ruinas no le brindarían protección, pero mientras, pasaría un rato más junto a su infancia intentando recobrar aquella chispa que alguna vez la había hecho sentir que valía la pena buscar la felicidad.

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10/02/2012, 11:53
Director

 Tras comer ante tan desolada imagen, y con la esperanza de llegar a Torquemar antes de que se hiciera demasiado tarde, la joven se puso en marcha.

 El resto del viaje fue sin incidentes. Como era de esperar tan cerca de la pequeña ciudada, o mejor dicho el pueblo grande, de Torquemar  la seguridad en los caminos era buena. Pero se podían apreciar los estragos de un fuerte temporal de viento que azotó la región hace cosa de una semana por lo que dicen... ¿Sería acaso algún efecto secundario de tu ritual? Quien lo podría decir... el arte no era una ciencia tan exacta como a una le gustaría.

 En cualquier caso finalmente terminaste por llegar a una posada, de precio decente y un servicio mucho mejor que dormir al raso. Comiste una frugal cena, te aseaste y quitándote el polvo del viaje e intentaste descansar.

 Pero durante la noche tus sueños fueron agitados, y cuando no eran los sueños era tu errática mente, aún desorientada que vagaba sin pausa de una idea a otra. La experiencia en el Risco de los Vientos, la noche en que ardió en llamas la torre, las estanterías interminables repletas de libros de la Biblioteca de Astharel, el rostro Turoth... en definitiva una locura. Tenías que encontrar un punto de contacto con la realidad. Un punto desde el que tener una referencia y poder tomar la orientación de nuevo.

 Finalmente los sonidos de sillas al ser bajas de las mesas, algún ocasional arrastrar de mesas y el metálico tintineo del remover una cazarola te dijeron que otro día había llegado. Sin tener nada más por hacer en aquella cama, te incorporaste, te vestiste y bajaste. Quizás el hablar con alguien te sierviera, por lo menos, para distraerte y despejar la cabeza.

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10/02/2012, 12:07
Director

 Bajaste al amplio salón de la posada.

 Un amplio lugar atestado en su mayor parte por gran multitud de mesas. Algunas largas y rectangulares, otras cuadradas e incluso algunas redondas en las esquinas. Bancos, sillas y altos taburetes servían de asiento a aquellos que los pudieran reclamara, pero ahora permanecían vacíos.

 El aroma de la madera de encina empezaba a flotar por la estancia partiendo del hogar donde ardían un par de leños, mezclándose con la del humo de tabaco y bebida que suelen impregnar estos sitios. Y finalmente el olor de una comida calienta, pan recién horneado te despertaron el apetito. Instintivamente miraste con cierto recelo aquellas llamas, pero estaban demasiado lejos y a buen recaudo como para ser un peligro.

 Te acercaste a la barra, cerca de las cocinas esperando ver a alguien y pediste un buen desayuno, sin saber por qué te apetecía empezara de otra forma el día. Epezarlo bien, con la esperanza de ser un día diferente.

 Comiste con apetito tras haber pagado, pero parecía que la cocinera estaba bastante atareada preparando cosas para los desayunos que pronto serían demandados. Así pues paseaste curiosa tu mirada por la estancia. La decoración no era nada del otro mundo pero algo llamá tu atención.

 Un tablero de anuncios.

 Quizás tomar un trabajo estaría bien para estabilizarse un poco. Levantándote, con una rebanada de pan huntada con mantequilla en la mano te acercaste para leer el tablón.

 "Se busca veterniario para tratar los cerdos de la granja de los Everson" Había multitud de pequeños anuncios como estos pero los pasaste por alto por que uno en especial te llamaba la atención:

 "Se buscan personas capaces y con recursos interesados en hacer un trabajo de liberación a cambio de una copiosa recompensa." Estaba firmado con el sello de la familia Torquemar.

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10/02/2012, 18:12
Iasana Ranackver

La noche habia sido un pequeño infierno personal. Apenas había dormido de a ratos, pasando por sueños inconexos que revivían diferentes momentos de su pasado mezclados incoherentemente; y duermevelas más intranquilas aún, donde los recuerdos la acosaban planteándole una y mil dudas sobre las desiciones tomadas.

El alba llegó, y con ella, la promesa de un nuevo día, diferente al anterior, tal vez más esperanzado.

Iasana se lavó la cara y se vistió a toda prisa en cuanto escuchó ruidos en la planta baja. No quería seguir oyendo sus pensamientos así que la idea de conversar con alguien fuera de su cabeza se le hizo muy tentadora. Sin embargo, no tuvo suerte en su cometido.

Al alcanzar el salón, lo encontró desierto. La única persona que andaba por alí era la cocinera, pero debía hacerse cargo de las faenas que darían lugar al inicio de la jornada, así que solo la saludó y le sirvió un abundante desayuno alegando que la chica "estaba en los huesos".

Sin ánimo de discutir, Iasana aceptó lo que le daban de comer, para descubrir que realmente tenía apetito. A pesar de las tensiones de la noche pasada, su ánimo quería recuperarse y se lo demostraba haciéndole saber que su cuerpo necesitaba energías si quería emprender algo nuevo.

Mientras desayunaba copiosamente, dejó que su vista vagara por la estancia, algo que la noche anterior no se había permitido hacer. En ese momento estaba sola, nadie se la quedaría mirando, a nadie podría llamarle la atención su presencia, así que podía relajarse y curiosear un poco el lugar.

No tardó mucho en levantarse de su mesa. Un tablero con unos cuantos anuncios destacaba en la pared opuesta a donde se encontraba. Sin saber exáctamente por qué se acercó a ver qué podía encontrar allí.

El sello de Torquemar... he aquí algo interesante. El anuncio no decía demasiado. En tono críptico, la noble familia estaba ofreciendo dinero por alguna especie de rescate, pero poco más se podía deducir de allí.

Intrigada, tomó el anuncio y se lo guardó en un bolsillo de su túnica. Volvió a su mesa, terminó de desayunar y subió nuevamente a su habitación. El extraño ofrecimiento de trabajo había despertado su curiosidad, así que intentaría averiguar un poco más de que se trataba todo aquello.

Sin demorarse demasiado, realzó su natural belleza, arreglando sus cabellos y retocando apenas las ojeras con un polvo color piel, empaquetó sus cosas, cargó el badel a su espalda y tomando su cayado se dispuso a partir rumbo al castillo del Lord para averiguar un poco más acerca de aquel ofrecimiento de trabajo.

Antes de salir de la posada, dejó unas monedas extra sobre la barra a modo de agradecimiento a la cocinera por su desayuno. Luego, como ya era costumbre, escondió su rostro en la capucha y partió de allí.

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10/02/2012, 20:45
Director

 Con paso despierto cruzaste la pequeña ciudad para alcanzar la fortaleza de los Torquemar, una antigua construcción hecha para aguantar duros asedios. Formada por piedras ciclopeas. Pulidas una vez colocadas para que su superficie resultara más difícil aún para ser asaltada.

 Cuando alcanzaste la entrada del castillo, colocado en la parte superior de una baja pero escarpada colina, te encontraste con un par de guardias en la parte inferior, custodiando el paso tras el puente levadizo, ahora bajado.

 Te hicieron un alto preguntando acerca del anuncio y el guardia se te quedó mirando con ciertas dudas reflejadas en sus facciones. durante unos momentos tuviste la impresión de que iba a darte largas, pero tras mirarte de nuevo de arriba a bajo, reparando en los anillos, colgantes y demás... fetiches de te dijo.

Aguardad aquí señora.

 El hombre desapareció por el portón de la muralla exterior. El otro guardia te miró un tiempo antes de posar su mirada en el horizonte.

 No sabrías decir cuanto tiempo había pasado, pero el sol se fue alzando por el firmamento, y con él la vida regresó a la ciudad. Varios sonidos llegaban de Torquemar, carros cargados de mercancías entraban y salían de la ciudad, los primeros comerciantes empezaban a vender sus productos como los mejores de todos, ya fueran verduras, bestias o armas. El tañido de una campana se abrió paso por encima de la urbe en un momento dado y poco después fue respondido por el repiqueteo de los martillos golpear en los yunges del barrio gremial de los armeros. Las armas y armaduras que se producían en Torquemar eran consideradas de las mejores del reino y se compraban muy caras en otros lugares.

 Finalmente, regresó aquel guardia. Venía a paso ligero, acompañando sus pasos por un leve tintineo fruto de los eslabones de su armadura de mallas.

Seguidme el señor la recibirá.

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10/02/2012, 21:06
Director

 El hombre de armas te condujo hacia el interior del castillo, cruzaste un gran patio de armas interior, rodeado por múltiples torres de piedra imponentes, en este primer patio había una docena larga de hombres entrenándose con el uso de armas y armaduras.

 Cruzastéis otro portón, pasando por debajo de un pasaje con el techo depleto de pequeños agujeros por el que llegaba el atenuado sonido de unos pasos y ahogadas charlas. Sin lugar a dudas no te gustaría encontrarte aquí, con los dos rastrillos bajados y con aquellos hombres derramando agua hirviendo por esos agujeros. Tras llegar al segundo patio abanzastes hasta una altísima torre que daba a los dos patios, ubicada en la mitad de la enorme muralla que las separaba, enormes balistas asomaban por ambos lados de la torre.

 Siguiendo al hombre terminaste por llegar a una habitación repleta de estanterías tapando las paredes. Las estanterías están llenas de libros, frascos, esqueletos de animales, herramientas de alquimista, botellas y urnas que contienen trozos de anatomias animales y humanas. En medio del laboratorio hay una gran mesa de madera, que parece estar bastante magullada y llena de marcas en las que intuyes que se ha estado trabajando con frecuencia con varios experimentos y mecanismos.

En esta estancia a parte de ti, sentado en un gran sillón repleto de pieles, está sentado el Lord de las tierras, Lord Reimundo de Torquemar, ataviado con ricos ropajes adornados con pedrería y pieles exóticas. Custodiado por un par de guardias. También hay un hombre enjunto y apergaminado que está toqueteando distraídamente lo que sería una escultura de un grajo de piedra.

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10/02/2012, 21:14
Reimundo de Torquemar

 Lord Reimundo de Torquemar, un hombre de avanzada edad, pero que conserva un carácter enérgico y severo a pesar de que su cuerpo no le acompañe, te mira de forma apreciativa, tras una breve pausa dice.

 - Bien, veo que todabía no han retirado el anuncio de las posadas. Me han informado de que has atendido a mis anuncios solicitando hombre y mujeres capaces, o dicho de otra forma aventureros. Bienvenidos seas pues.

 Con un suspiro de pesar hace una pausa tras la bienvenida para ir directamente al grano.

 - Espero que si has venido, por lo menos te hayas informado un poco.- Viendo que tu rostro hablaba por ti, volvió a hablar, con un leve y fugaz deje de sonrisa en una de las comisuras de sus labios.- Veo que no. Bien pues te pondré en antecedentes. Mi hijo ha desaparecido. Marchó hace unos diez días en direccón a los bosques del este en busca de bestia que atemorizaba a los plebeyos de esas tierras. Un basilisco.

 Haciendo una breve pausa para estudiar tu reacción prosigue.

-De la comitiva tan solo ha llegado un miserable llamado Raúl, Raúl el trapero tengo entendido que le apodan. Por lo que me contó ese renacuajo,  al parecer la partida de caza alcanzó el cubil de la criatura y que esta salió para plantar cara a los cazadores, tras ver como uno de los acompañantes de mi hijo se convertía en piedra, el muy cobarde escapó dejando a su señor, a mi hijo, para que lidiara contra la criatura.

 El anciano parece muy enfurismado con la idea de esa traición, pero no parece querer recrearse o dejarse llevar por su temperamento, en su lugar continúa diciendo:

 - El trabajo es ir hacia el cubil de la bestia y traer de regreso el cuerpo de mi hijo. No pido que luche contra ella si no quieres, pero sí que me traigas a mi hijo... o por lo menos una prueba de su destino.- Señalando con un gesto de la mano al otro anciano os dice.- Una vez aquí Eustaquio, mi alquimista, me ha prometido que lo podrá devolver a la vida.

 Centrando de nuevo la mirada en ti añade.

 - Tráeme a mi hijo y te haré ricas. Estoy dispuesto a dar título de caballero o lady y sus correspondientes tierras a aquel o aquella que me traiga de vuelta a mi hijo.

 

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10/02/2012, 21:23
Reimundo de Torquemar

 Fijándose en tu indumentaria prosigue.

- Me atrevo a decir que no eres de estas tierras y es comprensible que no conzcas a mi hijo.

 Hace un gesto a uno de los guardias para que muestré un cuadro enmarcado en un lujoso marco de madera dorada exquisitamente labrada. El retrato, excepcionalmente realista por haber sido pintado con pinceles, muestra a un hombre bien parecido, de facciones afiladas, de pentrantes ojos azules, como los del anciano lord.

 - Este es mi hijo, ser Hugo Torquemar. A parte de por su rostro también lo podras distinguir por portar una espléndida armadura de placas, creada por uno de los maestros armeros de Flira. Por el escudo de armas de la familia que luce en los ropajes.

 Recuperando su postura inicial, con la espalda pegada al alto respaldo del sillón te informa.

 - Esta mañana, hará cosa de un par de horas ha partido un grupo de aventureros para cumplir con el trabajo. No me importa pagar a otro más si con ello puedo garantizar la llegada de mi hijo. Espero que si decides aceptar el trabajo, los puedas encontrar en la posada de las Cinco Jarras. El lugar previsto para hacer noche, igual que hizo mi hijo cuando partió para dar caza a la criatura.

Y haciendo una señal hacia el anciano, que según dijo era un tal Eustaquio, el alquimista. Apunta.

- Ya que vas a dirigirte a un lugar donde posiblemente te encuentres a una criatura peligrosa, maese Eustaquio te dará algo de información acerca de esa criatura, el basilisco.

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10/02/2012, 21:33
Eustaquio el Alquimista

Con un carraspeo el alquimista aludido asiente ante las palabras de su lord.

 - Saludos aventurera, Lord Torquemar me ha ordenado que te de un poco de información acerca de que son y que no son los basiliscos.- El enjunto hombre se aparta de las estanterías cargando un pajarraco de piedra que deposita en la erosionada mesa.- Esto, querida amiga es lo que puede llegar a pasarte si por algún casual tu mirada se cruza con la de una de estas bestias.

  Apartándose de la mesa, dejando el grajo a la vista para que lo inspecciones de así quererlo el hombre se acerca a unos rollos de pergaminos que tiene en un clasificador colocado en unas estanaterías. Mientras rebusca va diciendo.

 - Pero como sabremos si estamos con un basilisco, para saber cuando tienes que andarte con ojo y cuando estar atenta para no cometer estupideces, te estarás preguntando. Claro.- Descartando estuches de pergaminos tras leer lo que pone en sus tapas va contando.- Esta criatura tiene la apariencia de un reptil de cuerpo grueso, con ocho patas. Sí, ocho, ni cuatro, ni seis, sino ocho. Una hilera de espinas óseas recorre su espalda y sus ojos, según cuentan, brillan con una incandescencia de color verde pálido escalofriante... Ajá, aquí está.

 El hombre saca el pergamino de un estuche y se acerca para desenrollarlo encima de la mesa, en él se ve este dibujo.

 Tras poder apreciar el dibujo que hay en el pergamino, el hombre se te queda mirando y una mueca parecida a una sonrisa asoma bajo su mostacho blanco.

 - ¿Y debo creer todo lo que deicen de esa criatura? Es la siguiente pregunta que te debes estar haciendo, o por lo menos, si te convertiras en piedra si te ve. O eso estaría pensando un aventurero sensato. La respuesta es la siguiente: Sí, esta fascinante criatura te puede convertir en piedra igual que le pasó a...- Parece que se detiene antes de decir algo que no le fuera a gustar a su lord.- Varios hombres según nos contó Raúl. Y... no. No basta con que te mire, tienes que mirarle tú también para que esta maldición te afecte.

 El hombre se sienta en un alto taburete junto a la mesa y añade.

 - Otros datos destacables de la criatura es que a pesar de tener tantas patas, no es muy rápida. Imagino que al ser cortas y recias le dificulta moverse ágilmente, pero deben ser ideales mientras ingiere y digiere a sus presas convertidas en piedra... Es por eso que te apremiamos para que partas raudas en busca de Ser Hugo, pues a pesar de que tienen una digestión muy lenta, esas criaturas, al parecer, devoran a las criaturas que convierten en piedra.

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11/02/2012, 19:20
Iasana Ranackver

Encontrar el castillo fue sencillo. La ciudad no había cambiado tanto desde que la viera por última vez, poco más de diez años atrás. Entrar ya no lo fue tanto. Tras unos cuantos minutos de espera, los guardias condujeron a Iasana hasta una exótica habitación llena de libros y objetos interesantes, donde la aguardaba Torquemar y alguien más.

El lord de Flira no se entretuvo con presentaciones y fue directo al grano. En un breve y conciso relato, puso al tanto a la joven mujer de lo que había ocurrido con su hijo y qué se esperaba de ella. Si bien por momentos el noble hacía pausas en las cuales ella podría haber expresado alguna duda u opinión, la arcanista mantuvo la boca cerrada. Sabía que si se mantenía impasible, conseguiría que su interlocutor le dijera mucho más de lo que podría averiguar haciéndole preguntas. A la gente en general, le molestaban los silencios cuando se encontraban con un desconocido cara a cara.

El lord terminó su explicación, a lo cual Iasana respondió con un leve asentimiento de su cabeza y una sola palabra. -Comprendido.- Reimundo Torquemar la había tomado por una extranjera y ella pensaba sacar provecho de esa situación.

Luego, mientras el alquimista hablaba sobre el mitológico ser, se puso a examinar la habitación, paseando por las estanterías y tocando de vez en cuando algun frasco, o examinando más de cerca algún libro que llamaba su atención.
La mayoría de las cosas que le estaban contando ya las conocía. Había estado en suficientes bibliotecas para haber encontrado más de un volumen que trataba sobre criaturas mágicas y los supuestos conocidos sobre ellas. Sin embargo volvió a reservarse su opinión. Cuanto menos supieran de ella, más especularían y mayor sería el misterio que se forjara en torno a su persona.

-Gracias maese Eustaquio- dijo suavemente cuando el alquimista hubo acabado. -Ha sido muy preciso en su descripción. Cuando vuelva me gustaría intercambiar puntos de vista con usted sobre este y otros temas referidos a su profesión.- Sonrió brevemente y luego se volvió hacia Torquemar.
-Mi Lord- inclinó su cabeza como señal de respeto sin llegar a ser servil. -Acepto la misión, aunque no me interesan los títulos o el dinero. Necesitaré provisiones para el viaje y cubrir mi alojamiento en las Cinco Jarras- y luego, como si se acordara de algo, agregó -Por favor, indicadme como llegar hasta la posada y a quienes debo alcanzar. Salvo que prefiráis que actúe por mi cuenta- aunque lo último fue una afirmación, la pregunta quedó implícita. -A mi regreso hablaremos sobre la recompensa.

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11/02/2012, 21:57
Reimundo de Torquemar

 El lord sospesó esas palabras, no terminaron de convencerle, pero parecía que el tiempo apremiaba.

 - Bien, te daré una descripción, la dirección que tomaron, las provisiones y dinero para el costeo de los gastos del corto viaje.

 Haciendo un gesto a uno de los guardias ese se larga para ir atender esas peticiones, posiblemente.

 - El grupo que te precede está compuesto por cuatro miembros. Dirigidos por uno de ellos, mi capitán de la guardia, Liam Davenport. Otro de los aventureros es un extraño hombre venido de tierras lejanas, su piel es de color negra. Un peculiar juglar se sumó a ellos y, finalmente, el Trapero, Raúl el trapero, el mismo que dejó a mi hijo y a sus hombres a merced de la criatura, un advenedizo pelirrojo de ojos saltones. No deben haber avanzado mucho, partieron hace unas tres hora, en una carreta tirada por una mula, en la que podréis transportar a mi hijo. El camino a recorrer será primero por el camino Real, donde los deberías encontrar al anochecer en la posada al pié del camino llamada las Cinco Jarras. Mañana deberiáis adentraros por unos caminos menores en el bosque del Este, donde daréis con la cabaña que usamos durante las cacerías en el bosque. A partir de allí, el Trapero os conducirá hasta el cubil. En cinco días deberiáis estar de nuevo aquí.

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11/02/2012, 23:57
Iasana Ranackver

La respuesta del lord había sido directa y sin florituras. Estaba claro que debía unirse a la compañía que ya estaba en marcha, cosa que la intranquilizó. ¿Cómo serían aquellos extraños? ¿Cómo la recibirían? ¿Cómo se sentiría ella al tener que convivir y consensuar con un grupo de gente luego de tanto tiempo yendo por su cuenta? Su semblante se mantuvo sereno a pesar de todo y nada en ella dejó traslucir su nerviosismo al saber que, nuevamente, ataba su destino al de otros, otros que además eran perfectos desconocidos.

Tranquila chica, será más fácil así si algo no resulta como lo esperas... malo sería si tuvieras que dejar tirados a un grupo de amigos si así lo requiriera la situación.

-Muy bien Lord Torquemar, en cuanto vuestro guardia me alcance lo necesario me pondré en camino. He tenido la previsión de salir con mi equipaje al venir hacia aquí, así que sólo eso me retiene de embarcarme en la misión que me ha encomendado. Buscaré a su capitán y me uniré a la compañía. Necesito algo que certifique que voy de su parte para que sus hombres confíen en mí. Por lo demás, creo que ya tengo todo lo que necesito. Será un honor traer a su hijo de vuelta a su hogar.

Volvió a inclinar la cabeza levemente, a modo de despedida. Por su parte la entrevista había finalizado y suponía que para el noble también.

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12/02/2012, 00:17
Director

 El ya mayor lord de Torquemar asiente.

- El soldado ha ido en busca de las provisiones y yo mismo te expenderé una misiva que podrás entregar al capitán Davenport para atestiguar este compromiso que hemos alcanzado señora... ¿cómo has dicho que te llamas?

 Preguntó mientras el servicial anciano que te había dado las explicaciones acerca del basilisco, le acercaba una hoja de pergamino y una pluma.

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12/02/2012, 00:57
Iasana Ranackver

-Aún no me he presentado... Señor- aunque las palabras fueron cortantes, su tono salió cargado de humor. No tenía intenciones de ofender al noble, sobre todo porque si aquello resultaba bien, el podría abrirle muchas puertas y justamente era lo que Iasana necesitaba para comenzar de nuevo.

-Me llamo Iasana Ranackver y como habréis podido deducir por mis ropajes y amuletos, soy una versada arcanista. Disculpadme si no os lo he dicho con anterioridad, pero no creo que mi nombre sea conocido en esta parte del mundo. Mi reputación no ha llegado tan lejos... aún- intentando dar un toque de misterio a sus palabras, la joven miró fijamente a los ojos a Torquemar y sonrió enigmáticamente.

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12/02/2012, 01:09
Reimundo de Torquemar

El anciano noble asintió. Su mirada pareció ausente unos momentos, como si intentara recordar, por si le sonara el nombre. Mas en un instante recuperó su aplomo. Parecía que tenía prisa por formalizar el trámite... buen, mejor dicho tenía prisa por ver de nuevo a su hijo.

 - Iasana Ranackver.- Asintió de nuevo.- Espero que puedas ayudar al grupo de aventureros y entonces regreséis con el cuerpo pétreo de mi hijo. Sin lugar a dudas eso haría llegar lejos vuestra reputación. Como ya comenté en el grupo, hay un juglar.

 Eustaquio le alargó la misiva escrita en una elaborada letra. El lord, tras leerla y asentir, la firmó y una vez doblada la selló estampando su anillo familiar encima del lacre recién derramado. Te miró una vez más, con la carta en las manos y asintió.

 - Abajo encontrarás al soldado que se marchó. Te dará lo que es preciso y podrás partir sin perder más tiempo. Que los dioses te guíen, Iasana Ranackver.

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12/02/2012, 01:26
Iasana Ranackver

Por un momento Iasana temió que Reimundo recordara quien era ella. Lucio había sido un gran arcanista de la zona y era de público conocimiento que había tomado una pupila. Dos... recuerda que hubo otra... aunque se fuera muy temprano. Sin embargo el noble no reaccionó de ninguna manera ante la mención de su nombre. Iasana se relajó por dentro.

-Gracias Señor y no perdáis la fe. Traeremos a su hijo de vuelta, tenedlo por seguro- aunque ella no tenía idea de cuan difícil les iba a resultar aquella tarea, tenía por costumbre demostrar confianza y aplomo en su accionar y aquella no iba a ser la excepción.

-Que tengáis una buena jornada. Lord, maese Eustaquio, disculpadme pero comparto la misma prisa que vosotros. Nos veremos en cinco días.

La mujer guardó la carta en su bolsa y se despidió. Luego fue en busca de las provisiones y el dinero y se puso en marcha. El grupo le llevaba tres horas de ventaja e iban en carro. Tendría que caminar casi sin descanso para darles alcance antes del anochecer.

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12/02/2012, 01:43
Director

 Tras despedirte uno de los guardias que estaba apostado en la puerta te acompañó hacia el patio, a pesar de que no era especialmente complicado encontrarlo, pues la torre tampoco era enorme. En cualquier caso, cuando saliste a la luz del sol, ya estaba el otro hombre, el guardia.

- Aquí están las provisiones para el viaje y un poco de oro para los gastos de la posada. Me han informado que el resto de recursos están en manos de los aventureros que partieron antes.

 Tomaste el mediano fardo que te tendía aquel hombre y el pequeño saquito de cuero en el que estaba, supuestamente el oro. Ya tenías todo lo que necesitavas para ir a resolver el trabajo. Quizás lograras mantenerte ocupada durante esos días. Y quien sabe, a lo mejor incluso eso te serviría para empezar de nuevo, sin lugar a dudas estar de buenas con el lord de aquellas tierras era una estupenda forma para empezar otra vez..

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12/02/2012, 03:15
Iasana Ranackver

La mujer tomó el fardo y lo acomodó entre sus cosas. Luego guardó la bolsa en un bolsillo de su túnica y agradeció al guardia el haberle alcanzado los suministros. Con todo listo, no le quedaba nada por hacer allí, así que cubrió su rostro como tenía por costumbre y se alejó de la fortaleza siguiendo las indicaciones de Torquemar.

El día era agradable e invitaba a caminar; el buen desayuno y el saber que tendría su cabeza ocupada durante la próxima semana la habían puesto de muy buen humor. Desde que se había levantado, casi no había pensado en su pasado ni en el por qué se encontraba en Flira nuevamente. Lo que era mejor aún, desde el mediodía anterior no había recurrido a sus narcóticos para tranquilizarse.

Sin embargo sabía que aquello no iba a durar mucho. La ansiedad había aumentado notablemente luego de que fracasara en el Risco de los Vientos y la idea de volver a sufrir el acoso de sus pesadillas por las noches y el temor de volver a escuchar voces en su cabeza durante el día no la dejaban pasar más de veinticuatro horas sin tomar una taza de su infusión de hierbas. No hacía mucho que se había salteado ese paso y la experiencia había sido traumática, así que cuando parara a almorzar tendría que volver a ingerirla. No le gustaba la idea de toparse con el resto de la compañía estando drogada, pero era preferible eso y no que la obligaran a volver sobre sus pasos por creerla demente.

No importa... he salido muy bien parada de situaciones más difíciles y en un estado peor que el que me induce el té...

Quitándose esa pequeña preocupación de la mente, comenzó su viaje en busca de la compañía y del heredero de lord Torquemar.