Partida Rol por web

Liam permaneció unos instantes en silencio escuchando lo que sus compañeros hablaban mientras removía los rescoldos con un palo manteniendo fijos los ojos en la hoguera. Cuando todos hablaron y dieron su opinión, se levantó:
- Nuño, tienes razón - dijo en el silencio de la noche - no somos cobardes, hemos venido a rescatar al hijo de un padre desconsolado. - comenzó a acercarse al borde para observar la entrada del cubil de la bestia, que era imperceptible en la noche - no obstante, como dice Iasana podemos preparar una trampa y permanecer alerta por si sube hasta aquí.

Con el rostro serio, Nuño asintió a las palabras del capitán Davenport, y miró al resto de compañeros. Tras unos segundos rompió el nocturno silencio.

-  ¿Alguien tiene idea de cómo hacer una trampa tan grande? Las cejas formaban dos grandes arcos sobre sus abiertos ojos. - Que no es por no hacerla, no me mal interpretéis, es que nunca he intentado cazar ni a un miserable conejo… Menos a un a una mitológica bestia… Dejo su apreciación en el aire, por si alguno de sus compañeros tomaba la iniciativa, y empezaba a organizar la construcción de enorme trampa.

Ya no se hablaba de cómo vencer a la béstia, si no cómo sobrevivir a la noche... Y la verdad era que tenían un dilema.

-No creo que una trampa baste... Me refiero a una trampa normal... ¿Cómo es el monstruo? ¿Muy grande?... La trampa que tenemos que hacer tiene que ser... ¿como lo decís?... ¿elaborada?...¿letal?... Bueno, supongo que teneis una palabra para definir "elaborada" y "letal" -Jack se limpió la nariz al más puro estilo marinero- Necesitamos la luz del dia para eso... Ahora... por la noche... mejor atar paellas y cosas ruidosas en una cuerda y tensarlo a la altura de las rodillas. Lo podemos poner más abajo. Si el monstruo viene, hace ruido y nosotros... nos vamos.

Era mucho mejor disponer de un perro o muchas antorchas para iluminar parte del bosque, pero haciendo un poco de escándalo parecía ser una buena alternativa

- Sí, mi moreno amigo - replica el capitán observando el oscuro horizonte tratando de vislumbrar algo en las penumbras - mañana ya será otro día, dormid yo velaré en el primer turno.

Lo que decía el marino tenía mucho sentido. Pero la maga no estaba segura de si armar alguna especie de alarma les daría el tiempo suficiente para ponerse a salvo. Pero ella no tenía una idea mejor y una alarma, aunque diera pocos segundos para ponerse a cubierto, era más que nada. Una vez decidido aquello, lo mejor era aprovechar el tiempo y dormir lo que se pudiera.

-Muy bien capitán, despiértame para la siguiente, yo te relevo- tras reprimir un bostezo, Iasana se acomodó cerca de los rescoldos del fuego para aprovechar el calor que aún despedían y se durmió.

 El grupo de compañeros preparó un sistema de alarma, bastante improvisado, pusieron todos los cacharros que encontraron suspendido de cuerdas y cordeles. Pero a decir verdad, al querer abarcar un gran perímetro, el suficiente para cercar el refugio, las piezas quedaron bastante dispersas...

 Pero esperaban que fuera a ser suficiente para cumplir con el proposito. Sin atreverse hacer gran cosa más, el grupo se dispuso a pasar la noche al raso, mientras montaban guardia.

 Costó conciliar el sueño, el refugio, a pesar de quedar más o menos a resguardo de miradas indiscretas, eran unas piedras que permanecía a la sombra del macizo durante todo el día y eso, unido a la humedad reinante en la zona, hacía que el frío fuera calando lenta pero inexorablemente en los compañeros que hacían lo posible para acomodarse encima del suelo desigual y pétreo donde estaban, arrebujados en sus mantas.

 Finalmente, el cielo se esclareció, paulatinamente, cambiando su negro, por un azul marino que se fue tornando celeste a medida que el astro rey fue asomando por el horizonte. El grupo, incapaz de dormir tranquilamente, ya estaban despierto para presenciar el amanecer mientras sus miradas se posaban en la lejana entrada del cubil... y las estatuas de piedra que había en frente de esta.

 Algo había cambiado. No estaban seguros al principio, pero tras notarlo varios compañeros, la verdad la incertidumbre fue desapareciendo, confirmando sus sospechas. Faltaban estatuas. Durante la noche habían desaparecido un par de las fiugras de piedra...

Liam abrió los ojos y se sorprendió de estar ileso. Parecía que la noche había sido tranquila, había despertado a Iasana para que le relevara y se supone que los turnos se habían sucedido. le había costado conciliar el sueño, pero después de algún tiempo sucumbió al pavor y había entrado en el mundo onírico de los sueños de lleno. Tras estirarse los músculos se aproxima al borde para observar la entrada. Algo no andaba bien, era muy extraño pero no estaba como el día anterior, había algo diferente. Entornó los ojos y colocó su palma izquierda para protegerse los ojos.
- Por todos los...- exclamó.
Ya había advertido que ocurría: habían desaparecidos algunas de las estatuas.

¡En qué duras noches se había visto obligado a descansar el pobre Jack! Sobre la húmeda tierra o la ingrata piedra. Encontraba a faltar la pulida madera de su velero... Y los días que veía el peligro acercarse desde el horizonte.

Lo que le gustaba al levantarse era beber un buen trago de agua, pero por desgracia no todos los blancos tenían la tradición de mezclarla con ron antes de guardarla en botas u odres (como creyó años atrás). Hoy el agua sabía... a nada.

La alarma de Davenport lo sacó de su nostalgia.

-Bien... parece que nuestro "amigo" sigue vivo -volvió a beber con la esperanza que el sabor mejorase- ¿Tenemos algo que podamos utilizar de chambo...? Creo que ustedes lo llaman... er... ¿cebo?
Hoy no se acabó su trago matutino. Volvió a rellenar el odre con lo que le había sobrado.
-Vosotros sois de aquí -dijo mirando a Iasana y Nuño (los dos que parecían saber de estas cosas)-¿Qué sabéis de ese monstruo? ¿Es nocturno? ¿Es lento? Supongo que habrá cuentos sobre ello...

- Por lo que sé lento, así pues tenemos una oportunidad - dice Liam apoyando el brazo en el hombro moreno de Jack - hay que evitar la mirada directa con la criatura, debemos ser más rápidos que ella, para que no ponga el ojo sobre los nuestros.- añade.
Volvió su mirada hacia la guarida de la bestia con el rostro ceñudo rascando levemente la barbilla.

-Podríamos hablar largo y tendido sobre la bestia pero a efectos prácticos, lo que ha dicho el capitán es lo que nos sirve en esta ocasión. Necesitamos lograr que el basilisco abandone su guarida para hacernos con la estatua de Torquemar. Acabar con él no es nuestra prioridad- Iasana dio su punto de vista mientras bebía una taza de humeante café para quitarse los restos del sueño de la noche anterior. Evidentemente todos ellos habían estado muy cansados porque los signos de actividad de la criatura les habían pasado desapercibidos.

Trataban de eliminar un mostruo que había sido capaz de desacerse de un grupo armado de caballeros. Quizás lo que buscaban era un suicidio, pero tenían la ventaja de estar en sobreaviso.

-Bueno... Tenemos que construir esa trampa... No nos servirá de nada entrar en su cama si no nos aseguramos que "tardará" en volver... Busquemos un lugar no muy lejos de su guarida

El marino empezó a agrupar los materiales para que fuesen de fácil transporte.

-Creo que mejor dejar la mula aquí. Se podría lastimar en la espesura.

-Muy bien, pongámonos manos a la obra. Dime lo que necesitamos que ayudaré a encontrar los elementos que hagan falta- Jack se había puesto en marcha pues tenía razón. Si seguían debatiendo allí, perderían la ventaja del tiempo y la sorpresa. Sin embargo, algo no terminaba de cuajar en su cabeza. El hecho de que mientras ellos dormían las estatuas habían desaparecido, le hacían pensar que tal vez el basilisco se había estado alimentando en aquellos momentos. Entonces, nada les garantizaba que en aquel instante, no estuviera durmiendo a pata suelta en su guarida.

-No creen que deberíamos cerciorarnos de que no se encuentre allí? sería muy malo montar una trampa cerca de su guarida y que, una vez en la cueva, nos encontráramos con que hemos quedado atrapados entre ella y el basilisco.

El capitán se dispuso a ayudar a su compañero Jack. No tenía ni idea de como iban a solventar esa situación. Era difícil, no sabía si la trampa funcionaría o qué. Iasana, y suponía que los demás, sólo pensaba en recuperar la estatua, pero liam pensaba que debían acabar con la criatura, se sentía responsable de la seguridad de los habitantes y aquella criatura amenaza claramente la paz en esas tierras. Prefería acabar el asunto de una vez por todas, pero pensaba que en eso, estaba solo.

Ante las dudas de Iasana, Jack le dió para comentar su visión de la situación:

-Los monstruos no piensan... Comen, duermen, fornican y cagan... Pero no piensan. Son animales. Muy peligrosos... pero animales. -El marino preparó una cuerda y se la colgó del hombro con gran pericia- No hace falta poner la trampa delante del bicho: La ponemos cerca con el "chambo"... me refiero al cebo. Y si la trampa falla... Haremos otra, ningún problema.

Dejó sus quehaceres unos instantes para observar la guarida del basilisco.

-Seguro que ya sabe que vamos detrás suyo... Lo debe oler... ¡Pero nunca entenderá una trampa!

Liam asintió ante el razonamiento del marino.
- Tienes razón, pero de todas maneras no subestimamos a la bestia.
Se unió al trabajo y viendo Raúl ocioso le increpó.
- Tú, holgazán, echa una mano - sus sentimientos hacia el guía cobarde permanecían resentidos - no tenemos todo el día.

 Raúl, más pálido e intranquilo de lo habitual, se mantenía junto al grupo, pero lo más apartado del cubil, al que lanzaba miradas temerosas con crecuencia mientras hacía lo que le pedían, especialmente el gruñón capitán Davenport.

 No se mostraba parlanchín, se le notaba que tenía un nudo en el estómago, que le dejaba la lengua como un trozo de esparto en la boca, y le costaba respirar, se veía forzado a respirar y exhalar.

 - ¿Qué-qué usamos como cebo?

Preguntó quedamente, temiendo romper el silencio sepulcral de la zona, donde se podían escuchar claramente los pasos de los aventureros, el tintineo que producían, al entrechocar, las piezas metálicas de la armadura de Liam.

-No sé... yo solo digo que me gustaría saber que tengo hacia donde correr- la idea de que la bestia los acorralara contra su propia trampa aún rondaba por su cabeza, pero lo dejó estar. Ellos eran los guerreros, ellos eran los cazadores. Se suponía que sabían lo que hacían.

Una vez acabada la discusión, Iasana dejó que los hombres montaran su trampa, sabiendo que su presencia podía molestar más que ayudar. Ese no era su campo de acción.

Con total tranquilidad, se dirigió hacia donde se encontraba su morral para buscar su ajado diario y tomar notas que le sirvieran para otra ocasión. A la pasada, tocó el hombro de Raúl y sonrió intentando tranquilizarlo. -No te preocupes, no seremos nosotros el cebo- y levantó la vista para mirar al resto, dejando clara su posición. Ya bastante arriesgado le parecía todo aquello, como para que, alguno de ellos, en un intento de arrojada valentía ofreciera su pellejo para salvar al noble.

Por qué me preocupo por estos desconocidos? No debo olvidar que son tan solo un instrumento para alcanzar lo que quiero.

A pesar de sus pensamientos, el interior de Iasana se agitaba notablemente. Había llegado a sentir, si no afecto, al menos respeto por aquellos cuatro hombres que componían su compañía. Sabía que en algún momento tendría que decidir si hacía lo que fuera por descubrir el secreto que anidaba en la naturaleza mágica del basilisco o si apartaba a un lado su deseo de saber, aquella ansiedad que la carcomía por dentro desde que había iniciado su camino por los misterios de la hechicería y ponía todo su empeño por mantenerlos a salvo mientras luchaban para rescatar el cuerpo de ser Hugo Torquemar.

También estaba el tema de aquella daga que habían encontrado. En manos de alguien diestro, podría representarles una ventaja al momento de enfrentarse a la bestia, si es que aquello llegaba a ocurrir, pero ella no se decidía a quién debía otorgársela.

Sumida en aquellas deliberaciones, describió en su diario la trampa que estaban montando, así como los pasos que veía que se requerían para dejarla lista e incluyó unos pequeños esquemas. No era su especialidad, pero aquella información podría servirle en el futuro.

- Bueno, aunque nada más me gustaría usar de cebo a Raúl - comenta el capitán - serías un inútil y seguramente te comería y no sacaríamos nada bueno, así que no os preocupéis yo seré el "chambo". Sólo pido que estéis atentos cuando llegue el momento.
Miró derredor para buscar el apoyo de sus compañeros.
- Sólo tenemos que elaborar un plan.

Sin duda el capitán era un hombre valiente, pero quizás no hacía falta exponerlo tanto.
-Dijisteis que el monstruo no come vivo... que primero convierte lo vivo en piedra... El "chambo" puede ser una de las muchas víctimas que hay por aquí- Jack estaba un poco confundido, empezaba a pensar que en este reino al cebo también se le llamaba "chambo"- Alejamos los cuerpos de los cazadores de Sir Hugo y ponemos la trampa delante de una de las víctimas... Si no tocamos la piedra el monstruo no sospechará!